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Medina Azahara



Medina Azahara, castellanización del nombre en árabe, مدينة الزهراءMadīnat al-Zahrā ("la Ciudad Brillante"),[2]​ fue una ciudad palatina o áulica que mandó edificar el primer califa de Córdoba, Abderramán III, a unos 8 km en las afueras de Córdoba en dirección noroeste, a los pies de Sierra Morena.

Los principales motivos de su construcción son de índole político-ideológica: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad, símbolo de su poder, a imitación de otros califatos orientales y sobre todo, para mostrar su superioridad sobre sus grandes enemigos, el recién instaurado Califato fatimí de Ifriqiya, la zona norte del continente africano. Además de oponentes políticos, lo eran también en lo religioso, ya que los fatimíes, chiíes, eran enemigos de los omeyas, mayoritariamente de la rama islámica suní.

El yacimiento arqueológico de Medina Azahara está declarado Bien de interés cultural en la categoría de Monumento desde el año 1923,[3]​ además de ser declarada oficialmente como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco el 1 de julio de 2018.[4]​ En 2019 recibió más de 285.672 visitantes, siendo uno de los espacios culturales más visitados de Andalucía,[5]​ mientras que en 2020, debido a las restricciones de movilidad ocasionadas por la pandemia de COVID-19, las visitas se redujeron a 87.315 personas.[6]

Está situada a unos 8 kilómetros al oeste de Córdoba, en las últimas estribaciones de Sierra Morena, en la ladera del Yabal al-Arus, frente al valle del Guadalquivir y orientada de norte a sur, sobre un espolón de la sierra, entre dos barrancadas, que se adentra en la campiña que se encuentra Medina Azahara o Madínat al-Zahra. Ha sido calificada como el Versalles de la Edad Media. Fue elegida por los extraordinarios valores del paisaje, permitiendo desarrollar un programa de construcciones jerarquizadas, de tal manera que la ciudad y la llanura extendida a sus pies quedaban física y visualmente dominadas por las edificaciones del alcázar. Su implantación en el territorio generó una red viaria e infraestructuras hidráulicas y de abastecimiento para su construcción, conservada en parte hasta la actualidad en forma de restos de caminos, canteras, acueductos, almunias y puentes.

Aprovechando perfectamente el desnivel del terreno, la ciudad palatina de Medina Azahara fue distribuida en tres terrazas; el recinto de la ciudad adopta un trazado rectangular, frente a la idea laberíntica y caótica característica del urbanismo musulmán. De 1500 m de lado en sentido este-oeste y unos 750 m de norte a sur, se ve tan solo deformado en el lado norte por las necesidades de adaptación a la difícil topografía del terreno. La topografía jugó un papel determinante en la configuración de la ciudad. Su emplazamiento sobre la falda de Sierra Morena permitió diseñar un programa urbano, en el que la ubicación y la relación física entre las distintas construcciones resultaran expresivas del papel de cada una de ellas en el conjunto del que forman parte: El palacio se ubica en la parte más alta, escalonando sus edificaciones por la ladera de la montaña, en una situación de clara preeminencia sobre el caserío urbano y la mezquita aljama, extendidos por la llanura.

Siguiendo la disposición en terrazas encontramos que la primera corresponde a la zona residencial del califa, seguido por la zona oficial (Casa del Ejército, cuerpo de guardia, Salón Rico, dependencias administrativas, jardines...) para finalmente albergar a la ciudad propiamente dicha (viviendas, artesanos...) y la mezquita aljama, separadas de las dos terrazas anteriores por otra muralla específica para aislar el conjunto palatino. La investigación ha revelado una morfología urbana caracterizada por la existencia de grandes áreas no edificadas, vacíos que se corresponden con todo el frente meridional del alcázar, garantizando así su aislamiento y el mantenimiento de su apertura visual sobre el paisaje de la campiña creando un paisaje idílico y ajardinado con arriates, como lo describe el poeta cordobés Ibn Zaydun. De hecho, los únicos espacios edificados en este nivel inferior son dos amplias franjas extremas: la occidental, con una trama urbana de ordenación ortogonal, y la oriental, con un urbanismo menos rígido.

El Califato de Córdoba fue un estado andalusí proclamado por Abderramán III, de la dinastía omeya, en el año 929 d.C. que conllevó al mayor esplendor político, social y económico de la España musulmana, haciendo de la ciudad de Córdoba la más avanzada de Europa y el asombro del mundo.

En el 750 d.C. la dinastía de los Omeyas es derrocada del Califato de Damasco por los Abasíes. Abderramán I el Emigrado, siendo miembro superviviente de los Omeyas, huye a Al-Ándalus proclamando el Emirato de Córdoba en 756 d.C. independiente de la nueva capital abasí, Bagdad. Abderramán I no se proclamó califa pero sí lo hizo uno de sus sucesores, Abderramán III, después de acabar con la inestabilidad política del emirato (principalmente la revuelta de Omar ben Hafsún). La creación del califato significó alzarse hasta el nivel de Estado del Califato de Bagdad con todo lo que ello conlleva, tanto religioso como político, en competencia con el califato abasí.

Bajo los reinados de Abderramán III (929-961) y su hijo y sucesor Al-Hakam II (961-976) se consolida el estado cordobés. Es ahora cuando Abderramán III echa en falta un símbolo de su poder religioso y político que represente al califato como lo es una ciudad palaciega donde residir junto a su corte. Tras el intento fallido de levantar al-Madina, en el año 936 d.C. manda construir la fastuosa Medina Azahara junto a la capital, Córdoba.[7]​ Surgida de la nada, la ciudad regia concentra todo el poder político del califato.

Las relaciones diplomáticas se centraron en los reinos cristianos de la península, con intensos diálogos y algunos enfrentamientos bélicos; el norte de África, contra los fatimíes que controlaban rutas comerciales clave con el África subsahariana desde donde llegaba el oro; y el Mediterráneo donde se mantuvieron relaciones diplomáticas con Bizancio.

Con el reinado de Hisham II (976-1016) el verdadero protagonismo lo tuvo el “hayib” o primer ministro Almanzor, genio militar en su lucha que mantuvo en jaque a los reinos cristianos del norte llegando a entrar en León, Pamplona, Barcelona o Santiago de Compostela donde se llevó las campanas del templo prerrománico dedicado a Santiago hasta Córdoba.

Al morir Almanzor en el 1002 d.C. los problemas sucesorios desembocaron en una “fitna” o guerra civil en el año 1010 d.C. hasta que en 1031 d.C. se decide acabar con el califato pasando a ser ahora Al-Ándalus un compendio de diferentes pequeños reinos o reinos de taifas, perdiendo su hegemonía y dando lugar a un mayor empuje por parte de los reinos cristianos.

Fue durante la “fitna” cuando Medina Azahara se abandonó y comenzó su progresiva destrucción con saqueos y finalmente su olvido total. Los almorávides, que irrumpieron desde el norte de África en Al-Ándalus en 1086 y unificaron los reinos taifas bajo su poder, desarrollaron su propia arquitectura, pero es muy poco lo que ha sobrevivido, ya que la siguiente invasión, la de los almohades, impuso un islamismo ultraortodoxo y destruyó prácticamente todos los edificios almorávides importantes, junto con Medina Azahara y otras construcciones califales.

Madīnat al-Zahrā fue mandada construir por el primer califa de Al-Ándalus, Abd al-Rahman al-Násir (891–961) —o Abderramán III— como parte del programa político, económico e ideológico puesto en marcha tras la instauración del califato. Se dice que su fundación está relacionada con una favorita del califa que tendría por nombre al-Zahrá (Azahara) pero los principales motivos de su construcción son más bien de índole política-ideológica: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad símbolo de su poder a imitación de otros califatos orientales y además para mostrar su superioridad sobre sus grandes enemigos, los fatimíes de Ifriqiyya, la zona norte del continente africano.

Respecto al origen del nombre podría provenir, como se ha dicho anteriormente, del nombre de su esposa más querida Azahara, el cual significa "La Flor" quien le sugirió construir una hermosa ciudad extramuros de Córdoba, una ciudad que llevaría el nombre de la amada y se convertiría en la "Ciudad de al-Zahrá", la "Ciudad de la Flor de Azahar". Pero esto es más leyenda que realidad ya que al-Zahrá también significa “La Brillante”, palabra que está emparentada a otras que, en esa lengua, significan “Venus” o la misma “flor”, por lo que simplemente puede hacer referencia a la propia nueva y brillante ciudad del califa.

Aunque el origen de la ciudad no carece de elementos legendarios, se sabe que la construcción comenzó a finales del 936 de la era cristiana, estando las obras a cargo del maestro alarife Maslama ben Abdallah, y se continuó durante los cuarenta siguientes, alcanzando los tiempos de su hijo y sucesor en el califato, al-Hákam II. En el 945 se produce el traslado de la corte a esta ciudad, que en esos momentos cuenta con la Mezquita Aljama (941), aunque la Ceca o Casa de la Moneda no se traslada hasta 947-948. Al erigir esta majestuosa ciudad el califa cordobés pretendiera anular, y aun superar, a los califas orientales abasíes, y especialmente la famosa ciudad y corte de Samarra.

Los textos literarios e históricos se hacen eco de las cuantiosísimas sumas dedicadas a su construcción, de los enormes trabajos realizados al efecto, de su monumentalidad y esplendor artístico —hasta en el menor detalle— y del lujo y la ostentación que el califa desplegaba en las recepciones y ceremonias que allá se celebraban con frecuencia, pues de hecho la administración y la corte se trasladaron a la nueva sede. Entre otros, en sus ricos salones serían recibidos reyes cristianos hispánicos desposeídos de su trono, embajadores del emperador de Germania, emisarios de Borrell II de BarcelonaTorres Balbás (uno de los padres de la restauración monumental en España) se refiere así a estas ceremonias: “Tras subir entre apretadas filas de soldados ricamente uniformados, provistos de brillantes armas y en perfecta formación, llegaban monarcas y embajadores al salón oriental de Madinat al-Zahara, abierto a una terraza, cuyos muros cubrían ricas alfombras. Al fondo, sentado sobre almohadones y rodeado de todos los dignatarios de su brillante corte, aparecía el califa. Semejante a una divinidad casi inaccesible. Ante él se postraban en tierra, y el soberano, con insigne fervor, les daba a besar su mano”.

El cuadro del pintor catalán Dionisio Baixeras, en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona, pretende rememorar una recepción de embajadores de Bizancio en Medina Azahara, a base de los recursos y convencionalismos propios de la pintura orientalista de la época, empeñada en una forzada aunque pintoresca reconstrucción de la audiencia del monarca cordobés a los emisarios bizantinos acompañados de unos monjes, que se muestran sobrecogidos por la magnificencia de la ostentación y esplendor de la suntuosa corte califal asentada en tan extraordinario recinto. A pesar de que su lugar de procedencia, la corte de Bizancio, no era precisamente un ejemplo de austeridad.

Transcurridos poco menos de cien años de la fundación de la ciudad, todo este conjunto monumental y fastuoso quedó reducido a un inmenso campo de ruinas, pues fue destruido y saqueado por los bereberes en el 1010 como consecuencia de la guerra civil (o fitna) que puso fin al Califato de Córdoba.[8]​ Los saqueos, los enfrentamientos y los incendios destrozaron la ciudad más bella de Occidente. Almanzor sobre el año 988 mandó construir Medina Alzahira a las afueras de Córdoba para sustituir a Medina Azahara, pero sus restos no han sido localizados todavía.[9]

Después de la guerra civil (“fitna”) que trajo su destrucción, el saqueo y desmantelamiento de la ciudad palatina prosiguieron en siglos sucesivos, pues fue utilizada como cantera artificial para la construcción de otras edificaciones posteriores en la ciudad de Córdoba, cayendo progresivamente en el olvido hasta que desapareció, en una fecha imprecisa, del ideario colectivo.[8]

A pesar de su corto período de existencia, Medina Azahara vio nacer a algunos personajes ilustres de la época:

Antes del redescubrimiento de Madínat al-Zahra, la ladera donde se sitúa el yacimiento era conocida como Córdoba la Vieja, ya que durante el Medievo se pensaba que sobre este punto se levantaba la primera Córdoba romana erigida de manera rápida y semiprovisional por el pretor Claudio Marcelo y que, más tarde, y por motivos de salubridad, se trasladaría a las orillas del Guadalquivir. La razón de esta original creencia sobre una Córdoba fundacional era debida a la gran cantidad de piezas arquitectónicas esparcidas por los alrededores de la ladera, restos que se multiplicaban sin cesar con solo levantar un palmo de tierra.

Sería a partir del siglo XVI, en pleno renacimiento, cuando los humanistas empezaron a discutir sobre el verdadero origen de la denominada como Córdoba la Vieja, aunque no fue hasta el siglo XVII cuando Pedro Díaz de Rivas intuyó que sobre la Córdoba actual se encontraban demasiados restos romanos cuando se procedía a maniobrar sobre algún terreno, lo que evidenciaban su origen latino, y que por tanto, lo que realmente había bajo el suelo de lo que llamaban Córdoba la Vieja no era una ciudad romana, sino el castillo musulmán de Abderramán III. Pese a esta inteligente evidencia, el debate no se dio por concluido. En los últimos años el yacimiento de Medina Azahara está siendo sometido a unas intensas labores de restauración que pretenden, pese a las grandes pérdidas de materiales por parte de los expolios medievales (sirva como ejemplo el llamado "arco de Medina Azahara" actualmente conservado en el Museo Diocesano de Tarragona), devolverle el esplendor perdido con el que asombró a todos los que la visitaron durante la Edad Media, cuando Medina Azahara era sede uno de los centros gubernamentales más importantes del mundo.

No sería hasta los primeros años del siglo XX, concretamente en 1911, durante el reinado de Alfonso XIII, cuando las primeras excavaciones comenzaron de manera oficial, despejando cualquier tipo de duda al respecto, si es que todavía la había, de lo que yacía bajo el suelo. A partir de este momento, y hasta el largo parón producido por la Guerra Civil, las excavaciones se fueron produciendo con regularidad. Los trabajos comenzaron por los puntos donde las ruinas eran más evidentes, lo que se entendía como el eje central del conjunto califal. Desde este momento y hasta la muerte en 1923 de Ricardo Velázquez Bosco, arquitecto responsable de la excavación, se hicieron unas catas consistentes en zanjas paralelas de norte a sur para delimitar el perímetro de la ciudad, un ambicioso objetivo que no se alcanzó. En febrero de 1939, ya en el final de la guerra, la aviación republicana detectó el uso de una parte de Córdoba la Vieja (conocida como Suerte Chica) como campo de concentración franquista; operó hasta finales de noviembre de 1939 y llegó a congregar a unos 4000 prisioneros, siendo rebautizada la zona desde entonces por los lugareños como Suerte de los Prisioneros.[10]​ A partir de 1944, tras el fin del conflicto bélico, se vuelven a reanudar las campañas arqueológicas tras unos años de parón, destacando las realizadas por el arquitecto Félix Hernández que excavó la parte central del alcázar con una superficie de unas 10,5 hectáreas, definiendo las líneas básicas del urbanismo del palacio y acometiendo, también, importantes restauraciones como las realizadas en el Salón Rico de Abderramán III. En 1985, tras la creación de las autonomías unos años antes, la gestión del recinto pasa a manos de la Junta de Andalucía, organismo que a partir de este momento se encargaría de la tarea de proseguir con los trabajos de excavación y recuperación.

Actualmente se ha excavado solo un 10% del total de la superficie intramuros de la ciudad, correspondiendo al núcleo central del alcázar, aunque los últimos trabajos de excavación realizados en el yacimiento durante los últimos años se están centrando por primera vez en áreas no correspondientes al complejo palaciego. Concretamente, las nuevas campañas arqueológicas que arrancaron a partir del mes de abril de 2007 se han ido sucediendo con nuevos hallazgos que han hecho replantearse las dimensiones del conjunto, centrándose especialmente sobre el sector sur de las murallas de la ciudad, un punto donde están apareciendo los hallazgos más importantes de las últimas décadas. Así, campaña tras campaña, la nueva morfología y concepción que se tenía sobre la ciudad va cambiando poco a poco. En noviembre de 2007 apareció un hallazgo excepcional, una mezquita situada a más de un kilómetro de la zona noble de la ciudad, más tarde se localizó una impresionante calzada islámica, única en su género en España, así como las plantas de lo que se intuyen como barriadas de viviendas destinadas a la clase popular, junto a las que se encontraron innumerables fragmentos de restos cerámicos de uso cotidiano. También se está tratando de averiguar, con la mayor rigurosidad posible, la verdadera extensión de la ciudad, una extensión que se intuye pero que los especialistas quieren cerrar, mediante estas investigaciones, de manera definitiva.

Entre las intervenciones más destacadas del conjunto destacan las realizadas sobre la denominada zona del alcázar. La casa de Yafar, donde se cree que habitó el primer ministro del califa fue una de las restauraciones integrales más exitosas que se han hecho en el yacimiento. Se llevó a cabo la delimitación de la vivienda después de hacer una exhaustiva investigación sobre el mármol, donde se recuperaron más de 200 losas de pavimento, pinturas murales, una pila y sobre todo, la portada monumental. También se intervino sobre la llamada casa de la Alberca, donde se cree que podrían haber estado las dependencias del príncipe heredero, y donde se ha estudiado con gran precisión el baño de cara a una futura restauración.

Las intervenciones planeadas en el Salón Rico consisten en tres fases. La primera fase fue adjudicada por la Junta de Andalucía a la empresa Estudio Métodos de la Restauración S.L. con un presupuesto de 1.099.400 euros.[11]​ Esta primera fase comenzó en febrero de 2009, fecha en que se cerró la entrada al público.[12]​ El objetivo de la misma era resolver el problema de humedades del edificio, que ya se había intentado solucionar en el año 2001 con el acristalamiento de la arquería de acceso.[11][13]​ También entraba dentro de esta fase la sustitución del suelo de cemento por uno de mármol, procedente de la cantera de Estremoz (Portugal) tal como el que había originalmente.[12][13]​ Esta fase quedó en suspensión debido a irregularidades en la adjudicación de las obras.[12]

En marzo de 2014 comenzó la segunda fase, sin haberse realizado la primera, con el objetivo de catalogar, limpiar y consolidar los más de 5000 atauriques para su posterior reposición sobre los muros en sus posiciones originales.[12]​ La World Monuments Fund aportó 600.000 euros para acometer estas obras.[12]​ Esta segunda fase ha quedado también inconclusa por falta de presupuesto.[12]

Actualmente, el Salón Rico continúa cerrado al público a la espera de que se concluyan las intervenciones iniciadas. También será recuperada la alberca situada frente al salón, a la que una vez concluida su restauración, se le añadirá la tan característica lámina de agua andalusí, recuperando de este modo el primer complejo hidráulico de la ciudad palatina.

El 30 de diciembre de 2020, la consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía anuncia el inicio de las obras de la fachada principal del Salón Rico, una vez «desbloqueado» el acuerdo con la World Monuments Fund, cuya financiación asciende a un valor de 125.000 euros por parte de esta organización privada.[6]​ Esta intervención, que es la actuación más compleja que se acomete en el conjunto arqueológico de Medina Azahara, estará terminada en el plazo de un año.

Debido a la topografía del suelo, que se encuentra en pendiente, la ciudad se construyó sobre tres terrazas superpuestas, que correspondían a tres partes de la ciudad separadas por muros. La residencia califal dominaba toda el área desde la terraza superior situada al norte. La explanada media albergaba la administración y las viviendas de los más importantes funcionarios de la corte. La inferior estaba destinada a la gente del pueblo y los soldados, allí se encontraban la mezquita, los mercados, los baños y también los jardines públicos.

Se advierte también una notable separación entre los espacios públicos y los privados, aun ofreciendo ambos sectores un esquema similar: un espacio abierto, porticado, actúa como antefachada monumental de una puerta de reducidas dimensiones en la que se inicia una calle o corredor quebrado que va alcanzando a los distintos salones. Los espacios más deslumbrantes son los integrados en la zona oficial, destinada a la actividad política y a la recepción de personalidades extranjeras, sobre todo los Salones de Embajadores, que son dos: el Salón Occidental y el Salón Oriental, asociados ambos a sus correspondientes jardines.

El Gran Pórtico era la entrada oriental al recinto del alcázar, situada frente a la plaza de armas.[14]​ Originalmente estaba constituido por quince arcos, siendo el arco central de herradura y los otros catorce arcos escarzanos.[14]​ Posteriormente fue remodelado, eliminándose varios de los arcos más septentrionales del pórtico.[14][15]​ El pórtico tenía unas dimensiones aproximadas de 111,27 metros de largo, 2,92 metros de ancho y 9,46 metros de alto.[15]

Arco central en herradura.

Arco lateral escarzano.

Vista general del pórtico.

El alcázar de Medina Azahara cuenta con dos recintos ajardinados con una planimetría axial y adyacentes entre sí, denominados Jardín Alto y Jardín Bajo.[16]​ El más oriental, el Jardín Alto, se encuentra justo delante y a la misma altura del Salón Rico.[16]​ En su centro se halla un edificio conocido como Pabellón Central, que se encuentra rodeado de cuatro albercas de uso tanto decorativo como funcional para el riego de los jardines.[16][17]​ Este jardín está rodeado de murallas en su lateral oriental, meridional y occidental. Adyacente a dicha muralla occidental pero a una altura varios metros inferior se encuentra el Jardín Bajo, que aún no ha sido excavado en su totalidad.

Jardín Alto.

Alberca norte del Jardín Alto.

La puerta Norte se abre en el centro de la muralla septentrional, es el punto de llegada del denominado camino de los Nogales, la vía de comunicación con la ciudad de Córdoba en la época califal. La puerta presenta una disposición acodada para facilitar la defensa de la misma, a lo que se añadía el habitáculo del cuerpo de guardia desde donde se controlaba el acceso. La puerta norte así como el resto de la muralla está constituida de sillares de piedra bien formados colocados a soga y tizón.[18]

La función de este edificio no está clara, razón por la cual recibe muchos nombres: casa militar o del ejército (Dar al-Yund), casa de los visires (Dar al-Wuzara) o, de forma más genérica, edificio basilical superior.[19][20]​ Este edificio, situado en la parte oriental del alcázar, tiene planta basilical constituida por cinco naves, más una sexta nave perpendicular a las anteriores en su lado sur.[19][15]

El suelo del recinto, que aún se conserva, era de ladrillo.[15]​ Los muros estaban pintados de blanco y el zócalo en almagre, siendo ambos colores utilizados también en la decoración de los arcos.[19][15]​ Las columnas alternan fustes de colores rojo y gris, estando los de color azul coronados por capiteles de avispero y los de color rojo por capiteles compuestos.[19]

El denominado como salón de Abd al-Rahman III, salón oriental o simplemente salón rico constituye la parte más valiosa de todo el conjunto arqueológico, tanto por su calidad artística, como por su importancia histórica, siendo considerado sin discusión alguna el auténtico símbolo y emblema de todo el conjunto califal de Madīnat al-Zahra.

Nadie pone en duda en la actualidad que este salón era el eje central del recinto palaciego, considerado por unanimidad entre los especialistas como el salón de las grandes ceremonias palatinas, fiestas, ceremonias, recepción de embajadores extranjeros y salón del trono, por eso, no debe extrañarnos la suntuosidad y riqueza de su decoración, de la que ha derivado el apelativo de salón rico. Abd al-Rahman III, amante del boato cortesano, gustaba de impresionar a sus visitantes, a los que generalmente recibía aquí, por eso el lujo y el virtuosismo del arte califal alcanzan su punto culminante en estas habitaciones.

La construcción del salón duró tan solo tres años, tal y como los investigadores han podido averiguar por las inscripciones epigráficas aparecidas en las basas y pilastras de su interior, que nos dan una cronología que va del año 953 al año 957. Por otro lado, la brevedad cronológica y la efímera vida de Madīnat al-Zahra nos aseguran, no obstante, estar ante la presencia de un conjunto decorativo y arquitectónico muy unitario, lo que nos permite admirar en este salón, sin añadidos posteriores, el arte califal omeya del reinado de Abd al-Rahman III en todo su esplendor.

El salón rico no es propiamente un único espacio diáfano, tal y como su denominación nos puede llevar a creer, sino que en realidad se trata de un conjunto de espacios y salas compartimentadas, formando todas ellas en conjunto la morfología de un único salón dividido por arcadas. Estructuralmente, la sala tiene planta basilical de tres naves longitudinales con otra transversal en su entrada que hace las veces de pórtico, con unas medidas exteriores de 38 × 28 metros. Las cabeceras de estas tres naves longitudinales aparecen rematadas por arcos ciegos de herradura, en uno de los cuales, el central, se supone que estaría situado el trono desde donde el califa dirigía el ceremonial palatino. El eje central del conjunto es la nave central longitudinal, separada de las restantes naves laterales por un conjunto de seis arcadas de herradura a ambos lados, mientras que de la transversal, se separa por tres arcos también de herradura. Junto a estas tres naves centrales y en paralelo, flanqueando ambos lados, se sitúan dos naves exteriores divididas en tres cámaras de desigual tamaño.

Si en algo destaca el Salón Rico, como ya hemos dicho anteriormente, es por su fastuosa decoración. En primer lugar, hay que destacar el constante uso del arco de herradura califal con policromía bicolor y con la tan característica alternación de dovelas en rojizo y en tonos carne provenientes de la piedra arenosa original destinada a la construcción, muy semejantes a las existentes en la Mezquita-catedral de Córdoba. Los arcos están sostenidos a su vez por columnas de mármol de primerísima calidad que alternan los tonos rosados con los azules claros, produciéndose de este modo un curioso juego de colores. Los fustes de las columnas aparecen rematados por los característicos capiteles de avispero.

El resto de la superficie de la pared se recubría íntegramente con finos paneles decorativos tallados en mármol. El tema elegido para los paneles tenía un alto simbolismo cosmológico, algo muy en concordancia con la techumbre de madera que recubría la estancia, donde estaban representadas las estrellas en una clara alusión al firmamento. El motivo labrado en los paneles representaba el árbol de la vida, un motivo exportado desde el viejo oriente. Los tableros eran ejecutados de manera simétrica sobre un eje. Por otra parte, el relieve cortado verticalmente le proporcionaba a la decoración una calidad gráfica abstracta, mientras que la decoración interna, cortada también de manera dura, estaba constituida por facetas y cogollos de hojas, así como cálices de flores, que son motivos muy típicos del arte emiral y califal.

La mezquita aljama se encuentra fuera del recinto amurallado, situada al este del Jardín Alto.[21][22]​ Según distintas fuentes, su construcción se realizó entre los años 941 y 945.[22]

El edificio es de planta rectangular, con unas aproximadas de 25 metros de largo y 18 metros de ancho.[23]​ El templo, a diferencia de la Mezquita de Córdoba, se construyó bien orientado hacia La Meca.[22]​ Su planta se divide en dos partes principales, la sala de oración y el patio de abluciones. La sala de oración consta de cinco naves longitudinales, separadas por arquerías formadas cada una por ocho arcos de herradura perpendiculares al muro de la quibla.[22]​ El patio de abluciones se encuentra porticado en tres de sus lados.[22]​ El alminar es de planta cuadrada vista desde el exterior y de planta octogonal en su interior, ubicándose junto a la puerta norte del acceso al patio.[22]

La casa de la Alberca se encuentra al oeste de la casa de Ya'far y al sur del patio de los pilares. El núcleo del edificio es un patio central con una alberca, que da nombre al edificio.[15]​ Se conservan dos de las arquerías que daban al patio, formadas cada una por tres arcos de herradura que se encontraban profusamente decorados con atauriques.[15][24]​ Se conserva también el baño de la vivienda, de unos 80 metros cuadrados.[25]​ Se cree que en esta casa residía el califa Alhakén II.[24]

La Casa de Yafar recibe su nombre por Ya´far ibn Abd al-Rahmán, designado primer ministro (hayib) en el año 961. Pese a la denominación, no tenemos todavía asegurada con certeza que la residencia de este personaje estuviese aquí, basándonos únicamente en las intuiciones e investigaciones de los especialistas. Su estructura se articula alrededor de tres ámbitos espaciales, organizados en torno a sus correspondientes patios, todos ellos de distinto carácter: uno público, uno íntimo y otro de servicio. El espacio oficial es constituido por una edificación de planta asimilable a la basilical, que cuenta con tres naves longitudinales que comunican entre sí mediante puertas rematadas por arcos de herradura, así como una nave transversal abierta al patio, donde se interrumpe la correspondencia existente entre las naves longitudinales la fachada, con el objeto de adaptar esta última al espacio creado por la construcción de un baño contiguo. La fachada se organiza mediante una triple arcada de herradura soportada por comunas. En cuanto a la decoración del edificio, este se pavimentó con gruesas losas de mármol blanco, excepto en el patio, donde se emplearon piedras de caliza violácea; además, destaca la decoración de ataurique de la fachada con temática vegetal y geométrica, que también está presente en el vano de comunicación de la nave transversal y la central, que ostenta sendos tableros en los frentes y las jambas del vano.

La Casa Real, o Dar al-Mulk, se sitúa en la terraza más alta del alcázar, recibiendo este nombre debido a que se cree que en estas estancias era donde habitaba el califa Abd al-Rahman III.[26]​ El edificio se compone principalmente de tres crujías paralelas entre sí y de una parte delantera en su parte meridional, no conservada en la actualidad, que tenía una escalera situada en cada extremo para permitían bajar a la terraza inferior del alcázar.[26]​ Pese a los saqueos sufridos, aún se conserva la abundante decoración pétrea con atauriques de sus muros así como la solería de barro cocido.[26]

Tras la fundación de Madínat al-Zahra y como consecuencia de la misma se efectúan una serie de realizaciones que dotarán a la nueva ciudad de una red viaria propia e independiente. Ellas se centran en el territorio occidental de Córdoba, y son:

Madínat al-Zahra no es solo arquitectura, sino que albergó, en sus momentos de mayor esplendor, una exquisita colección de arte mueble en forma de piezas de reducido formato. Actualmente, la mayor parte de las piezas están desperdigadas por colecciones y museos de todo el mundo, ya que su belleza y exotismo las convierten en piezas codiciadísimas por parte de los coleccionistas. Se exponen aquí, a continuación, algunos de los ejemplos de artes decorativas más célebres y representativos de la ciudad califal.

La cierva de Medina Azahara es una pequeña pieza de bronce que fue elaborada como un pequeño surtidor de agua para decorar una de las numerosas fuentes con las que contaba la ciudad palatina, siendo considerada, de forma unánime, como la obra maestra de la escultura hispano-musulmana del periodo omeya. Respecto a su cronología, suele ser habitual datarla por parte de los especialistas entre las últimas décadas del siglo X y los primeros años del siglo XI, sin que se pueda aportar aún hoy una fecha más precisa. De esta misma pieza existen tres réplicas de morfologías muy similares, una en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, otra en el Museo de Medina Azahara, y una última en el Museo Nacional de Catar que fue comprada por un jeque árabe en subasta internacional, por la que llegó a pagar, en 1997, cuatro millones de dólares.

Esta curiosa pieza, que según los investigadores formó parte de la vajilla de gala de alguno de los conjuntos palaciegos de la ciudad de Medina Azahara, fue adquirida por el Estado español en nombre de la Junta de Andalucía en abril del 2003 tras el desembolso de un importe de 220 000 euros a una sala de subastas londinense. Por sus rasgos morfológicos, los expertos han intuido que esta pieza de pequeñas proporciones quizás pudiese tratarse de una jirafa. Sobre su uso específico, se piensa que pudiese servir para verter algún tipo de líquido. La decoración está realizada a base de vidriado blanco, así como pequeños fragmentes de verde y manganeso. Respecto a su cronología, decir que es datada, por casi todos los expertos, en los años centrales del siglo X.

Se trata de una pieza zoomorfa que debió salir de España tras el saqueo francés durante la Guerra de la independencia, encontrándose actualmente en las vitrinas del museo parisino del Louvre, donde es una de las estrellas de las salas de antigüedades islámicas. Se trata de un aguamanil en el que se distingue sin ningún tipo de dudas la figura de un pavo real. Sobre el uso de esta pieza, tal y como su nombre indica, se trataba de un recipiente destinado al almacenamiento de agua para el posterior lavatorio de las manos. Presenta la curiosidad de contener sobre su superficie una inscripción bilingüe (en árabe y latín) que nos indica el nombre del artista y la fecha de su ejecución, por lo que podemos datar a la pieza sin ningún tipo de problemas en el año 972.

Otro objeto importante hallado fue la caja de marfil con inscripciones llamada píxide de Al-Mughira, que también se conserva en el Museo del Louvre.

El 9 de octubre de 2009 la reina Sofía de Grecia inauguraba el Museo de Medina Azahara, con el que se pretende dotar al yacimiento de unos servicios acordes a su importancia histórico-artística. Esta moderna infraestructura, dependiente de la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, está situada en las inmediaciones del yacimiento y se compone de un edificio de tres plantas, de las que dos son subterráneas. El centro cuenta con más de 7700 metros cuadrados de aparcamientos y un área ajardinada; en su interior tienen cabida usos tan diversos como la recepción de visitantes, la restauración de piezas arqueológicas, un auditorio, espacios adecuados para el almacenamiento de restos arqueológicos del propio conjunto, oficinas de investigación histórico-artística, una biblioteca para los estudiosos, una cafetería, tienda de libros relacionados con el yacimiento y el arte musulmán, y una zona expositiva donde se exponen las piezas más espectaculares del yacimiento, después de que muchas de ellas, como la famosa cervatilla de Medina Azahara, hayan sido trasladadas desde el Museo Arqueológico de Córdoba. En 2010 se le concedió a este Museo de Madínat al-Zahra el Premio Aga Khan de Arquitectura, prestigioso premio internacional que se otorga a los principales proyectos arquitectónicos, urbanísticos o paisajísticos del mundo musulmán, o relacionados con este. Este museo fue proyectado por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano.

En mayo de 2012, le fue otorgado el premio "Museo Europeo del Año" por el Foro Europeo de Museos. Este galardón reconoce cada año a los nuevos museos que han realizado avances e innovaciones en el ámbito museístico. El museo galardonado alberga durante un año la estatua de Henry Moore "The Egg", que simboliza el premio.[28]

Disponible en: http://www.abc.es/hemeroteca/historico-30-01-2009/sevilla/Cordoba/la-junta-ultima-las-primeras-expropiaciones-y-el-censo-de-casas-ilegales-en-medina-azahara_912795522444.html [28/04/2009]

Disponible en: http://www.eldiadecordoba.es/article/cordoba/246690/las/pitas/bloquea/medina/azahara/para/exigir/agua/y/defender/su/futuro.html [28/04/2009]

Disponible en: http://ecodiario.eleconomista.es/espana/noticias/611123/06/08/Cordoba-El-PSOE-cree-que-es-el-momento-de-marcar-el-procedimiento-para-solucionar-las-parcelas-de-Medina-Azahara.html [28/04/2009]

Disponible en: http://www.elpais.com/articulo/andalucia/Medina/Azahara/quedara/chales/elpepuespand/20071125elpand_2/Tes [28/04/2009]

Disponible en: https://web.archive.org/web/20110710125008/http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=363060 [28/04/2009]

Disponible en: https://web.archive.org/web/20061111171339/http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=279754 [28/04/2009]

Disponible en: http://www.elpais.com/articulo/andalucia/Junta/denuncio/347/obras/ilegales/Medina/Azahara/1995/2003/elpepiautand/20061025elpand_6/Tes/ [28/04/2009]




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