x
1

El capital



El capital: crítica de la economía política (en alemán, Das Kapital. Kritik der politischen Ökonomie, pronunciado /das kapiˈtaːl kʁɪˈtiːk deːɐ poˈliːtɪʃən økonoˈmiː/; 1867-1883) es un texto teórico fundamental en la filosofía, economía y política de Karl Marx. Como reza su subtítulo, un tratado de crítica de la economía política; al mismo tiempo, ha sido también leído como una obra de filosofía, como un tratado de economía, o como un tratado político sobre las relaciones de dominación entre las clases, de un lado los proletarios y de otro los burgueses.[1]

Marx pretendía revelar los patrones económicos que sustentan el "modo de producción capitalista" en contraste con los economistas clásicos como Adam Smith, Jean-Baptiste Say, David Ricardo y John Stuart Mill. Si bien Marx no vivió para publicar la segunda y tercera parte de la obra, ambas fueron completadas a partir de sus notas y publicadas después de su muerte por su compañero Friedrich Engels.

En 2013, la UNESCO registró el primer tomo de El Capital junto con el Manifiesto Comunista en el Programa Memoria del Mundo.[2]

Marx trabajó en una intensa investigación y en la redacción de un extenso manuscrito de su obra, principalmente entre 1861 y 1863, sin embargo solo alcanzó a publicar en vida la versión alemana del primer libro de El capital, en 1867 y dedicado a Wilhelm Wolff. La segunda edición alemana de este libro, corregida y aumentada, fue dirigida por él y fue impresa en 1872 y publicada en 1873. También en 1872 se publicó la primera traducción rusa y entre 1872 y 1875 Marx preparó la versión francesa.[1]​ La investigación de Marx de la literatura político-económica disponible requirió doce años, generalmente en la Biblioteca Británica de Londres.

Luego de la muerte de Marx fueron publicadas el resto de las traducciones del primer tomo así como las demás ediciones alemanas y dos libros restantes, publicados entre 1885 y 1894, editados a partir de los manuscritos de Marx por su amigo y colaborador Friedrich Engels, quien tuvo que llenar algunas lagunas, de apartados indicados pero no redactados, y dar al texto de Marx una forma apropiada para la publicación.[1]​ Marx también había dejado en manuscrito el material para el libro cuarto, una historia crítica de las doctrinas económicas centrado en el análisis Teorías sobre la plusvalía, del cual, Karl Kautsky publicó una edición sintética entre 1905 y 1910[3]​ conociéndose en 1956 una edición completa de los manuscritos, publicada por la editorial Dietz Verlag en Berlín.[4]

El propósito de El capital fue una base científica para la política del movimiento obrero moderno. Los análisis estaban destinados a "llevar una ciencia, mediante la crítica, al punto en que puede ser representada dialécticamente " y así "revelar la ley del movimiento de la sociedad moderna" para describir cómo el modo de producción capitalista es el precursor del modo de producción socialista.[5]​ El contenido es una crítica de la economía clásica de Adam Smith y David Ricardo, basándose en el método dialéctico que Hegel desarrolló en Fenomenología del espíritu. Otras influencias intelectuales en El capital fueron los socialistas franceses Charles Fourier, Henri de Saint-Simon y Pierre-Joseph Proudhon.[cita requerida]

La estructura lógica de El capital se deriva en parte de la Política y la Ética a Nicómaco de Aristóteles, incluida la distinción fundamental entre valor de uso y valor de cambio, los silogismos (Mercancía-Dinero-Mercancía y el segundo, Dinero-Mercancía-Dinero) para la circulación mercantil simple y la transformación del dinero en capital. Además, la descripción de la maquinaria en las relaciones capitalistas de producción como "autómatas autoactivos" se deriva de las especulaciones de Aristóteles sobre instrumentos inanimados capaces de obedecer órdenes como condición para la abolición de la esclavitud.

La obra publicada repetidamente en varios idiomas con el título de El Capital es un tratado en tres volúmenes, considerado unánimemente como la obra cumbre de Karl Marx. El primer tomo se publicó en su primera versión en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero fueron publicados por Friedrich Engels después de la muerte del autor, en 1885 y en 1894, respectivamente.

El primer libro es una exposición general del modo de producción capitalista, sus elementos básicos y su articulación visto de manera general y de manera analítica sin considerar ciertas variables (especialmente de la circulación), sino centrándose especialmente en la fase de producción que Marx considera el fundamento de todo el sistema capitalista y de manera general de todo modo de producción.[6]

El libro se divide en 7 secciones:

El primer capítulo del libro, Marx lo dedica a un análisis dialéctico de la mercancía, pues parte del hecho de que la mercancía individual es la forma elemental de la riqueza social en el capitalismo. Marx analiza, siguiendo a la economía política clásica, a la mercancía en tanto valor de uso —un bien que satisface ciertas necesidades humanas— y en tanto valor de cambio —un bien que puede intercambiarse por otros bienes en una proporción determinada—. Pero para Marx el valor de cambio de una mercancía es una manifestación de algo más. Lo que permite que una cantidad X de mercancía A equivalga a una cantidad Y de mercancía B es algo que no depende del carácter de valor de uso de las mercancías ni de los trabajos particulares con las que fueron producidas. Lo que hace posible la equivalencia es que ambas contienen la misma cantidad de «trabajo humano abstracto» materializado en ellas. Marx denomina como valor de las mercancías al trabajo socialmente necesario para su producción, siendo la magnitud del valor determinada por la cantidad (duración) de ese trabajo. A esta conclusión ya había llegado el economista David Ricardo, pero Marx la retoma de manera crítica y la profundiza.[7]​ El valor de cambio sería, entonces, la forma del valor.

Luego Marx analiza las diferentes formas del intercambio de mercancías. Desde el trueque ocasional —pues al principio se producía para el consumo inmediato y solo se intercambiaba el producto excedente— hasta que la producción se va orientando cada vez más hacia el intercambio, con lo que el intercambio se va haciendo más regular y, necesariamente, una mercancía particular —por ejemplo, el oro— se constituye en equivalente general de todas las demás. Por último, al transformarse este equivalente general en mercancía dinero, tenemos el reemplazo del oro en metálico por una representación del mismo, en monedas y en billetes.

El último apartado del primer capítulo Marx lo dedica a explicar el fetichismo de la mercancía. Como en la sociedad mercantil los productores solo se relacionan entre sí mediante el intercambio de sus mercancías, y como este intercambio es regulado por el valor de las mismas (proceso que ocurre "de espaldas a los productores"), las mercancías mismas se convierten en el sujeto del intercambio en vez de los productores. De esta manera, el intercambio aparece como una relación social entre cosas y una relación objetiva entre las personas.[8]

En los dos capítulos restantes de esta sección, Marx analiza el proceso de intercambio de las mercancías (M-M en el caso de trueque, M-D-M cuando ya existe el dinero; siendo M mercancía y D dinero) y los distintos papeles que cumple el dinero en la economía mercantil: como medida de los valores, como medio de circulación, como tesoro, como crédito, como dinero en sí y los diferentes aspectos económicos al respecto; también muestra cómo y por qué el dinero en tanto materialización de determinadas relaciones sociales, imprime determinadas cualidades a la sociedad en su conjunto y a sus individuos.[9]

En la sección siguiente, que consta de un único capítulo, Marx estudia la transformación del dinero en capital. Si antes el intercambio simple de mercancías se representaba como M-D-M, la transformación del dinero en capital Marx la representa como D-M-D', siendo D' > D. La explicación de D' > D está en que una de las mercancías compradas en la primera fase (D-M) es una mercancía que produce valor nuevo, plusvalor. Esa mercancía es la fuerza de trabajo.

A partir de la sección tercera, Marx entra a estudiar el proceso de producción capitalista en sí. Hasta ahora había estudiado en abstracto a la sociedad mercantil, donde solo existían productores de mercancías. Ahora estudia en abstracto la sociedad burguesa donde existen capitalistas y asalariados. En la sociedad mercantil simple el proceso de producción tiene un carácter dual: por un lado proceso de producción de bienes y por el otro proceso de producción de valor. En la sociedad capitalista el proceso de producción también tiene un carácter dual, pero distinto al de la sociedad mercantil: por un lado es proceso de producción de bienes y por el otro es proceso de producción de capital, de valor que se valoriza a sí mismo. Lo que distingue a la sociedad capitalista es la organización de la producción con base en el trabajo asalariado, esto es, el alquiler de la fuerza de trabajo.

La fuerza de trabajo, productora de las mercancías, se cambia, se compra y se vende como otra mercancía cualquiera y obedece a las mismas leyes del mercado, sin importar que detrás de ellas hay un hombre, con su familia: el proletario. Este proletario es libre, dice Marx parodiando el lema de la revolución francesa- pero Marx hace notar que es en realidad libre en un doble sentido: libre (o sea carente) de medios de existencia y de medios de producción (y por tanto si no vende su trabajo no sobrevive) pero libre de venderle su fuerza de trabajo al capitalista que él elija de entre los interesados en comprarla. El trabajador asalariado vende su capacidad para trabajar, pero esta es una capacidad inseparable de la persona, y no se puede vender aisladamente; por esto una vez hecho el contrato entre capitalista y trabajador, este, su personalidad completa, su cuerpo entero pasa a manos del otro.[10]

En los capítulos siguientes Marx analiza las distintas formas del capital según su función en el proceso de valorización (capital constante y capital variable), el plusvalor en su forma relativa y absoluta, la jornada laboral (su extensión e intensidad) y su división en trabajo necesario y plustrabajo, la tasa y la masa de plusvalor, el papel de la cooperación en el taller o fábrica (que, gracias a la optimización de la división técnica del trabajo por la manufactura, resulta en una fuerza de trabajo social superior a la suma de las fuerzas de trabajo individuales), un análisis histórico de las condiciones tecnológicas en las que se realiza la producción capitalista (desde la manufactura hasta la gran industria mecanizada), una descripción -y denuncia- de las condiciones de vida de la clase obrera inglesa, un análisis de las distintas formas de salario y por último, en la última sección, un análisis de la acumulación del capital.

El proceso de trabajo capitalista es un proceso de valorización y además de producción de un plusvalor. Lo que comienza con una inversión de cierta cantidad de dinero hecha por el capitalista termina, después del ciclo, en un aumento de esa cantidad. En apariencia es como si el dinero se hubiese multiplicado por sí mismo. Marx pasa a analizar y criticar las distintas maneras en que los economistas clásicos han intentado explicar este aumento, y cómo han fracasado de uno u otro modo, pero al profundizar en la teoría del valor de David Ricardo, Marx logra explicar el secreto de la plusvalía al mismo tiempo mientras estudia y expone el funcionamiento del modo de producción capitalista. La formación de la plusvalía en el sistema capitalista, expone Marx, se efectúa de la siguiente manera:

El trabajador vende su fuerza de trabajo al capitalista. El capitalista pasa a ser dueño de esta mercancía de la que por tanto dispone o hace uso durante todo el tiempo que le sea posible cada día, o sea que pone a trabajar al asalariado todo el tiempo que le sea posible o sea la jornada de trabajo, que dadas ciertas condiciones de producción, se prolongará como premisa por un tiempo mayor que el tiempo que se necesita para producir, en las mismas condiciones normales de trabajo, los medios diarios de existencia y reproducción (víveres, vivienda, educación, hijos, etc.) del obrero. Pero a cambio, el capitalista paga al asalariado un precio por su fuerza de trabajo como lo hace por cualquier otra mercancía, es decir, paga un precio equivalente a lo que costó producirla. Así que el capitalista no paga un precio por el trabajo que hace el asalariado, porque el precio de las mercancías no está determinado por el uso que se hace de ellas, sino por lo que costó producirlas, su valor: la cantidad de trabajo socialmente necesario invertida en producirlas. Aquí es clave la distinción entre la fuerza de trabajo y el trabajo. El capitalista paga el valor de la fuerza de trabajo y a cambio recibe el valor creado por el empleo de la fuerza de trabajo durante la jornada laboral. De manera que una parte de la jornada laboral, el asalariado trabaja para reproducir el valor de su fuerza de trabajo, y la otra parte trabaja "gratis" para el capitalista. Esta diferencia de valor entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor producido por su empleo es lo que Marx denomina como plusvalía. Esta plusvalía es la base de la ganancia capitalista.[11]

La premisa histórica básica para esto es el intercambio de mercancías, pues el capitalista compra la fuerza de trabajo como una mercancía. Esto implica la otra premisa histórica básica: que las condiciones sociales sean tales que el trabajador tenga que vender su fuerza de trabajo como una mercancía, Marx ya ha mostrado que esto es posible solamente si el trabajador carece de medios de existencia y de medios de producción para trabajar, entonces como poseedor de únicamente su fuerza de trabajo para sobrevivir se ve obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista. La sociedad burguesa necesita de trabajadores libres en un doble sentido: en el sentido de propietarios privados de su fuerza de trabajo y en el sentido de carentes de medios de producción propios. De esta manera, el proletario está obligado a vender su fuerza de trabajo a algún capitalista para sobrevivir, siendo libre de decidir a qué capitalista particular se la vende o siendo libre de no venderla y vivir en la marginalidad y la extrema pobreza. Los trabajadores asalariados son libres solo en el sentido de que no son esclavos ni siervos: ningún poder personal los fuerza a trabajar. Lo que les fuerza a trabajar es el poder impersonal de la economía.

En los siguientes capítulos, Marx expone la manera en que los capitalistas intentan mantener y aumentar la plusvalía. Una manera, el aumento de plusvalía absoluta, es la extensión de la jornada laboral (lo que incrementa el tiempo en que el obrero trabaja exclusivamente para el capitalista) y la reducción del salario (lo que incrementa la parte en valor que el capitalista da al trabajador). Pero, tal como explica Marx, esto tiene unos límites "naturales" y "morales".

Por ello el capitalista también procura aumentar la plusvalía de manera relativa, modificando el proceso técnico de trabajo y las condiciones laborales, introduciendo medios de producción más eficientes y/o aumentando la intensidad o velocidad del trabajo. Esto hace disminuir el tiempo necesario para producir las mercancías en general (incluyendo los medios de existencia del obrero, pues así consigue disminuir el valor de la fuerza de trabajo). De esta manera, sin modificar la extensión de la jornada laboral, el tiempo de trabajo remunerado decrece en favor del tiempo de trabajo no remunerado. A este proceso Marx lo denomina plusvalía relativa.[12]

Expone Marx que esta última consideración pone en claro que, en un momento dado del desarrollo capitalista, el aumento de la plusvalía se convierte en un problema técnico. Ante los daños físicos y morales ocasionados por la larga y extenuante jornada de trabajo, la clase obrera eventualmente se organiza y consigue imponer una disminución y reglamentación de la jornada de trabajo. Si los capitalistas ya no pueden extender la jornada de trabajo, entonces el problema del aumento de la plusvalía solamente es posible de manera relativa y se torna esencialmente en un problema técnico: mejorar los medios técnicos de la producción. La apropiación de los inventos mecánicos ha sido, a este respecto, el gran recurso de los capitalistas. No obstante, como muestra Marx, esto no quiere decir que la clase capitalista, permanentemente o al menos cada vez que la plusvalía disminuye, no intente quebrar la oposición de la clase obrera para extender la jornada de trabajo. Marx intenta demostrar como la gran industria, con la aplicación de las ciencias naturales al servicio de la mecanización del proceso de trabajo en lugar de favorecer a la clase obrera reduciendo la jornada laboral (pues lo que antes se producía en un día de trabajo artesanal se produce en una hora de trabajo industrial), termina perjudicándole de diversas maneras: hacinamiento, extenuantes jornadas de trabajo, trabajo infantil, insalubridad, etc. Esto no se debe a la industrialización misma, sino a su empleo capitalista.[13]

En la última sección del libro, que sintetiza los aportes de las secciones anteriores, Marx expone cómo se reproduce el capital. La plusvalía extraída en la producción se convierte en ganancia y si bien parte de esta ganancia es consumida por el capitalista, otra parte es reinvertida en medios de producción y salarios y así la convierte en pluscapital. El aumento del capital en funciones mediante la extracción de plusvalía se denomina como acumulación del capital.[14]

Esta es la «ley general de la acumulación capitalista» demostrada y enunciada por Marx: a medida que aumenta la acumulación de capital se produce y consolida necesariamente un número creciente de obreros sobrantes para el sistema, una población supernumeraria teniendo que subsistir en condiciones precarias y presionando a condiciones de explotación mayores a los demás obreros y a mayor miseria para los obreros en general. A estos obreros sobrantes se los denomina «ejército industrial de reserva». Esto explica que a medida que se acumula capital y por consiguiente riqueza se produce de manera pareja una acumulación creciente de miseria en la mayoría de la población: la acumulación de capital en un polo es equivalente a la acumulación de miseria en el otro.[15]

En el capítulo La llamada acumulación originaria, Marx analiza cómo en Inglaterra se crearon a estos trabajadores libres para satisfacer la demanda de fuerza de trabajo por la industria: expulsión masiva, a sangre y fuego, de los campesinos de sus tierras; y una severa represión del "vagabundeo". Mediante estos métodos extraeconómicos se logró de forma acelerada una concentración de las tierras y un proletariado disciplinado para ser explotado en la industria. «Si el dinero, como dice Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies.»

En el apartado 7 de este capítulo (Tendencia histórica de la acumulación capitalista), Marx, basándose en el análisis científico e histórico realizado hasta el momento, retoma el programa revolucionario expuesto en el Manifiesto Comunista: la expropiación de los capitalistas por la masa del pueblo, y el establecimiento de una asociación de productores libres mediante la propiedad colectiva sobre la tierra y los medios sociales de producción.[16]

El libro segundo, publicados en 1885, tiene como subtítulo El proceso de circulación del capital. Fue editado por Friedrich Engels, a partir de las notas dejadas por Karl Marx. Se divide en tres secciones:

Trata sobre los principales fenómenos detrás del mercado, las relaciones entre los diferentes sectores de la producción y entre la producción y el consumo y cómo se realizan el valor y la plusvalía. El protagonista es el empresario capitalista activo. Los trabajadores aparecen en el libro segundo esencialmente como compradores de bienes de consumo y como vendedores de la mercancía fuerza de trabajo, en lugar de productores de valor y plusvalía aunque, esta última cualidad, establecido en el libro primero, que de todos modos es la base del análisis. La lectura del libro segundo es de gran importancia para la comprensión de la construcción teórica de toda la argumentación de Marx y su visión del capitalismo como sistema.

Marx aclaró en una carta enviada a Engels el 30 de abril de 1868 decía: «En el libro 1 nos contentamos con la suposición de que si en el proceso de realización, 100 libras se convierte en 110, ya están en el mercado los elementos de una inversión ulterior de capital. Pero ahora investigamos las condiciones en las cuales estos elementos ya se encuentran en existencia, a saber, el entrelazamiento social de los diferentes capitales, de las partes componentes del capital y de la renta (= pv)». Este entrelazamiento, concebido como un movimiento de mercancías y de dinero, permitió a Marx plantear los elementos básicos de una teoría del ciclo económico, basada en el desequilibrio periódica entre oferta y demanda en el modo de producción capitalista.[17]​ La Sección 3 ha sido así el punto de partida para profundizar el tema, como lo hizo entre otros, Rosa Luxemburgo.[18]

El libro tercero no se publicó hasta 1894. Subtitulado El proceso de producción capitalista en su conjunto, fue editado y completado por Friedrich Engels, con ayuda del traductor del Libro I al inglés Samuel Moore, a partir de notas dejadas por Karl Marx. Consta de siete secciones:

El trabajo es hoy más conocido por la Sección 3, que en resumen expone que a medida que crecen la acumulación y la competencia capitalista, las ganancias tienden a crecer con menor rapidez que el capital invertido y por tanto el rendimiento de las inversiones tiende a hacerse menor. Según Marx ello se debe a que el avance tecnológico hace que el empresario invierta proporcionalmente más en máquinas y materias primas (capital constante, valor ya existente), que en salarios (capital variable, que crea valor). La tasa de ganancia desciende, aunque la suma total de las ganancias aumente, porque el valor nuevo creado tiende a crecer menos que el valor invertido.[19]​ Varias causas contrarrestan esta tendencia,[20]​ pero finalmente se impone. Al disminuir la tasa de ganancia se reducen las inversiones y luego el empleo y el consumo, multiplicándose el efecto, hasta que se producen quiebras. Los precios bajan, pero de todos modos no hay quien compre las mercancías baratas debido al desempleo y al cierre de empresas, llegándose a una recesión.[19]​ La caída de la tasa de ganancia se revierte por medio de la competencia desgarradora que inutiliza grandes masas de capitales y sobre las ruinas resurge la acumulación de capital, pues para los competidores victoriosos el aumento de la ganancia vuelve a ser más rápido que el incremento de la inversión. La paralización de la economía prepara su ampliación posterior, de la misma forma que el crecimiento prepara la crisis.[21]​ Así Marx formuló una teoría del ciclo económico y sobre las crisis cíclicas del capitalismo.

Marx explica también en el libro tercero que hay competencia entre el capital invertido en las diferentes ramas de la producción por la distribución de la ganancia y que además la plusvalía obtenida de los trabajadores se divide entre el capital industrial (o agrario); el capital comercial; el capital bancario que cobra intereses por los préstamos y los propietarios de tierras.

La Sección 6 distingue dos clases de renta del suelo: la absoluta, que resulta de la concentración de la propiedad de la tierra en manos de grandes terratenientes que pueden controlar la cantidad de tierra que entra o sale del mercado y que por tanto es una renta de monopolio; y la renta diferencial, que se genera por la fertilidad del suelo o su ubicación (diferencial 1) o por la inversión e innovación incorporada a ella (diferencial 2).

En el momento de su muerte (1883), Marx había preparado el manuscrito de Das Kapital, Volumen IV, una historia crítica de las teorías de la plusvalía de su época, el siglo XIX, basada en el manuscrito anterior Teorías sobre la plusvalía (1862– 63). Teorías sobre la plusvalía forman la parte más larga (alrededor de 110 hojas impresas) y la más elaborada de este enorme manuscrito, y es el primer y único borrador del cuarto volumen final de El Capital. A diferencia de los tres volúmenes teóricos de Das Kapital, Marx llamó a este volumen la parte histórica, histórico-crítica o histórico-literaria de su obra.[22]​ El filósofo Karl Kautsky (1854-1938) publicó una edición parcial de la crítica de la plusvalía de Marx y luego publicó una edición completa en tres volúmenes como Theorien über den Mehrwert ( Teorías de la plusvalía, 1905-1910)[3]​ conociéndose en 1956 una edición completa de los manuscritos, publicada por la editorial Dietz Verlag en Berlín.[4]

La primera publicación traducida de El capital fue en el Imperio Ruso en marzo de 1872. Fue la primera publicación extranjera y la edición en inglés apareció en 1887.[23]​ A pesar de que la censura rusa proscribe "las doctrinas nocivas del socialismo y el comunismo", los censores rusos consideraron El capital como una "obra estrictamente científica" de economía política, cuyo contenido no se aplicaba a la Rusia monárquica, donde la "explotación capitalista" nunca había ocurrido y fue oficialmente descartada, dado "que muy pocas personas en Rusia lo leerán, y aún menos lo entenderán". No obstante, Marx reconoció que Rusia era el país donde El capital "se leía y se valoraba más que en cualquier otro lugar", mientras que la edición alemana tardó cinco años en vender 1000 unidades, por lo que la traducción rusa se vendió quince veces más rápido que el original alemán.[24]

Las ediciones extranjeras de El capital (1867) de Karl Marx incluye una traducción al ruso del socialista revolucionario Mikhail Bakunin (1814-1876). Finalmente, la obra de Marx se tradujo a todos los idiomas principales. La traducción al inglés del primer volumen por Samuel Moore y Edward Aveling, socio de Eleanor Marx, supervisada por Engels, fue publicada en 1887 como Capital: A Critical Analysis of Capitalist Production por Swan Sonnenschein, Lowrey, & Co.[25]​ Este fue emitida nuevamente en la década de 1970 por Progress Publishers en Moscú, mientras que Ben Fowkes y David Fernbach hicieron una traducción al inglés más reciente (la edición Penguin). La edición crítica definitiva de la obra de Marx, conocida como MEGA II (Marx-Engels Gesamtausgabe)[26]​, incluye El capital en alemán (solo el primer volumen está en francés) y muestra todas las versiones y modificaciones realizadas al texto, así como un aparato muy extenso de notas al pie y referencias cruzadas.

En 2012, Red Quill Books lanzó Capital: In Manga!,[27]​ una versión de cómic del primer tomo que es una traducción al inglés ampliada de la exitosa versión de bolsillo en japonés de 2008 Das Kapital conocida como Manga de Dokuha.[28]

Existen varias traducciones al español de esta obra. La más conocida y accesible es la realizada por Wenceslao Roces y publicada por la editorial Fondo de Cultura Económica en 1946, corregida en 1959, reimpresa muchas veces. Roces se basó en la cuarta edición alemana del Libro I (1890), la segunda del Libro II (1893) y la primera del Libro III (1894). Roces trabajó varios años corrigiendo y revisando su traducción y una edición nueva fue terminada por él en 1988; editada por Ricardo Campa,[29]​ fue publicada solo en 2014.[30]​ Esta edición tomó en cuenta las críticas recibidas por la edición anterior y utilizó la edición alemana de 1962 de Dietz Verlag. Roces había publicado su primera traducción del Libro I en 1935, en Madrid, (Editorial Cenit); y fue el traductor de las ediciones del Libro IV publicadas por el Fondo de Cultura Económica, en 1945 la de Kautsky y, en 1980 la de los manuscritos completos.

El abogado republicano español Pablo Correa realizó la primera traducción del Libro I El capital al castellano en 1883, a partir de la edición francesa.

El socialista argentino Juan B. Justo realizó la primera traducción del alemán al español del Libro I, publicada en 1898.

La traducción publicada por EDAF en 1967 y la de Floreal Mazía publicada por Editorial Cartago en 1973, se basan en la primera edición francesa de 1872-1875.

Las traducciones de Pedro Scarón, publicada por Siglo XXI en 1975; de Manuel Sacristán, publicada por Editorial Grijalbo en 1976; y de Vicente Romano García, publicada por Ediciones Akal en 1977, fueron realizadas directamente a partir de la edición alemana de Dietz Verlag en 1962, efectuada por grupos de trabajo de los Institutos de Marxismo-leninismo de Berlín y de Moscú, a partir de la cuarta edición alemana de 1890, pero teniendo en cuenta todas las ediciones alemanas publicadas hasta entonces, la primera francesa y la inglesa de 1887, y corrigiendo el conjunto a partir de los manuscritos de Marx y de las pruebas de imprenta de Engels. Scarón enfatizó en las correcciones de los errores de la edición de 1959 de la traducción de Roces y para el Libro I destacó la importancia de basarse en la segunda edición alemana de 1872. Scaron es responsable de la traducción integra del tomo I y de la tercera sección del tomo II, así como de la supervisión de las otras dos secciones del tomo II -traducidas por Diana Castro y del tomo III, traducido por León Manes.[31]

En 2013 se editó la versión del manga de El Capital al español por la editorial Herder.[32]

El capital es el libro de ciencias sociales anterior de 1950 más citado.[33]​ A raíz de la Gran Recesión provocada por el colapso económico mundial de 2008-2009, se informó que Das Kapital tenía una gran demanda en Alemania.[34]

Una reseña mucho más sustantiva del tercer volumen de El capital provino de Werner Sombart, economista de la "joven escuela histórica", en 1894. Sombart señaló que Marx subrayaba las "condiciones económicas que son independientes" de la voluntad del individuo, a fin de determinar "lo que sucede detrás de su espalda, en virtud de relaciones independientes de él". Engels tomó los comentarios de Sombart en su "Apéndice y notas complementarias al tomo III de El capital" y en una carta personal.[35]

En 2017, el historiador Gareth Stedman Jones escribió en la sección Libros y artes de la revista científica Nature:[36]

Lo extraordinario de Das Kapital es que ofrece una imagen todavía incomparable del dinamismo del capitalismo y su transformación de las sociedades a escala global. Incorporaba firmemente conceptos como mercancía y capital en el léxico. Y destaca algunas de las vulnerabilidades del capitalismo, incluida su perturbación inquietante de estados y sistemas políticos. [...] Si Das Kapital ha surgido ahora como uno de los grandes hitos del pensamiento del siglo XIX, es [porque conecta] el análisis crítico de la economía de su tiempo con sus raíces históricas. Al hacerlo, inauguró un debate sobre la mejor manera de reformar o transformar la política y las relaciones sociales, que ha continuado desde entonces.

Michael Wayne citó la solidez de la metodología utilizada en la producción del libro, que se llama crítica inmanente. Este enfoque, que parte de una categoría simple y se desarrolla gradualmente en categorías complejas, empleó una crítica "interna" que encuentra contradicciones dentro y entre las categorías mientras descubre aspectos de la realidad que las categorías no pueden explicar. Esto significó que Marx tuvo que construir sus argumentos sobre narrativas históricas y evidencia empírica en lugar de la aplicación arbitraria de sus ideas en su evaluación del capitalismo.[37]

Por otro lado, Das Kapital también ha recibido críticas. Por ejemplo, hay teóricos que afirmaron que este texto era incapaz de reconciliar la explotación capitalista con los precios que dependen de los deseos subjetivos en las relaciones de intercambio.[38]

En el siglo XX los economistas marxistas y los técnicos de países socialistas se apropiaron de la exposición positiva de las teorías de Marx, pretendiendo que, en vez de ser un tratado de crítica de la economía política, El capital era un tratado de economía política crítica. Las categorías que Marx trabajó en su libro han sufrido numerosos usos derivados de esa lectura. La mayor parte de las polémicas entre economistas marxistas y entre estos y otros economistas no marxistas parten de esa lectura.

Una exposición en castellano del núcleo de El capital que se aleja argumentadamente de los tópicos marxistas y marxista-leninistas que durante más de un siglo de polémicas cubrieron de sobreentendidos equívocos la lectura rigurosa del texto, se encuentra en el libro de Felipe Martínez Marzoa La filosofía de El capital. Taurus, Madrid, 1982.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre El capital (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!