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Las Floridas



Las Floridas surgen tras la división de la Florida española por Inglaterra tras su cesión por parte de España en el Tratado de París en 1763 junto con los territorios al este y sureste del río Misisipi a cambio de la devolución del puerto de La Habana y la ciudad de Manila (Filipinas), ocupadas durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763) a la que España se vio abocada a entrar en 1761.

La Florida era la posesión española en la América del Norte que formó parte del Virreinato de Nueva España.

En 1763 los británicos dividieron los territorios recibidos en dos partes:

En 1767 los británicos fijaron la frontera norte de Florida en una línea que se extendía desde la desembocadura del río Yazoo hasta la del río Chattahoochee en una franja que cubría el sur de los actuales estados de Misisipi y Alabama.

El segundo periodo bajo soberanía española se produjo durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos cuando los españoles recuperaron la Florida Occidental en 1779 tras las batallas de Baton Rouge, Fuerte Charlotte, San Fernando de Omoa y Mobila; y la Florida Oriental tras la célebre victoria en la Batalla de Pensacola (marzo-mayo de 1781), en la que Bernardo de Gálvez, gobernador español de La Luisiana (española desde 1763) y para hacer frente a los ingleses, reunió tropas llegadas desde distintos puntos del Imperio y abastecimientos adicionales de Cuba y la Luisiana, aumentando su ejército a unos 7000 hombres, lo que, para la época, era considerable. Dicho ejército derrotó a las tropas inglesas de John Campbell, logrando una victoria decisiva.

Poco tiempo después, Gálvez se apoderó de la isla Nueva Providencia en las Bahamas, abortando el último plan británico de resistencia, con lo que se mantuvo el dominio español sobre el mar Caribe y se aceleró el triunfo de las armas norteamericanas sobre los ingleses.

Siendo Jamaica el último reducto inglés de importancia en el Caribe, Gálvez se dispuso a organizar un desembarco sobre la isla y sumarla a los territorios bajo soberanía española, pero en mitad de los preparativos, lo sorprendió el fin de la guerra.

Al final de la guerra, La Florida (Florida oriental y occidental) era devuelta oficialmente a España por el Tratado de Versalles de 1783. También conservaba los territorios recuperados de Menorca y recuperaba las costas de Nicaragua, Honduras (Costa de los Mosquitos) y Campeche. Se reconocía la soberanía española sobre la colonia de Providencia.

Los españoles tomaron por buenos los límites de la colonia británica, paralelo 32°28'N, pero los estadounidenses, que se encontraban al otro lado de la misma en la antigua colonia de Georgia, insistieron en devolverlos a su punto original en el paralelo 31°. La disputa duró algunos años y, en 1795, en virtud del Tratado de San Lorenzo los españoles terminaron reconociendo la frontera en ese paralelo.

Si bien la Florida permaneció oficialmente bajo la soberanía española hasta 1821, ésta no tenía un control total sobre el territorio por las tendencias independentistas de parte de sus habitantes, que durante el periodo de la intervención francesa en la península ibérica entre 1808 y 1814 habían recibido influencia de las ideas revolucionarias francesas y, por otro, a los enormes recursos que los españoles requirieron para expulsar al mayor ejército de aquel entonces.

Una ley de 1804, dictada por orden de Thomas Jefferson, declaró perteneciente a Estados Unidos la costa de la Florida Occidental entre los ríos Misisipí y Perdido. Al final de 1813, toda la Florida Occidental estaba en poder de los estadounidenses, sin hallarse en guerra declarada con España.

En la pequeña Florida Occidental, los españoles tuvieron que evacuar sus tropas de Mabila (actual ciudad de Mobile en la costa de Alabama) en abril de 1813 a la capital, Panzacola, y Estados Unidos se apoderó de la ciudad en el contexto de la Guerra anglo-estadounidense de 1812, reclamándola como parte de la compra de Luisiana a los franceses unos años antes.

Ante la precaria situación de la colonia española, el 29 de junio de 1817, el general Gregorio MacGregor, aliado de Simón Bolívar, tomó militarmente el fuerte San Carlos, situado en la Isla de Amelia ubicada en la costa nororiental de la Florida, a 57 km (≃ 35 millas inglesas) al norte de Vacapilatca (hoy Jacksonville) en la frontera con Georgia. Días después, insurgentes floridenses al norte de Vacapilatca llamaron a la población para proclamar la independencia de España y declarar la «República de La Florida», estableciendo su capital en la localidad fortificada de Fernandina. Tal República de Florida Oriental era latinoamericana y no debe ser confundida con la predominantemente estadounidense República de Florida Occidental.

Tras la partida del general MacGregor el corsario francés Luis Aury, organizó una flotilla que participó activamente en los sucesos que acontecieron en la creación de la nación de la Florida, militarizando la costa ante una inevitable invasión española desde La Habana.

Aprovechando estos acontecimientos, el presidente estadounidense, James Monroe, y su Secretario de Estado, John Quincy Adams, ordenaron una invasión terrestre y marítima para apropiarse de la Florida con el pretexto de aplastar la insurgencia. En septiembre de 1817, un gran despliegue militar estadounidense, apoyado con tropas españolas procedentes de La Habana, desembarcó en Amelia y de allí se dirigieron a Fernandina para someter a los rebeldes a sangre y fuego, apresando a las autoridades que defendían la insurgencia en la Florida.

En 1818, Andrew Jackson intervino en la Florida Oriental en lo que la historia estadounidense denomina Primera Guerra Seminola, y este hecho le valió el apoyo popular en su país y el del Gobierno.

La presencia española en las Floridas (Florida Occidental y Florida Oriental) tocaba a su fin tras el inicio de negociación, Tratado Adams-Onís, en 1819, por el que España se vio forzada a vender las Floridas al gobierno estadounidense (siendo presidente Monroe y secretario de Estado John Quincy Adams), a cambio de preservar sus fronteras en el oeste de Norteamérica y cinco millones de dólares no pagados, sino destinados a abonar reclamaciones estadounidenses contra España. Al poco tiempo los españoles desvelaron la existencia de la isla San Esteban, hoy día posesión de México.

En 1819 había cesado formalmente la soberanía española en las Floridas, pero el cambio de banderas no tuvo lugar hasta 1821. La anexión estadounidense del territorio terminó finalmente en ese año, cuando el gobierno liberal que había derrocado al rey Fernando VII ratificó el tratado, año que marcó el comienzo de las guerras contra las tribus seminola que habitaban la península para establecer colonos estadounidenses y conformar lo que es hoy el estado más meridional de los Estados Unidos de América.

Tras 1810 gran parte de la población netamente española en la Florida emigró a Cuba aunque se mantuvieron gran cantidad de nativos hispanos o mestizos descendientes parcialmente de españoles. Tras las guerras seminolas, en las cuales el pueblo mestizo (mezcla de indoamericanos, afroamericanos y europeos) de los Seminolas fue casi exterminado por las fuerzas estadounidenses, la huella española pareció acabar diluyéndose, siendo posteriormente a 1840, escasos los rasgos culturales de la hispanidad. De la misma quedan edificios de iglesias católicas especialmente las de las Misiones del norte de la Florida localidades de origen español en gran parte arrasadas durante las guerras de la primera mitad del s. XIX; edificios de gobierno, fuertes, pese a todo quedan los restos del fuerte Gracia Real de Santa Teresa, el fuerte de San Agustín, el Fuerte Matanzas, las ruinas calcinadas del Fuerte Negro, el Castillo de San Marcos, aunque los descendientes de hispanos son en la actualidad una gran proporción de la población en Florida.



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