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Sivá



En la fe del hinduismo, Shiva es uno de los dioses de la Trimurti (‘tres-formas’, la Trinidad hinduista), en la que representa el papel del dios que destruye y renueva el universo, junto con Brahmá (Dios creador) y Visnú (Dios preservador). Dentro del shivaísmo, Shiva es considerado un Dios supremo.

Usualmente, Shiva es venerado en la forma anicónica de lingam (‘falo’).

Se le describe como un yogui omnisciente que vive una vida ascética en el monte Kailash, y también se le representa como a un dueño de un hogar con su esposa Parvati, y dos hijos, Ganesha y Kartikeia. Shiva tiene muchas formas benevolentes así como también otras de temer. A menudo se lo figura como sumergido en meditación profunda, con su mujer e hijos o también como el Natarash (el 'rey de la danza o del baile)

En el shivaísmo (o religión saiva o saivita) la deidad principal es Shiva-Rudra, y en la que Brahmá y Visnú son considerados dioses menores.

En la religión védica más antigua, la única deidad destructora era Rudra (‘terrible’), pero posteriormente en el hinduismo se volvió usual darle a ese dios el nombre eufemístico de Shiva, ‘auspicioso’ (así como en Grecia a las Furias se las terminó llamando Euménides, ‘las Benévolas’).[1]

En su calidad de destructor, a veces se le llama Kāla (‘negro’), y es entonces identificado con el tiempo, aunque su función destructiva activa es entonces asignada a su esposa bajo el nombre de Kali. Como deidad de la reproducción (concomitante a la destrucción), el símbolo de Shiva es un monolito de piedra o de mármol llamado lingam.

Originalmente había doce shiva-lingas, siendo los más conocidos los de Somanatha (en Guyarat), Maja-Kala (en Uyain) y Shiva o Viswéswara (en Benarés). A finales del siglo XIX, en India se estimaba que había más de 30 millones de lingas.[1]

Shiva tiene tres ojos, uno de los cuales está en medio de su frente (denotando principalmente su capacidad de estar inmerso en el plano espiritual y su realización como el primer yogui; además, los tres ojos quizás también representen las tres divisiones del tiempo: pasado, presente y futuro), su piel es de color azul grisáceo (cubierta de cenizas).

Una luna en cuarto creciente situada sobre su frente representa la división del tiempo en meses, una serpiente alrededor de su cuello representa la división en años y un collar de calaveras la sucesiva extinción y generación de las razas de la humanidad.

Se cree que cuando el materialismo y las construcciones mentales en el hombre asfixian a las percepciones sutiles, Shiva puede enseñar las tres fuentes del conocimiento y de la realización:[2]

Cuando los dioses batieron el océano de leche para generar el néctar que los volvería inmortales, lo primero que se produjo fue el veneno, que podía destruir el mundo. Shiva se lo bebió para salvar a todos los seres del mundo, por eso su garganta adoptó un color azul y él fue llamado Nila Kantha (‘cuello azul’), y también fue llamado Loka Naiaki (salvador del mundo).

Sus sirvientes se llaman pramathas (‘atormentadores’) y son considerados seres sobrenaturales, quienes forman tropas (gana), cuyo líder es el hijo de Shiva: Ganesha (‘señor de las tropas’) o Ganapati (‘líder de las tropas’), representado como un muchacho regordete con cabeza de elefante.

Su esposa Satí es el objeto de adoración de los shaktas y los tántricos. Recibe muchos nombres:

Cuando su padre Daksha insultó a su esposo ausente en una festividad religiosa, Sati se suicidó.

Shiva se volvió a casar con Parvati (‘del monte Parvata’), diciendo que ella era la reencarnación de Satí. Tiene tres hijos:

Shiva también es adorado como un gran asceta. Existe un mito acerca de que en una ocasión quemó con su tercer ojo a Kama (‘deseo erótico’, siendo los Kamasutras sus aforismos), el alado dios del amor, quien ―mientras Shiva estaba dedicado a una severa meditación― le había disparado sus flechas de flores para hacerle enamorar de quien terminaría siendo su segunda esposa, Parvati. Desde entonces a Kámadeva se le conoce como An-anga (‘sin-forma’, incorpóreo).

Las escrituras de los shivaístas dicen que con la mirada ardiente de su tercer ojo quema el universo, incluidos a Brahmá y a Visnú, y se unta sus cenizas mortuorias por todo el cuerpo. Por eso los adoradores de Shiva se cubren de cenizas. También usan cuentas de semillas de rudraksa (‘ojos de Rudra’), las cuales dicen que surgieron al caer lágrimas de los ojos de Shiva o Rudra, cuando iba a destruir Tripura (las ‘tres ciudades’ de los asuras o demonios).

La paradisíaca residencia de Shiva, según los hinduistas, se encuentra en el monte Kailash, al noroeste de China.

En el capítulo 69 del Shiva-purana y en el capítulo 17 del Anushasana Parva del Majabhárata se nombran 1008 nombres de Shiva, siendo los más conocidos:

En una de sus cuatro manos sostiene un tri-shula o tridente.[3]​ Los shivaístas creen que denota su combinación de los tres atributos de Creador, Destructor y Regenerador. También sostiene un tamborcito damaru (con forma de reloj de arena).

Tiene varias serpientes enroscadas en sus brazos, su cabello está enredado en varias matas sobre su cabeza y forma un rodete en punta sobre la frente. Encima de este hueco se ve el rebote y la materialización del río Ganges (la madre Ganga, ‘la Rápida’ o literalmente ga-n-gā ‘va y va’), a quien él intercepta en su eterna caída invisible desde el cielo (en Gangotri, un glaciar de los montes Hima-alaya o ‘morada del hielo’) para evitar que hundiera a la Tierra por su fuerza.

El escritor Adi Shankara (788-820) interpreta el nombre de Shiva como ‘puro’ o ‘aquel que purifica a todos mediante la mención de su nombre’. Esto es, Shiva no es afectado por las tres gunas (características) de prakriti (materia): sattva (bondad), rayas (pasión) y tamas (oscuridad).

Adicionalmente, Shiva también significa ‘favorable’o ‘bueno’. Frecuentemente se representa como el esposo de Uma o Parvati. En el proceso de manifestación, Shiva es la conciencia primitiva y crea a los otros miembros del trimurti. Es simbolizado por la sabiduría de la serpiente. Tiene muchos otros nombres, por ejemplo, Shankará (‘causante de prosperidad’) y Mahadeva (‘gran dios’).

Shiva le dio su hacha (paraśu) a Parashurama, avatar de Visnú y discípulo de Dattatreya (encarnación combinada de Brahmá, Visnú y Shiva). El gran arco de Shiva se llama Pinaka y, por consiguiente, él es llamado Pinaki. La mayoría de las representaciones de Shiva muestra el Tridente, otra de sus armas, en el fondo. También es conocido por haber entregado a Pandava Arjuna el arma divina Pashupata, bajo la condición de usarla únicamente contra alguien de fuerzas iguales o, de otra manera, el arma habría de destruir al reino mortal.

Según los adoradores de la diosa Kali, esta nació cuando Shiva miró dentro de sí mismo. Ella es considerada como su reflejo, la divina Adi-shakti o energía primordial mientras que él es el Señor Supremo carente de forma, tiempo y espacio.

En otra versión, Kali fue a destruir los asuras que atacaban Suarga, pero se llenó de ira y los destruía de tal manera que puso en peligro el balance natural entre bien y mal que permite la creación. Para calmarla, Shiva se acostó en el suelo a su paso. Cuando ella lo pisó, lo miró y se dio cuenta de a quién había pisado, dándose cuenta de sus acciones y, avergozada por sus actos, se mordió la lengua.

Como Natarásh (‘rey del baile’), Shiva simboliza el baile del universo, con todos sus cuerpos celestiales y leyes naturales complementándose y balanceando el uno al otro. A veces, también se simboliza haciendo su danza de la destrucción, tandava, en el momento del pralaia (disolución del universo, al final de cada kalpa).

Algunos hindúes, especialmente los smarta (seguidores de las regulaciones smriti), creen que Shiva es una de las muchas formas del atman o el Brahman. En cambio los shivaístas lo ven como el verdadero Dios del cual todas las demás deidades y principales emanaron. Esta visión está usualmente relacionada con los grupos bhakti (devocionales) del shivaísmo.

Aun cuando está definido como el destructor en su aspecto Rudra, Shiva es el dios más benevolente. Uno de sus nombres es Ashutosh, aquel a quien es fácil complacer (āśu: ‘rápido’; tosha: ‘satisfacción’). Sus devotos creen que el dios Shiva puede dar muchas bendiciones (tanto materiales como espirituales) a cambio de poco.

Shiva es la realidad última de la felicidad y el éxtasis y todo se completa en él. Shiva está más allá de la descripción, de la manifestación, limitación de la forma, tiempo o espacio. Es eterno, infinito y siempre permanece, todo lo conoce y es omnipotente.

Según los Puranas que lo glorifican a él por encima de otros dioses, Shiva es el dios que Rama (encarnación de Visnú) adoró en Rameswaram. También el dios Krisna (encarnación de Visnú) lo adoró para tener un hijo que fuera un guerrero invencible. El buen dios Shiva respondió las plegarias de Krisna y lo bendijo con un hijo. Krisna llamó a este hijo Samba, en honor a Shiva.

Otra encarnación de Shiva es el malvado sabio Durvasa.

En Japón, en donde muchas deidades hindúes son adoradas por la relación que estas dos naciones mantuvieron, Shiva es conocido como Shiba y Daikoki (que significa ‘negro’, pues el señor Shiva está cubierto por cenizas de los cadáveres cremados y se le llama Kala o Kali).[4]



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