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Calaceite



Calaceite[4]​ (en catalán Calaceit)[5]​ es un municipio de la comarca de Matarraña, en la provincia de Teruel, comunidad autónoma de Aragón, España.

El pueblo de Calaceite se encuentra situado en la carena de una loma que forma la divisoria de aguas entre el río de Algars y el Matarraña, en el cual sobresalen los cerros de San Antonio, de San Cristóbal y del Castillo. El núcleo más antiguo se formó alrededor del antiguo castillo, del cual no quedan restos visibles, donde se edificó también la primitiva iglesia de San Pedro, parece ser que en el mismo lugar donde se encontraba la antigua mezquita.

Se cree que el topónimo Calaceite procede del término árabe قاعة زيد, qaala'a zayd, (castillo de Zayd), y se formó en el entorno de una fortaleza que da nombre a la parte alta del pueblo.

La existencia en Aragón de diversos topónimos que incluyen el nombre propio Zayd (Beceite, Calaceite, Zaidín, Binaced, Vinaceite, etc.), así como el distrito -iqlim- de Zaydún al sur de la Marca Superior, sugiere la presencia de la minoría chií zaydí en los distritos al este de Saraqusta. [6]

El escudo heráldico municipal posee la siguiente descripción:[7]

El término municipal de Calaceite es especialmente rico en yacimientos arqueológicos. Ello se debe en gran parte a los trabajos del arqueólogo calaceitano Juan Cabré, que descubrió entre otras las pinturas rupestres de Roca de los Moros, en el barranco del Calapatá de Cretas.[8]​ Esto atrajo la atención de otros investigadores, como Pere Bosch i Gimpera o Henri Breuil, que dieron lugar al descubrimiento de las pinturas de Vallrovira o el sepulcro colectivo del neolítico en Cañaret de Pallisetes en 1919.[9]

De la época de la Edad del bronce se ha encontrado diverso instrumental especializado, a veces decorado con motivos simbólicos.[10]​ Pero los restos más abundantes son del período ibérico. El yacimiento más importante es el poblado ibérico de San Antonio, a 1 km al sur de la villa, excavado por Juan Cabré, y más tarde por Pere Bosch i Gimpera, entre los años 1903 y 1919, que localizó los poblados que denominó Les Ombries, Els Castellans y la Torre Cremada. Buena parte de los materiales que se han encontrado están en el Museo Arqueológico de Barcelona.[11]​ El poblado estuvo habitado desde el siglo V a. C. hasta el siglo III a. C. En la necrópolis del llano de Les Ferreres se encontró en 1903 un famoso timiaterio ibérico de bronce de gran valor, conservado en el Museo Arqueológico de Madrid.

Por lo que hace referencia a los restos de época de dominación islámica, solo se han encontrado escasos restos en las partidas del Molino Nuevo y del Molino Viejo, en los azudes que dan la entrada de agua de las acequias que riegan las huertas.

En 1132 Alfonso I de Aragón conquistó Calaceite a los árabes, los cuales volvieron a recuperarla hasta que la volvió a conquistar Ramón Berenguer IV en el 1149 con la ayda de Bernat de Cambrils, que rápidamente actuó como primer señor del lugar. Aunque parece ser que la conquista definitiva la realizó Alfonso II el casto entre 1168 y 1169. Heredaron los derechos señoriales de Bernat de Cambrils su hijo y su yerno Rollan de Cambrils y Dalmau Cañelles. El 1209 los señores de Cambrils retornaron sus derechos señoriales sobre Calaceite al rey Pedro II el católico, el cual los otorgó al obispo de Tortosa (Corona de Aragón).

En el 1271 la orden de Calatrava adquirió el dominio sobre Calaceite. La orden, con la finalidad de atraer nuevos pobladores a la villa, otorgó una interesante carta de población en la que se concedían una serie de derechos y privilegios y se constituía la base del futuro gobierno municipal.

En el año 1442 Calaceite pasó a manos del capítulo y obispo de Tortosa hasta el 1823.

A mediados del siglo XVII, época de guerras, enfermedades y calamidades como la peste del 1625, sequía y mortalidad de entre 1646 y 1649..., la villa al inicio de la Sublevación de Cataluña (1640), fue hostil, como Tortosa, a las tropas francocatalanas, las cuales saquearon e incendiaron la villa, incluso robaron el reloj de la torre del antiguo templo, produciéndose una reducción de la población. A pesar de esta época de guerra y calamidades, a partir del fin de siglo se inició una reanimación y una época de transformaciones. El comercio del aceite era próspero y los arrieros llevaron los productos hasta lugares lejanos. Las ferias de Santa Lucía adquirieron gran importancia y acudía gente de toda la comarca y también de las vecinas. Fue también una época de importantes construcciones, como la actual iglesia y las capillas de la Madre de Dios del Pilar y de San Antonio.

Esta época de prosperidad se cortó a principios del siglo XVIII con la guerra de Sucesión. Calaceite se decantó por el bando del archiduque Carlos y las fuerzas de Felipe V prendieron a sangre y fuego la villa, muriendo muchos de sus defensores y arruinando de nuevo la población.

El siglo XVIII fue económicamente positivo y, en el inicio del siglo XIX, la Guerra de la Independencia Española no tuvo una incidencia importante en Calaceite, exceptuando las fuertes contribuciones que tuvieron que pagar a los franceses y a las tropas del país. En el 1823 Calaceite se liberó del dominio del capítulo de Tortosa y se convirtió en cabeza de un partido judicial, capitalidad que perdió pronto en favor de Valderrobres.

Calaceite vivió con especial intensidad las Guerras carlistas, igual que toda la comarca, ya que se produjeron hechos de armas destacados.

La guerra civil de 1936 al 1939 también fue vivida con intensidad por la población, ya que fue la primera población en que las milicias del Frente Popular venidas desde Barcelona encontraron resistencia armada organizada en su avance. La entrada de las tropas republicanas en el pueblo, después de un intenso tiroteo, el 25 de julio del mismo 1936 provocó varias decenas de muertos, la mayoría fusilados así como el incendio de los edificios religiosos y del ayuntamiento. Seguidamente el sindicato libertario de la CNT instauró un régimen de colectivizaciones y persecuciones por motivos religiosos o ideológicas que perduró hasta la entrada de las tropas franquistas en la primavera del 1938. Este último hecho significó el asesinato de republicanos y el exilio de muchas familias, principalmente hacia Francia.

La precaria economía de la posguerra y varias heladas que arruinaron la cosecha de aceitunas, principal fuente de ingresos de los habitantes de Calaceite, precipitaron la emigración de mucha gente hacia las ciudades industriales, Barcelona y su área metropolitana en la mayoría de los casos, en busca de trabajo. Este hecho provocó el inicio de una descenso importante de la población de Calaceite, la cual aún continua por falta de ofertas de trabajo para la juventud, que se va a estudiar fuera de la comarca y ya no encuentra posibilidades de volver.

Calaceite tiene una población de 1131 habitantes (INE 2009).

La agricultura es la principal actividad económica. Los cultivos de secano son los que predominan, con el olivo como cultivo principal, seguido del almendro y, en menor medida, la viña. A partir de los años setenta y ochenta hay que destacar el aumento de la ganadería y, fundamentalmente, de las granjas porcinas, a pesar de la presencia de las granjas de aves y conejos. Algunos pastores mantienen aún rebaños de ovejas y cabras.

La pequeña actividad industrial se reduce básicamente a las industrias derivadas de la agricultura, además de la cooperativa agrícola, funcionan algunas empresas de transformación de la oliva: una fábrica de aceite y un par de sazonadoras. Además en Calaceite se encuentra un taller de marroquinería y una imprenta gráfica y también varios empresarios dedicados a la construcción.

El patrimonio de Calaceite puede clasificarse en dos grandes grupos: patrimonio arquitectónico y patrimonio arqueológico.[15][16]

Desde el punto de vista arquitectónico se puede destacar los siguientes monumentos:

Por su parte, también cabe destacar la riqueza arqueológica de la zona, en la que se presentan como ejemplos más importantes:

Se iniciaron las excavaciones en 1902 y en 1931 fue declarado Bien de Interés Cultural. El poblado está situado en el extremo meridional de la sierra de San Cristóbal.[16]

El poblado de Tossal Redó fue totalmente excavado en las primeras décadas del siglo XX, en intervenciones bajo la dirección de Juan Cabré y por el padre Furgús, aunque más tarde el yacimiento fue excavado por P. Bosch Gimpera y Josep Colominas en los años 1914 y 1917.[16]

La ocupación del cerro en el que se asienta el Castellans puede situarse entre la segunda mitad del siglo VI y la segunda mitad del siglo II a.C.[16]

Hay varias asociaciones, entidades y museos que llevan a cabo actividades culturales y recreativas en Calaceite. Entre ellas destacan:

Varios escritores han vivido en Calaceite, como el escritor chileno José Donoso y su esposa, María del Pilar Serrano entre 1971 y 1975.[18]​ El también chileno Mauricio Wacquez y Francesc García-Cardona entre 1986 y 2000; ambos fallecieron en el hospital de Alcañiz. Didier Coste se estableció en 1970 y poseyó durante treinta años la casa que fue su residencia principal en 1971 y 1979 y entre 1981 y 1993. El poeta, traductor y catedrático Ángel Crespo pasó largas temporadas en Calaceite al igual que el periodista italiano Giorgio della Roca.[19]​ El escritor argentino Alberto Cousté y el traductólogo australiano Anthony Pym también vivieron en Calaceite.

Placa conmemorativa del hermananiento.



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