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Huelga estudiantil de la UNAM (1999-2000)



La Huelga en la UNAM de 1999-2000 fue un movimiento estudiantil que se inició el 20 de abril de 1999 en contra de la modificación del Reglamento General de Pagos (RGP) de la Universidad Nacional Autónoma de México, una de las más importantes instituciones de educación media-superior, superior y de posgrado en México.[1][2]

El 15 de marzo de 1999 se aprobó en el pleno del Consejo Universitario una modificación al Reglamento General de Pagos (RGP) que el entonces rector de la UNAM, Dr. Francisco Barnés de Castro, presentó ante el pleno del Consejo Universitario (máximo órgano de toma de decisiones de la institución); con este hecho las erogaciones que la comunidad universitaria tenía que hacer por conceptos de inscripción, cuota semestral y servicios, entre otras, adquirían el carácter de obligatorias.

Las modificaciones aprobadas al RGP se sumaban a una larga serie de reformas administrativas y a los modelos y planes de estudio, impulsadas por las autoridades universitarias.[3][4]​ Entre las que se encontraban la reforma al pase reglamentado de 1997 y que los estudiantes consideraban antidemocrática.

La huelga en la UNAM de 1999-2000 fue, durante el tiempo que duró conflicto, y tema de discusión permanente en los medios de comunicación de México. Muchos actores políticos fijaron posturas ante ella: el alto clero católico,[5]​ los partidos políticos,[6]​ el Consejo Coordinador Empresarial (CCE),[7]​ la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX),[8]​ intelectuales, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional[9]Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo[10]​, Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo[11]​ y los medios de comunicación.

A la propuesta de modificación del RGP comenzó a llamársele desde febrero de 1999: "El Plan Barnés", en alusión al apellido de su impulsor, el rector Francisco José Barnés de Castro. Dicha propuesta contemplaba el aumento de las cuotas por concepto de inscripción, pago semestral y otros servicios. Al parecer, por el comportamiento del gobierno federal, no se contó con la anuencia del Presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León ni con el visto bueno del entonces jefe de gobierno capitalino, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano,[12]​ quien después se deslindaría. La propuesta ocupó grandes espacios de tiempo en los medios de difusión, además de cientos de artículos en la prensa de México.

Mientras todo lo anterior acontecía en la esfera de la planeación universitaria, en las diversas Facultades y Escuelas de la Universidad, representantes de diversos bloques estudiantiles analizaban la forma en que responderían de ser aprobada la propuesta del rector. Los grupos, constituidos como Asamblea Estudiantil Universitaria (AEU) consideraban que, frente a la postura de rectoría que se empeñaba en llevar a cabo su proyecto no importando el descontento de la comunidad, el único camino sería la huelga; sin embargo, no lograban ponerse de acuerdo en los tiempos.

Es importante mencionar que en diciembre de 1994 se había dado una de las crisis económicas más severas del país, referida por algunos como el "Error de diciembre". En ese entonces, para salvar de la quiebra a los bancos, el gobierno federal se apoyó en el Fondo Bancario de Protección al Ahorro; los pasivos del FOBAPROA ascendieron a 552,000 millones de pesos. El rescate bancario estaba presente en el ánimo de los estudiantes, quienes expresaban su inconformidad ante el proyecto de recabar cuotas cuando el gobierno había apoyado a los banqueros con cientos de miles de millones de pesos.

El 11 de marzo de 1999 la AEU llamó a un paro parcial para manifestarse contra las reformas.[13]

La mañana del 15 de marzo del mismo año, en el auditorio Ignacio Chávez del Instituto Nacional de Cardiología fue aprobado el nuevo Reglamento General de Pagos.[14]​ La forma en la que tuvieron que ser aprobadas las modificaciones orilló a muchos universitarios que apoyaban el aumento a sumarse al movimiento estudiantil en contra de éstas.

De nueva cuenta, el 24 de marzo, la AEU convocó a un paro de labores al que se sumaron 27 escuelas.[15]​ Desde ese momento las discusiones sobre la fecha del estallido de la huelga se intensificaron, lo que originó que el 7 de abril, en la sesión de la Asamblea Universitaria, se resolviera estallar la huelga el 20 de abril. De igual forma se acordó integrar una comisión que elaborara una propuesta sobre el pliego petitorio.

El 25 de marzo de 1999, el Consejo General de Huelga (CGH) de la UNAM publica su Primer Manifiesto a la Nación, en el cual expresan sus puntos de desacuerdo con el aumento de cuotas, así como un primer esbozo de lo que después se convertiría en el pliego petitorio del movimiento. En el documento se argumenta que la huelga es, históricamente, el último recurso del movimiento ante la falta de diálogo con las autoridades universitarias y se invita a un Diálogo Nacional sobre la universidad pública y gratuita.[16]

Finalmente el 15 de abril, 92,355 estudiantes se manifestaron contra "El Plan Barnés", mediante una consulta convocada por la AEU.[17]

El 20 de abril de 1999 a las cero horas la Asamblea Estudiantil Universitaria se constituyó el Consejo General de Huelga.[18]

El 20 de abril se publica el Segundo Manifiesto a la Nación del Consejo General de Huelga de la UNAM. En el documento, el movimiento universitario declararía ser garante "de una de las conquistas más importantes de las luchas revolucionarias de 1910, y de los movimientos estudiantiles de 1929, 1966, 1968, 1987 y 1992 que defendieron y refrendaron este derecho: la gratuidad de la educación"[19]​ y refrendaría su pliego de peticiones que exigía la abrogación del RGP. Además de lo anterior, demandaba la conformación de un espacio de diálogo democrático y resolutivo, el retiro de sanciones y castigos a quienes participasen en el movimiento, la recuperación de días de clase invertidos en el movimiento; y la derogación de las reformas de 1997,[20]​ con lo que, según el documento, se recuperaría el "pase automático", eliminaría los límites de permanencia de los estudiantes en la universidad y se respetaría la elección de carrera.

Aunque el pase automático no fue acotado al grado que buscaba Jorge Carpizo MacGregor con las propuestas derivadas de su documento Fortaleza y debilidad de la UNAM, la reforma de 1997 fue rechazada por algunos estudiantes de la UNAM.

La aprobación por parte del Consejo Universitario (de la UNAM) del Reglamento General de Pagos fue lo que detonó la huelga estudiantil. Este reglamento incluía, entre otras cuestiones, el cobro de cuotas semestrales obligatorias (posteriormente, en mayo de ese año pasaron a tener carácter de "voluntarias") de 15 días de salario mínimo para bachillerato y nivel técnico y 20 días para licenciatura. En el caso de los posgrados, serían los directores de cada entidad los que fijarían las cuotas. A los extranjeros se les cobraría 10 veces más. El examen profesional, incluyendo los trámites de titulación costaría 40 días de salario mínimo.[21]​ Este Reglamento fue suspendido oficialmente por acuerdo del 13 de abril de 2000.

Pliego Petitorio oficial del Consejo General de Huelga;[22]​ fue aceptado y firmado durante acuerdos del diálogo público entre el CGH y las autoridades universitarias el 10 de diciembre de 1999:

A los pocos días de estallada la huelga, las posiciones entre quienes estaban a favor y quienes estaban en contra del movimiento y el CGH se radicalizaron. Por un lado, a favor de la propuesta -del aún Rector de la UNAM-, su adhirieron algunos exrectores recientes, así como todas las autoridades académicas y administrativas universitarias; el Gobierno federal, los partidos Acción Nacional (PAN) Revolucionario Institucional (PRI) y los medios masivos de comunicación, destacando en la prensa escrita el diario "La Prensa". Por otro lado, en contra de la propuesta: padres de familia de los huelguistas, constituidos ya en una asamblea, un número importante de profesores y académicos, comunidades universitarias de otras institucionales de México, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido del Trabajo (PT), organizaciones sociales y movimientos de izquierda, incluyendo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), así como algunos medios impresos de comunicación, entre los que destacaría el diario La Jornada.

Al tercer mes de la huelga, los profesores eméritos de la UNAM (Miguel León-Portilla, Héctor Fix Zamudio, Manuel Peimbert, Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez, Luis Esteva Maraboto, Alfredo López Austin y Alejandro Rossi) propondrían suspender la actualización de pagos por servicios directos y llevar el debate sobre la relación entre la UNAM y el CENEVAL, así como los reglamentos de exámenes e inscripciones a "espacios de discusión y análisis sobre los problemas fundamentales de la Universidad"; es decir, a un Congreso Universitario, en el momento que el CGH manifestara su intención de levantar la huelga. La propuesta sería respaldada por 41 académicos de diversas disciplinas, sin embargo, el CGH continuó en su postura.

El conflicto continuó, de manera que los estudiantes y profesores que se oponían a la huelga, o que no veían una solución pronta al conflicto, iniciaron las llamadas "clases extramuros". En la Facultad de Ingeniería, las clases se llevaron a cabo en diversas sedes, grupos de no menos de 40 personas llenaban las aulas prestadas por la Universidad Latinoamericana, para tomar los cursos del 1.er semestre, y las calificaciones obtenidas fueron válidas, en el intento de seguir con sus estudios de estudiantes que pudieron estar, o no estar, de acuerdo, con el actuar del CGH.

Cabe mencionar que naves industriales también sirvieron de aulas para estudiantes ceceacheros. Un caso particular: Vallejo, se trasladaron las clases a una nave ubicada en la estación del Metro Valle Gómez. Era común escuchar al estudiantado decir que ellos pertenecían al CCH vallejo-mez. Conforme pasó el tiempo, la sede se mudó a Nativitas, sin embargo, no todas las clases fueron válidas, fue una etapa muy difícil donde la comunidad estudiantil se vio reducida, parte por desilusión y otras por desesperanza reflejada en “tiras de materias fantasmas”. Estudiante de CCH Vallejo, boleta 99: Luis Omar Guzmán.

Para el caso del CCH Naucalpan se abrieron dos sedes alternas ubicadas en los números 4 y 42 de la calle Valle de México, colonia el Mirador Naucalpan donde se impartieron cursos de diferentes asignaturas incluyendo asignaturas para los alumnos de nuevo ingreso y exámenes extraordinarios, todas las calificaciones fueron reconocidas por la institución.

Mientras tanto, al interior del CGH comenzarían también a vivirse algunas divisiones surgiendo dos grupos, los "moderados" (querían el cumplimiento cabal de los 6 puntos al principio, y también aceptarían desde bajar 2 o 4 de los seis puntos hasta aceptar la propuesta de "los eméritos¨ que no cumplía ni con un solo punto del pliego petitorio), y los ultras (que seguirían luchando hasta que se cumplieran los 6 puntos del pliego petitorio) en ambos bandos se dice que existió intervención de miembros del PRD.[24]

Para finales del año, el movimiento estudiantil estaba cada vez más dividido y con menos apoyo por parte de la sociedad civil. Por su parte, Francisco Barnés de Castro presentaría su renuncia a la rectoría la noche del 12 de noviembre de 1999 y sería sucedido por el Doctor Juan Ramón de la Fuente, quien hasta ese momento se desempeñaba como Secretario de Salud. Al poco tiempo del cambio en la Rectoría, el 11 de diciembre, serían detenidos brevemente[cita requerida] 98 estudiantes que habían participado en una manifestación frente a la embajada de Estados Unidos, reivindicando las protestas en Seattle contra la Organización Mundial de Comercio.

El año 2000 traería consigo una mayor fragmentación interna del CGH. Ante la larguísima y desgastante situación de la huelga, se convocó a un plebiscito por parte de Rectoría para pulsar la opinión de la comunidad universitaria respecto a la llamada "Propuesta Institucional", del mismo rector, ofreciendo dejar sin efecto el RGP aprobado en 1999, la realización del Congreso Universitario, donde se analizaría y definiría lo relativo a los reglamentos generales de inscripciones y exámenes aprobados en 1997 cuyo resultado fue la reforma al pase automático, la relación entre la UNAM y el CENEVAL, la regularización de todas las situaciones escolares, y que las autoridades universitarias gestionarían en el ámbito de su competencia el retiro de actas en contra de universitarios participantes en el movimiento, todo ello a cambio de que se levantara la huelga.

Diversas voces, entre las que se encontraban personalidades del ámbito cultural como Sealtiel Alatriste, Homero Aridjis, Alí Chumacero, José Ramón Enríquez, Carlos Fuentes, Cristina Pacheco, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Ignacio Solares, Joaquín Ramón Xirau, Sara Sefchovick, entre otras, se expresaron a favor del plebiscito e hicieron un llamado al CGH a aceptar sus resultados, pues decían, "el movimiento ya había ganado, y de no levantar la huelga podría perderse incluso la propia Universidad"[cita requerida].

El Consejo General de Huelga no aceptaría como válidos los resultados del plebiscito, en el que entre ocho y nueve de cada diez participantes (que asistieron a votar con credencial de estudiante en mano[cita requerida]) estaría a favor de que la huelga se resolviera a partir de la "Propuesta Institucional" de Rectoría. Para sustentar su rechazo al plebiscito, el CGH llamaría unilateralmente al ejercicio "el gran fraude plebiscitario"[cita requerida]. Como consecuencia de los resultados del plebiscito, estudiantes del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO), todos identificados con el ala "moderada", determinarían la entrega de sus instalaciones a Rectoría.

Dicho plebiscito fue realizada con el apoyo de la casa encuestadora "Consulta Mitofsky". Los resultados fueron cuestionados por el CGH por motivos como decir que "se basaba en un ejercicio estadístico"[cita requerida], que no existía un padrón de toda la comunidad universitaria, lo cual propiciaba que se pudiera votar en más de una ocasión, que el conteo del total de los votos fue a puerta cerrada donde ni los medios ni el resto de la comunidad pudo estar presente de la veracidad de los resultados, tomando en cuenta que el nivel de participación total de universitarios no era ni el 8% de la matrícula de la UNAM. Al término del conteo, el 90% de quienes votaron se pronunciaron a favor del fin de la huelga.[cita requerida].

La carta de los intelectuales validando el plebiscito y la entrega de instalaciones por parte de los moderados, fue la base sobre la cual el Gobierno federal intervino en la solución del conflicto, y la madrugada del domingo 6 de febrero de 2000,[25]​ utilizando como justificante el hecho de que el anterior jueves 3 del mismo mes se suscitaron hechos violentos en las afueras de las instalaciones de la Escuela Nacional Preparatoria No. 3, elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP), según órdenes giradas por el entonces presidente de México Ernesto Zedillo Ponce de León, entrarían en la máxima casa de estudios y detendrían a poco más de 700 estudiantes, el grueso de los miembros aún pertenecientes al ala "ultra" del CGH. No sería sino hasta el 23 de abril, a un año y tres días de iniciada la huelga y más de ocho meses de la propuesta de los eméritos, que los 3100 elementos de la PFP que patrullaron Ciudad Universitaria desde el mes de febrero, abandonarían por completo las instalaciones de la Ciudad Universitaria.

A principios del 2000, el gobierno federal toma la decisión de recuperar las instalaciones, mediante el ingreso de la Policía Federal Preventiva, con lo cual, se concluye nueve meses de paro. Para aquel entonces, el movimiento estudiantil había perdido apoyo por la mayoría de la comunidad universitaria como consecuencia de que se radicalizó el movimiento con el ingreso de los ultras, que rompían cualquier negociación con la Rectoría. A pesar de que el movimiento logro evitar la implementación del nuevo Plan de Cuotas, ("Plan Barnés"); los huelguistas no lograron derogar las reformas de 1997 con respecto al pase automático, instalación del Congreso Universitario o evitar que la COMIPEMS aplicara los exámenes.

A raíz de la huelga de 1999, hubo pérdidas millonarias dentro la universidad; causadas por grupos porriles, personas ajenas y contrarios al movimiento moderado, que cometieron vandalismo, dentro las instalaciones como robos, grafiteos, destrucción de mobiliario y equipos.

Por si fuera poco, la universidad quedó denigrada ante la sociedad y el sector empresarial, por lo cual, obligó a directores de diversas facultades a implementar planes para limpiar la imagen de la comunidad universitaria, como enseñar los proyectos que desarrollan dentro los planteles y carreras. Además, muchos estudiantes no lograron concluir su bachillerato y licenciatura en el tiempo estipulado por la Universidad, lo cual afectó sus expectativas de egreso y trabajo. Por último, los semestres se acortaron por 3 años hasta que se normalizaron.

Algunos grupos de activistas,[26]​ y diversas personas ajenas a la comunidad[27]​ continúan ocupando espacios en los distintos planteles de la Universidad, conocidos como "Espacio Estudiantil" o popularmente llamados cubo, como ocurre en los pasillos de la Facultad de Contaduría y Administración(FCA) y el Auditorio Justo Sierra (conocido como "Che Guevara") en el que se han tenido enfrentamientos porriles entre diversos grupos.[28]



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