x
1

Augusta de Sajonia-Weimar-Eisenach



La princesa Augusta María Luisa Catalina de Sajonia-Weimar-Eisenach (en alemán: Augusta Marie Luise Katharina von Sachsen-Weimar-Eisenach; Weimar, 30 de septiembre de 1811 - Berlín, 7 de enero de 1890), duquesa de Sajonia, posteriormente Reina de Prusia y Emperatriz de Alemania, fue la esposa del Emperador Guillermo I de Alemania. Entre su ancestros por vía materna cabe destacar su bisabuela Catalina II y su abuelo Pablo I.

Augusta era la segunda hija de Carlos Federico, Gran Duque de Sajonia-Weimar-Eisenach, y de la Gran Duquesa María Pavlovna de Rusia, hija del zar Pablo I de Rusia y de la zarina Sofía Dorotea de Wurtemberg.

Aunque su padre era una persona intelectualmente limitada, cuya lectura preferida hasta el fin de sus días fueron los cuentos de hadas, Johann Wolfgang von Goethe consideraría a María Pavlovna, la madre de Augusta, como “una de las mejores y más destacadas mujeres de su época”. Augusta recibió una educación adecuada para su posición, incluyendo varias clases de pintura de Luise Seidler, pintor de la corte sajona, así como lecciones de música de Johann Nepomuk Hummel, maestro musical de la corte.

Augusta sólo tenía 15 años en 1826 cuando se encontró por primera vez con el que sería su futuro marido, el Príncipe Guillermo de Prusia. Tras este primer encuentro Guillermo consideró que la joven Augusta tenía una “personalidad excelente”, pero que era menos atractiva que su hermana pequeña, María (con la que contraería matrimonio el hermano pequeño de Guillermo, Carlos de Prusia). Pero por encima de todo fue el padre de Guillermo, el rey Federico Guillermo III de Prusia, quien lo presionó para que considerara a Augusta como una esposa potencial.

En aquel momento, Guillermo estaba enamorado de una princesa polaca, Eliza Radziwill. El heredero al trono de Prusia era su hermano mayor, el Príncipe Federico Guillermo (que posteriormente reinaría como Federico Guillermo IV de Prusia, que ya estaba casado con Isabel Luisa de Baviera pero no tenía hijos. Debido a esta situación, y a su cercanía al trono prusiano, se esperaba que Guillermo contrajera matrimonio y tuviera herederos. A Federico Guillermo III de Prusia le agradaba la relación entre Guillermo y la princesa Elisa, pero la corte prusiana había descubierto que los antepasados de la princesa habían comprado el título de príncipes del emperador Maximiliano I, y como habían adquirido el título, su linaje no parecía lo suficiente noble para que contrajera matrimonio con uno de los herederos del trono de Prusia. Por esta razón, el rey prusiano comenzó a buscar alternativas. En 1824 el rey pidió al zar Alejandro I de Rusia, que no tenía hijos, que adoptara a la princesa Elisa, pero este declinó. El segundo intento de adopción por parte del tío de Elisa, el Príncipe Augusto de Prusia, también fracasó porque el comité responsable de los matrimonios de la realeza prusiana consideró que la adopción no cambiaba la “sangre” del linaje. Otro factor que obstaculizó el matrimonio entre Guillermo y Elisa fue la influencia opuesta al enlace de la reina Luisa de Prusia en las cortes alemanas y prusianas. Esta oposición de la reina se debía a su enemistad con el padre de Elisa.

De esta forma, en junio de 1826, el padre de Guillermo se sintió forzado a renunciar al potencial matrimonio de su hijo con la princesa Elisa. Durante los meses siguientes el príncipe Guillermo comenzó a buscar una novia más adecuada, pero no renunció a sus lazos emocionales con Elisa. Finalmente el 29 de agosto, Guillermo pidió la mano de Augusta de Sajonia en matrimonio (por escrito y mediante la intercesión de su padre el rey de Prusia). Augusta aceptó de buen grado la propuesta y el 25 de octubre de 1828 fueron prometidos oficialmente. Guillermo se reunió con Elisa por última vez en 1829. Posteriormente la princesa Elisa sería prometida a Federico de Schwarzenberg, pero el matrimonio no llegó a celebrarse y murió soltera en 1834 de tuberculosis.

El historiador Karin Feuerstein-Prasser ha señalado basándose en una evaluación de la correspondencia privada de los dos prometidos, las diferentes expectativas que el príncipe Guillermo tenía de ambos matrimonios: Guillermo escribió a su hermana Carlota, esposa del zar Nicolás I de Rusia, en referencia a Elisa Radziwill: “La verdad es que sólo se puede amar una vez en la vida” y con respecto a Augusta confesó “la princesa es agradable e inteligente, pero no me atrae”. Sin embargo, Augusta estaba enamorada de su futuro marido y esperaba un matrimonio feliz, pero la relación de insatisfacción entre Guillermo y Augusta fue conocida por Elisa, y siempre creyó que habría sido una sustituta más adecuada para él.

El 11 de junio de 1829, después de un fatigoso viaje de tres días desde Weimar a Berlín, Guillermo se casó con su prometida, que era 14 años más joven que él, en la capilla del Palacio de Charlottenburg.

Las primeras semanas de matrimonio fueron armoniosas y Augusta fue aceptada favorablemente en la corte prusiana. Sin embargo, Augusta pronto comenzó a aburrirse con la sobriedad militar de la corte y la mayor parte de los actos oficiales y cortesanos (que tal vez habrían podido distraerla) estaban reservados para su cuñada, la Princesa Isabel Ludovica de Baviera.

En una carta que el Príncipe Guillermo escribió el 22 de enero de 1831 a su hermana Carlota, se lamentaba de la “carencia de feminidad” de su esposa. Ese mismo año nació su primer hijo, el Príncipe Federico (que posteriormente se convertiría en Federico III de Alemania), y siete años después nacía su primera hija, la Princesa Luisa, el 3 de diciembre de 1838. Posteriormente Augusta tuvo dos abortos en 1842 y 1843, y también comenzó a tener episodios de depresión desde 1840, pues a que no se sentía amada debido a que Guillermo tenía amantes y sufría de una enorme presión en su posición por la corte prusiana.

Augusta estaba muy interesada en la política y como muchas otras mentes liberales de la época, deseaba la ascensión de su cuñado Federico Guillermo IV al trono de Prusia, pues era considerado un gobernante moderno y abierto. Sin embargo, el rey se negó a conceder una constitución a Alemania y prefirió actuar mediante un gobierno conservador, contradiciendo sus ideas y opiniones liberales durante su período como príncipe. Se creó un Landstag (parlamento) unido en respuesta a las malas cosechas, hambrunas y subsiguientes revueltas de 1847, pero el monarca lo disolvió unos pocos meses después. El Príncipe Guillermo fue considerado responsable del baño de sangre de la revolución de marzo de 1848 en Berlín, y aconsejado por el rey, Guillermo se exilió a Londres y su esposa Augusta se retiró a Potsdam con sus dos hijos.

Debido a estas actitudes del monarca prusiano, entre los círculos liberales comenzó a debatirse si era adecuado o no obligar al rey a abdicar. Finalmente el príncipe abdicó de sus derechos y Federico, el hijo de Augusta, se convirtió en el nuevo heredero. Augusta asumió la regencia de su hijo. Como Augusta destruyó las cartas y diarios de este período, no está clara su opinión al respecto. En mayo de 1848, 800 miembros de la Asamblea Nacional de Alemania se reunieron en la Iglesia de Pablo (Paulskirche) en Fráncfort para discutir el proceso de unificación del país y el Príncipe Guillermo regresó de Londres al mes siguiente. Un año después, en 1849, fue nombrado gobernador general de la Provincia del Rin y en la primavera de 1850 él y Augusta se asentaron en Coblenza.

Augusta disfrutó de la vida en Coblenza y finalmente allí pudo recuperar la vida cortesana a la que había estado acostumbrada desde su infancia en Weimar. Mientras tanto su hijo Federico estudiaba en la cercana ciudad de Bonn y se convirtió en el primer príncipe prusiano que recibía una educación académica.

A Coblenza acudieron muchas de las mentes liberales de la época, entre ellas el historiador Max Dunker y los profesores de leyes August von Bethmann, Clemens Theodor Pertes y Alexander von Schleinitz. La tolerancia de Augusta por el catolicismo en Coblenza (y durante toda su vida) fue objeto de burla en Berlín y se consideraba inapropiada para una princesa prusiana luterana.

En 1856, Luisa, la hija de Guillermo y Augusta, se casó con 17 años con el Gran Duque Federico de Baden-Baden y en 1858 su hijo Federico se casaba con la Princesa Victoria, la hija mayor de la reina Victoria del Reino Unido. Augusta consideró este segundo enlace un triunfo personal ya que consideraba que su nuera, educada en un país moderno como el Reino Unido, convertiría a su hijo Federico en un monarca liberal.

En 1858 el Príncipe Guillermo se convirtió en regente, ya que su hermano Federico Guillermo IV ya no era capaz de gobernar tras haber sufrido varios infartos, por lo que Guillermo y Augusta viajaron a la corte prusiana en Berlín.

Guillermo pronto se deshizo del viejo gobierno cuando sucedió a su hermano, que murió sin hijos, en 1861 y nombró ministros liberales, procedentes de su propia corte de Coblenza, entre los que destacaban: Alexander von Schleinitz, que se convirtió en Secretario de Exterior; August von Bethman, que se convirtió en Ministro de Cultura y Carlos Antonio de Hohenzollern-Sigmaringen, que se convirtió en Primer Ministro de Prusia. La oposición conservadora vio en este cambio la mano de la reina Augusta, pero realmente la influencia de la reina sobre su esposo era bastante débil. Esta realidad se hizo evidente unos meses después cuando el rey prusiano disolvió el parlamento, que no obedecía su voluntad y nombró a Otto von Bismarck como nuevo Primer Ministro de Prusia. La reina consideraba a Bismarck como su principal oponente en la corte prusiana, y por su parte, el primer ministro despreciaba a la reina por su influencia sobre su marido.

A Augusta le desagradaba especialmente la agresiva política exterior de Bismarck y su responsabilidad en el estallido de la Guerra austro-prusiana. Al mismo tiempo comenzó a distanciarse cada vez más del rey y Bismarck comenzó a hablar en contra de la reina en el parlamento. La reina Augusta reaccionó tratando de forma ruda a Johanna von Puttkamer, esposa de Bismarck.

Augusta comenzó a sufrir nuevos episodios maníaco-depresivos, por lo que comenzó a realizar frecuentes viajes a Baden-Baden en busca de una cura. Durante esta época la población prusiana celebraba la victoria en Königgrätz, pero Augusta comenzó a guardar luto por los muertos y heridos en la guerra. La reina también comenzó a distanciarse de su nuera Victoria (a la que llamaba “Vicky”), que comenzaba a simpatizar con la causa prusiana y la política de Bismarck. El carácter de Augusta era religioso y honorable y creía que Victoria “carecía de religión”, y comenzó a rehuirla, ausentándose de los actos oficiales. Sin embargo, comenzó a interesarse en la educación de sus nietos Carlota, Enrique y Guillermo, al que tenía en gran estima.

Augusta, que aborrecía la guerra, fundó la Asociación Nacional de Mujeres en 1864, para cuidar de los soldados heridos y enfermos y se reunió con Florence Nightingale para consultarla. Varias fundaciones médicas y hospitales que todavía existen hoy, fueron creados a iniciativa de Augusta como la Sociedad Alemana de Cirugía.

La Guerra austro-prusiana terminó en 1866, pero cuatro años después, en 1870, estalló la Guerra franco-prusiana y Augusta continuó responsabilizando a Bismarck en persona de los horrores del conflicto. Sin embargo, tras la guerra entre ambos países, Guillermo se convirtió en Emperador de Alemania, y en consecuencia, Augusta se convirtió en Emperatriz.

Augusta consideraba la Corona Imperial como una derrota personal; había deseado que la supremacía prusiana en Alemania se consiguiera mediante la “conquista moral” y no mediante el derramamiento de sangre. Su opinión sobre la guerra fue expresada mediante la creación de un establecimiento educativo en Potsdam en 1872 como “un hogar para la educación de las hijas huérfanas o sin recursos de oficiales civiles y militares, sacerdotes y doctores alemanes caídos en el campo del honor como resultado de la guerra de 1870/71”.

Augusta enterró sus diferencias con Bismarck en los últimos años de su reinado, pues parecía el único hombre adecuado para apoyar a su amado nieto Guillermo. Sin embargo, a Guillermo le desagradaba Bismarck y poco después de heredar el trono alemán le obligó a dimitir.

Augusta había sufrido reumatismo durante muchos años y en junio de 1881 sufrió heridas severas debido a una caída que la obligaron a utilizar muletas y silla de ruedas, pero que no evitaron que siguiera realizando sus tareas.

Finalmente hizo las paces con su marido en su cumpleaños de 1887, pero él murió un año después. Sólo 99 días después, su hijo Federico, que había sucedido a su padre como Federico III de Alemania, sucumbió a un cáncer de laringe. Sin embargo, contempló cómo su amado nieto Guillermo se convertía en emperador ese mismo año (como Guillermo II).

Murió el 7 de enero de 1890, con 78 años. Fue enterrada en el mausoleo de Charlottenburg, junto a su marido.




Escribe un comentario o lo que quieras sobre Augusta de Sajonia-Weimar-Eisenach (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!