x
1

Maestre de la Orden de Calatrava



La Orden de Calatrava es una orden militar y religiosa fundada en el Reino de Castilla en el siglo XII, en el año 1158, por el abad Raimundo de Fitero, con el objetivo inicial de proteger la villa de Calatrava, ubicada cerca de la actual Ciudad Real. Pertenece al grupo de las órdenes cistercienses y, en la actualidad Calatrava es la descendiente y continuadora de la Orden Militar de Calatrava y junto a la de Santiago, Alcántara y Montesa forman el conjunto de órdenes hispánicas por antonomasia. Se define como una institución Católica que al igual que las órdenes hermanas en administración perpetua a la Corona de España defienden la fe y la tradición. Actualmente sus caballeros llevan una vida conforme a la castidad conyugal, la santificación personal y la defensa de la fe católica erga omnes.[1]

Actualmente y siguiendo el mandato del rey, las cuatro órdenes llevan a cabo sus actividades de forma conjunta y coordinada bajo las directrices que marca el Real Consejo, aunque conservando sus señas de identidad propias y su independencia. La dirección espiritual de la Orden está a cargo del capellán, Frey José María Berlanga López, rector de la Iglesia de la Concepción Real de Calatrava y en última instancia del obispo de la Diócesis de Ciudad Real y prior de las órdenes militares españolas de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. De este modo suman sus esfuerzos a través de las Fundaciones del Real Hospital de Cuenca y Lux Hispaniarum, encargadas de acometer sus actividades histórico-culturales y benéfico-sociales. Dentro de ese espíritu de respeto a las tradiciones se engloba el Hermanamiento que en el año 2002 llevó a cabo la Orden con la Academia de Caballería, a la que se encuentra incorporado el antiguo Regimiento de Calatrava.

Las órdenes militares españolas actuales son herederas y continuadoras de las que fueron fundadas en el siglo XII. Del mismo modo, el Arma de Caballería del ejército de España, es heredera y continuadora de aquel ejército, que tuvo su origen a finales del siglo XV, en tiempos de los Reyes Católicos, momento histórico en el cual el ejército asume las misiones propiamente militares de las órdenes, con el mismo espíritu y los mismos valores profundamente sentidos arraigados y sentidos por ambas partes. Es una distinción otorgada por Felipe VI que guarda sus tres fines confesionales de Alabanza a Dios, Defensa de la Fe y santificación personal.[2]

Actualmente el real consejo de las órdenes militares españolas propone al rey el ingreso de nuevos caballeros y Él les concede y firma la merced de hábito. Existen unos requisitos de carácter religioso e histórico para el ingreso en la orden.

Su origen se debe a un gesto heroico. La ciudad de Calatrava (la Qal’at Rabah islámica), junto al río Guadiana, había sido arrebatada a los árabes por Alfonso VII en 1147. Dada la importancia estratégica del lugar como baluarte avanzado de Toledo ante los moros, tras la corta posesión por parte de ciertos nobles, el rey quiso asegurar su defensa entregándola en 1150 a la Orden del Temple, ya que por aquellas fechas no existían los ejércitos regulares ni era fácil poblar las zonas de frontera. Unos años más tarde, ante el empuje islámico, el Temple dio la empresa por perdida y devolvió la fortaleza al sucesor de Alfonso, el rey Sancho III.

Ante la situación creada y el inminente peligro, Sancho III reunió a sus notables y ofreció Calatrava a quien se hiciera cargo de su defensa. Entre la sorpresa y la sorna de los nobles, Raimundo, abad del monasterio cisterciense de Fitero, alentado por el monje de su monasterio Diego Velázquez, que había sido anteriormente guerrero, aceptó el reto. Al no haber alternativa, el rey cumplió su palabra entregando Calatrava a los monjes de Fitero mediante donación realizada el 1 de enero de 1158 en Almazán. Ellos, por su parte, formaron en poco tiempo un ejército de más de 20.000 monjes y soldados, uniendo a los que había conseguido organizar fray Diego Velázquez en las cercanías de Calatrava a los que había reclutado Don Raimundo en el Reino de Aragón. Ante tal multitud, los árabes rehusaron entrar en batalla retirándose hacia el sur. En estudios posteriores se ha demostrado la dificultad de discernir cual era el carácter jurídico claro de la orden. El fundador Raimundo de Fitero, apunta Villegas Díaz, no quisiese constituir tanto como una orden militar como algo más similar a una estructura monacal que a una estructura similar a la de una orden templaria[3]​. Existe una tensión aquí entre el sector religioso de la orden que impulsa un modelo más cercano a un monasterio y los caballeros que desearán una estructura más enfocada a lo militar. Finalmente se concluye en la creación de un maestrazgo, un cargo con capacidades militares pero también en lo relativo a las cuestiones religiosas, nunca sobrepasando los límites que se asumían que no podía tocar un cargo no religioso.


Como el compromiso de defender Calatrava se mantenía y había reticencias de los caballeros a tener por superior a un Abad del Císter y vivir entre los monjes, decidieron elegir un Maestre de la Orden. Los monjes se retiraron a Ciruelos y los caballeros a Ocaña, donde se convirtieron en una Orden militar, la primera hispana, que adoptó el nombre propio del lugar. El primer Maestre de la Orden fue Don García, que obtuvo del Císter y del Pontificado la primera regla. Esta regla, modelada sobre las costumbres cistercienses para hermanos laicos, impuso a los caballeros, además de las obligaciones de los tres votos religiosos (obediencia, castidad y pobreza), las de guardar silencio en el dormitorio, refectorio (comedor) y oratorio; ayunar cuatro días a la semana, dormir con su armadura y llevar, como única vestimenta, el hábito blanco cisterciense con una sencilla cruz negra (luego roja, a partir del siglo XIV) «flordelisada»: una cruz griega con flores de lis en las puntas, que en el siglo XVI se configuró definitivamente como hoy se conoce.

La fortaleza de Zorita de los Canes y todo su alfoz fueron concedidas a los calatravos por Alfonso VIII en 1174, para proteger, tras dos años de incursiones de los almohades, toda la frontera este del Tajo. En abril de 1180 el mismo rey concedió fuero a Zorita.

En 1179 Alfonso II de Aragón cedió el castillo de Alcañiz a la Orden de Calatrava en premio a sus servicios en la Reconquista, con tal éxito, que terminó por convertirse en la Encomienda Mayor de la Orden para la Corona de Aragón.[4]

La Dehesa de Abenójar y su término fueron concedidos en 1183 por Alfonso VIII a esta orden y hasta 1814 —que el término fue recuperado por el Infante Don Carlos— el pueblo pasó a llamarse Abenójar de Calatrava. Como muestra de este hecho, se puede ver la Cruz de Calatrava realizada en forja en uno de los tejados de la iglesia del pueblo.

Desde su fundación hasta principios del siglo XIII la Orden experimentó una serie de altibajos. Tras la derrota cristiana sufrida por Alfonso VIII en la Batalla de Alarcos (1195), incluso tuvo que evacuar sus posesiones y retirarse a Ciruelos (Toledo). La Orden de Calatrava será llevada al borde del exterminio al sufrir esta una gran cantidad de bajas en la batalla, que se saldaría con la victoria final de los almohades, el abandono de Alarcos, así como de muchas otras fortalezas de la región, replegándose hasta las cercanías de Toledo y comprometiendo el avance cristiano hacia el sur. En este contexto la Orden de Calatrava quedaría gravemente sacudida, pero no de muerte. Se había perdido su fortaleza y principal sede de poder, así como todas sus posesiones territoriales económicas, que de iure seguían en sus manos, como después les serían restablecidas. Tras un golpe de mano, varios caballeros de la Orden, con Martín Pérez de Siones a la cabeza, tomaron por sorpresa el castillo de Salvatierra, con un ejército aproximado de 400 caballeros y 700 soldados a pie.[5]​ trasladando allí su convento y sede, que mantuvieron en su poder totalmente aislado de socorros, hasta 1211. Por ello, durante esos años, la Orden adoptó el nombre de Orden de Salvatierra.

La Orden alcanzó su afianzamiento definitivo tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), cuando fijó su sede en la nueva y más segura fortaleza de Calatrava la Nueva (1218) (en el antiguo castillo de Dueñas, por frente del castillo de Salvatierra), que fue construida por prisioneros musulmanes en su mayor parte, y que ya nunca abandonaría.

La antigua sede de Calatrava, origen de la Orden, junto al río Guadiana, pasó a convertirse en la sede de una Encomienda, y desde ese momento pasó a ser conocida como Calatrava la Vieja.

En poco tiempo, sus grandes recursos humanos y económicos dieron a la Orden un enorme poder político y militar, que duró hasta el final de la Reconquista. Disponía de tierras y castillos a lo largo de toda la frontera de Castilla y Aragón, ejercitando un señorío feudal sobre miles de vasallos. Era capaz de aportar, a título individual, hasta 2000 caballeros al campo de batalla, una fuerza considerable en la Edad Media. Además, disfrutaba de autonomía, lo cual trajo consigo diversos enfrentamientos con los reyes dado que la Orden no les obedecía a ellos sino al Maestre. Sólo se reconocían superiores espirituales: el abad de Morimond (Francia) y, en último término, el Papa.

A partir del año 1228 la Orden de la Calatrava pasó a contar con encomiendas en Andalucía tras serle concedidas por el rey Fernando III las plazas de Martos, (Higuera de Calatrava (antigua de Martos)), Porcuna, Víboras y Alcaudete, en agradecimiento por los servicios prestados en la Reconquista. Asimismo a lo largo de los siglos xiv y xv, los calatravos fueron extendiendo sus dominios andaluces con la creación de nuevas encomiendas en Jaén (Lopera, Jimena, Arjona, etc.), Córdoba (Fuente Obejuna, Belmez, Villafranca de Córdoba, etc.) y Sevilla (Osuna).

Fernando el Católico logró ser elegido Maestre de la Orden en 1487 por una bula papal, y a partir de él todos los reyes de España revalidaron el título.

Bajo el mando de los sucesivos monarcas, y con la reconquista de la península finalizada, gradualmente fueron desapareciendo tanto el espíritu militar como el religioso. Con el tiempo, su única razón de existir era la generación de ingresos, procedentes de sus grandes dominios, y la conservación de sus reliquias.

Confiscados los bienes de la Orden por disposición de José I en 1808, fueron restituidos en 1814 por Fernando VII, para acabar definitivamente secularizados en 1855 por Pascual Madoz. La Primera República Española suprimió la Orden, que se restableció en 1875 con el papado como encargado de regular su disciplina interna. En la actualidad, está en activo y ante todo defiende la fe católica en la vida civil de cada uno de sus miembros. La rama femenina que cuenta con un monasterio de vida religiosa contemplativa que se rige bajo la regla y costumbres Cisterciense, manteniendo la cruz de Calatrava en el hábito. Las Monjas Cistercienses de Calatrava se encuentran en el Monasterio de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Calatrava, en Moralzarzal, Madrid.

El eje de administración del territorio dentro de La Mancha tiene como figura siempre presente la organización alrededor de los castillos que expanden un área de influencia sobre un territorio, asegurando el control de la región y de sus recursos, así como de sus poblaciones. Cada castillo disponía de una jerarquía propia y al estar en un territorio de frontera, donde la toma y pérdida de los castillos a manos almohades o castellanas era común, sumado esto a la pérdida por el tiempo de la posible documentación, nos deja algunos vacíos que hasta el momento no se han podido completar ni tampoco precisar con exactitud la limitación hacia el sur de los dominios de la Orden de Calatrava. Estos castillos se disponían en posiciones estratégicas cercanas a rutas comerciales o de paso o a lugares que por su importancia geográfica podían contribuir a la defensa del territorio.[6]​ Pero la organización de los castillos no atiende unilateralmente a la geografía física, sino que también se configuran en relación con la distancia y ubicación de otros castillos. En este punto Calatrava la Vieja queda evidenciada como la sede de poder de una jerarquía en torno a la cual se disponen el resto de fortalezas con una distancia aproximada de unos 40 kilómetros entre ellas, una distancia suficiente para maximizar el rango de poder de las fortalezas, pero suficientemente cercanas como para que puedan ser asistidas entre ellas o ser atacadas.[7]​ Este sistema si bien efectivo se derrumbará con la derrota de las tropas castellanas en Alarcos, que deja de manifiesto su debilidad. Cabe mencionar que este sistema no es ni mucho menos una invención propia de los calatravos, sino que viene heredado de las estructuras fronterizas musulmanas, así como muchos de los castillos son construidos por los almohades, aunque otros sí es cierto que son construidos con el objetivo de fundar nuevas aldeas y villas para la repoblación del territorio. El rey Alfonso VIII también otorgará derechos de conquista a la Orden sobre los castillos y territorios que conquiste, así como de la quinta parte del botín obtenido.

La sede de la orden actualmente se encuentra en la Plaza de las Comendadoras n.º 10. Madrid.

Las altas dignidades de la Orden fueron apareciendo con el devenir de los años, siendo confirmadas en los estatutos definitivos (1467). Por orden de jerarquía, eran las siguientes:

Situado en la provincia de Navarra (España):

Situado en la provincia de Córdoba (España):

Situados en la provincia de Ciudad Real (España):

Situados en la provincia de Teruel (España):

Situados en la provincia de Castellón:

Situados en la provincia de Jaén (España):

Situados en la provincia de Guadalajara ( España):

Situada en la provincia de Madrid (España):

Situado en la provincia de Valencia

Situada en la Región de Murcia:



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Maestre de la Orden de Calatrava (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!