El de Havilland D.H.89 Dragon Rapide fue un avión de pasajeros de corto alcance de los años 30, desarrollado y producido por la compañía británica de Havilland. Diseñado como sucesor del D.H.84 Dragon, incluía las alas trapezoidales y los carenados del tren de aterrizaje aerodinámicos del aparato de 4 motores D.H.86 Express.
Diseñado a la luz de la experiencia obtenida a partir de la producción y operación de los transportes ligeros de Havilland D.H.84 Dragon y de Havilland D.H.86 Express, el prototipo de Havilland D.H.89 Dragon Six, equipado con dos motores de Havilland Gipsy Six de 200 hp, voló por primera vez en Stag Lane, pilotado por Hubert Broad, el 17 de abril de 1934. Las entregas de los aviones de serie, denominados Dragon Rapide, comenzaron en julio de 1934, y los primeros usuarios fueron Hillman's Airways Ltd., Railway Air Services y Olley Air Service Ltd. A partir de marzo de 1937 se instalaron pequeños flaps de borde de fuga en los planos inferiores, por fuera de las góndolas motoras, a resultas de lo cual el modelo fue rebautizado D.H.89A. Su fiabilidad y economía dieron lugar a importantes ventas entre mediados y finales de los años treinta, y cuando estalló la guerra se habían entregado ya unos 200 ejemplares a usuarios civiles.
Una versión militarizada, denominada D.H.89M, tuvo el propósito de satisfacer la Especificación G.18/35 del Ministerio del Aire, que pedía un avión de reconocimiento general para el Mando Costero. En el morro, a la derecha del asiento del piloto, se montó una ametralladora de tiro frontal, y en el techo a popa de la puerta de la cabina, se instaló un afuste de tipo anular. El contrato del Ministerio del Aire fue otorgado al Avro Anson, pero se construyeron dos D.H.89M para Lituania y el gobierno español recibió otros tres ejemplares, con modificaciones adicionales, destinados al servicio en Marruecos. El último avión tenía armamento adicional: una ametralladora ventral extra que disparaba hacia abajo a través del piso, así como un soporte bajo el fuselaje para bombas de 12 kg.
Si bien el D.H.89M no obtuvo ningún contrato del Ministerio del Aire en calidad de avión de reconocimiento, el Dragon Rapide fue escogido como avión de comunicaciones, y el Air Council compró un ejemplar, que utilizó el 24th Squadron en Hendon; en noviembre de 1938 se entregaron otros dos. En la primavera y comienzos del verano de 1940, los Rapide civiles equiparon a las fuerzas británicas en Francia y muchos fueron destinados a misiones de comunicaciones, en particular con el Air Transport Auxiliary.
En 1939, se adquirieron tres D.H.89 como aviones de entrenamiento en comunicaciones por radio, según la Especificación T.29/38, seguidos de otros 14 para prestar servicio en la 2ª Escuela de Electricistas y Radiotelegrafistas. En septiembre de 1939, esta recibió también los dos primeros D.H.89A. La versión de entrenamiento que se identificaba por la antena direccional en el techo de la cabina, recibió más tarde la denominación Dominie Mk I, mientras que la versión de comunicaciones fue designada Dominie Mk II.
De los 728 Rapide que se fabricaron antes de que la producción tocara a su fin, en julio de 1946, 521 lo fueron en virtud de contratos militares británicos, la mayoría de ellos bajo la denominación D.H.89B. En Hatfield se fabricaron 186 ejemplares antes de que la presión del trabajo en otros aviones diera como resultado la transferencia de la producción a Brush Coachworks Ltd. en Loughborough, Leicestershire. Las cifras de D.H.89 militares incluyen 65 aparatos que prestaron servicio en la Armada Real entre 1940 y 1958, año en que se retiró el último; en ciertos casos se trató de aviones civiles requisados, otros eran de nueva construcción, y algunos fueron obtenidos de la RAF.
Muy poco después de la finalización de las hostilidades, varios centenares de Dominie fueron entregados como excedente de guerra a fuerzas aéreas extranjeras, tales como las de Bélgica y los Países Bajos, o desprovistos de equipo militar, se vendieron a usuarios civiles. De tal suerte, llegaron a utilizarse en casi todos los países del mundo occidental. Además, los últimos 100 aviones de serie fabricados por Brush Coachworks, no entregados debido a la terminación de la guerra, fueron completados por la unidad de reparaciones de de Havilland en Whitney de acuerdo con pedidos de usuarios civiles; constituyeron el equipamiento inicial de posguerra de numerosas líneas aéreas, tales como Iraqi Airways, Jersey Airways y KLM. En la década de 1950, BEA utilizó durante algún tiempo una amplia flota de Rapide para sus servicios a las islas que rodean la costa británica.
El Dragon Rapide no sólo demostró ser fiable, sino también se reveló como un aparato extraordinariamente duradero, con muchos de ellos todavía volando en el siglo XXI. En el IWM Duxford de Cambridgeshire, Reino Unido, un par de Rapide se utilizan a diario para cortos vuelos de ocio alrededor del aeródromo.
El 6 de septiembre de 2009, la Fundación Infante de Orleans presentó en el Aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid su última adquisición. Un 'Dragon Rapide' recién restaurado que, si bien no es el mismo aparato que transportara al general Franco desde las Islas Canarias hasta África en 1936, sino una unidad que prestó servicio como transporte de pasajeros en Inglaterra en los años 30, tiene idénticas características.
En la actualidad solo hay catalogadas y en buen estado de conservación otras seis unidades de este modelo en el mundo. Aparte de por el valor que este hecho confiere al aparato, este tiene un importante valor histórico y simbólico.
En febrero de 1936, inmediatamente después de conocerse la victoria electoral del Frente Popular, Franco, coordinadamente con José María Gil-Robles (líder de la CEDA y ministro de la Guerra del anterior gobierno), presionó al gobierno provisional para que suspendiera las garantías constitucionales y decretara la ley marcial y, así, dejar sin efecto los resultados de las elecciones. Al día siguiente, aprovechando que el Consejo de Ministros había otorgado a su presidente, Manuel Portela, la potestad de decretar la ley marcial cuando lo creyera oportuno, pasando por encima de su autoridad y como jefe del Estado Mayor Militar, Franco envió a todas las regiones militares un comunicado en que se instaba a decretar el estado de Guerra. Zaragoza, Valencia, Alicante y Oviedo decretaron el Estado de Guerra, pero la intentona fracasó principalmente al no sumarse la Guardia Civil.
Superados estos incidentes, Manuel Azaña es nombrado Presidente del Gobierno. Conocedor de la existencia del complot, aunque no conociera los detalles ni exactamente sus participantes, alejó de los centros de poder a aquellos generales que consideraba más proclives al pronunciamiento. Franco, perdiendo la jefatura del Estado Mayor, fue enviado como comandante general a las Islas Canarias. Franco lo consideró como un destierro.
Antes de salir para Canarias, Franco asiste a una reunión a la que, entre otros, también asisten los generales Mola y Goded, en la que se decide preparar un golpe de Estado capitaneado por el general Sanjurjo (entonces desterrado en Portugal). Franco, sin rechazar la conspiración, no se compromete. Desde Canarias recibe puntualmente información, mostrándose siempre indeciso y cauteloso.
Los monárquicos alfonsinos fueron los protagonistas en la operación que permitió el traslado del general Franco desde Canarias hasta el Protectorado español de Marruecos, donde debía encabezar el Ejército de África, una vez que triunfara allí el golpe de Estado. Fue el coronel Alfredo Kindelán, especializado en el Arma aérea, el que, siguiendo las órdenes de Franco de que buscara un medio de transporte, se puso en contacto con el marqués de Luca de Tena, propietario y director del diario monárquico ABC, a través de Fernando Herrera, hombre de confianza del líder de la CEDA, José María Gil Robles. El Marqués de Luca de Tena, por su parte, encargó el 5 de julio, desde Biarritz, al corresponsal de diario ABC en Londres Luis Bolín que alquilara un avión (o un hidroavión) y lo llevara a Casablanca, donde recibiría nuevas instrucciones de un enlace con la contraseña «Galicia saluda a Francia», y de allí a Canarias. El dinero, dos mil libras esterlinas, se lo proporcionaría un tal Mayorga que trabajaba en la City de Londres.
Contando con la ayuda de Juan de la Cierva, inventor del autogiro, que vivía en la capital británica, Bolín alquiló finalmente un avión Dragon Rapide, matrícula G-ACYR, de radio de acción mediano y siete plazas, estacionado en el aeródromo de Croydon, y contrató Cecil W.H. Bebb para que lo pilotara, al que acompañarían un mecánico y un telegrafista (a todos ellos se les ocultó el motivo real del viaje). Para camuflar la operación llevarían como pasajeros, además de Bolín, a Hugo Pollard, conocido de Douglas Jerrold, amigo de los conspiradores, y a dos mujeres (una de ellas la hija de Pollard), que tampoco sabían nada. El viernes 10 de julio, de la Cierva y Bolín se entrevistaron con el Duque de Alba quien, junto con de la Cierva, se comprometió a hacerse cargo de los daños que pudiera sufrir el avión que no cubriera el seguro.
El avión despegó de Croydon el sábado 11 de julio e hizo una primera escala en Burdeos, donde se encontraban Luca de Tena y el marqués del Mérito, quien se sumó a la expedición con el encargo de alquilar un pequeño avión en Tánger por si fallaba la operación. Las siguientes escalas fueron Biarritz, para repostar; el pequeño aeródromo militar de Espinho, cerca de Oporto; y Lisboa, donde Bolín informó al general Sanjurjo. Desde allí volaron a Casablanca, a donde llegaron al atardecer del día 12 de julio. En esta ciudad del Marruecos francés tuvieron que permanecer dos días, alojados en el Hotel Carlton, mientras se reparaba el avión. Allí se enteraron por la prensa del asesinato el día 13 de julio del líder monárquico José Calvo Sotelo, y entonces Bolín decidió quedarse en Casablanca esperando la vuelta del marqués del Mérito, que había partido para Tánger nada más llegar. El día 14 el Dragon Rapide voló hasta Cabo Juby, en el Sáhara español, donde volvió a repostar, y de allí al aeródromo de Gando (Gran Canaria) a donde llegó a las 14:40, hora local. Pollard y las dos mujeres viajaron en barco a Tenerife, donde aquel le dio la contraseña convenida al doctor Gabarda “Galicia saluda a Francia”, que significaba que el avión había llegado sin novedad, y el doctor Gabarda le hizo llegar la noticia al general Franco por medio del teniente coronel Francisco Franco Salgado-Araújo. Pollard y las dos mujeres se quedaron en las islas unos días más y regresaron a Inglaterra en barco.
El 12 de julio, cuando el Dragon Rapide se encontraba en Casablanca, el general Franco envió un comunicado cifrado al general Emilio Mola, «El Director» de la conspiración, en el que planteaba su retirada alegando «geografía poco extensa», lo que significaba que no se unía al plan por considerar que no se contaba con suficientes apoyos. Cuando le llegó el mensaje a Mola, montó en cólera y furioso tiró el papel al suelo. El general Sanjurjo sentenciaría: «Con Franquito o sin Franquito» el alzamiento va adelante. Finalmente, el día 14, después del asesinato de José Calvo Sotelo el día anterior y la reacción que esta muerte causó en la derecha y en sectores del Ejército, Mola recibe otro mensaje de Franco que le transmite su decisión de unirse a la conspiración.
Con el Dragon Rapide ya en Gran Canaria, Franco tiene que trasladarse allí desde su residencia de Tenerife sin levantar sospechas. La oportunidad se le presenta cuando se conoce que el 16 de julio el comandante militar de Gran Canaria, el general Amado Balmes, había muerto de un disparo en el estómago, por lo que Franco ya tiene la excusa para ir a Las Palmas: asistir al funeral. La historiografía franquista ha descrito el hecho como un accidente que se produjo cuando Balmes manipulaba un arma. Otras versiones lo sitúan al lado de la República, por lo que se sospecha que pudiera haber sido asesinado. Eso es lo que afirma el historiador Ángel Viñas. Según Viñas la orden la dio el propio general Franco.
El día de la celebración del sepelio del general Balmes, el viernes 17 de julio, el general Franco conoce a última hora que la sublevación en el Protectorado ha comenzado esa misma tarde, gracias a un telegrama que le envía desde Melilla el general Soláns. Pocas horas antes la mujer y la hija del general Franco han sido escoltadas al Puerto de la Luz, donde han embarcado rumbo a Lisboa. A primeras horas del sábado 18 de julio, el general Franco sale del hotel donde ha pasado la noche y se dirige a la Comandancia Militar de Las Palmas, desde donde proclama el estado de guerra en todo el archipiélago. Todos los edificios oficiales son tomados por los militares sublevados y los gobernadores civiles de las dos provincias son detenidos. A mediodía, el archipiélago canario está bajo el control de los sublevados.
A las diez de la mañana de ese sábado 18 de julio se había recibido en Santa Cruz de Tenerife un telegrama del coronel Eduardo Sáenz de Buruaga desde Tetuán, en el que se confirmaba que todo el Protectorado de Marruecos estaba bajo el control de los sublevados y de que el avión que ha de transportar al general Franco hasta allí podía aterrizar sin problemas, en el mismo Tetuán o en Larache. A las dos y media de la tarde despega de Gando el Dragon Rapide rumbo a Casablanca, a donde llega hacia las diez de la noche, después de repostar en Agadir. A Franco le han acompañado su primo, el teniente coronel Francisco Franco Salgado-Araújo, y el teniente piloto Antonio Villalobos Gómez. En Casablanca le estaba esperando Luis Bolín, el periodista del diario monárquico ABC que había alquilado el Dragon Rapide en Inglaterra. Después de pernoctar en esta ciudad del Marruecos francés (desde el hotel Franco telefoneó a Tetuán para cerciorarse de que el levantamiento había tenido éxito y Yagüe se lo confirma; Bolín le enseña los titulares del periódico marroquí La Depêche Marocaine: "El general Franco, llamado por el Gobierno para sofocar la rebelión, se encuentra en pleno viaje de Canarias a Madrid") el general Franco y sus acompañantes, junto con Luis Bolín, vuelan hasta Tetuán, la capital del Protectorado español en Marruecos. Llegan a las siete y media de la mañana del domingo 19 de julio. Antes de aterrizar, Franco o Bolín (según versiones) dio instrucciones al piloto: «Dé una vuelta a la pista lo más bajo posible. Si le digo ¡Arriba! retome el vuelo sin vacilar». Después de dar varias vueltas, Franco reconoció a uno de los coroneles sublevados y dijo al piloto: «¡Ahí está el rubito! ¡Aterricemos!». Al tomar tierra es recibido con júbilo por los oficiales sublevados, entre ellos Yagüe, que le besa y le abraza. Franco se despide del piloto: «Algún día sabrá usted lo que ha hecho. Hoy no tengo palabras para expresarle mi gratitud».
Con gran perspicacia, Franco había recorrido los casi 20 km que separan la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria hasta el entonces aeródromo de Gando en barco, evitando que en carretera fuera interceptado por la Guardia de Asalto. En algún momento del viaje, Franco se afeita el bigote. Gil-Robles más tarde dejaría escrito que Franco, por miedo a que interceptasen el avión, llevaba una carta dirigida al presidente del gobierno, en la que expresaba su apoyo a la República y su intención de viajar a Madrid para defenderla. Según testimonio del piloto Cecil W. H. Beeb:
La historiografía franquista ha calificado este viaje de histórico. «La primera pregunta que surge ante el vuelo de Gran Canaria-Tetuán del Dragon Rapide es si podría haberse hecho sin escalas. Así lo aseguran bastantes historiadores». Sin embargo, la primera escala de Agadir, según Carlos Fernández, era necesaria dada la autonomía de avión y la segunda se habría justificado por la necesidad de recoger al corresponsal del ABC Luis Bolín.
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