Rafael Arévalo Martínez cumple los años el 18 de abril.
Rafael Arévalo Martínez nació el día 18 de abril de 975.
La edad actual es 1049 años. Rafael Arévalo Martínez cumplió 1049 años el 18 de abril de este año.
Rafael Arévalo Martínez es del signo de Aries.
Rafael Arévalo Martínez nació en Ciudad de Guatemala.
Rafael Arévalo Martínez (Ciudad de Guatemala, 1884 - ibídem, 1975), fue poeta, escritor, ensayista y dramaturgo guatemalteco, considerado uno de los antecesores del realismo mágico. Es uno de los escritores guatemaltecos más reconocidos de la «generación del 10».
El escritor nació en la ciudad de Guatemala en 1884. Era un niño tímido, enfermizo y endeble, pero con talento. Estudió en los colegios «Nia Chon» y «San José de los Infantes», pero no logró terminar ni siquiera el bachillerato debido a problemas de salud.
Formó parte de un grupo de artistas, literatos y poetas (Carlos Mérida, Rafael Rodríguez Padilla, Rafael Yela Günther, Carlos Valenti, Carlos Wyld Ospina y los hermanos De la Riva), que laboraron en gran cohesión junto a Jaime Sabartés, catalán que llegó a Guatemala en 1906 desde Barcelona, donde compartiera una estrecha amistad con Pablo Picasso; a estos artistas se les conocía como la «generación del 10». Arévalo Martínez y los miembros de la generación del 10 desempeñaron un papel crucial en la literatura del siglo xx de Centro América ya que guiaron la literatura de Guatemala fuera del Modernismo y la enfocaron hacia las nuevas tendencias contemporáneas. Más tarde Arévalo Martínez trazó su propia senda, pero son muchos los escritores guatemaltecos que le agradecen sus consejos como maestro de gramática.
Arévalo Martínez cultivó la narrativa y la poesía. Sus primeros pasos públicos en la literatura los dio en 1905: en ese año apareció publicado en un diario su primer poema y en 1908 presentó Mujer y niños al concurso de cuentos de la revista Electra, que obtuvo el primer premio. En 1911, junto a Jaime Sabartés decidieron alquilar con sus esposas una casa con el objeto de ahorro de ambas familias. Con Francisco Fernández Hall en 1913 fundó y dirigió la revista Juan Chapín, órgano principal de la «generación de 1910», llamada también «generación del Cometa» -por el paso del Cometa Halley ese año. Escribió en periódicos y revistas tanto nacionales como extranjeros; en 1916, Arévalo Martínez residió un tiempo en Tegucigalpa como jefe de redacción de El Nuevo Tiempo, pero pronto regresó a su patria, donde en 1918 fue nombrado secretario general de la Oficina Centroamericana, en la que había laborado desde 1915 en la revista que editaba esa institución. En 1921 fue elegido miembro correspondiente de la Real Academia Española y el 15 de septiembre de 1922, junto con Alejandro Córdova, Carlos Wyld Ospina y Porfirio Barba Jacob fundaron el periódico El Imparcial. Fue colaborador de El Imparcial, Diario de Guatemala, redactor en jefe de La República y Nuestro Diario y dirigió la revista Centro América.
Fue presidente del Ateneo Guatemalteco, director de la Biblioteca Nacional de Guatemala durante dieciocho años, hasta que en 1945 fue nombrado delegado de su país en la Unión Panamericana -llamada Organización de Estados Americanos luego de la Segunda Guerra Mundial- y de la Biblioteca Mexicana en Guatemala. Llegó a ser miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua.
Se considera como su obra cumbre a «El hombre que parecía un caballo y otros cuentos», que versaba sobre un personaje aparentemente homosexual y que varios críticos consideraron que estaba basado en el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, quien residía en Guatemala y era amigo de Arévalo Martínez en esa época.
Arévalo Martínez tuvo un papel contradictorio cuando trató con los dictadores liberales Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico; en 1917, pronunció el discurso inaugural de las Fiestas Minervalias -conocido evento educativo que organizaba el gobierno del licenciado Estrada Cabrera para adular al presidente- y en el que llamó al presidente «un gran hombre patrio». Por otra parte, con ocasión de celebrarse el cumpleaños del presidente Ubico el 10 de noviembre, dice de este: «Una de las pocas fechas en que un pueblo ha podido celebrar dignamente el cumpleaños de su Mandatario es ésta del diez de noviembre en Guatemala. La actuación del Presidente Ubico es ostensible. Con fuerte vocación de estadista vivió y vive para Guatemala, a la que ama. Sólo así se explica su fructuosa labor en todo orden de cosas».
Pero luego del derrocamiento del general Ubico el 1 de julio de 1944 y pasadas las tribulaciones de la Revolución de octubre de 1944, criticó duramente los años del gobierno del licenciado Manuel Estrada Cabrera y los del general Jorge Ubico, en los libros ¡Ecce Pericles! (1945) y Ubico respectivamente; es más, también fue autor del cuento Las fieras del trópico, cuyo personaje principal, José Vargas, representa la figura de Jorge Ubico, cuando este era Jefe Político de Retalhuleu durante el gobierno de Estrada Cabrera.
Curiosamente, en los libros biográficos donde critica a ambos dictadores, también hace serios señalamientos a los autores que los lisonjeaban, como Enrique Gómez Carrillo, Máximo Soto Hall y José Santos Chocano, pero cuidándose muy bien de mencionar sus propios escritos aduladores.
Entre los reconocimientos que obtuvo destacan las condecoraciones con la Orden del Quetzal de Guatemala y la Gran Cruz de la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío (Nicaragua).
Arévalo Martínez es una de las figuras más importantes en esta renovación, porque aportó a la narrativa hispanoamericana técnicas, temas y corrientes esenciales en el desarrollo de la literatura contemporánea en Hispanoamérica.
«Cantó cisnes, cantó rosas;
lo ciñeron las hermosas
de una rama de laurel.
Hizo cánticos extraños;
y después aquel poeta que se muere a los veinte años
murió en él.
Ya es anciano; ya es anciano cuando empieza
a destruir los áureos velos en su vida la razón
y esa nieve que ha diez años le cubría la cabeza
le ha bajado al corazón.
¿De poeta, niño y loco quién no tiene un poco, un poco...?
Pero él
fué más niño, fué más loco
y jugó toda su vida con un gajo de laurel.
Hizo cánticos extraños;
y poeta que se muere a los veinte años,
que se muere a los veinte años en los hombres, por su mal
aunque a tristes desengaños
tuvo acaso una agonía,
aunque acaso agonizaba cada día, cada día,
siempre al otro renacía
¡Oh maestro!
¿cuántas veces no punzó tu mano el estro?
Y hoy anciano
¿se ha acaso para siempre desprendido de tu mano?
¿no te pasa lo que a mí
que en mi lecho, enfermo, inerte,
cuando todas las mañanas sonó el paso de la muerte
más poeta me sentí?
¡Oh Maestro!
¿qué destino ha sido el nuestro?
¡Oh maestro de los cánticos extraños!
El poeta que se muere a los veinte años
¿por qué no
de los tristes desengaños,
con los sueños juveniles,
los primeros veinte abriles,
en nosotros pereció?»
II
«Lentamente en su vida todo verse se pierde.
En el árbol la hoja ya no es verde o no existe;
la esperanza, que es verde, ya se ha ido de él;
más aún por sus ojos de un ideal azul triste,
con perdidos matices, pasa a ratos el verde
y es que vívido en ellos se refleja el laurel.»
«San Francisco de Asís, el divino
San Francisco de Asís, su camino
caminaba con paso seguro.
San Francisco sentía que el muro
también tiene un espíritu obscuro.
Y al pasar por la calle vacía
de los pobres hermanos menores.
se apretaba a la piedra sombría
y cantaba su canto de amores.»
«Y adelante y al lado y en pos
distendía su espíritu Dios.
Y pisaba a su madre la tierra
y pedía perdones al cielo,
cuando vio algo sagrado: una perra
que lamía a un gentil pequeñuelo.
Y sintió los extraños temblores
que solía sentir, interiores.
¡Oh divinos hermanos menores!»
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