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Biar



Vista del casco antiguo y de la Iglesia de la Asunción.

Biar es un municipio de la Comunidad Valenciana, España. Está situado en el interior de la provincia de Alicante, en la comarca del Alto Vinalopó, a una altitud de 700 msnm.[2]​ Su término municipal abarca una extensión de 98,17 km² y en 2015 contaba con 3.657 habitantes (INE).

Se tiene constancia de poblamiento en la zona desde época prehistórica,[3]​ aunque el núcleo actual surgió durante el periodo andalusí. Con la conquista cristiana pasó al Reino de Valencia en virtud del tratado de Almizra y tuvo un importante papel fronterizo en los conflictos con el señorío de Villena y el resto de Castilla.[2]​ A partir del siglo XVI comenzó un periodo de crisis económica y demográfica que no se superó hasta mediados del siglo XVIII. Ya en el siglo XX se empiezan a instalar industrias, sobre todo del sector textil y del calzado y en la actualidad la economía está sostenida por la industria textil, de la transformación de materiales plásticos y un pequeño número de industrias gráficas, se da también la pervivencia de un modesto sector agrario basado principalmente en el cultivo de olivos y en menor medida de almendros y pequeñas huertas; en la actualidad se pretende, por parte de las autoridades locales, potenciar el turismo y el sector servicios.[2]

El municipio conserva un importante conjunto histórico, compuesto por su castillo , la iglesia de la Asunción, varias ermitas y otros edificios, así como el conjunto de su casco medieval.[4]​ Conserva, asimismo, un amplio patrimonio natural, ya que la mitad de su término municipal corresponde a masa forestal,[5]​ incluyendo varios árboles monumentales.[6]

Sobre la procedencia del topónimo Biar hay dos versiones. La más verosímil lo deriva del árabe بِئَر (biʿar) «pozo» o بِئَار (biʿār) «pozos»,[7]​ términos que pueden tener, por extensión, el sentido de «lugar con abundante agua».[2]​ La otra lo hace derivar del latín apiarium, que significa «lugar de abejas», justificándolo por la importancia pasada de Biar como productora y exportadora de miel.[8]

El núcleo urbano de Biar se encuentra en las estribaciones de la Sierra Mariola, rodeado de una serie de montañas que forman una especie de anfiteatro, todas ellas con más de 1000 msnm, destacando el Reconco (1206 m), Penya Tallada (1044 m), Frare (1.042 m), Alt Reó (1015 m), Penya la Blasca (1150 m) y Fenessosa (1210 m). El relieve presenta, por tanto, tres unidades morfológicas claramente diferenciadas: la cañada o vega del río Vinalopó, el piedemonte que va desde esta vega hasta las faldas de las sierras y las sierras propiamente dichas.[2]

La mitad de los 98,17 km² del término están formados por masa forestal con grandes pinadas, lo cual constituye uno de los principales atractivos turísticos de la localidad,[5]​ al además estar surcados por varios senderos, como los PRV-55, PRV-155 y PRV-35.[9]​ Éstas se concentran sobre todo en las umbrías del Reconco y la Fontanella, donde también afloran multitud de pequeñas fuentes cuyo escaso caudal es recogido en balsas para el riego de algunas pequeñas huertas.[2]

Localidades Limítrofes

El clima predominante es mediterráneo con trazos continentales, temperaturas no muy calurosas en verano e inviernos fríos; se pueden observar varias nevadas al año, recogiendo hasta 30 cm en años excepcionales.

La población del municipio de Biar data de época prehistórica, cobrando peso demográfico durante la Edad del Bronce. De esta época quedan varios yacimientos, destacando el de la Cova del Cantal,[3]​ el Cabezo de les Gerres y el Cabezo Gordo, además de varios enterramientos en la zona del castillo y la Cova Negra.[2]​ Gran parte de los hallazgos de esta época se conservan en el Museo Arqueológico Municipal de Villena. Tras la Edad del Bronce, se constata la caída demográfica común a toda el área durante este periodo. La población vuelve a aumentar en época romana, pero hay constancia de que existiera un núcleo de población estable hasta tiempos de al-Ándalus. La primera mención que se tiene de Biar es un documento islámico del siglo XII donde aparece como una plaza fuerte dependiente de Játiva.[2]

Asignado este lugar fronterizo a la Corona de Aragón por el tratado de Almizra de marzo de 1244, la fecha que algunos consideran como de su rendición es la de 1245, mientras que otros la retrasan al 1253. Fue la última ciudad del antiguo Reino de Valencia que sitió Jaime I, acampando ante sus puertas durante 5 meses antes de que la ciudad se rindiera con buenas condiciones.[11]​ En principio, el rey respetó la presencia, las posesiones y las costumbres de la población musulmana, y se limitó a establecer una guarnición, arrendar las rentas reales y cobrar impuestos. Pero la sublevación de los musulmanes (1276-1278) conllevó su expulsión de este lugar. En 1280, Pedro III de Aragón confirmaba las heredades repartidas a la población cristiana en un documento que se ha juzgado como una verdadera Carta Puebla del lugar. Jaime I la dotó de privilegios, entre ellos el de ser una de las pocas villas que desde 1287 tendría voto en las Cortes del Reino de Valencia. Su función fronteriza como plaza fuerte y aduanera le valió la leyenda Claudo et Aperio Regnum (cierro y abro el reino) que aparece en su escudo,[2]​ junto a las dos llaves cruzadas, portadoras de la misma simbología.[12]

Biar, por su condición fronteriza con el poderoso señorío de Villena (perteneciente al Reino de Castilla), constituía un núcleo crucial en los conflictos castellano-aragonesas y recibió sucesivos privilegios, entre los que destaca la promesa de Pedro IV de Aragón de no segregar la villa y su término de la Corona. Durante las Germanías Biar tuvo un papel destacado como villa revolucionaria, lo que le valió una multa de 1660 libras.

Durante la Guerra de Sucesión, Biar se mantuvo fiel a Felipe V y debió de resistir los ataques de los austracistas. A su victoria, el primero le otorgó los títulos de "muy noble, leal y siempre fidelísima". Benejama, Campo de Mirra y Cañada, que eran originalmente alquerías del Iqlim de Medina Bilyana (la Villena musulmana), acabaron pertenecieron al término de Biar desde el Tratado de Almizra hasta finales del siglo XVIII, en que se constituyeron como municipios independientes.[2]​ En el Diccionario de Madoz (1845-1850) aparece la siguiente descripción:

En 1884 se abre la estación de ferrocarril de la VAY, operando entre Villena y Bañeres, servicio que luego se extendió hasta Muro de Alcoy en una dirección y Cieza (Región de Murcia) en la otra.[14]​ El tren, conocido popularmente como Chicharra estuvo en circulación hasta 1969 y en la actualidad su trazado constituye la Vía verde del Chicharra.

El crecimiento demográfico de Biar durante el siglo XVI tuvo su contrapunto en la frenada del XVII, en que se sucedieron epidemias particularmente intensas como la de 1676-1677. El siglo XVIII supuso una fuerte recuperación económica y demográfica, que volvió a descender tras la Guerra Civil, a consecuencia del éxodo rural.[2]​ Sin embargo, el aumento de población es constante desde finales de la década de 1970.

Biar está gobernada por una corporación local formada por concejales elegidos cada cuatro años por sufragio universal que a su vez eligen un alcalde. El censo electoral está compuesto por todos los residentes empadronados en Biar mayores de 18 años y nacionales de España y de los otros países miembros de la Unión Europea. Según lo dispuesto en la Ley del Régimen Electoral General,[16]​ que establece el número de concejales elegibles en función de la población del municipio, la Corporación Municipal de Biar está formada por 11 concejales. El Ayuntamiento de Biar está actualmente presidido por PSPV-PSOE y consta de 3 concejales de este partido, 5 del PP, 2 de Compromís y 1 de EUPV-AC.[17]

A finales del siglo XVIII destacaban por su importancia el trigo, la vid, el olivo y otros productos de la huerta. El desarrollo de la alfarería, tanto de barro blanco como rojo, originó relaciones comerciales con pueblos vecinos y el Reino de Murcia. Además, varios ceramistas de Biar, los tejeros (popularmente conocidos como castelleros), solían trasladarse a tierras de Castilla o Aragón para confeccionar tejas.

A mediados del siglo XIX mantuvo una orientación agrícola e industrial parecida, destacando puntualmente el cultivo de la viñedo (los vinos de Biar estuvieron muy cotizados en este periodo).[2]​ Más recientemente, ya en el siglo XX, la actividad industrial se ha centrado en el sector textil y del calzado, mientras que la producción agraria se ha dirigido cada vez más hacia la comercialización. En 1908 los principales productos agrícolas eran cereales, almendras, legumbres, hortalizas, centeno, hortalizas, aceite, vino y frutas y en la producción industrial destacaban turrón, juguetes, aguardientes, loza blanca y tejas.[18]​ Paralela a la última evolución económica se produjo una mayor organización de los grupos sociales menos favorecidos por ella. Durante la Segunda República la FNTT, el sindicato socialista del campo, contaba con una organización (Obrers Agrícoles).

La economía es hoy día eminentemente industrial, aunque conserva la elaboración de artesanía cerámica, famosa por sus barnizados. La superficie cultivada ronda las 4.000 ha (41% del término) predominando el olivar, ya que Biar es el mayor productor de aceite de la provincia de Alicante.[2]​ El turismo de interior está también muy potenciado, y el municipio cuenta con una red de albergues, casas rurales y restaurantes.[5]

El casco antiguo de la ciudad está conformado por callejas estrechas y empinadas, y en él se concentran la mayoría de los monumentos.

Biar fue durante la Edad Media una villa fortificada, de la cual conserva algunos restos, como el propio castillo y los arcos de San Roque y Jesús, antiguas puertas de Játiva y de Castilla, respectivamente, así como restos del trazado de la muralla medieval. Así pues, se configuró un urbanismo marcado por calles estrechas y con gran desnivel, que, con un trazado radial, ascienden hacia el castillo.

El crecimiento moderno de la ciudad se ha visto muy limitado, con un crecimiento algo más marcado dirigido al sudeste. Existen, además, dos barrios algo alejados del casco urbano. El de Santa Lucía apareció a finales del siglo XIX alrededor de la ermita homónima como zona obrera,[2]​ mientras que el barrio de El Navarro es de moderna construcción.

Los platos más típicos son el arroz con conejo, los gazpachos y la típica Olleta d'arrós. Son tradicionales, además en repostería, pastas como las coquetes, los almendros, rollos de vino,[26][5]y los rollos o rosquillas de anís, llamadas también rollets de la Mahoma.[cita requerida]



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