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Casablanca (film)



Casablanca es una película estadounidense de drama y romance de 1942 dirigida por Michael Curtiz. Narra un drama romántico en la ciudad marroquí de Casablanca bajo el control del gobierno de Vichy. La película, basada en la obra teatral Everybody Comes to Rick’s (Todos vienen al café de Rick), de Murray Burnett y Joan Alison, está protagonizada por Humphrey Bogart en el papel de Rick Blaine e Ingrid Bergman como Ilsa Lund. El desarrollo de la película se centra en el conflicto de Rick entre —usando las palabras de uno de los personajes— el amor y la virtud: Rick deberá escoger entre su amada Ilsa o hacer lo correcto. Su dilema es ayudarla o no a escapar de Casablanca junto a su esposo, uno de los líderes de la resistencia, para que este pueda continuar su lucha contra los nazis.

Es una de las películas mejor valoradas de la cinematografía estadounidense, ganadora de varios premios Óscar, incluyendo el de mejor película en 1943.[1][2][3][4][5][6][7][8]​ En su tiempo el filme tenía todo para destacar ampliamente, con actores renombrados y guionistas notables, sin embargo ninguno de los involucrados en su producción esperaba que este pudiese ser algo fuera de lo normal.[9]​ Se trataba simplemente de una de las docenas de producciones anuales de la maquinaria hollywoodense. Casablanca tuvo un sólido inicio pero no espectacular y, sin embargo, fue ganando popularidad a medida que pasó el tiempo y se fue colocando siempre entre los primeros lugares de las listas de mejores películas. La crítica ha alabado las actuaciones carismáticas de Bogart y Bergman y la química entre ellos, así como la profundidad de las caracterizaciones, la intensidad de la dirección, el ingenio del guion y el impacto emocional de la obra en su conjunto.[10]

Casablanca se basa en la obra teatral Todos vienen al café de Rick (Everybody Comes to Rick’s), de Murray Burnett y Joan Alison, que nunca fue puesta en escena.[11]​ Cuando el especialista en análisis literario de la Warner Brothers Stephen Karnot leyó la obra, la calificó como una «tontería sofisticada»;[12]​ no obstante, le dio el visto bueno. Enseguida la editora encargada de los guiones, Irene Diamond, convenció al productor Hal B. Wallis para que comprara los derechos por 20 000 dólares estadounidenses de la época,[13]​ el precio más alto jamás pagado por una obra teatral que no hubiese sido puesta en escena.[14]​ El proyecto de cine rebautizó la obra como Casablanca, quizás intentando imitar el éxito de la película de 1938 Argel.[15]​ Así pues, el rodaje comenzó el 25 de mayo de 1942 y finalizó el 3 de agosto del mismo año, alcanzando un coste de producción de US$ 1 039 000 (US$ 75 000 por encima del presupuesto).[16]​ El costo no fue excepcionalmente alto, pero sí superior al promedio de su tiempo.[17]

La película se rodó completamente en estudios, excepto una secuencia en la que se muestra la llegada del mayor Strasser, que se realizó en el aeropuerto Van Nuys. La escenografía de la calle que fue usada para las escenas del exterior había sido recientemente construida para otro filme, The Desert Song,[18]​ y tuvo que ser redecorada para los flashback de París. Dicho escenario permaneció en los almacenes de la Warner hasta los años 1960. Por su parte, el set para el Café de Rick fue construido en tres partes inconexas, por lo que no se podría determinar en trazado lo que sería su planta. De hecho, en una escena se hace pasar la cámara a través de una pared desde el área del café hacia el interior de la oficina de Rick. El fondo de la escena final, el cual muestra un avión pequeño modelo L-12 Electra Junior de la compañía Lockheed con personal caminando alrededor, fue armado usando extras de baja estatura y un avión de cartón dibujado a escala. Se usó humo, simulando neblina, para cubrir la apariencia poco convincente del modelo.[19]​ El crítico de cine Roger Ebert calificó a Wallis como la «clave del equipo creativo» por la atención que puso a los detalles de producción (hasta el punto de haber insistido en tener un loro de verdad en el bar del loro azul, Blue Parrot Bar, en inglés).[20]

Por otra parte, la estatura de la actriz Ingrid Bergman causó algunos problemas. Bergman sobrepasaba por casi cinco centímetros a Bogart, por lo que el director Curtiz tuvo que elevar al actor sobre ladrillos o sentarlo sobre cojines en las escenas en las que aparecían juntos.[21]

Los contratiempos alcanzaron al productor Hal B. Wallis cuando decidió, tras haber terminado el rodaje, que la línea final de la película sería: «Louis, pienso que este es el comienzo de una bella amistad» («Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship»). Bogart tuvo que ser llamado un mes después de finalizada la filmación para doblar la frase.

Más tarde se pensó en introducir una escena que mostrara a Rick y Renault junto a un destacamento de soldados franceses libres, en un barco, alistándose para incorporarse a la invasión de 1942 a África del Norte por parte de las tropas aliadas. Sin embargo, resultó muy difícil conseguir al actor Claude Rains para la filmación, y la idea fue definitivamente abandonada cuando otro productor, David O. Selznick, señaló que «sería un error tremendo cambiar el final».[22]

La obra de teatro original se inspiró en el viaje a Europa que hizo Murray Burnett en 1938, viaje durante el cual pudo visitar Viena justo antes de la incorporación de Austria a la Alemania nazi. Murray visitó también la costa sur de Francia en la cual co-existían, no sin dificultad, asentamientos de nazis y refugiados. Los locales nocturnos de la zona inspiraron, pues, tanto el Café de Rick (especialmente uno llamado «Le Kat Ferrat») como el carácter del personaje Sam, el pianista (basado en un pianista negro que Burnett vio en Juan-les-Pins).[23]​ En la obra teatral, el personaje de Ilsa era una estadounidense llamada Lois Meredith y no encontraba a Laszlo sino hasta después de que su relación parisina con Rick había terminado. Además, en la obra de teatro el personaje de Rick era un abogado.

Los primeros escritores principales en trabajar en el guion fueron los gemelos Epstein, Julius y Philip, quienes eliminaron el trasfondo del personaje Rick y aumentaron los elementos de comedia. Después intervino el otro escritor reconocido en los créditos, Howard Koch, pero trabajando en paralelo con ellos y haciendo énfasis en otros aspectos. Koch resaltó los elementos políticos y melodramáticos.[24]​ Según parece, fue el director Curtiz quien favoreció las partes románticas, al insistir en que permanecieran los flashbacks hacia París. Aun a pesar del gran número de escritores involucrados, el filme tiene eso que Ebert describió como un guion de «maravillosa unidad y consistencia». Más tarde Koch afirmaría que fue la tensión que hubo entre su propia visión y la de Curtiz la que motivó que «sorpresivamente, estos acercamientos desparejos de alguna manera se ligaron, y quizá eso fue debido en parte a este tire y afloje entre Curtiz y yo, que le dio a la película un cierto balance».[25]​ Julius Epstein anotaría posteriormente que el guion contenía «más maíz que el que hay en Kansas y Iowa juntos. Pero cuando el maíz funciona, no hay nada mejor».[26]​ La palabra inglesa original, corn (maíz) también se refiere, en el slang, a un tipo de humor tonto, gastado, banal y sentimental.

El filme se topó con algunos problemas cuando Joseph Breen, miembro del cuerpo de autocensura de la industria hollywoodense (el Production Code Administration), expresó su oposición a que el personaje del capitán Renault solicitara favores sexuales a cambio de visados y a que los personajes de Rick e Ilsa hubieran dormido juntos en París. Ambos puntos, de todos modos, permanecieron de manera implícita en la versión final.[27]

La primera opción del productor, Hal Wallis, para dirigir la película fue William Wyler, pero como no estaba disponible Wallis decidió escoger, tras barajar varios nombres, a su amigo, el director Michael Curtiz.[28]

Curtiz era un judío emigrante de origen húngaro, que había llegado a los Estados Unidos en los años veinte y que contaba entre sus familiares a refugiados provenientes de la Europa nazi. A decir de Roger Ebert, en Casablanca «muy pocas escenas son memorables en cuanto tales...», Curtiz se estuvo preocupando de usar las imágenes para contar una historia más que de usarlas por sí mismas.[20]

De cualquier manera, el director tuvo poca influencia en el desarrollo de la trama. De acuerdo con Casey Robinson, Curtiz «no sabía nada de nada acerca de la historia... él veía imágenes y tú proporcionabas la historia».[29]​ El crítico Andrew Sarris calificó la película como «la más decisiva excepción a la teoría de autor»,[30]​ a quien Aljean Harmetz replicó que «casi todas las películas de la Warner Bros. fueron una excepción a la teoría de autor».[28]​ Sin embargo, otros críticos le dan mayor crédito a Curtiz; Sidney Rosenzweig, en su estudio sobre el trabajo del director, aprecia en el filme un ejemplo típico del modo en que Curtiz resalta los dilemas morales.[31]

Los montajes de la segunda unidad, tales como la secuencia de apertura del tren de refugiados y la que muestra la invasión de Francia, fueron dirigidos por Don Siegel.[32]

El director de fotografía fue Arthur Edeson, un experimentado artista que había trabajado previamente en El halcón maltés y en una versión de Frankenstein del año 1931.

Una mención especial merece la fotografía de Ingrid Bergman, en la que se puso especial cuidado. Ingrid fue fotografiada casi siempre en su perfil izquierdo, perfil preferido por la propia actriz, y en muchas ocasiones se aplicaba un filtro suavizador de tipo gaussiano y con catch lights para hacer que sus ojos destellaran. Estos efectos fueron diseñados para proporcionar a su rostro una apariencia «inefablemente triste, tierna y nostálgica».[20]

Se aprecian además barras de sombras cruzándose con los personajes y con el fondo. Dichas sombras, según cada caso, poseen distintos significados. Algunos muestran símbolos de encarcelamiento, el crucifijo, el símbolo de la Francia Libre y hasta confusión emocional.[20]​ Además, la oscuridad del cine negro y la luz expresionista es usada en numerosas escenas, principalmente hacia el final de la película. Según Rosenzweig, estas luces y sombras son elementos clásicos del estilo de Curtiz, junto a la fluidez del trabajo de cámara y el uso del entorno como herramienta de encuadre.[33]

La música fue escrita por Max Steiner (1888-1971), compositor que había saltado a la fama por haber sido el artífice de la música de la película Lo que el viento se llevó. La canción As Time Goes By de Herman Hupfeld había sido escogida para formar parte de la obra de teatro original, y Steiner tenía previsto reemplazarla por una obra propia. Sin embargo, cuando el compositor quiso crear su propia obra para reemplazarla, se encontró con que Ingrid Bergman ya se había cortado el cabello para protagonizar su siguiente papel cinematográfico (María, en Por quién doblan las campanas), por lo que no se podían volver a rodar las escenas en las que aparecía la canción. Por otra parte, cuando se estrenó la película la canción gozó de un resurgimiento que la situó 21 semanas en los primeros puestos de las listas de éxitos. Así que Steiner basó por completo la música de la película en dicha canción y en La Marsellesa, el himno nacional francés, transformándolos para que reflejaran diversas situaciones.[34]​ De nota excepcional es el «duelo de canciones» en que La Marsellesa compite —interpretada a todo pulmón por una orquesta completa— contra un pequeño grupo de alemanes que cantan «Die Wacht am Rhein» (El guardia sobre el río Rin) en el piano. Originalmente se había pensado para esta secuencia maestra en la canción «Horst-Wessel-Lied» (Canción de Horst Wessel), que era de facto el segundo himno nacional de la Alemania nazi, pero este se encontraba todavía bajo derechos reservados al menos en los países no aliados.

Otras canciones incluidas en la película son It Had to Be You, de 1924, con letra de Gus Kahn y música de Isham Jones; Knock on Wood, con música de M.K. Jerome y letra de Jack Scholl, y Shine de 1910 de Cecil Mack y Lew Brown, con música de Ford Dabney. En una de las escenas de flashback en París, Rick e Ilsa bailan al ritmo de Perfidia, canción del compositor chiapaneco mexicano Alberto Domínguez Borrás.

Tres actores encabezan la cinta: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman y Paul Henreid.

Un punto notable del reparto de Casablanca es la amplia variedad de nacionalidades de los actores. De hecho, solo tres de los actores con créditos fueron actores estadounidenses.

Los actores secundarios fueron:

Otros actores con créditos en la película fueron Dooley Wilson, Joy Page, Madeleine LeBeau, S. Z. Sakall, Curt Bois y John Qualen.

Otros actores dignos de mención cuyos créditos no aparecen en la película son: Marcel Dalio, Helmut Dantine, Norma Varden, Jean Del Val, Torben Meyer, Dan Seymour y Gregory Gaye.

Gran parte del impacto emocional de la película se atribuye a la numerosa proporción de exiliados europeos y refugiados que participaron como extras y en roles menores. Un testigo de la filmación de la secuencia del «duelo de canciones» afirmó haber visto a muchos de los actores llorando y haberse dado cuenta de «que todos eran en realidad verdaderos refugiados».[41]​ Harmetz afirma que estos «le brindaron en una docena de papeles pequeños a Casablanca la comprensión y la desesperación que jamás hubieran podido proveerle los actores centrales del reparto».[42]​ Los ciudadanos alemanes que había entre ellos, por ejemplo, debieron guardar el toque de queda al ser considerados como extranjeros enemigos. Irónicamente, además, casi siempre fueron requeridos para la interpretación de soldados nazis, de los cuales ellos mismos habían huido.

Algunos de los actores exiliados que formaron parte del reparto fueron:

Durante la Segunda Guerra Mundial Rick Blaine (Humphrey Bogart), un estadounidense cínico y amargado, expatriado por causas desconocidas, administra el local nocturno más popular de Casablanca (Marruecos), el «Café de Rick». Este es un lugar exclusivo y un antro de juego que atrae una clientela variada: gente de la Francia de Vichy, oficiales de la Alemania nazi, asilados políticos y ladrones. A pesar de que Rick asegura ser neutral en todos los campos, se revelará más tarde su participación en el tráfico ilegal de armas hacia Abisinia —que tendría como objetivo combatir la invasión italiana de 1935— y en la Guerra Civil Española, del lado republicano.

Una noche, un criminal menor llamado Ugarte (Peter Lorre), llega al club de Rick portando unas tales «cartas de tránsito» (literalmente, «letters of transit»), documentos valiosos que ha conseguido tras asesinar a dos mensajeros alemanes. Se trata de una especie de salvoconductos que permiten a su poseedor el libre tránsito a través de la Europa controlada por los nazis y llegar, incluso, a la neutral Lisboa (Portugal), de la cual se podría partir hacia los Estados Unidos. Por eso los documentos tienen un valor incalculable para cualquiera de los refugiados que esperan en Casablanca su oportunidad de escapar. Ugarte planea vender los salvoconductos esa misma noche pero, antes de que la compra-venta tenga lugar, Ugarte es arrestado por la policía local al mando del capitán Louis Renault (Claude Rains), un corrupto oficial de la Francia de Vichy que solo quiere complacer de todas las formas posibles a los nazis. De manera subrepticia, Ugarte deja las cartas al cuidado de Rick porque «de algún modo, debido a que tú me desprecias, eres el único en quien yo confío».

Entretanto la razón de la amargura de Rick llega de nuevo a su vida. Se trata de su examante, Ilsa Lund (Ingrid Bergman), quien le había abandonado en París sin dar explicaciones y quien, junto a su esposo Víctor Laszlo (Paul Henreid), entra al Café esa noche para comprar las cartas. Laszlo es un renombrado líder de la resistencia checa que enfrenta a los nazis. La pareja necesita las cartas para dejar Casablanca y salir hacia los Estados Unidos, desde donde él podría continuar su labor. A la noche siguiente, Laszlo, sospechando que Rick tiene las cartas, se entrevista con este, pero Rick se niega a entregarle los salvoconductos, pidiéndole que le pregunte a su esposa el motivo. (Es decir, solo dos personas pueden salir, pero en este punto hay tres personas que lo desean). El diálogo se ve interrumpido cuando un grupo de oficiales nazis, bajo las órdenes del mayor Stresser (Conrad Veidt), comienza a cantar «Die Wacht am Rhein» (El guardia sobre el río Rin), que era considerado un himno patriótico durante la Alemania nazi. Enfurecido, Laszlo solicita a la banda del local que intérprete La Marsellesa, el himno nacional francés hasta antes de la ocupación del país. Cuando el maestro de la banda busca a Rick con la mirada, este asiente con la cabeza. Laszlo comienza a cantar, solo al inicio, y enseguida el largamente reprimido fervor patriótico se adueña de la muchedumbre y todos se unen al canto, ahogando el de los alemanes. Como represalia, Strasser manda clausurar el club.

Rick sigue resentido con Ilsa, pero esa noche ella lo confronta una vez que el Café ha quedado desierto. Cuando él se niega a darle los documentos, ella lo amenaza con una pistola, pero siendo incapaz de disparar, le confiesa que sigue amándolo y le explica que cuando lo encontró por primera vez y se enamoró de él en París, pensaba que su marido había sido asesinado en un campo de concentración nazi. Pero en cuanto descubrió que Laszlo en realidad había logrado escapar —continúa ella explicando—, dejó a Rick sin explicación alguna y regresó a su marido. Le dice, además, que fingió haber abandonado la ciudad para evitar que Rick se quedara a buscarla y lo capturasen los alemanes. Rick cambia de actitud al conocer el motivo por el cual ella se marchó de su lado y la induce a pensar que se quedará con él cuando Laszlo se vaya.

Laszlo llega al café una vez que se ha ido Ilsa y le dice a Rick que se ha dado cuenta de que «algo» sucede entre ella y Rick. De hecho, intenta provocar que Ilsa y Rick tomen las cartas de libre tránsito, con tal de salvar la vida de ella. Como sea, la policía llega y Laszlo es arrestado bajo un cargo menor. Rick interviene y convence al capitán Renault de liberar a Laszlo, prometiéndole que lo podrá acusar ante la Gestapo por un delito mucho más serio: la posesión de las cartas. Cuando Renault le cuestiona sobre la razón por la que él está haciendo esto, Rick le explica que Ilsa y él partirán para Estados Unidos.

Más tarde, Laszlo recibe las cartas de parte de Rick, pero cuando Renault trata de arrestarlo Rick traiciona a Renault, obligándolo a punta de pistola a permitir el escape. En el último momento, Rick conduce a Ilsa a que aborde el avión para Lisboa con su marido diciéndole que si ella se queda se arrepentirá. «Tal vez no hoy. Tal vez no mañana, pero pronto y para el resto de tus días». Rick había prometido a Ilsa que él escaparía con ella a Lisboa, sin embargo cuando la obliga a irse con su esposo ella le reclama y este le dice una de las frases más inolvidables de los romances en el cine: «Siempre nos quedará París».

El mayor Strasser llega en su vehículo, habiendo recibido el chivatazo por parte de Renault, pero Rick le dispara cuando trata de intervenir. Cuando la policía llega, el capitán Renault salva la vida de Rick al ordenar que «capturen a los sospechosos de siempre». Enseguida recomienda que Rick deje Casablanca, sugiriéndole incluso que se una a la Francia Libre en Brazzaville (República del Congo). Ellos se alejan caminando en medio de la neblina con una de las más memorables líneas finales en la historia del cine, con Rick diciéndole al capitán: «Louis, creo que este es el principio de una hermosa amistad».

El filme fue exhibido por primera vez en el Teatro Hollywood de Nueva York el 26 de noviembre de 1942, para coincidir con la invasión de las tropas aliadas de la costa norte de África y la captura de la ciudad de Casablanca. El estreno general fue un poco más tarde, el 23 de enero de 1943, para aprovechar la Cumbre Anglo-estadounidense, una conferencia de alto nivel entre Churchill y Roosevelt que se llevó a cabo en el Hotel Anfa, en la ciudad de Casablanca. La película obtuvo unos resultados económicos sustanciosos, si bien no espectaculares, recaudando 3,7 millones de dólares en su estreno inicial en Estados Unidos.[43]​ La reacción de la crítica fue positiva en general, con la revista Variety describiéndola como «espléndida propaganda anti Eje»;[44]​ como más tarde diría Koch, «era un filme que las audiencias necesitaban... tenía valores... sacrificios dignos de hacer. Y lo mostró de un modo muy entretenido».[45]​ Otras revistas fueron menos entusiastas. The New Yorker la evaluó solo como «apenas tolerable».[46]​ Por su parte, la Oficina de Información de Guerra de los Estados Unidos de América evitó su proyección a las tropas en África del Norte, porque creía que el filme podría causar resentimiento entre los partidarios de Vichy en la región.[47]

La película ha mantenido su popularidad. Murray Burnett la ha considerado «cierta ayer, cierta hoy, cierta mañana».[48]​ Para el año 1955 el film había recaudado ya 6,8 millones de dólares, colocándola en el tercer puesto entre las películas de guerra más rentables de la Warner Bros, solo tras Shine On, Harvest Moon y This Is the Army.[49]​ Pronto comenzó su trayectoria en la memoria de los cinéfilos. El 21 de abril de 1957, el Teatro Brattle de Cambridge (Estados Unidos) la exhibió como parte del repertorio del ciclo de películas viejas. Dicha inclusión fue tan popular que comenzó la tradición de exhibir Casablanca durante la semana de exámenes finales en la Universidad Harvard, tradición que ha continuado hasta nuestros días y que fue imitada en muchos otros institutos superiores de los Estados Unidos. Todd Gitlin, profesor de sociología, tras asistir personalmente a una de las exhibiciones, afirmó que fue «realizar mi muy personal rito de paso».[50]​ La tradición ha ayudado a la película a mantenerse en la memoria popular mientras que el recuerdo de otras películas famosas de la misma década se ha ido desvaneciendo, de modo que para el año 1977 Casablanca era la película más frecuentemente retransmitida en la televisión estadounidense.[51]

Sea como sea, hay evidencia anecdótica que apunta a que Casablanca ha hecho más mella entre los cinéfilos que entre los profesionales de la industria cinematográfica. Entre noviembre y diciembre de 1982 el escritor y periodista independiente Chuck Ross se hizo una pregunta: ¿podrían los agentes de Hollywood ser capaces de reconocer la cinta? o, al no lograrlo, ¿podrían al menos reconocerla como un guion genial? Con la finalidad de descubrirlo, Chuck Ross escribió el mismo guion de Casablanca pero usando el título de Todos vienen al café de Rick (el título original de la obra de teatro) y cambiando el nombre del pianista de Sam a Dooley (Dooley Wilson había sido el actor que interpreta este personaje en el filme) y lo envió a 217 agencias haciéndolo pasar como el guion de un escritor desconocido, un tal Erik Demos. 97 agencias lo devolvieron sin haberlo leído, 7 nunca lo leyeron y 18 copias se habrían reportado como perdidas en el correo. De las 85 agencias que lo leyeron, 38 lo descalificaron, 33 lo reconocieron en términos generales (de las cuales 8 ni cuenta se dieron que era específicamente Casablanca), 3 lo declararon como económicamente viable y una sugirió enviarlo a otra agencia para su transformación en una novela.[52][53]

En los Premios Óscar de 1943 (entregados el 2 de marzo de 1944), Casablanca ganó tres premios: Mejor guion adaptado, Mejor director y Mejor película, y fue nominada para otros cinco (que no ganó). Wallis, el productor, se resintió porque el presidente del Estudio, Jack Warner, recogió el premio en vez de él; este desaire desencadenó la ruptura de las relaciones de Wallis con el estudio en abril del mismo año.[54]

Otros reconocimientos que ha recibido la cinta son la inscripción en el National Film Registry, ranking que recoge las mejores películas de la historia, y la nominación por la alta calidad de su edición en DVD a los premios DVD Exclusive.

De acuerdo con Roger Ebert, es «probable que Casablanca se encuentre en más listas de “grandes filmes de todos los tiempos” que cualquier otro título, incluso Ciudadano Kane», porque su atractivo es muy amplio; mientras Ciudadano Kane es «grandiosa», Casablanca es adorable.[20]​ Nunca se ha oído, continúa diciendo Ebert, una reseña negativa sobre el filme, aun cuando algunos puntos específicos puedan ser criticados como, por ejemplo, los efectos especiales inverosímiles y la actuación acartonada del personaje de Laszlo.[29]Rudy Behlmer hace énfasis en el gran cuadro que se dibuja: «Se trata de una mezcla de drama, melodrama, comedia e intriga».[29]

Leonard Maltin afirma que esta es su cinta predilecta de todos los tiempos.

Ebert comenta que el filme es popular debido a que «la gente en ella es muy buena». Considerando que es un héroe de resistencia, Laszlo es notoriamente el más noble de todos y eso a pesar de que su personaje es tan cuadrado que puede llegar a ser difícil de creer.[20]​ Los otros personajes no están, según Behlmer, «hechos de una vez para siempre»: su buen corazón se va revelando a lo largo de la trama. Renault es un caso ejemplar. En la historia comienza siendo un colaborador más de los nazis, extorsionando a los refugiados a cambio de favores sexuales y matando a Ugarte. Rick, según el mismo Behlmer, no es «ni un héroe... ni un villano»: hace lo mínimo indispensable para hacer su vida frente a las autoridades y «no se arriesga por nadie». Incluso hasta a Ilsa, la menos activa de los personajes principales, se la ve «atrapada en dificultades emocionales» al cuestionarse sobre a qué hombre ama realmente. Al final de la película, no obstante, «todo el mundo se sacrifica».[29]

Una nota discordante proviene de la pluma del escritor italiano Umberto Eco, al afirmar que «desde un punto de vista estrictamente crítico... Casablanca es una película muy mediocre». Eco objeta que los cambios en los personajes devienen inconsistentemente, más que como resultado de un proceso complejo: «Es una tira cómica, un sancocho, carente de credibilidad psicológica y con escasa continuidad en cuanto a efectos dramáticos». De todas maneras, concluye, es esta inconsistencia lo que vale para que el filme sea tan aceptado, pues permite incluir una larga serie de arquetipos: el amor desgraciado, el vuelo, el rito de paso, la espera, el deseo, el triunfo de la pureza, el siervo fiel, el triángulo amoroso, la bella y la bestia, la mujer enigmática, el aventurero ambiguo y el borracho redimido. Se centra principalmente en la idea de sacrificio: «El mito del sacrificio atraviesa toda la trama del filme».[56]​ Este era el tema que hacía eco ante una audiencia que vivía tiempos de guerra y a la que se la había tranquilizado con la idea de que el sacrificio que duele y el seguir continuando una lucha armada pueden ser gestos románticos que valdrían la pena en pos de un bien mayor.[57]

El crítico estadounidense Jonathan Rosenbaum se refiere a Casablanca como una película «montada apresuradamente», y considera que es inferior a Tener y no tener (1944).[58]​ Por su parte, el crítico francés Georges Sadoul ni siquiera menciona esta película en su Dictionnaire des films, Seuil, 1965 (1.ª edición).

Los críticos han analizado a Casablanca desde muchas perspectivas diversas.

Harvey Greenberg hace una lectura freudiana de la cinta según la cual las transgresiones que le impiden a Rick retornar a los Estados Unidos se deben a un complejo de Edipo, el cual solo es resuelto cuando Rick comienza a identificarse con su padre en la figura de Laszlo y la causa que él representa.[59]

A estas propuestas interpretativas Sidney Rosenzweig contesta diciendo que se trata de lecturas reductivas y que el aspecto más importante del filme es la ambigüedad, sobre todo en Rick; para esto cita los diferentes nombres que cada personaje le da a Rick (Richard, Ricky, Señor Rick, Herr Blaine y así por el estilo) como evidencia de los muchos significados que tiene para cada persona.[60]

Muchas de las líneas del guion de Casablanca han quedado grabadas en los cinéfilos de todo el mundo. Entre estas podemos contar las siguientes.

Fue elegida por expertos estadounidenses como la quinta frase más memorable en la historia del cine de aquel país en una encuesta realizada en el 2005 por el American Film Institute.[62][6]

En total seis frases de esta película, según dicho Instituto, aparecen en sus listas como las líneas de cine más citadas en Estados Unidos, muchas más que cualquier otra película, por ejemplo más que Lo que el viento se llevó y El mago de Oz, las cuales cuentan con solo tres frases cada una. Las otras citas que aparecen en las listas son:

Otra frase digna de mención sería la de Rick recordando el día que se conocieron en París:

El personaje principal luchó en el lado republicano en la Guerra Civil Española pero en el primer doblaje de España esta referencia se suprimió debido a la dictadura de Francisco Franco, ya que el estreno fue en 1946. Igual pasa con la referencia al combate en Abisinia contra las tropas fascistas. En doblajes posteriores ya se hizo mención a la actividad de Rick con la II República y con Abisinia. A este respecto, existen tres diferentes doblajes de la película al español: el original, otro de 1966 y otro de 1983. El doblaje más conocido está lleno de errores de traducción y provoca, entre otras cosas, que se pierda la frase «Here's looking at you, kid», que como ya se mencionó sería considerada a la postre como una de las mejores de la historia del cine.

Desde el momento en que Casablanca fue un éxito se comenzó a hablar sobre producir una secuela. De hecho se planeó la producción de una película llamada Brazzaville (por el nombre de la ciudad a la que el capitán Renault recomienda a Rick que huya en la escena final de Casablanca), pero esta nunca se realizó. Después de este intento y desde entonces, ningún estudio volvió jamás a considerar seriamente la filmación de una secuela o de una nueva versión. De hecho, el director francés François Truffaut rechazó la invitación de crear una nueva versión en 1974, citando el estatus de culto que ya tenía la película entre los estudiantes estadounidenses como la razón principal de su negativa.[63]

La novela A medida que el tiempo pasa (As Time Goes By, en inglés, usando el mismo título de la canción principal de Casablanca), escrita por Michael Walsh en 1998, fue autorizada por la Warner para usar dicho título.[64][65]​ La obra arranca justo donde la película se detiene y hasta cuenta la historia del pasado misterioso de Rick en los Estados Unidos. Sea como fuere, el libro no alcanzó la fama.[66]

Ya antes, David Thomson había redactado una secuela no autorizada en su novela de 1985 Sospechosos (Suspects, en inglés).

Existieron también dos series de televisión que se emitieron durante poco tiempo y que se basaban en Casablanca. Se trataban en realidad de precuelas. La primera fue transmitida por la ABC del año 1955 al 1956 e incluía entre su reparto a Charles McGraw como Rick y al mismo Marcel Dalio (quien había interpretado a Emil en la película), pero ahora interpretando al capitán Renault. Esta serie formó parte de los episodios que se transmitieron en el espacio de la programación titulada Warner Bros. Presents,[67]​ en 10 programas con una hora de duración cada uno.

La otra serie de televisión fue transmitida brevemente por la NBC en solo 5 episodios de una hora de duración en 1983 e incluía entre los protagonistas a David Soul como Rick, Ray Liotta como Sacha y Scatman Crothers en un papel similar al de Sam.[68]

Se han grabado diversas adaptaciones de Casablanca para la radio. Dos de las más difundidas fueron: una, la adaptación de 30 minutos para el programa The Screen Guild Theater del 26 de abril de 1943, protagonizada por Bogart, Bergman y Henreid; la otra fue la versión de una hora para el Lux Radio Theater del 24 de enero de 1944, que tuvo a Alan Ladd como Rick, Hedy Lamarr como Ilsa y a John Loder como Laszlo.

Otras adaptaciones para radio han sido: la versión de Philip Morris Playhouse del 3 de septiembre de 1943 y una versión de igual duración para Theater of Romance del 19 de diciembre de 1944, con Dooley Wilson como Sam.

Julius Epstein intentó dos veces convertirla en un musical para Broadway, en 1951 y 1967, pero finalmente nunca fue puesta en escena.[69]​ En cambio, la obra original, Todos vienen al café de Rick (Everybody Comes to Rick's, en inglés), sí fue producida en Newport (Estados Unidos) en agosto de 1946 y posteriormente llevada a Londres en abril de 1991. A pesar del esfuerzo, la obra no tuvo éxito.[70]

La película fue coloreada para la televisión en los años ochenta, pero el resultado fue motivo de controversia.[71]​ Inclusive, dicha versión estuvo a la venta, pero solo por breve tiempo debido a la oposición que alcanzó entre los puristas. El hijo de Bogart, Stephen, señaló que «si ustedes van a colorear Casablanca, ¿por qué no le ponen brazos a la Venus de Milo[72]

El Rick's Cafe Americain era un cabaret imaginario, pero, en la actualidad, el Rick's café en Casablanca, Marruecos, existe y está decorado como el de la película.[73]

El filme tiene varios defectos lógicos, de los cuales el más notorio es acerca de las «cartas de tránsito» que permitirían a los portadores abandonar el territorio de la Francia de Vichy. No queda claro si Ugarte dice que las cartas han sido firmadas por el general del ejército francés de la Francia de Vichy Maxime Weygand o por el general Charles de Gaulle, líder de la Francia Libre. Parte de la confusión se origina por la diferencia entre lo que está escrito y lo que se dice. El audio claramente menciona: «De Gaulle» y los subtítulos en inglés del DVD oficial escriben: «De Gaulle». Pero la versión francesa escribe «Weygand». Weygand había sido el delegado general de Vichy para las colonias norteafricanas hasta un mes antes de la fecha en que se produce el filme. En cambio, De Gaulle estaba en ese momento a la cabeza del gobierno de la Francia Libre y era el enemigo del régimen de Vichy (que controlaba Marruecos). De hecho, una corte marcial condenó a De Gaulle el 2 de agosto de 1940 por traición in absentia y lo sentenció a purgar su pena en prisión. Estando así las relaciones entre los dos bandos enemigos, parece ilógico que una carta firmada por De Gaulle produjera algún beneficio.[16]​ En un caso de auténtico MacGuffin, las cartas de libre tránsito fueron inventadas por Joan Allison para la obra de teatro original y por eso nunca se cuestionó sobre su viabilidad en la vida real.[74]​ Es más, incluso en la cinta misma, Rick le sugiere a Renault que las cartas no permitirían la salida de Ilsa, dejando solo a Laszlo: «La gente ha sido retenida en Casablanca a pesar de sus derechos legales».

Asimismo, aunque Laszlo asevera que los nazis no pueden arrestarlo debido a que «esto es todavía una Francia no ocupada; cualquier violación a la neutralidad se proyectaría sobre el capitán Renault», Ebert señala que «no tiene sentido que él pueda andar caminando por allí libremente... Hubiera sido detenido en cuanto fuese visto».[20]​ Ante esto, otros, como Harmetz, sugieren que en realidad a sabiendas Strasser le permite a Laszlo moverse libremente, con la intención de que suelte los nombres de los líderes de la Resistencia en la Europa ocupada a cambio de que a Ilsa se le permita salir para Lisboa.

Entre los errores se cuenta además una versión equivocada de la bandera del Marruecos francés. Renault afirma que estuvo «con ellos [los estadounidenses] cuando “metieron la pata” en Berlín en 1918», pero la capital germana no fue tomada en la Primera Guerra Mundial, como tampoco ninguna tropa alemana uniformada puso un pie en Casablanca durante la Segunda Guerra Mundial.[16]

Son muchos los que afirman que la ciudad descrita era en realidad la internacional y cosmopolita Tánger.[75]

Hubo también errores de continuidad inevitables. Por ejemplo, en la escena en la que Rick deja París a bordo del tren. Allí se aprecia con claridad que su abrigo se empapa por la lluvia abundante; pero en cuanto pone un pie sobre el tren súbitamente aparece seco. La actitud de Curtiz ante estos detalles fue simple: decía «lo hago ir tan rápido que nadie se da cuenta».[29]

Numerosos rumores e historias se han ido tejiendo en torno a la cinta.

Se llegó a afirmar que el entonces actor Ronald Reagan había sido elegido originalmente para interpretar el papel de Rick Blaine. Este rumor nació temprano, durante una de las exhibiciones que el estudio otorgó a la prensa cuando el filme estaba aún en desarrollo, pero para ese momento el estudio ya sabía que Reagan estaba comprometido con la Fuerza aérea de los Estados Unidos y nunca fue tomado en cuenta.[76]

Otro de los rumores famosos sobre la película es aquel que afirma que los actores no supieron hasta el último día de filmación cómo terminaría la historia. De hecho, la obra original (que por cuestiones técnicas se desenvuelve por completo dentro del café) terminaba con Rick enviando a Ilsa y a Víctor hacia el aeropuerto. Durante la adaptación del guion se discutió la opción de hacer morir a Laszlo en Casablanca, lo que hubiera permitido que Rick e Ilsa volaran juntos, pero —como Casey Robinson le escribiera a Hal Wallis previo el inicio de la filmación— el final de la historia «está hecho para que haya un giro oportuno en el momento en que Rick la envíe en el avión con Víctor. Entonces así, haciendo eso, no solo está resolviendo el triángulo amoroso. Está forzando a la chica a estar a la altura del idealismo de su naturaleza, obligándola a cargar con el peso de un trabajo que en estos días es más importante que el amor entre dos personas insignificantes».[77]​ Hubiera sido ciertamente imposible presentar una Ilsa que dejara a Laszlo por Rick, pues el código estadounidense de producción cinematográfica de 1930 prohibía exhibir a una mujer dejando a su marido por otro hombre. La disputa como tal no era, pues, sobre si Ilsa se iría con Laszlo, sino sobre cómo esta solución podía ser presentada en el guion.[78]​ Así que es posible que el rumor se propagase a partir de una afirmación de Ingrid Bergman en la que dijo que ella no sabía de qué hombre tenía que enamorarse. Sin embargo, y puesto que el guion se reescribe a lo largo de todo el rodaje, la revisión de Aljean Harmetz concluye que muchas de las escenas clave habían sido ya filmadas cuando Bergman hizo el comentario, y que ya sabía cómo terminaría el filme: por lo tanto, la confusión fue, en todo caso, «emocional» y no «factual».[20]

Documental y coloquio sobre la película en el programa de La 2 (TVE) ¡Qué grande es el cine!, dirigido por José Luis Garci.



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