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Partido Republicano Democrático Federal



El Partido Republicano Democrático Federal, también conocido como Partido Republicano Federal, fue un partido político español de carácter federalista y republicano creado nada más triunfar la Revolución de septiembre de 1868 como continuación del Partido Democrático fundado en 1849. El principal teórico del partido y uno de sus líderes más reconocidos fue Francisco Pi y Margall. Extendió su influencia especialmente por la zona mediterránea a partir de sus dos sus bastiones iniciales Cataluña —donde funcionó el Club de los Federalistas de Barcelona— y Andalucía.

El Partido Demócrata fue uno de los tres grupos políticos que protagonizaron la Revolución de 1868 que puso fin a la Monarquía de Isabel II, junto con el Partido Progresista del general Prim con el que había firmado el Pacto de Ostende y con la Unión Liberal del general Serrano que se adhirió posteriormente al mismo. En tres asambleas que el Partido Demócrata realizó en Madrid entre octubre y noviembre de 1868 -al menos una de ellas presidida por José María Orense, líder histórico del partido- se decidió apostar decididamente por la República Federal como la forma de gobierno que debía sustituir a la monarquía isabelina por lo que cambió su nombre de Partido Demócrata por el de Partido Republicano Federal. La minoría de demócratas que pensaban que en aquel momento la mejor opción para asegurar la libertad en España era la "monarquía democrática" que proponían los progresistas y los unionistas abandonaron el partido para formar el grupo de los demócratas monárquicos que serán conocidos como "cimbrios" y cuyos líderes eran Cristino Martos y Nicolás María Rivero. Según Jorge Vilches, "los llamados «cimbrios» no renunciaron a la República, sino que la pospusieron a un futuro de mayor educación política del pueblo español, asentamiento de los derechos individuales y predisposición de los partidos liberales".[1]

Al igual que el resto de partidos de la época el republicano federal carecía de una estructura orgánica y de un programa definido pues solo existía realmente cuando se convocaban elecciones, pues era entonces cuando se formaban comités provinciales que coordinaban a los locales y cuando funcionaba un comité directivo y electoral en Madrid.[2]

El partido se presentó a las elecciones a Cortes Constituyentes de enero de 1869 convocadas por el Gobierno Provisional surgido de la Revolución de 1868, obteniendo un buen resultado, dada la "influencia moral" que ejercían los gobiernos sobre los electores que les hacían ganar siempre, pues consiguieron una cincuentena de diputados, siendo Cataluña y Andalucía donde tuvieron más apoyos.[3]

Cuando se debatió en las Cortes el proyecto de nueva Constitución el grupo parlamentario de los republicanos federales encabezado por Estanislao Figueras lo criticó duramente porque creían que no era compatible el principio de la soberanía nacional, expresada mediante el sufragio universal (masculino), con los poderes de un monarca constitucional al que correspondía el poder ejecutivo. También consideraban que el proyecto no establecía claramente la separación de la Iglesia y el Estado, ni institucionalizaba la Milicia nacional. Asimismo se oponían a la existencia del Senado al defender que fuera una sola Cámara la que tuviera la representación de la Nación. Su portavoz Figueras llegó a decir que si ellos hubieran sabido que tras la revolución de 1868 se iba a proclamar otra monarquía no habrían participado en ella. Cuando llegó el momento de aprobación final de la que sería la Constitución de 1869 los 55 diputados republicanos federales votaron en contra bajo la fórmula expuesta por su portavoz de acatamiento sin aceptación, lo que significaba según explicó Emilio Castelar que acatarían todo lo que proviniese del sufragio universal pero nada de lo viniese de la Corona. A continuación 39 diputados firmaron la Constitución como gesto de acatamiento -los "moderados" que seguían a Emilio Castelar y los "centristas" que lideraba Nicolás Salmerón- mientras que los otros 16 no lo hicieron -los diputados del sector "intransigente" entre los que se encontraban figuras del partido tan importantes como Francisco Pi y Margall, José María Orense, José Paúl y Angulo o Fernando Garrido. Fue la primera expresión formal de la división interna que existía en el partido y que se remontaba a los años 50 y 60, cuando aún se llamaba Partido Democrático.[4]

En mayo de 1869 a propuesta de los republicanos federales catalanes se firmó el "Pacto de Tortosa entre los republicanos de los cuatro territorios de la antigua Corona de Aragón (Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca), al le siguieron otros cuatro pactos similares de otras tantas regiones españolas. Fue así como el partido empezó a dotarse de una estructura orgánica federal según los «antiguos reinos hispánicos» que constituirían la república democrática federal, todavía no bien definida. De esta iniciativa surgió la propuesta de Francisco Pi y Margall de firmar un "Pacto Nacional" en julio de 1869 del surgió por primera vez un órgano de dirección permanente del partido llamado "Consejo Federal". En este proceso el sector encabezado por Emilio Castelar, que no apoyaba tan rotundamente la estructura federal de la futura república, se mantuvo al margen.[5]

En septiembre y octubre de 1869 se produjo un levantamiento armado de los republicanos federales en varias ciudades, entre las que destacó Valencia, liderado por el sector "intransigente" del partido cuyo pretexto fue una circular del ministro de la Gobernación, el progresista Práxedes Mateo Sagasta, en la que ordenaba a los gobernadores civiles que reprimieran todo acto contrario a la Constitución -circular que estaba motiva principalmente por una insurrección carlista que había tenido lugar en julio y por el asesinato en Tarragona del gobernador civil a manos presuntamente de republicanos- y que los federales "intransigentes" interpretaron como un intento del gobierno provisional para hacerlos desaparecer lo que justificaba el uso del «derecho de insurrección». El presidente del gobierno, el general progresista Juan Prim, consiguió que las Cortes aprobaran el 5 de octubre la suspensión de las garantías constitucionales -lo que motivó la retirada de los diputados federales- y así pudo acabar con la sublevación en la que participaron unos 40.000 milicianos federales.[6]

El 6 de mayo de 1870 se reunió una Asamblea Federal convocada por Pi y Margall como presidente del Consejo Federal en la que se determinó que sería la República Democrática Federal la forma de gobierno que defendería el partido, excluyendo la opción de la república unitaria, y en la que también se creó un Directorio presidido por el propio Pi, que sería el que decidiría la estrategia del partido, y del que formaban parte Estanislao Figueras, Emilio Castelar, José María Orense y el valenciano Vicente Barberá. Además Pi quedó encargado de redactar un Manifiesto en el que reflejó su idea del federalismo concebido de abajo arriba en sucesivos pactos desde el municipio a la provincia y al Estado (o cantón o región) y del Estado a la República Federal. Como respuesta, los republicanos más cercanos a las posiciones de Emilio Castelar, que concebía la República como la culminación del liberalismo, publicaron al día siguiente, 7 de mayo, un manifiesto alternativo con el nombre de "Declaración de la prensa republicana de Madrid" que estaba firmado, entre otros, por el director de La Discusión, Bernardo García, el director de La Soberanía Universal, Miguel Jorro, y el diputado Julián Sánchez Ruano, y en el que se criticaba el federalismo "pactista" de Pi y sus implicaciones "socialistas" -de hecho en muchos lugares de Andalucía identificaban la República Federal con el reparto de la tierra-. De este enfrentamiento salió ganador Pi i Margall.[7]

Cuando en noviembre de 1870 las Cortes proclamaron a Amadeo I como nuevo rey de España hubo algún conato de insurrección que tuvo que ser atajado por el Directorio presidido por Pi, quien con el apoyo de Emilio Castelar -ambos partidarios de la "vía legal" para alcanzar la República y contrarios al uso de la violencia- hizo un llamamiento a la «sensatez» a los "intransigentes". Cuando se convocaron las primeras elecciones de la nueva monarquía amadeísta en marzo de 1871 a los republicanos federales no les importó formar una coalición electoral con los carlista, situados en sus antípodas ideológicas pero que tampoco reconocían la legitimidad de Amadeo I, y así convertir las elecciones en un plebiscito sobre el rey y alcanzar lo que Castelar llamó su «destronamiento constitucional». Los republicanos "intransigentes", por su parte, defendieron el retraimiento porque según ellos participar en los comicios era colaborar con la nueva monarquía. Esta ruptura interna intentó ser superada mediante la convocatoria de una nueva Asamblea Federal, que se reunió en abril y mayo de 1871, y de la salió una comisión encabezada por Nicolás Salmerón y Eduardo Chao encargada de redactar un proyecto constitucional republicano federal. Pero la solución resultó un fracaso porque el proyecto fue calificado de centralista y la nueva Asamblea Federal convocada para febrero de 1872 no llegó siguiera a discutirlo porque no alcanzó el "quorum" necesario para poder reunirse. En aquel momento la ruptura ya era total entre los "benevolentes" que habían aceptado la estrategia de Emilio Castelar de colaborar con el gobierno radical de Manuel Ruiz Zorrilla, y que había sido apoyada por el Directorio incluido su presidente Pi y Margall, y los "intransigentes" que seguían defendiendo la vía insurreccional y que habían formado sus propios comités locales y provinciales, sus clubes y diarios.[8]

La inclusión de una minoría "intransigente", formada por Nicolás Estévanez y el general Contreras, no impidió la constitución de un Consejo Provisional de la Federación Española (octubre de 1872) que, apoyándose en los hechos de Ferrol, intentó dirigir una nueva insurrección generalizada en noviembre de 1872.

La proclamación de la Primera República Española en febrero de 1873, paradójicamente, favoreció el agravamiento de la división del partido. Los representantes parlamentarios apoyaron la política legalista de Pi y Margall, consistente al esperar la elección de unas Cortes constituyentes para proclamar la república federal y elaborar una constitución propia. Los intransigentes de las "provincias", en especial Murcia, Cataluña, Valencia y Andalucía, pretendían la inmediata implantación de las reformas administrativas y políticas prometidas y actuaron con independencia del directorio de Madrid o del gobierno de la República.

En mayo de 1873 se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes, que a causa del retraimiento del resto de los partidos supusieron una aplastante victoria para el Partido Republicano Federal. Pero esta situación era engañosa porque en realidad los diputados republicanos federales de las Constituyentes estaban divididos en tres grupos:[9]

A principios de julio estalló la rebelión cantonal dirigida por el Comité de Salvación Pública creado el 10 de julio por los "intransigentes" de Madrid, lo que forzó la salida del poder de Pi y Margall. En Cataluña la fuerza de los "intransigentes" fue limitada por el avance continuado de los carlistas con las victorias de Francisco Savalls en Berga el 28 de marzo y en Alpens el 11 de julio, que supuso un freno a las diputaciones de Tarragona, Gerona y Lérida, poco propensas a seguir a los intransigentes de la diputación de Barcelona en sus intentos de Proclamación del Estado Catalán (12 de febrero, 21 de febrero, 9-11 de marzo, 19-26 de julio). Miembros con mucho prestigio, como Baldomero Lostau y Prats, Anselmo Clavé, Francisco Suñer y Capdevila, Gonzalo Serraclara y Costa o Rubau Donadeu, pasaron a posiciones más centristas. El peligro carlista provocó a la vez la formación de la Junta de Salvación y Defensa de Cataluña y dificultó la participación en el cantonalismo.

Con la Restauración borbónica de 1875 el partido quedó desorganizado y falto de liderazgo. Hasta el año 1880 no empieza a reorganizarse, gracias al ascenso al poder de Práxedes Mateo Sagasta. Pero una gran parte de los líderes conocidos (Tomàs y Salvany, Pascual y Cases, Rubau Donadeu, Coromines, en Cataluña; Joaquin Fiol en las Islas Baleares) se alinearon con Emilio Castelar y fracasaron los intentos de acercamiento entre Figueras y Pi y Margall, a la vez que Valentín Almirall dejaba el partido en 1881. Aun así, contaba con José María Vallés y Ribot, cabeza federal en Cataluña, el mallorquín Antonio Villalonga y otros. En la Asamblea de Zaragoza de junio de 1883 se aprobó un proyecto de constitución federal y recogió básicamente las líneas elaboradas por el congreso regional del partido en Cataluña, celebrado los meses de abril y mayo del mismo año, que aprobó el proyecto de constitución del Estado Catalán dentro la Federación Española firmado por Suñeer y Capdevila, José María Vallés y Ribot, Lostau y Tutau.

En el año 1894 se fijó su ideario de manera clara y concreta con la redacción del Programa del Partido Federal, pero su crecimiento fue muy escaso. En el programa de 1894 respecto de la cuestión social y agraria se decía, según el diputado federal José Franchy Roca que lo citó en el debate de la aprobación de la Constitución de 1931 de la Segunda República Española:[10]

Pi y Margall fue diputado a partir de 1886, así como Vallés y Ribot, pero se agudizó el casi exclusivo apoyo de Cataluña. Además, su operatividad era mermada por una continuada resistencia a los intentos reunificadores del republicanismo y el mantenimiento de una rígida ortodoxia doctrinal. A finales del siglo XIX era una fuerza desorganizada, pese al prestigio de Pi y Margall y el partido en Cataluña con la campaña de oposición a la guerra de Cuba.

Mientras en Cataluña el partido topaba con los seguidores de Valentín Almirall y del Centro Nacionalista Republicano, al mismo tiempo que a la vez Vallés y Ribot empezó a diferenciarse mucho de la dirección de Pi y Margall con el intento de aproximación al catalanismo de 1899 y, sobre todo, con la firma en el año 1901 del Manifest d'Unió Republicana Catalana (Manifiesto de Unión Republicana Catalana). En el País Valenciano topaba con el blasquismo y en las Islas Baleares el Partit d'Unió Republicana de Mallorca lo arrinconó totalmente.

Las relaciones con la dirección central del partido en Madrid empeoraron a la muerte de Pi y Margall, y su sucesor Eduardo Benot, no pudo evitar la rotura del partido en mayo de 1905. El republicanismo federal continuó siendo fuerte en Cataluña, pero incapaz de crear una estructura de partido por encima de la acción dispersa de los miembros políticos locales. Solo una pequeña parte se posicionó al lado de Alejandro Lerroux, quien nunca se mostró partidario del federalismo, y la mayoría se unió a las diferentes formaciones del republicanismo catalanista (Unión Republicana, Centro Nacionalista Republicano, Unión Federal Nacionalista Republicana). Lo poco que quedaba del partido, tras formar parte de la Solidaridad Catalana, se unió en el año 1909 a Esquerra Catalana y finalmente en 1910 se incorporó a la Unión Federal Nacionalista Republicana.

En 1930 aparece el Partido Republicano Federal o Partido Federal Español, heredero del histórico Partido Republicano Democrático Federal, que es invitado asistir al Pacto de San Sebastián, pero que no "puede enviar ninguna delegación, en espera de los acuerdos de su próximo Congreso", según se dice en la "Nota oficiosa" que siguió a la reunión.[11]

Tras la proclamación de la Segunda República, en las elecciones a Cortes Constituyentes de 28 de junio de 1931 obtiene 16 diputados. Entre ellos se encuentra el hijo de Francisco Pi y Margall, Joaquin Pi y Arsuaga elegido por la circunscripción de Barcelona. Otros diputados destacados son José Franchy Roca, elegido por la circunscripción de Las Palmas y que actuará como portavoz de la minoría federal en el debate del proyecto de Constitución de 1931;[12]Manuel Hilario Ayuso Iglesias, elegido por Soria; Rodrigo Soriano, por la de Málaga capital; y Juan Company Jiménez por Almería. El entonces presidente del partido Eduardo Barriobero fue elegido por la circunscripción de Oviedo, pero se integró en el grupo conocido como los jabalíes.

En el efímero tercer gobierno de Manuel Azaña de junio de 1933 el federal José Franchy Roca fue ministro de Industria y Comercio.

Contaba con numerosas publicaciones afines como los diarios El Federalista, El Estado Catalán y La Alianza de los Pueblos de Barcelona, El Ampurdanés de Figueras, El Iris del Pueblo de Palma de Mallorca, o La Igualdad, La Discusión o El Pueblo Español de Madrid.



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