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Historia económica de la República de Venecia



La historia económica de la República de Venecia se remonta a la época de los etruscos. Ubicada en el extremo norte del Mar Adriático, en la Edad Media, la ciudad se benefició de su posición cercana a los mercados[1]​ de Europa Central y de su pertenencia al Imperio Bizantino. A medida que su autonomía aumentó consiguió privilegios comerciales tanto en Bizancio como en el Sacro Imperio Romano Germánico. Como resultado de la Cuarta Cruzada, en el año 1204 el dux de Venecia se convirtió en regente de un territorio que representaba tres octavas partes del imperio Bizantino, y surgió un imperio colonial que se constituyó en la columna vertebral de las expediciones marítimas y el libre comercio,[2]​ así como del aprovisionamiento de Venecia del trigo, que constituía el producto alimenticio básico.

La revolución comercial,[3]​ con sus nuevas formas de organización, vida y cultura, llevó a un dominio nunca antes visto en el ámbito económico, administrativo y de los mecanismos de control. Las técnicas de comercio venecianas, sus formas societarias y los métodos de financiación,[4]​ así como los mecanismos de estímulo a la economía, se adelantaron mucho al desarrollo en el resto de Europa.

Las cruzadas y la conquista de Constantinopla abrieron para muchos siglos el comercio directo con el interior de Asia, pero esas expediciones mercantiles requerían, además de la dotación de los frecuentes convoyes, grandes sumas de capital, que fueron facilitadas predominantemente en forma de créditos. Por lo demás, solo la nobleza disponía del derecho de ejercer el comercio a distancia (es conocido es cuasi monopolio en el comercio de caballos).[5]​ La misma nobleza se hizo también con el monopolio de la dirección política.

A pesar del predominio del comercio, la "industria" de construcción naval constituyó la más destacada y, de lejos, la mayor generadora de empleo. A eso se sumaron en la Baja Edad Media la producción de telas, seda y vidrio. De gran importancia fue también el comercio monopolístico de sal[6]​ y el comercio de cereales, que aportó no menos que todo el resto del comercio a la fortuna de la nobleza.[7]

Desde el principio, Venecia tuvo que defenderse de una competencia feroz; solo con la República de Génova libró cuatro guerras. En la temprana Edad Moderna perdió poco a poco sus colonias con los otomanos y eventualmente su posición monopolística en el mar Adriático. Además, los holandeses y los ingleses desplazaron la competencia veneciana y los portugueses se apropiaron del comercio de especias. Adicionalmente, el proteccionismo de los estados europeos y del Imperio Otomano dificultó el acceso a los mercados.

De esta manera, su poder regional se basó al final principalmente en la producción de artículos de lujo y en la producción agraria de las tierras del norte de Italia.

En la antigüedad el nivel del mar en la zona de la laguna veneciana era más bajo que en la actualidad, por lo que las huellas más antiguas de ocupación humana se hallan en áreas que a menudo se encuentran bajo el agua. Rastros griegos y etruscos apuntan a ocupaciones más tempranas de lo que durante mucho tiempo se había pensado.[8]Chioggia era un asentamiento militar romano, y en Fondaco dei Turchi, a orillas del Gran Canal, apareció una moneda de la época del emperador Trajano.

En el siglo VI, la pesca, además de la sal y los cereales, desempeñaban ya el rol económico principal,[9]​ pero hacia el año 750 el rey de los lombardos, Astolfo, prohibió cualquier tipo de comercio con los súbditos bizantinos, y con ello prácticamente también con las poblaciones de la laguna.[10]

Sin embargo, hacia el año 780 se puede encontrar nuevamente en Pavía comerciantes que ofrecen mercancías orientales para la venta, tales como púrpura de Tiro.[11]​ Además, ya antes del año 785, en Rávena y en la pentápolis italiana residían comerciantes venecianos que fueron "expulsados" por los francos entre 787 y 791.[12]​ Con anterioridad, en la época del papa Zacarías (741-52), ya estaban involucrados en el comercio de esclavos con los sarracenos.[13]

El comercio, no obstante, consistía principalmente en trueque. Si bien se conocían las monedas, e incluso se acuñaron algunas, tomando, por ejemplo, las monedas imperiales de el emperador Ludovico Pío y escribiendo "Venecias" en el reverso, las monedas de Verona eran las preferidas. Una casa de moneda propia, la ceca ("moneda" en árabe), se puede datar a inicios del siglo IX.

La fase temprana de la "feudalización", con la adquisición de fincas de gran extensión, llevó a manos de algunas familias las primeras grandes sumas de capital.[14]​ El testamento de 829 del dux Giustiniano Participazio muestra que, aparte de construcciones residenciales y no residenciales, formaban parte de su patrimonio bienes mercantiles y joyas; pero sobre todo dinero efectivo, créditos y, finalmente, sumas considerables que al momento de su muerte todavía se encontraban en empresas comerciales. La clase dirigente estuvo, por tanto, casi desde el principio fuertemente involucrada en actividades comerciales, a diferencia de sus contrapartes del continente.

Con la destrucción de Comacchio (854 o 946), que dominaba la desembocadura del Po, el comercio hasta Pavía y Plasencia se abrió (en los territorios que tras ello se anexionaron, un tratado con Carlos III había abierto ya las rutas comerciales). Venecia perseguía objetivos similares en Istria. Mucho más difícil era la relación con los narentanos, los piratas de Dalmacia. Tan solo hacia el año 1000 el dux Pietro II Orseolo logró someter a su dominio Dalmacia septentrional y central.[15]

El privilegio del comercio en el imperio,[16]​ en combinación con el dominio del Mar Adriático, representaba la correspondencia occidental a una primera bula dorada del emperador bizantino del año 992,[17]​ a la que siguieron otros privilegios comerciales.[18]​ Como en el occidente, ahora Venecia gozaba también de prerrogativas en el este. En respuesta a la ayuda militar contra los árabes de Italia del Sur, el emperador Basilio II casi disminuyó a la mitad la tasa por barco comercial. Al mismo tiempo los venecianos entablaron contactos comerciales hasta Túnez. Hacia allí, y hacia Alejandría, enviaban madera, armas y metales, además de esclavos eslavos (aunque este comercio fue prohibido en 960).[19]

Los privilegios venecianos se convirtieron en una amenaza para el comercio bizantino y los ingresos del estado. A pesar de que la enemistad resultado de ello era reconocible desde hacía décadas,[20]​ la detención de todos los (presumiblemente) 10.000 venecianos en el Imperio Bizantino el 12 de marzo de 1171 y la consiguiente prohibición del comercio sucedieron de forma completamente sorpresiva. El barrio de comerciantes en el Cuerno de Oro fue prácticamente levantado. La respuesta militar fracasó a pesar del empleo de 120 galeras. En Venecia se produjeron tumultos y el dux Vitale Michiel II fue apuñalado a plena luz del día. Venecia perdió todos sus privilegios y solo 14 años después pudo volverse a poner un poco sobre sus pies. Con la Cuarta Cruzada se le ofreció al dux Enrico Dandolo una oportunidad de vengarse del odiado imperio.

La conquista de Constantinopla y el establecimiento de un imperio colonial veneciano hicieron de Venecia, contra la creciente oposición de Génova, el poder dominante en el mediterráneo oriental.[21]​ Ese imperio colonial y el Imperio latino (1204–1261) constituyeron el marco político de la masiva expansión del comercio. Además, los comerciantes participaban en el intercambio de mercancías con la Tierra santa, donde Acre (Israel) fue hasta 1291 una importante plataforma comercial.

En principio, el comercio no estuvo en absoluto en condiciones de asimilar semejantes sumas de capital, de manera que un gran número de nobles, pero también populares "nuevos ricos", los "Populari grassi“,[22]​ adquirieron tierras en la Terra ferma, a pesar de la resistencia masiva de las ciudades afectadas.

La oposición entre los dos grupos de la nobleza y los nuevos acomodados se diluyó poco a poco, a medida que los dos grupos se fueron fundiendo en el nuevo y dominante rango de los Magni. Estos se repartían el poder político y los dividendos del comercio a distancia.[23]​ Además, cerraron las puertas al deseado estilo de vida, al que pertenecían para otros nuevos acomodados crecientemente. A la tierra se puso un precio en 1226 por el estado, que cayó rápidamente con los de mayor grado de parentesco. El Dux permitió no adquirir por ninguna razón fuera del poder veneciano.[24]​ y en 1297 finalmente solo podían acordar quien pertenecía al círculo de la nobleza (serrata).

Además, tanto en Venecia como en muchos lugares del imperio colonial surgieron nuevas posiciones de poder, que aseguraron ingresos a los propietarios, casi exclusivamente nobles. Con ello, la nueva nobleza gozaba de una posición considerablemente privilegiada frente al resto de la población. Algunos nobles conquistaron además imperios insulares completos en el Egeo.

A través del comercio intensivo y las campañas militares la demanda de tripulaciones creció fuertemente, lo que ofreció ocupación a un gran número de hombres. Además, se disminuyó la incorformidad social que los cambios ocasionaron al asignar la colonización de Creta a partir de 1211 a tres o cuatro mil hombres junto con sus familias. Allí recibieron bienes feudales, así como la posibilidad de participar en el ascenso social.

El Imperio colonial se extendía dese la laguna hasta Creta.[25]​ El epicentro del imperio colonial fue en un principio la comunidad de comerciantes en el Cuerno de oro turco. Aunque Venecia no era capaz de tomar en posesión las tres octavas partes del Imperio Bizantino acordadas como su parte durante el asedio a Constantinopla, sí se aseguró los puntos más importantes, en los que se instalaron almacenes, hospedajes y graneros, algunas flotas y también sistemas de comunicación, que propiciaron y aseguraron fuertemente el comercio.

Además se asentaron en Bari y Siracusa, en Trípoli y Túnez, en Baleares y Valencia, Sevilla y Barcelona, en Montpellier, Nîmes y AIGUES-MORTES, en Southampton y Londres, y especialmente en Brujas, pequeños grupos de hombres experimentados y con capital, que formaron la columna vertebral del comercio local. Con ello se creó un sistema fijo de mensajería, que conectaba a Brujas y Venecia en ocho días. Finalmente, los comerciantes podían utilizar estaciones en Augsburgo, Ulm, Núremberg, Fráncfort, Colonia y Viena. Además, innumerables cartas de comerciantes muestran que con esos escritos sobre variaciones de precio, cambios de tasas de aduana y tipos de cambio, y rumores sobre convulsiones políticas, se mantenían al día.

Venecia, que hacia 1300 tenía quizá de 85.000 a 100.000 habitantes, podía afrontar la pérdida de población causada por empresas comerciales y colonizaciones solo a raíz de que al mismo tiempo muchas personas inmigraron a la metrópoli. En ello Venecia fomentaba, especialmente después de las oleadas de peste de 1348, la afluencia de especialistas, como tejedores de seda de Lucca o molineros y panaderos del Sacro Imperio Romano Germánico. La ciudad creció principalmente hacia el interior, es decir, los barrios que hasta entonces estaban dominados por jardines y pantanos fueron urbanizados.

Como los artesanos, los comerciantes extranjeros formaron colonias similares, los cuales, como los milaneses, se aglomeraron en una calle cerca de Rialto. A partir del siglo XIV entraron en escena los toscanos, activos principalmente en el comercio de telas, los cuales desempeñaron además un papel importante en el sector bancario, especialmente los florentinos. Del sur de Italia llegaron ante todo de Apulia, además de eslavos, griegos y franceses, aunque en menor medida. A partir de aproximadamente 1250 comenzaron a llegar inmigrantes desde el imperio – ya fueran alemanes, húngaros o bohemios, fueron llamados de forma general "Tedeschi" – los cuales se alojaron en la "Casa de Comercio de los Alemanes" (Fondaco dei Tedeschi). Algunos Visdomini del Fondaco vigilaban las actividades de los residentes, agentes mediaban en las transacciones, y también las vigilaban. Finalmente, un grupo de inmigrantes, los judíos, se estableció mayormente en Mestre.[26]​ Allí desempeñaban por ejemplo actividades crediticias y ofrecían – a disgusto de los usureros establecidos – créditos considerablemente más baratos. Solo a partir de la fundación en 1516 del gueto de Venecia vivió la mayor parte de ellos en un barrio aislado.

El artículo se basa fundamentalmente en los trabajos de Roberto Cessi, Giorgio Cracco, John Day, Peter Spufford, Frederic C. Lane, Reinhold C. Mueller y Gino Luzzatto, además de los de Gerhard Rösch, Freddy Thiriet y Ugo Tucci. Muchos detalles provienen de las obras siguientes. Además de los estudios de Hans-Jürgen Hübner.



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