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Socialismo nacional



Socialismo nacional es un concepto que remite a la combinación del socialismo con el nacionalismo o con alguna forma de sentimiento nacional o nacionalidad. El término va en contraposición al internacionalismo del socialismo marxista, y en general se aplica a ciertas variantes no-marxistas de socialismo.

La expresión “socialismo nacional” nació en Francia entre fines del siglo XIX y principios del XX, y desde entonces ha sido utilizada para describir diferentes formas de socialismo en todo el mundo, desde los distintos socialismos tercermundistas hasta el nacionalsocialismo alemán.

Ya en 1896 Maurice Barrès afirmaba que el Marqués de Morés había sido “el primer socialista nacional”.[1]​ Aunque otras fuentes indican que el término fue usado por primera vez en la campaña electoral francesa de 1898 por el mismo Maurice Barrès, con la frase “nacionalismo socialista”[2]​ o “socialismo nacionalista”.[3]

El Marqués de Morès fue un aristócrata y aventurero francés que realizó viajes y emprendimientos por Norteamérica, en donde se convirtió al socialismo, sin abandonar sus convicciones nacionalistas y antisemitas.[4]Morès fundó el club político parisino “Morès et ses amis” (“Morès y sus amigos”), que según el historiador Stanley G. Payne, combinaba “el socialismo nacional extremo con un socialismo económico limitado, el racismo y la acción directa”.[5]​ Una de las primeras publicaciones de Morès fue El día festivo de los trabajadores, el 1° de mayo de 1890. A los trabajadores de Francia, en la cual abogaba por un tipo de socialismo relativamente convencional, con seguros de accidente para los trabajadores, una convocatoria a una “corte suprema popular” para juzgar a “los ladrones de la fortuna del pueblo” y una “revisión democrática y social del código constitucional”.[6]​ Pero publicaciones posteriores de Morès revelan un enfoque más complejo e idiosincrático hacia el socialismo, especialmente el panfleto de 48 páginas publicado en 1892, Rothschild, Ravachol y cia., en donde atacaba a los judíos y a sus “aliados”: “los masones, la prensa, la bolsa y el peligro rojo”.[7]

Según Payne, “el defensor más destacado del nuevo socialismo nacional fue Maurice Barrès”, cuyo socialismo nacional difería de las doctrinas de la nacionalista y reaccionaria Action Française por la importancia que ponía en el radicalismo económico.[8]

De entre los nuevos nacionalistas radicales de fines del siglo XIX, Barrès fue uno de los primeros en comprender que no podía haber un verdadero movimiento “nacional” si no se garantizaba la integración de las capas sociales más desheredadas de la comunidad. [9]​:Puesto que la multitud era la verdadera encarnación de la nación, el nacionalismo debía preocuparse por solucionar la “cuestión social

Pero, al mismo tiempo, sostenía Barrès, un movimiento nacional no podía ser ni marxista ni liberal, puesto que ambas doctrinas son siempre “de guerra civil”: guerra de clases o guerra individualista de todos contra todos. Así, la idea de un “socialismo nacional” rápidamente se extendió por toda Europa. En muchas partes, algunos teóricos sostenían que la “cuestión social” podía encontrar una respuesta más allá del capitalismo liberal o del socialismo de la “lucha de clases”. La solución se basaba en la idea de establecer la paz entre el proletariado y el conjunto del cuerpo nacional, para garantizar la supervivencia de la nación.[10]

En 1902, el líder de la Federación Nacional de Sindicatos Amarillos de Francia, Pierre Biétry, creaba el Partido Socialista Nacional. Este movimiento obtiene el apoyo de antiguos amigos de Paul Lanoir, de los sindicatos agrícolas, de la Liga de la Patria Francesa, de antiguos boulangistas de izquierda, de antisemitas y de antidreyfusards. Sin embargo, es disuelto en 1903.

En 1919 el socialista Gustave Hervé crea un segundo Partido Socialista Nacional. Hervé en su juventud había sido un socialista de posturas antimilitaristas y antinacionalistas.[11][12]​ A partir de 1912 experimentó una evolución ideológica que lo llevó a defender posturas cada vez más nacionalistas. En 1919 creó el Partido Socialista Nacional (PSN), que defendía la colaboración y solidaridad de clases. Se le suman Alexandre Zévaès, un antiguo diputado guesdista convertido en abogado del asesino de Jean Jaurès, y Jean Allemane, figura histórica del movimiento obrero francés y comunero de 1871, y también Émile Tissier, otro guesdista. Sin embargo, el PSN nunca lograría atraer muchos partidarios, y Hervé trató de resuscitarlo en 1925 con el nombre de “Partido de la República Autoritaria”. Sin embargo, en 1927 el nombre volvió a ser “Partido Socialista Nacional”. En 1932 fue renombrado nuevamente como “Milicia Socialista Nacional”, desde donde surgirá el francismo de Marcel Bucard.

Los primeros partidos socialistas nacionales duraderos surgieron en la región de Bohemia del Imperio Austrohúngaro a fines del siglo XIX. En 1898 se fundó allí el Partido Nacionalsocialista Checoslovaco, un partido nominalmente socialista que tenía por objetivo conseguir la independencia de los checos de Austria-Hungría (al contrario del partido socialista dominante en ese entonces, el Partido Socialdemócrata, que abogaba por la revolución internacional). Y en 1904 se fundó, también en Bohemia, el Partido de los Trabajadores Alemanes de Bohemia, que también adoptó la bandera del socialismo nacional.[13]

Tanto los socialistas nacionales checos como el Partido de los Trabajadores Alemanes de Austria y Bohemia nacieron como movimientos radicalmente reformistas y socialmente progresivos.[14]​ El Partido de los Trabajadores Alemanes (Deutsche Arbeiterpartei, DAP) fue en un principio un movimiento democrático radical que se proponía defender los intereses de los obreros industriales de habla alemana de la Sudetenland de Bohemia. Exigía la democratización de las instituciones, la socialización o la nacionalización de las grandes empresas y la sustitución de los ejércitos permanentes por milicias nacionales. Aunque era nacionalista, no era racista, imperialista ni militarista.Difería del socialismo marxista en su defensa de todos los sectores trabajadores de la sociedad, fueran obreros, campesinos, clase media o intelectuales, y en su preferencia por un socialismo mixto.

Hacia 1913, el DAP se había transformado en un partido racista, pangermanista y antisemita. A finales de la Primera Guerra Mundial se había convertido, tanto en Bohemia como en Austria, en el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes de Austria y en el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes de Checoslovaquia.[15]

Pero el pionero de un tipo radical y agresivo de nacionalsocialismo en Austria-Hungría fue el publicista y agitador pangermanista Georg Ritter von Schönerer. Su nacionalismo racista, difería del de los radicales de derechas de principios del siglo XX en su defensa del igualitarismo, del derecho democrático de voto y de extensas reformas sociales.[16]

Entre tanto, el Partido Social Nacional Checo desempeñaría un papel considerable en la política checoslovaca de entreguerras, con Edvard Beneš llegando a ser Primer ministro y dos veces Presidente de Checoslovaquia. El partido sobrevive hasta hoy día en la República Checa, siendo hoy un partido euroescéptico y nacionalista de izquierda. Por otra parte, hoy día existen allí otros partidos que reclaman la herencia del Partido Social Nacional Checo original, autoproclamándose también “socialistas nacionales”: el Partido Socialista Nacional Checo, nacido en 2005 y también euroescéptico, que es aliado del partido soberanista “Soberanía – Bloque Jana Bobošíková”, y el partido “Socialistas Nacionales – Izquierda del siglo XXI”, de Jiří Paroubek, antiguo Primer ministro y antiguo líder del Partido Socialdemócrata, que concurrió a las elecciones parlamentarias de 2017 aliado con el Partido Obrero de la Justicia Social.

En 1910, Enrico Corradini, fundador de la Asociación Nacionalista Italiana, empleó el término “socialismo nacional” y fijó los objetivos de un movimiento socialista y nacional: establecer la paz entre el proletariado y la nación.[17]

El “socialismo nacional” en Italia encontró expresión dentro del sindicalismo revolucionario. Con la Guerra ítalo-turca de 1911-1912, y sobre todo en vísperas de la Primera guerra mundial, se produjo un proceso de “nacionalización” de sectores intelectuales del sindicalismo revolucionario dentro del Partido Socialista Italiano. En rompimiento con el partido, estos sectores se proclamaron intervencionistas, reivindicando la entrada de Italia en las mencionadas guerras, ya que, sostenían, solamente de la guerra victoriosa podría nacer la chispa de la revolución social (teoría de la “guerra revolucionaria”). Intelectuales sindicalistas como Roberto Michels, Angelo Oliviero Olivetti, Filippo Corridoni y Sergio Panunzio, entre otros, dieron la justificación racional para este primer socialismo nacional italiano, que sería el origen del fascismo.

A juicio de Michels, la guerra de Italia contra los turcos otomanos era una guerra progresista que merecía el apoyo y la participación del proletariado revolucionario.Esta guerra estimularía y expandiría las industrias de la península y regeneraría a la población de Italia, que había estado sufriendo ese sentido de inferioridad que aflige a los países industrialmente atrasados. Tanto Michels como Olivetti concebían al nacionalismo de Italia como revolucionario, y de hecho marxista en esencia. Roberto Michels invocó el nombre de Carlo Pisacane para recordarles a los revolucionarios italianos que el socialismo había estado asociado por mucho tiempo a las aspiraciones nacionales.[18]

El 5 de octubre de 1914, un grupo de teóricos socialistas de orientación sindicalista publicó el Manifesto del Fascio Rivoluzionario d’Azione Internazionalista, en el cual demandaban la intervención de su país en el conflicto incipiente al servicio de “la civilización” y “la revolución”. El manifiesto era firmado, entre otros, por Michele Bianchi, Filippo Corridoni, Amilcare de Ambris y Angelo Oliviero Olivetti.El 10 de octubre, Olivetti les recordó a sus lectores que el estallido de la guerra en el continente había creado una situación revolucionaria en la cual los hombres podían ser movilizados alrededor de un “sentimiento efectivo y aplastante”: el de la nacionalidad. La solución de los problemas sociales sólo podía ser consecuencia de la solución de los problemas nacionales.[19]

Un grupo, liderado por Panunzio, le pidió al joven Mussolini que reconsiderara su oposición inicial a la intervención italiana en el conflicto.Gregor, A. James (1979). Italian fascism and developmental dictatorship (en inglés). New Jersey: Princeton University Press. ISBN 0-691-05286-7. </ref> El 18 de octubre, Mussolini le sugirió al Partido Socialista revisar su compromiso con la neutralidad absoluta y revaluar la estrategia socialista. Esto precipitó una crisis entre los líderes del partido. Mussolini fue obligado a renunciar a su posición como director del Avanti!. El 10 de noviembre, dirigiéndose a la sección milanesa del Partido Socialista, Mussolini sostuvo que Italia, como realidad histórica, era el foco de interés y objeto de sentimiento para la mayor parte de la población. “El sentimiento de nacionalidad existe”, sostenía, “y no puede ser negado. El viejo antipatriotismo está acabado”.[20]​ Cuando Mussolini, expulsado del Partido Socialista oficial, y editor de su propio periódico, defendió explícitamente la intervención de Italia en la “guerra revolucionaria”, los sindicalistas rápidamente se aglomeraron alrededor de él. Su periódico, Il Popolo d’Italia, se convirtió en el vehículo de propaganda no oficial del Fascio intervencionista. Para el joven Mussolini el único socialismo viable del siglo XX sería un “socialismo nacional”, en el cual la nación constituiría el principal objeto de lealtad. Todos los elementos de la población estarían fusionados en la “idea de nación”. Este socialismo nacional integraría a las clases trabajadoras en la totalidad orgánica de la nación histórica. Hacia fines del primer conflicto mundial, en 1918, Mussolini había articulado un sistema de creencias revolucionario coherente que él eligió llamar “sindicalismo nacional” o “socialismo nacional”.[21]

Después de la Primera guerra mundial el autodenominado “socialismo nacional” desarrolló la idea de la “victoria mutilada” y volvió su atención a las condiciones de los veteranos. Tales ideas se concretaron en 1919 con la fundación en Milán de los Fasci italiani di combattimento musolinianos, y en su manifiesto, el programa de Sansepolcro, en donde, además de reivindicar Fiume y Dalmacia, se diseñaban políticas de profundo cambio.

Después de la Marcha sobre Roma de 1922 y de la fusión con los conservadores nacionalistas de la Asociación Nacionalista Italiana, el régimen perdió su connotación socialista, dirigiéndose hacia la creación de un verdadero Estado totalitario-corporativo, adoptó en el campo socioeconómico el corporativismo, con la Carta del Trabajo de 1927, en lugar del socialismo.

Después de la caída del régimen en 1943, y con la creación de la República Social Italiana y el nacimiento del nuevo Partido Fascista Republicano, los principios del fascismo anteriores a la Marcha sobre Roma fueron rescatados en el Manifiesto de Verona, en donde fueron recuperadas las antiguas posiciones socializantes y movimientistas del viejo programa de San Sepolcro. Al interior de la República Social Italiana, Mussolini apoyó el nacimiento de un “Agrupamiento Nacional Republicano Socialista”, bajo el mando del exsocialista Edmondo Cione y otros exsocialistas mussolinianos como Carlo Silvestri y sindicalistas revolucionarios como Pulvio Zocchi, que, no obstante no declararse abiertamente fascistas, buscaban proporcionar una cobertura “de izquierda” para el nuevo régimen. A tal “Agrupamiento” le fue también concedido por Mussolini un periódico político, L’Italia del Popolo (nombre aconsejado por el propio Mussolini, para recordar al del viejo periódico de Giuseppe Mazzini). La República Social Italiana tenía en su programa la reforma de la economía con la socialización de las empresas, para cuya realización Mussolini había habilitado al excomunista Nicola Bombacci.

Desde la posguerra de la Segunda guerra mundial hasta la actualidad, el “socialismo nacional” fue retomado en el neofascismo del Movimiento Social Italiano, sobre todo en los primero tiempos de éste, cuando era identificado con los veteranos de la RSI. En 1952 nace el “Agrupamiento Social Republicano”, que más tarde se convierte en “Partido del Socialismo Nacional”. En 1957 confluyeron en el “Partido Nacional del Trabajo” de Ernesto Massi.

|Giano Accame, intelectual de la derecha postfascista, ha asociado algunas posiciones (sobre todo de la política exterior) de Bettino Craxi, líder del Partido Socialista Italiano y Primer ministro de Italia en los años ’80, con el “socialismo nacional”.[22]​ Accame acuñó el término “socialismo tricolor” para identificar a este nuevo “socialismo nacional” del PSI craxiano.

En tiempos recientes, el Frente Social Nacional, nacido en los años ’90, ha hecho referencia a los valores del “socialismo nacional”. También se destaca la extraparlamentaria “Unione per il Socialismo Nazionale” (“Unión por el Socialismo Nacional”), nacida en octubre de 2011 a partir del “Centro Studi Socialismo Nazionale” (“Centro de Estudios Socialismo Nacional”).[23]

Pese a que el más conocido de los “socialismos nacionales” originarios de Alemania probablemente sea el nazismo o nacionalsocialismo, tanto la expresión “socialismo nacional” como las diversas ideologías que encarna tuvieron numerosos predecesores en ese país, que se remontan por lo menos a fines del siglo XIX.

El primer “socialismo nacional” alemán en llevar ese nombre fue el del pastor protestante Friedrich Naumann. En 1896, Naumann fundó la “Nationalsozialer Verein” (“Asociación Nacional Social”), a partir de un grupo que se había desprendido del Congreso Social Evangélico del predicador protestante antisemita y socialcristiano Adolf Stoecker.Otto, Rudolf (1996). Autobiographical and social essays (en inglés). Berlín, Nueva York: Walter de Gruyter. ISBN 3-11-014519-7. </ref> El nuevo grupo fundado por Naumann buscaba crear un “socialismo nacional” (por oposición al “socialismo internacional” de la socialdemocracia), pero no era antisemita ni de extrema derecha. Combinaba el nacionalismo con el socialismo cristiano y el liberalismo, y en 1903 terminaría uniéndose a la social-liberal “Freisinnige Vereinigung” (“Unión Librepensadora”).Entre sus miembros destacados se encontró Max Weber.

Otros primeros pensadores del “socialismo nacional” en Alemania fueron Johann Plenge, Paul Lensch, Oswald Spengler y Werner Sombart. Johann Plenge, durante la Primera guerra mundial, habló del surgimiento de un “socialismo nacional” en Alemania, a partir de lo que denominó las “ideas de 1914” (fecha del inicio de la guerra).[24][25]​ Según Plenge, la movilización total para la guerra había organizado a todo el pueblo alemán detrás de un solo objetivo, y el resultado de esa movilización era un verdadero socialismo de raíces puramente nacionales, opuesto a las ideas liberales “de 1789” (fecha de la Revolución Francesa).[24]​ Ideas similares expresaron, para la misma época, el socialdemócrata Paul Lensch, con su idea de “la guerra como una revolución mundial”, la cual habría instaurado el socialismo en Alemania a través del socialismo de guerra, y Oswald Spengler, con su libro Prusianismo y socialismo, en donde sostenía que el espíritu prusiano se había manifestado en la movilización de 1914, constituyendo un socialismo autóctono opuesto al espíritu inglés de individualismo liberal.[26][27]

El sociólogo Werner Sombart escribió sobre un “socialismo nacional” que enfatizara el “nuevo espíritu” de Alemania, que era tanto “nacional” como “social”.[28]​ Sombart describe su concepto de socialismo en su libro de 1934 Deutscher Sozialismus (Socialismo alemán).[28]​ Sombart anunciaba que “un nuevo espíritu está comenzando a gobernar la humanidad”, un espíritu que marcaba el fin de la “era económica”, atea, materialista y egoísta.[28]​ Este “nuevo espíritu” estaba encarnado en lo que él llamaba “socialismo alemán”.[28]​ Sombart decía que “no puede haber ningún orden social universalmente válido sino sólo uno que esté particularmente adaptado a cada nación particular”.[28]​ Contrastaba el “socialismo alemán” con el liberalismo, donde el socialismo alemán ubica “el bienestar del todo por sobre el bienestar del individuo”.[28]

Durante los años ‘20 surgió en el estado de Sajonia un “Viejo Partido Socialdemócrata de Alemania” (en alemán, Alte Sozialdemokratische Partei Deutschlands, ASPD), con tendencias nacionalistas, como desprendimiento del Partido Socialdemócrata de Alemania en esa región. La posición política de este partido fue calificada por Benjamin Lapp como un “socialismo nacional”.[29]

El “nacionalsocialismo” o nazismo es probablemente la más conocida de todas las ideologías autodenominadas “socialistas nacionales” en el mundo. El partido tuvo sus orígenes en el Partido Obrero Alemán (DAP) de Anton Drexler en 1919, y en 1920 fue renombrado Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) por su nuevo líder, Adolf Hitler. Según Erik von Kuehnelt-Leddihn, quien consideraba al nazismo un movimiento con influencia izquierdista, el cambio de nombre fue influenciada por Rudolf Jung, teórico del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes de Checoslovaquia, fundado en 1919, y que ese mismo año había escrito su obra Der nationale Sozialismus (El socialismo nacional). Según Kuehnelt-Leddihn, la intención original de Hitler era renombrar al DAP como “Partido Social Revolucionario”.[30]

Con todo, el NSDAP propugnaba una política extremadamente antisemita, anticomunista, pangermanista e imperialista, por lo que ha sido considerado siempre como una organización de extrema derecha. Aunque algunos de los aspectos más “socialistas” de su ideología original pueden verse en su Programa de 25 puntos de 1920, en realidad el apelativo socialista fue utilizado por los nazis como un subterfugio para intentar atraer a la clase obrera y así alejarla del comunismo y la socialdemocracia.

En Argentina, especialmente durante fines de los años 1960 y principios de los años 1970, la expresión “socialismo nacional” se hizo muy popular, sobre todo entre la izquierda peronista, a partir del uso que Perón hacía del término desde su exilio. Perón hablaba de “socialismo nacional” para referirse a todos los socialismos tercermundistas y a los fascismos europeos del período de entreguerras, a los cuales emparentaba.[31][32]​ Incluía bajo ese paraguas a su propio movimiento, el justicialismo. Según la acepción de Perón, serían “socialismos nacionales”, entre otros, el socialismo árabe, el socialismo africano e incluso la China posterior a la ruptura sino-soviética.[31]​ El término debe entenderse dentro del contexto de la Guerra Fría, la cual para Perón era una guerra entre dos imperialismos (la URSS y los EE. UU.), propugnando Perón por un “socialismo” que estuviera equidistante de ambos.[31]

El término no sólo fue utilizado por el peronismo, sino también, dentro del mismo contexto, por la corriente de la “izquierda nacional”, que fue “compañera de ruta” del peronismo para la misma época. La izquierda nacional tuvo influencia también en países vecinos como Bolivia, Chile y Uruguay. En particular en Uruguay, influenció al socialista Vivian Trías, quien escribió varios ensayos acerca del “socialismo nacional”.

Según una investigación realizada por el sociólogo argentino Torcuato S. Di Tella, en Japón también hubo intentos de “socialismo nacional” durante la primera mitad del siglo XX, aunque no fueron tan exitosos como en otras partes, debido principalmente a la mentalidad predominantemente conservadora de la sociedad japonesa.[33]

Entre los ejemplos de “socialistas nacionales” japoneses citados por Di Tella figuran la Asociación de Hombres Nuevos (Shinjinkai) de Sakuzo Yoshino, que comenzó siendo pacifista y antinacionalista para luego virar cada vez más hacia el nacionalismo y apoyar la invasión japonesa de Manchuria; las logias militares Kinkikai (1927) y Sakurakai (1930); Akamatsu Katsumaro y Matsutani Yojiro, del Partido Social Demócrata y del Partido de las Masas Sociales, respectivamente, que tras visitar Manchuria se convirtieron al nacionalismo y formaron sendos partidos “socialistas nacionales”; el propio Partido de las Masas Sociales, que para defenderse de los socialistas nacionales, evolucionó hacia el imperialismo, convirtiéndose en una fuerza importante hacia fines de la década de los treinta; Aso Hisashi, quien en 1934 propuso una alianza entre las fuerzas anticapitalistas obreras y los jóvenes militares reformistas; e Ishiwara Kanji, militar que intentó formar uno más de los tantos frustrados partidos “socialistas nacionales” con el asesoramiento de Asahara Kenzo, un antiguo líder sindical metalúrgico.[34]

Los diversos socialismos tercermundistas no-marxistas del siglo XX también han sido considerados como “socialismos nacionales” por varios autores.[31][32][35][36][37]

Así, serían “socialismos nacionales” los diversos socialismos árabes, los socialismos africanos, la “vía birmana al socialismo”, el socialismo malgache de Didier Ratsiraka en Madagascar, y muchos otros.



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