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Paradoja del valor



La paradoja del valor (o paradoja del diamante y el agua) es una paradoja dentro de la economía clásica sobre el valor económico que expresa que, aunque el agua es más útil que los diamantes, estos tienen un precio más alto en el mercado. El economista clásico Adam Smith menciona la paradoja en La riqueza de las naciones. la cual intenta resolver con su teoría del valor-trabajo. Smith no fue el primero en notar la paradoja. Platón,[1][2]Nicolás Copérnico,[3]John Locke, John Law[4]​ y otros habían intentado explicar la disparidad en el valor entre el agua y los diamantes. La teoría de la utilidad marginal, que pretendió resolver tal paradoja, provocó el nacimiento de la economía neoclásica y defiende que no es la demanda de un bien lo que determina su precio, sino su utilidad marginal.

Smith menciona de este modo la paradoja:[1]

En español textualmente:

En un pasaje de La riqueza de las naciones del economista clásico Adam Smith, analiza los conceptos de valor de uso y valor de cambio (que se remontan los tiempos de Aristóteles),[1][5]​ y se da cuenta de cómo tienden a diferir:

Además, explicó que el valor de cambio está determinado por el trabajo:

Por tanto, Smith negó una relación necesaria entre precio y utilidad. Desde este punto de vista, el precio estaba relacionado con un factor de producción (a saber, el trabajo) y no con el punto de vista del consumidor.[8]

Según la teoría del valor-trabajo sintetizada por Karl Marx, la magnitud del valor de una mercancía es el trabajo socialmente necesario para su producción, que no está determinado en lo absoluto por el valor de uso, valor ligado al uso concreto que se da posteriormente a esa mercancía. Por tanto, el valor del agua es usualmente menor que el de un diamante porque el trabajo socialmente necesario para conseguir un diamante es mayor que el necesario para proveerse de agua, y ello es independiente de que el agua sea usada para satisfacer una función vital y el diamante no. Está claro que en situaciones de escasez el valor es mayor porque las condiciones de escasez implican un aumento del trabajo socialmente necesario para adquirir o producir una mercancía; así precisamente la escasez de los diamantes implica mucho más trabajo para conseguirlos y por eso son tan valiosos. De la misma manera eso explica que en zonas desérticas, donde se requiere más trabajo para conseguirla, el agua sea también mucho más valiosa que en zonas no desérticas.

Desde el punto de vista de Marx, la paradoja del valor, o paradoja del agua y el diamante, es sólo un ejemplo del error teórico en que incurrían los economistas clásicos como Smith al confundir y mezclar el valor con el valor de uso y un ejemplo del fetichismo de la mercancía en que incurren estos economistas al intentar deducir de la naturaleza el valor.[9]

La teoría subjetiva del valor sugiere que el valor de un bien no tiene que ver con las propiedades del bien, mas sí con las actitudes de las personas hacia el bien. Por ejemplo, aunque el agua es una necesidad, las personas no querrán un suministro particular de agua cuando existen fuentes alternativas suficientes. Cuando existen pocas fuentes, como en el desierto, el valor de una cantidad particular de agua aumenta.

Dan, por ejemplo, la situación de un hombre perdido en un desierto con un saco de diamantes. Si al borde de la muerte encuentra a otro hombre con un jarro de agua, gustoso cambiaría cualquier cantidad de diamantes por el agua. De aquí defienden que el valor económico de un bien depende de las circunstancias y no puramente de las propiedades intrínsecas del propio artículo. Esto sugiere que la escasez sea la clave para valorar. Intuitivamente, el agua tiene menos valor que los diamantes porque es muy disponible. En caso extremo, notan que el aire es aún más necesario que el agua, si bien el aire no es considerado un bien económico, porque está libremente disponible a todos, excepto a los buzos y montañeses, que compran los tanques de aire.

Alrededor de 1870, William Stanley Jevons en Inglaterra, Carl Menger en Austria y Léon Walras en Suiza tomaron este razonamiento más allá, inventando el concepto de utilidad marginal, que determina el valor de un bien en función del uso menos productivo.

La teoría de la utilidad marginal dice que el valor de un bien no está determinado por cuánto trabajo se ejerció en su producción, como en la teoría del valor trabajo, ni en la utilidad total. Más bien, su precio es determinado por su utilidad marginal. Ésta es el uso menos importante del bien para la persona.

El razonamiento es: si alguien posee un bien, lo usará para satisfacer alguna necesidad o deseo. ¿Cuál? La que tenga más prioridad. Eugen von Böhm-Bawerk ilustró esto con el ejemplo de un granjero que tiene cinco sacos de grano. Con el primero, hará pan para sobrevivir. Con el segundo, hará más pan, suficiente para trabajar. Con el próximo, alimentará a sus animales de la granja. El próximo se usará para hacer el whisky, y el último lo dará a las palomas. Si roban una de esas bolsas, él no reducirá cada una de sus actividades en un quinto; en cambio él dejará de alimentar a las palomas. Así el valor de una bolsa de grano es igual a la satisfacción que él recibe de alimentar las palomas. Si él vende esa bolsa y olvida las palomas, el uso menos prioritario del grano restante es hacer el whisky, y así el valor de una bolsa más de grano es el valor de su whisky. Solo si pierde cuatro bolsas de grano comenzará a comer menos; ese es el uso más productivo del grano. La última bolsa valdría su vida.

La productividad del uso menos productivo de un bien es su utilidad marginal. Como indica el ejemplo, la utilidad marginal decrece al incrementar su disponibilidad (y viceversa). Así la utilidad marginal explica claramente por qué la última botella de agua en el desierto es tan valiosa (y por consiguiente, bajo tales circunstancias, usted daría gustoso un diamante por una botella de agua), mientras comúnmente una botella de agua cuesta muy poco. Debe recalcarse que ésta es una teoría subjetiva del valor: los diamantes son valiosos porque la utilidad marginal de un diamante como ornamento es muy alta, pero eso es tan solo porque las personas consideran la ornamentación importante. Si todos fuéramos amish —que no aprueban estos adornos— la utilidad marginal de los diamantes caería. Esto da cuenta del valor estético de los diamantes; sin embargo, no explicaría por qué son más valiosos que piedras similares o imitaciones.

Aquellos economistas que aún sostienen puntos de vista objetivistas del valor, actualmente un punto de vista casi extinto, es que el concepto de utilidad marginal ignora el hecho de que los artículos tienen algunas propiedades inherentes que lo hacen útil. El hecho de que el granjero ha escogido guardar grano y no grava, es porque el grano tiene la propiedad de ser comestible, una propiedad que la grava no tiene. La réplica a este tipo de crítica es que la «comestibilidad» de la grava no depende de ella, sino del sujeto capaz de digerirla.



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