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Manuscritos de Nag Hammadi



Los Manuscritos de Nag Hammadi, conocidos también como Biblioteca de Nag Hammadi, son una colección de textos, en su mayor parte adscritos al Cristianismo Gnóstico Primitivo, descubiertos cerca de la localidad de Nag Hammadi, a unos 100 km de Luxor, en el Alto Egipto, en diciembre de 1945.[1]​ Se trata de doce códices de papiro encuadernados en piel, y los restos de un décimo tercero,[2]​ cuidadosamente guardados en una jarra de cerámica sellada escondida en una gruta próxima (en el macizo montañoso de Jabal al-Tarif), encontrados casualmente por un campesino llamado Muhammad Alí al-Samman.[3]

Fueron escritos en copto entre los siglos III y IV d.C.[4]​ El más conocido de los manuscritos, el Evangelio de Tomás, contiene traducciones de textos que ya estaban presentes en el Papiro 1 de Oxirrinco, fechado en el año 250.[5][6]

El hallazgo de los manuscritos de Nag Hammadi en 1945 constituye, junto con los Manuscritos de Qumrán, el más grande descubrimiento de textos antiguos de la Edad Contemporánea.[7]​ El descubrimiento de estos textos influyó de manera significativa los estudios modernos sobre el cristianismo primitivo y el gnosticismo.

Los códices de Nag Hammadi se encuentran en la actualidad en el Museo Copto de El Cairo, Egipto.

En diciembre de 1945 [8]​ Muhammad, sus hermanos Califa Alí y Abu al-Majd del clan al-Samman y otros cuatro campesinos de la pequeña población de Al Qasr wa al-Sayyad (la antigua Quenoboskion), cercana a Nag Hammadi, se acercaron al macizo montañoso de Jabal al-Tarif, a unos 11 km al nordeste de Nag Hammadi, buscando fertilizantes para sus cultivos. Escarbando debajo de una gran mole de piedra encontraron una jarra de cerámica sellada. Pudiendo más la curiosidad que el temor a que anidase en ella algún jinn o genio maligno, se decidieron a romperla encontrando los códices cuidadosamente encuadernados.[9][10]

Poco después, Muhammad Alí entregó uno de los códices (el Códice III) al sacerdote copto de su aldea Basiliyus Abd al-Masih, el cual, a su vez, se los mostró a un hermano suyo, Raghib Andrawus, maestro de historia de la localidad. Sospechando su gran valor Raghib lo hizo llegar a G. Sobhi, médico copto de la capital, El Cairo, quien dio aviso al Departamento de Antigüedades del gobierno egipcio, a cargo en ese entonces del francés E. Drioton, quien incautó el documento.[9]

Meses más tarde, en octubre de 1946, el Códice III fue a parar al Museo Copto de El Cairo donde, un año más tarde (octubre de 1947), sería examinado por el joven estudioso francés Jean Doresse, quien enseguida se dio cuenta del gran valor e importancia del manuscrito, proyectando su publicación.

Paralelamente, en este tiempo algunos de los otros códices encontrados fueron saliendo a la luz con diversos destinos. El que sería denominado como Códice I fue adquirido con la mediación de Albert Eid, un anticuario belga residente entonces en la capital egipcia, y del teólogo e historiador Gilles Quispel, por la Institución Jung de Zúrich, denominándose desde entonces también Códice o Codex Jung. Tras su publicación regresó al Museo de El Cairo.[9]

El resto de los códices, poco a poco, de un modo u otro fueron yendo a parar al Museo Copto expropiados por el gobierno egipcio. Por las graves dificultades y obstáculos políticos y burocráticos que se presentaron no fue hasta 1956 cuando se publicó el Evangelio de la Verdad del Códice Jung (I). Y poco más tarde, en 1959, el Evangelio de Tomás. Por fin, en 1977,[11]​ bajo la dirección de James McConkey Robinson, se publicó en lengua inglesa la traducción completa de todos los textos de la Bibiblioteca de Nag Hammadi con el título The Nag Hammadi Library in English.[9]

En 1997 Editorial Trotta publicó para los lectores de habla hispana la traducción al castellano de todos los textos de Nag Hammadi con la participación de Francisco G. Bazán, A. Piñero, J. Montserrat Torrents, F. Bermejo, A. Quevedo y F. Trevijano, editada por Antonio Piñero.[9]

En la región donde se encuentra la población de Nag Hammadi, cerca de la cual tuvo lugar el descubrimiento de trece Códices, estaba en auge todo un movimiento cenobítico y monacal a finales del siglo III y durante todo el siglo IV, pues en ella se asentó buena parte de la actividad de los conocidos como Padres del Desierto.[12]

Durante mucho tiempo, si bien sin certeza, se consideró que la Biblioteca Gnóstica de Nag Hammadi pudo ser el trabajo de uno o varios monjes de alguno de los monasterios fundados por San Pacomio, cercanos al lugar del descubrimiento de los códices.[2][13][14]

Recientemente, el Profesor F. G. Bazán contempló la hipótesis, avalada por diversos “materiales” escritos, «ajenos a los folios de los escritos que forman las páginas de los códices» y que fueron encontrados en las tapas de algunos de los códices, que la Biblioteca de Nag Hammadi «era propiedad de un grupo de gnósticos ascetas que podían convivir con otros grupos en la región de la Tebaida»,[15]​ y, más concretamente, «una comunidad ascético-gnóstica de mujeres y varones de mediana cantidad de miembros asentada por la zona de Khenoboskion con lazos interactivos con otras pequeñas comunidades iniciáticas...radicadas en la zona de Alejandría y el sur de El Cairo hacia el Norte».[15]

· Evangelio de Tomás · NHC II, 2 ·

1. Y dijo [Jesús]: «Quien encuentre la interpretación de estas palabras no gustará la muerte.»

3. Dijo Jesús: «Si aquellos que os guían os dijeren: Ved, el Reino está en el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera. Si os dicen: Está en el mar, entonces los peces os tomarán la delantera. Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y comprenderéis que sois los hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma.»

· Evangelio de la Verdad · NHC I,3 · NHC XII,2 ·

18 Éste es el Evangelio del que se busca, que se reveló a los que son perfectos por las misericordias 15 del Padre, el Misterio Oculto, Jesús, el Cristo, por cuyo medio iluminó a los que estaban en la oscuridad a causa del olvido. Los ha iluminado y <les> ha mostrado un camino; 20 y el Camino es la Verdad que les ha enseñado.

· Evangelio de Felipe · NHC II, 3 ·

El Misterio del Matrimonio es grande”… “Reparad en la unión {sin mancha} pues tiene {un gran} poder. (64)

Quien posee la Gnosis de la Verdad es libre; porque quien es libre [ἐλεύθερος] no peca, pues «quien peca es esclavo del pecado» , la Madre es la Verdad, el Conocimiento [γνῶσις Gnosis] es el Padre. A aquellos a quienes no es permitido pecar el mundo les llama «libres». La Gnosis de la Verdad eleva los corazones de aquellos a quienes no les es permitido pecar, es decir, los hace libres y los enaltece por encima de este mundo... (77 13-35)

Integrados a la Biblioteca Copta de Nag Hammadi suelen considerarse también, porque proceden de la misma región aunque sean más tardíos, otros tres códices conocidos desde el siglo XVIII: el Codex Askewianus, que contiene la Pístis Sophía (conservado en el Museo Británico, en Londres), el Codex Brucianus, que contiene los Libros de Yeú (en la Biblioteca Bodleiana, en Oxford) y el Codex Berolinensis (preservado en Berlín).[3][19]

Son diversos los ámbitos en los que el descubrimiento de la Biblioteca Copta Gnóstica de Nag Hammadi ha tenido y tiene repercusiones.

Por un lado, el hallazgo de los Manuscritos de Nag Hammadi ha permitido a los estudiosos del ámbito de la historia de las religiones y, muy particularmente, de la historia del cristianismo Primitivo,[20]​ disponer de los registros escritos, sin el filtro de sus adversarios o detractores, de una de las corrientes ideológicas predominantes en el ámbito filosófico y religioso de la cuenca mediterránea en los siglos I al IV de nuestra era: El gnosticismo y la Gnosis del Cristianismo Primitivo,[7]​ trascendiendo la «visión anacrónica» sobre la precedencia de la ortodoxia a la herejía.[21]

Hasta este revelador descubrimiento, sólo se había contado, prácticamente, en lo referente a la Gnosis Cristiana, con la perspectiva de aquellos que, desde lo que posteriormente sería considerado como ortodoxia,[22]​ se opusieron y mostraron su rechazo a esta expresión de filosofía perennis et universalis.[23][24]

Por otro lado en el campo de la paleografía copta, el hallazgo de los códices de Nag Hammadi, ha supuesto un impulso para los estudios de la lengua copta y sus variedades dialectales, revirtiendo en un mejor conocimiento de esta casi extinta lengua.

Por último, el redescubrimiento de las posturas y planteamientos filosóficos y teológicos del Gnosticismo cristiano expuestos en algunos de los textos de la Colección de Nag Hammadi, han sido y siguen siendo contemporáneamente, objeto del mayor interés en el campo de la Psicología transpersonal pues «gran parte de los textos gnósticos cristianos se valieron del simbolismo, la metáfora o la alegoría para expresar no sólo el proceso de la Creación desde el Dios Absoluto e Inmanifestado, Agnostos Theos, sino también la naturaleza del microcosmos, del mundo interior, del ser humano» y la búsqueda de plenitud de su condición.[25]​ Por ello Jung, padre de la Psicología analítica y uno de los más destacados exploradores de la psique de nuestro tiempo, atraído por las doctrinas gnósticas concluyera: «es claro e indudable que muchos de los gnósticos no eran otra cosa que psicólogos».[25][26]



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