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Tango argentino (espectáculo)



Tango Argentino es un espectáculo coreográfico-musical de tango, creado y dirigido por Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, con asesoramiento de Juan Carlos Copes, y coreografía diseñada por los propios bailarines que integraron los elencos. Fue estrenado en 1983 en París y en 1985 en Broadway (Nueva York), alcanzando un enorme éxito de alcance mundial, manteniéndose en cartel por más de una década. Se le atribuye una influencia decisiva en el renacimiento mundial del tango, como danza y como género musical.

"El tango en 1983 era un recuerdo", dijo Enrique Cadícamo.[1]​ Luego de haber sido hasta la década de 1950 una de las danzas más populares de Argentina y del mundo, el tango se había reducido a su mínima expresión. Afectado por los cambios generacionales, el negocio discográfico internacional, el auge del rock y de la música folklórica y las políticas de restricción de la música nacional y popular de las dictaduras militares, el tango se había dejado de bailar y sobrevivía gracias a los compositores e intérpretes que persistían en mantenerlo vivo, como Ástor Piazzola o Roberto Goyeneche, entre otros.

En esas condiciones el escenógrafo y hombre de teatro Claudio Segovia, ya desde 1972 tenía el proyecto de realizar una obra coreográfico-musical que tuviera como centro al tango, algo que, en ese momento, era visto como "un delirio", según reconoce Juan Carlos Copes,[1]​ quien habría de asesorar a Segovia en aspectos coreográficos y él mismo integrar el elenco.[2]

Durante una década nadie creyó en la posibilidad de hacer un espectáculo sobre tango. Ástor Piazzolla mantuvo algunos encuentros con Segovia para realizar juntos el proyecto, pero la asociación no prosperó por falta de recursos.[2]​ Hasta que en 1980 logró llevar a escena, en Sevilla, un proyecto similar, que se llamó Flamenco Puro, creado junto a Héctor Orezzoli, con quien desde hacía ya varios años que había formado una pareja creativa. En 1982 Michel Guy, un destacado hombre de la cultura francesa, que había sido ministro de Cultura y era en ese momento director del Festival de Otoño de París que él mismo había creado en 1972, le preguntó a Jorge Lavelli si conocía algún espectáculo diferente para presentar en la edición del festival del año siguiente. Lavelli no dudó en recomendarle a Segovia y Michel Guy, luego de ver el video de Flamenco Puro, quedó deslumbrado.[2]

El proyecto había conseguido un escenario durante el Festival de Otoño de París, pero nadie estaba dispuesto a producirlo. Fue la madre de Segovia entonces quien le entregó el seguro de vida que había cobrado debido a la muerte de su padre, para que pudiera comenzar a producir su obra.[2]​ Cantantes famosas como Tita Merello, Rosita Quiroga y Susana Rinaldi declinaron el ofrecimiento de participar, creyendo que era un fracaso seguro.

Segovia tenía muy claro que no quería armar un producto comercial de exportación, sino mostrar la elegancia y la belleza de lo popular, tal como se manifestaba en la vida cotidiana. Creó incluso un término para definir esa cualidad: "chic reo". El propio Segovia define así su concepción artística, que también es el fundamento de sus demás creaciones: Flamenco Puro (1980), Black and Blue (1985), Noche Tropical (1992), Brasil Brasileiro (2006) y Maipo siempre Maipo (2008).[3]

Con mínimo apoyo estatal, Segovia y Orezzoli se conectaron con Juan Carlos Copes para seleccionar un elenco entre los escasos bailarines profesionales de tango que existían por entonces. Así reunieron a seis parejas y una bailarina individual: el propio Copes y María Nieves, María y Carlos Rivarola, Mayoral y Elsa María, Nélida y Nelson, Mónica y Luciano Frías, y Virulazo y Elvira. La bailarina individual fue Cecilia Narova, una despampanante vedette con formación de baile clásico y folklórico, con quien Segovia había trabajado recientemente en la revista de Antonio Gasalla en el Maipo.

Nélida Rodríguez cuenta el momento en que fue convocada:

María Rivarola también recuerda ese momento:

Para la música Segovia entusiasmó a José Libertella, alma del Sexteto Mayor, que venía de tener un gran éxito en la tanguería Trottoirs de Buenos Aires abierta en París dos años antes,[6]​ sumando también a Horacio Salgán y Ubaldo De Lío. Para el canto convocó a Roberto Goyeneche, Raúl Lavié, Maria Graña, Jovita Luna y Elba Berón. El grupo de artistas cerraba con Jorge Luz para el número coreográfico-humorístico llamado "Ridiculictango".

Como casi no tenían recursos, lograron que el gobierno argentino, dirigido por una nueva Junta Militar que había reemplazado a la anterior luego de la derrota en la guerra de las Malvinas, les aportara una pequeña suma de dinero y la autorización para viajar a París en un avión militar. Cuentan los bailarines que el avión llevaba un misil Exocet de la guerra que no había estallado y que María Rivarola y Nélida Rodríguez hicieron de azafatas.[1][4][5]

Las expectativas del elenco eran escasas. Varios de los bailarines y músicos carecían de la juventud y la estilización física que demandaba el negocio del espectáculo internacional. Y el público parisino era un público muy exigente. El caso de Virulazo y Elvira es demostrativo del perfil que tenía Tango Argentino. Eran dos "buscavidas" cincuentones de los barrios obreros del cordón industrial en crisis de Buenos Aires, dedicados al juego clandestino (quiniela) y él particularmente con un cuerpo enorme que contradecía de plano el estereotipo del bailarín.[7]​ El propio Segovia cuando lo vio llegar, miró a Copes con incredulidad. Copes simplemente le dijo:

El inusual elenco llegó a Francia con la idea algo resignada de que ya era un mérito lograr presentar una obra sobre tango en París durante una semana.[1]

El estreno se produjo el 10 de noviembre de 1983 en el Teatro del Châtelet de París, con una capacidad para 3.000 espectadores. El lleno del primer día llevó al elenco a pensar que se había movilizado la colectividad argentina viviendo en París. Pero el lleno se repitió los seis días y, en el último. la desesperación del público por entrar llevó a los organizadores a abrir las puertas para que el espectáculo se pudiera oír y atisbar desde afuera.

Segovia era un apasionado del tango liso y de las ruedas de baile, es decir del tango caminado cadenciosamente por las parejas dispuestas circularmente en las milongas, con ahorro de figuras acrobáticas y la obra quería mostrar el baile del tango, tal como lo bailaban los argentinos, con su variedad de estilos, ritmos y épocas.[2]​ El mundo conocía la música de tango argentino, pero respecto del baile tenía la imagen de Rodolfo Valentino, demasiado marcado por la impostura; desconocía el estilo popular, cadencioso y sensual de la manera argentina de bailar el tango. Y el descubrimiento en París causó sensación. Todos los diarios cubrieron el evento y la revista Vogue realizó una nota sobre el fenómeno.

Pero en Argentina ningún medio tomó nota del acontecimiento y la falta absoluta de respuesta local, desmembró la compañía.

El éxito le garantizó al elenco la presentación del show durante la temporada 1984, año durante el cual también viajaron a Italia, actuando con el mismo éxito en Venecia, Bologna, Milán y Roma.[8]​ Para entonces se acentuaron los desencuentros entre Copes y los demás bailarines sobre la acreditación de la coreografía, que llevaron al primero a renunciar al elenco, luego de la presentación en Roma.[8][4]

De todos modos, pocos meses después y con la perspectiva de presentar el espectáculo en Estados Unidos, Copes volvió al elenco, luego de llegar a un precario acuerdo de figurar en los créditos como autor de la coreografía, pero con la aclaración de que las coreografías de los cuadros de Virulazo, Eduardo, Nelson, Mayoral y Nélida, -a los que se sumó R. Dinzel al integrarse-, habían sido obra de estos.[9]​ Más adelante, ya con Copes definitivamente fuera del elenco estable, el programa indicaría que Claudio Segovia era el autor de la "concepción coreográfica" y que "los bailarines" eran los autores de la coreografía.[10]

Antes de decidir la presentación en el exigente Broadway, los productores Mel Howard y Donald K. Donald organizaron un gira que abarcó Texas, las ciudades canadienses de Ottawa, Quebec y Montreal y finalmente una semana de prueba en Nueva York, en el City Center. La aceptación animó a los productores a intentar una presentación en Broadway, por entonces centro del espectáculo teatral mundial, en donde el más mínimo descuido o una crítica periodística negativa, implicaba el fracaso y retiro inmediato de la obra.[8]

Para montar el espectáculo en Broadway el elenco cambió un poco. Entre los bailarines, se habían retirado Cecilia Narova y Mónica y Luciano Frías, que fueron reemplazados por Naanim Timoyko y Los Dinzel. Entre los músicos, ya en 1983 se habían retirado Salgán y De Lío, pero se había sumado el pianista Osvaldo Berlingieri. Entre los cantantes, se retiraron Goyeneche y María Graña, esta última reemplazada por Alba Solís. Por su parte, Jorge Luz también se había retirado después de París y el número cómico que él realizaba (Ridiculictango) también fue retirado del espectáculo.

El debut se produjo el 9 de octubre de 1985 en el teatro Mark Hellinger, uno de los principales teatros musicales de Broadway, ubicado en la calle 51 casi esquina Broadway, el mismo lugar en el que se habían estrenado obras como My fair lady (1956-1962) o Jesus Christ Superstar (1971-1973).

La obra estuvo casi seis meses en cartel, totalizando 199 presentaciones hasta el 30 de marzo de 1986.[11]​ Copes ha dicho que podría haber estado mucho tiempo más,[12]​ pero el elenco priorizó la presentación en otras ciudades del mundo. Al finalizar, la revista Times evaluaba del siguiente modo lo que consideraba "el éxito sorpresivo de la temporada":

El musical obtuvo tres nominaciones a los Premios Tony (mejor musical para los productores, mejor coreografía para todos los bailarines y mejor dirección) y una nominación para los Drama Desk Award, en el rubro experiencia teatral única.[11]

La obra se compone de una sucesión de tangos de diversos estilos, épocas y variantes, que muestra la diversidad del género musical y de la danza. Tiene dos partes divididas por un intermedio. El siguiente es el programa oficial que se presentó en Broadway:[9]

Sin apegarse a una estricta sucesión cronológica, el espectáculo sigue la evolución histórica y artística del tango, mostrando la variedad de estilos y modalidades que conviven en él. La primera parte está centrada en la Guardia Vieja y la segunda parte se centra en la Guardia Nueva y la Edad de Oro del tango de los años '40, aunque también dedica los últimos cuadros al tango de vanguardia y las nuevas corrientes que señalan la vitalidad del género.

El show alterna escenas de baile -que son predominantes-, con otras de canto o puramente instrumentales. A través del vestuario de los bailarines y de los estilos de baile, la obra va relatando la historia del tango con un lenguaje musical y coreográfico.

Abre y cierra con el mismo tema, "Quejas de bandoneón", instrumental de Filiberto, del que Troilo hizo un clásico.

En los primeros cuadros la obra muestra a los compadritos y "chinas", tipos sociales de los sectores populares marginales (orilleros) de Buenos Aires que crearon el tango, bailando el tango canyengue, incluso entre hombres como era usual ("El apache argentino"), en el que predominaba el corte y la quebrada, que en aquella época era considerado obsceno e indecente.

Los bailarines van recorriendo los primeros tangos que marcaron a la Guardia Vieja: "El entrerriano", "El choclo", "El porteñito", "La morocha".

Luego de ese primer momento del tango orillero de compadritos y chinas, la obra muestra como el tango sale del arrabal, para entrar a los salones y cabarets. Aparecen bailarines vestidos de frac de los sectores altos y mujeres con vestidos de fiesta, conviviendo con compadritos y chinas. En el cuadro de "La morocha", dos chicas "de familia", bailan el tango entre ellas cuidando que nadie las viera, mostrando que los jóvenes empezaban a llevar el tango al mundo familiar. En el cuadro de "La cumparsita", el tango ya es un éxito en Europa y es bailado por una elegante pareja a la moda en un salón de los años '20.

Con "Mi noche triste", el famoso tango de Contursi que Gardel llevó a la fama en 1917, cantada en todas las puestas en escena por Raúl Lavié, el espectáculo marca la llegada del tango canción que comienza a expresar las angustias y los dolores del corazón, sobre todo de los varones, una característica que se volvería sustancial para el género. Pocos cuadros después Lavié refuerza el mensaje cantando también "Cuesta abajo" de Gardel y Le Pera.

Al promediar la primera parte llega el cuadro "Milonguita", con características teatrales y una base musical compuesta con cuatro piezas, que trata el tema de la prostitución y la trata de mujeres, tema recurrente del tango. En "Milonguita" aparecen involucrados trágicamente los hombres y mujeres y los diversos tipos sociales que muestra el tango: la chica de barrio (Esthercita) que se convierte en prostituta (Milonguita) -interpretada originalmente por Naanim Timoyko-, el rufián orillero, el entregador, la madama, los "niños bien" y los hombres ricos que usan sexualmente a las jóvenes provenientes de los sectores postergados. El cuadro termina con el feminicidio de Milonguita a manos del rufián.

La primera parte finaliza con "Taquito militar" de Mariano Mores, una milonga compuesta en 1952 por un compositor modernista pero en el estilo alegre de la Guardia Vieja, rompiendo una visión estrictamente cronológica del tango.

La segunda parte comienza con "Milonguenado en el 40", un título que es una revelación brusca para el público del cambio sufrido por el tango con la Guardia Nueva, ubicándolo sin transiciones en la década del '40, la Edad de Oro del tango.

El tango ha cambiado, tanto la música como el baile. Se ha hecho más lento, más cadencioso, con menos firuletes, más caminado, más liso. La masividad del tango se nota en los bailes de salón, en las rondas tangueras, en los trajes con corbata y los vestidos de fiesta negros de las mujeres.

Este momento se refuerza con "Uno", tengo emblemático del sufrimiento y la desesperación que alcanzó el tango con la obra de Discépolo. El programa oficial incluye un texto de Jorge Lavelli titulado "Lágrimas de sal" que subraya esta emocionalidad del tango:

Reforzando ese clima, a "Uno" le sigue "La última curda" de Troilo y Cátulo Castillo: «la vida es una herida absurda». La segunda parte incluye también el famoso tango Jalousie del músico danés Jacob Gade, un claro mensaje de la condición de género universal que ha alcanzado el tango.

La última parte muestra el tango moderno de las décadas de 1960 y 1970, más libre y más complejo, bajo la influencia de la liberación femenina, la revolución sexual y la difusión universal del rock. Sucesivamente se interpretan "Tanguera" de Mores, y tres temas de Piazzolla: "Verano porteño", "Balada para mi muerte" - con letra de Horacio Ferrer- y "Adiós Nonino".

El espectáculo cierra con todo el elenco bailando "Danzarín" y "Quejas de bandoneón", tal como había comenzado.

La siguiente es una secuencia de imágenes de Tango Argentino tomadas en la presentación realizada en el Obelisco de Buenos Aires el 19 de febrero de 2011.

Luego de Broadway y durante casi una década, Tango Argentino se fue presentando en otras 59 ciudades de Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Suiza, Austria, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, México y Venezuela. En cada uno de esos lugares, no solo reproducía el éxito neoyorquino, sino que iba instalando comunidades formadas al calor del descubrimiento de la pasión por bailar tango, ampliando el fenómeno mundial.

En 1987 fue llevado a Japón, país en el que el tango tiene gran arraigo desde los años 40,[14]​ donde el espectáculo fue transmitido por televisión abierta y el emperador Shōwa rompió el estricto protocolo real, para ensayar unos pasos de tango con los bailarines.[15][14]

La bailarina alemana Nicole Nau cuenta como influyó en ella el show cuando fue presentado en Alemania en 1988:

En 1989 Tango Argentino se presentó por tercera vez en París y en 1991 por primera vez en Londres, donde Lady Di asistió a la première y subió al escenario para difundir la campaña contra el SIDA,[17]​ con una enorme cobertura de los medios y quedó tan entusiasmada con el tango que les pidió a Los Borquez que le enseñaran a bailarlo.[15]

En diciembre de 1991 falleció Héctor Orezzoli, con apenas 38 años.[18]​ El impacto emocional de la muerte de su amigo sobre Segovia y cierto agotamiento luego de una década de presentaciones, llevó a la desintegración del elenco, luego de la ya pautada primera actuación en Buenos Aires.

A fines de 1999, en coincidencia con las celebraciones del Milenio, el espectáculo fue presentado en Broadway por segunda vez, alcanzando 63 actuaciones en el Teatro Gershwin, hasta el 9 de enero de 2000, que renovaron el éxito y lo llevaron a ser nominado para los Premios Tony, en la categoría Mejor Revival de un Musical.[19]​ En esta ocasión se incorporó el tango "Patético" para el último cuadro bailado por una pareja.

En Argentina Tango Argentino fue presentado en cuatro ocasiones, solo en Buenos Aires y con muy poca cobertura por parte de los medios de comunicación nacionales, que nunca reflejaron el impacto que el espectáculo tuvo en el mundo. De hecho, dentro de Argentina, la obra siempre fue poco conocida.

La primera presentación fue en 1992, primero durante dos semanas en el Teatro Garn Rex y luego en el Lola Membrives (en ese momento llamado Teatro Cómico),[20][10][21]​ casi una década después de su estreno mundial. la segunda vez en el Teatro Ópera, en 1999;[10][22]​ y en 2006 en el Gran Rex.[10]

Finalmente en 2011 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, organizó una presentación gratuita del espectáculo en la Avenida 9 de Julio, al pie del Obelisco, pero no realizó una buena difusión y la asistencia fue escasa en comparación con espectáculos similares en el mismo lugar. En esta última presentación, hubo sustanciales variaciones en los temas.

Uno de los efectos de Tango Argentino fue revitalizar el tango, la música y el baile, pero principalmente este último, tanto en la Argentina como en gran cantidad de países del mundo.

Creación de milongas en todas partes del mundo para aprender y bailar el tango, espectáculos copiados o inspirados en Tango Argentino, turismo a Buenos Aires atraído por el fenómeno tanguero, el descubrimiento del tango por los jóvenes, nuevas corrientes tangueras internacionales relacionadas con el mundo emocional y el manejo del cuerpo, el impulso a las investigaciones sobre tango, los enfoques del tango desde una perspectiva de género, redefiniciones de los roles en el tango como el tango queer, etc.

La coreógrafa y crítica de danza Laura Falcoff escribía al cumplirse 20 años del estreño de Tango Argentino:

En 2011 la Cámara de Diputados de la Nación Argentina homenajeó y realizó un reconocimiento a Claudio Segovia "por su aporte a la difusión y permanencia del tango".[24]​ En su declaración, la Cámara de Diputados dice:



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