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Sistema genital masculino



El aparato reproductor masculino o aparato genital masculino es el encargado de garantizar la reproducción en las personas de sexo masculino. Está formado por órganos internos y externos. Los principales órganos externos son los testículos, el epidídimo y el pene. Los testículos se alojan en el escroto o saco escrotal, formado por un conjunto de envolturas que los cubren y alojan. Las estructuras internas son los conductos deferentes y las glándulas accesorias que incluyen la próstata y las glándulas bulbouretrales.[1]

Los testículos producen espermatozoides y liberan a la sangre hormonas sexuales masculinas (testosterona). Un sistema de conductos que incluyen el epidídimo y los conductos deferentes almacenan los espermatozoides y los conducen al exterior a través del pene. En el transcurso de las relaciones sexuales se produce la eyaculación, que consiste en la liberación del líquido seminal o semen. El semen está compuesto por los espermatozoides producidos por los testículos y diversas secreciones de las glándulas sexuales accesorias.

Son los órganos principales del aparato reproductor masculino. Producen las células espermáticas y las hormonas sexuales masculinas. Se encuentran alojados en el escroto o saco escrotal, que es un conjunto de envolturas que cubre y aloja a los testículos en el varón.

Es el órgano copulador masculino, que interviene también en la excreción urinaria. Está formado por el cuerpo esponjoso y los cuerpos cavernosos. En el interior del pene transcurre la uretra, una de cuyas funciones es depositar el esperma durante el coito, y con ello lograr la fecundación del óvulo de la mujer.

El cuerpo esponjoso es la más pequeña de las tres columnas de tejido eréctil que se encuentran en el interior del pene (las otras dos son los cuerpos cavernosos). Está ubicado en la parte inferior del miembro viril. El glande es la última porción y la parte más ancha del cuerpo esponjoso; presenta una forma cónica.

Su función es la de evitar que durante la erección, se comprima la uretra, conducto por el que son expulsados tanto el semen como la orina.

Los cuerpos cavernosos constituyen un par de columnas de tejido eréctil situadas en la parte superior del pene que se llenan de sangre durante la erección.

El epidídimo está formado por la reunión y el plegamiento tridimensional de los túbulos, ductos o conductillos eferentes, que son los continuadores de los conductos seminíferos. Se distingue una cabeza, cuerpo y cola que continúa con el conducto deferente. Tiene aproximadamente 5 cm de longitud por 12 mm de ancho. Desde el punto de vista funcional, los conductos del epidídimo son los responsables de la maduración y activación de los espermatozoides, proceso que requieren entre 10 y 14 días.

Los conductos deferentes son un par de conductos rodeados de músculo liso, cada uno de 30 cm de largo, aproximadamente, que conectan el epidídimo con los conductos eyaculatorios, intermediando el recorrido del semen.

Segrega un líquido alcalino viscoso que neutraliza el ambiente ácido de la uretra. En condiciones normales este líquido representa alrededor del 40 % del semen. [2]

Los conductos eyaculadores son parte de la anatomía masculina; cada varón tiene dos de ellos. Comienzan al final de los conductos deferentes y terminan en la uretra. Durante la eyaculación, el semen pasa a través de estos conductos y es posteriormente expulsado a través de la uretra que recorre el pene y desemboca al exterior mediante el meato urinario.

PRÓSTATA

La próstata es un órgano glandular del aparato genitourinario, exclusivo de los hombres, con forma de castaña, localizada enfrente del recto, debajo y a la salida de la vejiga urinaria. Contiene células que producen parte del líquido seminal que protege y nutre a los espermatozoides contenidos en el semen.

La uretra es el conducto por el que discurre la orina desde la vejiga urinaria hasta el exterior del cuerpo durante la micción. La función de la uretra es excretora en ambos sexos y también cumple una función reproductiva en el hombre al permitir el paso del semen desde las vesículas seminales hasta el exterior.

Las glándulas bulbouretrales, también conocidas como glándulas de Cowper, son dos glándulas que se encuentran debajo de la próstata. Su función es secretar un líquido alcalino que lubrica y neutraliza la acidez de la uretra antes del paso del semen en la eyaculación. Este líquido puede contener espermatozoides (generalmente arrastrados), por lo cual la práctica de retirar el pene de la vagina antes de la eyaculación no es un método anticonceptivo efectivo.

El pene recibe la sangre arterial principalmente a través de la arteria pudenda interna que da origen a la arteria peneana común, la cual se divide en tres ramas: arteria bulbouretral, arteria dorsal del pene y arteria cavernosa o media del pene. El retorno venoso tiene lugar a través de tres sistemas: superficial, intermedio y profundo. [3]

La inervación somática motora y sensitiva tiene lugar mediante los nervios pudendos que también transporta las fibras del sistema nervioso simpático, mientras que las fibras del sistema nervioso parasimpático alcanzan el órgano a través de los nervios cavernosos que son los que hacen posible el proceso de erección.[3]

El gen SRY situado en brazo corto del cromosoma Y es el responsable de la diferenciación sexual como varón, haciendo que se desarrolle el tejido testicular. [4][5][6]

La principal hormona producida por el testículo es la hormona sexual masculina o testosterona. Esta sustancia se une a receptores androgénicos situados en diferentes lugares del organismo y producen numerosos efectos que pueden dividirse en varios grupos.[1]

La erección del pene es un proceso complejo condicionado por diferentes factores psicológicos y los niveles de hormonas sexuales masculinas. En respuesta al estímulo sexual se produce liberación de moléculas neurotransmisoras en los cuerpos cavernosos que desencadenan la vasodilatación de las arterias y arteriolas que aportan sangre al órgano, provocando un aumento del flujo sanguíneo. Este hecho condiciona el rápido llenado de sangre y la distensión del sistema de sinusoides, lo que provoca la compresión de las venas que drenan el pene. La consecuencia final es el atrapamiento de sangre en los cuerpos cavernosos, haciendo que el pene aumente su consistencia y tamaño, pasando de un estado de flacidez a otro de erección. En el proceso son muy importantes las fibras del sistema nervioso parasimpático que liberan óxido nitroso, el cual actúa como vasodilatador al relajar la capa de músculo liso de los vasos arteriales.

El semen está formado por espermatozoides producidos por los testículos y líquido seminal que procede principalmente de la secreción de las vesículas seminales, próstata y glándulas bulbouretrales. La eyaculación media en la especie humana es de entre 2.5 y 5 cc y contiene entre 50 y 150 millones de espermatozoides por cc, por lo que en una eyaculación el hombre expulsa alrededor de 400 millones de espermatozoides. El líquido seminal facilita la movilidad de los espermatozoides y los protege del medio ácido de la uretra masculina y la vagina femenina.[1]

La vía seminal es un sistema de conductos mediante los cuales se transportan los espermatozoides desde los testículos, donde se generan, hasta el exterior a través del semen. Está formada por las siguientes partes:[2]

En la especie humana el aparato genital masculino puede presentar diversas enfermedades. Algunas de las más importantes son las siguientes: [7]



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