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Carboneras



Vista de la costa de Carboneras

Extensión del municipio en la provincia.

Carboneras es una localidad y municipio español situado en la parte suroriental de la comarca del Levante Almeriense, en la provincia de Almería. A orillas del mar Mediterráneo, este municipio limita con los de Níjar, Lucainena de las Torres, Sorbas, Turre y Mojácar. Se encuentra a una altitud de 10 m s. n. m. y a 63 km de la capital provincial, Almería.

El municipio carbonero comprende los núcleos de población de Carboneras —capital municipal—, La Arboleja, El Argamasón, Los Berneses, Cañada de Don Rodrigo, El Cañarico, El Cigarrón, La Cueva del Pájaro, El Cumbrero, Fazahalí, Gafares, La Islica, El Llano de Don Antonio, La Meseta Alta, El Molino de la Junta, Los Olivicos, Los Patricios, La Rellana de la Cruz, El Saltador Alto, El Saltador Bajo, La Serrata, Los Vicentes y El Viento.

Famosa por su tradición pesquera, la conocida playa de los Muertos, y sus fiestas de moros y cristianos.

El pueblo pesquero de Carboneras se encuentra a orillas del mar Mediterráneo, a pie de Sierra Cabrera.

La localidad cuenta con 14,5 kilómetros las playas, destacando las urbanas de El Lancón, Los Barquicos y Los Cocones, pudiéndose divisar desde toda la playa de Carboneras, la Isla de San Andrés, una pequeña isla rocosa de 1,5 hectáreas cuya línea en el horizonte asemeja al de una ballena y que es Monumento Natural desde el año 2003.

En la desembocadura del río Alías, en la costa de Carboneras y dentro del parque natural del Cabo de Gata-Níjar hay una serie de playas vírgenes, como la playa del Corral, la playa del Algarrobico, de 3 km de longitud y que fue testigo del rodaje de la película Lawrence de Arabia, y la playa de los Muertos, con formaciones rocosas de naturaleza volcánica modeladas por el viento y el mar. La playa de los muertos recibe su nombre de la antigua costumbre de los habitantes de la zona de esperar a que las corrientes del Mediterráneo arrastren allí los cuerpos de pescadores y náufragos caídos al mar. Esta playa fue considerada la mejor playa de España por la revista digital 20 minutos en el año 2007.[cita requerida]

Al sur del pueblo, siguiendo la costa, se encuentran el faro y la torre de Mesa Roldán, del siglo XVIII. Hacia el suroeste limita con las playas de Níjar y la pedanía nijareña de Agua Amarga.

En 1559, Felipe II hizo entrega de estas tierras al marqués del Carpio con el mandato de edificar el Castillo de San Andrés. Con él defendería esta costa de los moriscos ante la sublevación de las Alpujarras y además, consiguió que la población se organizase en torno a este monumento. En 1776 se construyó otro castillo en la Mesa Roldán. Ese paisaje se funde en Carboneras con los vestigios del siglo XIX representado en edificios señoriales como la actual sede del ayuntamiento de Carboneras, antes Casa de los Fuentes.

En 1559 el rey Felipe II donó la villa de Carboneras a Diego López de Haro y Sotomayor, señor del Carpio, que redondeaba así el coto jurisdiccional que ya poseía de Sorbas y Lubrín. Y ese mismo año le concedió el título de marqués del Carpio. Desde entonces y hasta la abolición de los señoríos al final del Antiguo Régimen, Carboneras, Sorbas y Lubrín formaron un estado de la casa del Carpio, agregada a la de Alba en el siglo XVIII.

En aquella época los montes que rodean la actual Carboneras eran abundantes en árboles, por lo que se construyeron unos hornos, de donde se obtenía carbón vegetal.

Llegando a prosperar tanto esta industria que el artículo se vendía a distintos lugares de España y África, como Orán en Argelia. Gracias a esta industria incipiente este sitio empezó a llamarse Cabezo de la Carbonera, y es el mismo a cuyo pie está ahora el pueblo de Carboneras.

Este paraje que se encontraba prácticamente despoblado, debido a su aislamiento geográfico, empezó a ser frecuentado por los obreros ocupados en hacer carbón y por las embarcaciones que comerciaban con este producto y que se arriesgaban a cruzar este mar infectado de piratas y corsarios. Por tierra era casi absoluto el aislamiento de aquella playa, a la que solo se llegaba a través de senderos escabrosos, que aparecían borrosamente entre ásperas sierras y montes de árboles y matorrales.

Dicha geografía del terreno invitaba ciertamente al contrabando y a la piratería, por lo que los moriscos del Reino de Granada se aprovecharon para relacionarse con sus hermanos del norte de África, sobre todo durante de la sublevación iniciada a finales de 1568.

Iniciada la sublevación morisca en las Alpujarras, fue elegido rey Abén Humeya. Entonces en Purchena se estableció un mercado de esclavos, que eran transportados a Sorbas y posteriormente hasta La Carbonera donde embarcaban hasta Argel.

A los cristianos les era difícil impedir este comercio, ya que entre 100 kilómetros solo había dos castillo: el de Vera y el de Almería, y hasta estos eran atacados por los moriscos.

Durante este conflicto, El Habiqui, un emisario de Abén Humeya, llegó a Argel pidiendo ayuda al rey Nizi Ayub, quien logró formar una expedición de 200 hombres que desembarcó en el farallón de Mesa Roldán, a dos kilómetros de La Carbonera. Con el refuerzo de los africanos se animó la contienda. Entonces Abén Humeya pensó en conquistar el pueblo de Vera que está cerca del mar y así asegurarse una plaza donde desembarcaran sus aliados en los fondeaderos de Cuevas y de Carboneras.

Lo único que les faltaba a los rebeldes para conseguir su objetivo era armamento, para lo cual enviaron a Tetuán un emisario que salió desde el Cabezo de la Carbonera junto con veinte hombres que al cabo de un tiempo regresaron al mismo lugar con armas y más hombres.

Tras la muerte de Abén Humeya en 1571, y aunque los moriscos fueron vencidos, las costas andaluzas estaban en constante peligro, sobre todo la zona entre Águilas y Cabo de Gata, que se encontraba particularmente despoblada. Esto hizo que se redoblara el esfuerzo de vigilancia del litoral, para lo cual se construyeron torres y atalayas a lo largo de la playa.

En cada una de las torres había un torrero para vigilar, y cuando veía algo extraño encendía una hoguera para alertar a las aldeas y núcleos urbanos. Entonces se tocaban las campanas y las mujeres y niños se refugiaban en las iglesias o en las fortificaciones. Mientras que los hombres acudían a la playa para luchar contra los piratas. Pero como la mayoría de las poblaciones estaban apartadas de la costa, los soldados no llegaban a tiempo de evitar el desembarco. Esta fue la razón principal que llevó a Don Diego de Haro de levantar inmediatamente un castillo en El Cabezo de la Carbonera, que se terminó en 1577.

El castillo se llamó desde entonces Castillo de San Andrés, igual nombre que recibe la Isla que se encuentra en el fondeadero de Carboneras. Es una obra de mampostería sólidamente trabada, con una única puerta en lado oeste. Sobre ella hay un matacán o cuerpo saledizo que la protege y el escudo de armas del Marqués del Carpio. En tres de las esquinas hay cubos cilíndricos, y en la esquina sur una torre de dos cuerpos con ventajas con grandes rejas. El centro del Castillo lo ocupa un patio a cuyo alrededor están las dependencias, la cuadra, el almacén y la capilla de San Andrés.

Una vez construido el castillo, Don Diego de Haro otorgó un poder a favor de su alcaide en Sorbas para que en nombre suyo repartiera las tierras cultivables que había alrededor del castillo entre un capitán y 27 soldados, pagando por ello un tributo de un diezmo de su cosecha. Esta guarnición se estableció con sus respectivas familias que formaron los primeros habitantes de Carboneras.

Aunque el castillo y su tropa pudo abatir la osadía de los piratas, no era suficiente garantía para la seguridad de las costas, ya que las naves se internaban en los puntos de más difícil defensa.

Por lo que la guarnición vivía en continua alarma e intranquilidad. Tal y como aconteció en octubre de 1587 cuando 8 galeras reales moras pasaron delante de Carboneras y anclaron frente a la torre de San Pedro, a unos 12 kilómetros. Al desconocer las intenciones de esos navíos el nerviosismo se apoderó de los habitantes, y hubieran abandonado la fortaleza si no hubiera sido porque un renegado huido les comunicó que las intenciones de los moros era desembarcar y hacer bastantes esclavos. Con esta noticia se envió un emisario al Capitán de Vera, quien mandó movilizar todas las fuerzas disponibles, lo que bastó para que los moros se olvidasen de sus propósitos.

Ya en 1626 para mejorar el servicio de vigilancia, el gobernador militar de la zona expuso el problema al Rey, y pensó en la conveniencia de dividir el territorio en tres distritos, estanco cada uno al mando de un Sargento Mayor. Quedando la zona entre Almería y Vera al mando de Juan de Lorenzana, un soldado con 11 años de servicio.

A dicho distrito debían acudir en caso de necesidad las poblaciones de Sorbas, Carboneras, Gérgal, Antas, Zurgena, Turre, Purchena, Macael, Laroya, Cuevas, Arboleas, Albox, Cantoria, Oria, Albanchez, Benitagla, Partaloa, Vélez-Blanco, Vélez-Rubio, María, Armuña, Lúcar, Suflí, Sierro, Tíjola, Bayarcal, Serón, Urracal, Olula, Fines, Somotín, Tahal, Lucainena, Alcudia, Chercos, Benizalón, Senes, Castro, Velefique, Uleila del Campo, Líjar, Cóbdar y Lubrín.

En las Actas del Cabildo de Huércal-Overa se recoge que en 1745 se presentó a la vista de Carboneras una armada inglesa de la que se ignoraba su propósito. Estando entonces en guerra España y el Reino Unido era de temer alguna represalia, por lo que el Comandante de Vera Don Salvador Campoy despachó correos pidiendo socorro a las poblaciones del Distrito, aunque no hubo necesidad de entablar ninguna lucha.

En 1764 aún aluden los documentos oficiales a los repetidos asaltos que padecía la costa por los corsarios, por lo que hubo que mejorar la vigilancia construyendo más fortificaciones. En aquella fecha la dotación del Castillo de San Andrés era de un oficial, un sargento, dos cabos, un tambor, un guarda almacenes, un capellán y veinticuatro números del Cuerpo de Artillería. Asimismo se mandó edificar un nuevo Castillo en la Mesa Roldán, que se concluyó en 1766.

Había además en esta zona de la costa tres torres de señales; la del Rayo, la de la Rambla de los Moros y la del Peñón. Cada una de ellas contaba por entonces con un cabo y tres torreros y una pieza de artillería.

Las señales que se utilizaban para avisar a Carboneras y las demás poblaciones eran diferentes según los acontecimientos. Si se descubrían embarcaciones sospechosas acercándose a tierra o persiguiendo a otra nave, se arrojaba esparto ardiendo alrededor de la torre. En caso de que los barcos seguían su rumbo sin amenazar la costa, entonces se hacían humaredas. Cuando se veían a los contrabandistas y piratas había que disparar el cañón.

En 1813 Carboneras dejó de ser un barrio de Sorbas y formó un municipio nuevo. Creándose su primer cabildo el 1 de junio, siendo alcalde Vicente Requena y Secretario Don Manuel de Torres Gil.[1]

En 1817 fue erigida la capilla de San Andrés, que siguió funcionando durante diez años, hasta que terminó de erigirse la Iglesia de San Antonio.

Con la llegada del periodo absolutista, Carboneras perdió su categoría de Ayuntamiento, volviendo a ser una pedanía de Sorbas, pero con la consolidación del régimen constitucional volvió a ser independiente en 1838 hasta ahora.

Durante el resto del siglo XIX y el primer tercio del XX, Carboneras tuvo como primera actividad económica el cultivo del esparto, que llegó a exportarse a Inglaterra. Mientras la pesca se iba consolidando, llegándose incluso a la creación de una almadraba.

Después por la falta de trabajo la emigración dejó prácticamente deshabitado el municipio. Solo con la vuelta de la Democracia, y a mediados de los setenta, empezó a crearse un núcleo industrial y productivo que abarca una fábrica de cemento, una central térmica, una fábrica de paneles de yeso y dos piscifactorías. La industria junto con la pesca que se ha visto reforzada con la construcción de un puerto pesquero con todos sus servicios (fábrica de hielo, congeladoras, varadero, calafates, etc.) ha hecho que la flota actual supere el centenar de barcos tanto de bajura como de altura.

En 2019 contaba con 8.004 habitantes. Su extensión superficial es de 95,46 km² y tiene una densidad de 83,84 hab/km².

En la siguiente tabla se muestra la evolución demográfica de Carboneras anualizada entre 1998 y 2018.

     Deuda viva del Ayuntamiento de Carboneras en miles de Euros según datos del Ministerio de Hacienda y Ad. Públicas.[1]

Carboneras cuenta con una zona industrial en la que se sitúan una fábrica cementera, una central térmica, la desaladora de Carboneras, una de las mayores planta desaladoras de Europa (con capacidad para desalar 120.000 metros cúbicos de agua diarios), y una piscifactoría dedicada a la cría y engorde de Lubina y Dorada.

La existencia de la industria cementera era anterior a la creación del parque natural del Cabo de Gata-Níjar en 1987, e incompatible con las restricciones a la industria que conlleva la concesión del título de parque natural, por lo que el municipio de Carboneras está parcialmente incluido dentro del parque.

En agosto de 2013 se instaló el monumento al pescador, una estatua de mármol blanco obra del escultor Roberto Manzano.

Las Fiestas Patronales se celebran en torno al día 13 de junio, en honor de san Antonio de Padua, y se está apostando porque se declaren Fiestas de Interés Turístico. Además de las tradicionales verbenas y atracciones de feria, las fiestas destacan por la celebración de los Moros y Cristianos, con vistosos desfiles y una escenografía en la que se representan las batallas de las dos tropas en unos entornos destacados como la playa y el castillo de San Andrés.

En junio tiene lugar en la playa la tradicional fiesta de la Noche de San Juan, con numerosas hogueras y moragas distribuidas por toda la playa para recibir el verano durante la madrugada del 23 de junio.

A mediados de agosto, la fiesta del pescador culmina con una tradicional procesión marinera por el litoral y una gran sardinada popular.

Las fiestas populares también tienen su atractivo en las pedanías del interior con torneos de subastao y las tradicionales carreras de cintas que se realizan a caballo, o en bicicleta para los más pequeños.

Las primeras en celebrarse son las de la Cueva del Pájaro en honor de san José, hacia el 19 de marzo. Le siguen las Cruces de Mayo en Gafares y las fiestas de El Saltador en julio. En septiembre se conmemora la Virgen de la Cabeza en El Argamasón y las últimas son en honor de san Francisco, el 4 de octubre en el Llano de Don Antonio.



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