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Transfiguración de Jesucristo



La transfiguración de Jesús es un evento narrado en los evangelios sinópticos según san Mateo,[1]san Marcos[2]​ y san Lucas,[3]​ en el que Jesús se transfigura y se vuelve radiante en gloria divina sobre una montaña.

En estos pasajes, Jesús y tres de sus apóstoles, Pedro, Santiago y Juan se dirigen a una montaña (Monte Tabor o Monte de la Transfiguración) a orar. En la montaña, Jesús empieza a brillar con rayos brillantes de luz, generalmente llamada «luz tabórica». Entonces los profetas Moisés y Elías aparecen al lado de él y habla con ellos. Entonces Jesús es llamado "Hijo" por una voz en el cielo, que es Dios Padre, como en el Bautismo de Jesús.

29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se puso brillante, y su vestido blanco y resplandeciente.

30 Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías.

31 Quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.

32 Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; más permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él.

33 Y sucedió que apartándose ellos de él Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías; no sabiendo que le decía.

34 Mientras él decía esto, vino una nube que nos cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.

35 Y vino una voz desde la nube que decía: Este es mi Hijo el elegido, escuchadle.

La transfiguración es uno de los milagros de Jesús en los Evangelios. [4][5][6]​ Este milagro es único entre otros que aparecen en los evangelios canónicos, en tanto el milagro le sucede a Jesús mismo.[7]Tomás de Aquino consideraba que la transfiguración era "el mayor milagro" en el sentido de que complementaba el bautismo y mostraba la perfección de la vida en el Cielo.[8]​ La transfiguración es uno de los cinco hitos principales en la narrativa del evangelio de la vida de Jesús, siendo los otros su bautismo, crucifixión, resurrección y ascensión.[9][10]​ En 2002, el papa Juan Pablo II introdujo los Misterios Luminosos en el rosario, que incluyen la transfiguración.

En las enseñanzas cristianas, la transfiguración es un momento crucial, y el entorno en la montaña se presenta como el punto donde la naturaleza humana se encuentra con Dios: el lugar de encuentro de lo temporal y lo eterno, con Jesús mismo como punto de conexión, actuando como puente entre el cielo y la tierra.[11]​ Además, los cristianos consideran que la transfiguración cumple una profecía mesiánica del Antiguo Testamento según la cual Elías regresaría nuevamente después de su ascensión (Malaquías 4: 5-6). Gardner (2015, p. 218) afirma que:

Ninguno de los relatos bíblicos identifica la "alta montaña" de la escena por su nombre. Desde el siglo III, algunos cristianos han identificado al Monte Tabor como el lugar de la transfiguración, incluyendo a Orígenes.[12]​ El Tabor ha sido durante mucho tiempo un lugar de peregrinación cristiano y es el sitio de la Basílica de la Transfiguración. En 1808, Henry Alford expresó sus dudas sobre Tabor debido a la posible utilización continua por parte de los romanos de una fortaleza que Antíoco el Grande construyó en Tabor en 219 a. de C.[13]​ En respuesta, se ha sugerido que incluso si Tabor fue fortificado por Antíoco, esto no descarta una transfiguración en la cumbre.[14]Josefo menciona que durante la guerra judía se construyó un muro a lo largo del perímetro superior en 40 días y no menciona ninguna estructura previamente existente.[15]

John Lightfoot sugiere que el Tabor se encuentra demasiado lejos pero que debe ser "alguna montaña cerca de Cesarea de Filipo".[16]​ El candidato habitual, en este caso, es el monte Panium, Paneas o Banias, una pequeña colina en la fuente del Jordán, cerca del pie sobre el cual se construyó Cesarea de Filipo.

William Hendriksen en su comentario sobre Mateo (1973) sugiere al monte Merón.[17]

Whittaker (1984) propone que era el monte Nebo, principalmente con base en que fue el lugar desde dónde Moisés vio la tierra prometida y un paralelismo en las palabras de Jesús al descender del monte de la transfiguración: "Le dirás a este monte (es decir, de la transfiguración), 'Muévete de aquí para allá' (es decir, la tierra prometida), y se moverá, y nada será imposible para ti."

France (1987) señala que el monte Hermón es el más cercano a Cesarea de Filipo, mencionado en el capítulo anterior de Mateo. De manera similar, Meyboom (1861) identificó "Djebel-Ejeik", [18]​ aunque esto puede deberse a una confusión con Yabal el-Sheij, el nombre árabe de Monte Hermón.

Edward Greswell, sin embargo, escribiendo en 1830, afirmó no encontrar "ninguna buena razón para cuestionar la antigua tradición eclesiástica, que supone que fue en el monte Tabor".[19]

Una explicación alternativa es entender el Monte de la Transfiguración como una topografía simbólica en los evangelios. Como señala Elizabeth Struthers Malbon, la montaña es de manera figurativa el lugar de encuentro entre Dios y los seres humanos,[20]​ y, por tanto, es el paisaje ideal para que ocurra una epifanía o teofanía.[21]

La Iglesia Católica recuerda este hecho el 6 de agosto y el II Domingo de Cuaresma.

La figura del Divino Salvador se relaciona con victoria europea cuando los otomanos atacaron a Belgrado en 1456, donde el ejército cristiano bajo el comando de Juan Hunyadi defendió con éxito la ciudad.[23]​ Esto sucede durante el pontificado de Calixto III quien dijo que en Belgrado había «salvado el mundo», y ordenó la construcción de iglesias al Divino Salvador del Mundo.[cita requerida] Cuarenta años después Cristóbal Colón, nombró San Salvador a la primera tierra que tocó y ocupó, en las Bahamas al norte de Cuba.[24]



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