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Quechuas



La dinastía Inka ,Pachakamaq,

Quechua, o quichua, es un etnónimo empleado para designar a pueblos indígenas originarios de la Cordillera de los Andes. Aunque la mayoría de los quechuas son nativos de Perú, existen poblaciones importantes en Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia y Argentina. El nombre deriva del quechua, familia lingüística extendida por gran parte de la región andina sudamericana y relacionada con el Imperio incaico.

El dialecto quechua más común es el quechua sureño, los huaylas hablan quechua ancashino, los kichwas de Ecuador hablan kichwa; en Colombia, los inga habla quechua inga.

La palabra quechua para un hablante de quechua es runa o nuna (persona); el plural es runakuna o nunakuna (gente). “Los hablantes de quechua se llaman a sí mismos runa - traducido simplemente, persona.[7]

Algunos sub-grupos quechuas importantes son:

Actualmente los pueblos quechuas en el Perú son un conjunto grande y diverso de poblaciones andinas de larga data, que tienen como idioma materno el quechua, en sus distintas variedades. Aunque no son las únicas, entre ellas se puede señalar a los chopcca, los chankas, los huancas, los huaylas, los kanas, los q’ero y los cañaris. Juntas, estas poblaciones constituyen una parte mayoritaria de la población indígena en el Perú, ya que, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del año 2007, la población del país cuya lengua materna es el quechua asciende a 3 360 331, lo que constituye el 12,3 % de la población censada. Si bien no se ha llevado a cabo en el país un censo de poblaciones indígenas, la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) de 2015, revela que el 23,2 % de la población nacional, se considera quechua “por sus antepasados y de acuerdo a sus costumbres”.[16]

La población que se identificó como quechua en el censo boliviano de 2001 fue de 1 555 641 personas. Este número descendió a 1 281 116 en el censo de 2012.[17]

La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, complementaria del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 de Argentina, dio como resultado que se reconocieron y/o descienden en primera generación del pueblo quechua 6739 personas en las provincias de Jujuy y Salta .[18]

El Censo Nacional de Población de 2010 en Argentina reveló la existencia de 55 493 personas que se autoreconocieron como quechuas en todo el país,19 630 en el Gran Buenos Aires, 9856 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 8448 en el interior de la Provincia de Buenos Aires, 4391 en la de Mendoza, 3137 en la de Córdoba, 2105 en la de Santa Fe, 190 852 en la de Jujuy, 815 en la de Santiago del Estero, 675 en la de Chubut, 661 en la de San Luis, 36 658 en la de Tucumán, 513 en la de Río Negro, 420 en la del Neuquén, 399 en la de Catamarca, 364 en la de Santa Cruz, 300 en la de Entre Ríos, 293 en la de La Rioja, 213 en la de La Pampa, 201 en la de Tierra del Fuego, 199 en la de San Juan, 159 en la del Chaco y 140 en la de Corrientes.[19][20]

Los diversos estudios históricos constatan una tradición textil en los andes que antecede a nuestra era. Las fibras utilizadas por los quechuas tradicionalmente pueden ser de origen vegetal (algodón) o animal (fibras de alpaca o vicuña). Una constante en el arte textil quechua es la considerable pérdida de las prácticas antiguas de teñido sobre la base de tintes vegetales y minerales, cambiando paulatinamente estos tintes y tantas cosas más que habían artificiales; a pesar de esto algunas comunidades conservan las tradiciones de teñido ancestrales. Igualmente las técnicas utilizadas en la antigüedad han ido cambiando introduciendo desde la colonia técnicas occidentales como el tejido a pedal, entre otros.[21]​ El arte textil en Bolivia, Ecuador y Perú fue estudiado minuciosamente por el etnohistoriador ucraniano John Murra.

En las comunidades del Ecuador destacan las chalinas jaspeadas en la ciudad de Cuenca, las alfombras de puntos anudados elaborados en la localidad de Guano, además de los tapices de algodón y los bordados de la provincia de Cañar. La zona de Otavalo tuvo una tradición textil anterior a los incas, con la civilización de los caras, las tradiciones textiles preincaicas fueron en base al algodón y con la llegada de los incas se introdujo las fibras animales. La tradición textil de Otavalo y la calidad de sus piezas textiles fue la causante del progreso de aquella zona durante el virreinato del Perú. Hacia los años sesenta, se inició una diversificación textil en cuanto a diseños, incluyendo también (por motivos turísticos) diseños de inspiración azteca y europeos, teniendo en cuenta que las comunidades quechua de Otavalo prácticamente monopolizan la producción textil indígena del Ecuador, además de ser parte obligada de los corredores turísticos de ese país.[21]

En el caso de los quechuas del Perú, la tradición textil también tiene características particulares que tienen variantes regionales muy marcadas. John Murra afirmó que en el Perú el arte textil era como un sello de identificación entre las comunidades andinas. La comunidad quechua de la isla de Taquile es una de tantos grupos quechuas que destacan por su arte textil, el arte textil de Taquile fue proclamado por la Unesco como Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la Humanidad en 2005 y posteriormente inscrito en la Lista representativa del patrimonio inmaterial de la Humanidad. El arte textil taquileño destaca por el cinturón calendario, que es una pieza de arte textil en donde el tejedor marca los principales momentos de la vida agrícola y comunal de Taquile; el chullo taquileño también es un elemento de particular identificación étnica pues cada varón desde muy temprana edad aprende a tejer su propio chullo, a su vez los motivos del chullo taquileño indican el estatus dentro de su comunidad.[21]​ El pueblo Quechua se estableció en la zona precordillerana y altiplánica, territorio que comparte con el pueblo aimara.

El pueblo quechua en el territorio chileno representa un grupo minoritario que tempranamente y en distintos períodos ha poblado la zona norte (Ollagüe) en la II Región.

Después del proceso de domesticación de plantas y animales, la zona de Ollagüe fue ocupada —de manera dispersa— por grupos de pastores vinculados culturalmente a los habitantes del altiplano boliviano colindante, particularmente con Lípez. Consolidado el sistema de vida agropastoril, entre los años 900 al 1380 d. C., se continuó ocupando el sector oeste del salar San Martín, que además de la caza de guanacos y avifauna, aseguraron la supervivencia y reproducción de los rebaños de llamas y alpacas.

Una vez anexado este territorio al Estado chileno —después de la Guerra del Pacífico (1879)—, se transita de un sistema de dominación neocolonial —sostenido por el Estado boliviano— marcado por el impuesto a la tierra de los indígenas, a una economía capitalista de enclave centrada en la minería.

Las poblaciones pastoriles de Ollagüe comienzan a vincularse al desarrollo de la minería bajo diferentes modalidades, ya sea vendiendo sus productos pecuarios a los centros mineros, o, una vez iniciado el funcionamiento de las azufreras y la explotación del cobre a gran escala, con la venta de combustible vegetal —llareta— a estos centros mineros. En este contexto, el trabajo agrícola estará condicionado por las restricciones que impone el medio ambiente —puna árida salada, escasas precipitaciones y un régimen térmico extremo—.

El poblado de Ollagüe, se constituyó alrededor de la última estación del mismo nombre del ferrocarril Antofagasta-Bolivia, la que junto a San Pedro, es la estación más importante del tramo comprendido entre Calama y la frontera..

Los crímenes desatados por el accionar de los terroristas del Sendero Luminoso y el contraterror de los Sinchis y otras unidades de la Policía (GC y GR) y las Fuerzas Armadas en la época del terrorismo en el Perú desde 1980 causaron que los grandes afectados sean las comunidades campesinas serranas, esencialmente quechuas. Investigaciones de la CVR señalan que cerca de tres cuartos de los 70 000 muertos estimados eran quechuas, cuando las cabezas de los bandos enfrentados eran mayoritariamente blancos y mestizos.[22][23]

En 1969, el director de cine Jorge Sanjinés trató el tema de la esterilización de las mujeres quechuas y aimaras en el filme quechua Yawar Mallku.

Las políticas de esterilización forzada durante el gobierno de Alberto Fujimori afectaron casi exclusivamente a mujeres quechuas y aimaras, siendo más de 200 000.[24]

La discriminación étnica se percibe hasta en los niveles parlamentarios, cuando los recién electos miembros del parlamento peruano Hilaria Supa Huamán y María Sumire tomaban su juramento de posesión en idioma quechua —por la primera vez en la historia del Perú en una lengua indígena— la presidenta del parlamento peruano Martha Hildebrandt y el parlamentario Carlos Torres Caro se opusieron a ello.[25][26]

Prácticamente todos los quechuas de los Andes han sido nominalmente católicos desde la época colonial. Sin embargo, las formas religiosas tradicionales persisten en muchas regiones, mezcladas con elementos cristianos. Los grupos étnicos quechuas también comparten las religiones tradicionales con otros pueblos andinos, en particular la creencia en la Madre Tierra (Pachamama), que otorga fertilidad a quienes regularmente le hacen ofrendas quemadas y libaciones y en Viracocha, señor maestro del mundo, dios de la claridad y ordenador del universo. También son importantes los espíritus de montaña (apu), el dios sol Inti, así como deidades locales menores (wak'a), que todavía son venerados especialmente en el sur de Perú.

Los quechuas llegaron a un acuerdo con su repetida experiencia histórica de la tragedia en forma de varios mitos. Estos incluyen la figura de Nak'aq o Pishtaco, el asesino blanco que chupa la grasa de los cuerpos de los pueblos indígenas que él mata.[27]

La quinina, que se encuentra naturalmente en la corteza del árbol cinchona, es conocida por ser utilizada por los quechuas para los síntomas de malaria.

La quinina es el más fuerte de los cuatro alcaloides que se encuentran en la corteza de los árboles del género Cinchona. De estos árboles existen aproximadamente 23 especies, todas oriundas de América del Sur y crecen a lo largo de la cordillera oriental de los Andes.

Su descubrimiento se remonta al siglo XVIII durante una de las grandes expediciones científicas que se organizaban a Sudamérica desde Europa. Fue en 1633.

Cuentan que un jesuita español descubrió que los indígenas de América Central usaban la corteza molida de unos árboles que ellos llamaban ‘quina quina’ para curar la malaria.

Los monjes utilizaron este remedio para salvar de la muerte a la condesa de Chinchón,[28]​ Ana de Osorio, esposa del virrey de Perú, aquejada de lo que por entonces denominaban ‘fiebre de los pantanos’.

Muchas mujeres indígenas usan el colorido atuendo tradicional, completado con un bombín (sombrero). Este sombrero ha sido usado por las mujeres quechuas y aymaras desde la década de 1920, cuando fue traído al país por los trabajadores ferroviarios británicos. Todavía hoy se usan con frecuencia.[29]

El traje tradicional que usan las mujeres quechuas hoy en día es una mezcla de estilos de los días prehispánicos y vestidos coloniales españoles. Siguiendo con la vestimenta tradicional, suelen llevar una túnica o anacu sobre la que se sobrepone una capa o lliclla, que se sujeta con un tupu, un alfiler de sujeción, de madera, hueso, cobre o, para las mujeres de mayor estatus, plata u oro. Los tupus estaban conectados con un cordón con colgantes de concha de Spondylus.. A partir de la pubertad, las jóvenes quechuas comienzan a usar múltiples capas de enaguas y faldas; cuantas más enaguas y faldas llevara una mujer joven, más deseable sería como novia, por la supuesta riqueza de su familia (representada por el número de enaguas y faldas). Las mujeres casadas también usan múltiples capas de enaguas y faldas.

Los hombres quechuas más jóvenes suelen llevar ropa de estilo occidental, siendo los más populares las camisetas de fútbol sintético y los pantalones de chándal. En ciertas regiones, las mujeres también suelen llevar ropa de estilo occidental. Los hombres mayores todavía llevan pantalones de bayeta hasta la rodilla, de lana tejida a mano. También se usa un cinturón tejido llamado chumpi que proporciona protección a la zona lumbar cuando se trabaja en el campo. La vestimenta fina de los hombres incluye un chaleco de lana, similar a un juyuna sin mangas usado por las mujeres. Los chalecos puede estar ricamente decorados.

La parte más distintiva de la ropa de los hombres es el poncho tejido a mano. Casi todo hombre y chico quechua tiene un poncho, generalmente de color rojo, decorado con intrincados diseños. Cada distrito tiene un patrón distintivo. En algunas comunidades como Huilloc, Patacancha, y muchos pueblos del valle de Lares, los ponchos se usan como vestimenta diaria. Sin embargo la mayoría de los hombres usan sus ponchos solo en ocasiones especiales, como fiestas, reuniones de pueblos, bodas, etc.

Al igual que con las mujeres, las ojotas, sandalias hechas de neumáticos reciclados, son el calzado estándar. Son baratas y duraderas.

El chullo, gorro de punto con orejeras, es usado con frecuencia. El primer chullo que un niño recibe es tradicionalmente tricotado por su padre. En la región de Ausangate, los chullos suelen adornarse con cuentas blancas y grandes borlas llamadas t'ikas. Los hombres usan a veces un sombrero de fieltro sobre la parte superior del chullo adornado con centillo, bandas de sombrero finamente decoradas. Desde la antigüedad los hombres han usado pequeñas bolsas tejidas llamadas ch'uspa, usadas para llevar sus hojas de coca.[30]



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