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Ennoblecimiento



Ennoblecimiento es el acto formal de promoción[2]​ de una persona por la voluntad de un soberano, provocando un cambio de estamento o estado social en él, confiriéndole la condición de nobleza. Es una de las formas de reconocimiento que un Estado puede utilizar para honrar a uno de sus ciudadanos.

La práctica del ennoblecimiento es distinta en cada época y lugar, y no existe en todos los países.

Debe diferenciarse el ennoblecimiento de la agregación a la nobleza,[3]​ que es el modo de acceso a la nobleza propio del Antiguo Régimen y que desaparece en la Edad Contemporánea. De una manera general, se confiere la nobleza incorporando a un plebeyo al seno de la caballería. Con la pérdida de influencia de esta categoría social en el seno de la nobleza hereditaria desde finales de la Edad Media, las ceremonias de vasallaje (el homenaje, el espaldarazo) dejaron de ser el momento inicial de inserción en la nobleza; coincidiendo con el prolongado proceso de decadencia de la función militar de la institución nobiliaria.[4]

En De la démocratie en Amérique, Alexis de Tocqueville ilustraba la progresión histórica de la igualdad social subrayando que le premier anoblissement a lieu en 1270, et l’égalité s’introduit enfin dans le gouvernement par l’aristocratie elle-même ("el primer ennoblecimiento tuvo lugar en 1270, y la igualdad se introdujo finalmente en el gobierno por la misma aristocracia").[5]

En el Antiguo Régimen fue frecuente la posibilidad de que determinados miembros enriquecidos de la burguesía accedieran a la nobleza, bien a través de matrimonios "desiguales" (que teóricamente no implicaban la adquisición de la nobleza al contrayente plebeyo e incluso a sus hijos, pero que, en la práctica sí lo terminaban consiguiendo) bien a través de la venalidad de los cargos (venta de títulos en los que el "servicio" merecedor de honor es algo tan vital para la monarquía de esa época como lo podían haber sido las aportaciones militares de los nobles medievales).

Ya en la Edad Contemporánea, el protagonismo de la burguesía en la Revolución industrial condujo a un fuerte enriquecimiento económico de esta clase social. Para mantener su ascendiente político, los reyes ennoblecieron a ciertos industriales; como ocurrió por ejemplo en la España de la Restauración (finales del siglo XIX y comienzos del XX).[6]

Acta por la que el duque Luis I de Borbón ennoblece y otorga escudos de armas a dos caballeros, 22 de febrero de 1334.

Lettres d'anoblissement de Hilaire Benoît Reynaud por el emperador Napoléon Bonaparte, 1808.

La nobilitas romana surgió de la secular pugna entre patricios y plebeyos. Junto con un riguroso cursus honorum que determinaba el sucesivo desempeño de las magistraturas, se establecieron dos[7]ordines (de ordo, cada una de las filas de la formación en el ejército):[8]​ el ordo senatorius u ordo amplissimus (las familias que tenían derecho a ocupar puestos en el Senado romano)[9]​ y el ordo equester u ordo splendidissimus (los equites -"caballeros"-, término de significado equivalente al término griego ἱππεῖς hippeis -en la timocracia soloniana, eran el segundo de los rangos, tras los pentacosiomedimnoi y por delante de los zeugitae y los thetes-). Especialmente durante los últimos siglos de la República, no sólo el "claro" origen de los optimates (término de significado equivalente al griego ἄριστοι aristoi)[10]​ permitía acceder a altos honores y dignidades, que se abrieron a homines novi ("hombres nuevos") de "oscuro" origen. Era función del censor la adscripción de unos u otros a los distintos rangos en los comicios e incluso la composición del Senado (lectio senatus).[11]​ Los emperadores asumieron las trascendentes funciones de esta magistratura.[12]

Adlectio era la concesión a un ciudadano romano del derecho a entrar en un collegium fuera de las reglas ordinarias; la adlectio al Senado fue instituida por el emperador Claudio en el año 48.[13]​ En el siglo anterior, tras su conquista de las Galias, Julio César había concedido la dignidad senatorial a ciertos nobles galos "semibárbaros", y a muchos más el acceso a la ciudadanía romana, todo ello en contravención y "desprecio de las leyes y costumbres patrias", lo que para sus enemigos era un abuso de poder que justificaba su asesinato como un tiranicidio.[14]​ Antes incluso, el primer personaje no nacido en la península itálica que accedió a los honores consulares y senatoriales fue el gaditano Lucio Cornelio Balbo el Mayor.

A finales del siglo III se introdujeron algunas innovaciones. Los senadores fueron relevados de todo mando militar y los emperadores se distanciaron de la ciudad de Roma, en la que raramente residían. No obstante, la reforma de la administración llevada a cabo por Constantino en la primera mitad del siglo IV proporcionó un nuevo escenario para sus ambiciones en los más altos puestos del gobierno, tanto palatino como provincial. Más aún, los nobles romanos vieron cómo (...) la cristianización, que antes se veía como extraña al mos maiorum, no debilitó su cohesión como poderoso grupo social. Prueba de ello es que resistieran sin demasiados daños los sucesivos saqueos de su ciudad y, ya en el siglo VI, la dominación ostrogoda.[16]

El título de clarissimi[18]​ que conllevaba la dignidad senatorial, se dividió en el Bajo Imperio en tres categorías: la de vir clarissimus[19]​ ("hombre famoso", "de claro origen") la de spectabiles o vir spectabilis ("hombre admirable", "espectacular") y la de illustres[20]​ o vir illustris[21]​ ("hombre ilustre", "brillante", "distinguido").

No debe confundirse la condición de los nobiles (generalizable a todos los miembros de la aristocracia romana) con la de nobilissimus o nobelissimus (νωβελίσσιμος limitada a ciertos personajes muy cercanos al emperador, en el Bajo imperio y la época bizantina).

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Durante la Alta Edad Media surgen en Europa occidental los caballeros como una institución social a la que acceden los guerreros capaces de mantener el costoso equipamiento militar que exige la caballería pesada;[24]​ en virtud de su característica definitoria, la subinfeudación,[25]​ en el feudalismo era práctica común de los jefes militares conferir la condición de caballero a sus mejores hombres de armas, quienes a su vez podrían conferir la misma condición a otros, una vez que alcanzaran una similar posición de mando.[26]​ Durante la mayor parte de la Edad Media, fue posible para los particulares crear órdenes de caballería.[27]​ La más antigua de las todavía existentes, la Soberana Orden de Malta,[28]​ se formó así, como una institución privada[29]​ que más tarde recibió la sanción oficial de Iglesia y Estado.[30]

El siglo XIII fue el momento en que los monarcas, comenzando en 1231 por el rey de Sicilia Federico II Hohenstaufen (que al tiempo era Emperador),[31]​ reclamaron para sí el derecho de fons honorum como prerrogativa regia,[32]​ abrogándose gradualmente el derecho de los caballeros a elevar a sus escuderos a la caballería.[33]​ Con la decadencia del feudalismo y el surgimiento del Estado-nación o Estado moderno, las órdenes de caballería, junto con los títulos de nobleza, pasaron a ser dominio de los monarcas (o jefes de Estado) como medio de recompensar a sus más leales súbditos (o ciudadanos),[34]​ convirtiéndose así en las "fuentes de honor" de sus Estados.[35]

En la opinión de muchos caballeros este proceso era una intrusión en su independencia. El antropólogo social británico Julian Pitt-Rivers indicó que while the sovereign is the 'fount of honour' in one sense, he is also the enemy of honour in another, since he claims to arbitrate in regard to it ("mientras que, en un sentido, el soberano es 'fuente de honor', en otro es el enemigo del honor, desde el momento en que reclama arbitrarlo").[36]​ A comienzos del siglo XIII, el anónimo autor de L'Histoire de Guillaume le Marechal,[37]​ (una biografía en verso de Guillermo el Mariscal, que logró la fama de haber sido "el más grande caballero")[38]​ se queja de que en sus días "el espíritu de la caballería ha sido encarcelado" y de que "la vida del caballero andante ha sido reducida a la del litigante en corte".[38]

En España, donde la expresión "venir de godos" representa la pretensión de nobleza inmemorial; a la nobleza antigua o vieja nobleza (la que se estableció en los reinos cristianos peninsulares desde el comienzo de la Reconquista hasta la crisis del siglo XIV)[40]​ se superpuso con la dinastía Trastamara la llamada nobleza nueva o nueva nobleza[40]​ (la de las mercedes enriqueñas, a la que se añadía la posición social cada vez más prestigiosa que alcanzaron el patriciado urbano y los letrados), con los Austrias la "nobleza novísima"[40]​ (siglos XVI y XVII), y con los Borbones la "nobleza de servicio" (desde el siglo XVIII).

La condición esencial y más básica de nobleza, la hidalguía (ser "hidalgo" o "hijodalgo" -etimológicamente, "hijo de algo"-) se heredaba (hidalgos de sangre -"de cuatro costados" si lo eran los cuatro abuelos-)[46]​ o se podía alcanzar a través de muy distintos procedimientos, incluida una proeza viril: los hidalgos de bragueta eran los que adquirían tal derecho por haber tenido en legítimo matrimonio siete hijos varones consecutivos, sin ninguna hembra entre ellos. Se distinguía la condición de los hidalgos solariegos, los hidalgos notorios, los hidalgos de privilegio ("por compra o merced real")[46]​ y los hidalgos de ejecutoria,[47]​ que "a diferencia del hidalgo de privilegio" "ha[n] litigado su hidalguía y probado ser hidalgo[s] de sangre";[46]​ obteniendo así una carta ejecutoria de hidalguía (ejecutoria de hidalguía o carta ejecutoria), carta de nobleza o "documento que los diferentes tribunales de las Chancillerías expiden a petición de parte, como garantía de sus derechos y cuyo contenido esencial es la sentencia o sentencias que los correspondientes jueces han dado en el proceso" (pleito de hidalguía ante la Sala de los Hijosdalgo de las Chancillerías de Valladolid y Granada).[47]

La nobleza francesa[50]​ se desarrolla a partir del establecimiento sobre la Galia romana del reino de los francos en la época merovingia y de la Francia occidentalis tras la descomposición del Imperio carolingio; estableciéndose la nobleza de sangre junto con la heredabilidad de los feudos. En la sociedad feudal de estamentos que se constituye desde entonces, la familia era la unidad crucial, compuesta por las transmisiones hereditarias de propiedad y autoridad. Se describía con la expresión latína consanguinei mei ("los de mi sangre"), pero no por ello se limitaba a los parentescos consanguíneos, cambiando su estructura y concepto a lo largo de la Edad Media. Los parientes más cercanos eran tanto los mejores aliados como los peores enemigos.[51]

Con el Antiguo Régimen en Francia se establecieron diversas categorías nobiliarias relativas a la forma con la que se había accedido a tal condición.

En Normandía, entre 1470 y 1556, la posesión de uno de los llamados francs-fiefs[59]​ ("feudos francos" o "libres") por un "señor" "no noble", con derechos de justicia señorial, le garantizaba la agregación a la nobleza. Diversas ordenanzas mantenían bajo vigilancia a estas familias a fin de que su modo de vida nobiliario estuviera bien atestiguado, hasta la suppresión de tal ordenanza.

Se concedió la nobleza a los doce asociados de la Compañía de la Nueva Francia (1627-1663).

La preocupación de la monarquía absoluta por las consecuencias fiscales y sociales de la inflación de la condición condición nobiliaria llevó a Luis XIV a encargar a Colbert la Grande enquête sur la noblesse ("gran encuesta sobre la nobleza" 1666-1727).[60]

Tras la Revolución, Napoleón Bonaparte instituyó la nobleza imperial francesa (Noblesse d'Empire).[61]

Dos tipos de nobleza parecen haber coexistido en las colonias francesas en América: una vieja nobleza con propiedades territoriales en Francia que secundariamente se extendía a las colonias, y una nobleza propiamente colonial que más que en la propiedad territorial (que también poseía) se basaba en el servicio, a través de la redes patrón-cliente de la Marina. Pocos nobles había fuera de los empleados en el servicio real, mientras que plebeyos o nobles de bajo rango ocupaban los puestos más destacados. Las autoridades se aseguraron de que en ninguna parte del Imperio ultramarino se asentara un poderoso estamento noble: el estatus nobiliario se restringió en Nueva Francia a partir de 1689 y se prohibió en las Îles du Vent desde 1730, mientras que la situación no está tan clara para la Luisiana.[62]

La nobleza inglesa (posteriormente nobleza británica o del Reino Unido) se estableció a partir de la conquista normanda de Inglaterra (1066), que supuso el reparto de tierras y jurisdicciones a los nobles normandos sobre un territorio antes controlado por los nobles anglo-sajones. El peerage[63]​ (sistema de pares) es el vestigio de la costumbre de los reyes de Inglaterra, a partir de los siglos XII y XIII, de convocar al Parlamento inglés a los barones más ricos junto con los altos clérigos y los representantes del común de las ciudades. Tal privilegio dependía de la riqueza de las baronías[64]​ elegidas. A finales del siglo XIV esos titles ("títulos" o "derechos") comenzaron a garantizarse por decreto, y a heredarse bajo el sistema de la primogenitura masculina; generalizándose simultáneamente los usos del denominado "feudalismo bastardo". Los miembros de la Cámara de los Lores continuaron siendo los primogénitos de estas familias hasta 1867, en que se volvieron a crear puestos no hereditarios (los llamados Law Lords),[65]​ sistema generalizado desde 1958.

La condición social de la gentry (la nobleza media e inferior), es la del baronet, knight ("caballero"), esquire ("escudero") y gentleman ("gentilhombre"). La landed gentry ("nobleza territorial") disponía de family seat (concepto similar al castellano "solar del linaje").[66]

El elitismo de las instituciones británicas no impedía el acceso de los comunes, pero sí mantenía formas de discriminación como la que podría estar en el origen del término snob (se ha propuesto que se originó por acócope de la expresión Sine NOBilitate -"sin nobleza"-).

Aunque en las Trece Colonias no existía como tal un estamento nobiliario, la llamada Chesapeake gentry (gentry de la bahía de Chesapeake) pretendió construir una suerte de nobleza británica en esa amplia zona, y tras la la independencia estuvo en el origen de la American gentry que, aun sin ser nominalmente una nobleza, dominó las plantaciones en el Sur de Estados Unidos con un "modo de vida" explícitamente aristocrático.[67]

La pretensión aristocrática siguió presente en la high society[68]​ estadounidense de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, produciéndose enlaces "desiguales" con la nobleza europea necesitada de dinero.[69]

En la nobleza alemana se diferencia la uradel[70]​ o "antigua nobleza", que presuntamente sería la nobleza inmemorial originada en la clase dirigente de los pueblos germánicos durante las invasiones o "migraciones" (Völkerwanderung); de la briefadel[71]​ o "nobleza por patente", cuyo ennoblecimiento se registra en época moderna, siendo el primer documento de este tipo la patente o carta de nobleza (adelsbrief)[72]​ concedida el 30 de septiembre de 1360 para Wycker Frosch[73]​ de Maguncia. Términos similares se utilizan en los países escandinavos.

Superpuesta a la continuidad de la nobleza tardorromana y la papal,[74]​ se fue estableciendo la nobleza germánica, vinculada en cada caso a los ostrogodos, los longobardos, los carolingios, los otónidas y sucesivos emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico (los gibelinos frente a los güelfos). En el Sur (Nápoles y Sicilia), la nobleza normanda y aragonesa. En el Centro y el Norte, el patriciado veneciano, genovés,[75]florentino,[76]milanés[77]​ y el de cada una de las numerosas signorias bajomedievales y renacentistas (los Gonzaga de Mantua, los Malatesta y Estensi de Ferrara, etc.), incluido el encumbramiento social de los condottieri. En la Edad Contemporánea la nobleza italiana[78]​ se fue conformando con la unificación del reino de Italia.

La adopción heráldica (adopcja herbowa)[79]​ fue, desde el siglo XIV, un método de ennoblecimiento. Para evitar abusos, desde el siglo XVI debía ser aprobada por el Parlamento (Sejm). De este modo se produjo la integración de cuarenta y siete boyardos lituanos y rutenos en la nobleza polaca (szlachta).

El acceso a la nobleza rusa[80]​ hereditaria se estableció por cuatro vías: decisiones discreccionales del autócrata (el zar), alcanzar un cierto nivel, militar o civil, en servicio activo (establecidos en la tabla de rangos del Imperio ruso), ser recompensado con algún orden del Imperio ruso, o ser beneficiado por el reconocimiento de un antepasado prominente. Entre 1722 y 1845 la nobleza hereditaria se concedió a los oficiales militares que alcanzaban el rango decimocuarto, a los funcionarios civiles que alcanzaban el rango octavo y a cualquiera que obtuviera cualquier orden del Imperio ruso (excepto la Orden Virtuti Militari polaca).

A pesar del igualitarismo del Islam, se da una gran importancia en las sociedades musulmanas al prestigio que da ser de ascendencia árabe, y en particular a la tribu Quraysh y la familia banu Hashim, las del profeta Mahoma. La llamada sharaf al-'Arab, o nobleza árabe, y cualquier otra nobleza local de los territorios que se fueron incorporando al Imperio islámico, fue reemplazada por la pretensión de descender de la sangre del profeta.[81]

Tras el colapso final del Imperio moghul en 1857 y la proclamación del Imperio británico de la India, se mantuvieron y reconocieron muchos títulos de las antiguas tradiciones moghul e hindú, introduciéndose un sistema compuesto de honores que reconocía tanto esos como los propios de la tradición británica. La India fue la única colonia británica en que se confirieron títulos hereditarios británicos a súbditos sin antepasados europeos. En 1950, con la independencia de la India, todos los títulos y honores británicos se hicieron obsoletos en la nueva república, aunque continuaron siendo reconocidos en la metrópolis.

Mientras que los conceptos de nobleza y monarquía hereditaria se remontan a épocas legendarias, lo que puede consiserarse un sistema asentado de nobleza se establece a partir de la dinastía Zhou, que se mantiene en lo esencial, con cambios y adiciones, en los siguientes milenios, aunque el contexto histórico evolucionó constantemente. El último sistema de títulos nobiliarios se estableció bajo la dinastía Qing. La República de China establecida en 1911 por la revolución Xinhai disolvió el sistema imperial, aunque el gobierno mantuvo títulos nobiliarios (como el del "duque" Yansheng).[84]​ Aunque algunas familias nobles mantuvieron sus títulos y dignidades, las nuevas circunstancias políticas y económicas las llevaron a la decadencia. En la actualidad sólo unas pocas familias mantienen algún tipo de pretensión o reclamación de títulos nobiliarios, que casi universalmente están sin reconocer.

En el concepto chino de nobleza, la elevación y la degradación de rango puede ocurrir póstumamente. Así, por ejemplo, Guan Yu, que ostentaba en vida -durante la dinastía Han- el título de "marqués" de Han Shou (漢壽亭侯), durante la posterior dinastía Song fue elevado a "duque" Zhonghui (忠惠公), durante la dinastía Yuan fue elevado a "príncipe" de Xianling Yiyong Wu'an Yingji (顯靈義勇武安英濟王) y, por último, durante la dinastía Ming fue a la vez beatificado y elevado a la categoría imperial como "el santo emperador Guan, el gran dios que subyuga a los demonios de los tres mundos y cuyo pavor se extiende lejos y mueve el cielo" (三界伏魔大神威遠震天尊關聖帝君), mientras que en la cultura popular se le deificaba como dios de la prosperidad, el comercio, la guerra y la policía.[85]

Se ha considerado que la japonesa fue la civilización no europea que desarrolló formaciones sociales históricas más similares al feudalismo (el llamado "feudalismo japonés").[86]Kabane (姓) era el sistema de más de treinta títulos hereditarios diferentes que marcaban el rango social en el Japón medieval: ason (朝臣), omi (臣), muraji (連), miyatsuko (造), kimi (君), atai (値), fubi (史 -"escriba"-), agatanushi (県主), suguri (村主 -"jefe de la ciudad"-), etc;[87]​ se dividían entre los que pretendían descender del linaje imperial (皇別, kōbetsu) y los que pretendían descender de los dioses (神別, shinbetsu).[88]​ Otros términos vinculados al sistema nobiliario japonés son daimyo, kuge -de entre sus miembros, se distinguen los dojo, a los que se permitía sentarse en el suelo junto al emperador, de los jige,-[89]uji[90]​ (anexo:Clanes de Japón), samurai, bushido, etc. Kazoku era el sistema de títulos hereditarios, equiparados a las nomenclaturas europeas, que se fijó tras la revolución Meiji (1869). Una ley de 1959 limita el número de "príncipes", "duques" y "marqueses" e impide crear nuevos títulos, excepto en caso de extinción de la línea sucesoria de alguno ya existente (ko, khosaku, haku, hakushaku, shi, shishaku, dan, danshaku). El título de "príncipe" (ko) fue concedido a la familia Tokugawa (el antiguo shogun) y a las cinco familias de regentes (go-seike): Konoe, Takatsukasa, Kujo, Ichijo y Nijo.[89]


Tractatus de legibus amplissimus:

principales disposiciones legislativas dictadas por la Corona en lo que respecta a este particular, ya que las normativas traslucen los problemas y las tendencias que se advierten en la sociedad. Sin pretensiones de exhaustividad se mencionan a continuación algunas de las medidas adoptadas en orden cronológico. La serie comienza con la respuesta proporcionada por Juan I en las Cortes de Burgos del año 1379 sobre las sentencias declaratorias de hidalguía; luego vienen las leyes dadas en Toro por Enrique III (a. 1398) y en Medina del Campo por Juan II (a. 1436). Como en otros tantos temas jurídicos, doña Isabel y don Fernando sentaron unas bases fundamentales a este respecto en la pragmática dada en Córdoba (a. 1492). Ambos monarcas y después su hija doña Juana I y, posteriormente, su nieto don Carlos fueron aquilatando las normas relativas a los testigos y las probanzas. Sobre esta cuestión también legisló Felipe II, quien volvió sobre el mismo asunto intentando poner diques de contención a unas prácticas que iban en detrimento de los intereses del poder político (a. 1593 y 1594). El espíritu de sus intervenciones era restringir nuevas concesiones. A tal efecto ordenaba vigilar el modo de obtener las pruebas testificales y revisar las hidalguías otorgadas en los últimos veinte años. Por último, Felipe IV dictó la ley de los tres actos positivos (a. 1623). Las necesidades

El estado de la nobleza estaba formado por un conjunto de individuos que gozaban de unos privilegios claramente establecidos y que reconocían entre sí la existencia de un ius convivium y un ius connubium, mas este estrato de la población no constituía un grupo homogéneo ya que en su seno existía una jerarquía de límites no bien definidos. La estructura piramidal del estamento aristocrático tenía en su base un escalón inferior que se correspondía con la hidalguía, límite que ambicionaba transitar el pechero aspirante a mejorar su situación social. Sin embargo, este grado tampoco gozaba de una unidad sustancial. Era considerado hidalgo auténtico sólo el de sangre. Así lo proclamaba Alfonso X el Sabio, quien sentenciaba que «Fidalguía es nobleza que viene a los omes por linaje». Asimismo, la jurisprudencia de corte tradicionalista sostenía que: Princeps potest plebeium inmunem et exemptum facere, et illi concedere ius nobilitatis; non tamen potest eum vere et essentialiter nobilem facere. Los argumentos genealógicos propugnados en estos pasajes no eran aceptados por todos ya que, en realidad, existió un prolongado debate en la sociedad entre los defensores de la nobleza adquirida por mérito personal frente a la heredada, no obstante, la concepción arcaizante predominaría. De hecho, se distinguía entre «hidalgos solariegos», la categoría más antigua; «hidalgos notorios» carentes de solar y de otro título pero tenidos por tales desde antaño; e «hidalgos de privilegio», aquellos que habían alcanzado el umbral nobiliario por designación real. En tales casos la concesión podía estar motivada por méritos civiles o militares, posesión de bienes, adquisición u otras vías. La mercantilización de cargos, estatutos y títulos nobiliarios se incrementó en la época de los Austrias menores, aunque fue una praxis iniciada en reinados anteriores, debido a una situación de decadencia política que se traducía sobre todo en problemas de naturaleza dineraria. No obstante, el ofrecimiento de venta de hidalguías fue una operación poco rentable para el poder a juzgar por los testimonios disponibles. Quien se postulaba para tal ennoblecimiento era mal visto por el concejo y el pueblo llano a causa del perjuicio económico que les ocasionaba su exención fiscal, pero tampoco era bien acogido por las oligarquías locales, celosas de sus privilegios y poco proclives a aceptar a un advenedizo. Por tal motivo la compra de hidalguía no fue una vía muy utilizada y se prefirieron otros procedimientos menos expeditivos, tales como ganarse el preciado don a través de la milicia.

... Por último, habría que añadir a las variantes anteriores los «hidalgos de ejecutoria», así llamados en virtud del nombre asignado al documento judicial que acreditaba tal condición del litigante, habiendo conseguido el refrendo de sus pretensiones mediante un pleito. Por supuesto, la estimación social de los miembros pertenecientes a unas y otras categorías era muy diferente.



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