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Cántabro (lingüística)



Según algunos autores, también en zonas colindantes:

Indoeuropeo
  Itálico
    Romance
     Romance occidental
      Iberorromance
        Iberorromance occidental
        Asturleonés / Español

El cántabro, montañés o habla montañesa (endónimo: montañés o cántabru) es una variedad lingüística romance propia de Cantabria (España). Menéndez Pidal consideraba al montañés como un dialecto del Idioma asturleonés (que él llamaba leonés), junto al asturiano y el leonés, el habla sayaguesa, el charro, y otros menores.[1]​ La denominación de cántabro parece ser más moderna, aunque el profesor Araujo ya la usó en 1914 en un artículo de la revista La España Moderna para referirse a ella como dialecto del castellano.[2]

El cántabro, como también el extremeño, tiene características comunes tanto con el castellano como con el diasistema lingüístico asturleonés, que integra a las variedades lingüísticas conocidas comúnmente por los glotónimos mirandés, asturiano y leonés. Diversas cuestiones tales como el sustrato, las influencias de adstrato (zona de contacto con el euskera y fuerte relación con territorios castellanohablantes) la incorporación más temprana a la Corona de Castilla frente a otros territorios del diasistema, hacen que el cántabro adquiera ciertas diferencias y personalidad frente a las otras modalidades lingüísticas de dicho diasistema.

No obstante, la Unesco considera al cántabro como un dialecto asturleonés, lengua que incluyó en 2009 en su "libro rojo" de lenguas en peligro como "en peligro claro de desaparición".[3]

El declive del montañés ya señalado por Pidal y otros autores se manifiesta en la restricción de su uso a zonas rurales y a personas de avanzada edad, o algunas voces y localismos ya recogidos en el diccionario de la Real Academia. Así en Cantabria se habla un castellano común con algunas características especiales en zonas donde aun quedan residuos del habla montañesa,[4][5]​. En algunas zonas de Cantabria se mantiene la "u" final en los sustantivos, adjetivos y participios singulares del acusativo de la segunda y cuarta declinaciones del latín -sufijo um-, con pérdida de la "m".[6]

Gran parte de las características propias del cántabro han sido perdidas, de manera que las variedades lingüísticas habladas en Cantabria han sido consideradas por algunos autores como dialectos del español influenciados por el asturleonés.[7][8][9][10]

Según diversos criterios, pueden incluirse como cántabro las variedades de habla de diversas zonas de Cantabria. Atendiendo a la toponimia, el influjo montañés o cántabro, muy castellanizado, se habría extendido a las zonas limítrofes vizcaínas de Lanestosa y Carranza.[11]​ La influencia cántabra es además verificable en la lexicografía y morfosintaxis del habla del valle burgalés de Sotoscueva[12]​ Según el filólogo novalense Francisco García González, los antiguos concejos cántabros, asturianos desde 1833, de Peñamellera Alta, Peñamellera Baja y Ribadedeva, están en la órbita de las hablas cántabras.[13]

Los primeros ejemplos del cántabro pueden encontrarse en los cartularios, como Santo Toribio de Liébana, Santa María de Piasca, Santa Juliana de Santillana o Santa María del Puerto.

En dichos cartularios aparecen pequeños fragmentos escritos en el romance propio de la Cantabria medieval, así como topónimos y sustantivos insertos en textos escritos íntegramente en latín, que documentan la existencia de rasgos plenamente asturleoneses en contraposición al castellano que iba evolucionando paralelamente al sur de la cordillera.

Los documentos medievales permiten comprobar la existencia de vocalismo: juyz (juez), mugier (mujer), eglisia (iglesia), hy (ahí), conusçuda (conocida), metu (metió), uy (hoy), justi (justo), çimienterio (cementerio), unu (uno), faru (faro), Rivila (Revilla)[14]​; palatalización: llameo (lameo), llama (lama), llos (los), llanderas (laderas), islla (isla); o yeísmo: yera (lera)[15]​; entre muchos otros ejemplos.

También pueden encontrarse ejemplos de mantenimiento de rasgos gramaticales que, con posterioridad, se han perdido. Un ejemplo es la utilización del pronombre átono en función de complemento indirecto (-y, -yos, -ys), existente en asturiano pero que el cántabro ha perdido con el tiempo. Algunos ejemplos son: fue-y (le fue), auiamos-y (le habíamos), enterrar-y (enterrarle), do-hi (le doy), ponemos-y (le ponemos), mandamos-y (le mandamos), mando-y (le mando), que-y fizierdes (que le hicieses), vos-y fiziertes (le hicieseis vos), estando-yn (estándoles), seyendo-yn (siéndoles), paresçio-yn (les pareció).[16]

Con la aparición de la prensa escrita en Cantabria, el cántabro comenzó a ser utilizado para expresar el lenguaje coloquial de las gentes llanas, para transmitir pequeñas historias publicadas por fragmentos o para contar cuentos y leyendas de la tierra.

-Pus cuéntenus un cuentu.

-¿Y qué cuentu querís que vos cuenti, si vos he contau sinfinidá, y aunqui supiera más que Brijan...?

-¿Quién es Brijan, güela?

Actualmente el cántabro o montañés no se usa extensivamente y está restringido a contextos lingüísticos muy particulares. La pérdida reciente de hablantes ha sido una consecuencia de una creciente castellanización de ciertas áreas rurales. En la mayor parte de su zona de extensión se utiliza un habla de transición entre el castellano y el cántabro más o menos pura o asimilada a aquel.[17]​ Asimismo, está prácticamente desaparecido de los grandes centros urbanos.

No se conocen datos precisos, ni encuestas ni estudios estadísticos del número de hablantes patrimoniales, pero debe de ser un porcentaje muy exiguo de la población, pues autores como Pidal, García-Lomas, Rodríguez Castellano, Ealo y otros, han señalado un claro proceso de regresión.[17]​ Pese a todo, todavía se pueden encontrar parlantes patrimoniales en algunos puntos, tales como en la Comarca de los Valles Pasiegos, Tudanca, Carmona, Soba y Herrerías.

Manuel Alvar, en su Dialectología Española, ya indicaba que, aunque podía considerarse como desaparecido el dialecto antiguo, ciertos rasgos, como es el caso de la aspiración, pervivían en hablantes rústicos. También los costumbristas connotaban la clase social de sus personajes por medio del uso de un lenguaje especial, indiferenciado, en ocasiones, rasgos vulgares de los propiamente dialectales. Refiriéndose a Cantabria, cabría decir que lo que pueda quedar de sus hablas, sólo es detectable en hablantes pertenecientes a ambientes rurales o culturalmente bajos.[18]

Existen unas pocas asociaciones para la recuperación del patrimonio lingüístico cántabro que imparten cursos de lengua en Santander y Torrelavega. También ha habido recogida de firmas con el fin de que se declare Bien de Interés Cultural,[19][20]​ si bien la consejería emitió un informe desfavorable hacia dicho proyecto,[21]​en donde literalmente mentaba que: «...al igual que ocurre en otros lugares de España, el español que se habla en Cantabria presenta algunas particularidades o rasgos propios (…) de lo que no puede deducirse que conformen ni un dialecto ni un idioma, sino una variante conocida como habla cántabra o montañesa. Se trata, eso sí, de un habla que incorpora sus peculiaridades al español que se habla en Cantabria. Por tanto, sin que tenga suficiente entidad cultural como para considerarlo una manifestación de la identidad de Cantabria».[22]​ Durante el transcurso del 2008 se produjo la publicación del segundo diccionario cántabro-castellano que contó con la colaboración de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria[23]​ así como del "Mapa de toponimia tradicional de Cantabria" que se repartió por colegios y bibliotecas de Cantabria.[24]

Además dos fuerzas políticas minoritarias y sin actual representación institucional (tanto autonómica como municipal) en Cantabria:Unidad Cántabra y Conceju Nacionaliegu Cántabru, piden

Por su parte, el Presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, se muestra contrario a tal reconocimiento, pues afirma que el cántabro "solo es castellano mal hablado".[25]

Por tanto, en la actualidad no hay ningún partido político con representación que defienda el reconocimiento de la lengua cántabra.

Ello guarda relación con el escaso apoyo social con el que cuenta. En este sentido, cabe señalar el estudio lingüístico que Manual Alvar realizó en Cantabria, dentro del cual preguntaba ¿cómo reaccionan los informadores cuando se les pregunta qué hablan? La conclusión a la que llega es clara: “castellano es, pues, la conciencia lingüística arraigada”.[26]

Las preferencia de uso de una u otra denominación está determinada por los que eligen el término “montañés” como el nombre tradicional utilizado por algunos escritores costumbristas y, teóricamente, con una mayor posible aceptación entre la población rural mientras que los otros sectores entienden que ese término no es adecuado, dado que La Montaña es una comarca de Cantabria que no se corresponde ni sirve de identificativo para la totalidad de los habitantes de la región. Por otro lado, también es cierto que el topónimo "La Montaña" se ha usado durante siglos, por antonomasia, para englobar todos los territorios cántabros, mucho más allá de las actuales fronteras provinciales.

Según encuestas publicadas en el Atlas lingüístico y etnográfico de Cantabria de Manuel Alvar y el Language loyalty and linguistic variation a study in Spanish Cantabria de J.C. Holmquist) sólo en 5 puntos encuestados, situados todos ellos dentro de La Montaña, se respondía montañés ante la pregunta "¿qué es lo que habla usted?”, mientras que en otros puntos fuera de La Montaña se respondía con el nombre de la comarca: pasiegu, lebaniegu, campurrianu.

Pese a lo afirmado comúnmente, el cántabro presenta bastante uniformidad. Sin embargo, existen las variaciones locales, como en toda lengua no estandarizada, no haber gozado de oficialidad y estar sometido a una fuerte presión por parte del castellano. A grandes rasgos el cántabro presenta dos grandes dialectos: el occidental y el oriental. La divisoria entre ambas variantes la marcan el río Saja y el Pas que son occidental y oriental, respectivamente. En la cuenca del Besaya encontramos una frontera discontinua con zonas de hablas de transición entre los dos dialectos que emplean rasgos de uno y otro lado. Así mismo, dentro del cántabro occidental se distingue un subdialecto al sur de la cordillera, probablemente consecuencia de una mayor castellanización, y en cántabro oriental una variante encartada o veciana más allá del Agüera que recupera algunos de los rasgos propios del dialecto occidental.

Las diferencias fundamentales entre los dos dialectos son:

En occidental este rasgo se registra sólo en los siguientes casos:

A través de los estudios de Carlos Ealo López (Situación actual de las hablas de origen asturleonés en Cantabria del 2003) y Lorenzo Rodríguez Castellano (Estado actual de la H aspirada en la provincia de Santander de 1954) podemos comprobar la drástica reducción de la aspiración en el cántabro oriental en apenas 50 años, llegando, en 1954, hasta casi el Río Campiezo, en Trasmiera y, en la actualidad, no pasando de Piélagos, Toranzo y Villafufre. Salvo pequeñas islas con aspiración esporádica algo más fuerte en torno a Liérganes, San Roque de Riomiera y Ribamontán.

Actualmente no existe ninguna forma estandarizada del cántabro, pero las diversas organizaciones que trabajan por la recuperación de este patrimonio lingüístico suelen adoptar ciertas formas estandarizadas acordes con las hablas de transición que presentan rasgos de los dos dialectos.

Las características más relevantes del montañés son:

El montañés cuenta con un rico repertorio de vocablos que lo conforman y que encuentran su origen en las lenguas que a lo largo de la historia se han hablado o han influido en el territorio cántabro. Así cronológicamente encontramos léxico de origen:

Extracto de L'últimu home (Miguel Solís Santos) en el original asturiano

Un españíu fizo tremar el fayéu. El ñarbatu esnaló lloñe. L'esguil espaeció nel ñeru. Hebo otru españíu, y darréu otru. L'home, entós, mientres cayía coles manes abiertes, los güeyos nel infinitu y el so cuerpu remanando per tolos llaos abonda sangre, glayó una pallabra, una pallabra namás, que resonó y güei sigue resonando na viesca y en toa Asturies: «¡Llibertá!».

Versión en asturiano oriental

Un españíu h.izo temblar el h.ayéu. El miruellu voló alluendi. L'esguilu despaeció nel nial. Hebo otru españíu, y darréu otru. L'hombre, entós, mientras cayía conas manes abiertas, los oyos nel infinitu y el su cuerpu remaneciendo per tolos llaos sangre abondu, gritó una pallabra, una pallabra namás, que tingló y hui sigui tinglando ena viesca y en toa Asturias: «¡Llibertá!».

Traducción al montañés o cántabro

Un españíu jizo temblar el jayal. El miruellu voló largu. L'esquilu jospó nel ñial. Hebo otru españíu, y darréu otru. L'hombri, entós, mientris cayía conas manos abiertas, los ojos nel sinfinitu y el su cuerpu esvarciando por tolos llaos sangri n'abondu, glarió una parabra, una parabra namás, que retingló y hui sigui retinglando ena viesca y en toa Asturias: «¡Libertá!».

Traducción al castellano

Un estallido hizo temblar el hayedo. El mirlo voló lejos. La ardilla desapareció en el nido. Hubo otro estallido, y luego otro. El hombre, entonces, mientras caía con las manos abiertas, los ojos en el infinito y su cuerpo vertiendo por todas partes mucha sangre, gritó una palabra, sólo una palabra, que resonó y hoy sigue resonando en el bosque y en toda Asturias: «¡Libertad!».

En la celebérrima novela de José María de Pereda Peñas Arriba, abundan extensos pasajes en los que se refleja el habla montañesa en el valle de Tudanca:

«a las primeras celleriscas que vengan, o a la primera res que jocique una miaja pa lamberse estus verdinis, se esborrega el moríu por aquí».

«a las primeras ventiscas que vengan, o a la primera res que hociquee un poco para lamer estos verdines, se desmorona el muro por aquí»



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