El Cartel de Cali fue el nombre dado por la Administración para el Control de Drogas (DEA) a la organización criminal dedicada al tráfico de cocaína, encabezada por los hermanos Gilberto, Miguel Rodríguez Orejuela, José Santacruz Londoño y Hélmer Herrera.
Recibe su nombre de Cartel de Cali, porque en aquella ciudad tuvieron su principal base de operaciones.
No se ha logrado calcular el total del dinero que movieron en la década de 1980 y 1990, se especula que fueron miles de millones de dólares, los cuales siguen en paradero desconocido, siendo uno de los contables menos conocidos por las autoridades, y con aseveramiento por parte de la justicia norteamericana de que existe la probabilidad de que la mayor parte del dinero esté ubicada en la banca suiza. Entre sus socios financieros estaba Felipe Altes Fernández, de nacionalidad española, amigo personal de la familia Urdinola Grajales y en la década de 1990 conocido intermediario bancario.
El nombre de "cartel" se le dio, principalmente, en contraste con el así llamado Cartel de Medellín, quien fue su principal rival, a partir del enfrentamiento armado que tuvieron estas dos organizaciones a mediados de la década de los 80. Nótese que en Colombia siempre se ha pronunciado "cartel" (palabra aguda).
Así como el gobierno estadounidense bautizó a sus rivales como el Cartel de Medellín, a ellos se les llamó el Cartel de Cali, porque su centro de operaciones era la ciudad homónima.
Se le conoció también como The Cocaine Inc.
y sus capos se hacían llamar como Caballeros de Cali o Gentlemen of Cali por sus nexos con la clase política y económica de Colombia. Igualmente se le llamaba KGB de Cali, por su vasto sistema de información, con el que tenían a todo el país en la mira, y porque sus empleados no se conocían entre ellos. En los años 1970 Gilberto Rodríguez Orejuela, junto a su hermano Miguel Rodríguez Orejuela y José Santacruz Londoño, crea una banda delictiva llamada "Los Chemas", que en sus inicios se dedicó a la piratería terrestre, a la extorsión y al secuestro. Luego comenzarían a introducirse en el negocio de la cocaína, importando pasta de coca desde Bolivia y Perú.
Comenzaron a buscar socios para expandir su red de tráfico. Fue así que por intermedio de Santacruz se hicieron socios de Hélmer Herrera alias Pacho Herrera, un blanqueador de dinero radicado en Nueva York, quien se especializó en transportar de manera ilícita el dinero que los narcotraficantes ganaban Estados Unidos y no podían ingresar a Colombia. Para ello utilizó la importación de maquinaria pesada en la que camuflaba los billetes.
Según la edición del mes de julio de 1991 de la revista Time, Santacruz diseñó las cadenas mundiales de tráfico de drogas y Rodríguez manejó las finanzas hacia Estados Unidos, Europa y Japón. El artículo señala que para ese momento la Administración para el Control de Drogas (DEA) calculaba que Santacruz y la organización de Pacho Herrera exportaban cuatro de cada cinco gramos de cocaína que circulan en Nueva York. Además la revista indicó que a mediados de los años 1970, mientras el Cartel de Medellín monopolizaban las ventas de drogas en Miami, Santacruz se apoderaba de Nueva York.
Según Jhon Jairo Velásquez alias Popeye, miembro del Cartel de Medellín, la disputa entre los dos bandos inició por rencillas entre empleados de Pablo Escobar y Helmer Herrera:
El 13 de enero de 1988, tres individuos llegaron en carro hasta el edificio Mónaco ubicado en el sector de El Poblado (Medellín), y tras descender del automotor, este explotó causando destrozos en varias edificaciones a la redonda. En el edificio se encontraban María Victoria Henao, esposa de Escobar, sus dos hijos Manuela y Juan Pablo, dos empleadas del servicio, y dos personas más. Manuela quedó con lesiones auditivas a causa del atentado mientras que las demás víctimas resultaron ilesas.
Ese año marca el inicio de las ofensivas de espionaje y contraespionaje; primero Escobar le montó una operación de inteligencia al cartel de Cali; Los hermanos Rodríguez Orejuela, Santacruz y Pacho Herrera, a su vez, decidieron contratar a cinco militares retirados para constituir un servicio de espionaje contra Escobar, este descubre a los oficiales y los secuestra, el cartel de Cali hizo entonces una propuesta de paz, a la cual Escobar pone dos condiciones: una indemnización de 5 millones de dólares por el atentado contra el edificio Mónaco, y la entrega de Pacho Herrera. Gilberto Rodríguez se negó a entregar a Pacho Herrera y los cinco exmilitares aparecieron muertos pocos días después.
El 22 de junio de 1989 el cartel de Cali contrata a un grupo de mercenarios y los envía a la Hacienda Nápoles para atentar contra Escobar pero el operativo fracaso porque el helicóptero artillado donde se transportaban los mercenarios por problemas de sobrecarga se precipitó a tierra. En noviembre, después del partido de Fútbol Profesional Colombiano entre Independiente Medellín y América de Cali fue asesinado el árbitro Álvaro Ortega por órdenes de Escobar debido a las apuestas ilegales que había con el Cartel de Cali según Popeye y Fernando Rodríguez Mondragón.
Hay una hipótesis y es que ambos carteles tuvieron una tregua y una alianza para asesinar al candidato presidencial Luis Carlos Galan Sarmiento.
En 1990, aprovechando que Pacho Herrera iba a asistir a un partido de fútbol privado en una de sus fincas en un corregimiento cerca de Candelaria (Valle del Cauca), varios sicarios vestidos con prendas privativas del ejército nacional, ingresaron al lugar y abrieron fuego contra los asistentes, dejando un saldo de 17 personas muertas; sin embargo, Herrera salió ileso y escapó. El atentado fue ordenado por Escobar, quien comando un nuevo asalto contra Herrera el 27 de julio de 1991 en un balneario ubicado en la autopista que de Cali conduce a Jamundí.
La guerra se distendió tras la entrega de Escobar a las autoridades colombianas en junio de 1991, sin embargo el Cartel de Cali no bajó la guardia y en 1992 se descubrió que hubo un plan para atentar contra el jefe del Cartel de Medellín estando este recluido en la cárcel La Catedral. En julio se intensificó la guerra cuando Escobar escapó de prisión, pero esta vez el Cartel de Cali abrió su ataque inyectando de efectivo los bolsillos de “Los Pepes”, organización criminal conformada por exmiembros del Cartel de Medellín y Paramilitares, constituida para acabar con Escobar.
Con la muerte de Escobar en 1993 se desintegró lo que quedaba del Cartel de Medellín, lo que produjo que el Cartel de Cali se quedara con el 80% de la distribución de cocaína a nivel mundial. El Cártel de Juárez liderado Amado Carrillo Fuentes, se alió con el Cartel de Cali para introducir cocaína a la costa Oeste de los Estados Unidos, llegando a transportar en un solo vuelo de aviones comerciales, 14 toneladas de cocaína pesada según datos de la Administración para el Control de Drogas (DEA).
Al morir Escobar y desaparecer finalmente el Cartel de Medellín las autoridades, en especial las estadounidenses, voltearon sus ojos hacía el Cartel de Cali, el cual quedó liderando el multimillonario negocio; era de esperarse que todos sus esfuerzos se centrarían en acabar con la organización del Valle del Cauca. Inclusive el equipo de fútbol América de Cali estuvo en la “Lista Clinton” entre 1996 y 2013 al estar relacionado con lavado de activos.
Con el triunfo de Ernesto Samper en las elecciones presidenciales de Colombia de 1994 se inició el escándalo de los narco-casetes, en los que se indicaba que la campaña de Samper había sido patrocinada por el Cartel de Cali. El presidente ordena perseguir a los líderes del cartel para demostrar que él no tenía nada que ver con el ingreso de dineros ilícitos a su campaña y por lo tanto no tenía ningún acuerdo con ellos.
Uno a uno fueron cayendo los jefes de Cartel, el primero fue José Santacruz, quien fue detenido en un restaurante ubicado al norte de Bogotá, el segundo en caer fue Gilberto Rodríguez Orejuela en junio de 1995 en un apartamento de su propiedad, en agosto de ese mismo año fue capturado Miguel Rodríguez Orejuela. En enero de 1996 Santacruz logró escapar de la cárcel donde se encontraba recluido para terminar asesinado por el Cartel del Norte del Valle en complicidad con la policía y los paramilitares en marzo de ese mismo año, haciendo parecer que su muerte ocurrió al traspasar un retén de la Policía Colombiana. Por su parte, Pacho Herrera se entregó a las autoridades colombianas en septiembre de 1996 y fue recluido en la cárcel de Palmira, Valle del Cauca. En noviembre de 1998 fue asesinado en ese penal en una operación elaborada por Wilber Alirio Varela Jabón, antiguo sicario del Cartel de Cali y uno de los líderes del Cartel del Norte del Valle. Finalmente los hermanos Rodríguez Orejuela fueron extraditados a Estados Unidos donde cumplen una condena que termina en 2030 por haber seguido traficando droga desde la cárcel.
Los Rodríguez Orejuela y compañía, antes del escándalo de los narco-casetes, habían negociado con el entrante gobierno la rendición ante la justicia colombiana. Se les daría varías prebendas tales como prisión de no más de 5 años en cárceles colombianas y la promesa de no expropiación de sus cuantiosos bienes; como contra-prestación debía desaparecer el narcotráfico de suelo colombiano, para esto se reunieron con sus subordinados y socios menores en el negocio, para informarles la decisión. Sin embargo varios se negaron a cumplir sus órdenes; entre ellos Orlando Henao Montoya y Efraín Hernández quienes pasaron a convertirse en cabecillas del nuevo Cartel del Norte del Valle.
La cúpula del Cartel de Cali estaba compuesta por Miguel Rodríguez Orejuela y Gilberto Rodríguez Orejuela, José Santacruz y Pacho Herrera; dueños del negocio del tráfico de drogas en Cali. En la estructura del cartel había tres socios como segundos al mando después de los miembros de la cúpula en distintas zonas de la región; Víctor Patiño que era el encargado de manejar el transporte marítimo para el cartel en toda la zona Pacífica de Colombia, Henry Loaiza que proporcionaba seguridad a los laboratorios del cartel y era un gran productor de cocaína, y Phanor Arizabaleta colaborador en la importación de insumos para el procesamiento de cocaína para el cartel.
Guillermo Pallomari en su declaración ante la Administración para el Control de Drogas (DEA) manifestó que se creó un comité de seguridad que supervisaba Mario del Basto, uno de los jefes de seguridad de Miguel Rodríguez, los miembros del comité no tomaban decisiones, simplemente daban recomendaciones a la cúpula sobre todo lo que contribuyera a un eficiente tráfico de drogas.
Chaparro, Camilo (2005). Historia del cartel de Cali. Colombia: Intermedio. p. 317. ISBN 9789587092486.
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