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Cementerio de San Miguel



El Cementerio Histórico de San Miguel de Málaga está considerado como uno de los principales camposantos histórico-monumentales de España.[1]​ Este cementerio se ha utilizado como lugar de entierro desde principios del siglo XIX, y es una de las pocas necrópolis decimonónicas que han llegado prácticamente íntegras hasta nuestros días: la portada, la capilla, la mayoría de los panteones, y las salas de pésame o de velatorios se han conservado tal y como se construyeron en el siglo XIX y principios del siglo XX.

Se construye como consecuencia de la Real Cédula que en 1787 dicta el rey Carlos III, en la que por razones sanitarias se prohíbe enterrar en las iglesias y conventos y se ordena a los ayuntamientos la construcción de cementerios fuera de las poblaciones, en sitios ventilados y alejados de las casas de los vecinos. Esta normativa de Carlos III no se cumplió en Málaga hasta que a comienzos del Siglo XIX hubo una epidemia de fiebre amarilla o vómito negro que asoló la ciudad en 1804. Fue cuando el Ayuntamiento adquirió en 1806 la finca de Haza Cabello o del Capitán para construir extramuros el Cementerio General de Málaga.

De estilo neoclásico, fue inaugurado el 1 de julio de 1810 y se bendijeron los terrenos bajo la advocación del arcángel San Miguel. Aun así el cementerio estuvo durante bastante tiempo sin cercar, hasta que en 1821 el Ayuntamiento, siempre con problemas de liquidez, recurrió a las cofradías y hermandades de la ciudad para lograr el cerramiento del camposanto. Para ello levantaron cuatro hiladas superpuestas de nichos que conformaron los muros de protección y finalmente, en 1829, el cementerio completó su cercado. En total fueron 28 hermandades, pasionistas y de ánimas, las que construyeron sus grupos de nichos. En 1837 se concluye la construcción de la capilla.

En 1847 el arquitecto municipal Rafael Mitjana diseña un plan de reordenación y ampliación, y en 1848 comenzó la venta de parcelas a las grandes familias de la burguesía malagueña que comenzaron a levantar mausoleos como recuerdo a sus deudos.

Hoy permanecen en San Miguel los panteones y nichos pertenecientes a personajes relevantes de la Málaga de los siglos XIX y XX. El primer mausoleo fue erigido en 1844 en memoria de Salvador Barroso, al que seguirían otros doscientos cincuenta aproximadamente de variados estilos historicistas o eclécticos. Fueron edificados por arquitectos como Rafael Mitjana, José Trigueros, Gerónimo Cuervo, Cirilo Salinas, Joaquín de Rucoba, Manuel Rivera Valentín, Manuel García del Álamo o Fernando Guerrero Strachan y maestros de obras como Diego Clavero y Zafra o Rafael Moreno. La escultura está representada por obras de Adrián Risueño, Antonio Gutiérrez de León, Francisco Palma García, Eduardo Medina, Frapolli, Diego García Carreras, o el italiano Lorenzo Bartolini. Destacan las verjas y rejas de hierro, procedentes de ferrerías malagueñas decimonónicas.

Fue clausurado en 1987 debido al crecimiento del barrio y la inclusión del cementerio en el propio vecindario, al igual que el Cementerio de San Rafael, y fue reconvertido en columbario, quedando circunscrito en su extensión a los dos patios monumentales. En el año 2000 se llevó a cabo un proyecto para convertir las patios vacíos del cementerio en parque.[2]

Fue incluido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz el 11 de febrero de 2015 al amparo de la Ley 14/2007 del Patrimonio Histórico de Andalucía.[3]

En mayo de 2017 comenzaron una serie de obras para restaurar el cementerio, entre los primeros trabajos se encuentra la restauración del panteón de la familia Heredia y sobre 2018 se prevé la construcción de un centro de interpretación de templos funerarios.[4]

El 11 de diciembre de 1831 el Cementerio de San Miguel fue testigo del entierro del general liberal José María de Torrijos y sus compañeros, que posteriormente serían trasladados al monumento funerario de la Plaza de la Merced.[5]

Es el monumento más importante y representativo del recinto funerario. El diseño de este edificio municipal se atribuye al arquitecto Rafael Mitjana, siendo el director de obra Cirilo Salinas. Tiene planta circular interior inscrita dentro de un octógono exterior con una cúpula ligeramente apuntada. A ambos lados de la capilla se anexaron dos salas de las que una tendría la función de depósito de cadáveres y la otra sería utilizada como sacristía. Se concluyó en 1837 y se dedicó a Santa Isabel de Hungría, símbolo de la caridad cristiana. En su interior ocho grandes pilastras sostienen la cúpula de media naranja perforada por una linterna. La ornamentación interior la componían obras atribuidas a artistas malagueños, entre otros a Juan Niño de Guevara, aunque de todas ellas hoy solamente se conserva el Crucificado que preside la Iglesia y dos retablos barrocos de corte clásico en madera dorada y policromada, uno con una imagen de la Virgen del Rosario y el otro con una Dolorosa[8]​ de la escuela malagueña del siglo XIX.

Los exteriores del Cementerio de San Miguel fueron utilizados en 1952 para el rodaje del largometraje Duende y misterio del flamenco dirigido por Edgar Neville.[9]

El cementerio fue nombrado por Julio Verne en uno de sus libros, Viaje al centro de la Tierra. (Esto es falso, el cementerio que aparece es el de San Miguel, de Burdeos (Francia).



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