Rafael del Riego cumple los años el 7 de abril.
Rafael del Riego nació el día 7 de abril de 1784.
La edad actual es 240 años. Rafael del Riego cumplió 240 años el 7 de abril de este año.
Rafael del Riego es del signo de Aries.
Rafael del Riego y Flórez (Tuña, 7 de abril de 1784-Madrid, 7 de noviembre de 1823) fue un militar y político liberal español. Dio nombre al famoso himno decimonónico conocido como himno de Riego, adoptado por los liberales durante la monarquía constitucional y, más tarde, por los republicanos españoles. Murió ahorcado tras la restauración del absolutismo que puso fin al Trienio Liberal.
Rafael del Riego Flórezhidalga asturiana el 7 de abril de 1784. Tras graduarse por «Leyes y Cánones» en la Universidad de Oviedo en 1807, se trasladó a Madrid, donde se alistó en la Guardia de Corps.
nació en el seno de una familiaCon la invasión francesa de España, en abril de 1808, el general Murat le envió prisionero a El Escorial, de donde logró escapar. Se fugó hacia Asturias, donde su padre había sido nombrado miembro de la Junta Suprema de Asturias.
Iniciada la Guerra de la Independencia, el 8 de agosto de 1808 ascendió a capitán en la división del general Acevedo y al poco tiempo fue nombrado su ayudante. El 10 de noviembre de 1808 tomó parte en la batalla de Espinosa de los Monteros (Burgos), en la que las tropas españolas sufrieron una importante derrota.
Intentando proteger y salvar la vida del general Acevedo, fue hecho prisionero el 13 de noviembre de 1808 y después deportado a Francia, donde conoció las teorías liberales más radicales. Posteriormente fue liberado y entró en contacto con la masonería en Francia. Viajó también por Inglaterra y Alemania, y en 1814 retornó a España, reincorporándose al ejército con el grado de teniente coronel. Juró la Constitución de 1812 ante el general Lacy antes de que fuera derogada por Fernando VII.
Tras la restauración absolutista y durante la primera etapa del reinado de Fernando VII, llamado sexenio absolutista (1814-1820), Riego se hizo masón. Posteriormente, conspiró junto a otros liberales para reinstaurar la Constitución de 1812.
En 1819, se reunió en Andalucía un ejército destinado a sofocar la sublevación de las colonias en América de las provincias de Ultramar. Riego estaba al mando del 2º Batallón Asturiano. Varios oficiales habían decidido aprovechar aquella ocasión para proclamar la Constitución de 1812. Riego, uno de los comprometidos con el movimiento, se alzó en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) el 1 de enero de 1820. Allí arengó a los suyos con una proclama, al parecer redactada por Alcalá Galiano, que decía:
Poco después se trasladaron a Arcos de la Frontera, donde fue detenido el general en jefe del ejército expedicionario, el conde de Calderón. A continuación, las tropas de Riego marcharon por diferentes ciudades andaluzas con la esperanza de comenzar un levantamiento antiabsolutista, ante la indiferencia popular. Si bien el pronunciamiento no fue sofocado, tampoco encontró el apoyo que esperaba, de forma que el 11 de marzo lo que quedaba de la columna decidió dispersarse, buscando refugio en las montañas de Extremadura. El levantamiento favoreció enormemente el avance de los movimientos independentistas en Sudamérica.
Cuando el periodo revolucionario estaba desintegrándose en Andalucía, se produjeron levantamientos en Galicia: la Constitución se proclamó en La Coruña y después en Ferrol y Vigo. Los levantamientos se fueron extendiendo por el resto de España. El 7 de marzo de 1820, el Palacio Real de Madrid fue rodeado por una gran multitud. A pesar de que, según parece, el rey hubiera podido contar con la adhesión de tropas suficientes para hacer frente a los sublevados, consultado el general Ballesteros, al mando del Ejército del Centro, declaró que no podía responder de la tropa. Entrada ya la noche, el rey se decidió a firmar un decreto, en el que declaraba que, de acuerdo con «la voluntad general del pueblo», se había decidido a jurar la Constitución. El día 10, el rey publicó el Manifiesto del rey a la Nación española en el que mostraba su apoyo a dicha constitución: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional». Comenzó así el Trienio liberal.
El nuevo gobierno liberal nombró a Riego mariscal de campo y poco después capitán general de Galicia. No llegó a ocupar este puesto porque fue destituido con motivo de su visita a Madrid (agosto-septiembre de 1820), acusado falsamente de republicanismo. Sin embargo, los vaivenes políticos le llevaron a ser nombrado, en noviembre de 1820, capitán general de Aragón, por lo que se trasladó a Zaragoza. El 18 de julio de 1821 se casó en la capital aragonesa por poderes con su sobrina, María Teresa del Riego y Bustillos.
El 4 de septiembre de 1821, tras el complot republicano de Cugnet de Montarlet, fue destituido de la capitanía general, destinado a Lérida y después a Castellón de Farfaña. A pesar de ello, su popularidad era enorme y su retrato era paseado por las calles madrileñas. En marzo de 1822, fue elegido diputado por Asturias, siendo designado presidente de las Cortes Generales, bajo un gobierno dominado por los liberales exaltados, que condujeron a los moderados, dirigidos por Francisco Martínez de la Rosa, a la oposición. Aunque era muy respetado, los que apoyaban al Antiguo Régimen le acusaban de haberse endiosado y de haberse enriquecido de forma oscura. Ese mismo año de 1822 empezaron las primeras revueltas contra el nuevo gobierno. La primera se produjo en Madrid, donde un batallón de la milicia nacional cargó contra unos seguidores de Riego que le aclamaban. Fue llamada la «Batalla de las Platerías». La segunda tuvo lugar en Navarra y Cataluña, que vieron surgir violentas partidas realistas. Los sucesos más graves se dieron en Seo de Urgel: el barón de Eroles, el marqués de Mataflorida y el arzobispo de Tarragona se adueñaron de la villa y proclamaron una regencia absolutista.
Mientras tanto, Fernando VII reclamaba en secreto ayuda extranjera para eliminar las trabas al restablecimiento del absolutismo. En diciembre de 1822, la Santa Alianza decidió, en el Congreso de Verona, que una España liberal era un peligro para el equilibrio europeo y se encargó a Francia la tarea de restablecer la monarquía absoluta en España. El 7 de abril de 1823, un ejército francés, conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema cruzó la frontera por el Bidasoa poniendo fin a la Guerra Realista y al Trienio Liberal.
Riego marchó a Cádiz, donde se sumó a la mayoría liberal de las Cortes Generales para organizar la resistencia y votar la incapacidad del monarca. Los liberales se sentían perseguidos y traicionados por el absolutismo intransigente del monarca. Riego intentó reorganizar la resistencia en Andalucía, en calidad de general en jefe del III Cuerpo de Ejército, e hizo frente a los franceses. El 14 de septiembre, durante la llamada «batalla de Jódar» (Jaén) fue derrotado. Malherido, trató de huir. El 15 de septiembre fue traicionado, abandonado por sus tropas fue hecho prisionero en un cortijo próximo a la localidad jiennense de Arquillos y trasladado a la cárcel de La Carolina.
Se le trasladó a Madrid. Allí pidió perdón y clemencia al rey y a todos aquellos a los que hubiera ofendido por sus posibles crímenes liberales, en una carta publicada por la Gaceta de Madrid. Pero todo fue en vano y fue declarado culpable de alta traición, por haber sido uno de los diputados que había votado por la incapacitación del rey. El 7 de noviembre de 1823, Rafael del Riego, hundido moral y físicamente, fue arrastrado en un serón hacia el patíbulo situado en la plaza de la Cebada en Madrid y ejecutado por ahorcamiento y posteriormente decapitado, entre los insultos del público. Benito Pérez Galdós en El terror de 1824 le dedica las siguientes líneas: «Un noble morir habrá dado a su figura el realce histórico que no pudo alcanzar en tres años de agitación y bullanga … la retractación del héroe de las Cabezas fue una de las más ruidosas victorias del bando absolutista…Aquel hombre famoso, el más pequeño de los que parecen ingeridos sin saber cómo, en las filas de los grandes, mediano militar y pésimo político, prueba viva de las locuras de la fama y usurpador de una celebridad que habría encuadrado mejor a otros caracteres y nombres condenados hoy al olvido, acabó su breve carrera sin decoro ni grandeza.»
Pervivió, sin embargo, en la memoria popular como un héroe mítico de la lucha por la libertad; la marcha que tocaban sus tropas durante los hechos de 1820 (llamada popularmente himno de Riego), siguió sonando como himno revolucionario a lo largo del siglo XIX y fue adoptado como himno nacional de España de manera no oficial durante la Segunda República (1931-39).
Fue uno de los grandes defensores de las libertades civiles en España, convirtiéndose en el mártir por excelencia de la represión política ejercida por el absolutismo.
Su retrato se exhibe en las Cortes Generales junto con otros cuadros alusivos a personajes y acontecimientos liberales, como la Jura de la Constitución de 1812.
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