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Evidencia (filosofía)



Una evidencia (del latín, ēvidens, 'visible, evidente, manifiesto') es un conocimiento que se nos aparece intuitivamente de tal manera que podemos afirmar la validez de su contenido, como verdadero, con certeza, sin sombra de duda. En un sentido más restringido se denomina evidencia a cualquier conocimiento o prueba que corrobora la verdad de una proposición.

Todos tenemos una idea de lo que es la evidencia con tal de que no tengamos que explicar qué es y en qué consiste. Por ello se parte de la definición del concepto tal como se entiende normalmente, a partir del cual se inicia la crítica de su contenido y la evolución de su concepto a lo largo de la historia del pensamiento

El concepto normal y natural, en el sentido de no crítico, parte de la idea de que nuestro conocimiento es intuitivo y nuestras afirmaciones están fundamentadas únicamente en el conocimiento. Pero:

Se consideran dos situaciones diferentes:

1.- La percepción o intuición de un objeto[1]​de tal manera que se establece directamente la evidencia en la conciencia.

La filosofía tradicional escolástica consideraba que tal percepción era consecuencia de una 'intención primera o “simple aprehensión” en la que no hay posibilidad de error; hoy día llamaríamos “creencia" o “juicio”:[2]

Cuando lo que se percibe adquiere una unidad de objeto acompañado de memoria, como en los animales superiores, se constituye un segundo grado de conocimiento, la experiencia, como señala Aristóteles;[8]​ y en la unidad de la experiencia en el hombre la elaboración de un concepto.[9]​ Esa intuición también se produce a nivel "intelectual" a partir de relaciones entre conceptos que tienen su origen en la experiencia sensible.[10]

2.- Enunciar dicha percepción como afirmación que expresa una creencia evidente[11]​ que fundamenta la certeza de su validez como conocimiento verdadero:

En el primer caso, el de el gato que está ahí, la evidencia se aplica al conocimiento de un objeto con independencia de su formulación lingüística. Los escolásticos la llamaron evidencia ontológica.[16]

Los demás casos se refieren al conocimiento contenido en un enunciado: evidencia epistemológica.

Asimismo los escolásticos distinguían:

Evidencia de verdad que se aplica al objeto y manifiesta la verdad del conocimiento.

Evidencia de credibilidad que manifiesta la certeza de la afirmación: La posesión de la verdad por el sujeto que conoce.

Consideraron también la evidencia con respecto al objeto de que se trate:

Evidencia formal: Se trata de la evidencia de una proposición cuyo contenido de verdad es lógico-formal: Si todos los elefantes tienen alas y todos los seres alados vuelan, entonces los elefantes vuelan.[17]

Evidencia material: Ahora está lloviendo y el suelo está mojado.

Evidencia moral: La evidencia y su expresión tienen un contenido de "valor moral": No se debe robar. Matar es pecado.

Parecería que sobre la evidencia no debería existir ninguna duda ni problema. Debería ocurrir que cuando afirmamos con plenitud, sin sombra de duda, es porque tenemos evidencia de la verdad de su contenido. Y cuando opinamos es porque la afirmación no se basa en una evidencia plena sino parcial.

De hecho la conciencia vulgar, no crítica, considera el conocimiento, sin más, algo objetivo y, con las circunstancias adecuadas, intuitivamente verdadero. Cuando las circunstancias no son las adecuadas, la evidencia no es perfecta y sólo permite una afirmación débil: la opinión.

Tal era el supuesto sobre el que filosofaron los antiguos para quienes el tema de la evidencia no supuso un problema de especial relevancia, puesto que se basaba en un fundamento metafísico del conocimiento al que correspondía una actitud contemplativa.[18]

Pero dicha situación cambió de forma radical en la Edad Moderna, a partir del planteamiento cartesiano y la exigencia de certeza en la afirmación del conocimiento científico y filosófico.[19]

Tanto los racionalistas como los empiristas reconocieron la evidencia formal y su consistencia en sentido epistemológico en la deducción a partir de unos principios considerados evidentes, considerando que las deducciones son evidencias sucesivas de tipo formal según las leyes lógico-matemáticas, como relación de ideas. Hoy dicho procedimiento se concibe bajo el concepto de análisis.

Pero:

Kant intenta realizar una síntesis[21]​ que hiciera posible la justificación del hecho del conocimiento científico universal y necesario pero cuyas verdades no fueran meramente formales y analíticas sino que pudieran ser materiales, es decir con contenido en el mundo de la experiencia.[22]​ Para ello intenta justificar la posibilidad y existencia de unos juicios sintéticos a priori, que serían los juicios propios de la ciencia: Universales y necesarios, por ser a priori, pero sintéticos porque amplían el conocimiento en su contenido material al extender los posibles predicados con independencia de la noción del sujeto.

El conocimiento expresado en enunciados (o juicios), como pensaba Kant:

Pero la cuestión de tales juicios resulta menos relevante que el problema que plantea acerca de los límites del conocimiento. Los juicios sintéticos a priori, es decir la ciencia, únicamente son posibles en su referencia a lo fenoménico, es decir, al campo de la experiencia posible. La realidad como noúmeno sólo puede ser pensada, no conocida.

La evidencia es un producto de la conciencia respecto a su percepción o idea o concepto[23]​ y desconectada de lo real:[24]

Los idealismos, de tradición kantiana desarrollaron los ideales de la razón no en función del orden del conocimiento fundado en la evidencia ontológica sino en la construcción o realización de la Verdad como Ideal de la Razón (pensamiento) que se realiza (se hace real) en la praxis, en la acción.[26]​ La Razón, con mayúscula, a través de la Humanidad genera la Verdad como realidad a partir de su pensamiento dialéctico.[27]

Los positivismos, de tradición empirista, al grito de “vuelta a las cosas” estimaron que el experimento y la inducción eran suficientes para la justificación del conocimiento científico. Los éxitos constantes del progreso en el conocimiento científico y el dominio de la naturaleza parecieron suficientes para dar por supuesto que lo real era todo aquello que se puede contar, medir o pesar.[28]​ La evidencia es material y formalizable según la lógica y las matemáticas por más que la relación entre lo material de la experiencia y lo formal lógico-matemático no pueda ser mostrada. El componente formal, lógico-matemático, hace posible, realiza y construye la ciencia como necesaria y universal.[29]

Tres hechos importantes cambian la idea de conciencia y la comprensión de su soporte ontológico:

El tradicional dualismo cuerpo-alma, y la idea de espíritu que han hecho del hombre un ser separado del resto de los seres naturales deja paso a considerar al hombre como un ser más de la naturaleza, sometido a las mismas leyes naturales.[30]

Franz Brentano y Husserl y más tarde Heidegger aportan algo fundamental: Que la conciencia no es mera conciencia de "yo",[31]​ sino una conciencia de “estar-en-el-mundo” abierta intencionalmente a la realidad mundana.[32]

Husserl pretendió encontrar una evidencia intuitiva, (intuición de esencia) a través del análisis fenomenológico; lo que viene a dar lugar a una especie de intuición trascendental, en sentido kantiano, que restaura, de alguna forma, la intuición clásica de la objetividad del conocimiento.

Cassirer, por su parte, desde la superación del Kantismo, reinterpreta la necesidad de la dimensión trascendental de los conceptos mediante el nuevo concepto de función. Estudia asimismo la dimensión humana como "animal simbólico" y de lenguajes que se formalizan en tres sistemas simbólicos, cada uno según una función: El sistema de los mitos, como función expresiva; el sistema del lenguaje común que responde a una función intuitiva; y el sistema de las ciencias que responde a una función representativa y significativa. El conocimiento del mundo se interpreta así así en una dimensión cultural y social.[33]

Heidegger considera que la perspectiva desde la que la ciencia considera las cosas no es suficiente y limita u oculta el conocimiento de la entidad,[34]​quedándose sólo en su aspecto de mero objeto:

Según Heidegger la ciencia trata de objetividades pero la filosofía va más allá en su acción clarificadora que abre la conciencia al horizonte del sentido y a la comprensión intuitiva de la plenitud de significado. La física no puede llegar a la pregunta por la cosa.

Como dice en El ser y el tiempo:

Lo que nos lleva a una distinción entre comprensión intuitiva y comprensión teórica, mostrando que cuando queremos comprender la realidad plena de significado partimos necesariamente de lo que es por sí mismo natural y anterior al propio significado, lo real.

Curiosamente Heidegger coincide en este planteamiento con filósofos analíticos, herederos del positivismo, que parten de supuestos completamente diferentes como Austin o Davidson y Rorty y entra de lleno en la consideración actual del problema de la evidencia y su relación con el lenguaje.

En este contexto hay que situar la reintroducción del vitalismo, reinterpretado por Schopenhauer, Johann Jakob Bachofen, Nietzsche y Ludwig Klages como pensamiento que siempre ha estado presente en la Filosofía desde el pensamiento griego. La Fenomenología de la percepción de Merleau-Ponty; el pensamiento de Bergson y su elan vital; autores como Jakob Johann von Uexküll y Ludwig von Bertalanffy dan una "concepción biológica del mundo", el organicismo, y consideran que lo real se manifiesta como un todo orgánico en una íntima relación de lo físico junto a lo psíquico. Ortega y Gasset desarrolla el concepto de razón vital y de circunstancia así como la doctrina del punto de vista; a él pertenece la frase:

Una serie de hechos científicos pone en cuestión la ciencia positivista en la primera mitad del siglo XX:

Eso explica que algunos físicos, Erwin Schrödinger por ejemplo, compartan ideas organicistas anteriormente citadas. Según esta visión las ideas mecanicistas-materialistas clásicas han sido completamente arruinadas por la física cuántica y la biología ha de convertirse asimismo en una biología cuántica.[38]

Según este concepto los seres vivos son sistemas microfísicos y no macrofísicos; por eso no pueden explicarse por las leyes de la Física clásica.

El estructuralismo viene a justificar las formas cognitivas y su relación con lo real.[39]

Al margen de la “guerra al sujeto” que declara Claude Lévi-Strauss, ese tipo insorportable de niño caprichoso que ha ocupado tanto tiempo la escena filosófica, el estructuralismo viene a establecer la lógica de las formas culturales en sus determinaciones de evolución natural dentro de cada sociedad.[40]

Se muestran allí el sentido de los mitos en los que se encuentran las estructuras y las formas de vida culturales, donde en un entorno de realidad concreta se forjan las formas sensibles e intelectuales mediante las cuales se interpreta el mundo y se construyen las formas de vida y la estructura del lenguaje[41]​ (como ya había considerado Ferdinand de Saussure en la lingüística), y que constituye el fundamento de la Antropología actual.

Hoy el problema se concibe a partir de la reconstrucción lógica de conceptos empíricos a partir de una base única y homogénea,[42]​ constituida por experiencias sensibles o «fenómenos».[43][44][45][46][47][48]​ Según este programa no se trata de desarrollar cuestiones ontológicas, epistemológicas o ni siquiera psicológicas.[49][50]

Lo real, para la inteligencia como razón, es y será siempre un «mundo de posibilidades», en su pretensión de tener un conocimiento «fundamental».[51][52][53]

Se trata de construir desde el propio sistema, sin hipótesis previas ni externas al sistema, (es decir, ni objetivismo ni subjetivismo),[6]​ los elementos primitivos del mismo que ciertamente son «apariencias-a-un-sujeto» (Moulines) pero entendidas no como algo opuesto a un objeto o «cosa en sí» puesto que tanto objeto como sujeto son ya compuestos lógicos del sistema: lo que se entiende por pensamiento sistémico.

Como dice Moulines, y es fundamental para comprender lo que se quiere significar:

Lo que nos muestra lo difícil que es, en nuestro nivel de percepción que interpreta nuestras percepciones mediante el lenguaje, la consideración de lo real antes de cualquier interpretación significativa de nuestro lenguaje. Las evidencias normales suelen ser evidencias formalizadas a partir de nuestras creencias previas tomadas como supuestos evidentes[56]​ en un contexto físico, biológico, psicológico (individual) y cultural determinado.[57]

Téngase en cuenta que un entorno cultural es un campo de realidad tan capaz de generar «realidades de suyo» como la realidad material, en cuanto campo de realidad material, las genera materiales; pues lo cultural no es algo al margen de lo físico;[58]​ lo mismo que la mente-cuerpo no deja de pertenecer al campo de realidad;[59][60]​ no están al margen del soporte material físico que consideramos "externo".

Las formas de la belleza tienen un soporte indudable material como realidad de suyo que hacen posible la percepción de esa belleza; pero la percepción como "evidencia" de esa belleza es fundamentalmente una "interpretación cultural" en un campo de realidad cultural.[61]

Difícil y raramente, una vez superadas las etapas de «aprendizaje individual y social» al que nos vemos sometidos en el desarrollo de nuestra personalidad infantil, tenemos experiencias directas de una evidencia primaria, salvo momentos verdaderamente creadores, o las que producen y tienen capacidad de transmitir los científicos, los artistas, los poetas o los líderes sociales.[62][63]

Gracias a estos incorporamos al acervo cultural nuevas evidencias que, asimiladas por aprendizaje social configuran y amplían nuestro entorno de forma acumulativa y con enorme ahorro de «aprendizaje individual». Tal es la importancia que tiene la educación en las sociedades avanzadas.[64]

El modo más general de interpretar el conocimiento por la conciencia no crítica, considera que el contenido del conocimiento de la realidad se limita a lo "objetivo" como lo "percibido por los sentidos externos" siendo uno de los argumentos más plausibles: "Lo vi con mis propios ojos", o "lo toqué con mis propias manos" de donde pasa a la memoria como "representación mental".

Se piensa que el lenguaje significa, sin más, lo realmente percibido porque tenemos un conocimiento intuitivo y directo de la realidad de las cosas y lo que afirmamos tiene su referente directo en lo real. El término lingüístico de este modo “se refiere a”, es decir, es capaz de denotar y significar.[66]

Ahora la creencia es una expectativa de conocimiento (porque aún no se ha producido la experiencia) y sin embargo afirmó con certeza suficiente en la creencia evidente de que este avión al que me subo volará de Sevilla a Barcelona. De otro modo no subiría al avión.


Actualmente el proceso de conceptualización y valoración cognitiva se explica y configura a partir de un pensamiento sistémico o complejo:[67]​ Se parte de la interacción[68]​ física primero, biológica y sensible después y, finalmente, en el caso de animales superiores y el hombre como estimulación e impresión de realidad cognitiva. La ciencia lo explica a partir de un proceso evolutivo de la propia Naturaleza entendida como un Todo, como Sistema.[69][70]

El proceso surge como función sistémica que requiere una respuesta adecuada en un campo de realidad (físico, biológico, vivencial (sensible) o cultural), según el caso concreto.[71]​ La conciencia aparece cuando el sistema es lo suficientemente complejo como para realizar la función de percibir e interpretar los hechos como sucesos,[72]​ y las cosas[73]​ como objetos según unos significados[74]​ y patrones y reglas abstractas.[75]

SNC = Sistema Nervioso Central.

Las creencias, en su máximo exponente cognitivo y volitivo que incluyen lo social como cultura, se expresan como respuesta:

De este modo, evolutivo y progresivo, la intencionalidad, el conocimiento y la volición y, por tanto la cultura y la libertad, tienen un fundamento en la interpretación de la física, como ha sido común en la tradición filosófica desde los atomistas griegos.[82]

En diferentes contextos, campos de realidad, un suceso o un mismo objeto puede ser interpretado como una unidad, con y de formas y maneras diferentes y, por tanto, ofrecer unos datos de información para obtener un significado diferente. Cada significado va unido a un "sentido referencial de campo" en el que el suceso u objeto, en tanto que sentido o conocido se interpreta con coherencia como concepto.[83]​ El ejemplo del concepto de nieve en un europeo y los conceptos diferentes de nieves de los esquimales suele ponerse como ejemplo paradigmático.[84]​ Una tormenta en un contexto vivencial de temor puede ser comprendida y adoptar un significado en el sentido de una manifestación del poder de un Dios y conceptualizada como un "castigo" o un "anuncio"; mientras que en un contexto de seguridad observadora puede ser comprendida como una manifestación de la conjunción y relación de ciertas cosas percibidas, sentidas y relacionadas como realidad campal: nubes, viento, temperatura etc. de las que se sigue un suceso nuevo que se interpreta como una unidad de significado: "la tormenta", como un nuevo concepto que se incorpora al lenguaje cultural por medio de una palabra.[85]

Diferenciamos, de un modo técnico y formalizado[86][87]

Conocer, y su producto el conocimiento, va ligado a una evidencia que consiste en la creencia basada en la experiencia y la memoria y es algo común en la evolución de los seres naturales concebidos como sistemas, a partir de los animales superiores.[88]

Saber, por su parte requiere, además de lo anterior, una justificación fundamental; es decir un engarce en un sistema en el sentido de coherente de sentido,[89][90]​ fundado en lo real, más allá del conocimiento del objeto científico del momento presente, como si fuera definitivo y completo.[91]​Un sistema que constituye un mundo y hace de este hecho de experiencia algo coherente con un conjunto de otras razones y otros hechos independientes de mi experiencia que, por un lado, ofrecen un "saber qué" es lo percibido y, por otro lado, orientan y definen la conducta, como un "saber hacer" como respuesta adecuada.[18][92]

Ese conjunto de hechos y razones puede ser el conocimiento científico, la ciencia, pero también la religión, las tradiciones sociales, las ideologías, que expresan el modo como el individuo se inserta en el mundo. Es lo que de forma global entendemos como "creencias" en cuyo seno conocemos el significado e interpretamos su sentido en referencia al mundo como un todo en el que estamos y vivimos.[93]

[94]

Las creencias expresan la coherencia, de pensamiento y acción, dentro de un ámbito cultural y social; y son un elemento fundamental de las mismas el lenguaje que hace posible la expresión y comunicación donde se manifiesta la creencia y por tanto la evidencia justificada como saber en el que fundó mi afirmación y las acciones que la acompañan, pudiendo ser contrastada públicamente con otros en un acuerdo de lenguaje y cultura.

Dentro del campo del saber científico y cultural tenemos que admitir muy diversos grados, y por lo tanto muy diversos grados de evidencias y saberes; pues no es lo mismo el saber expresado en las razones básicas de la explicaciones expresadas al margen sobre la creencia en que el avión volará a Barcelona, que esas mismas razones justificadas por un ingeniero aeronáutico, un físico, o un mecánico en su campo; las que nos daría un técnico comercial para volar en ese avión de determinada compañía aérea o la que nos podría dar un teólogo que lo justificara coherentemente con su creencia en Dios.[95]

La evidencia de que "esto es un avión y que va a volar", bajo el punto de vista del ”conocimiento”, es decir de la experiencia (fenoménica), es en todos los casos similar; pero las evidencias epistemológicas bajo el punto de vista de "el saber" que fundamentan tal creencia y su afirmación lingüística, como conocimiento válido, en unos casos y en otros son muy diferentes.

Las diversas e infinitas razones y formas de formar discursos coherentes para afirmar que el "avión volará" dan contenido de evidencia y de verdad a la creencia en que el avión volará.

Es sobre las creencias[96]​ sobre las que construimos nuestras evidencias cognitivas y nuestras acciones y voliciones. Pero el hecho de que las creencias se fundamenten en la experiencia como relación con la realidad, en la que nosotros estamos y somos[97]​ pero subjetivamente interpretada a través de elementos culturales, empezando por el significado de la percepción interpretado por el lenguaje, produce evidencias y por tanto saberes individuales y sociales de muy diversa consideración.[98][99][100][101]

Frank P. Ramsey[102][103]​ propone una metáfora para indicar cómo podemos entender lo que son las creencias en su relación con lo real. Dice que vienen a ser como un mapa grabado en el sistema (en el ADN, o en determinados aprendizajes, añadimos nosotros) que nos guían o mejor nos orientan en el mundo para encontrar la satisfacción de nuestras necesidades.[104][105]

Tales mapas no nos dicen “lo que son las cosas”, sino que nos muestran las formas de la conducta adecuada hacia la satisfacción de nuestras necesidades en el campo del mundo percibido en la experiencia.

¿Dónde residen y cómo actúan tales mapas? la investigación biológica, la genética, la etología, la neurofisiología, incluso en los casos particulares la psicología lo tendrán que ir desvelando. La lingüística en general, la Semiótica y la gramática generativa de Chomsky nos muestran ya un camino similar respecto a la formación del signo, el lenguaje y las lenguas.[106]​ Es un tema de indudable transversalidad.[107]

Como dice Eco en referencia al hecho del reconocimiento de la naturaleza semiótica de nuestra relación con los entes, criticando a Heidegger:

y retomando el Objeto Dinámico de Peirce[108]​ reprocha a la lingüística no haber tomado en consideración el hecho semiótico como “termino a quo”:[109]

Lo que en nuestro caso equivaldría a mostrarse llamando nuestra atención en un ámbito de realidad para que le “aprehendamos” antes siquiera de poder hablar de él comprendiéndolo. Es el momento de la conexión con lo real como sistema, tanto del objeto como del sujeto.[110]

Mucho antes que una formalidad de signo y significado de la percepción sensible y significado lógico-conceptual, se establecen una serie de relaciones materiales de contenido:[111]

Lo que, de manera esencial, plantea la relación de la creencia con la verdad del conocimiento.

La percepción de realidad como respuesta primaria no puede ser errónea, interacciones físicas como fuente de las percepciones; pero las respuestas a medida que intervienen sistemas más complejos de adaptación, intencionalidad e interpretación cognitiva según el sistema es cada vez más variada; siempre la “interpretación” pretenderá responder a “lo que es en realidad”,[113]​ resultado de la interacción del sistema y el entorno pues el "ser en realidad" se constituye por ambos. Pues el considerado sujeto y el considerado objeto de la filosofía tradicional pertenecen ambos al sistema en el mismo entorno de realidad.[114]

Las interpretaciones de la realidad sobre las que construimos nuestras evidencias son muy diferentes. No se trata de que "una" sea la verdadera y las demás "falsas", como suele considerar la conciencia no crítica o las explicaciones feroces. Tampoco se trata de que todas sean "opinables" de la misma manera y consistencia y con el mismo valor de verdad. No cabe duda de que algunas son más acordes con una justificación racional que otras, "son más razonables". Otras son claramente "falsas". Pero todas representan evidencias con valores de verdad diferentes, según el contexto o "campo de realidad" en el que se establece un "punto de vista";[115]​ según el cual se informa el conocimiento de lo que "es en realidad", como dice Zubiri, porque la razón no solo comprende lo que es en realidad, sino que complica y colige abriendo nuevas perspectivas de conocimiento y saber.[116]

Seguramente también lo que "percibimos" nosotros desde un balcón, tiene poco que ver con lo que está percibiendo el director en la calle rodando una película; porque su "punto de vista", su campo de realidad, es también diferente.

Las sucesivas experiencias y aprendizajes individuales y sociales generan nuevos esquemas de conducta e interpretación que configuran un determinado sistema de creencias, un mundo individual al mismo tiempo que social y cultural. Pautas y esquemas de conducta más complejos y aprendidos tanto mediante experiencia individual como culturalmente por imitación y adaptación a un entorno cultural, que en cierto sentido es una "experiencia acumulada".[117]

Quien sin formación alguna califica de cualquier manera la realidad de lo percibido, por ejemplo, "He visto un asesinato", que no tiene contenido sensible,[118]​ lo hará de manera muy diferente que una persona con formación jurídica quien tendrá en cuenta muchas más cosas antes de pronunciar su calificación de lo que ha “ocurrido en realidad”, pues la “coherencia” de su visión y calificación tendrá un fundamento de experiencia y cultura que hace posible un ámbito de realidad más amplio y diferente.

A veces los animales tienen fallos en sus "creencias" y cometen errores. No digamos nada los hombres, pues su mundo es también más complejo. Pero de forma general aunque puedan llevar indudablemente a errores objetivos, sin embargo, pueden significar aciertos subjetivos indudables respecto a la adaptación del individuo o del grupo.

Los grupos sociales encuentran su identidad y formas de comportamiento en creencias, bien sean religiosas, ideológicas, de poder social, de ocio, etc. Tales creencias formulan un conjunto de "evidencias indiscutibles" las "esencias"[120]​ que justifican y fundamentan su acción social como "verdades fundamentales" que generan nuevas y continuas evidencias.[121][122]

La ciencia genera tales creencias como "paradigmas" sobre los cuales se sustenta la investigación.[123]

La tradición cumple un papel fundamental en la cimentación de lo social.[124]

Lo que nos lleva a la necesidad de una hermenéutica de los discursos y a la fundamentación del discurso que pueda ser considerado más próximo al conocimiento de lo real: el discurso científico. En cualquier caso la propia ciencia, la filosofía, la literatura o el arte en general y la propia dinámica cultural y social, desbordarán siempre el discurso científico abriendo horizontes de nuevos metadiscursos respecto a la propia ciencia, a los contenidos culturales y sociales, a la vida cotidiana, el ejercicio del poder o la acción moral y política.[125]

Karl Popper viene a considerar las creencias como "teorías o hipótesis" inseguras con las cuales construimos nuestro mundo particular y cultural en el que vivimos de manera prácticamente inconsciente, como el suelo que pisamos. Pero mediante el lenguaje:

Hoy el discurso de investigación científica ya no se dirige, como ha sido durante tanto tiempo, al descubrimiento de "la verdad necesaria eterna e inmutable", sino a una verdad preñada de sentido pragmático en el ordenamiento de nuestra experiencia adecuada a ciertos niveles y contextos.[127][128][18]

Lo importante y difícil es el descubrimiento de evidencias nuevas con discursos teóricos razonados y adecuados capaces de sustentar unas experiencias compartidas o compartibles donde dichas evidencias adquieren objetividad científica en su caso, o social (liderazgos políticos y sociales).[129]Rorty considera fundamental en la conformación de experiencias compartidas, sobre todo lo referente a la moral, el papel que juega la Literatura, el cine, etc.

La formación de discursos razonados a partir de ciertas evidencias captadas por individuos capaces de transmitir dichos razonamientos y provocar experiencias comunes es el objetivo de una buena educación científica en la actualidad.[130][131]

En España el decreto 1467/2007 establece como objetivo para los estudiantes de Bachillerato:

Y en Inglaterra se establece como objetivo de la asignatura Science in Society que:

La investigación científica genera nuevas evidencias en campos de "experiencia posible", frente a la experiencia cotidiana. Así se amplía el campo de la realidad conocida, el mundo. El conocimiento científico ayuda, por su parte, a fijar dichas evidencias como "verdades científicas" y decide si existen criterios suficientes para basar en ellas las creencias. Su éxito radica en que dichas creencias, por vía del éxito, teórico primero y, sobre todo, técnico-práctico después, se conviertan en "creencias socialmente admitidas como "verdades".

Cuando estas verdades constituyen realmente un "progreso" como dominio y explicación del mundo son incorporadas a la "tradición" y cultura y suponen un ahorro enorme en la construcción y el aprendizaje social;[133]​ aun cuando en muchas ocasiones pueden actuar como prejuicios, sobre todo cuando se vinculan con el ejercicio de "el poder", no obstante son presupuestos culturales de indudable valor.

Porque lo real, para la «inteligencia sentiente» (que conoce lo real inductivamente a partir de la experiencia, es decir perteneciendo al sistema desde el comienzo como reacción física, en busca del fundamento de lo real como razón), el fundamento siempre será «comprendido teóricamente» es decir como «un mundo de posibilidades», en su pretensión de tener un conocimiento «objetivo».Lo que Wittgenstein situó en el origen de la gramática fenomenológica, (cfr.Sabine Knabenschuh de Porta. op. cit.) Lo que hace inteligible la paradoja del «gato de Erwin Schrödinger», (Roger Penrose.op. cit. p.366 y ss.), o la "realizabilidad múltiple", (Putnam)

Zubiri lo expresa así:

Finalmente la intelección de realidad, como logos, se ve completada con la intelección de lo que algo es en la realidad, es decir en su relación con el todo, porque la razón "colige" y "complica" hacia las posibilidades del mundo como realidad. Zubiri. Inteligencia y Razón, pp. 143 y ss. Asimismo, mediante la distinción entre "nesciencia" (ignorancia absoluta) y la verdadera "ignorancia" nos dice:

Un contenido verbal, 'caballo', una palabra, "aprendida" culturalmente como "animal que tiene determinada forma externa", (probablemente a través de dibujos en cuentos infantiles) le ha permitido "interpretar" una realidad de su experiencia; pero al mismo tiempo la "realidad de la propia experiencia" se enriquece con "diferenciaciones significativas" que, en un momento dado, encontrarán sentido en "conceptos diferenciados" con palabras nuevas, o expresiones diferenciadas del lenguaje. Este niño, como dice Quine, ha elaborado una teoría «lógico-científica» a partir del descubrimiento de una "categórica observacional" (La Y como conjunción de muchos) que realiza la función de conjunción que le permite creer en "Todos" como en un "uno": un día ocurre así y otro día igual y otro y otro. El niño amplía su perspectiva como horizonte de experiencia posible: "Todos los días". Un caballo de la calle pastores y otro y otro y otro....."Todos los caballos de la calle pastores". Lo mismo los caballos de los vaqueros. A partir de esta teoría este niño deducirá "nuevas evidencias formales" correspondientes a su "campo de realidad" que vive y le permitirán "interpretar" nuevos acontecimientos de la experiencia.

Sobre la solubilidad del azúcar en el agua como disposición estricta frente a disposición probable, Cfr. Putnam, H. op. Las mil caras del realismo. p. 48 y ss. Salma Saab. Las creencias; en Cfr. Villoro, L. El conocimiento. op. cit. pp.79 y ss.



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