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Esencia (filosofía)



En filosofía, la esencia de una cosa es aquello invariable y permanente que constituye su naturaleza. Preguntar qué es un ente cualquiera es preguntar por la esencia de dicho ente.[1]

La palabra esencia viene del latín essentia, que es un calco del griego οὐσία (ousía).[2]​ Οὐσία es un sustantivo verbal derivado del verbo εἶναι (eïnai), el cual significa «ser». De la misma manera, essentia deriva del verbo latino esse, que también significa «ser».[3]

Essentia en la filosofía tradicional se ha interpretado como sustancia, con un doble sentido:

Lo que introduce las siguientes correlaciones:

En lógica de primer orden el discurso es respecto al conocimiento de los hechos de experiencia mediante la designación de los individuos conocidos.

En lógica de segundo orden el discurso es respecto al conocimiento de lo real como realidad, es decir el discurso científico que considera como objeto de su estudio la esencia o propiedad, o conjunto de propiedades que define una clase natural.[4]

En la filosofía tradicional la esencia ha sido considerada como la propia e indisoluble identidad de las cosas frente a la apariencia fenoménica de la experiencia, lo que situaba a la esencia en una realidad metafísica.

Actualmente, no se considera la metafísica dentro del ámbito de la ciencia. Lo real de las esencias deviene solamente objeto de especulación, como tendencia al esencialismo. Así pues definimos:

La ciencia considera las propiedades que se manifiestan en la experiencia o experiencia posible, como predicados de un conjunto de individuos que tienen dicha propiedad en común; es decir una clase lógica. De este modo el objeto de estudio adquiere una dimensión universal referida a un universo de posibilidades en el mundo, siendo el sujeto gramatical de su discurso la propiedad, o conjunto de propiedades que pretende significar, de forma directa o de forma derivada, una clase natural.[5]

Cada ciencia por ello distingue su objeto material y su objeto formal.[6]​ El avance teórico, la reflexión sobre lo general como modelo, exige la comprobación en lo concreto y material en el experimento o en las inferencias materiales que puedan deducirse de la teoría.[7]

Platón consideró la "esencia" según el segundo sentido señalado en la introducción, como ίδέα (idea) o forma eterna e inmutable de las cosas materiales y sensibles con un sentido metafísico, realista y trascendente.

Considera las ideas como esencias separadas, verdadera realidad que es. Las ideas son modelos de las cosas materiales y éstas únicamente son por participación y no constituyen verdadero ser.[8]

El verdadero introductor de la esencia en la doble dimensión señalada anteriormente es Aristóteles.

Aristóteles utiliza dos expresiones para el concepto de esencia: ούσία (Cat., 5, 2 a 11 y ss.) y τό τί ἧν εἴναι (Met., Z 7, 1032b 1-2)

Por otro lado dice:

Lo que se suele interpretar de la siguiente forma:


Aristóteles, a diferencia de Platón, parte del hecho de la existencia de la sustancia primera (ούσία), que es la sustancia propiamente dicha.

Mientras la sustancia primera (sujeto de todos sus predicados) permanece en la existencia a través de los cambios (como desarrollo de su forma sustancial) permanece su identidad como 'sustancia segunda (sus predicados esenciales, su esencia).

Esta identidad son predicados que están indefectiblemente unidos a la sustancia primera en su devenir existencial. Y son:

que constituyen por eso la definición de lo que un individuo es.

Aristóteles considera el όρος o definición como κατηγορούμενα; uno de los predicables que lo define como predicado convertible con el sujeto de forma esencial.

Pero el hecho de considerar la esencia como predicado genera un cierto problema de interpretación:

De aquí que el sentido del concepto de esencia depende a veces de la predominancia en uno u otro aspecto de la doble dimensión señalada en el concepto. Si ponemos el acento en lo que es como esencia, ponemos el acento en la comprensión lógica, con el peligro de hacer lo universal, el concepto, como si fuera algo real, con valor metafísico.

Si ponemos el acento en el individuo existente conocemos las propiedades sensibles con las que se manifiesta el individuo como apariencia; pero siempre queda en el aire el fundamento que lo constituye como género y especie, puesto que no son propiedades sensibles.[9]

Para Aristóteles tal problema no existe puesto que el entendimiento agente es intuitivo de la esencia a partir de un proceso de abstracción lógica y el concepto puede ser expresado en términos mediante el uso de una lengua.[10]

La tradición neoplatónica del cristianismo subrayó el sentido platónico primitivo, pues las esencias se constituían como ideas subsistentes en la mente divina principios de la Creación conforme al plan de su Divina Providencia, manteniendo de esta manera su sentido metafísico.

Pero en Latín ούσία se tradujo mediante el término hipóstasis como sustancia primera. Y la sustancia segunda se tradujo como essentia derivándola del infinitivo del verbo esse que también tiene el sentido de existir. Así San Agustín, De Trin., V ii, 3 : Esencia se dice de aquello que es ser (ab eo quod est esse dicta est essentia). Lo mismo que sapientia que proviene de sapere y scientia de scire.

Mediante esta traducción se puede confundir entonces el ser, ESSE (de la sustancia primera) y el ESSE (de la sustancia segunda) como proviniendo ambos sentidos del mismo principio.

De este modo los cristianos al considerar a Dios principio absoluto:

corresponde a Dios todo el fundamento de uno y otro sentido como Ser que Es; ideal que fundamenta la creencia en el Dios Creador cristiano .

Boecio, en su intento de recuperar el pensamiento de Aristóteles y sintetizarlo con la tradición platónica cristiana, considerará la esencia como forma y como natura. Forma en cuanto puede ser objeto del entendimiento y por tanto objeto de definición. Natura en cuanto constituye al ser como principio causal de la creación.[1]​ Lo que da origen a la problemática posterior sobre la esencia en los siglos siguientes.[11]

La reintroducción del pensamiento de Aristóteles en occidente a través de los árabes, siglo XI, abre nuevas perspectivas y plantea diversos problemas:

La utilización del término esencia, a partir del infinitivo latino “esse”, tal como introdujo San Agustín, suscita diversos problemas al aplicar dicho concepto a Dios. Pues Dios no puede considerarse como una cosa más y sin embargo es más existente que todas las demás cosas. Esto adquiere especial relevancia al recuperar el pensamiento aristotélico a partir del siglo XI.

Para algunos medievales, junto con el esse infinito perfecto de la idea del Ser platónico, existir es ante todo el esse, entendido como “actualidad”, subsistens, . En Dios se mezclan los dos sentidos en un solo y único término lingüístico.[12]

El problema de la esencia no es simple. Los escolásticos la trataron con mucho detalle, pues consideraron la esencia en tres modos posibles: en la cosa, en el concepto y en sí misma valorándose de una u otra forma según se subrayara un aspecto u otro de la cuestión.[1]

Será Santo Tomás quien aplicando un esquema analógico al aristotélico de potencia-acto, sintetizará la cuestión en la distinción real entre ser de esencia y ser de existencia, rechazando el argumento ontológico de San Anselmo.

Para Santo Tomás la distinción real entre esencia y existencia en los entes creados no significa que la existencia sea un mero accidente de la esencia. La existencia puede proceder de una causa eficiente trascendente a la esencia (Dios Creador, en quien esencia y existencia coinciden) y no ser un “agregado” o accidente de la esencia, sino un acto de la esencia a partir de su ser en potencia como posible.[1]

Tal es el sentido de la “creación” del mundo a partir de las esencias como ideas divinas (Divina Providencia) y de las existencias como sustancias individuales en el mundo sensible y material como movimiento por la acción de las causas. Lo que hace posible argumentar la existencia de Dios a partir de la existencia de las criaturas, como IPSUM ESSE SUBSISTENS.[13]

Tal es el acierto de la síntesis tomista entre la tradición neoplatónica cristiana y el aristotelismo incorporado a la filosofía occidental a partir del siglo XIII.

Un nuevo enfoque aparece en esta problemática con el pensamiento de Duns Scoto y el pensamiento de la orden franciscana en oposición al tomismo de los dominicos. El problema de la individuación.

Para Duns Scoto lo individual es una entidad positiva, y por tanto ha de tener una haecceitas, como algo esencial, que lo constituya como individuo con respecto a lo universal de la especie. Pues el conocimiento perfecto es el conocimiento de lo individual.

Con ello se inicia un proceso de valoración del conocimiento singular, y por tanto de la experiencia, que va a tener enorme importancia en la evolución del pensamiento hacia la Edad Moderna, al poner en cuestión la supervaloración de lo universal de toda la tradición platónico-aristotélica renovada con el tomismo.[14]

Lo universal, que se predica de todos los individuos que tienen en sí la misma forma, se predica de cada uno de los seres que pertenecen al mismo género y especie o tienen la misma forma accidental, lo que se expresa mediante los universales.

El juicio aristotélico, y la filosofía tradicional así lo entendía, es verdadero porque manifiesta lo que «es» el sujeto en su verdadera realidad mediante la predicación del universal como concepto lógico.[15]​ Por eso el juicio es categórico, y los razonamientos, bajo la forma del silogismo, es un razonamiento categórico.

Pero en la Universidad de París, se hará problema de conceder a los conceptos un grado de realidad. Los nominalistas considerarán que los conceptos no son más que nombres que designan las cosas, ya que el conocimiento es ante todo del singular, de lo que se da en la experiencia.

Problema de la oposición: Lo universal (concepto-esencia) frente a lo particular (individuo-existencia).

El padre Suárez, ya en el siglo XVI, examina con detalle el problema de la esencia:[16]

Con Descartes la reflexión filosófica deviene sobre planteamientos completamente diferentes.

En la filosofía tradicional el origen y fundamento se busca en el “objeto de conocimiento”, y el fundamento se encuentra en lo real, designado como “ser” y comprendido como “realidad”. Ahora el origen y fundamento de la reflexión es la reflexión misma en la conciencia, el pensamiento.[17]

Ahora el objeto:

De este modo la sustancia, como sustancia primera, es concebida de dos modos:

Y la esencia, como sustancia segunda es concebida como posibilidad de existir, de tres formas diferentes:

En la Edad Moderna pues se considera una distinción:[1]

Pero de hecho la esencia real sólo es enunciable por medio de la primera. Por ello la lógica de Port Royal hará una distinción entre atributos y modos en cuanto a los predicados.

En el dominio del conocimiento, esta distinción significa que la esencia es la condición de posibilidad de la definición y del concepto, pues lo que es una cosa es para ella necesario e idéntico a sí mismo.[21]

Para los racionalistas la necesidad es el objeto del discurso científico, porque el objeto de la ciencia es la esencia que identifica.

Para los empiristas la sustancia y la esencia no es sino una idea compleja por asociación en el sentido de esencia nominal. No es posible un conocimiento universal y necesario.

El intento de síntesis kantiana entre racionalismo y empirismo acaba siendo un límite para el conocimiento, que queda de esta forma restringido al ámbito de lo fenoménico. Lo real. como noúmeno, solo puede ser pensado, no conocido.

Las categorías para que puedan ser aplicadas al objeto como conocimiento en cuanto tal, necesitan de una síntesis entre los datos de la experiencia sensible y algo que sea homogéneo con la propia categoría. Tal función es realizada mediante los esquematismos y los principios del entendimiento.

Tales esquematismos hacen posible la consideración del objeto como:

Para que sea posible la experiencia y sea posible la expresión de la múltiple diversidad de la experiencia sensible en un juicio sintético a priori, el entendimiento posee unos principios a priori de la posibilidad de la experiencia:

Lo que permite el conocimiento del objeto como sujeto permanente de sus predicados y sus relaciones con lo demás como sustancia, si bien esta únicamente encuentra su referencia en los límites de la experiencia posible según

En última instancia la sustancia como objeto y su esencia como concepto y su expresión de predicados en juicios, queda reducida a la síntesis del contenido material de las intuiciones sensibles de la experiencia, elaborada por el entendimiento conforme a sus intuiciones puras de espacio y tiempo, sus esquematismos y la aplicación de sus conceptos puros o categorías conforme a sus propios principios.[22]

El pensamiento kantiano es una frustrada síntesis entre el racionalismo y el empirismo que deja fuera del conocimiento lo real; no es posible la metafísica.

La ούσία como sustancia, y τό τί ἧν εἴναι como esencia, que han llenado el pensamiento tradicional como objeto del conocimiento de lo real, es ahora únicamente “realidad conocida, o pensada”, pero su relación con lo real queda fuera del ámbito del conocimiento y reservada únicamente al ámbito de la especulación como postulado de la Razón, como noúmeno.

Kant viene a consolidar la ruptura entre el orden físico de la naturaleza sensible y el orden del alma, del espíritu, como autoconciencia que representa el pensamiento moderno de Descartes y el triunfo de la Física como ciencia.[23]

La escisión Naturaleza-Espíritu, entendido este último como auto-conciencia, como capacidad de “ser para sí”, (que se manifiesta en la raíz indudable del pensamiento cartesiano: “pienso, luego existo”), establece sin duda alguna la primacía del espíritu en los diversos idealismos.[24]

Hegel lleva a cabo la ingente tarea de mostrar una síntesis entre la oposición naturaleza-espíritu; sujeto-objeto; yo (conciencia)-mundo; experiencia-ciencia; necesidad-libertad.[25]

Superación de todas las oposiciones en la unidad del Absoluto. Absoluto que es Naturaleza-y-Espíritu, una unidad donde se manifiesta la Verdad Absoluta como Sistema.[26]

Y en el sistema la esencia ocupa una función capital: La esencia es la verdad del ser.[27]

La esencia no consiste en algo negativo (que no-es pero es posible, es decir como algo exterior al ser), sino como lo que hace posible el movimiento propio, infinito, del ser. La esencia es el lugar intermedio entre el ser y el concepto.[28]

La mediación del Ser y el concepto como verdad y resultado es la esencia. La esencia, a su vez, dialécticamente, se desarrolla en tres fases:[1]

En este momento la esencia, dice Hegel, antes de pasar al concepto, es realidad, como actualidad.[1]

Una nueva fundamentación de las esencias, como restauración del catolicismo frente al empirismo e idealismos del XIX, es el intento de Rosmini.

El principio del que se parte es de la “esencia del ser” como forma del pensamiento que hace posible el conocimiento: El hombre piensa el ser de un modo universal (Nuovo saggio, Ed. Castelli, § 399)[32]​ de modo que nacemos con la presencia y con la visión del ser posible (§ 468).[33]

De esta forma, considera Rosmini, que el mundo se hace inteligible. Pero lo inteligible no es sólo aquello con lo cual algo se conoce, sino aquello que hay, que existe. Por ello son posibles las aplicaciones de la idea del ser como esencias a lo real (§ 1137 y ss.).

Las esencias no son una hipóstasis de lo sensible, pero constituyen el verdadero mundo objetivo humano, y el pensamiento lo aplica a lo real, no de forma psicológica (como en el empirismo) ni constructiva (como en el idealismo) sino “naturalmente”. De esta forma el mundo es objetivo e inteligible.(§ 1226).

Esta dialéctica de lo inteligible hace posible el elevarse hacia el ser infinito como esencia, que en último término conduce a un conocimiento a priori de Dios.

El ser necesario-lógico se identifica pues con el ser necesario-subsistente de manera que no hay más que una necesidad única, lógico-metafísica, que está a la vez en la mente y en sí misma. (§ 1461).

No obstante este intento de restauración fundamental del catolicismo no fue aceptado por la iglesia que rechazó estas ideas por “ontologismo”.

Superado el idealismo del siglo XIX y consolidado el valor de la verdad científica por vía de los hechos en el dominio de la naturaleza, el pensamiento contemporáneo, parte del hecho de la experiencia en sí misma como fenómeno y del carácter intencional de la conciencia.

Se concluye de modo general que no es posible un conocimiento directo sino interpretativo y por medio del lenguaje como segundo sistema de señales. El concepto de verdad es, lógicamente considerado, como una aplicación metalingüística.

Por ello la dimensión filosófica de la esencia, como identidad, no tiene la importancia que ha tenido a lo largo de la historia. Su contenido significativo es sustituido por términos como la propiedad o notas.

George Santayana considera el mundo de las esencias como un mundo platónico sin hipóstasis, es decir sin la condición de la sustancia; un mundo con realidad de significación; un mundo que no responde a realidades metafísicas, ni a conceptos. sino a la peculiaridad del mundo en cuanto ser conocido y en su condición de posibilidad como mundo inteligible;[34]​ en relación con la cultura.[1]

Santayana no pretende encontrar ni fundamentar una verdad absoluta, sino una verdad basada en un sistema específico, sea éste la ciencia, la religión o la filosofía.

No obstante señala el primado de la ciencia en su sentido más cercano a la tradición materialista y empirista sajona.

Santayana se sitúa en un sistema prelógico de lo real, anterior a cualquier postura afirmativa ante el mundo, libre de todo prejuicio desde donde construir un sistema.[35]​ Un sistema que no será ni realista ni idealista sino un conjunto de verdades parciales articuladas en un sistema orgánico no absoluto ni dogmático; un materialismo que no excluye el espíritu ni el mundo ideal sino que los hace consistentes mediante la acción y el progreso de la ciencia.

Las esencias no se sobreponen al mundo de la materia como un mundo ontológico anterior al otro. Las esencias comprenden tanto las formas sensibles como intelectuales y constituyen un lenguaje que enuncia algo acerca de lo que es y que expresa una experiencia de lo real.

La prioridad de la esencia sobre la existencia, dice, conduce al idealismo, pero la ignorancia de la esencia conduce a un universo como conjuntos de existencias desarticuladas y sin jerarquía de un orden.

La ciencia, que parece fundamentarse en el materialismo sin esencia, es la demostración más clara de la demostración de las esencias, pues es lo que hace posible la previsión de los hechos de la experiencia en el reino del ser, en la medida en que encuentra significados que muestran lo que son las cosas.[36]

Husserl considera que las esencias ni son realidades metafísicas ni conceptos ni actividades mentales, sino unidades ideales de significación que se dan en la conciencia intencional cuando esta intenta describir lo dado fenomenológicamente.

No son hechos pues éstos son temporales y a posteriori, mientras que las esencias son intemporales y a priori. Son concretas y no abstractas, son idealidades, no realidades.

Pueden ser:

La diferencia entre esencias formales y materiales no consiste en su naturaleza sino en el campo de su aplicación.

Las ciencias pueden ser de esencias o eidéticas que no se fundan en la experiencia: la lógica pura; la matemática pura; la teoría pura del tiempo y del espacio y el movimiento.

Las demás son ciencias fácticas. que se fundan en las eidéticas.[1]

Especial relevancia ha tenido el existencialismo como desarrollo del análisis fenomenológico de la conciencia.

Las dificultades de la ciencia en el intento de poder encontrar los individuos elementales de la naturaleza,[37]​ centraron el interés de la filosofía en el análisis del lenguaje.

Esta filosofía intenta purificar y evitar las trampas del lenguaje y elimina prácticamente la dimensión metafísica de la reflexión filosófica. La esencia se interpreta ahora como la propiedad o conjunto de propiedades que constituyen a un individuo o definen a una clase natural.

Sobre estos supuestos se considera que:

Uno de los últimos estudios sobre la esencia con sentido de filosofía primera con un conocimiento profundo de la filosofía tradicional escolástica con sentido realista, pero al mismo tiempo profundamente contemporáneo, es la obra de Xavier Zubiri Sobre la esencia”, 1962.

Tras destacar la insuficiencia de las teroías anteriores sobre la esencia:

La esencia es considerada en cinco aspectos diferentes:[40]

Para ello hay que:

Para Zubiri:

Dado que la realidad sustantiva es un “sistema de notas constitucionales”, averiguar esas notas es averiguar cuál es el momento esencial del sistema de tales notas, por lo que Zubiri considera que la esencia es esencia de la sustantividad, no de la sustancia.[43]

Puede hablarse según Zubiri de esencias constitutivas (entitativas) y esencias quidditativas (definitorias) pero su diferencia no consiste en que unas sean realizaciones numéricas y las otras unidades comunes abstractas. La diferencia se produce dentro del mismo ejemplar numérico, pues las esencias quidditativas son, desde el punto de vista físico, momentos de las esencias constitutivas.[44]

Toda esencia constitutiva es entitativa y formalmente individual de modo que las diferencias individuales son siempre esenciales.[45]​ La esencia es un momento fundante de la sustantividad.[46]

Puesto que la esencia no es definición, ni correlato como significación, debe buscarse un modo de decir la esencia. Y este modo es la proposición esencial que no es definición metafísica ni la definición física. Es el lenguaje como constructo en el que se indican las notas esenciales como “notas de”.

La esencia es:

En el primer sentido es el cómo la cosa es construida como tal cosa. En el segundo es la cosa en cuanto de suyo, la esencia es la realidad.[47]

Formado en el positivismo combate los postulados del mismo, considerando que no hay fundamento alguno privilegiado de nuestro conocimiento ni principio alguno de verificación fijado y determinado, ni aun siquiera los datos sensoriales. Su punto de partida funcionalista y computacional de los estados mentales ha sido rechazada por él mismo posteriormente.

En cambio sostiene que nuestras proposiciones, como creencias, no pueden ser estimadas como verdaderas o falsas individualmente consideradas, por lo que hay que considerarlas dentro de un “todo holista”.[48]

Pues el considerado sujeto y el considerado objeto de la filosofía tradicional pertenecen ambos al mismo sistema de realidad.

Las percepciones e interpretaciones de la realidad sobre las que construimos nuestras evidencias no nos permiten afirmar que una sea la verdadera y las demás "falsas", como suele considerar la conciencia no crítica o las explicaciones feroces.

No es posible una afirmación fundacional al tipo del realismo metafísico como si fuera un punto de vista desde la divinidad que nos permitiera una concepción del mundo y cualquier otra pretensión en este sentido, tipo positivista-relativista o realista-materialista.

Putnam propone un realismo interno como un continuo analítico-sintético, inducción-paradigma científico, como un sistema complejo, que habla del sistema real como mundo pero siempre dentro del marco de ciertos conceptos, conjuntos de creencias, compromisos, etc.[49]

Se trata de analizar estas posiciones, evitando posiciones extremas y abundando en puntos de vista libres de prejuicios, lo que conduce a posturas empiristas no radicales ni ortodoxas, pero apoyadas en estructuras conceptuales siempre en continua revisión.[50]

El realismo directo de Putnam, tiene como objetivo el estudio de la forma en que las personas experimentan el mundo. Su hipótesis de la realizabilidad múltiple considera que no podemos establecer la identidad mente-cuerpo, pues un dolor no es equivalente a estimulación de la fibra nerviosa X. Pero se puede admitir lo que él llama argumento de indispensabilidad, según el cual  se debe creer en una afirmación porque ello resulta indispensable para determinados fines.

De especial importancia son las descripciones científicas pues constituyen una descripción “válida” de propiedades del objeto como referencias fijas de la realidad (como descriptores fijos) y por tanto son verdades necesarias a posteriori. Las descripciones en la medida en que sean referentes fijos asumidos por la comunidad científica asumen un compromiso de verdad. De esta forma el H2O deviene un referente fijo como descripción válida de un realidad: el agua.[51]

No todas las estructuras conceptuales son "opinables" de la misma manera y consistencia y con el mismo valor de verdad. No cabe duda de que algunas son más acordes con una justificación racional que otras, es decir, "son más razonables". De la misma forma que otras son claramente "falsas". Pero todas representan evidencias con valores de verdad diferentes, según el contexto en el que se establece.

Saul Kripke ha realizado estudios sobre la semántica que le han llevado a una nueva noción de esencia así como a la reivindicación de un nuevo “esencialismo”.

Sobre la base de la lógica modal establece el concepto de designador rígido capaz de designar un objeto determinado en cualquier mundo posible.

Tales designadores rígidos son los nombres tanto propios como comunes, lo que le permite hacer una revisión de conceptos tales como identidad; propiedad; a priori-a posteriori; analítico-sintético; necesidad y posibilidad.

De esta forma piensa en un realismo de los conceptos esenciales, al estilo de las verdades necesarias a posterior, de tal forma que el propio lenguaje pueda ser portador de la verdad, sin necesidad de recurrir a un metalenguaje.[52]



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