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Historia de Filipinas



La historia de Filipinas muestra una gran cantidad de influencias, culturas y razas que se asentaron y se mezclaron en el archipiélago. Cultural y lingüísticamente la mayor parte de la población es de origen austronesio, aunque a partir del siglo vii recibió comerciantes y población procedente del mundo indio que era preponderante en el sureste asiático, y a partir del siglo xiv el islam tuvo presencia en el archipiélago (entre un 5 y un 10% de los filipinos siguen profesando esta religión). La colonización española que duró más de tres siglos e influyó en las tradiciones culturales y religiosas (un 90% de la población es cristiana, predominando el catolicismo). Los misioneros españoles cristianizaron a la mayoría de la población y fundaron escuelas, universidades y hospitales en todas las islas del archipiélago. Además durante todo el período histórico documentado, Filipinas comerció extensamente con el mundo indio, el mundo musulmán, además de China y Japón.

Al final de la guerra hispano-estadounidense, los Estados Unidos se anexionaron de facto las Filipinas alegando la validez el Tratado de París y aduciendo que «los filipinos eran incapaces de autogobernarse» y necesitaban "ser cristianizados", a pesar de haber sido un país católico durante casi dos siglos y medio. Tras la ocupación del Imperio Japonés durante la Segunda Guerra Mundial y su posterior derrota, las Filipinas alcanzaron la independencia total de Estados Unidos en julio de 1946.

Con una economía muy prometedora en las décadas de 1950 y 1960, a finales de la década de 1960 y principios de 1970, las Filipinas albergó un levantamiento del activismo estudiantil y una gran inquietud civil en contra de la corrupción de la dictadura de Ferdinand Marcos, quien declaró la ley marcial en 1972. Tras el asesinato del principal líder de la oposición, Marcos tuvo que huir del país, desbancado por la Revolución Popular.

Desde entonces la historia de Filipinas se ha visto marcada por una severa inestabilidad política, que unida a una serie de desastres naturales y una productividad económica obstaculizada por diversos factores, ha provocado que los sucesivos gobiernos solo hayan sido capaces de paliar parcialmente los severos problemas socio-económicos que padece el país.

Se cree que los primeros humanos llegaron por lo menos hace 30 000 años mediante un puente de tierra natural que unía las islas con el continente asiático. Descubrimientos arqueológicos sugieren que los ati se instalaron en las islas hace más de 5000 años, y fueron más tarde desplazados en gran parte por los austronesios provenientes de la isla de Formosa. A la llegada de los españoles los autronesios eran predominantes y hablaban diversas lenguas de la subfamilia filipina (ver también lenguas de Filipinas).

Aunque antes de 1000 d.C., ya existían varias sociedades de carácter marítimo en las islas, no había una unificación política que abarcara todo el archipiélago filipino. En cambio, la región estaba salpicada por numerosos barangays semi-autónomos (nombre por el que se conoce a los asentamientos que van desde las aldeas a las ciudades-estados.

Durante la dinastía Sri Vijaya (683–1377) y el imperio Majapahit (1293–1528), numerosos inmigrantes y comerciantes de Sumatra, Java y la península Malaya se asentaron en Filipinas.

En el año 900 la dinastía de Tondo, de procedencia indostánica, se asentó en la bahía de Manila y se desarrolló a través de un comercio muy activo con los comerciantes chinos en los mares de la zona. Ese comercio se convirtió más tarde en una ruta de contrabando, después de las restricciones impuestas al comercio exterior en China. Durante esta época, el ministro Jayadewa presentó un documento de condonación de deudas a Angkatan y su hermano Bukah, hijos de Namwaran. Este acuerdo quedó grabado en el documento más antiguo conocido de Filipinas, la inscripción Laguna que fue grabada en una lámina de cobre.[1]

La aportación más importante de la tradición india fue el idioma sánscrito, que dejó su marca en las lenguas autóctonas,[2]​ particularmente en las historias épicas. Alrededor del año 1500 d.C., el Reino de Brunéi atacó el reino de Tondo y estableció una ciudad a la que dio el nombre malayo de Selurong (que se convertiría más tarde en la ciudad de Maynila)[3]​ en la orilla opuesta del río Pasig . Los Rajás tradicionales de Tondo, lod Lakandula, retuvieron sus títulos y sus propiedades, aunque no el poder político real, que pasó a manos de la Casa de los Solimán, los Rajás de Manila.[4]​ Ya desde el siglo xiii la religión islámica y algunas instituciones políticas de carácter musulmán se habían implantado en áreas del archipiélago filipino. El islam adquirió cierta importancia posteriormente con la creación del sultanato de Sulú a comienzos del siglo XV y el de Maguindanao poco después, cuyas influencias se pueden todavía apreciar hoy en día en algunas partes de la isla de Mindanao.

Durante la dinastía Yuan (1271–1368) y la dinastía Ming (1368–1662), floreció el comercio entre Filipinas y China, lo que llevó al establecimiento de varios asentamientos chinos en el país. La influencia china se puede apreciar en el uso de la porcelana y de varios metales como el plomo, la plata o el estaño. También la introducción del arado de hierro forjado, la fabricación de fuegos artificiales y la pólvora se deben a la influencia china, además de algunas creencias y costumbres chinas que se conservan en la actualidad. Los japoneses también dejaron su huella precolonial en las Filipinas mediante la enseñanza a los indígenas de cómo fabricar cierto tipo de armas y herramientas, así como a domesticar patos y peces para la crianza.

A principios del siglo xvi ocupaba el solio pontificio León X, protector de las artes y de las letras. En 1516 por la muerte de Fernando el Católico, un príncipe de diecisiete años es dueño de unos estados de cuya extensión y poderío no había ejemplo en el mundo desde los tiempos de Alejandro y Carlomagno. Carlos I de España Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, duque titular de Borgoña y archiduque de Austria había arribado al puerto de Tazones donde había recibido el Gobierno de manos del Regente de la Corona de Castilla, el cardenal Adriano de Utrech, futuro papa con el nombre de Adriano VI.

Reinaba en Francia el caballeroso Francisco I, cuya rivalidad con el Emperador le redujo a ser su prisionero de guerra a consecuencia de la famosa batalla de Pavía. Enrique VIII, el brazo derecho de la Reforma gobernaba la Inglaterra; y el famoso Don Manuel que había levantado su país al apogeo de su grandeza, reinaba en Portugal extendiendo sus alientos al par de España, á todas las regiones del Orbe, con sus empresas y conquistas, como fue el descubrimiento de la ruta atlántica hacia las Indias por el cabo de Buena Esperanza y el descubrimiento del Brasil.

Los descubrimientos, tanto los de Cristóbal Colón como los de Vasco de Gama asombraban al mundo, cuando los portugueses rivalizaban con los españoles en navegaciones atrevidas, buscando las especias de las islas Molucas. Hernando de Magallanes conjeturó la existencia de la unión de los dos mares, Atlántico y Pacífico, proponiendo su descubrimiento al rey de Portugal. Desatendido en esta corte acude a Valladolid en compañía del cosmógrafo Rui Faleiro donde los recibe Carlos I, a quien explican cómo es posible llegar a las Molucas por Occidente, atravesando mares no reservados a los portugueses por el Tratado de Tordesillas y, además de eso, según Faleiro, probar que las Islas de la Especiería se encontraban en el hemisferio castellano. Con la influencia de Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos, consiguieron la aprobación del rey Carlos I.

El 22 de marzo de 1518 Carlos I nombra capitanes a Magallanes y Faleiro para que partan a la búsqueda de las Islas de la Especiería, y en julio los eleva al grado de comendadores de la Orden de Santiago y les otorga un conjunto de privilegios[6]

Habiendo recorrido dos mil leguas en el mar del Sur desde fin de noviembre de 1520 hasta marzo de 1521, descubren dos hermosas islas habitadas por idólatras. Eran parte de las Marianas y en ellas obtuvieron agua y víveres. La expedición vióse entonces salvada.

La primera visita registrada por el mundo occidental se da con la llegada del portugués Fernando de Magallanes a la isla de Homonhon, al sudeste de Samar el 16 de marzo de 1521, viajando bajo la bandera de España y que murió en la batalla de Mactán tras intervenir para apoyar al rajá Humabon de Cebú, en una contienda entre facciones rivales.

Cuando los españoles llegaron a Filipinas existía ya un buen número de estados establecidos, algunos de los cuales habían existido desde hacía más de seis siglos. El más tempranamente establecido fue el reino de Tondo en el siglo x, mientras que el rajanato de Cebú o la confederación de Madja-as se remontaba al siglo xiii. El reino de Manila había sido establecido hacia 1500.

Los primeros asentamientos españoles permanentes en la isla de Cebú empezaron con la expedición de Miguel López de Legazpi en 1565, quien con tan solo cinco barcos y cuatrocientos hombres acompañados de cinco monjes agustinos, y reforzado en 1567 por otros doscientos soldados, pudo repeler a los portugueses y comenzar la era de la colonización española que duraría más de tres siglos. Su nieto, Juan de Salcedo, con cuarenta y cinco hombres conquistó el norte de Luzón (las provincias de Zambales, Pangasinán, La Unión, Ilocos y la costa de Cagayán), y aseguró la sumisión de sus pueblos al dominio español.

López de Villalobos renombró las islas Filipinas en honor del Infante de España, el futuro Felipe II, poco después de la llegada de los españoles a las islas. Durante el dominio español, se unificó políticamente el archipiélago que anteriormente estaba compuesto por un cierto número de estados y ciudades-estado independientes. Muchos de estos estados tenían el islam como religión principal y tenían acceso a rutas comerciales que los conectaban a Asia y al resto del mundo musulmán. Los españoles introdujeron sus códigos basados en el derecho romano, así como la imprenta y el calendario gregoriano, que sustituyó en muchos estados al calendario musulmán.

La llegada de los ibéricos al archipiélago filipino supuso el freno a la paulatina expansión islámica hacia el norte del archipiélago. Al llegar la expedición de Magallanes, en el año 1521, el islam estaba establecido en algunos lugares de Mindanao, Joló, en comarcas tagalas de Luzón, en Palawan y en las islas Calamianes, aunque de una forma muy laxa, sobre todo en los tres últimos lugares. Con el envío de frailes agustinos a la ciudad de Cagayán de Oro, al norte de la isla de Mindanao, se detuvo el avance del islam en la comarca. Incluso la Santa Sede intentó facilitar la conversión al cristianismo concediéndoles a los habitantes de la isla privilegios tales como quedar exentos de la jurisdicción del Tribunal de la Santa Inquisición, no estar sujetos a muchos impedimentos matrimoniales legislados, y no tener que pagar diezmos ni primicias.

El conflicto con los musulmanes entró en vías de solución en 1645, cuando el sultán Kudarat y los demás jefes de Mindanao cedieron parte de su territorio a los españoles y permitieron la labor de los misioneros en sus dominios, mientras que los españoles reconocieron la soberanía de los líderes musulmanes. Además, se delimitaron los territorios ocupados por los musulmanes y los cedidos a los españoles y se permitió predicar a los misioneros cristianos en los territorios de los musulmanes.

El territorio de las Filipinas fue gobernado por el Virreinato de Nueva España desde 1565 hasta la independencia de México en 1821. Hasta entonces las islas eran administradas desde la Ciudad de México y controladas a través del puerto de Acapulco, en la costa novohispana del Pacífico. No fue hasta la independencia de México cuando pasaron a ser administradas directamente por Madrid.

El 28 de abril de 1750 en Panique, obispado de Nueva Segovia, provincia de Pangasinán recibió el bautismo don Fernando I Alimudín, titulado rey de Joló.[8]

En 1785 el rey Carlos III de España crea la Real Compañía de las Filipinas asumiendo las funciones que hasta ese momento había venido desarrollando la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. Impulsada por empresarios vascos tuvo el monopolio de la industria del comercio y sirvió para mantener una actividad estable entre Asia y España y reforzó el papel de Filipinas en el entorno asiático. No obstante, redujo los derechos de monopolio de las demás compañías del imperio lo que dio lugar a problemas sobre competencias con los que operaban con productos similares con América. Más graves fueron los conflictos con los propios filipinos, que usaban la ruta con Acapulco para sus actividades y con el Reino Unido, que mantenía el comercio asiático como primera potencia. Estos problemas derivaron en una progresiva decadencia del proyecto a partir de 1794, quedando prácticamente inoperativa a finales del siglo xviii y comienzos del XIX. Durante la regencia de María Cristina en nombre de Isabel II, la compañía fue disuelta.

La Diputación Provincial de las Islas Filipinas fue un órgano creado en 1813 por la Junta Superior Provincial dependiente de la Junta Suprema Central Gubernativa de España e Indias, creada como gobierno temporal de España en plena Guerra de la Independencia Española.

En 1814 Fernando VII reinstauraría el absolutismo, por lo que las diputaciones provinciales quedaron abolidas hasta el pronunciamiento liberal del Rafael de Riego de 1820, que daría lugar a su resurgimiento.

Durante el periodo español se fundaron numerosas ciudades y núcleos urbanos, se creó mucha infraestructura, se introdujeron varios cultivos y ganados. El comercio floreció. Los misioneros españoles cristianizaron a la mayoría de la población y fundaron escuelas, universidades y hospitales por todas las islas.

Al final del siglo xix se desarrolla un movimiento independentista, el Katipunan, que se enfrentaría en un conflicto armado con la gobernación española y daría lugar a la llamada Revolución filipina. Uno de los personajes clave de este movimiento fue José Rizal, cirujano oftalmólogo y novelista, injustamente acusado de ser miembro del Katipunan, pero su asesinato por las autoridades españolas en 1896 hizo de él un mártir nacional y reforzó la resistencia al régimen virreinal. Otros personajes claves fueron Andrés Bonifacio fundador del Katipunan y el general Emilio Aguinaldo otro de los líderes del movimiento independentista.

Tras la intervención de Estados Unidos durante la Guerra Hispano-Americana, que en un principio manifestó que solo quería ayudar a los rebeldes a alcanzar la independencia, se produjo la derrota española con la proclamación de independencia y el establecimiento de la Primera República Filipina.

El Real Gobernador General de las Filipinas dirigió esta colonia española hasta su traspaso a los Estados Unidos de América. El gobernador también poseía el título de capitán general, un rango militar conferido por las Cortes españolas. Estos gobernantes controlaron desde la estratégica posición de Manila a las islas Filipinas y al resto de las Indias Orientales españolas desde 1565 a 1821, fecha en que dejan de formar parte del Virreinato de Nueva España y pasan a constituir una capitanía general aislada hasta 1898, subsistiendo hasta 1899 con los archipiélagos de las Carolinas, Marianas y Palaos.

Durante la Guerra Hispano-Estadounidense, los Estados Unidos fomentan el movimiento independentista en Filipinas y luego aplastan la presencia militar española. El 10 de diciembre de 1898, el Tratado de París que pone fin a la guerra hispano-norteamericana, establece que España ceda sus últimas colonias, incluso las Filipinas, por 20 millones de dólares pero entre 1899-1900 se tiene que hacer un nuevo tratado de París por los islotes de Simbuctú y Cagayán y además se les condenó por ayudar a los filipinos contra sus tropas desde esos islotes.

El 23 de enero de 1899 se promulgó la Constitución de la República Filipina, y Aguinaldo fue nombrado presidente de la República. Posteriormente, Emilio Aguinaldo, ante la pregunta del periodista Guillermo Gómez Rivera sobre si se arrepentía de algo de su vida declaró:

El gobierno estadounidense había asegurado a los rebeldes filipinos que su único interés residía en derrotar a España, y de paso, ayudar a los filipinos a conseguir la independencia. El presidente estadunidense McKinley había declarado públicamente que la anexión de las Filipinas, «habría sido, de acuerdo a nuestro código moral, una agresión criminal». Pero tras la derrota de España, los Estados Unidos se volvieron contra los filipinos, quienes les habían proporcionado importante ayuda militar e información logística, y se apoderaron de las Filipinas convirtiéndola en una colonia estadounidense. McKinley explicaría que «los filipinos eran incapaces de auto-gobernarse», y que Dios le había indicado que no podían hacer otra cosa más que «educarlos y cristianizarlos», a pesar de que las Filipinas ya habían sido cristianizadas por los ibéricos a lo largo de varios siglos, algo normal si se tiene en cuenta una anécdota que cuenta que cuando le anunciaron la toma de Manila, tuvo que buscar las Filipinas en un mapa pues desconocía donde se ubicaban.


Cuando el recién proclamado Gobierno de Filipinas comprobó que había sido engañado, y que en realidad las tropas estadounidenses se habían desplazado a Filipinas para invadir el país, proclamó una declaración de guerra contra Estados Unidos el 2 de junio de 1899.

Aguinaldo dirigió las tropas filipinas contra las fuerzas superiores en número de los ocupantes. El 23 de marzo de 1901 fue capturado por las fuerzas estadounidenses en Palanan, provincia de Isabela, gracias a una estratagema ideada por el general Frederick Funston, en la que los soldados estadounidenses simularon rendirse.

Puesto ante la alternativa de ser sumariamente ejecutado o renunciar a la acción militar y aceptar la soberanía estadounidense, Aguinaldo cedió y firmó la rendición el 1 de abril de 1901. Pese a la perseverancia de focos aislados de resistencia que siguieron combatiendo por la independencia hasta 1913, con la rendición de Aguinaldo se oficializó la ocupación estadounidense de las Filipinas.

La guerra filipino-estadounidense tuvo como resultado pérdidas masivas en la población filipina, dejando un número total de bajas en la parte filipina en más de un millón de muertos, muchos de ellos civiles. Algunos episodios de este enfrentamiento fueron especialmente crueles, como las órdenes del entonces comandante estadunidense, Jacob Smith, diciendo a sus tropas: «cuanto más asesinéis, mayor placer me daréis». Smith además ordenó a sus soldados matar a todos los hombres, mujeres y niños mayores de 10 años, en respuesta a la masacre de Balangiga, una acción militar de la guerrilla filipina, que lanzó un ataque sorpresa contra la infantería estadounidense. La venganza, descargada sobre la población civil inocente de Samar provocó más de 50 mil muertos.

El 31 de diciembre de 1916 se organiza territorialmente el archipiélago sobre la base de tres grandes divisiones: treinta y seis provincias, las siete provincias del Departamento de Mindanao y Sulu, y el territorio de la ciudad de Manila.[11]

Las treinta y seis provincias son las siguientes: Albay, Ambos Camarines, Antique, Bataan, Batanes, Batangas, Bohol, Bulacan, Cagayan, Capiz, Cavite, Cebú, Ilocos Norte, Ilocos Sur, Iloilo, Isabela, Laguna, La Unión, Leyte, Mindoro, Misamis, Mountain Province, Nueva Ecija, Nueva Vizcaya, Negros Occidental, Negros Oriental, Palawan, Pampanga, Pangasinan, Rizal, Samar, Sorsogon, Surigao, Tarlac, Tayabas y Zambales.

Las provincias del Departamento de Mindanao y Sulu son las siguientes: Agusan, Bukidnon, Cotabato, Davao, Lanao, Sulu y Zamboanga.

La ciudad de Manila va a contar con una jurisdicción independiente, de modo que no estará incluida en el territorio de una provincia, pero, a falta de disposiciones especiales, el término «provincia» puede ser interpretado para incluir la ciudad de Manila, con el propósito de dar cumplimiento a las leyes de aplicación general.

En septiembre de 1901, 34 soldados estadounidenses murieron en una acción de la resistencia nacionalista cerca de la ciudad de Balangiga. La población de la ciudad fue masacrada un mes después en una operación de represalia del ejército estadounidense.[12]

Durante la guerra, la técnica de ''water cure" – que consistía en mantener a un prisionero en el suelo y al hacerle absorber agua en abundancia – se utilizó masivamente para hacer hablar a los prisioneros filipinos.[13]

La invasión japonesa comenzó el 8 de diciembre de 1941. Las fuerzas estadounidenses, ayudadas por numerosos efectivos filipinos, bajo el mando del General Douglas MacArthur, fueron forzadas a retirarse a la península de Batán, aunque su resistencia continuó hasta abril.

Después de su rendición, los supervivientes fueron conducidos hasta Batán, en la que fue conocida como la Marcha de la muerte de Batán. La resistencia aliada continuó por un mes más en la isla fortaleza de Corregidor.

El 14 de octubre de 1943, se proclamó la Segunda República Filipina, un gobierno dependiente de Japón. José P. Laurel, excolaborador de Quezón fue nombrado presidente por las autoridades japonesas. En ese año se produjo el incidente Laurel en el que se vieron involucrados, además de los filipinos, los estadounidenses y españoles.

En 1944 las tropas del General MacArthur desembarcaron en la isla de Leyte, produciéndose la batalla del Golfo de Leyte, desde el 23 de octubre hasta el 26 de octubre de 1944, la batalla naval más grande de la historia del mundo moderno.

Tras Varsovia y Stalingrado, Manila fue una de las ciudades que más destrucciones sufrieron. Más de 50 000 civiles murieron, muchos asesinados como fue el caso de los 50 españoles que se encontraban en el consulado cuando fue asaltado por los nipones. El 11 de abril de 1945 el gobierno de España, por las atrocidades cometidas en Intramuros, rompe sus relaciones diplomáticas con el Imperio Japonés.[14]​ De los cerca de 1300 misioneros católicos españoles, presentes entonces en el archipiélago, al menos 66 murieron durante la guerra, muchos de ellos asesinados por los japoneses.[15]

Después de la guerra, el 4 de julio de 1946, Estados Unidos concedió finalmente la independencia a las Filipinas.[16]

Tras obtener la independencia, las Filipinas destacó como uno de los países más avanzados y desarrollados de toda Asia. Pero en las décadas de la post-guerra, el desarrollo se ralentizó debido a un escaso crecimiento económico y una corrupción generalizada, entre otros factores.

Sin embargo, Washington continuará interviniendo en los asuntos del nuevo Estado, especialmente en el momento de las elecciones (de donde surge la presidencia de Ferdinand Marcos, de 1965 a 1986). Estados Unidos abandonará sus gigantescas bases militares recién en 1992.[17]

En abril de 1946 se celebraron elecciones que fueron ganadas por Manuel Roxas, quien se convirtió así en el primer presidente de la República independiente de Filipinas.

Sin embargo, la economía de Filipinas continuó siendo totalmente dependiente de la economía de Estados Unidos. Además, un pacto de asistencia militar se firmó en 1947, concediendo a Estados Unidos un contrato de arrendamiento por 99 años sobre base militares designadas en el país (el contrato de arrendamiento se redujo posteriormente a 25 años a partir de 1967).

Roxas murió repentinamente de un ataque al corazón en abril de 1948, y el vicepresidente, Elpidio Quirino, fue elevado a la presidencia. Fue candidato a presidente por derecho propio en 1949, derrotando a José P. Laurel y ganando un mandato de cuatro años.

Con el apoyo de Estados Unidos, Magsaysay fue elegido presidente en 1953. Prometió reformas económicas radicales, y avanzó la reforma agraria, promoviendo medidas polémicas como el reasentamiento de la población pobre del norte, tradicionalmente católica, en zonas musulmanas. Ramon Magsaysay era muy popular entre la gente del pueblo, y su muerte en un accidente de avión en 1957 supuso un duro golpe para la moral nacional.

Carlos P. García asumió la presidencia tras la muerte de Magsaysay, y fue elegido para un nuevo mandato de cuatro años tras las elecciones de noviembre de ese mismo año. Su gobierno hizo hincapié en el tema nacionalista de los «filipinos primero», argumentando que el pueblo filipino debería tener la oportunidad de mejorar la economía del país.[18]​ El gobierno de Carlos P. García fue perdiendo apoyo popular debido a temas de corrupción a medida que su gestión avanzaba.

Diosdado Macapagal fue elegido presidente en las elecciones de 1961, derrotando a García, que se presentaba a la reelección. La política exterior Macapagal buscó estrechar más las relaciones con las naciones vecinas de Asia, en particular con Malasia e Indonesia.

Las negociaciones con Estados Unidos sobre las bases militares provocaron un sentimiento anti-estadounidense. En particular, la celebración del Día de la Independencia de Filipinas fue modificado del 4 de julio al 12 de junio, para conmemorar el día en que Emilio Aguinaldo declaró la independencia de España en 1898.

Macapagal se presentó para la reelección en 1965, pero fue derrotado por su antiguo compañero de partido, el presidente del Senado Ferdinand Marcos, quien se había pasado al Partido Nacionalista. Ferdinand Marcos, fue el primer presidente filipino no hispanohablante, si bien su hispanofilia ha sido posteriormente reconocida.

Al principio de su presidencia, Marcos inició ambiciosos proyectos de obras públicas e intensificó la recaudación de impuestos, lo que condujo al país a una relativa prosperidad económica durante la década de 1970.

Marcos fue reelegido presidente en 1969, convirtiéndose en el primer presidente de Filipinas que conseguía un segundo mandato. Sin embargo, durante su segunda legislatura, la economía se ralentizó, y alegando una creciente ola de anarquía y una amenaza de una insurgencia comunista, Marcos declaró la ley marcial el 21 de septiembre de 1972. Marcos, gobernando por decreto, limitó la libertad de prensa y otras libertades civiles, cerró el Congreso y los centros de los medios de comunicación, y ordenó el arresto de los líderes de la oposición y activistas militantes, incluidos sus más acérrimos críticos, como los senadores Benigno Aquino, Jr., Jovito Salonga y José Diokno.

Aunque Marcos afirmó que la ley marcial era el preludio a la creación de una «nueva sociedad», basada en nuevos valores sociales y políticos, tanto él, como sus allegados, e incluso su propia esposa, Imelda Marcos, participaron activamente en la corrupción rampante.[19]

En 1983, el líder de la oposición Benigno Aquino, Jr. fue asesinado en el Aeropuerto Internacional de Manila a su regreso a Filipinas, después de un largo periodo de exilio. Este evento supuso el comienzo de la animosidad popular contra Marcos con una sucesión de eventos, que culminó en las elecciones presidenciales de Filipinas de febrero de 1986. Toda la oposición se unió para apoyar a la viuda de Aquino, Corazón Aquino.

Debido a estrecha relación entre Estados Unidos y Marcos, el gobierno estadounidense continuó apoyándole a pesar de que era conocedor de la corrupción masiva y los abusos de los derechos humanos. La pacífica y nada sangrienta Revolución Popular logró finalmente desbancar a Marcos, quien voló a Hawái a bordo de un helicóptero militar de Estados Unidos, a donde fue exiliado el resto de su vida. De esta manera se logró el regreso de la democracia al país y se instaló a Corazón Aquino como presidente el 25 de febrero de 1986.

Con la Revolución del Poder Popular, la ascensión de Corazón Aquino al poder marcó el restablecimiento de la democracia en el país. Aquino formó inmediatamente un gobierno revolucionario para normalizar la situación, e instauró una Constitución de «Libertad» transitoria, que restauró las libertades civiles y desmanteló la fuertemente arraigada burocracia de la época de Marcos.

A pesar de la euforia siguiente al derrocamiento del gobierno de Marcos, Aquino tuvo que enfrentarse al gran desafío de restaurar la nación. A pesar de su enorme popularidad personal y de la nueva constitución, Aquino continuó enfrentándose a repetidos intentos de golpes de Estado militares y a la insurrección comunista. Los fieles a Marcos continuaron oponiéndose al gobierno, culminando en un intento fallido de julio de 1986 de establecer un gobierno rival en el Hotel Manila, con Arturo Tolentino como presidente temporal. Una amenaza más seria vino del intento de golpe de Estado en agosto de 1987 que se repitió en diciembre de 1989. Ambos golpes militares estaban liderados por el Coronel Gregorio Honasan. La administración de Aquino estuvo continuamente plagada de rumores de intentos de golpes de Estado.

Todas estas intentonas golpistas contribuyeron a acentuar la inestabilidad política y económica del país. El crecimiento económico también se vio dificultada además por una serie de desastres naturales, incluyendo la erupción en 1991 del Monte Pinatubo, que dejó 700 muertos y 200.000 personas sin hogar. Los efectos de dicha erupción se sintieron en todo el mundo. Envió grandes cantidades de gases hacia la estratosfera, más que cualquier otra erupción desde la de Krakatoa en 1883. Los gases emitidos produjeron una capa global de ácido sulfúrico durante los meses siguientes, que produjeron que la temperatura en todo el planeta bajara aproximadamente 0,5 °C.

En 1991, Aquino aprobó el Código del Gobierno Local, que devuelve poderes gubernamentales nacionales a los gobiernos locales. El nuevo código realzó el poder de las unidades de gobiernos locales para decretar medidas locales en los impuestos, y aseguró una parte para la renta pública nacional.

En las elecciones filipinas de 1992, Aquino respaldó a Fidel V. Ramos, exjefe de Estado Mayor durante el gobierno de Ferdinand Marcos, cuya deserción al partido de Aquino fue decisiva para el triunfo de la revolución popular. Esta decisión fue impopular entre muchos de sus partidarios, incluyendo la Iglesia Católica, ya que Ramos es Protestante. Aunque Ramos obtuvo tan solo el 23,6% de los votos, fue suficiente para suceder a Aquino como presidente el 30 de junio de 1992.

Durante su presidencia, el país experimentó un notable desarrollo económico. Ramos intentó cortar y reestructurar la exagerada burocracia del país y procesó a los grandes evasores de impuestos. Se dice de él que supo mantener la estabilidad del país a pesar de enfrentarse a la insurgencia comunista, al movimiento islámico separatista en Mindanao y a la crisis financiera asiática de 1997.

Joseph Estrada, un exactor de cine que había servido como vicepresidente de Ramos, fue elegido presidente por una aplastante victoria en 1998. Durante su campaña electoral se comprometió a ayudar a los pobres y desarrollar el sector agrícola del país, lo que le proporcionó una gran popularidad, especialmente entre los pobres.

Sin embargo su presidencia pronto fue perseguida por escándalos de soborno y de corrupción. El 20 de enero de 2001 el Tribunal Supremo lo destituyó, y fue sustituido por la entonces vicepresidenta Gloria Macapagal-Arroyo, quien en octubre de 2007 le indultó de las inhabilitaciones por corrupción.

Gloria Macapagal-Arroyo, hija del anterior presidente Diosdado Macapagal, se proclamó presidente en 2001 y fue reelegida en 2004, convirtiéndose en la decimocuarta presidente de Filipinas y la segunda mujer en ocupar el cargo. En el año 2005, fue mencionada en la revista Forbes como la cuarta mujer más poderosa del mundo. Gloria Macapagal recuperó la tradición de presidentes hispanohablantes, dado que el español es una de sus lenguas maternas.

En el aspecto económico se caracterizó por una gestión liberal y un manejo austero del presupuesto. Una de sus primeras órdenes como presidente fue su establecer la prohibición a los miembros de su familia de establecer tratos económicos con oficiales del Gobierno. Intentó promover el turismo en Filipinas.

Su gobierno se ha visto plagado de numerosas tentativas de derrocamiento. El 1 de mayo de 2001, miles de seguidores de Estrada marcharon contra el palacio presidencial, e intentaron una revolución, con el objetivo de reponer en la presidencia al expresidente Estrada. El 26 de julio de 2003, un grupo de 300 oficiales militares exigió la renuncia de la presidente, acusándola de corrupción.

Benigno Aquino III, hijo de Benigno Aquino, el histórico líder asesinado de la oposición democrática contra la dictadura de Ferdinand Marcos y de Corazón Aquino, que se convertiría en Presidenta de Filipinas tras la caída de la dictadura de Marcos, tomó posesión del cargo de presidente de la nación el 30 de junio del 2010, tras ganar las elecciones del 10 de mayo.

Rodrigo Duterte es electo presidente de Filipinas al ganar las elecciones del 9 de mayo del 2016, Hora Local de Filipinas cuando el 30 de junio de 2016 se postuló a la Presidencia de la República de Filipinas.

El 9 de diciembre del 2016 cuando dio su 1° Informe de Gobierno habló acerca de que los docentes filipinos de español estaban enseñando a sus alumnos con faltas de ortografía, ayudó a las víctimas del tifón Yolanda y los diversos terremotos filipinos.

También prometió dejar de dar discursos groseros pues según él «Dios le advirtió que si decía groserías iba a estrellar el avión presidencial» por lo que se convirtió al cristianismo al grado que, junto con Manny Pacquiao, declaró el Mes de la Biblia en Filipinas.

Propuso una ley que dice cero tolerancia a la delincuencia organizada, prohibió las bebidas alcohólicas en horas determinadas, de igual modo estableció límites estrictos de velocidad.

Actualmente, el crecimiento económico en Filipinas es moderado, englobado dentro del área económica del sudeste asiático y ayudado por las contribuciones de una importante población de trabajadores filipinos emigrados.

El país recibe además numerosas inversiones y ayudas extranjeras de países como Corea, Japón, Estados Unidos o España. Estas inversiones tienen lugar en los sectores de las tecnologías de la información y la comunicación y también en los sectores de energías renovables.

El sur del país, en particular la isla de Mindanao, sufre regularmente de atentados terroristas por parte de los movimientos separatistas musulmanes como Abu Sayyaf y el Frente Moro de Liberación Islámica.



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