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Iglesia de Santa María de la Asunción de Dueñas



Plaza de la Paz (Dueñas)

La iglesia de Santa María de la Asunción es un templo de culto católico ubicado en la Plaza de la Paz de la localidad palentina de Dueñas (España). Forma parte, por tanto, del Conjunto Histórico-Artístico que conforma su casco histórico, título que ostenta desde 1967, gozando de una protección integral.

Se empezó a construir a finales del siglo XII, por lo que responde a un estilo de transición del románico al gótico, constituyendo su interior un magnífico ejemplo de lo que ha venido a denominarse como tardorrománico o protogótico de tradición cisterciense.

Se encuentra bajo la advocación de la Asunción de María, cuya festividad se celebra el 15 de agosto. Ha sido la parroquia histórica de la localidad y sigue ejerciendo como tal, compartiendo culto desde el 7 de diciembre de 2015 con la capilla gótica del antiguo Hospital de Santiago.

Históricamente, la diócesis palentina se encontraba dividida en cuatro grandes arcedianatos (Carrión, Campos, Cerrato y Alcor), perteneciendo Dueñas a este último, al Alcor. Se convirtió, además, en cabeza de uno de sus arciprestazgos, formado por las localidades de Montealegre de Campos, Villalba de los Alcores, Autilla del Pino, Paradilla del Monte, Valoria del Alcor, Trigueros del Valle, Quintanilla de Trigueros, Santa Cecilia del Alcor, Cubillas de Santa Marta, Corcos del Valle o Palazuelos. En la actualidad, forma parte de la diócesis de Palencia y del arciprestazgo del Cerrato.

Debido al peso histórico de Dueñas, su iglesia principal contó con un importante cabildo parroquial formado por 12 beneficiados de preste, 4 diáconos, 3 subdiáconos y 8 graderos (es decir, aquellos que sólo habían recibido las órdenes menores). De los doce presbíteros, sólo tres de ellos ostentaban el curato, esto es, la cura de almas o cura animarum y, por tanto, eran los únicos autorizados para administrar los santos sacramentos. Este nutrido cabildo se encargaba de oficiar todos los oficios divinos y el sinfín de misas, memorias y aniversarios sufragados por los fieles para la salvación de sus almas. La obtención de un beneficio o prebenda quedó regulada por las sinodales de cada diócesis, en base al derecho canónico. En Palencia se estableció que la elección de las prebendas o beneficios recayera en los propios obispos (o sus delegados) y se otorgaban a través de un concurso-oposición que suponía la realización de un examen donde, por lo general, se había de demostrar una serie de conocimientos, así como el análisis de algún texto teológico o canónico. Entre los requisitos exigidos para acceder a un beneficio eclesiástico se encontraban poseer la patrimonialidad (es decir, ser natural de la localidad), tener la edad mínima necesaria (14 para las órdenes menores, 22 para subdiácono, 23 para diácono y 25 para preste) y hallarse libre de todo impedimento canónico.

La arquitectura monumental de esta iglesia y, en especial, la riqueza artística que atesora en su interior la convierte en uno de los conjuntos monumentales más importantes de la región, con tallas de gran calidad e importancia, obra de artistas como Gregorio Fernández o Diego de Siloé, donde cabe destacar el conjunto que constituye su altar mayor, formado por un magnífico retablo mayor de estilo hispano-flamenco, una original sillería de coro y el panteón de los condes de Buendía.

Se trata de una construcción de transición del románico (ábsides lateral y central) al gótico (naves laterales con bóvedas de crucería), estilo que ha venido a denominarse como tardorrománico o proto-gótico, pudiéndose observar paralelismos con la arquitectura cisterciense. Las obras se inician a finales del siglo XII sobre una planta de planificación románica que va a ir adoptando las nuevas técnicas que están penetrando en esos momentos en Castilla procedentes de Francia por el cercano Camino de Santiago: el gótico, prolongándose su construcción a lo largo del siglo XIII.

Sufre importantes reformas sobre todo en los siglos XV y XVI y, así, a la obra inicial, fueron añadiéndose intervenciones propias del Gótico flamígero (pórtico), del Renacimiento (en especial la torre, herreriana, que sigue las trazas dadas por Alonso de Tolosa en 1585, siendo ejecutadas las obras por Juan de Mazarredonda y Pedro del Río), del Barroco (cimborrio) y del Neoclasicismo (sacristía).

Cabe destacar su profunda cabecera que se compone de una capilla central con ábside poligonal precedido por un tramo recto. La gran profundidad de este espacio viene determinada por estar reservada a alojar el coro del cabildo, algo atípico en España, pudiéndose establecer paralelismos con el famoso Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos, o con el cercano Monasterio de Santa María de Palazuelos (Corcos de Aguilarejo, Valladolid), construido al mismo tiempo, pues se levantó entre 1216 y 1254. Es precisamente en esta zona, el presbiterio, donde se conservan los vestigios de construcción más antiguos, románicos, concentrados en los ábsides central y septentrional, que cuentan con ventanales con arcos de medio punto y bóveda de horno o de cuarto de esfera.

Debido a que se trata de una construcción de una etapa muy inicial del gótico presenta también importantes problemas estructurales desde un primer momento de construcción, tales como la falta de altura en las naves laterales para contrarrestar el empuje de las bóvedas de la nave central, falta de sección en las columnas centrales para resistir las presiones de las bóvedas o deficiente cimentación por no haberse llegado al firme en casi la totalidad de los muros, problemas que tradicionalmente se habían achacado al Terremoto de Lisboa (1755), pero que en realidad son estructurales. En especial, todas estas deficiencias han hecho que se haya visto afectada por el giro de las hojas del muro sur hacia el exterior, pudiéndose observar actualmente su inclinación a simple vista. Para solucionarlo, se reforzaron los seis pilares centrales, octogonales, formados por columnas adosadas y capiteles figurados, actualmente ocultos por el refuerzo.

Fue sometida a una importante intervención y restauración entre 1948 y 1951 a causa de un incendio, que tuvo lugar la noche del 7 de diciembre de 1948, víspera de la Inmaculada Concepción. Asimismo, se ha vuelto a intervenir en ella recientemente (2001-2003) debido a los importantes problemas estructurales en el muro sur, que no se habían visto convenientemente solucionados a pesar de las diferentes actuaciones. En este caso, se llevó a cabo un realce de la cimentación en toda la fachada sur, inyectando hormigón a presión a lo largo del muro con el objetivo de frenar tanto el movimiento del muro de separación de naves como la apertura de la nave central. En dicha intervención, se restauraron también las cubiertas de las naves laterales y se descubrió la piedra original de las naves laterales y el presbiterio, que había sido totalmente enfoscada de yeso tras el incendio de 1948.

En los últimos años, se ha restaurado el retablo mayor (2009-2010), descubriéndose la policromía original del XVI, cubierta por varias capas de repintes,[1]​ y se ha implantado un sistema electroestático en la torre para evitar el anidamiento de aves y cigüeñas, así como su acceso al interior de la torre a través de la instalación de mallas de polietileno en los ventanales de la misma (2012).

La arquitectura monumental de esta iglesia y, en especial, la riqueza artística que atesora en su interior la convierte en uno de los conjuntos monumentales más importantes de la región, con tallas de gran calidad e importancia, obra de artistas como Gregorio Fernández o Diego de Siloé, donde cabe destacar el conjunto que constituye su altar mayor, formado por un magnífico retablo mayor de estilo hispano-flamenco, una original sillería de coro y el panteón de los condes de Buendía.

El altar mayor, discutido patronato de los Acuña, está formado por un ábside poligonal precedido por un tramo recto. La gran profundidad de este espacio viene determinada por estar reservada a alojar el coro del cabildo, algo atípico en España. Aloja, así, el conjunto monumental más importante que atesora el templo, formado por el retablo mayor, la sillería y el panteón de los condes de Buendía.

Los condes de Buendía, señores de Dueñas desde 1439, decidieron convertir el altar mayor de esta iglesia en el panteón familiar. Existe constancia documental de que todos los titulares del condado de la familia Acuña fueron enterrados en el altar mayor junto con algunas de sus mujeres. Sin embargo, de la cripta histórica, construida en el siglo XVI, nada se conserva y sólo sobreviven cuatro sepulcros pertenecientes a los siglos XV y XVI situados a cierta altura, unos cinco metros, en los muros laterales del altar. En el lado del Evangelio aparecen dos sepulcros con efigies de Pedro (fallecido en 1482) y de D. Fadrique (1558), primer y quinto conde respectivamente que ejemplifican los cambios de estilo entre los momentos finales del siglo XV y mediados del XVI, realizado este último por Manuel Álvarez entre 1558 y 1560. Frente a estos, en el lado de la Epístola, aparecen los sepulcros de Lope (1489), II conde de Buendía, y su mujer Inés Enríquez de Quiñones (1488), hija del almirante de Castilla Fadrique Enríquez, tía de Fernando el Católico, en sendas urnas doradas con los blasones familiares y rodeadas de una profusa decoración geométrica y vegetal, excelentes ejemplos del gótico mudéjar. Actualmente, bajo el altar se conserva una cripta moderna, realizada tras el incendio de 1948, donde fueron enterrados los principales promotores de su restauración: Antonio Monedero Martín y su yerno Federico Mayo Gayarre, junto a sus mujeres. Para ello recibieron la autorización necesaria gracias a que los fondos de la importante restauración provenían del Instituto Nacional de la Vivienda, del que Federico Mayo era Director General desde su fundación en 1939.

El retablo mayor es una obra de estilo hispano-flamenco construido entre 1510 y 1518 por el maestro Antonio de Malinas, Giralte de Bruselas y los entalladores Pedro Manso y Alonso de Ampudia. Presenta escenas en madera policromada de la vida de Cristo y de la Virgen que marca el tránsito entre el gótico final y el Renacimiento, siendo considerado una obra maestra de la escultura castellana de este momento.

También posee especial interés, por su rareza, la sillería de coro, datada hacia 1500, en la que se combinan las tracerías góticas y los temas de salvajes, se piensa que relacionados con los nuevos descubrimientos, representando figuras mitad humanas, mitad monstruos, con garras y colas, vestidos como salvajes (ropajes y coronas vegetales), y que aparecen entre un follaje atípico de la zona en el que, incluso, aparecen piñas, características de un clima tropical. No se trata, por tanto, de una decoración de temática religiosa, como es habitual, sino que aparecen incluso figuras mitológicas como un centauro o una sirena. Posiblemente son restos de dos sillerías diferentes, una de finales del XV y otra de comienzos del XVI.

Al carecer de capillas, por los muros del templo se distribuyen obras de gran calidad artística. En el lado del Evangelio se encuentran los retablos y altares de:

En esta nave nos encontramos también con el baptisterio, situado en el primer cuerpo de la torre campanario, con una pila de estilo lobulado del siglo XVI y decoración de conchas marítimas, símbolo de las aguas del bautismo.

Junto al retablo de la Santísima Trinidad aparece también un sarcófago gótico de principios del siglo XIV que, ateniéndonos a los blasones que orlan la tapa, contiene los restos de un descendiente de la casa real castellana, de Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio. Posiblemente se trate de un hijo, fallecido en la infancia, de Juan de Haro el Tuerto y su esposa Isabel de Portugal y Manuel, quienes fueron señores de Dueñas, pues Juan hereda la villa a la muerte de su padre, Juan de Castilla el de Tarifa, en 1319, quien la había recibido en 1303 por merced de Fernando IV debido a la necesaria compra de lealtades durante su minoría de edad y en compensación por el señorío de Vizcaya, que había sido usurpado a su mujer María Díaz de Haro por su tío Diego López V de Haro, conocido por ello como "El Intruso".

Por último, la capilla absidial de esta nave es el espacio más antiguo que se conserva, Románico, con bóveda de horno y ventanal con arco de medio punto y cegado en alabastro. En esta capilla, dedicada actualmente a sagrario y a Santísimo, se conserva también la talla más antigua de las que posee la iglesia, la única del momento de construcción de la misma, un Cristo Crucificado del siglo XIII que, al igual que la iglesia, es transición románico-gótico. En el siglo XVII, Alonso Pérez Cantarero, nacido en la localidad y secretario de los consejos de Italia, Guerra y Estado durante el reinado de Felipe IV, ordena la construcción en esta capilla de una cripta para su enterramiento que actualmente no se conserva. Desde 2018, tras su restauración para la exposición de Las Edades del Hombre celebradas en Aguilar de Campoo, fue trasladado a esta capilla desde el baptisterio, el cuadro conocido como "Itinerario Místico" o "Escalera Mística", anónimo del siglo XVII que refleja la concepción del mundo durante las edades media y moderna, en el que aparecen representados el mundo sublunar, las esferas celestes y el cielo empíreo con todos sus habitantes y con el modo de poder acceder a él, en el que se puede observar la influencia de las visiones platónicas y aristotélicas. A partir de los cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego), aparecen ordenados con numeración romana los siete astros celestes conocidos: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno, hasta llegar a los diferentes cielos, el Firmamento, el Primvm Mobile o Primer Motor y el cielo Cristallinum, donde aparecen representados las jerarquías de los diferentes coros angélicos y, en la parte superior, la Santísima Trinidad representada con tres figuras antropomórficas, iconografía de la Trinidad censurada por el Concilio del Trento, al representar al Espíritu Santo como otra persona y no como una paloma. El cuadro se convierte también en un compendio de la vida monástica y, así, sobre los votos monásticos (pobreza, obediencia y castidad) y la personificación de la Fe y la Humildad, se señalan las virtudes de vilitas y asperitas, por lo que el desprecio de sí mismo y la aceptación de las dificultades aparecen como las condiciones para el ascenso a través de la Puerta Augusta. Finalmente, una escalera de doce peldaños representa cada uno de los estadios necesarios para alcanzar la Gloria Divina. A partir del deseo de Dios (Desiderivm), en el siglo XII, el cartujo Guigo II menciona una Scala Claustralium compuesta por cuatro grados: lectio, meditatio, oratio y contemplatio. A partir de la cual, en el siglo XIII, Buenaventura menciona una escalera de siete grados de la contemplación: Ignitio, Vnctio, Extasis, Especualtio, Gvstvs, Resquies y Gloria. Los escalones representan, por tanto, las tres vías místicas de San Juan de la Cruz: purgativa (grados 1 al 4), iluminativa (del 5 al 8) y unitiva (del 9 al 12). Encontramos representaciones similares de esta temática en la iglesia del Carmen de Antequera (Málaga), en el monasterio franciscano de la ciudad polaca de Kalwaria Zebrzydowska y en Cuzco (Perú).[2]

En el Lado de la Epístola destacan dos retablos dedicados a la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), patrona de España desde el siglo XVII (Milagro de Empel), aunque su dogma no fue reconocido por la Iglesia Católica hasta el siglo XIX, en 1854 a través de la Bula Ineffabilis Deus de Pío IX. Uno de los retablos está formado por un gran lienzo de Jerónimo López que sigue el modelo de Inmaculada instaurado por Gregorio Fernández. De este retablo neoclásico cabe destacar también la puerta del sagrario con una tabla flamenca del siglo XVI con un Ecce Homo.

En esta nave hay también un retablo dedicado a San Ildefonso (23 de enero) formado por pinturas atribuidas a algún maestro castellano de principios del siglo XVI, en torno a 1539, y un retablo barroco del XVII dedicado a la Virgen del Popolo con una pintura dedicada a la Virgen con el Niño y, en el ático, una talla de San Francisco.

El órgano situado en el coro alto, construido a los pies del templo en 1570, es de 1754 obra del organista vallisoletano José Ballesteros, reformado entre 1794 y 1798 por el burgalés Tadeo Ortega. La caja, barroca, de madera de pino con pintura jaspeada en tonalidades verde, naranja y dorado, mide 8 metros de alto por 4 de ancho, pero el teclado o consola no es la original pues fue sustituida por una de transmisión eléctrica tras el incendio de 1948.

Cuenta con un pequeño museo parroquial en el que se conserva la platería: la Cruz procesional, el Cáliz expositor y el Portapaz realizados por un orfebre vallisoletano en plata sobredorada a comienzos del XVI, donación de los Acuña. Pero destaca sobre todo el Ecce Homo de Diego de Siloé (hacia 1525), quizá la obra de arte de mayor calidad de todo este notable conjunto. Esta talla formó parte del retablo mayor de San Agustín pero con la desamortización del convento en 1835 pasó a pertenecer a la Cofradía de la Vera Cruz, por lo que actualmente procesiona el Jueves Santo. Se encuentra flanqueado por dos tallas góticas del siglo XV que representan a San Antón y San Bartolomé, pertenecientes también a dicha Cofradía.

El museo se completa con diferentes objetos litúrgicos (cruces procesionales, cálices, coronas de la Virgen, vinajeras, navetas, relicarios, etc.), un cuadro de los santos Cosme y Damián, patrones de la medicina, un cristo de márfil, el palio que se sigue utilizando el día del Corpus Christi y dos ternos de casulla y dalmáticas, uno castellano de terciopelo e hilos de oro y plata con el escudo de los condes de Buendía, y otro oriental.

El museo fue creado en la década de los ochenta por el párroco Javier del Río Sendino, actual obispo de Tarija (Bolivia), en un cuarto anexo a la sacristía de la iglesia, mandada construir por el obispo de Jaén Agustín Rubín de Ceballos en el siglo XVIII, neoclásica, y que también cabe reseñar por conservar la decoración de la época: cajoneras, arcones, cuadros y espejos, además de la decoración pictórica de la cúpula.

Desde el año 2003, gracias al Convenio de Apertura de Monumentos suscrito por la Diputación y el Obispado de Palencia, la iglesia está abierta al público en los periodos de mayor afluencia turística en el siguiente horario:

-Mañanas de 11:00 a 14:00

-Tardes de 16:00 a 19:00

Incluye los tres últimos fines de semana de junio (viernes, sábado y domingo) y todos los días, excepto los lunes, de los meses de julio, agosto y septiembre, en el siguiente horario:

-Mañanas de 11:00 a 14:00

- Tardes de 17:00 a 19:30

Planta de la iglesia de Santa María de la Asunción de Dueñas

Altar de la Santísima Trinidad

Retablo de San Francisco Javier

Retablo de San Isidro con la talla de Gregorio Fernández

Retablo de la Virgen de la O, patrona de Dueñas

Retablo Inmaculada Concepción

Retablo Inmaculada Concepción

Retablo San Ildefonso



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