El palacio de los Reyes de Navarra, que en la actualidad es un edificio que cumple la función de Archivo Real y General de Navarra, se encuentra en Pamplona, capital de Navarra, (España).
Este edificio se inició como palacio de los Reyes en el siglo XII. Tras la Conquista de Navarra en el siglo XVI pasó a ser la residencia de los Virreyes. Posteriormente, durante treinta años, la Capitanía General y luego Gobierno Militar hasta 1971. Tras un largo abandono, fue reformado en el año 2003 por Rafael Moneo para convertirlo en el Archivo Real y General de Navarra.
Ha tenido varias denominaciones a lo largo de la historia, por ello seguidamente se realiza una datación de las mismas:
En este terreno, en un altozano de la ciudad de la Navarrería existía una prohibición de Alfonso el Batallador de construir en esa zona para proteger el burgo de San Cernin que estaba debajo, separada de la misma por un barranco. Sancho VI el Sabio lo revocó, acordando con el obispo, que era dueño de todos los terrenos de la ciudad, el espacio para la construcción de un Palacio Real. Este Palacio sería hipotecado en 1198 por el rey Sancho VII al obispo de Pamplona, que daría lugar a numerosos pleitos y que por ello sería utilizado de forma conjunta por la Corona y la sede episcopal.
Teobaldo I al llegar a Pamplona en 1246 se encontró con el Palacio ocupado por el obispo Pedro Ruiz de Piedrola, y tuvo que alojarse en los “palacios viejos” , junto a la capilla de Jesucristo, a lado del claustro catedralicio. Esto inició una tensión entre ambos poderes luchando por la posesión del Palacio. Teobaldo I acusó al obispo Pedro Jiménez de Gazólaz de traidor y este, a cambio, le excomulgó, teniendo que huir a Navardún perteneciente a la Corona de Aragón, para evitar represalias, donde pasó tres años. El monarca tuvo que acercarse a Roma para solicitar el levantamiento de la excomunión. Este mismo obispo Gazólaz devolvió a Teobaldo II el Palacio, pero el papa Alejandro IV anuló esta restitución, continuando las diferencias.
En 1276 durante la guerra de la Navarrería, el Palacio sufrió daños de consideración, ya que desde su explanada los habitantes de la Navarrería habían atacado con catapultas al burgo de San Cernin
El papa Martín V dispuso se le entregara a Blanca I de Navarra el Palacio Real de San Pedro, ocupándolo desde entonces los reyes de Navarra hasta su conquista. Después de la invasión hubo otro intento episcopal de conseguir el Palacio, esta vez por parte del obispo de Pamplona Bernardo de Rojas Sandoval, que era castellano y que puso un pleito a la corona española, fracasando.
Tras la anexión de Navarra pasó a ser lugar de residencia de los virreyes españoles, al parecer desde 1539. También se alojaron en él los reyes de España cuando visitaban la ciudad. Así lo hizo Felipe II en 1592, que según versiones quitó el escudo episcopal de la entrada y puso el escudo real que estaba en el castillo viejo, que es el que se ha mantenido hasta ahora. Felipe V estuvo en 1706. José Bonaparte en su retirada hacia Francia también pernoctó en el mismo.
En este Palacio estuvo hospedado desde febrero de 1936 Emilio Mola, como Gobernador Militar y una vez que había sido nombrado en Madrid, en una reunión secreta, jefe de la trama golpista contra la Segunda República Española y que desencadenaría la Guerra Civil Española.
En 1976, estando abandonado fue declarado Monumento Histórico Artístico de carácter provincial. Mientras se realizaban estudios para proyectar su rehabilitación, el edificio sufrió de forma reiterada la agresión de los incendiarios intencionados, iniciándose los incendios en mayo de 1978 con periodicidad casi mensual y llegando a su cenit en octubre de 1983 en que en quince días los bomberos tuvieron que acudir en 12 ocasiones.
Los arquitectos Manuel Iñiguez y Alberto Uztarroz entregaron en septiembre de 1987 un anteproyecto, por encargo del Gobierno de Navarra, en que el edificio se mantenía íntegramente como Museo de la Historia de Navarra. Posteriormente en 1993 se decidió destinarlo a Archivo Histórico de Navarra y para ello se contactó con el arquitecto Rafael Moneo para elaborar el proyecto definitivo. En 1994 se iniciaron las obras, derribando parte del edificio, algo que no se había contemplado en el anteproyecto. Así mismo se levantó una torre anexa de nueva planta donde está ubicado el archivo.
Probablemente el Palacio fue erigido hacia 1189, aunque hay autores que adelantan esta fecha. Parcialmente soterrado se encuentra una amplia estancia rectangular de 26,8 x 7,1 metros que corresponde a la primitiva construcción. Es la única sala histórica que se mantiene tras la remodelación. Sin necesidad de apoyarse en ménsulas. La cubierta es de crucería simple. En el muro norte presenta seis estrechas ventanas en derrame bastante profundo con arco de medio punto. El muro norte tiene amplios contrafuertes prismáticos que ocupan dos tercios de la altura total del muro, terminando en talud. El muro oeste tiene tres cuerpos de vanos adintelados distribuidos anárquicamente a lo largo del muro, y en la unión con el tejado canecillos. Este muro da a las huertas del Palacio.
Las salas del lado oeste, donde estaban los aposentos reales que conservaban en la planta baja un salón artesonado con decoración de hojas de roble de finales del siglo XVI que se deterioraron en los últimos años y que en la remodelación reciente ha sido eliminada.
Se realizaron distintas ampliaciones en el ángulo nordeste y se rehízo una torre de planta, más ancha que las demás, que miraba a Santo Domingo. Se encuentran registradas las distintas obras de mejoras.
La planta baja presentaba un patio de 20 x 20 metros aproximadamente, porticado en dos de sus lados, con pilares de 6 metros que culminan en zapatas de madera labrada con motivos animales, con una galería cerrada superior del siglo XV. En el centro había un aljibe. Estas zapatas fueron expoliadas, y el aljibe y la galería han sido eliminadas.
Existía también una escalera noble con arcos góticos del siglo XIV que estaban debajo de la misma, que en la nueva obra, todo ello ha sido eliminado.
A raíz de la visita de Felipe II se cambió el blasón de Navarra de la entrada por el de los Austrias, que se conserva en la actualidad.
Las torres medievales pudieron conservase hasta mediados del siglo XVII, basándose en la acuarela que Pierre Boller hizo del Palacio entonces.
Un incendio en 1733 del molino de la pólvora parece que tuvo una importante repercusión en el Palacio. En los siglos XVII y XVIII se modificó significativamente su silueta, elevando los muros, desmochando torres y construyendo el ala este para fundición de cañones.
Las reformas del siglo XIX aparecen ligadas a actuaciones en el pabellón de residencia del gobernador y mejoras en el sistema de escaleras del Palacio. De este siglo data el mirador de galería del testero sur, y la decoración ecléctico-romántica de la fachada que miraba a la ciudad. En 1903 se construyó la casita para residencia del Jefe del Estado Mayor, sobre el muro del recinto.
Realizada por Rafael Moneo en el año 2003 que realiza un edificio nuevo, manteniendo la solidez de los muros, con una imagen heredada de su historia. La cara norte y oeste dan la imagen de castillo. La piedra es la solución material y es una de las claves del trabajo compositivo. Con piedra se ha construido las partes rehabilitadas y así como las nuevas. En la cara norte y oeste, entendiendo que era imposible la restauración de sus muros muy deteriorados, se optó por protegerlos con una nueva hoja de sillería que forra la existente, muros e incluso cubiertas, aunque corrigiendo algunos huecos. Esta técnica de forrado conserva lo antiguo en su integridad para las futuras generaciones.
La parte nueva se centra alrededor del archivo, que se organiza por una serie de salas, tres por planta y distribuidas en esvástica que están conectadas por unas rampas de cuatro tramos que rodean un patio coronado por un lucernario. Por fuera da la imagen de una torre de homenaje, que es de hormigón, forrado con la misma piedra antes referida aunque con un despiece en sillería, que indican la actualidad de la intervención.
La parte restaurada y la nueva se relacionan en el patio en un encuentro con naturalidad produciendo un lugar casi sin fecha contemporáneo e "histórico". En el exterior se han reformado los muros, elevándose algunos con embellecimiento de portadas y tapias, cuidándose mucho la redefinición de las calles colindantes.
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