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Ambientalismo



El ecologismo (en ocasiones llamado el movimiento verde o ambientalista) es un variado movimiento político, social y global, que defiende la protección del medio ambiente.[1]

Habitualmente, el ecologismo (también llamado ambientalismo) se defiende desde posiciones antropocéntricas, es decir, para satisfacer una necesidad humana, incluyendo necesidades de salud y sociales. En esos términos, los ecologistas hacen una crítica social más o menos implícita, proponiendo la necesidad de reformas legales y concienciación social tanto en gobiernos, como en empresas y colectivos sociales. El movimiento ecologista está unido con un compromiso para mantener la salud del ser humano en equilibrio con los ecosistemas naturales, se considera la humanidad como una parte de la naturaleza y no algo separada de ella. Una defensa pura del ecologismo se hace desde planteamientos ecocéntricos, dando prioridad a los ecosistemas y a las especies sobre los individuos -sean humanos o de otras especies. Este posicionamiento se enmarca normalmente dentro del ecologismo radical.

La existencia de organizaciones ecologistas está estrechamente ligada al desarrollo de los sistemas democráticos y al progreso de las libertades civiles. El movimiento está representado por una amplia y variada gama de organizaciones no gubernamentales, desde el nivel global hasta la escala local. Algunos cuentan con decenios de historia y disponen de importantes infraestructuras a nivel internacional; aunque la mayoría lo forman organizaciones locales de carácter más o menos espontáneo.

La ecología política se enfoca en conseguir modificaciones significativas en las políticas ambientales de todos los Estados del mundo. Hay quienes proponen un cambio radical en el sistema de Estado y se niega la necesidad de más desarrollo en el sentido convencional o capitalista, mientras otros solo proponen un cambio en la política ambiental, y otros un cambio profundo en la forma de las relaciones sociales y ambientales de producción.

Posiblemente esta política nace en el momento en que se hace patente el deterioro del medio ambiente a causa de los experimentos o el desconocimiento de la actividad humana. En el informe Los límites del crecimiento derivado del club de Roma de los Estados Unidos, nace la inquietud y surgen multitud de grupos políticos ambientalistas o ecologistas en ese país. La ecología política y el ecologismo no siempre son partidarios del ecocentrismo absoluto, sino que, generalmente, suele partir de posiciones antropocentristas.

El movimiento ecologista surge entre los años setenta y ochenta en Occidente, a partir de la denuncia social del dominio hacia la naturaleza con fines de desarrollo.[2][3]​ El movimiento ecologista tiene tres raíces principales: conservación y regeneración de los recursos naturales, preservación de la vida silvestre, y el movimiento para reducir la contaminación y mejorar la vida urbana.

El 26° presidente de los Estados Unidos de América Theodore Roosevelt, prominente conservacionista, fue el primero en tratar el tema de la Conservación ambiental en la agenda política de los Estados Unidos, aunque más centrado en condiciones de vida saludables que en cuestiones ecológicas.

El movimiento ecologista moderno se expresó de forma más apasionada en la cúspide de la era industrial: cerca del tercer cuarto del siglo XX. Los clásicos ecologistas modernos empezaron en ese período con el trabajo de Rachel Carson que proveyó el primer toque de atención científica sobre la muerte del planeta debido a la actividad humana.

Durante los años 50, 60 y 70, ocurrieron varios eventos que avivaron la conciencia medioambiental del daño al entorno causado por el hombre. En 1954, los 23 miembros de la tripulación del buque pesquero Daigo Fukuryū Maru fueron expuestos a radiactividad de una prueba de bomba de hidrógeno en el atolón Bikini. En 1969 hubo un vertido en una excavación petrolífera en el Canal de Santa Bárbara de California. Otros hechos importantes fueron la protesta de Barry Commoner contra los ensayos nucleares, el libro Silent Spring (Primavera silenciosa) de Rachel Carson así como The Population Bomb (La bomba demográfica) de Paul R. Ehrlich. Estos libros aumentaron la inquietud e interés sobre el medio ambiente.

El movimiento ecologista inicial se centraba fuertemente en la reducción de la contaminación y en la protección de las reservas de recursos naturales tales como agua y aire. Las presiones de desarrollo en rápida expansión también acuciaron considerables esfuerzos para preservar territorios únicos y hábitats de vida silvestre, para proteger las especies en peligro de extinción antes de que desapareciesen. En los Estados Unidos, durante la década de 1970 se aprobaron leyes como el Clean Water Act, Clean Air Act, Endangered Species Act y National Environmental Policy Act (Decreto Ley de Agua Limpia, Decreto Ley de Aire Limpio, Decreto Ley de Especie en Peligro de Extinción, y Decreto Ley de Política Medioambiental Nacional, respectivamente), las cuales han sido los cimientos para los estándares medioambientales.

Gracias al movimiento ecologista, la conciencia pública y las ciencias del medioambiente han mejorado en los últimos años. Las preocupaciones medioambientales se han ampliado, incluyendo conceptos como la sostenibilidad, el agujero en la capa de ozono, el cambio climático, la lluvia ácida, y la contaminación genética.

La mayoría de los ecologistas tienen objetivos similares, aunque pueden no estar de acuerdo en los detalles como el énfasis, las prioridades o el comportamiento individual. Los movimientos ecologistas a menudo interaccionan o están ligados con otros movimientos sociales con puntos de vista morales parecidos, como el movimiento pacifista, los derechos humanos o los derechos de los animales; contra las armas nucleares o la energía nuclear, las enfermedades endémicas, la pobreza, el hambre, etc.

«La ecología sin lucha social es simplemente jardinería»

Los ecologistas, desde sus inicios, se vieron atravesados por las diferentes ideologías que existían en el ámbito de las sociedades. Los movimientos vinculados con la concepción tradicional liberal no hacían hincapié en la gestión del capitalismo en la relación en la distribución de los recursos. Los movimientos socialistas seguían la ideología del desarrollo económico vigente. Sin embargo, parte de estos comenzaron a tener en cuenta que los recursos son limitados. De ahí, que naciera la convergencia entre el socialismo tradicional y el ecologismo, y diese lugar al ecosocialismo. Este movimiento trata la distribución de los recursos, qué posibilidades de gestión hay de estos a través del modelo que hoy tenemos, los límites de los recursos y la distribución de los riesgos. Al igual que el socialismo se va fragmentando, el feminismo también. Pues se comienzan a atender las diferencias entre los países de la periferia y los del centro, y surge en la periferia el ecofeminismo, que ha subrayado, entre otras muchas cosas, que las mujeres suelen ser en la gran mayoría de los países una de las partes más perjudicadas en los casos de injusticias y desastres medioambientales.

Así bien, en la década de los 70 ante la crisis petrolífera se acrecientan los problemas de contaminación medioambiental, la masificación urbana y una serie de catástrofes dan lugar a la puesta en marcha de un proceso de conciencia del ecologismo y surgimiento de numerosas plataformas, organizaciones y movimientos de tipo ecologistas en todo el mundo para tratar de encontrar y fomentar un respeto por el medio ambiente. El eco del movimiento ecologista comienza a alcanzar una resonancia internacional, rebasando los límites de los grupos activistas para comenzar a instalarse en la conciencia de la opinión pública, especialmente en los países industrialmente avanzados, donde la degradación del medio ambiente comienza a deteriorar los niveles de calidad de vida. Los primeros grupos que aparecen son diversos y se caracterizan por presentar diferentes tendencias: conservacionistas, institucionales y radicales.

En esta década se destaca la aparición de organizaciones de carácter institucional como las ONG ecologistas y los partidos políticos verdes, movimientos de izquierdas interesados en resolver los problemas medioambientales que surgen a partir de los años 1970 y 80. Se observan dos importantes agrupaciones como Greenpeace, una asociación que se forma de manera espontánea por un grupo de activistas antinucleares canadienses en 1971. Es una organización no gubernamental, que no depende política ni económicamente del Estado, cuyo objetivo es defender y proteger el medio ambiente realizando campañas de conciencia, protección medioambiental o actos directos de intento de boicot de empresas o instituciones que tratan de perjudicar al medio ambiente. Otra organización que nace por entonces es WWF/Adena, en 1968, como consecuencia de una actuación militante a favor de la protección de los espacios naturales. Una organización de carácter radical fue Frente de Liberación Animal (FLA), que surge de manera clandestina a principio de los 70 y se caracteriza por el empleo de la acción directa como método de lucha.

El ecologismo se desarrolla bajo diversos enfoques o ámbitos que atienden distintas preocupaciones relacionadas con el medio ambiente:

Un informe publicado en 1972 por el Club de Roma de los Estados Unidos, llamado The Limits to Growth (Los límites del crecimiento) esbozó algunas de las preocupaciones de los ecologistas. Otro informe del mismo país, llamado The Global 2000 Report to the President (El Informe Global al Presidente), publicado más tarde por el Consejo de Calidad Medioambiental, informaba hallazgos similares pero fue ampliamente ignorado. Más recientemente el Millennium Ecosystem Assessment (Evaluación del Ecosistema del Milenio) aporta vindicación al movimiento.

El movimiento ecologista, en la defensa de sus valores, reivindica y promueve iniciativas y reformas en diversas áreas. Entre ellas se pueden mencionar las siguientes:[5]

El derecho ambiental pertenece a la rama del derecho social y es un sistema de normas jurídicas que regulan las relaciones de las personas con la naturaleza, con el propósito de preservar y proteger el medio ambiente en su afán de dejarlo libre de contaminación, o mejorarlo en caso de estar afectado. Sus objetivos son la lucha contra la contaminación, la preservación de la biodiversidad, y la protección de los recursos naturales, para que exista un entorno humano saludable.

Es una rama del Derecho bastante reciente, pero de gran desarrollo y futuro, surgiendo a mediados del siglo XX por la concienciación de la sociedad a consecuencia de algunos desastres ecológicos como la contaminación de la bahía de Minamata, el gran smog londinense, los escapes de Seveso o Bophal, y el accidente de Chernóbil, entre otros. Su origen, como tal especialización del Derecho, surge en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972.

Entre sus características está su carácter multidisciplinario, ya que requiere la pericia y el asesoramiento de profesionales ajenos al Derecho (médicos, biólogos, ambientólogos, físicos, químicos, ingenieros, etc.) y estar en continuo cambio y actualización, en la misma medida que se producen avances científicos y técnicos.[15]

El derecho ambiental se caracteriza por tener el trabajo del estado enfocado en realizar una "Zonificacion Ecológica y Económica" mediante los gobiernos regionales y locales, planificar bien las áreas destinadas para la vida en sociedad, el turismo, la producción agrícola. Evitando que la sociedad ocupe estos lugares destinados para un uso sostenible y generando una producción económica y un bienestar social, mediante los estudios de urbanización y producción del Gobierno Local.[16]

Los objetivos del derecho ambiental se apuntan como fines de esta materia: tomar viable un objetivo primario, macro-objetivo, ligado con la sustentabilidad y el "estado socio-ambiental del derecho" según Antonio H. Benjamín,[17]​ y de varios objetivos secundarios, micro objetivos secundarios, tales como la protección de la salud y seguridad humanas, salvaguarda de la biosfera por si, conservación del patrimonio estético, turístico, paisajístico, prevención, reparación y represión del daño ambiental,[18]​ facilidad de acceso a la justicia, transparencia y libre circulación de la información ambiental, eficiencia económica, tutela de la propiedad, conocimiento científico y tecnológico, estabilidad social, democratizacion de los procesos decisorios ambientales, etc.

Las grandes organizaciones ecologistas que trabajan por el medio ambiente o por algún aspecto específico del mismo en el ámbito internacional comprenden fundamentalmente el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Amigos de la Tierra, Greenpeace, BirdLife Internacional (dedicada de modo concreto a la protección de las aves y sus hábitats), así como el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) (centrado en la conservación de los bosques y selvas tropicales), entre otras.

El ecoterrorismo es el uso de prácticas terroristas en apoyo a causas ecologistas, medioambientales,[19]​ o de derechos de los animales.[20]​ No debe confundirse con el terrorismo ambiental, o ataques terroristas contra el medioambiente, que consisten en el uso ilegal de la fuerza contra recursos ambientales in situ con el fin de despojar a las poblaciones de sus beneficios y/o en la destrucción de propiedades ajenas.[19]​La palabra es un neologismo y su aplicación es controvertida, dado que a veces puede tener ambos sentidos.

Según la organización Global Witness en 2017 fueron asesinadas 197 personas por enfrentarse a gobiernos y empresas que robaron sus tierras y dañaron el medio ambiente, y por denunciar las prácticas corruptas e injustas que lo permitieron. El diario The Guardian en un informe especial ha publicado la lista de nombres.[24]​ En ese año América Latina mantiene el primer lugar del ranking de asesinatos. México en el mismo ocupa el cuarto lugar en la lista mundial de países más peligrosos para ser activista a favor del medio ambiente -antes ocupaba el puesto número 14-. Honduras, Filipinas y Brasil se sitúan en los primeros lugares donde se producen estos asesinatos.[24]​Entre los asesinatos de 2017 se encuentran el mexicano Isidro Balenegro López, activista mexicano y ganador del Premio Goldman del medio ambiente o Wayne Lotter, destacado activista contra la comercialización del marfil en Tanzania asesinado en agosto de 2017.[25][26]

En gran parte debido a esta crítica política y confusión, una preocupación creciente por los problemas de salud ambiental causados por los pesticidas, algunos biólogos serios y ecologistas crearon un movimiento ecológico científico que no confundiese datos empíricos con visiones de un mundo futuro mejor.

En la actualidad es la ciencia de la ecología, más que los objetivos estéticos, la que provee la base de unidad a la mayoría de ecologistas. Todos aceptarían cierto nivel de contraste científico en las decisiones acerca de biodiversidad o uso forestal. La Biología de la conservación es un campo de importancia y en rápido desarrollo.

No obstante, el movimiento ambiental actualmente persiste en muchos grupos locales pequeños, frecuentemente dentro de ecorregiones, promoviendo los valores estéticos y espirituales que Thoreau o aquellos que reescribieron la respuesta del Jefe Seattle reconocerían. Algunos se asemejan al antiguo movimiento de conservación estadounidense - cuya expresión moderna la forman Nature Conservancy, National Audubon Society y National Geographic Society - organizaciones estadounidenses de influencia mundial.

Estos grupos políticamente neutrales tienden a evitar conflictos globales y ver el acuerdo de un conflicto entre humanos separado de lo que respecta a la naturaleza - en contradicción directa con el movimiento de la Ecología y el movimiento por la Paz que tienen un número creciente de estrechos enlaces: Mientras que partidos verdes, la Sea Shepherd Conservation Society, Greenpeace, y grupos como The Activist Magazine, por ejemplo, ven la ecología y la biodiversidad y un final de las extinciones como algo absolutamente básico para la paz, algunos grupos locales puede que no, y pueden ver un alto nivel de competición global y conflicto como justificable si les permite preservar sus propia identidad local. Esto les resulta egoísta a algunos. No obstante, esos grupos no tienden a quemarse sino a sostenerse por largos períodos, incluso generaciones, protegiendo tesoros locales. La Water Keepers Alliance es un buen ejemplo de este tipo de grupos que se aferran a las cuestiones locales.

Las visiones y confusiones, sin embargo, persisten. La nueva visión tribalista de la sociedad, por ejemplo, se hace eco de las preocupaciones de los primeros ecologista en cierto grado. Y un número en aumento de grupos locales encuentran el beneficio de la colaboración, como con métodos de decisiones por consenso o políticas simultáneas, o confiando en recursos legales comunes, o incluso un glosario común. A pesar de esto, las diferencias entre los distintos grupos que componen el movimiento medioambiental moderno tienden a tener más peso que esas similitudes, y raramente cooperan directamente excepto en las cuestiones globales más importantes.

Grupos como The Bioregional Revolution están haciendo una llamada sobre la necesidad de tender un puente entre estas diferencias, pues afirman que los problemas que convergen en el siglo XXI nos obligan a tomar una acción decisiva. Promueven el biorregionalismo, la permacultura, y las economías locales como solución a estos problemas, la sobrepoblación, el cambio climático, las epidemias globales, y la escasez de agua pero más notablemente a la Teoría del pico de Hubbert -- la predicción de que es probable de que lleguemos a un máximo en la producción global de petróleo que podría significar cambios drásticos en muchos aspectos de nuestra vida diaria.

A lo largo de los años, la problemática de la contaminación y destrucción del medio ambiente se ha intentado plantear desde múltiples perspectivas y soportes, buscando siempre causar un efecto modificador de la conducta que realmente nos lleve a una definitiva concienciación sobre la necesidad de conservar nuestro entorno.[cita requerida] Sin embargo, aunque ciertamente se hayan conseguido algunos progresos, todavía queda mucho camino por andar.[cita requerida]

Uno de los medios que más se están empleando en los últimos tiempos para hacer llegar al público ideas medioambientales es el cine. El lenguaje cinematográfico tiene mucho de emocional, y tal vez esta vía sea más indicada que la racional a la hora de hablar directamente a la conciencia humana.[cita requerida]

Tal y como asegura el profesor Enrique Martínez-Salanova en su página web Cine y Educación,[27]​ "el cine no solamente ha puesto en contacto al hombre con la naturaleza, los paisajes exóticos y el documental de naturaleza, sino que además ha sido, y sigue siendo en ocasiones, militante activo en la lucha por la defensa del medio ambiente". Además, el cine ha sido, desde su nacimiento, el más poderoso vehículo de transmisión de conocimientos y de culturas, aportando a sus espectadores infinitas posibilidades de encuentro con paisajes, naturaleza, lugares y costumbres.

Películas tan antiguas como Tarzán (1918) o King Kong (1933), ya basaban su argumento en la intromisión del hombre blanco en las selvas vírgenes. El compromiso ya estaba, por tanto, presente desde los orígenes del cine, aunque con los años se ha ido haciendo más manifiesto.[cita requerida]

El Festival Internacional de Cine de Medio Ambiente (FICMA) se celebra en Barcelona desde 1993.[cita requerida]

La EFFN (Environmental Film Festival Network), aglutina festivales de cine ambiental de países como los Estados Unidos, Argentina, Perú, España, Portugal, Ghana, Israel, Francia y México [cita requerida].



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