x
1

El?bieta Bie?kowska



El (en ugarítico 𐎛𐎍, en fenicio 𐤀𐤋, en siríaco ܐܠ, en hebreo אל, en árabe إل o إله, cognado del acadio ilu) En la religión cananea, Ēl era el nombre de una deidad principal[1]​, al igual que para los hablantes semíticos orientales del Período Dinástico Arcaico (2900 aC) [2]​ y significa «padre de todos los dioses»[3]​ (en los hallazgos arqueológicos siempre ha sido encontrado frente a las demás deidades). En todo el Levante mediterráneo era denominado IL o Ēl, al dios supremo, padre de la especie humana[4]​ y de todas las criaturas.[5]​ Los sumerios tenían un dios equivalente llamado Anu.[6]​ Por lo general, Ēl se representa como un toro, con o sin alas, por su fortaleza y potencia creativa, al igual que su primogénito "Hadad".[7][8][9][10]

El dios egipcio Ptah recibió el título ḏū gitti 'Señor de Gath' en un prisma encontrado en Laquis que tiene en su cara opuesta el nombre de Amenhotep II (1435-1420 aC). El título ḏū gitti señala que a Ptah a menudo se le llama el Señor (o el único) de la eternidad y se piensa que puede estar conectado como epíteto con El,'olam' El Eterno.[11]​ Sin embargo, en los textos ugaríticos, Ptah se identifica más bien con el dios Kothar-wa-Khasis, pero en el mandeísmo, el dios Ptahil, cuyo nombre se combina Ptah e il/el.[12]

Ēl era conocido como sanador, el nombre Rafael o Rapha-Ēl, significa 'Ēl ha sanado' en la cultura Ugarit, esto se atestigua aproximadamente en el 1350 a. C. en una de las cartas de Amarna.[13]​ En una narración se describe un banquete al que el dios Ēl invita a los otros dioses, en la fiesta Ēl se emborracha, hace un escándalo y luego cae después de buscar pelea con uno de los invitados. El texto termina con un encantamiento para la cura de alguna enfermedad, posiblemente la resaca.[14][15]

En las tablas de Ugarit, ese dios primigenio figura también como el esposo de la diosa Asera; Ishtar entre los babilonios [originalmente llamada Athirat (o Afdirad)] que en la Biblia recibe el nombre de Astoret. La forma griega es Astarté (la cual es la madre de todos los dioses,[16]​ la esposa celestial, la reina del cielo).

Representaciones del dios El se han encontrado en las ruinas de la Biblioteca Real de la civilización Ebla ―en el yacimiento arqueológico de Tell Mardikh (Siria), que data del 2300 a. C.―. En algún momento de la historia pudo haber sido un dios del desierto, pues un mito dice que tuvo dos esposas y que con ellas y sus hijos construyó un santuario en el desierto.

El ha sido el padre de muchos dioses ―setenta en total― los más importantes fueron Baal Raman (Hadad), Yam, Mot y Dagan, los cuales tienen atributos similares a los dioses Zeus, Poseidón u Ofión, Hades o Tánatos, entre otros; los antiguos mitógrafos griegos identificaron a El con Crono, el rey de los titanes.

Para los pueblos cananeos, El era la deidad principal, el rey, creador de todas las cosas, el juez que dictaba lo que debían hacer tanto los hombres como los dioses. Su esposa primaria fue Ashera o Asera, la madre de los dioses, representada en los santuarios cananitas con árboles ornamentados. Pero tuvo otra esposa: Anat hermana de Hadad (Baal Raman (el trueno, señor del trueno), esta última, era llamada «la amante de los dioses» (ambas eran diosas de la fertilidad). Para los cananeos Él es el padre de la «divina familia» y presidente de la asamblea de los dioses en el Monte de la Reunión. Es llamado «toro» por su fortaleza y potencia creativa, es el «Anciano de Días», la «Roca de las Edades», está representado en una roca en Ras Shara.[17]

En los mitos Ugaríticos, El es llamado Bny Bnwt, que significa ‘creador de todas las cosas creadas’, aunque algunos lo traducen como ‘dador de potencia’. En las dos inscripciones halladas en Ugarit, hoy Ras Shamra, El es retratado como un dios frío y distante, «en el flujo de los [dos] ríos», posiblemente el Edén, de donde un río fluía para formar a los ríos Tigris, Éufrates, Guijón y Pisón,[17]​ tal como se describe al Edén en la Biblia.

Aparte de ser llamado «el creador», El también era llamado «el bondadoso», «el compasivo» en los mitos Ugaríticos (títulos que aparecen en el Tanaj para referirse a Yahveh).

En Canaán el rey era nombrado «siervo de El» una tradición compartida en la antigüedad por ejemplo en Los Faraones de Egipto («Ramsés engendrado por Ra»), los reyes de Israel como Omrí «mi vida es Yahweh». Este sistema de estado se llama teocracia y describía el estatus de los reyes antiguos como ejecutores de la voluntad divina.[17]

En los tiempos de Palestina, «los hijos de El» significaban ‘los dueños de los ganados, adoradores del dios-toro El’, y «las hijas de Adán» significaría ‘las mujeres de Adama [la tierra, el suelo]’; Adama era una diosa de la agricultura.[18]

Al principio el culto a Yahweh tenía muchas similitudes con su herencia cananea. El Tanaj muestra ese sincretismo en muchos pasajes, por ejemplo la concepción de Yahweh como presidente en la «corte de los dioses» o «la divina asamblea» (BeneEl), también es para referirse a la divina familia de El, en Deuteronomio 32 , empieza con Israel en sus lapsus de fe y termina con el aserto de la destrucción de sus enemigos. En Deuteronomio 32:8 se representa la primera etapa de los israelitas en su adaptación del concepto de Yahweh al mando de la «asamblea de dioses» de la mitología cananea; la concepción de Yahweh como simplemente el principal entre todos los dioses. A lo largo de la historia de Israel primero nombró a Yahveh como el «altísimo» entre la asamblea de «los hijos de El» (o «hijos de IsraEl» según la Septuaginta) aunque se disputa la fecha de este poema, más tarde (en el 900 a. C.)[17]​ se hizo desaparecer la corte completa de dioses y se condenó esa idea como apostasía.

Al panteón cananeo se le conocía en conjunto como Lhm,[19]​ pronunciado según la zona como iLhm, eLohim, aLaham, entre otros.[20]​ El término Lhm está formado por L que se refiere a Ēl, Lh que significa estar al frente/a la cabeza y la m indica plural, por lo tanto, Lhm significaría, los que están encabezados por Ēl.[19]

Ēl vivía con la diosa Astarot (madre de todos los dioses, esposa celestial, reina del cielo) en una tienda en lo alto de una montaña (el equivalente al monte olimpo) , en cuya base se originaba toda el agua dulce del mundo, esta pareja formaba la cima del panteón. El segundo escalón estaba conformado por sus hijos, los "77 u 88 hijos con Astarot"[21]​ (los cuales tienen atributos similares a los dioses Zeus, Poseidón, Hades o Tánatos). Baal era un dios prominente en este grupo, que tenía su propia sede en el Monte Zaphon (جبل الأقرع), pero con el tiempo Baal se volvió la principal deidad canaanita, por lo que Ēl se transformó en el poder ejecutivo y Baal en el poder militar de la creación. Debajo de los setenta dioses secundarios había un escalón comparativamente menor de deidades de la industria y el comercio, y un cuarto escalafón especial para los ángeles (mensajeros de los dioses). Ēl y sus hijos componían la Asamblea celestial, y cada miembro tenía una nación humana bajo su custodia, Ēl dividió a las naciones entre sus hijos.

En el arte ugarit, el dios Ēl era representado como un patriarca barbudo, muy bebedor de vino en festines y soltero. Esto podría aludir que el dios no habitaba en templos hechos por hombres. Aparte de ser juez,[22]​ Ēl podía sanar, como cuando curó a su hijo Kirta, incluso el dios Baal pide que sane a uno de sus siervos, a Danel que significa; "Ēl es juez".[23]​ En las tablas de Ugarit, es llamado Bny Bnwt, que significa ‘creador de todas las cosas’, donde es retratado como un dios frío y distante. Las representaciones de Ēl se han encontrado en las ruinas en la hoy Siria, que data del 2300 aC. En algún momento de la historia pudo haber sido un dios del desierto, pues un mito narra que tuvo dos esposas y que con ellas y sus hijos construyó un santuario en el desierto. El también era llamado «el bondadoso», «el compasivo» y como tal, «el Altísimo».

Su esposa primaria fue Astarot o Asera, representada en los santuarios cananitas con plantas ornamentales. Pero tuvo otra esposa: Anat hermana de Baal, esta última, era llamada «la amante de los dioses» (diosa de la fertilidad). Para los cananeos Ēl era el padre de la «divina familia» y presidente del celestial.

Nietos

Según el pasaje de Génesis 32:23-28, el nombre Israel (ישראל Ysrl YisraEl) representa al patriarca Jacob, ‘que pelea con El’, aunque otros autores lo traducen de diferentes maneras.[24]

En Moisés.

Pero las diversas traducciones no muestran uniformidad acerca de ese dios:

La palabra «El» significa ‘dios, poderoso, fuerte’ y también ‘ídolo’.[28]​ En la mayoría de las traducciones, el sitio conocido como Bethel[29]​ se traduce como ‘casa de Dios’, siendo beth ‘casa’ (como Bethlehem es ‘casa del pan’, Bethania ‘casa de la aflicción’, Bethsaida: ‘casa del pez’) y El puede referirse tanto a Yahweh como a cualquier dios en general. Por lo tanto, Beth-el podría no ser la Beth Yahvé, sino la casa de El.[30]

Así, posteriormente Israel sería el pueblo elegido: el que se enfrentaría a los ídolos (Ver idolatría), pues seguiría el camino trazado por el dios único Yahweh. En la primera mitad del siglo X a. C. ese pueblo alcanzó tal objetivo durante los reinados de David y Salomón (Israel se había convertido en el Reino unificado de Israel, un estado teocrático con Yahweh en la cabeza). Pero el Tanaj indica que posteriormente las doce tribus de Israel se dividieron porque no llegaron a un acuerdo de quien sería el sucesor de Salomón.

Ocurrió que las tribus norteñas habían copiado el materialismo (ver Amós 6:8; 8:4-7; Jer 5:26; Habacuc 1:2-4) de los paganos (los cuales adoraban al dios El), mientras que Judá se mantenía «un poco menos infiel… reconocía todavía a Yahveh» (Libro de Oseas 4:15; 11:12; Libro de Amós 2:4-8).[31]

Luego de la división del reino el nombre de El (usado en los idiomas semitas para designar a la deidad principal, el toro o becerro) se difundió más entre los israelitas del norte. [Esas diez tribus del norte ―propiamente llamadas Israel- son Aser, Dan, Efraím, Gad, Isacar, Manasés, Neftalí, Rubén, Simeón o Simón y Zabulón]. Por su parte los del sur ―propiamente llamados de Judá o levitas y benjaminitas (Judá, Benjamín)― de donde viene el nombre de judíos, siguieron manteniendo el ritual a Yahweh en Jerusalén.

Hacia el siglo VIII a. C. el culto al dios El estaba bastante arraigado entre los israelitas del norte. Los frecuentes intercambios comerciales (sobre todo con Tiro) contribuían a ello. Absorbían cultos fenicios, asirios y sidonios. Por ejemplo, según 1 Reyes 16:31, un hijo de El (Melqart) era el «dios de Tiro» o «el Ba'al de Tiro». El rey de Sidón (Ethba’al) era servidor de Baal (Habbaal). El culto de este dios se introdujo en las tribus norteñas de Israel cuando el rey Ajab (o Acab) se casó con Jezabel, hija de EthBaal, rey de los sidonios.

Este «dios de Tiro» permaneció en Israel hasta el reinado de Jehú, quien lo anuló (Libro de Oseas 9:13; Libro segundo de los reyes 10:26).

En ciertas ocasiones, los israelitas utilizaban el término El para referirse a Yahweh, dado que esa era el término con que se denominaba a Dios. A veces usaban la variante Elohim (אֱלׂהִים). La palabra El significa ‘dios, poderoso, fuerte’, pero también ‘ídolo’.[28]​ Por lo tanto es una palabra genérica (deidad) que puede ser usada para cualquier dios, incluyendo a Baal, Moloc o Yahweh. A su vez, Elohim es una palabra de uso común que puede significar ‘dioses’ aunque también ‘Dios’.

Algunos judíos y cristianos consideran que este término debe de haber sido mayestático (es decir, símbolo de majestad de la divinidad), de manera que cuando Elohim se aplica a Yahveh significaría ‘el fuerte’ (según Skizzen, 3, 169), o ‘ser poderoso’ (según Dillmann).
Facciones del catolicismo también sostienen que pueda tratarse de una revelación inconsciente de la Santísima Trinidad.

Luego de salir de Egipto y ya en el desierto, a los hebreos no les resultaba fácil abandonar el «modo de vida» (materialismo) que durante decenios habían experimentado en tierras egipcias. Por eso, ante cualquier dificultad los hebreos volvían al culto de El: (estas afirmaciones son válidas para creyentes, para el estudio crítico de la Biblia serían completamente anacrónicas, ya que la anterior concepción de contraste con la cultura cananea pertenece a época post-exílica, 800 años más tarde). Así dice la Torá.

Una vez en la tierra prometida (Canaán), los israelitas fueron afianzando su culto a Yahvé hasta que pudieron consolidarlo en la época del rey David (siglo XI a. C.). Posteriormente ―durante el reinado de su hijo Salomón― ese «pueblo elegido» conseguía vivir bajo la ley de Dios. La paz se había afianzado y los habitantes vivían en un clima de relativa prosperidad. Pero tiempo después la mayor parte de las tribus volvieron al culto al becerro-toro El. La Biblia refleja ese episodio en términos muy similares a los anteriores:

Se puede apreciar la facilidad con que se pasaba del culto a Yahveh hacia el culto del becerro-toro, o sea el dios El. Dado que religión era equivalente a «modo de vida», hay quienes ensayan una explicación:

Seguir el culto a Yahveh exigía esforzarse para lograr una comunidad de hermanos, donde se defienda a los más débiles y prime la justicia. De esa manera se lograría la felicidad general, y Yahvé se encargaría de darles prosperidad y tranquilidad en sus fronteras (1.ª Re 2:3; Prov 29:14; Salmo 147:14). Seguir ese "modo de vida" era seguir los lineamientos de Yahvé:

Por su parte los no hebreos basaban su vida en el materialismo (dioses materiales) a los que se rendía culto "para obtener bienes y riqueza". Para conseguir dicha riqueza podía utilizarse el comercio engañoso ―lo cual caracterizaba a los pueblos cananeos―. La mentira y el saqueo se transformaba en una práctica común.

Pero a los pueblos «opresores» les iba bien, es decir, se sentían económicamente satisfechos, sin importarles a qué cantidad de pueblos estaban sometiendo. Por eso seguían adorando a El.

La solidaridad y compasión no eran compatibles con ese pensamiento. De allí que el culto al becerro (lo cual representaba al dios El ―un dios bondadoso, dispuesto a perdonar... que permitía aquellos métodos de enriquecimiento) era muy tentador. Por lo tanto: seguir manteniéndose en el culto a Yahvé, en medio del tentador culto a dioses materiales de los cananeos y naciones vecinas era un gran desafío para los hebreos. [Notar que lo que más se reprocha a las tribus que volvieron al «dios becerro» es su comercio engañoso y la opresión a los más débiles (Isaías 10:2; Jeremías 5:27; Amós 6:8; 8:4-7; Miqueas 3:11)]. La idolatría que repudian los profetas del siglo VIII a. C. hace directa alusión al modo de vida:

El cántico de Isaías (siglo VIII a. C.) manifiesta un panorama desolador: Expresa que Yahvé «esperó de ellos derecho» (mishpat) «y ahí tenéis: asesinatos. Esperó justicia» (dsedaqah) «y ahí tenéis, lamentos» (Is 5:7). Dicho profeta continúa con su invectiva contra «los que añaden casas a casa y campos a campos hasta no dejar sitio y vivir ellos solos en medio del país» (Is 5:8); esos son «los que llaman al mal bien y al bien mal», y luego agrega: «Contra ellos se inflama la ira de Yahvé» (Is 5:25).

Asimismo el profeta Amós fustiga a las mujeres de los poderosos (entregadas como ellos a la comodidad y al abuso): «Oprimís a los indigentes» (dallim), «maltratáis a los pobres» (ebionim), «y pedís a vuestros maridos: “Traed de beber”» (Am 4:1).

[La Ley de Yahvé permitía que hubiera gente más próspera que otras, pero no que un rico se aproveche de su posición de privilegio (2.ª Sam 12:1-6)]. Congruente con todo esto, en el libro Apocalipsis se le reprocha a la Gran Ramera que sus negociantes «usan artimañas para llegar a ser los magnates del planeta» (Ap 18:23). Tal como lo adelantaba Zacarías cuando se refería al Juicio Final:

«Y en aquel día no habrá más negociantes [kenajaní: ‘cananeos’] en la casa de Jehová de los Ejércitos» (Zac 14.21).

Uno de los datos que muestra el sincretismo en el Antiguo Israel es que cuando se utiliza la forma El para referirse a Yahveh en vez de Elohim, paralelamente tienen el significado del título que los demás pueblos semitas le daban a la deidad El. Así en los pasajes en los que se refieren a Dios como «el Fuerte de Israel» o «el Fuerte de Jacob» (uno de los títulos de Yahveh en la Biblia), literalmente dice «el Toro de Jacob» o «el Toro de Israel» (Salmos 132:2,5, Isaías 1:24, 49; 26, 60:16, Salmo 22:16, entre otros). Esto podría dar lugar (para un desprevenido) a caer en el engañoso culto al toro-becerro (o sea, el culto a El o Baal).

En el idioma hebreo otro nombre para designar a Yahveh es la forma "Abir" significando poderoso, fuerte, la forma para los demás es "Abbir" del mismo significado, incluyendo la palabra Toro (nombre con el que se referían a «el otro El») así para referirse a Yahveh se utiliza Abir y para los demás Abbir, como en el caso de "los fuertes toros de Basan".[32]​ Otros escritores simplemente lo traducen de manera literal: ‘dioses’.

Una referencia a El en los textos ugaríticos y a Baal en representación del «jinete de las nubes», o «el que cabalga entre las nubes», es muy similar a las expresiones que la Biblia utiliza para Yahveh (Salmo 68:4, Deuteronomio 33:26, 2 Samuel 22:11).

que para ayudarte cabalga en los cielos,

En otras ocasiones los israelitas usaban el nombre El o Elohim, para referirse a una o varias divinidades extranjeras.

Por la gran variedad de nombres de dioses que pueden leerse en la Torá, algunos autores plantean la teoría de que originalmente los pueblos semíticos que se agruparon bajo la denominación de “hebreos”, tenían creencias politeístas que progresivamente fueron perdiendo y adaptando hacia el monoteísmo, durante la época previa a las primeras adiciones que conformaron la Torá.

Todos los nombres como Ismael, Miguel, Israel y demás eran una forma teofórica, es decir los sufijos de los elementos (il, ilu o el) representan un "nombre divino" en este caso el supremo nombre del dios El, pero durante el reinado de Ebrum (rey de Ebla que se supone que fue el patriarca Eber [Heber], de donde proviene el nombre de hebreos) cambió de forma teofórica, de -el a -ya (w), de esta manera nombres como Mikailu (Miguel) se convirtieron en Mikaya (w), de esta manera el rey Ebrum cambió paulatinamente la religión de Ebla de su tiempo, asociándolo así con el nombre bíblico de Yahweh (-ya [w]), transformando a Yahweh en el Dios nacional, en vez de El.[34]

El dios El en topónimos y antropónimos bíblicos.

También hay muchas palabras cuya etimología aparentemente no está relacionada con el dios El:

El aparece como sufijo de muchos nombres:

También hay muchas palabras cuya etimología aparentemente no está relacionada con el dios El:



Escribe un comentario o lo que quieras sobre El?bieta Bie?kowska (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!