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Caballeros Hospitalarios



La Orden de San Juan, conocida también como Orden de los Hermanos Hospitalarios, Orden de los Caballeros Hospitalarios, Orden Hospitalaria u Orden de Malta, fue fundada en el siglo XI con fines benéficos y puramente piadosos, para convertirse luego en un cuerpo armado que adquirió gran fama por los hechos bélicos en los que participó.[1]

Los orígenes de esta orden de caballería se remontan al año 1084, cuando unos mercaderes de la ciudad de Amalfi, en el reino de Nápoles, decidieron fundar un hospital para peregrinos junto a la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén bajo la advocación de San Juan Bautista. La proximidad de este templo hizo que la nueva orden recibiera el nombre de Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén.

Tras la conquista de la Ciudad Santa por cruzados el 1099, el primer maestre de la orden, Gerard de Sant Genís, nacido en la Provenza, que los documentos citan indistintamente como fundador y prior, decidió extender la obra para Palestina, Siria y Europa misma, salpicando de hospitales la ruta de la peregrinación a Tierra Santa.

La orden adoptó la regla de San Agustín, el hábito negro y una cruz de paño blanco con ocho puntas, las ocho bienaventuranzas. La orden de San Juan de Jerusalén se convirtió en una fuerza militar que intervino continuamente contra el islam.

Pero la dominación cristiana de Jerusalén fue efímera: el sultán Saladino conquistó la ciudad, si bien la orden conservó algunas fortalezas en Palestina, como el Crac de los Caballeros y, junto con los templarios, continuó guerreando. En 1291, el sultán Melec emprendió una gran ofensiva para echar definitivamente a los cristianos. El ejército formado por caballeros de las órdenes de San Juan de Jerusalén y de la Orden del Temple combatió ferozmente, pero finalmente no les quedó más remedio que embarcar hacia Chipre.

Reorganizada la orden, se volvió a intentar la reconquista de Palestina e incluso se llegó a tomar Damasco, pero los hospitalarios tuvieron que reembarcar.

La orden deseaba una sede y emprendió la conquista de la isla de Rodas, lo que se llevó a cabo en 1310; fue a partir de entonces que los hospitalarios comenzaron a llamarse Caballeros de Rodas. Cuando la Orden del Temple fue disuelta y su gran maestre y los principales caballeros fueron ejecutados bajo la acusación de herejía, una buena parte de sus riquezas fueron a parar a la orden de San Juan, que se convirtió en una institución rica y opulenta.

De esta época data la organización de la orden en lenguas o naciones. Las lenguas eran ocho, cada una con su propio administrador y cada una de ellas —Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón (que incluía la Corona de Aragón y Navarra), Castilla-León-Portugal, Alemania e Inglaterra— se reservaba una de las ocho dignidades supremas. El gran maestre, que era el príncipe de Rodas, podía ser elegido de cualquiera de las lenguas. Uno de los más importantes y conocidos fue Juan Fernández de Heredia.[2]

Después de perder el dominio de la isla de Rodas, los Caballeros Hospitalarios comenzaron un deambular de siete años, instalándose primero en Civitavecchia y luego en Viterbo (1528) y en Niza, que pertenecía al Estado de Saboya. Finalmente el gran maestre Hospitalario se dirigió al emperador Carlos V para solicitarle que les cediera una tierra donde fijar la residencia. El emperador les ofreció la Isla de Malta, se firmó la cesión en 1530 y la orden tomó posesión de las islas de Malta, Gozo y Trípoli. La orden de San Juan de Jerusalén, que comenzó a denominarse a partir de entonces orden de Malta, armó galeras y no cesó en su lucha contra las naves turcas. Fue una época de incesantes combates navales. Años después, la orden de Malta participó en la Batalla de Lepanto. [3]

Fue transcurriendo el tiempo y no fueron los turcos quienes expulsaron a los antiguos caballeros de Rodas de la isla de Malta, sino los franceses, una vez derribada la monarquía de Luis XVI y establecida la república. El 6 de junio de 1798 fue el último día del poder y opulencia de la orden hospitalaria. Nombrado el general Bonaparte jefe de la expedición francesa a Egipto, se presentó ante Malta, desembarcó a sus soldados y se apoderó de la isla.

El gran maestre Ferdinand von Hompesch se retiró a Trieste con aquellos que quisieron seguirle; pero, habiendo muerto asesinado en 1801, se proclamó protector de la orden el papa Pío VII, que nombró gran maestre a Bartolomeo Francesco María Ruspoli, el cual estableció su residencia en Catania, una antigua población de Sicilia.

El 1845 la orden podía considerarse virtualmente disuelta ya que en cada país existía y se organizaba de distinta manera. Hoy día se considera como su sucesora la Soberana Orden de Malta, establecida en Roma, siendo su nombre completo Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta.

La orden, desde 1188, contó con una rama femenina de monjas de vida contemplativa, las comendadoras de San Juan de Jerusalén. A partir del primer monasterio, en Santa María de Sigena, se extendió por el resto de Europa, aunque nunca llegó a tener un gran desarrollo.




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