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Caballero cristiano



Caballero cristiano, soldado cristiano, guerrero cristiano o las expresiones latinas miles Christi (soldado de Cristo), equites Christi (caballero de Cristo) y bellator Domini (guerrero del Señor), son términos que hacen referencia a diversos conceptos relacionados entre sí o poco diferenciables, siempre definitorios de una figura arquetípica que reúne, conciliándolos, dos rasgos conformadores aparentemente contradictorios: el cristianismo (como religión de la paz o del amor) por un lado, y por otro la caballería o la milicia (como instituciones ligadas a la guerra).

Otra cuestión son los debates acerca del problema de la guerra justa o de la existencia un pacifismo cristiano.[1]

Un concepto social y religioso que se comienza a definir en el Bajo Imperio Romano con la extensión del cristianismo por el ejército romano, primero en la clandestinidad y reprimido por las persecuciones (San Mauricio y la legión tebana, de historicidad discutida, o los cuarenta mártires de Sebaste —también llamados atletas de Cristo—)[2]​ y convertido en religión dominante desde Constantino (batalla del Puente Milvio, 312). Otros famosos soldados romanos vinculados con el cristianismo fueron el también legendario Longinos (que habría alanceado a Cristo en la cruz con la Lanza Sagrada); y San Martín de Tours, que había partido su capa militar para darle la mitad a un pobre (337), y tras convertirse y abandonar el ejército (357) aplicó su disciplina a la vida cristiana, llegando a obispo.

Un concepto político y teológico que se aplica a la función del poder político en relación con el religioso durante la Edad Media y que se expresa a través del agustinismo político (teoría de las dos ciudades, Civitate Dei), la teoría de las dos espadas y otras formulaciones ideológicas. Afectó tanto a las relaciones entre los poderes universales (Pontificado e Imperio) como a la relación entre el Papa y las monarquías feudales. Se simbolizó en diversas ceremonias rituales de coronación y unción, y en la extensa divulgación historiográfica de la conversión al catolicismo y la protección a la Iglesia y a la fe de los reyes germánicos (Clodoveo I en el reino franco, Recaredo en el reino visigodo, etc.), los carolingios, los reyes cristianos de la Reconquista, etc. Se plasmó en diversos títulos concedidos por el Papa a la realeza, como Rey Cristianísimo (Rex Christianissimus, o Roi Très-chrétien, a los reyes de Francia), Su Católica Majestad (a los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón —1496— y sus sucesores, los reyes de España en la Monarquía Católica o Monarquía Hispánica) y Defensor de la Fe (Fidei defensor o Defender of the Faith, al rey de Inglaterra Enrique VIII en 1521). La Espada Imperial utilizada en las ceremonias del Sacro Imperio Germánico se suponía que era la de San Mauricio.

Un concepto social, político e ideológico que justifica el papel predominante de los privilegiados dentro de la sociedad estamental. Con diversos orígenes (la nobilitas tardorromana, la estructura social de los reinos germánicos -thing, maiores visigodos-, el imperio carolingio); se desarrolló en el feudalismo medieval y se prolongó durante todo el Antiguo Régimen.

Varias instituciones religioso-militares, que se originan a partir de los caballeros cruzados de las Cruzadas, y que se denominaron órdenes de caballería u órdenes militares: los caballeros hospitalarios (de San Juan o de Malta), los caballeros del Santo Sepulcro, los caballeros de la Orden de San Lázaro de Jerusalén y los caballeros templarios. Concretamente los templarios recibieron los nombres de pauperi equites Christi (pobres caballeros de Cristo), militia Christi y milites Templi.[3]

Al menos dos órdenes del siglo XIII, en Lombardía y Languedoc, destinadas a combatir las herejías, recibieron denominaciones similares a militia Christi. Otras se implicaron en la extensión y protección de territorios fronterizos en diferentes reinos cristianos, como los caballeros teutones, los Hermanos Livonios de la Espada (caballeros portaespadas o Fratres militiae Christi) y las órdenes militares españolas, tanto en la Corona de Castilla (orden de Santiago, orden de Alcántara y orden de Calatrava) como en la Corona de Aragón (orden de Montesa); precedidas por las Militia Christi aragonesas (Cofradía de Belchite, fundada en 1122 y la orden de Monreal de 1124), llamadas tras su refundación por parte de Alfonso VII de León en 1136, Cesaraugustana. La portuguesa Orden de Avis respondía a idénticas circunstancias.

Ya en la Edad Moderna, en tiempos de las guerras de religión de Francia (1578), Enrique III instituyó la Orden del Espíritu Santo para luchar contra los protestantes (véanse también otras órdenes denominadas Orden del Espíritu Santo).

El concepto literario de caballero andante, derivado del concepto anterior.

Diversos ejemplos medievales reales o imaginarios, pero siempre idealizados: el Rey Arturo y los caballeros de la tabla redonda (especialmente Perceval y su búsqueda del santo Grial), Roldán, el Cid, Santiago Matamoros en la batalla de Clavijo, San Luis de los Franceses, Fernando III el Santo, etc.

Algunos santos medievales son citados por el epíteto de bellator Domini (guerrero del Señor) o similares: San Cathróe o Cathróe de Metz (Cadroe abbate o Cadroe el abad), monje escocés del siglo X, llevaba como nombre Cathróe, traducido por su hagiógrafo como bellator in castris Dominis (guerrero en el campamento del Señor).[4]San Eulogio o Eulogio de Córdoba, obispo martirizado en la Córdoba del siglo IX, es denominado como bellator Domini verbo potentior (guerrero del Señor de verbo poderoso).[5]

Distintas instituciones religiosas son conocidas, ellas o sus miembros, con alguno de esos términos:

Diversas obras literarias y artísticas llevan esos nombres:



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