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Gasendismo



¿Qué día cumple años Gasendismo?

Gasendismo cumple los años el 22 de enero.


¿Qué día nació Gasendismo?

Gasendismo nació el día 22 de enero de 1592.


¿Cuántos años tiene Gasendismo?

La edad actual es 432 años. Gasendismo cumplió 432 años el 22 de enero de este año.


¿De qué signo es Gasendismo?

Gasendismo es del signo de Acuario.


¿Dónde nació Gasendismo?

Gasendismo nació en Champtercier.


Pierre Gassendi (Champtercier, Provenza; 22 de enero de 1592-París, 24 de octubre de 1655) fue un sacerdote católico, filósofo, astrónomo y matemático francés.

Natural de la Provenza (Francia), de familia pobre, destacó enseguida por sus dotes. Su nombre original era Pierre Gassend, posteriormente italianizado como Gassendi.[nota 1]​ A los dieciséis años enseñaba Retórica en el colegio de Digne y seis años más tarde se convertía en director de ese mismo colegio. A los veinticuatro se ordena sacerdote y obtiene por concurso las cátedras de Teología y Filosofía en la universidad de Aix-en-Provence.[1]​ Llegó a ser profesor de matemáticas en el Collège Royal y consiguió asimilar una erudición muy extensa en autores clásicos y modernos, como apercibió Leibniz: «encuentro en Gassendi un saber grande y extenso, muy versado en la lectura de los antiguos y todo género de erudición».[2]

De cuerpo delicado, igual que en Epicuro los problemas de salud fueron constantes en su vida.[3]​ De talante ascético,[4]​ su dieta era abstemia y vegetariana.[nota 2]

En 1624 publicó en Grenoble y de manera anónima las Disertaciones en forma de paradojas contra los aristotélicos, que supone un balance de sus enseñanzas hasta la fecha. Tomando al igual que Descartes el escepticismo como método, con este libro Gassendi trató de adelantarse a otras publicaciones no autorizadas sobre su pensamiento.[5]​ Tras el fallecimiento de René Descartes, Cristina de Suecia llamó a Gassendi para que acudiera a la corte, invitación que el clérigo rechazó.[6]

Gassendi falleció el 24 de octubre de 1655 en París, en casa de Habert de Montmort, quien lo alojó durante los últimos tres años de su vida.[7]​ A lo largo de su vida, Gassendi mantuvo una amplia correspondencia. Sus cartas iban dirigidas a destinatarios tan dispares como Tommaso Campanella, Johannes Kepler, Galileo Galilei, Hugo de Groot, Vossius, Marin Mersenne o Isaac Beeckman.[6]

Escribía en latín y practicó, aunque sin mucho talento, el griego. También supo hebreo y árabe y trabajó en la anotación y traducción de textos. Leyó con avidez a escritores antiguos y modernos. Entre estos últimos se encontraban autores como Michel de Montaigne o Pierre Charron.[3]​ También tradujo, entre otros, el libro X de las Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, de Diógenes Laercio.[8]

Gassendi propugnó el lema sapere aude, luego divulgado por el filósofo prusiano Immanuel Kant, conocedor de la obra de Gassendi.[nota 3]​ A lo largo de su vida, Gassendi atacó con dureza a la astrología, la cábala, la alquimia y a los rosacruces, entre otros. Prefirió y defendió la observación y la deducción matemática en Astronomía y en Física a partir de la razón bien dirigida.[9]

En Filosofía destacó como el gran restaurador del atomismo y también del epicureísmo.[10]

Como científico, utilizó el mundo como dominio de experimentación. Junto con gente como Peiresc o La Mothe Le Vayer se dedicó a observar el cielo con el telescopio, por entonces invento reciente de Galileo. Fruto de este trabajo fue un mapa de la Luna compuesto con Peiresc y Claude Mellan, por lo que se le rindió homenaje poniendo su nombre a un astroblema lunar.[11]​ Además, en 1631 hizo la primera observación conocida del tránsito de Mercurio según lo predicho por Kepler en 1627 en sus Tablas rudolfinas.

Sin embargo, el trabajo experimental de Gassendi no quedó ahí. Investigó sobre la propagación del sonido y otros aspectos de la Dinámica. Fue capaz de formular de manera correcta la ley de la inercia, anticipada por Galileo y luego incorporada por Newton. También replicó los experimentos de Torricelli y de Pascal sobre la presión atmosférica, tomando como referencia las variaciones barométricas del mercurio.[11]​ A Gassendi se le atribuye también ser uno de los primeros de la historia en medir la velocidad del sonido (con un error del 25%).[12][13]

Además, Gassendi mostró también interés por otros campos como la Geología, la Mineralogía o la Geografía, lo que le llevó a planear durante un tiempo una expedición a Oriente.[9]

En sus Disertaciones en forma de paradojas contra los aristotélicos, Gassendi señaló que el pensamiento aristotélico presentado por los pensadores escolásticos se alejaba bastante del eudemonismo que originalmente defendía el estagirita en su Ética a Nicómaco.[14]​ Entre otras críticas, Gassendi reprochó a los seguidores de Aristóteles el tomar al estagirita como un «dios intocable, fuente de verdades incontestables», de haber dado demasiada importancia al Órganon y a la Metafísica y haber prescindido de los textos que tratan la historia natural; o de haberlo tomado como un todo completo sin tener en cuenta las contradicciones o los múltiples puntos de vista que se expresan en toda su obra.[15]​ Con una mordacidad característica en él, Gassendi afirmó sobre los aristotélicos que «prefieren equivocarse con Aristóteles a tener razón con los otros».[16]

Gassendi fue un notable crítico del cartesianismo. Mantuvo relación epistolar con Descartes, acusándole de cometer errores y presentándole sus objeciones a las ideas innatas y su teoría de la máquina animal. Para él el animal posee una «alma pequeña», aunque añade después: «no tan grande como la de los hombres».

Michel Onfray apunta que la polémica entre Gassendi y Descartes pudo tener su origen con la publicación por parte de este último de Los meteoros, donde señala varios descubrimientos del sacerdote de Aix sin mencionarlo.[17]​ A partir de este punto, la crítica de Gassendi a Descartes pasa también por el improperio. A propósito de las Meditaciones metafísicas, Gassendi señala que las numerosas «"sandeces" han tenido que costar mucho esfuerzo a su autor, acerca del cual se pregunta cómo se ha atrevido a "soltar tantos sueños y quimeras"».[18]​ No obstante, al margen de las cuestiones de forma, también hay una serie de disputas de carácter teórico. Por ejemplo, a diferencia de Descartes, Gassendi cree en la existencia del vacío y de la materia en forma de átomos, contra aquel, quien solo postulaba la existencia de los cuatro elementos, y admite y concuerda con el método experimental de Blaise Pascal.

Anticipando una tesis que luego será defendida por Kant, Gassendi señala que «el conocimiento de Dios [y] la demostración de su existencia, son en sí certezas imposibles de obtener con ayuda de la mera razón», lo que iría contra la demostración de la existencia de Dios argumentada por Descartes.[19]

Gassendi siguió la senda de otros pensadores como Lorenzo Valla, Michel de Montaigne o Erasmo de Róterdam al intentar darle un nuevo al pensamiento de Epicuro frente a la escolástica doctrinal de la Iglesia católica.[14]​ Mediante el epicureísmo, el teólogo francés esperaba ofrecer alternativas tanto al cartesianismo como a la escolástica aristotélica. No obstante, traza este proyecto dentro del marco más amplio del catolicismo, con un «Epicuro cristianizado».[20]

En su escepticismo provisional, Gassendi es también heredero de moralistas como Pierre Charron y antiaristotélicos como Juan Luis Vives y Pierre de la Ramée. Cree en un conocimiento aproximado al que se puede llegar con algunos de los elementos del método científico que había leído en Francis Bacon. Trató de encontrar una vía media entre el dogmatismo y el escepticismo que le permitiera conciliar el atomismo de Epicuro y Lucrecio con el pensamiento cristiano sustituyendo los átomos infinitos, eternos y semovientes de Epicuro por un número finito de átomos creados e impulsados por Dios, siguiendo en esta tesis las posturas corpuscularistas.[21]​ Entre sus convicciones encontramos las siguientes:

La crítica al aristotelismo presentada por el pensador francés sigue un método similar a la duda metódica, presentando un escepticismo provisional que nada tiene que ver con el de Pirrón. A diferencia de este, Gassendi no suspende el juicio ni abraza un relativismo generalizado.[14]

En su defensa de Epicuro, Gassendi examina las infamias atribuidas al griego y trata de restituir su figura, mostrando cómo los defectos atribuidos al samio no corresponden con una persona de su talante. Sin embargo, en esta defensa también le agrega otras posturas que Epicuro nunca defendió. Entre estas, que pueden responder a una exposición de las tesis de Gassendi, se encuentran ciertas posturas políticas cercanas al consecuencialismo y el utilitarismo.[22]

El filósofo anarquista francés Michel Onfray, al mismo tiempo que reivindica su figura, sostiene algunas críticas contra el teólogo epicúreo. Así, señala que aunque el fenomenismo y el empirismo de Gassendi fueron «extremadamente modernos y precursores, fracasan debido a que el cristianismo que aún profesa le impide recorrer, desde el punto de vista filosófico, todo el camino que esas opciones permiten». También le achaca que profesó «demasiado cristianismo y demasiado poco epicureísmo», lo que habría llevado a Descartes y a la escuela racionalista a imponerse sobre otras corrientes más materialistas.[23]​ Según Onfray, una querella del calibre que se planteaba exigía por parte de Gassendi «más argumentos y menos insultos».[20]​ Siguiendo la idea sugerida por Friedrich Nietzsche en Ecce homo sobre que «el cristianismo ha malogrado a Pascal»,[24]​ Onfray sostiene que Gassendi olvidó la cuestión esencial, es decir, «superar el cristianismo [···] en beneficio de una religión regenerada por la filosofía».[25]

Por otro lado, Gassendi no dejó en ninguna gran obra un resumen de su pensamiento, lo que dificulta interpretar de qué manera podría lograrse, según Gassendi, la síntesis entre las doctrinas de Cristo y Epicuro. Así, Onfray pregunta: «¿de qué manera puede cohabitar un materialismo integral en un alma inmaterial? Si los dioses no deben inspirar temor, según la opinión de Epicuro, ¿qué pintan entonces el Paraíso, el Infierno o el Purgatorio de los cristianos? ¿Para qué sirven? ¿Tienen alguna utilidad?».[26]



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