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Madianitas



Los madianitas fueron un pueblo antiguo originario de Canaán, cuya historia se menciona en la Biblia en los libros del Génesis, Éxodo, Números y en Jueces. La Biblia describe a los madianitas como un pueblo de comerciantes nómadas, habituados al uso del camello y el dromedario y en constante conflicto con los israelitas.

Los madianitas fueron un pueblo semita, descendientes directos de Abraham por línea de su hijo Madián, cuarto hijo concebido por el patriarca con Cetura (Génesis XXV:2). La genealogía directa de Madián también se puede encontrar en I Crónicas I: 33

Haciendo un paralelo con la descendencia de Abrahám a través de Isaac, se puede inferir que entre los hijos de Madián y Jetró, suegro de Moisés, madianita, se interponen dos o tres generaciones, siendo posiblemente Jetró miembro de la cuarta o quinta generación de Madián, quinta o sexta de Abraham. Posiblemente el padre de Jetró llevó por nombre Cení o Kení, de ahí el apelativo del suegro de Moisés: Jetró el Ceneo, apelativo que posteriormente será usado para determinar una rama escondida de los madianitas que fundaría un nuevo linaje.

Fuera de Jetró, otros madianitas son mencionados con nombres propios en la Biblia, monarcas en constante conflicto contra los israelitas. De dichos reyes se desconoce su genealogía más allá de su pertenencia al clan de Madián.

Acorde con el libro del Génesis, Madián, así como todos los demás hijos de sus concubinas, fueron conducidos por Abraham fuera de los límites de Canaán con la intención que se mantuviesen alejados de la herencia de su hijo Isaac y sus descendientes.

A pesar de las intenciones de Abraham, los descendientes de Madián se establecieron en tierras de Moab y pactaron con sus habitantes, a la vez que hacían incursiones en la tierra de Canaán para realizar pillaje en la época de los jueces.

La única indicación bíblica un poco precisa localiza el País de Madián al nordeste del Sinaí en la ruta de Edóm a Egipto, muy cerca del desierto de Parán, ocupado por los ismaelitas.

Por su parte Habacuc III: 7 los menciona junto a las tierras de Kusán e Isaías LX: 6 en la ruta comercial de una región llamada Efá.

A partir de Éxodo II, donde se nos relata la huida de Moisés de Egipto, podemos formular la hipótesis de que Madían se encontraba a trescientos veinte kilómetros al sudeste de Gosen, que representa la distancia más corta que Moisés pudo recorrer.

Según tradiciones extrabíblicas, como Ptolomeo,[1]​ se suele ubicar a los madianitas entre el sur de Canaán y el norte de Arabia, separados del Sinaí por un estrecho brazo del mar Rojo al este del golfo de Acaba.

https://en.m.wikipedia.org/info/Midian https://en.m.wikipedia.org/info/Midian#Mountains https://en.m.wikipedia.org/info/Midian,_son_of_Abraham


La tradición coránica indica que Madián sufrió un fuerte seísmo como castigo porque sus habitantes, coartados por las personas más ricas de la comunidad, no aceptaron el monoteísmo y porque no obraban con justicia. Esta historia se nos presenta en el marco de las predicaciones en Madián de un profeta de nombre Suayb, al que tradiciones heterodoxas dentro del islam suelen venerar como al suegro de Moisés.

El primer episodio en que interactúan israelitas y madianitas es en una transacción comercial efectuada entre quienes serían las cabezas de parte de las futuras doce tribus de Israel y comerciantes de Madián, cuando por celos los hijos de Jacob venden como esclavo a su hermano José. A su vez los madianitas vendieron a José a unos ismaelitas por veinte monedas de plata, y estos últimos terminan negociándolo con el egipcio Potifar, capitán de la guardia del faraón (Génesis XXXVII: 28).

Luego del episodio de José, los madianitas aparecen años después cuando confluyen la historia de Moisés y Jetró. Moisés defiende a las hijas de Jetró de otros pastores en un abrevadero. Por esta acción Moisés es gratificado por Jetró, le permite vivir junto a ellos apacentando su rebaño y que tome a una de sus siete hijas como esposa. (Éxodo II: 15 -22)

Con la salida de los israelitas de Egipto y el inicio de su camino rumbo a la Tierra Prometida, las relaciones entre israelitas y madianitas dejan de ser de convivencia y se tornan violentas. Temeroso por el poder de la avanzada de los israelitas, quienes ya habían derrotado a los amorreos, Balac, rey de los Moabitas, cierra una alianza con los ancianos de Madián. Madianitas y moabitas reúnen dinero y regalos para pagar a Balaam por maldecir a los israelitas, obra que por acción de Yahveh fracasa ostensiblemente, incluso obteniendo resultados contrarios. (Números XXII: 1 -7)

Pero lo que no consiguieron los moabitas y madianitas por medio del sacerdote Balaam, lo logran a través de sus mujeres, las cuales seducen a los israelitas y les inducen al culto del falso dios Baal. A raíz de la idolatría, se aviene sobre los israelitas una plaga, que, según relata la Biblia, siega la vida de veinticuatro mil personas. Además de los muertos por la ira de Yahveh, otros más perecen a raíz de la purga iniciada por Moisés en contra de los que se consagraron a Baal. El clímax de la historia acontece cuando Fíneas (Pinjas), celoso de Yahveh, arremete contra un israelita y una mujer madianita atravesando a ambos con una lanza (Números XXV: 1 - 9).

La corrupción en torno a las mujeres de Moab y Madián pasará entonces a ser un recordatorio constante para los hijos de Israel. Estos acontecimientos son rememorados en otra ocasión como prueba de la debilidad moral de parte del pueblo de Israel, y de su poca fidelidad hacia Yahveh. El recuerdo de este incidente reforzó la postura de los yahvistas posteriores, más intransigentes contra el matrimonio con mujeres extranjeras (Deuteronomio IV: 3-4).

Pero el incidente con las mujeres de Moab y Madián no culmina con la muerte de los apóstatas al interior de Israel. Posteriormente Yahveh reclamará venganza por los hijos de Israel que sucumbieron por la seducción de las medianitas. Atendiendo el mandato de Yahveh, Moisés se apresta para la guerra contra Madián al mando de doce mil hombres. La guerra concluye con la muerte de los cinco reyes de Madián, la muerte de Balaam, las ciudades madianitas quemadas, sus objetos de valor y ganado confiscados, los varones, niños y mujeres no vírgenes ejecutados y las mujeres y niñas vírgenes repartidas entre los varones de forma similar al resto del botín, en el cual correspondía a los sacerdotes un porcentaje. Aunque en principio dejaron vivas a las mujeres casadas (e hijos varones), esto enfurece a Moisés, quien ordena darles muerte y dejar sólo vivas a las niñas vírgenes para ser repartidas entre la población masculina. (Números XXXI)

31:1 Yahveh habló a Moisés, diciendo:

31:2 Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas; después serás recogido a tu pueblo.

31:3 Entonces Moisés habló al pueblo, diciendo: Armaos algunos de vosotros para la guerra, y vayan contra Madián y hagan la venganza de Yahveh en Madián.

31:4 Mil de cada tribu de todas las tribus de los hijos de Israel, enviaréis a la guerra.

31:5 Así fueron dados de los millares de Israel, mil por cada tribu, doce mil en pie de guerra.

31:6 Y Moisés los envió a la guerra; mil de cada tribu envió; y Finees hijo del sacerdote Eleazar fue a la guerra con los vasos del santuario, y con las trompetas en su mano para tocar.

31:7 Y pelearon contra Madián, como el Señor lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón.

31:8 Mataron también, entre los muertos de ellos, a los reyes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, cinco reyes de Madián; también a Balaam hijo de Beor mataron a espada.

31:9 Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus niños, y todas sus bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes,

31:10 e incendiaron todas sus ciudades, aldeas y habitaciones.

31:11 Y tomaron todo el despojo, y todo el botín, así de hombres como de bestias.

31:12 Y trajeron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a la congregación de los hijos de Israel, los cautivos y el botín y los despojos al campamento, en los llanos de Moab, que están junto al Jordán frente a Jericó.

31:13 Y salieron Moisés y el sacerdote Eleazar, y todos los príncipes de la congregación, a recibirlos fuera del campamento.

31:14 Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra,

31:15 y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres?

31:16 He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Yahveh en lo tocante a Baal-peor. 1-9 por lo que hubo mortandad en la congregación de Yahveh.

31:17 Matad, pues, ahora a todos los varones de entre los niños; matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente.

31:18 Pero a todas las niñas entre las mujeres, que no hayan conocido varón, las dejaréis con vida.

Repartición del botín

31:25 Y Yahveh habló a Moisés, diciendo:

31:26 Toma la cuenta del botín que se ha hecho, así de las personas como de las bestias, tú y el sacerdote Eleazar, y los jefes de los padres de la congregación;

31:27 y partirás por mitades el botín entre los que pelearon, los que salieron a la guerra, y toda la congregación.

31:28 Y apartarás para Yahveh el tributo de los hombres de guerra que salieron a la guerra; de quinientos, uno, así de las personas como de los bueyes, de los asnos y de las ovejas.

31:29 De la mitad de ellos lo tomarás; y darás al sacerdote Eleazar la ofrenda de Yahveh.

31:30 Y de la mitad perteneciente a los hijos de Israel tomarás uno de cada cincuenta de las personas, de los bueyes, de los asnos, de las ovejas y de todo animal, y los darás a los levitas, que tienen la guarda del tabernáculo de Yahveh.

31:35 En cuanto a personas, de mujeres que no habían conocido varón, eran por todas treinta y dos mil.

31:40 Y de las personas, dieciséis mil; y de ellas el tributo para Yahveh, treinta y dos personas.

31:41 Y dio Moisés el tributo, para ofrenda elevada a Yahveh, al sacerdote Eleazar, como Yahveh lo mandó a Moisés.

31:42 Y de la mitad para los hijos de Israel, que apartó Moisés de los hombres que habían ido a la guerra

31:43 la mitad para la congregación fue: de las ovejas, trescientas treinta y siete mil quinientas;

31:44 de los bueyes, treinta y seis mil;

31:45 de los asnos, treinta mil quinientos;

31:46 y de las personas, dieciséis mil);

31:53 Los hombres del ejército habían tomado botín cada uno para sí.

La última aparición de los madianitas como protagonistas en la historia de Israel ocurrirá cuando los israelitas ya han tomado posesión de Canaán, en el periodo de los jueces. A causa de sus pecados, Yahveh permite que los madianitas, ahora transformados en bandas nómadas de merodeadores, acometan con éxito durante siete años contra el pueblo elegido, obligando a que se refugiasen en ciudades fortificadas o en las cavernas en lo alto de las montañas. Tras el clamor israelita, Yahveh, por medio de un profeta, anuncia la llegada de Gedeón como caudillo que liberará a Israel de los asaltos de Madián. Gedeón, inspirado por Yahveh, inicia su acometida contra los madianitas, primero atacando la religión de Baal, destruyendo sus altares, por lo que recibe el apodo de Gedeón Jerobaal (quien combate a Baal). Finalmente Yahveh permite que Gedeón derrote a los madianitas con un destacamento de tan solo trescientos hombres en la batalla del Valle de Moré. A partir de la victoria inician los israelitas la persecución de los madianitas, dando de baja a ciento veinte mil hombres, entre ellos cuatro reyes madianitas (Jueces VI, VII, VIII: 1 - 21)[2]

La victoria de Gedeón sobre los madianitas inspiraría a los israelitas durante largas generaciones, convirtiéndose en eterna esperanza para el pueblo de Israel de que, aún en tiempos de mayor opresión y peligro, Yahveh en su infinita misericordia puede obrar victorias en detrimento de enemigos virtualmente poderosos.

Los madianitas, como ya se ha visto, adoraban al dios Baal, al cual la Biblia, en relación a Madián, refiere con el apelativo de Baal Peor; la palabra Peor puede referirse seguramente al lugar principal donde se le rendía culto a este dios. Para los israelitas, Baal y todos los dioses de los pueblos que les rodeaban eran ídolos, dioses falsos.

Por medio de la Biblia podemos establecer una lista de nombres madianitas, tal es el caso de:



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