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Herrera de Pisuerga



Puerta Nueva de la antigua muralla medieval.

Herrera de Pisuerga es un municipio y localidad española de la provincia de Palencia, en Castilla y León. Ubicada en la comarca de Boedo-Ojeda, pertenece al partido judicial de Saldaña. Se encuentra en la confluencia de los ríos Pisuerga y Burejo a una altitud de 844 m sobre el nivel del mar. Su población asciende a 1914 habitantes (INE, 2020).

En el término municipal se encuentra el yacimiento arqueológico de la ciudad turmoga de Pisoraca, en el lugar ocupado por la Legio IV Macedónica, acantonada en Herrera durante el siglo I d.C. La localidad, a la que en 1902 se otorgó el título de ciudad, es conocida por su Festival del Cangrejo, renombre alcanzado antes de que la afanomicosis o peste del cangrejo autóctono acabase con este crustáceo en las riberas de Herrera.[1]​ Cuenta con una notable industria de embutidos —especialmente la de elaboración de morcillas— y de conservas y salazones, así como hortofrutícola, destacando de ella el cultivo de alubias.[2]​ Es una de las localidades del Camino de Santiago del Norte: Ruta del Besaya

Desde el punto de vista toponímico y según las investigaciones de Roberto Gordaliza, el nombre de Herrera deriva del latín ferraria (herrería). Respecto a la segunda parte, Pisuerga, alude al río y algunos autores lo relacionan con el otro nombre que tuvo la ciudad: Pisoraca.

El escudo heráldico que representa al municipio fue aprobado el 22 de marzo de 2002 con el siguiente blasón:

La bandera municipal fue aprobada también el 22 de marzo de 2002 con la siguiente descripción textual:

El municipio incluye las siguientes pedanías:

La antigua Pisoraca romana, fue asentamiento de la Legio IV Macedonica entre el 20 a. C. y el 40 d. C. durante la lucha de César Augusto por someter a los cántabros y romanizar sus posesiones. La contribución de este enclave como campamento romano de las guerras cántabras es discutido por algunos investigadores actuales, dando al asentamiento una fundación posterior a las guerras cántabras.

Sea como fuere, esta legión es trasladada a Mogontiacum (Maguncia, Alemania), ocupando su campamento la una unidad auxiliar de caballería Ala Parthorum. Se documentan materiales de construcción sellados con la figlina del Ala Parthorum, junto con cerámica común, Terra Sigillata Hispánica, vidrio y armas, incluyendo un protector ocular de caballo y algunos restos metálicos de arreos y estribos. La Cohors I Galica Equitata civium romanorum ocupa el solar herreriense después de que el Ala Parthorum fuera trasladada a Mauretania, bajo Domiciano, con motivo del debilitamiento de las unidades de caballería de guarnición en la Península. Es entonces cuando esta unidad, es transformada en Cohors equitata, pasando a ser mandada por un Praefectus cohortis ecuestre, recibiendo la condición de civium Romanorum, lo que permitía que sus hombres vistieran de la misma forma que la caballería y la infantería de las legiones.

Posteriormente, fue asentamiento visigodo, como demuestra una necrópolis excavada en la zona sur de la ciudad y que gracias a los objetos de adorno personal aparecidos en ella nos proporcionan una cronología de finales del siglo VI, perdurando después de la unificación durante todo el siglo VII.[4]​ En este sentido, y al margen de algunas referencias aisladas proporcionadas por viajeros y eruditos como Ambrosio de Morales o Ceán Bermúdez, el comienzo de la investigación arqueológica de la necrópolis visigoda de Herrera de Pisuerga se retrasa hasta 1931-1932. Próxima al margen del río Burejo a su paso por la ciudad, y junto al cementerio actual, fue descubierta accidentalmente varias décadas antes con motivo de la creación de varias huertas de regadío. Las excavaciones oficiales, patrocinadas por la antigua Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades fueron dirigidas por Julio Martínez Santa-Olalla y revelaron un excepcional conjunto funerario único en el mundo visigodo de la Meseta Norte. Además de tumbas, se encontraron también restos constructivos considerados en su día como contemporáneos a la necrópolis.

Nuevas campañas estivales tienen lugar en 1960, 1961, 1976 y 1983 pero no es hasta junio de 2016 cuando se encuentra, en una zona aledaña a la excavada en la década de 1930, un conjunto de otras veinte nuevas tumbas [5]​ con motivo de las obras de ampliación de la calle Victorio Macho, las cuales fueron promovidas y ejecutadas por el Ayuntamiento de Herrera de Pisuerga y la unidad de Arqueología de IE University, en colaboración con el Instituto de Estudios Pisoraca. El yacimiento de Herrera de Pisuerga fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993.

Según Santa-Olalla, las fosas en el momento de su excavación se encontraban a unos 80 cm de profundidad. Las sepulturas, estaban en su mayoría orientadas E-O formando alineamientos, y estaban delimitadas por medio de cantos rodados o piedras. En el interior de las fosas fueron depositados ataúdes de madera, pues se encontraron clavos de hierro, o bien parihuelas. En aquella oportunidad se encontraron un total de cincuenta y dos sepulturas que sumadas a las otras veinte recientemente encontradas hace de esta necrópolis unas de las más extensas de la zona Norte. De estas, 19 de ellas contaban con adornos personales en su interior. Entre los materiales hallados en los ajuares destacan aquellos saqueados a partir de 1908 y citados por Zeiss: tres fíbulas, tres placas liriformes, una placa cruciforme y una plaza rígida con la escena de Daniel en la fosa de los leones. De estos diecinueve ajuares, tres de ellos, los más recientes, aún están en fase de estudio, ampliando así el abanico de piezas conocidas, sin que varíe su condición de necrópolis visigoda "clásica", de tradición germánica.

En 1130, Alfonso VII apresa al conde Pedro de Lara debido a sus intrigas y a los problemas que causaba en el reino, logrando en 1131 la rendición del castillo de Herrera de Pisuerga en poder de los seguidores del conde.

En 1184, Alfonso VIII concede un fuero a la villa de Ferreruela (Herrera) que dice “Concedo toda la heredad que tengo desde el río que llaman Pisuerga hasta el río que llaman Bur según desciende de Torre Herrera, que está en la linde o e mojón, hasta el lugar donde el río Bur se mezcla con el Pisuerga”. Pero pone la villa bajo el señorío de los Lara, que reivindican su anterior tenencia, que ahora ven confirmada.

En 1330, Alfonso XI compra la villa, el castillo y aldeas por 180 000 maravedís, y otorga varios privilegios con el fin de favorecer la repoblación y reconstrucción de la localidad y sus aldeas, arrasadas tras los ataques y saqueos llevados a cabo por Fernán Ruiz de Castañeda.

Tras depender de diversos señores, la villa de Herrera, por real concesión de Juan I de Castilla pasa a ser señorío de la familia Fernández de Velasco desde 1379; a partir de entonces y hasta el siglo XIX los sucesivos duques de Frías serán los señores de Herrera de Pisuerga. Auspiciado por esta familia, se funda un convento franciscano a finales del siglo XV.

Dignas de mención son las dos estancias documentadas de Carlos V en Herrera, una el 28 de octubre de 1517 y otra el 31 de julio de 1522.[6]​ A finales del siglo XVIII, cuando se comienza a construir el canal de Castilla, reside en Herrera el coronel Juan de Homar, que impulsaría la creación de una Sociedad Económica de Amigos del País pensada para reavivar la actividad económica de Herrera y su comarca.

Durante los años de la Guerra de la Independencia las tropas francesas invadieron la villa en dos ocasiones, en 1808 y 1812. Por aquellos años, la villa formaba parte del Partido de Villadiego, en la categoría de pueblos solos, uno de los catorce que formaban la Intendencia de Burgos, durante el periodo comprendido entre 1785 y 1833, en el Censo de Floridablanca de 1787, jurisdicción de señorío siendo su titular el duque de Frías.

La desamortización de 1836 supondrá el principio del fin del convento franciscano de San Bernardino del cual hoy sólo quedan las tapias. A mediados del siglo XIX el Canal de Castilla favorece la existencia en Herrera de algunas fábricas de harinas y del consiguiente comercio de granos. Con la instalación del ferrocarril, cuyas líneas se tendieron en 1862, empezarían a sentirse los primeros síntomas de la llegada de los tiempos modernos.En los inicios del nuevo siglo, en concreto el año 1902, por un decreto de la reina regente María Cristina, se otorga a Herrera de Pisuerga el título de ciudad según cita la ordenanza

Tiene una superficie de 99,08 ha y un censo de 2132 habitantes (año 2016).




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