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Estomatológico



La odontología es una de las ciencias de la salud que se encarga del diagnóstico, tratamiento y prevención de las enfermedades del aparato estomatognático, el cual incluye además de los dientes, las encías, el tejido periodontal, el maxilar superior, el maxilar inferior y la articulación temporomandibular. Las principales enfermedades de las que se ocupa la odontología son la caries dental, la maloclusión y la enfermedad periodontal.[1][2]

El término odontólogo deriva del griego odont(o) (ὀδο-ύς/-ντος), que en español significa diente. Dentista proviene del latín dents, dentis, que en español significa diente. Se puede definir al odontólogo o dentista como médico de la cavidad oral o aparato estomatognático. El aparato estomatognático lo constituyen los labios, la lengua, los dientes, el periodonto, el paladar, la mucosa oral, el piso de la boca, las glándulas salivales, las amígdalas y la orofaringe. El término estomatología deriva del griego στόμα (estoma), que en español significa boca o cavidad oral se emplea en general como sinónimo de odontología.

El campo de acción del odontólogo o estomatólogo no abarca únicamente el estudio y tratamiento de los dientes, pues comprende además toda la cavidad oral, así como los maxilares, músculos, piel, vasos y nervios que dan conformación a esta cavidad y que están conectados con todo el organismo. La odontología se relaciona con varias especialidades médicas como cirugía maxilofacial, otorrinolaringología, oftalmología, neurología y pediatría. No todas las enfermedades de la boca son tratadas por el odontólogo, las lesiones malignas (cáncer) entran en el campo de la patología oral, la cirugía maxilofacial y la oncología. Las lesiones de la orofaringe y las amígdalas tampoco son tratadas por el odontólogo, sino por el otorrinolaringólogo, las parálisis de los músculos que mueven las estructuras orales son tratadas por el neurólogo, las enfermedades del labio son tratadas y valoradas generalmente por el dermatólogo, etc.

Las enfermedades han aquejado a la humanidad desde sus mismos inicios, en especial el agudo y lancinante dolor dentario producido por una caries profunda o un absceso periapical. Técnicas curativas y rehabilitadoras han sido practicadas por muchos médicos a lo largo de la historia. El registro más antiguo que existe sobre una práctica primitiva egipcia de la odontología data de hace 5000 años (3000 años antes de nuestra era). Hessie-Re es considerado el primer dentista conocido de la historia, una inscripción egipcia en madera lo muestra como jefe de médicos de la corte. Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.) trató sobre algunos aspectos odontológicos, por ejemplo procedimientos de esterilización usando un alambre caliente para tratar las enfermedades de los dientes y de los tejidos orales, también disertó sobre la extracción dental y el uso de alambres para estabilizar fracturas maxilares y ligar dientes perdidos.

Durante la Edad Media, la profesión fue asumida por los barberos quienes además de otros servicios, realizaban las sangrías y las extracciones dentales de los clientes aquejados de dolor. El doctor francés Pierre Fauchard (1678-1761) es considerado el padre de la odontología moderna, por sus novedosos aportes a esta ciencia, particularmente por la profesionalización de la práctica dental y la publicación en 1728 de su obra "Le chirugien dentiste; ou, traité des dents” (el cirujano dentista; o tratado sobre los dientes). Pierre Fauchard fue dentista personal de Luis XIV; en París se encuentra su museo. En diciembre de 1844, Horance Wells, dentista de Hartford, Connecticut, utilizó por primera vez el óxido nitroso, como anestésico para la extracción dentaría. A principios del siglo XX, el médico valenciano Bernardino Landete Aragó fue pionero de la estomatología española y creador de la cirugía oral o maxilofacial en dicho país.[3]

El odontólogo o dentista debe poseer amplios conocimientos de diferentes aspectos de la medicina, incluyendo anatomía, fisiología, patología y farmacología. Es preciso tener en cuenta que una enfermedad bucal puede provocar complicaciones locales que afecten a regiones próximas como el cuello y la cara, pero también complicaciones generales de gravedad como septicemia y endocarditis.

La primera facultad de odontología fue el Baltimore College of Dental Surgery que se fundó en Estados Unidos en 1840. En Europa, el Reino Unido introdujo los estudios independientes de odontología en 1859, sin embargo otros países europeos como España, Portugal e Italia han mantenido durante buena parte del siglo XX el concepto de odontología como especialidad de la medicina, de tal forma que para conseguir el título de odontólogo o estomatólogo era preciso obtener primero la licenciatura en medicina y posteriormente realizar la especialidad en esta disciplina. Esta situación ha cambiado a partir de los últimos años del siglo XX con los criterios de armonización de estudios impuestos por la Unión Europea.[4]

El programa de estudios para obtener el título de odontólogo es variable dependiendo del país concreto. En la Unión Europea la duración de los estudios es de 5 años a tiempo completo y el programa de formación consta de diferentes aspectos:[4]

En Estados Unidos el título recibe el nombre de doctor en cirugía dental (D.D.S. por sus siglas en inglés) y requiere cuatro años de estudios: dos años en ciencias médicas básicas como anatomía, fisiología y farmacología y otros 2 para adquirir una orientación clínica.[4]

En España, el primer título de odontología se creó en 1901 y constaba de cinco años de duración. En 1944 se modificó creándose la estomatología, a la que se accedía tras obtener el título de medicina. La estomatología fue incluida en la lista de especialidades médicas en 1948. En 1987 comienza de nuevo la formación de odontólogos en España con una duración de cinco años en detrimento de la estomatología.[5]​ Este cambio auspició que unos 2000 ciudadanos españoles, 1500 de ellos médicos,[6]​ ante la dificultad de ingresar en facultades españolas, acudieran a República Dominicana donde había convenios académicos mutuos.[7]

La odontología tiene establecidas varias especialidades:

La caries dental se considera la enfermedad más prevalente que afecta al ser humano. Se inicia con cambios microbianos que se localizan en la superficies de las piezas dentales y dan origen a la placa dental. Las bacterias de la placa dental causan alteraciones en el pH y originan desmineralización del diente que a la larga ocasiona cavidades que si se dejan sin tratamiento alcanzan en un periodo de meses o años la pulpa dental causando pulpitis, infecciones periapicales, abscesos y finalmente la destrucción y perdida completa de la pieza afectada. La caries dental es una enfermedad multifactorial, es decir existen varios factores implicados en su aparición, incluyendo los hábitos de alimentación, la adecuada higiene oral, la composición y flujo de la saliva y el grado de exposición al flúor.[10]

Es un proceso crónico, de origen inflamatorio que afecta a las estructuras de soporte del diente o periodonto. La enfermedad periodontal es una causa importante de pérdida de piezas dentales, origina el 50 % de las pérdidas después de los 15 años, mientras que en los mayores de 35 años se pierden más dientes como consecuencia de la enfermedad periodontal que por caries. La enfermedad periodontal incluye la gingivitis o inflamación de las encías y la periodontitis que es una patología inflamatoria de origen infeccioso que destruye el periodonto de inserción (hueso alveolar, cemento radicular y ligamento periodontal), lo que puede finalizar con la pérdida de los dientes afectados.[11]

Una maloclusión se refiere al mal alineamiento de los dientes o a la forma en que los dientes superiores e inferiores encajan entre sí. La mayoría de las personas tienen algún grado de maloclusión, si bien normalmente no es lo suficientemente seria para requerir tratamiento. Aquellas que tienen maloclusiones más severas pueden requerir tratamiento de ortodoncia para corregir el problema. La corrección de maloclusiones reduce el riesgo de pérdida de piezas y puede ayudar a aliviar presiones excesivas en la articulación temporomandibular.

Pueden afectar personas de cualquier edad, pero son especialmente frecuentes en los niños, se calcula que un 25 % de los niños en edad escolar han sufrido algún traumatismo dental de importancia. Las piezas más frecuentemente afectadas son las del sector anterior, sobre todo los incisivos centrales superiores. Aunque existen lesiones muy complejas, en la mayor parte de los casos se afecta un único diente. Las lesiones más frecuentes son la luxación en dentición temporal y las fracturas coronales, concusiones y subluxaciones, en la dentición permanente.[10]

Las lesiones de la mucosa oral pueden ser muy variadas, adoptando el aspecto de una mancha o formando una protrusión que si está llena de líquido constituye una vesícula. Algunas de las más características son las gránulos de Fordyce que son glándulas sebáceas heterotópicas de coloración blanco-amarillenta que se encuentran en mucosa yugal y labios, no precisan tratamiento. Las manchas de Koplick que aparecen en el período prodrómico del sarampión, junto al conducto de Stenon. La morsicatio buccarum en realidad provocada por un traumatismos por mordisqueo, la estomatitis nicotínica por reacción al tabaco, frecuente en varones y fumadores de pipa y cigarros, el liquen plano de etiología desconocida y la leucoplasia oral. Muchas de estas lesiones precisan realizar una biopsia para llegar al diagnóstico exacto, además no debe olvidarse que en la mucosa oral pueden aparecer lesiones de tipo maligno o cáncer de distintos tipos, por lo que ante la aparición de una mancha, protrusión o úlcera en cavidad oral, debe consultarse con un profesional sanitario para llegar a un diagnóstico preciso.[12]

Los niños y adolescentes que padecen determinadas alteraciones de la salud, tales como enfermedades sistémicas, trastornos del desarrollo o problemas mentales, presentan mayor riesgo de desarrollar enfermedades orales.[18][19]​ No obstante, en la práctica no se suele realizar un adecuado control de la salud buco-dental en estos pacientes.[19]

Asimismo, el odontopediatra juega un papel clave en la detección temprana de ciertas enfermedades sistémicas o gastrointestinales que pueden cursar con afectaciones de la cavidad oral, tales como la enfermedad celíaca, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa.[13][14][15][16][20][21]​ Entre ellas, es especialmente importante la enfermedad celíaca debido a las serias complicaciones de salud que puede ocasionar si no es tratada a tiempo, algunas de ellas irrecuperables, y que pueden afectar a cualquier órgano, entre las que se incluyen otras enfermedades autoinmunes y diversos tipos de cáncer, especialmente el linfoma intestinal.[15]​ Los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés) incluyen en el protocolo diagnóstico de la enfermedad celíaca el examen dental para evaluar la presencia de hipoplasias del esmalte dental, por su alta asociación con la enfermedad celíaca.[22]

La exodoncia, comúnmente conocida como extracción, es la técnica de cirugía dental mediante la cual se realiza la avulsión o extracción de un diente o porción del mismo, del lecho óseo que lo alberga.

La obturación, comúnmente conocida como empaste, es uno de los principales tratamientos que se realiza en odontología para la eliminación de la caries dental. La técnica consiste básicamente en la eliminación del tejido con caries y el relleno de la cavidad con un material artificial. Los materiales de relleno más empleados son la amalgama y la resina compuesta. Para la preparación de las cavidades se utilizan tornos (pequeños taladros que giran a gran velocidad) dotados de fresas de carburo de tugsteno que son capaces de actuar sobre el esmalte y la dentina. Cuando la obturación es amplia y afecta a una extensión considerable de la pieza dental se llama reconstrucción y se es aún mayor gran reconstrucción.

La endodoncia es un procedimiento odontológico que actúa sobre la pulpa dental, se utiliza para tratar caries profundas que han atravesado el esmalte y la dentina y han llegado a la pulpa, produciendo una infección de la misma conocida como pulpitis. La técnica consiste en acceder a esta zona profunda de la pieza dental, extraer la pulpa mediante instrumentos especiales, y rellenar la cavidad con un material inerte.

El tratamiento de ortodoncia se utiliza para la maloclusión dental que ocasiona apiñamientos y posiciones inadecuadas de las piezas dentales. Se puede realizar mediante aparatología fija que está compuesta de elementos adheridos a los dientes (bandas y brackets) a los que se ancla firmemente unos finos arcos elásticos de aleación metálica (níquel-titanio) mediante un conjunto de ligaduras. También puede emplearse aparatología removible, que puede ser retirada de la boca por parte del paciente, ello le permite quitárselos durante la higiene oral y en las comidas, estos aparatos cuando tratan problemas dentales tienen sus indicaciones específicas que no suplen a la ortodoncia fija, si bien solucionan algunas maloclusiones sencillas.

Consiste en la reposición de unidades dentales perdidas por medio de la colocación de implante dental de titanio insertados en los maxilares, a manera de raíces de dientes colocadas dentro del hueso y que luego pueden portar coronas dentales artificiales diseñada para ello.

En los casos en que haya limitaciones a la hora de colocar los implantes por falta de altura en el maxilar, se recurrirá a intervenciones complementarias, como la técnica de elevación del seno maxilar.



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