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Éibar



Extensión del municipio en la provincia.

Éibar[1][2]​ (en euskera y oficialmente Eibar) es una ciudad y municipio de la provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco (España). Pertenece a la comarca de Bajo Deva. Tiene una extensión de 24,78 km² y 27 467 habitantes (2021),[3]​ con una densidad poblacional de 1106,42 hab./km². Ostenta el título de «Muy Ejemplar Ciudad».

Situada a orillas del río Ego, en la cuenca del río Deva, limita con la provincia de Vizcaya, conformando con la vecina localidad de Ermua un mismo conjunto urbano. Fue fundada con el nombre de Villanueva de San Andrés de Éibar, pero siempre ha sido conocida con el nombre de Éibar.[4]​ La población recibió el fuero de constitución de la villa el 5 de febrero del año 1346.

Desde siempre, la actividad económica principal ha estado basada en la manufacturación del hierro, que dio lugar a una pujante industria armera que le dio el sobrenombre de "Villa armera" (ahora "Ciudad armera") y que se diversificó a mediados del siglo XX, dando lugar a multitud de productos.

Su escudo de armas es, de oro, una cruz de San Andrés en gules, y bordura de azur con la leyenda Eibar-ko hiri guziz eredugarria («La muy ejemplar ciudad de Éibar») en oro. Al timbre corona de marqués y acoladas una rama de roble y otra de laurel.

La bandera es el escudo sobre blanco.

Integrado en la comarca de Bajo Deva, se sitúa a 54 kilómetros de la capital donostiarra, colindante con la provincia de Vizcaya. El término municipal está rodeado por la Autopista del Cantábrico (AP-8), por la Autopista del Norte (AP-1) y por la carretera nacional N-634 entre los pK 60 y 65, además de por las carreteras provinciales GI-627, que conecta con Placencia de las Armas, GI-2639, que se dirige a Elgueta, y GI-3950, que permite la comunicación con Echevarria.

Éibar tiene, además del núcleo urbano, cinco barrios rurales: Otaola-Kinarraga, Aginaga, Arrate, Mandiola y Gorosta.

Como toda la comarca del Bajo Deva, Éibar está excelentemente comunicada. La carretera nacional N-634 atraviesa la ciudad, uniéndola con San Sebastián y Bilbao. En paralelo a la nacional está la autopista AP-8 con dos salidas en sendos extremos del núcleo urbano (una de ellas ya en Vizcaya), y en el barrio de Málzaga la AP-8 se une con la AP-1, que enlaza con Vitoria. Una red de carreteras provinciales y locales enlazan Éibar con los diferentes pueblos y comarcas que la rodean.

La línea de ferrocarril de vía estrecha perteneciente a la red de Euskotren une la comarca con las capitales provinciales (en el tramo urbano Ermua-Éibar hace las veces de ferrocarril metropolitano), y de allí se puede enlazar mediante Renfe con el resto de España y Europa. Las empresas de autobuses que operan prestando servicios comarcales, intercomarcales y de larga distancia en la zona son PESA y Euskotren (afiliadas a Lurraldebus), Bizkaibus y ALSA. El servicio urbano de autobuses Udalbus, que conecta los distintos barrios de Éibar, está gestionado por La Guipuzcoana.[5]

Éibar carece de aeropuertos, pero los aeropuertos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria se hallan a menos de una hora por autopista. Tampoco tiene puerto, pero el cercano puerto de Bilbao tiene conexiones con Portsmouth en Inglaterra.

La industria y el trabajo siempre han sido conceptos que han enorgullecido a los habitantes de Éibar, y esa industria ha sido, históricamente, la de la fabricación de armas. Es por ello por lo que se la conoce como la «ciudad armera». En la última parte del siglo XX la industria eibarresa diversificó su producción desarrollando una extensa gama de productos diferentes. La actividad productiva se intensificó a comienzos de siglo XXI con la incorporación de las «nuevas» tecnologías (informática, telecomunicaciones...). El 20 de diciembre de 2010 es declarada por el Gobierno de España como «Ciudad de la Ciencia y la Innovación».[6]

El primer documento escrito que hace referencia a la industria armera eibarresa es una petición de dos lombardas fechada en 1481. Ya antes el trabajo del hierro en las ferrerías era una de las actividades importantes en su economía. En el Museo de la Industria Armera de Éibar se muestra la historia industrial de Éibar y de su comarca. Desde la producción gremial a las instalaciones de las Reales Fábricas de Armas en la vecina localidad de Placencia de las Armas hasta la revolución industrial de principios del siglo XX, con su auge y declive, conformaron el sentir y la idiosincrasia de las gentes de la hoy ciudad.

El trabajo industrial, primero en la ferrerías y posteriormente en los talleres gremiales, ha sido, desde siempre, la base económica de Éibar. El trabajo, con su componente social, conformó un carácter singular en sus habitantes. Una copla canta:

La convivencia de los talleres con las viviendas, incluso instalados en ellas, permitió la socialización de las diferentes tareas que componían un producto y la relación igualitaria entre quienes las realizaban. Esta forma de ver el trabajo, ligada a la artesanía y por lo tanto al cuidado puesto en la fabricación realizada, fue la que determinó, ya antes del surgimiento de los movimientos obreros y el pensamiento marxista, un espíritu liberal, libertario, que quedó patente en las Guerras carlistas, en las que Éibar siempre estuvo en el bando liberal. Ya en 1756, fecha anterior a la implantación del liberalismo, se puede constatar el comienzo de la gestación de ese tipo de ideas. En Éibar, durante el siglo XIX, en las elecciones siempre salía el candidato liberal, mientras que en los pueblos vecinos eran los candidatos tradicionalistas los vencedores. Durante la ocupación francesa se formó, liderada por Gaspar Jáuregui, una organización ilegal que mantenía una estructura política paralela a la oficial. También la influencia del liberalismo económico, que se plasmó en el establecimiento de las aduanas en los Pirineos en vez de en el Ebro, posibilitó una apertura de mercados a los productos eibarreses (principalmente armas) en el resto de España. El impulso de la familia Ibaizábal, que poseía un taller de armas blancas y comercializaba armas de fuego, fue importante en esta cuestión.[7]​ Más tarde, el arraigo de las ideas socialistas llegó a tal extremo que permitió, después de una dura huelga, la creación de la primera cooperativa industrial del país, la cooperativa Alfa.

La industria armera, desde las lombardas fabricadas en las ferrerías, pasando por las armas de avancarga y llave de chispa, hasta las que utilizan la cartuchería de retrocarga, pasaron por épocas de esplendor y de declive. Armeros eibarreses fueron trasladados a las fábricas de armas de Oviedo y Trubia, llevando allí el hacer eibarrés, cuando quedaron patentes los aspectos negativos de mantener la producción armera cerca de las fronteras, a la vez que se lanzaron, con los escasos recursos de que disponían, a la producción de las últimas tecnologías extranjeras mediante el método de copia y mejora, que lograron servir de base para una producción moderna y competitiva. Las crisis del sector armero sirvieron para impulsar las aventuras en otros ramos de la industria; de ellas, y del espíritu emprendedor, nació la diversificación industrial que logró que de los talleres eibarreses salieran desde un sacacorchos hasta un subfusil, o desde una máquina de coser a una motocicleta.

Es muy famosa porque tuvo la fábrica de motos Lambretta y las de bicicletas Abelux, Orbea, BH y G.A.C.. También fue importante la fabricación de máquinas de coser (Alfa, empresa pionera en el movimiento cooperativista). Aunque ya han cerrado las fábricas de armas cortas (no olvidemos la STAR, Bonifacio Echeverría S.A., donde se fabricaban armas que se exportaban a todo el mundo), que es lo que le da su apodo, se mantienen numerosos pequeños talleres de escopetas y rifles. En Éibar está ubicado el Banco Oficial de Pruebas de Armas de Fuego de España, uno de los tres que existen en Europa.

Destaca por sus producciones de máquina-herramienta, efecto de la revolución industrial de los siglos XIX y XX, sobre todo a partir de la Guerra Civil española (1936-1939). Fue pionera en el País Vasco en la instalación de escaleras mecánicas a la intemperie, en la calle, para facilitar los accesos a los barrios altos.

El urbanismo eibarrés, muy atípico, donde se mezclaban las industrias y las viviendas, por lo que se decía "Éibar es un taller", está dando paso a un cambio arquitectónico en los últimos años: pasando de un centro urbano repleto de pequeños «talleres» (empresas) en los soportales, a un nuevo Éibar con un centro abierto a todas las esquinas del pueblo. Accesible con la vista y con un corto paseo. La ciudad se humaniza y pone en su centro al eibarrés: para disfrute de su centro urbano, que se convierte en peatonal los fines de semana. La ciudad se ha embellecido con una colección de estatuas conmemorativas de actividades y costumbres típicas, a saber: la recepción de los dulzaineros en la estación del tren, unos niños llevando a bendecir las tortas de San Blas frente a la iglesia parroquial de San Andrés, y un trabajador yendo a recoger agua en la clásica fuente de Urquizu.

Socialmente Éibar siempre ha sido un pueblo progresista. Ya en la primera Guerra Carlista muy pocos vecinos de Éibar se sumaron al bando carlista, participando la inmensa mayoría de parte liberal. Tanto es así que en 1834 se constituyó, con permiso especial del general Espartero, un batallón de combate integrado por mujeres, que ya habían demostrado su eficacia en la lucha en la defensa de la villa el 26 de julio de 1834, como el mismo Espartero dice en su misiva que remite al Ayuntamiento de Éibar:

Así lo recoge textualmente el libro de la Monografía histórica de Éibar, escrito por Gregorio Mújica a principios del siglo XX. El sentir progresista de los eibarreses propició que las ideas socialistas arraigaran en sus gentes. Ya desde principios del siglo XX la presencia del PSOE fue muy importante, por lo que se puede considerar a Éibar como la capital histórica del socialismo vasco.

La infraestructura educativa en Éibar destaca por la Escuela universitaria de ingeniería técnica industrial, con origen en la antigua Universidad Laboral, perteneciente a la Universidad del País Vasco, la sede académica de la Universidad Vasca de Verano, y la escuela de formación profesional, pionera en España, conocida como «Escuela de Armería».

Perteneciente al Campus de Guipúzcoa de la Universidad del País Vasco, la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de Éibar forma parte de la Escuela de Ingeniería de Guipúzcoa que se fundó en 2016 con la fusión de la anterior Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de Éibar y la Escuela Politécnica de Donostia.

En ella se imparte el grado de ingeniería técnica en la especialidad de Grado de Ingeniería de Energías Renovables. Se han impartido también Ingeniería Técnica Industrial, especialidad en Electrónica Industrial e Ingeniería Técnica Industrial, especialidad en Mecánica.[8]

El 14 de noviembre de 1968 comenzaron las clases y actividades académicas del centro dentro la Universidad Laboral que se ubicó en la localidad. Esta Universidad Laboral fue la undécima que se creó y la única del País Vasco.

En 1988 la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial, especialidad en Electrónica Industrial, adquirió personalidad propia y se preparó para su ingreso en la Universidad del País Vasco. Esta integración tuvo lugar en 1994, con el apoyo de los ayuntamientos, empresarios y otras entidades de la comarca.

En el siglo XXI, la Escuela Universitaria comparte el campus de la antigua Universidad Laboral con el centro de formación profesional "Uni Eibar - Ermua", que imparte Bachillerato y Ciclos Formativos, y el Centro Residencial, que junto a la escuela universitaria conformaron el complejo de la Universidad Laboral de Éibar primero y El Centro de Enseñanzas Integradas después.

En el año 2001 la Universidad Vasca de Verano (Udako Euskal Unibertsitatea (UEU)) fija su sede en el Palacio de Markeskua de Éibar.[9]​ La Universidad Vasca de Verano ha impatido más de 1.800 cursos presenciales y desde 2003 tiene abierta una oferta de formación a distancia vía internet.

En el año 2001 el ayuntamiento de Éibar y la Universidad Vasca de Verano crearon las "becas Juan San Martín" con el objetivo de fomentar la investigación en euskera en los campos de estudio que Juan San Martín desarrolló en su vida, antropología, lingüística, filología, toponimia, filosofía, literatura, botánica, arte, historia, periodismo, etnología, montañismo y derecho.[10]

En 2019 se creó, bajo el auspicio de la Universidad del País Vasco, el Centro GOI para la promoción de la formación universitaria a distancia vía internet uno de sus primeros cursos fue el máster oficial necesario para ser profesor de Enseñanzas Medias que se impartió en vasco.[11][12][13]

En Éibar, junto al castellano, se habla el euskera en la variedad dialectal vizcaína con ciertas particularidades. A este euskera se le denomina "euskera eibarrés", euskeria en euskera, es una variante del dialecto occidental o vizcaíno. Los municipios de la comarca del río Deva conforman esta variante de la lengua que se extiende por los municipios vizcaínos de Ermua, Mallavia y los guipuzcoanos de Anzuola, Vergara, Éibar, Elgueta y Placencia de las Armas. La variedad eibarresa del euskera ha sido motivo de varios estudios que han sido publicados, entre los que destacan obras como las de Toribio Echeverría Flexiones verbales de Éibar y Lexicón del euskera dialectal de Éibar o Juan San Martín, son muchos los estudiosos que han venido profundizando en esta variedad éuscara.

En junio de 1968 se firmó el llamado Ermuko zina, Acuerdo de Ermua, a favor de la creación del euskara batúa. En él hubo presencia de escritores en lengua vasca de Éibar como Imanol Laspiur, Juan San Martín, Serafín Basauri y Bego Etxebarria.. En este acuerdo se recogían las recomendaciones aprobadas por la Secretaría Vasca (Euskal Idazkaritza) en 1964 que recogían los criterios propuestos en Bayona, es decir, a crear un euskara unificado.[16][17]​ Existe un "Diccionario del Euskera de Eibar" que es accesible desde internet.[18]

En 1936 prácticamente toda la población era euskalduna[cita requerida] (que utiliza el euskera). Con la prohibición franquista del uso del euskera tras la Guerra Civil la transmisión familiar del euskera sufrió un grave retroceso y su uso público prácticamente desapareció. Este hecho se intensificó especialmente durante el desarrollo experimentado en las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX, cuando llegaron a la ciudad muchas personas de otros lugares de España que desconocían la lengua vasca, haciendo que el uso del euskera en la población disminuyera rápidamente en apenas una generación. A finales de la década de 1960 se inicia un fortalecimiento de la presencia y utilización del euskera.[cita requerida] Tras una política de recuperación, basada en campañas de alfabetización y euskaldunización, se consiguió que la lengua vasca mejorara ostensiblemente su presencia entre los eibarreses. En 1996 el 49,5 % de los ciudadanos era vascohablante (conociendo y usando además el español), el 16,8 % lo entendía, mientras que el 33,7 % no se consideraba vascohablante. En el curso 1998-1999, los alumnos de Primaria y Secundaria, franja de edad que comprende desde los 2 a los 16 años, se distribuían de la siguiente manera según las diferentes lenguas en las que estaban matriculados: solo euskera el 51,4 %, bilingüe el 47,1 % y solo castellano el 1,5 %.[19]​ En 2009, de los 27 600 habitantes de la ciudad, el 52,6 % eran euskaldunes.En 2011 eran 13.585 los vascoparlantes en Éibar, lo que supone un 51,6% de la población.

La variedad eibarresa del euskera ha sido motivo de varios estudios que han cuajado en la publicación de bastante literatura. Desde Toribio Echeverría con sus obras Flexiones verbales de Éibar y Lexicón del euskera dialectal de Éibar hasta Juan San Martín, son muchos los estudiosos que han venido profundizando en esta variedad éuscara.

Desde los mismos orígenes de la población se establece la industria como uno de los pilares de la economía eibarresa. La elaboración del hierro y la industria textil, común a otras poblaciones de la provincia, viene de antiguo. Ya en 1500 Esteban de Garibay hacía elogios a los tejidos realizados en Éibar.[20]

Las ferrerías pronto dieron paso a la fabricación de armas de todo tipo. La zona comprendida por Placencia de las Armas, Éibar, Elgóibar y Ermua se denominó «zona armera», con Placencia como centro gracias a la Real Fábrica de Armas ubicada en esa villa que centralizaba el comercio de todas las armas de la comarca.

El primer documento escrito que relaciona a Éibar con la producción armera data de 1482 y es el encargo de lombardas por el duque de Medina Sidonia. En 1538 se recibe el encargo de fabricar 15 000 arcabuces, señalando la importancia que ya entonces tenía Éibar en la producción de armas. En 1735 la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas establece una tutela sobre la producción armera. La organización de la producción venía realizándose de forma gremial agrupándose en cuatro gremios principales, que eran cajeros, cañonistas, llaveros y aparejeros. La Compañía controlaba la producción fijando precios y salarios.[19]​ La Real Compañía Guipuzcoana fue sustituida por la Compañía de Filipinas.

En 1865 desaparece la organización gremial y se adopta una de corte capitalista que es acompañada por la revolución industrial y los nuevos medios tecnológicos que esta trae. Estos avances no solo tienen presencia en los medios de producción, sino también en el producto. Desaparece la llave de chispa, que se sustituye por la llave de percusión; posteriormente aparecen las armas de retrocarga y la cartuchería metálica, para dar paso al desarrollo de la pólvora sin humo, que facilita los sistemas automáticos y semiautomáticos. Aparecen las armas de repetición y los revólveres.

Pronto comienzan a crearse talleres propiedad de empresarios. Surgen en Éibar, entre otras, las firmas Anitua y Charola, Orbea Hermanos, Larrañaga, Garate y Anitua..., y en Placencia nace EusKalduna. El desarrollo industrial se hace patente y trae consigo una bonanza económica y un desarrollo social muy relevante. A principios del siglo XX Éibar contaba con 1149 armeros entre una población de 6583 habitantes.

La Primera Guerra Mundial, tras un auge en la producción, trajo una gran crisis[21]​ al quedarse con un gran stock sin salida comercial, cerrarse el mercado estadounidense y complicarse el europeo. La salida de la crisis armera se realiza mediante la diversificación del producto. Esa es la época en que muchas empresas cambian la fabricación de pistolas por la de bicicletas[22]​ o máquinas de coser. Esta diversificación se hace mayor según va avanzando el siglo.

Con el cierre el 27 de mayo de 1997 de la fábrica de armas STAR, Bonifacio Echeverría S.A., Éibar perdió la fabricación armera, quedando esta reducida al arma de caza y competición, sectores que sufrieron una profunda crisis en la década de 1980, estabilizándose posteriormente en una producción limitada y de excelente calidad con un componente artesanal muy alto.[19]

Las armas de la zona armera del Deva siempre tuvieron algún grado de decoración grabada. La introducción del damasquinado en el siglo XIX sirvió para el enriquecimiento de la decoración de la producción armera.

Junto con la decoración de los productos armeros, el damasquinado desarrolló, por sí mismo, una rama industrial artesanal propia que se expandió en los productos de joyería.[19]

Un hito importante en la historia industrial de Éibar fue la Exposición de Productos Industriales de 1908. Esta exposición, inaugurada el 20 de agosto en plenas fiestas éuscaras y visitada por el rey Alfonso XIII, era el colofón del desarrollo industrial eibarrés. La muestra de la particular revolución industrial de la entonces villa que había pasado del trabajo gremial al industrial. Este desarrollo, que continuó a lo largo del siglo XX hasta la crisis de 1973, y que tuvo su máxima expresión en las décadas de 1950 y 1960, tuvo su reflejo en la arquitectura y el urbanismo de la ciudad.

La complicada orografía eibarresa (el valle del río Ego es muy estrecho y abrupto) obligó a realizar un aprovechamiento del terreno singular, que unido con la tradición gremial, especialización de diferentes labores en pequeños talleres e incluso domicilios, llevó a un desarrollo urbanístico y arquitectónico muy determinado en donde la industria, entremezclada con la vivienda, condiciona el crecimiento urbano de la población. El libro Industria guipuzcoana de la cuenca del río Deva, 1956–1957 editado en San Sebastián en el año 1957 define así el problema;

La industria comienza a salir del taller gremial y comienza a precisar terreno para el establecimiento de las naves. La escasez del terreno obliga a realizar construcciones verticales y adaptadas a la orografía, por un lado realizando fuertes desmontes y por otro realizando edificios en los que sus plantas se adaptan a la irregularidad del terreno. Las compañías más fuertes realizan pabellones industriales grandes y adaptados, pero la organización social del trabajo en Éibar, donde la herencia del gremio está presente y la paridad entre patronos y obreros era muy alta (incluso se ha llegado a definir de comunismo blanco)[20]​ dio como resultado la creación de un sinfín de pequeños talleres intermezclados. De esta forma se conforma un tejido urbano de pequeños talleres unidos a las viviendas (normalmente ubicados en sus bajos) rodeados de pabellones de industrias más grandes. Esto ya toma cuerpo a principios del siglo XX.[20]​ El desarrollo industrial estuvo apoyado por la rápida electrificación que se basaba en la inversiones particulares de los empresarios más potentes que vendían la electricidad que les sobraba en sus industrias a los pequeños talleres y el sistema de pago por trabajo hecho con el que se relacionaban los talleres entre sí.

El modelo constructivo típico es un edificio de pisos, hecho de hormigón (en los primeros tiempos de estructura de madera), que en realidad eran diferentes talleres de planta rectangular puesto uno sobre otro. Las obras fueron realizadas principalmente por maestros de obra, siendo la presencia del arquitecto menor. Esta arquitectura estuvo condicionada por aspectos de practicidad, funcionalidad y economía constructiva y decorativa.

Las primeras naves se construyeron en los terrenos de labor de sus propietarios, todavía fuera del núcleo urbano pero próximo a él. Eran construcciones realizadas con materiales tradicionales, estructura de madera, muros de mampostería, tejados de teja, uno o dos pisos de plantas diáfanas e iluminadas con luz natural mediante grandes ventanales a lo largo de los cuales se ubicaban los puestos de trabajo, dejando el centro de las plantas para la maquinaría. La ornamentación de las fachadas era muy escasa, aunque en algunos casos se resaltaban las molduras de los vanos de puertas y ventanas. En aquellas obras donde se construía encima la vivienda, esta era dignificada con mayor ornamentación. La escasa ornamentación que se usaba llevó al ayuntamiento a ordenar embellecer algunas edificaciones.

Característica de las construcciones industriales eibarresas fue el chaflán que se utilizaba para la integración del edificio en el entorno cuando este se ubicaba en un solar esquinero. Desde los edificios de Beistegui Hermanos BH, en Urkizu, hasta los pabellones de Alfa, pasando por el gran edificio de Lambretta, el chaflán se convirtió en la fachada principal de acceso, en el lugar donde se situaba el acceso principal a las oficinas. En él también se ubica el hall, en el que se representaba, mediante una cuidada decoración, la imagen de la empresa.

La cubierta pasó a ser plana con el uso del hormigón. Normalmente se realizaba una cubierta plana rellena de agua, o con una capa de hierba, que sirve como aislante térmico, permitiendo la fácil ampliación de la edificación. El acceso a esta cubierta se realiza por la escalera, de forma que la caja de la misma deja de estar oculta sobresaliendo de la edificación.

El uso del hormigón facilita la diafanidad de las plantas y la iluminación de las mismas. Los muros ceden paso a los ventanales, que ocupan casi todo el espacio entre pilares.[20]

El casco histórico de Éibar fue declarado de "Interés Cultural" el 12 de febrero de 1998. Las características propias de su ubicación, situación fronteriza, dentro de las rutas comerciales que unen la cornisa cantábrica con la meseta ibérica y las características orográficas conforman un conjunto de interés, más aún con los cambios acaecidos en el siglo XX que hacen invisible la estructura urbana de la villa medieval.

Se delimita el área de interés al terreno entre la línea de números pares de la calle Toribio Etxebarria comenzando en el 16 al seis de la calle de Bidabarrieta y de allí hasta la esquina de Iparkale con Bista Eder kalea, para seguir por los números pares de esta calle hasta pasar por las traseras de Txiriokale y de nuevo a Toribio Etxeberria.

La iglesia de San Andrés es el único edificio relevante dentro del área de interés y el área se conforma a su alrededor. En la manzana formada por las calles Iparkale y Txiriokale, así como el tramo de números pares de esta última calle, se puede rastrear el característico solar villano de estrecha fachada y solar alargado.

Tipo de interés cultural: Resolución: 12-02-1998 BOPV (31-03-1998).

Resolución: 12-02-1998 BOPV (31-03-1998). [23]

En las elecciones municipales de 2019, el PSE-EE fue el partido más votado, pero perdió un concejal respecto al resultado de 2015, quedándose a falta de dos concejales para la mayoría absoluta. EAJ-PNV aumentó su porcentaje de voto, ganando un concejal y superando a EH Bildu como segunda fuerza. La coalición Elkarrekin Podemos obtuvo un concejal, reeditando el resultando obtenido en 2015 por la coalición Irabazi.

Estos son los alcaldes que han gobernado el ayuntamiento desde las elecciones de 1979:

Está rodeada por los montes Arrate, Akondia y Urko al norte, y Galdaramiño e Illordo al sur.

El río Ego es el principal río del municipio, si bien es cierto que por su territorio pasa también el río Deva. El río Ego desemboca en el Deva en Málzaga, ya en el límite municipal con Elgoibar y Placencia de las Armas. Los afluentes del río Ego, que bajan de los montes que rodean a la ciudad, son pequeños cursos de agua que forman estrechos valles. Los más importantes son el Abontza, el Matxaria, el Gorosta, el Txonta y el Kinarra.

Todos los ríos están muy afectados por el desarrollo de la ciudad, que ha modificado sus cauces y sus aguas. Únicamente en sus cuencas altas se puede encontrar algún resto de su primitiva riqueza biológica. Los cauces han sido cubiertos por las edificaciones, tanto industriales como urbanas, y sus aguas se han visto muy afectadas por la contaminación fecal e industrial. Se está procediendo a la implantación de colectores de recogida de aguas negras e industriales para su posterior tratamiento, así como a descubrir los cauces en la medida de lo posible.

Éibar está rodeada de montes de escasa altura que la encierran en un valle profundo por su estrechez. Destacan cumbres como Urko (795 m), Akondigana (749 m) y Garagoitxi (723 m) por el norte, e Illordo (536 m), Salbatore (453 m) y Otaola (345 m) por el sur. Los montes están cubiertos de bosque, en su mayoría dedicados a la explotación forestal de pino insignis, pero todavía quedan algunas manchas de la vegetación autóctona de robles, hayas y abedules, combinados con campas dedicadas al pasto.

La altitud oscila entre los 795 metros (pico Urko), en el límite con la provincia de Vizcaya, y los 90 metros en la desembocadura del río Ego. El casco histórico se alza a 121 metros sobre el nivel del mar.

Los hallazgos prehistóricos que se han realizado en las inmediaciones de la ciudad atestiguan presencia humana ya en el Neolítico, sobre el III milenio antes de Cristo. Cuando los romanos llegaron a estas tierras atestiguaron que en ellas habitaban los caristios. Los romanos integraron el valle del Deva en el conventus de Clunia, estructura política que se mantuvo hasta los visigodos.

Durante algún tiempo, esta parte del valle del Deva perteneció al reino de Pamplona-Nájera (el que posteriormente sería el reino de Navarra) como parte del Duranguesado. Cuando la zona se convirtió en límite entre Guipúzcoa y el Señorío de Vizcaya se denominó, a ambos lados de la línea divisoria, Marquina. En el valle del Deva se definían la Marquina de Yuso y la Marquina de Suso, la cual se extendía por el valle del río Ego en el que se creó el llamado Val de Ego para la gestión de las ferrerías asentadas en él. En tierras de Marquina de Suso se ubicó la anteiglesia de San Andrés, que tenía el concepto de monasterial.

Las primeras noticias que hay sobre Éibar datan del año 1193[28]​ y hacen referencia a la casa de los señores de Unzueta relacionada con el bando oñacino en la contienda de bandos. En 1267 se hace referencia a la cesión del patronato de la parroquia a los señores de Olaso de la vecina localidad de Elgóibar por parte del rey Alfonso X el Sabio.

El 5 de febrero de 1346 el rey Alfonso XI de Castilla da privilegios de villa a la anteiglesia de San Andrés. La nueva villa recibe el nombre de Villanueva de San Andrés de Heybar.

Tras el levantamiento del conde de Salvatierra en 1520, durante la Guerra de las Comunidades, Éibar se situó en el bando comunero,[29]​ venciendo el ejército realista la resistencia de Éibar y de otras localidades comuneras vascas tras la derrota del ejército del conde de Salvatierra, Pedro López de Ayala, en la batalla de Miñano Mayor el 19 de abril de 1521.

Las familias feudales que dominaban el territorio de la villa participaron en las Guerras de bandos. Éibar, como el resto de las poblaciones del valle, mantenía una industria del hierro basada en las ferrerías y en la fabricación de armas.

En 1766 Éibar participa en la Machinada y años más tarde, en 1794, sufre el ataque de los franceses, que destruyen la población.

En el siglo XIX se producen procesos de industrialización con la transformación del sistema gremial de producción en un sistema industrial. Junto a este proceso se produce un movimiento social importante. Ya en las Guerras Carlistas los eibarreses se habían decantado por el bando liberal en todas ellas. De igual manera a finales del siglo XIX y en la primera mitad del XX las ideas del movimiento obrero internacional y socialistas hacen mella en la sociedad eibarresa. El 6 de agosto de 1897 vive su primera huelga por motivos laborales y poco después el movimiento obrero lograría hacer de Éibar un referente en el socialismo español. Esto culminaría en la madrugada del martes 14 de abril de 1931 con la proclamación de la Proclamación de la Segunda República Española, cuando Éibar fue la primera población española en realizarla. Esto le valió el otorgamiento del título de «Muy Ejemplar Ciudad».

El ferrocarril llega a Éibar en 1887, cuando se inaugura la estación apeadero de Málzaga, en la que de se producía un importante cruce de líneas. Unos años después, en 1909, se inauguraría la estación de ferrocarril de Éibar.[30]

La Guerra Civil hace que Éibar sea declarada «región devastada» al quedar prácticamente destruida en su integridad. La reconstrucción dio paso a un desarrollo industrial importante y a un aumento de la población, que llegó en pocos años a superar los 40 000 habitantes, extendiéndose incluso a las poblaciones vecinas.

El desarrollo industrial y urbano se realizó en una orografía complicada (el valle del Ego es muy estrecho) que llevó a un urbanismo y arquitectura, tanto industrial como residencial, característicos. El desarrollo vertical de los edificios junto con la mezcla entre industria y residencia conduce a un complicado acceso a algunas urbanizaciones, cuestión que se mitigó con la utilización de medios mecánicos como escaleras y ascensores.

La dificultad de ampliación de las instalaciones industriales hace que comience un proceso de traslado a otros lugares, principalmente el Duranguesado y Álava, de muchas empresas. A este hecho se sumó la crisis industrial que comenzó en 1973 y afectó severamente a la infraestructura industrial eibarresa.

A comienzos del siglo XXI, habiendo perdido casi la mitad de su población, comienza una lenta recuperación asentada en la industria y en los servicios.

La economía del municipio está basada en la industria de transformación metálica con toda clase de productos, destacando los destinados a la industria auxiliar del automóvil, pero también se realizan electrodomésticos, máquina-herramienta, microfusión, microfusión de aluminio y armas, ahora ya solamente de caza.

Centrado en los barrios rurales, está representado por explotaciones familiares en las típicas casas rurales vascas, los caseríos o baserris. Estas explotaciones agrícolas y ganaderas se combinan con el trabajo en las fábricas, por lo que tienen un carácter secundario en la economía. Sus productos se destinan al consumo propio y al comercio en los mercados de la comarca. Es relevante la explotación forestal centrada en el pino insignis que ha colonizado las antiguas campas, pasto y huertas, al tener más peso el trabajo industrial que el agrícola.

Conocida como la ciudad armera por su importante industria de armas, ha desarrollado siempre una gran actividad industrial centrada en la manufactura metálica. Sus polígonos industriales, donde ahora se recogen los talleres que en otro tiempo estaban desperdigados por todo el municipio, albergan industrias de todo tipo. Destacan la máquina-herramienta, la fabricación de escopetas, la auxiliar del automóvil, máquinas de coser, bicicletas, microfusión de precisión... un largo e importante etcétera consecuencia del dinamismo eibarrés cristalizado en empresas como Orbea, Lambretta, Alfa, BH, STAR, G.A.C.... Entre las actividades industriales es de destacar la artesanía del damasquinado que se ha producido tradicionalmente en la ciudad. Esta actividad artesana ha sido combinada con la armera, convirtiendo algunas armas en verdaderas joyas ricamente decoradas con hilo de oro. Muchas empresas eibarresas se instalaron luego en otros municipios, tanto de las comarcas cercanas como más lejanas.

Éibar es la cabeza de comarca del Bajo Deva y principal ciudad con una situación equidistante entre Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Esto hace que el sector servicios esté muy desarrollado. En ella se centran los servicios comarcales de todo tipo: educación, sanidad, bancarios, comercio... La actividad industrial también cuenta con sus servicios en la ciudad; el centro de investigación o la corporación comarcal tienen su sede en ella. El comercio destaca por la presencia de grandes almacenes y de muchas tiendas de calidad al igual que la restauración. En Éibar se ubica el único centro de El Corte Inglés en la provincia de Guipúzcoa, un centro comercial de grandes dimensiones en Ego Gain inaugurado el 26 de noviembre de 2009.[31][32]​ Los pequeños comerciantes para mejorar su posición han creado la asociación Éibar Centro Comercial Abierto. En cuanto al sector hotelero, la ciudad cuenta con cuatro establecimientos que suman 112 habitaciones.[33]

El 18 de enero de 2007 se inauguró el Museo dedicado a la industria armera en el último piso de Portalea.

Las principales empresas industriales eibarresas son (más de 50 trabajadores):

En 1346 Alfonso XI de Castilla fundó la villa con el nombre de Villanueva de San Andrés, al que enseguida se le añadió de Heybar.[34]​ Ya en documentos de 1493 y 1494 figuran los nombres de Ehibar y Heybar. Como Gregorio de Mújica indica en sus obras, el topónimo ha conocido diferentes formas y ninguna ha excluido a las demás; así pues, a la Ciudad Armera se la ha conocido como Villanueva de San Andrés de Heybar, y el nombre actual se ha escrito como Heibar, Eybar y Heivar. Hoy en día se escribe Eibar de manera oficial tanto en euskera como en español, si bien en este último idioma se exige la grafía Éibar para su correcta lectura y pronunciación, sin dejar por ello de ser el mismo topónimo.

Sobre el significado del nombre Éibar, parece claramente compuesto de la palabra vasca ibar, que significa 'valle', no estando claro el primer término que acompaña a ibar. Una versión muy extendida y bastante plausible es la que considera el nombre del pueblo una contracción de Ego ibar, significando 'Valle del Ego'. Pero no está documentado ni que la forma Egóibar o el término Eguibar, que sería la forma intermedia entre Egóibar y Éibar, haya hecho nunca referencia a esta localidad, a pesar de tratarse Eguibar de un apellido vasco bastante extendido. Al no estar demostrada esta hipótesis se puede pensar que quizás otro término esté en el origen del nombre de esta ciudad; algunos hablan de hegi, palabra que significa cuesta, cumbre o borde, dependiendo del dialecto, y que aparece también en otros topónimos de la localidad. Algunos otros autores, como Javier Elorza, citan la posibilidad de que el primer término sea eho (moler) o algún vocablo relacionado y que haga referencia a la gran cantidad de molinos que han existido históricamente en el valle del Ego.

En 1750 Éibar tenía 1500 habitantes. El auge de la industria armera durante el siglo XIX llevó a que cien años más tarde, en 1850, la población fuera ya de 5382 habitantes. Este incremento fue debido a una inmigración que buscaba el trabajo industrial.[19]

A comienzos del siglo XX Éibar contaba con 6583 habitantes; en los primeros años de ese siglo tuvo un incremento relevante, llegando a la República con 15 000 habitantes. La incidencia de la Guerra Civil hizo que mermara el número de personas empadronadas en el pueblo pero el posterior desarrollo industrial dio un impulso muy importante a la población.

A partir de los años 1940 comienza un periodo de expansión industrial. Las empresas diversifican sus productos, cambiando las armas por bicicletas, piezas para automóvil o máquinas de coser. El crecimiento económico hace que Éibar se convierta en un polo de atracción de inmigración. Entre 1945 y 1975 la población aumenta en 13 823 habitantes, llegando a alcanzar la cifra de 40 000 habitantes.[19]​ La grave crisis industrial que se inició en 1973 hizo que muchas fábricas cerraran sus puertas y otras se ubicaran en otros municipios buscando mejores suelos para la construcción de las instalaciones. Esto dio origen a un declive poblacional, que apoyado en políticas de reducción de la densidad poblacional de la continuidad urbana Éibar-Ermua ha dado lugar a una pérdida progresiva de habitantes, estableciéndose a comienzos del siglo XXI por debajo de los 30 000.

La orografía de la ubicación de la ciudad así como los hechos históricos que ha vivido ha marcado la conservación de diferentes edificios monumentales. El importante y desmesurado crecimiento, tanto industrial como habitacional, que se produjo las décadas de 1950 y 1960 unido a la escasez de suelo que la estrechez del valle produce hizo que se derribaran muchos edificios históricos que se habían salvado de la destrucción producida en la Guerra Civil. Éibar fue primera línea de frente desde septiembre de 1936 hasta abril de 1937. La destrucción fue tal que entró dentro del plan de reconstrucción de daños de guerra seguido por el organismo Regiones Devastadas. Ya a finales del siglo XVIII había sido muy dañada por las tropas francesas que la incendiaron destruyéndola casi completamente.

Hay algunos edificios relevantes que se han derribado, por diferentes motivos, en los últimos años del siglo XX entre ellos destacan especialmente los siguientes:

Los edificios y elementos de interés que han perdurado se encuadran en la siguiente calificación, arquitectura civil, religiosa, rural e industrial.

Junto a estos monumentos hay que destacar también la casa número 6 de la calle Txirio y las fuentes de Ibarrecruz y Urkusua, así como la «Casa Sindical», edificio representativo de la arquitectura desarrollada en el franquismo, que fue construido sobre la Casa del Pueblo del PSOE y posteriormente devuelto al PSOE y la UGT.

Hay una serie de caseríos interesantes, entre ellos están; Eguiguren, Untzeta, Zelaia, Zozola, los de Kutunegieta que forman un conjunto definido, Areta, Iraegi Handikoa, Barrenetxea, Gisasola, Suinaga, Iraragorri, San Juan, Ezkaregi, Ibar-gain, Pagei, Aritxulueta y Mandiola Azpikoa.[58]

Dentro de este apartado hay que destacar el cementerio de Aguinaga, algunos elementos del cementerio de Urki, las cruces de Arrate (la que corona su cumbre) y Urki y las ermitas de San Salvador, San Pedro de Akondia, San Román de Zelarte, San Ildefonso de Santutxua, Santa Magdalena de Gorosta de San Martín de Egia, San Salvador y Santa Cruz. A lo largo del tiempo algunas ermitas e iglesias ah desaparecido, como la iglesia del complejo de los Orbera, o la ermita de San Rafael en Malzaga. En Éibar llegó a haber hasta 9 ermitas.

El carácter industrial y emprendedor de Éibar y la permanencia durante más de siete meses, entre septiembre de 1936 y abril de 1937, en la misma línea del frente durante la Guerra Civil española se han recogido en dos equipamientos culturales relevantes, el Museo de la Industria Armera de Éibar y el Centro de Interpretación del Frente de la Guerra Civil en Éibar y el paseo por la línea del frente asociado al mismo que recorren los montes de Arrate, Kalamua y Akondia.

Ubicado en el edificio de Aguirre y Aranzabal "AYA", una antigua fábrica de escopetas reconvertida en el centro cultural "Portealea", el museo de la Industria Armera, Historia del Arte y Oficio Armero de Éibar recoge todo aquello relacionado con la manufacturación del hierro, principal actividad económica de Éibar y su comarca a lo largo de la historia y en especial en la última parte del siglo XIX y todo el siglo XX. El museo nace de la colección de armas que se creó junto fundación de la Escuela de Armería para que sirviera de referencia y muestra del trabajo armero realizado en la entonces villa donde la fabricación de armas era su producto principal. Junto a la industria armera se muestra la diversidad industrial, con productos de todo tipo, que se desarrolló durante las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX y la posterior evolución tecnológica. Tiene un lugar destacado la fabricación de escopetas y el damasquinado.

En septiembre de 1936, tras el fallido golpe de estado del 18 de julio de 1936 y la posterior escalada bélica, el Frente del Norte, se detuvo justo en los montes que rodean Éibar, de tal forma que dejaban al industrioso núcleo urbano al fondo de un valle rodeado por los insurrectos a la legalidad de la república. Éibar era una ciudad relevante, por su importancia industrial y por su significado. Cuna de la II República Española, llamada "Capital del socialismo vasco", era toda la ciudad un taller de armas. Aunque la industria fue evacuada a lugares más seguros, así como buena parte de la población civil, su simbología se mantuvo viva. La pretensión del general Mola de tomar Madrid hizo que se detuviera el frente norte dejando a Éibar en la línea del frente durante siete meses.

Las cumbres de los montes que rodean la ciudad por su parte oeste Karakate, Arrate, Kalamua, Urko y Akondia quedaron en manos de los facciosos, mientras que las tropas leales, conformadas por milicias y batallones de corte político, alzaron una línea defensiva a lo largo de sus laderas. La situación se mantuvo hasta finales de abril, el 25 de abril caía la ciudad en manos facciosas, que el frente se rompió y avanzó rápido por Vizcaya.

Con el objetivo de poner en valor y de dar a conocer estos hechos se creó, por parte del ayuntamiento de Éibar, el Centro de Interpretación de la Guerra Civil en Éibar que se complementa con un recorrido por los restos de la línea del frente en las laderas de Kalamua y Akondia debidamente documentado.

El Centro de Interpretación se ubica en los locales de las antiguas colonias de Arrate, frente al santuario del mismo nombre, y recoge una serie de elementos bélicos, armas, pertrechos, munición... maniquís ataviados con uniformes militares de los dos bandos, maquetas, paneles explicativos y un audiovisual que exponen y explican las características del lugar y lo que allí sucedió durante el tiempo que fue línea de frente, así como el contexto anterior y posterior a esos hechos.[65]

En la cronología festiva anual de Éibar, se destacan las siguientes fiestas o costumbres:

El Club Deportivo es el exponente más patente del deporte y cultura que se vive en la localidad.

La S. D. Eibar es el club de fútbol de la ciudad. Milita en la Segunda División española, siendo la localidad menos poblada de las que corresponden a los 42 equipos de Primera y Segunda, así como el club con menor presupuesto. Posee el récord de años consecutivos en Segunda con 18 temporadas. También disponía de un club de balonmano en la máxima categoría, la JD Arrate.

Una prueba ciclista de gran renombre es la Bicicleta Vasca (antigua Bicicleta Eibarresa), que acaba en la tradicional subida a Arrate. Históricamente desde Éibar se han impulsado las pruebas ciclistas, siendo estas competiciones nacidas en Éibar los embriones de la Vuelta al País Vasco y de la Vuelta a España. Esto fue así debido a que las fábricas de bicicletas importantes como Orbea, GAC o BH nacieron y tuvieron su sede en esta ciudad.[66]

Así mismo, es clásica la subida automovilística a Arrate.



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