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Salomón



Salomón (hebreo שְׁלֹמֹה, Shlomoh), también llamado Jedidías (hebreo: יְדִידְיָהּ Yedidyah),[3]​ fue, según la Torá y el Antiguo Testamento cristiano, un sabio y Rey del Reino Unido de Israel que sucedió a su padre, David. Su vida y obra se describen en la Primera de Reyes y la Segunda de Crónicas. Según los escritos sagrados, fue el tercer y último monarca de la Monarquía Unida (es decir, antes de la separación del territorio israelita en los reinos de Judá e Israel).[4]​ Su reinado duró cuatro décadas,[5]​ tradicionalmente entre los años 965 y 928 a. C.[6]

En los textos mencionados se dice que el rey Salomón heredó un considerable imperio conquistado por su padre el rey David, que se extendía desde la frontera con Egipto hasta el río Éufrates, en Mesopotamia.[7][8][9][10][11]​ Este reino estaba integrado por el territorio de Israel, administrado con un sistema de doce distritos, [12]​ y numerosos reinos vasallos o sometidos.

Favoreció las relaciones comerciales con los fenicios, a uno de cuyos soberanos, Hiram de Tiro, entregó veinte ciudades de Galilea. Con marinos de ese origen organizó una expedición comercial que partió de Eilat, en el mar Rojo, hasta el país de Ofir (identificado con Etiopía o la India). También mantuvo contacto con la soberana del Reino de Saba (en el Yemen). [13]

Se lo describe como sabio e inmensamente rico,[14]​ con un gran harén, el cual incluía a «la hija de Faraón»,[15][16][17]​ y se añade que dedicó su reinado a grandes proyectos de construcción, [18]​ notablemente el Templo de Jerusalén. Es presentado como un fervoroso adorador de Yahveh, devenido en politeísta en su vejez.[19][20]

Además se le atribuye la autoría de algunos libros bíblicos, a saber: Eclesiastés, Proverbios y Cantar de los Cantares, algunos salmos y, posteriormente, los libros de la Sabiduría y de las Odas de Salomón, ambos pseudoepigráficos.

En el Corán, Salomón es considerado uno de los más importantes profetas. Los musulmanes se refieren generalmente a él con la variante árabe, Sulayman. En el Kebra Nagast (Libro de la Gloria de los Reyes de Etiopía), crónica pretendidamente histórica de los reyes de Etiopía, se describe la descendencia de Salomón desde su hijo Menelik I (hijo de Salomón de la Reina de Saba).

En las tradiciones herméticas, se lo asocia con la magia y el conocimiento de sabidurías ocultas.

La historia de Salomón se narra en el Primer Libro de los Reyes, 1-11, y en el Segundo Libro de las Crónicas, 1-9, ambos incluidos en la Biblia, siendo la única fuente sobre este monarca. Se carece de inscripciones contemporáneas que lo mencionen, así como de evidencia arqueológica que confirme los datos bíblicos.[21]

El profeta Natán informó a David que Yahveh había ordenado la muerte de su primer hijo como castigo por el pecado del rey, quien había enviado a la muerte a Urías, marido de Betsabé, para casarse con ella (2Samuel 12:14: «Has hecho blasfemar a los enemigos de Dios» (literalmente: ‘has despreciado los preceptos de Dios’). Tras una semana de oración y ayuno, David supo la noticia de la muerte de su hijo y se casó con Betsabé quien quedó embarazada, esta vez de Jedidías, conocido más tarde como Salomón.

Sucedió a su padre, David, en el trono de Israel hacia el año 970 a. C.,[22]​ quien lo nombró heredero a instancias de Betsabé y Natán, aunque tenía hijos de más edad con otras mujeres. Fue proclamado antes de la muerte de su padre, ya que su medio hermano Adonías había anunciado sus pretensiones al trono. Adonías fue más tarde ejecutado por orden de Salomón, y el sacerdote Abiatar, partidario suyo, depuesto de su cargo, en el cual fue sustituido por Sadoc. También fue asesinado el general Joab sin respetar el derecho de asilo del santuario. Del relato bíblico parece deducirse que a la ascensión de Salomón al poder tuvo lugar una purga política en los cuadros dirigentes del reino, que fueron reemplazados por personas leales al nuevo rey.

En ocasión de ofrecer un sacrificio en Gabaón, según el relato bíblico:

Esa sabiduría, según el relato, le permitió llevar al Reino de Israel a su mayor esplendor. En la leyenda aparece atestiguada en el episodio conocido como el Juicio de Salomón.[23]

Salomón de acuerdo a su nombre, fue un rey pacífico, que se mantuvo en buenos términos con los soberanos vecinos y fue aliado del Hiram I de Tiro, quien lo auxilió en muchas de sus empresas.

La seguridad interna y el control de las vías de comunicación habían facilitado una amplia expansión del comercio hebreo, donde sus naves llegaron hasta Ofir, en algún lugar del Mar Rojo, donde cargaron 14.300 kg de oro.[24]

El esplendor de su corte llamó la atención de la reina de Saba, quien acudió a visitarlo.

Emprendió numerosas obras arquitectónicas, entre las que destaca por encima de todas la construcción del Templo de Jerusalén como lugar para la permanencia del arca de la Alianza,[25]​ aunque destaca también la edificación de un lujoso palacio y la construcción de un terraplén que unía el área del Templo con la ciudad de Jerusalén.

En sus construcciones participó un gran número de técnicos extranjeros, como albañiles y broncistas de Tiro o carpinteros de Biblos. Entre todos ellos destaca el arquitecto Hiram,[26]​ y se importaron lujosos materiales también procedentes de Fenicia.

Después de terminado el templo, en una oración que Salomón le hace a Yahvé le recuerda la promesa hecha a su padre David la cual fue “…no te faltara varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal de que tus hijos guarden mi camino… ”[27]​ Dios les concedía tranquilidad en sus fronteras.[28][29]​ El orden y la alegría primaban.[30]

No obstante, para consolidar el poder político de Israel en la región, contrajo matrimonio con una de las hijas del faraón (probablemente Siamón) y se rodeó de lujos. Esto hizo, sin embargo, que en la segunda mitad de su reinado cayera en la idolatría, inducido por sus numerosas esposas extranjeras. De acuerdo con 1Reyes 11:3, «tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas, y esas mujeres le desviaron el corazón»[31]

Tanto el rey como el pueblo se dedicaron a comerciar;[33]​ fueron atrapados por el ansia de riquezas y cayeron en el materialismo.[34]​ Aquí se dio el punto de inflexión hacia un modo de vida que posteriormente sería causa de reproches por parte de los profetas:

andan descarriados, todos se han pervertido. No hay quien practique el bien, no hay ni uno[35]​ En vez de administrar justicia, los propios hebreos… “oprimían a los pobres” “acechaban… a las personas. Sus casas estaban llenas de fraudes; con esos fraudes se han engrandecido y se han hecho ricos…[36][37][38]

En las transacciones, el rey demostraba que ya no era justo.[39]​ Reavivó el tema de la esclavitud en los infieles.[40]​ Permitió sacerdotes que en muchos casos eran indignos.[41]​ Se cubrió de elementos de guerra (carros y caballos).[42]

Aquel pecado de Salomón (priorizar la obtención de riquezas por sobre la Ley de Dios) fue la causa de que a su muerte se dividiera el reino de Israel.[43]

Pero aunque cometió este pecado, se arrepintió y luego escribió el Libro de Eclesiastés para aconsejar a otros a que no siguieran su ejemplo. Allí menciona «vanidad de vanidades, todo es vanidad» y esto se refiere a su vida inicua. Salomón escribe este libro como un testimonio y ejemplo de que las cosas de este mundo no son duraderas.[cita requerida]

Lo sucedió su hijo Roboam, cuya madre era Naamá, amonita. Pero pronto, la parte norte aparecería como 'rebelde' (10 de las doce tribus de Israel, todas excepto Judá y Benjamín). Así quedaría dividido el reino.

Las fechas convencionales del reinado de Salomón derivan de la cronología bíblica y de la campaña del faraón Sisak quien supuestamente asedió Jerusalén durante el reinado de Roboam, hijo y sucesor de Salomón. El misionero adventista estadounidense Edwin R. Thiele ha fijado a Salomón entre aproximadamente 970 y 931 a. C. [44]

Las construcciones emprendidas por el rey y el boato de su corte exigían enormes contribuciones en dinero y mano de obra, que la parte más próspera del pueblo -también ya imbuido de codicia- no quería aportar.[46]​ Los privilegios concedidos a Judea hicieron crecer el descontento entre las diez tribus del Norte (las más acaudaladas), donde Jeroboam hizo eco de este descontento y se puso al frente del levantamiento que llevaría más tarde a la separación de los reinos de Israel y de Judea.

En las últimas décadas el progreso de la arqueología, la implementación de técnicas más precisas y el estudio de los sitios en su contexto han puesto en cuestión el relato bíblico. El consenso académico es que las descripciones bíblicas de su gran reino, sus construcciones y su riquezas son invenciones posteriores. En general, salvo unos pocos estudiosos, se acepta la existencia de un gobernante llamado Salomón en la segunda mitad del siglo X a. C., pero se sabe que Jerusalén para aquel entonces era poco más que una aldea y no la gran capital descrita en el Libro de Reyes.[47][48][49]​ Algunos autores, sin embargo, atribuyen una mayor credibilidad al relato bíblico, concediendo que hay muchos elementos anacrónicos en la descripción del reinado de Salomón.[50]

En la tradición de la Iglesia ortodoxa etíope, se señala que Salomón tuvo un hijo con la reina de Saba, llamado Menelik I, quien sería futuro rey de Etiopía, y de quien la tradición dice que sacó el Arca de la Alianza de Israel, llevándosela a su reino: el libro Kebra Nagast relata esta historia.

En las tradiciones islámicas, y en textos árabes como Las mil y una noches, varios cuentos lo señalan como un poderoso rey, el cual poseía cualidades de hechicería que le permitieron consolidar un imperio y encarcelar a los numerosos demonios del desierto (ifrit). A los ifrit (genios), los encerró en vasijas de barro selladas con el nombre de Dios, por negarse estos a seguir los mandatos del Altísimo y someterse a los hombres. En el relato es llamado Sulaymán, hijo de Daud (David).

La presencia del monarca más sabio y justo de la historia no se limita a la Biblia, la Torá y el Corán, ya que también es nombrado en la Leyenda Áurea, un influyente libro medieval que contiene historias, mitos y leyendas de santos, cuando narra la leyenda de la Vera Cruz. Su sello, el hexagrama, también conocido como la "estrella de David", es la piedra angular del judaísmo, símbolo del «Hagia Sophia» (Sabiduría Divina) que reinó durante cuarenta años en Israel y ha pasado a simbolizar la unión de la conciencia y el inconsciente. Relacionando el triángulo con el vértice hacia arriba con la conciencia, la sabiduría, lo divino; mientras que el triángulo invertido se vincula al mundo del inconsciente, a las tinieblas, la oscuridad y lo negativo.

También se relacionan con él "las minas del rey Salomón", o dentro del esoterismo medieval "el anillo de Salomón", que le fue otorgado por el Arcángel Gabriel. El poder mágico del célebre y sabio rey hebreo, radicaba en su anillo, ya que gracias a él, Salomón consiguió dominar el mundo de los espíritus y pudo llevar a cabo la gran empresa de construir el templo de Jerusalén. Esta tradición menciona que conocía el lenguaje de los animales y que su padre, el rey David, le enseñó el lenguaje de los pájaros llamado el Idioma Natural. Su curiosidad era tal que adquirió conocimientos sobre cristales y piedras; los misterios de la alquimia como la transmutación de los metales; el mundo vegetal y la vida eterna. Además tenía el don de hacer milagros, escribiendo cientos de libros al respecto, destacando el desaparecido "Manuscrito secreto de Salomón" que contiene hechizos, invocaciones, fórmulas y talismanes; actualmente es el texto más buscado por los estudiosos de las artes esotéricas.




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