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Océano Ártico



El océano Glacial Ártico[2]​ o simplemente, océano Ártico, es la parte del océano mundial más pequeña y más septentrional del planeta. Se encuentra principalmente al norte del círculo polar ártico, ocupando el área entre Europa, Asia y América del Norte.[1]​ Abarca unos 14 056 000 km² de extensión[1]​ y sus profundidades oscilan entre los 2000 m y 4000 m en la región central, y los 100 m en la plataforma continental. Su profundidad media es de 1205 m bajo el nivel del mar.[1]

Este océano limita con la parte norte del Atlántico, recibiendo grandes masas de agua a través del estrecho de Fram y el mar de Barents. Está limitado por el estrecho de Bering, entre Chukotka (Rusia) y Alaska (EE. UU.), que lo separa del Pacífico; por la costa norte de Alaska y Canadá. También limita con el litoral septentrional de Europa y Asia.

Grandes masas de hielo protegen durante todo el año a este océano de las influencias atmosféricas. En su parte central pueden encontrarse casquetes de hielo de hasta cuatro metros de espesor. Las grandes capas de hielo suelen formarse por el deslizamiento de grandes paquetes de hielo uno sobre otro.

Las temperaturas en invierno suelen rondar los −50 °C debido a los fuertes vientos provenientes de Siberia (Rusia); mientras que en el verano apenas pueden superar el 0 °C; en tanto que en la plataforma continental pueden darse temperaturas de hasta 30 °C.

El océano Glacial Ártico ocupa una cuenca aproximadamente circular y se extiende por una superficie de alrededor de 14 056 000 kilómetros cuadrados,[1]​ casi el tamaño de Rusia.[3]​ La costa tiene 45 389 kilómetros de largo.[1]​ Está rodeado por las masas terrestres de Eurasia, América del Norte, Groenlandia y por varias islas. Generalmente se considera que incluye la bahía de Baffin, el mar de Barents, el mar de Beaufort, el mar de Chukotka, el mar de Siberia Oriental, el mar de Groenlandia, la bahía de Hudson, el estrecho de Hudson, el mar de Kara, el mar de Laptev, el mar Blanco y otros conjuntos hídricos. Se conecta con el océano Pacífico a través del estrecho de Bering y con el océano Atlántico a través del mar de Groenlandia y el mar de Labrador.[4]

Una dorsal oceánica, la dorsal de Lomonósov, separa la honda cuenca polar del Norte marino en dos cuencas oceánicas: la Euroasiática que tiene una profundidad de entre 4000 y 4500 metros, y la Asiático-americana (a veces llamada de Norteamérica o cuenca hiperbórea), de alrededor de 4000 metros de profundidad. La batimetría del fondo oceánico está marcado por dorsales de fallas, llanuras de la zona abisal, profundidades del océanos y cuencas. La profundidad media del océano Glacial Ártico es de 1038 metros.[5]​ El punto más profundo está en la cuenca euroasiática, con 5450 metros.

Las dos grandes cuencas están subdivididas a su vez por dorsales en la cuenca canadiense (entre Alaska/Canadá y la dorsal Alpha), la cuenca de Makarov (entre las crestas Alpha y de Lomonósov), la cuenca del Fram (entre la dorsal de Lomonosov y la de Gakkel) y la cuenca de Nansen (cuenca de Amundsen) (entre la dorsal de Gakkel y la plataforma continental que incluye la Tierra de Francisco José).

Según estudios realizados por especialistas de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y del Instituto Real de los Países Bajos para la Investigación Marina, el océano Ártico gozaba, hace unos setenta millones de años, de temperaturas similares a las que hoy día se encuentran en el mar Mediterráneo, con mediciones de unos 15 °C; y temperaturas de unos 20 °C hace unos veinte millones de años.

Llegaron a esta conclusión los investigadores después de estudiar materiales orgánicos encontrados en el lodo de islotes de hielo del océano Glacial Ártico. No se sabe aún por qué se daban estas temperaturas en aquellos tiempos, pero se cree en que el responsable puede haber sido el efecto invernadero derivado de una fuerte concentración de dióxido de carbono en la atmósfera (el problema de esta hipótesis es el extraordinariamente mínimo efecto invernadero del gas carbónico).

El clima polar caracterizado por el frío persistente y variedades anuales de temperaturas relativamente estrechas; inviernos caracterizados por la oscuridad continua, condiciones frías y estables, y cielos despejados; los veranos caracterizados por la luz del día continua, húmedo y tiempo brumoso, con muchas nevadas y ciclones débiles con lluvia o nieve

Existen unas cuatrocientas especies animales en esta zona. De ellas, la más conocida es el oso polar, el mayor carnívoro del lugar. Llega a tener un peso de 800 kg y se alimenta de focas y peces, aunque si no logra atraparlos puede reemplazarlos momentáneamente por musgos y líquenes.

Seis especies de focas habitan este lugar, aunque su número ha ido decreciendo desde el siglo XIX debido a su depredador natural, el oso polar, y a la caza indiscriminada a que fue sometida por el hombre debido a lo preciado de su piel y su grasa. Otro poblador típico de la zona es la ballena, igualmente amenazada y que, actualmente, se halla protegida de la captura indiscriminada.

También se encuentra un diminuto pero importante habitante: el kril, que desempeña un papel importantísimo en la cadena alimenticia de la región.

La banquisa polar está adelgazando, y en muchos años habrá un agujero estacional en la capa de ozono.[6]​ La reducción de la superficie de hielo en el océano Ártico reduce el albedo medio del planeta, lo que posiblemente dé como resultado el calentamiento global en un mecanismo de retroalimentación positiva.[7]​ La investigación muestra que el Ártico puede quedar libre de hielo por primera vez en la historia de la Humanidad entre el año 2013 y 2040.[8]​ Muchos científicos están actualmente preocupados por el calentamiento de las temperaturas en el Ártico, porque podrían causar que grandes cantidades de agua fresca derretida entrase en el Atlántico norte, posiblemente perturbando los patrones de corrientes oceánicas globales. Potencialmente pueden ocurrir después drásticos cambios en el clima de la Tierra.[7]

Los investigadores predicen que, en no más de cincuenta años, el océano Ártico será perfectamente navegable durante el verano.[9]​ Es que el hielo que cubre esta masa oceánica se está haciendo cada vez más delgado, debido a que el tiempo de duración de altas temperaturas es cada vez mayor. Durante los pasados años se ha observado la fusión de la capa de hielos y, en agosto de 2004, científicos estadounidenses que navegaban en un buque y ruso, denunciaron la existencia de una laguna en el Polo Norte, que no pudo ser confirmada por imágenes satelitales, pero que en modo alguno sorprendió a la comunidad científica, quienes vienen alertando sobre el peligro del calentamiento global.

Se sabe, pues, que el espesor de la capa de hielos del océano Ártico ha disminuido un 40 % durante los pasados cincuenta años y los resultados indican que si esto continúa, la fusión de los hielos será más rápida cada vez, culminando con la desaparición de estos durante el verano, con serias consecuencias para el equilibrio ecológico de la zona y para el hábitat de ciertas especies, como el oso polar que necesita de esas capas de hielo para sobrevivir y cazar sus alimentos.

Otras preocupaciones medioambientales se refieren a la contaminación radiactiva del océano Ártico por, por ejemplo, los residuos radiactivos rusos en el mar de Kara[10]​ y pruebas nucleares realizadas durante la época de la Guerra fría en lugares como Nueva Zembla.[11]

El deshielo del Ártico abre nuevas posibilidades para explotar sus recursos naturales. En el lecho marino del Ártico se encuentra el 25 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y gas natural. También el estaño, manganeso, oro, níquel, plomo y platino están presentes en cantidades importantes. Por ello y sumado a la importancia geoestratégica, el 2 de agosto de 2007 dos batiscafos rusos «Mir» realizaron una inmersión en el océano Glacial Ártico, en el Polo Norte, e instalaron en el fondo una bandera rusa, así como una cápsula con mensaje para generaciones venideras. Los Mir recogieron pruebas para demostrar que las cordilleras subacuáticas Lomonósov y Mendeléiev son la extensión natural de la plataforma continental de Rusia, hipótesis que, de ser confirmada, permitiría a Rusia reivindicar en el futuro derechos exclusivos sobre la explotación de los recursos minerales en esta zona.[12][13]

Ocasionalmente se disgregan islas de hielo de la parte norte de la isla Ellesmere, y se forman icebergs a partir de los glaciares de la costa occidental de Groenlandia y el extremo noreste de Canadá. El permafrost se encuentra en la mayor parte de las islas. El océano está virtualmente cerrado por el hielo desde octubre hasta junio, y los barcos que lo naveguen están amenazados con quedar cubiertos de hielo desde octubre hasta mayo.[14]​ Antes de que llegaran los modernos rompehielos, los barcos que zarpaban al océano Glacial Ártico se arriesgaban a quedar atrapados o aplastados por los témpanos de hielo (aunque el SS Baychimo vagó por el océano Ártico desatendido durante décadas a pesar de estos riesgos).



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