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Progresismo



El progresismo es una creencia política[1]​ orientada en general, hacia el desarrollo de un supuesto estado del bienestar, la defensa de derechos civiles, la participación ciudadana y cierta redistribución de la riqueza.[2]​ En este sentido, el progresismo defiende, en líneas generales, más igualdad económica y social, así como también lo que consideran más avances o progresos en materia sociocultural.[1]

En el progresismo, como subespectro político, tienden a confluir diversas doctrinas filosóficas, éticas y económicas del socialismo democrático, de la socialdemocracia y del socioliberalismo. Como contraste, comúnmente se considera que estas corrientes aglutinan fuerzas opuestas al conservadurismo en lo cultural y al liberalismo económico.

Por otra parte, los progresistas persiguen principalmente la libertad personal, muchas veces privilegiándola sobre la libertad económica de mercado; por ello, fomentan reformas en lo social, lo económico, lo político y lo institucional, con lo cual pretenden profundizar en la libertad del individuo ampliando sus capacidades dentro de la sociedad (libertad positiva). De esta manera, en lo socioeconómico, el progresismo propone que el Estado o la misma sociedad generen condiciones que permitan a las personas superar la desigualdad social a través de procesos de inclusión social.

En general, el progresismo como tendencia política suele entenderse como pragmático, por lo que frecuentemente no se le define en un punto específico del espectro tradicional izquierda-derecha. No obstante, al progresismo a veces también se le suele enmarcar dentro del espectro de las izquierdas,[3]​ pero sobre todo alrededor de la centroizquierda.[4]​ Aunque algunos sectores de la propia izquierda —sobre todo aquellos que se definen a sí mismos como revolucionarios— buscan desmarcarse del progresismo por considerarlo como meramente reformista.[5]

Aunque el término tiene precedentes en la Revolución francesa, cuando políticamente era sinónimo de reformismo, el progresismo tomó forma como tendencia política de las luchas contemporáneas por los derechos civiles y políticos que dieron vida a movimientos sociales como el feminismo, el ecologismo, el laicismo y la sexodiversidad, entre otros.

El término progresista, en castellano, proviene de los progressives británicos de finales del siglo XIX.[cita requerida] La traducción correcta sería progresivistas, pero, intencionadamente o no, se tradujo por un término con connotaciones más positivas como es progresismo.[cita requerida] Los progressives británicos querían implantar el socialismo de manera progresiva, como su nombre indica.[cita requerida]

Los términos progresista y progresismo nacieron, en el contexto de la revolución liberal del siglo XIX, para designar a los reformistas o revolucionarios, partidarios de la idea de progreso en el plano político-institucional, el cambio social y las transformaciones económicas e intelectuales, frente a los conservadores, partidarios del mantenimiento del orden existente —tanto los reaccionarios partidarios de la vuelta al Antiguo Régimen, como los conservadores o moderados, partidarios de distintas formas de compromiso lampedusiano entre lo viejo y lo nuevo—.[6]

Mientras que el término opuesto a reaccionario es revolucionario, el término contrapuesto a progresista es conservador.

En cuanto a la relación entre los conceptos de revolucionario y progresista, si bien eran plenamente vinculables en la primera mitad del siglo XIX, fueron alejándose a medida que se imponían la Revolución Industrial, el capitalismo y la sociedad de clases presidida por la burguesía (revolución burguesa). De hecho, fue a partir de la revolución de 1848 cuando se definió con claridad la nueva oposición social entre burguesía y proletariado (organizado en el movimiento obrero). Los antiguos progresistas fueron dejando de ser revolucionarios y comenzaron a identificarse mucho más con el término reformista.[cita requerida]

Por otro lado, también se considera que los movimientos sociales de 1968 y la conformación de la nueva izquierda influyeron en la conformación de lo que hoy es el progresismo. Estos movimientos tuvieron mayor énfasis en cuanto a la transformación a nivel sociocultural con una postura más antiautoritaria, antibelicista y partidaria de los derechos civiles, del feminismo y de la sexodiversidad, aunque con posturas variopintas en cuanto a la transformación socioeconómica desde reivindicación del socialismo hasta inclinaciones más reformistas.[7][8]​ En contraste, la vieja izquierda mantuvo un énfasis casi exclusivo en las reivindicaciones de clase, fue más autoritaria y por lo general con poco interés en cambios culturales con inclinaciones por lo general más conservadoras en este aspecto.[9]

El progresismo actual varía en sus posturas ampliamente:

Los primeros partidos políticos progresistas en España surgen en el seno del liberalismo del siglo XIX. El Partido Progresista gobernó dos años (el Bienio Progresista, 1854-1856), bajo la jefatura del general Espartero, al que le sucedió el general Prim, quien lo convirtió en el principal protagonista de la Revolución de 1868, que puso fin a la Monarquía de Isabel II. Posteriormente, este partido quedaría dividido en dos: el ala moderada, dirigida por Práxedes Mateo Sagasta, formó el Partido Constitucional, y otra más "radical", encabezada por Manuel Ruiz Zorrilla, formó el Partido Demócrata-Radical.[13]

En el siglo XX, el progresismo español empezó a competir con los incipientes partidos socialistas además de los tradicionales conservadores. Tuvieron relevancia durante la Segunda República Española, por ejemplo, el Partido Republicano Radical, fundado por Alejandro Lerroux, que tuvo ideas progresistas en sus inicios aunque luego moderó su posición. También destacó Acción Republicana, fundada por Manuel Azaña, que se implicó en la construcción y consolidación de la república, y llegó a formar parte del Gobierno Provisional, que se hizo cargo del país tras la salida de España del Rey. Estos partidos fueron declarados ilegales tras la victoria del bando sublevado en la Guerra Civil, y el progresismo español cayó en desgracia durante los cuarenta años de la dictadura de Francisco Franco.

Con la Transición Española y la llegada de la democracia, volvió la ideología progresista al país. No obstante, su discurso cambió con respecto a sus orígenes. El progresismo a finales del siglo XX y principios del siglo XXI se consideró una serie de ideas orientadas al avance y al futuro frente al estatismo, y pudo considerarse un sinónimo del centroizquierda, en el espectro político. Algunos partidos socialdemócratas, como el refundado PSOE, lideraron el progresismo político en la mayor etapa de gobierno durante la democracia con Felipe González (1982-1996). En el siglo XXI, el partido político progresista Unión Progreso y Democracia obtuvo representación en el Congreso de los Diputados en 2008 y en 2011.

Más recientemente, Albert Rivera, líder del partido Ciudadanos, ha definido a su organización como «centro liberal progresista», aunque rechazando la socialdemocracia.[14]​ En contraste, Pablo Iglesias, líder del partido Podemos, ha reivindicado también la etiqueta de progresista,[15]​ pero al mismo tiempo defiende la socialdemocracia.[16]

En los Estados Unidos, el término «liberal» en algunas ocasiones equivale a «progresista» —siendo entonces casi sinónimo—[17]​, y está asociado al liberalismo social o liberalismo moderno. En cambio, a los promotores del liberalismo económico o liberalismo clásico no se les llama liberals, sino libertarians (en español, libertarios), siendo este último término sinónimo tradicionalmente de «anarquista» en el habla hispana.[18]

Esto es herencia del viejo bipartidismo, que consagró el término liberal como sinónimo de la izquierda, y conservative como sinónimo de la derecha. No obstante, en algunos otros países puede darse una confusión de términos semejante; por ejemplo, en Colombia el Partido Liberal Colombiano es socialdemócrata y miembro de la Internacional Socialista; en Honduras, el Partido Liberal tiene importantes sectores de pensamiento socialdemócrata, y en Reino Unido, el Partido Liberal Demócrata surgió de la fusión entre el histórico Partido Liberal, y el Partido Social Demócrata se escindió del laborismo y se considera a menudo como de centroizquierda.

Este uso del término «liberal» en los Estados Unidos como se conoce actualmente tiene antecedentes a comienzos del siglo XIX cuando la población de los Estados Unidos era fundamentalmente ignorante de las condiciones (laborales, sanitarias) en las que se desarrollaba la actividad industrial en las fábricas. En esta situación, se desarrolla el movimiento progresista que encontró en el republicano Theodore Roosevelt a un líder que pensaba que un presidente debía usar el poder federal para mejorar las condiciones de vida de su pueblo, para darle al hombre ordinario lo que él llamó «un trato justo» («square deal»).[19]​ Entonces, a partir de la década de los 30 los partidarios de Roosevelt y de su intervencionismo económico usaron frecuentemente la palabra «liberal» para referirse a ellos mismos, perdiendo el significado tradicional en ese país que se refería a un partidario del libre mercado.[20]

Ocurre el hecho curioso de que, mientras que en otras partes del mundo los sectores progresistas abanderan nombres ligados generalmente a la izquierda política, en los Estados Unidos parte de dichos sectores han adoptado el nombre de «liberales», etiqueta que en otros países se relaciona con sectores que en la actualidad no son vistos como progresistas, lo que ocasiona la confusión de mucha gente que piensa que, por la coincidencia de nombres, en los Estados Unidos no existiría el progresismo a la usanza de los otros países.

Por otro lado, el progresismo en los Estados Unidos varía desde posturas centristas hasta gran variedad de posturas dentro del espectro izquierdista,[1]​ aunque parte de la militancia progresista estadounidense —sobre todo quienes se ubican más la izquierda— rechazan el término «liberal» para reflejar su posición.[11]​ Por otro lado, desde los años 2010 dentro del movimiento progresista estadounidense el término «socialismo» ha tenido mayor presencia positiva, aunque en general con un significado más moderado.[17]

A partir de la Tercera República francesa, la palabra progresista en este país ha tendido a significar lo contrario de su significado literal. Así, hay políticos, periódicos y grupos parlamentarios que se hacen llamar progresistas republicanos que, por lo general, incluyen el discurso de los republicanos, pero se declaran antisocialistas en lo económico y en lo social. A partir de la Quinta República francesa, el término ha recuperado su significado clásico.

En el Reino Unido, hay varios partidos que dicen ser progresistas, incluido el Partido Laborista, el Partido Liberal Demócrata, el Partido Nacional Escocés, Plaid Cymru y el Partido Verde de Inglaterra y Gales. La coalición entre los conservadores y los liberales demócratas también afirma ser progresista.[21]

En Venezuela, existen distintas organizaciones políticas —tanto partidos como movimientos o institutos— que se identifican como progresistas.

Por un lado, este término y su significado han sido utilizados, en diversos discursos políticos, por varios dirigentes de la oposición venezolana, como el caso de Leopoldo López con su partido Voluntad Popular, el cual ha asumido la socialdemocracia como línea ideológica.[22]​ De igual manera, el líder opositor y dos veces candidato presidencial Henrique Capriles Radonski se ha calificado a sí mismo como progresista.[23][24]​ Asimismo, existen partidos políticos como Avanzada Progresista, el cual fue fundado bajo la categoría de «izquierda progresista»,[25]​ aunque con el tiempo —a medida que ha avanzado la crisis venezolana— su líder Henri Falcón ha pasado a hablar de «centro progresismo».[26]

Por otro lado, en ocasiones al chavismo se le ha considerado como una fuerza progresista.[27]​ De hecho, el propio Nicolás Maduro ha utilizado la etiqueta de «progresista» de forma positiva.[28]​ Sin embargo, algunos activistas chavistas reconocen que el chavismo como movimiento en ocasiones ha mantenido posturas conservadoras, sobre todo, en lo cultural-familiar.[29]​ Otros que aunque reivindican también la figura de Hugo Chávez, como es el caso del exministro Rodrigo Cabezas, han criticado específicamente al Gobierno de Maduro por aplicar una serie de políticas a las cuales Cabezas ha señalado como: «Eso no es socialismo democrático, no es de izquierda, no es progresista, no es humanismo».[30]​ Asimismo, el economista marxista Manuel Sutherland —quien es crítico con el chavismo— ha invitado a la izquierda internacional a «criticar a los “progresismos” con la misma sagacidad y agudeza que aplica a regímenes abiertamente antiobreros y derechistas», haciendo referencia que a pesar del uso de una retórica progresista o socialista el chavismo ha mantenido acciones que evidencian lo contrario.[31]

Entre las organizaciones no gubernamentales existe también el Instituto Progresista, fundado en 2012, que tiene como misión la formación de liderazgos con vocación de servicio público, bajo los valores de innovación y solidaridad.[32]

El partido que puede ser una representación tangible a esta doctrina es la del Colombia Humana —anteriormente conocido como el movimiento Progresistas— liderada por Gustavo Petro, exmiembro del desmovilizado grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril (M-19) y exalcalde de Bogotá, ya que su programa de gobierno para el 2018 denominado Colombia Humana, combina aspectos de la socialdemocracia, con otros aspectos de la coyuntura actual como la protección al medio ambiente mediante la eliminación de la producción y el uso de combustibles fósiles y la reducción de gases contaminantes, el desarrollo social mediante la educación gratuita pública universal y ha sido uno de los grandes defensores del laicismo mediante la defensa y construcción de la Constitución de Colombia de 1991. Su política defiende la práctica de la inclusión y aceptar la diversidad cultural, está en pro de defender el agua y la vida en todas sus formas. Sin embargo, aunque Petro ha reconocido haber sido de izquierda, actualmente dice que su propuesta no es socialista, sino que busca desarrollar un «capitalismo democrático» en su país.[33]

El actual presidente argentino Alberto Fernández se ha catalogado a sí mismo como defensor del «liberalismo progresista peronista», asegurando también identificarse como un «liberal de izquierda». Asimismo, Alberto Fernández ha manifestado apoyar las libertades individuales y las libertades ciudadanas, así como también creer en que «el Estado debe estar muy presente para equilibrar lo que el mercado desequilibra».[34]

El adjetivo «progresista» se aplica con fines peyorativos por parte —de forma inicial— de las corrientes conservadoras o neoconservadoras en Europa y América, y enaltecedora por sus valores justicieros por parte de sectores liberales o democráticos; y muy frecuentemente este debate tiene expresión en la literatura y otros medios de comunicación, más allá de su adecuación o no adecuación a una estricta correspondencia con la ideología o los regímenes políticos progresistas. Se asocia con las posturas políticas de nueva izquierda y las ideas y actitudes de bondad social y multiculturalistas, algunas de corte autoritario y otras muy libertarias, siendo los aspectos más polémicos los relacionados con la xenofobia, homofobia, machismo, entre otros. [35][36]

Por su parte, Theodore Kaczynski en su obra La sociedad industrial y su futuro describe a los progresistas como «izquierdistas modernos» que poseen, en general —pero no necesariamente siempre—, dos tendencias psicológicas generales: sentimientos de inferioridad y sobresocialización.[37]​ Para Kaczynski, los sentimientos de inferioridad se refieren a rasgos de «hipersensibilidad» que tienen los activistas con respecto a ciertos grupos sociales manifestándose en una sobreprotección hacia estos grupos por considerar que no pueden valerse por sí mismos, sino que la sociedad se tiene que hacer cargo de este pasivamente.[37]​ Por otro lado, Kaczynski describe a la sobresocialización como la necesidad del izquierdista moderno de exigirse a sí mismo y a los demás cierto código moral manifestado en la llamada «corrección política».[37]

Asimismo, algunos sectores de izquierda son críticos con el progresismo por supuestamente haber desestimado las transformaciones socioeconómicas defendiendo en su lugar vías más reformistas o incluso hasta neoliberales.[5][38]​ Incluso algunos de estos sectores atribuyen que las reivindicaciones socioculturales del progresismo desarticularon las reivindicaciones socioeconómicas.[38]



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