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Fuga de cerebros



La fuga de cerebros, fuga de talentos o migración altamente cualificada (MAC) es la emigración de profesionales y científicos con formación académica universitaria en su país de origen[1]​ a otras naciones. Ocurre principalmente por la falta de oportunidades de desarrollo en sus áreas de investigación, por motivos económicos o por conflictos políticos en su país natal. Generalmente, esta fuga de cerebros se produce sin regreso. Si bien el fenómeno se acentúa en países en desarrollo, esto no es excluyente, y en muchas ocasiones se da también en países industrialmente desarrollados, debido a diferencias salariales o impositivas. De forma análoga, se habla de desinversión de capital financiero en un país.

La fuga de cerebros hace que el país de origen pierda la inversión en educación superior de esos profesionales y, de la misma forma, el capital social del que formaba parte el individuo se reduce por su partida. En pocas palabras, las personas que alcanzaron su meta quieren seguir triunfando, pero como su país no ofrece posibilidades de desarrollo profesional, emigran.

Después de que Justiniano cerrara la Academia en el año 529, de acuerdo con el historiador Agathias, sus antiguos miembros buscaron refugio en la corte sasánida del rey Cosroes I, llevando con ellos numerosos rollos de pergamino con conocimientos literarios, filosóficos y, en menor medida, científicos. Luego de que el tratado de paz entre el imperio persa y el bizantino en 532 garantizara su seguridad personal, algunos miembros hallaron refugio en la fortaleza pagana de Harran, cerca de Edessa. Una de las figuras líderes de este grupo fue Simplicius, un pupilo de Damascius, la última cabeza de la escuela ateniense. Desde allí, los estudiantes de la Academia exiliados pudieron haber sobrevivido hasta el siglo IX, tiempo suficiente para activar el reavivamiento árabe del neoplatonismo en Bagdad.[2]

Con la caída del Imperio bizantino a manos de los turcos, una considerable cantidad de sabios de la metrópoli afloraron a las costas griegas y mediterráneas, especialmente a Italia, donde reavivaron el interés por el conocimiento del mundo clásico, aportando en buena medida al proceso renacentista europeo.

Tras la Reconquista de España, los Reyes Católicos buscaban un reino unificado religiosamente. Los judíos fueron expulsados del país en 1492, y obligados a la conversión al catolicismo. En la medida en que dominaban las finanzas del país, su expulsión fue una causa clave del decaimiento económico posterior, que requirió el servicio de banqueros extranjeros, como la familia Fugger y otros de la República de Génova. El 7 de enero de 1492, el rey ordenó la expulsión de todos los judíos de España, conformada en ese entonces por la Corona de Castilla, que incluía el Reino de Galicia, el Reino de León, el Reino de Granada y las recientemente conquistadas Islas Canarias; la corona de Aragón, que incluía el principado de Cataluña, el reino de Aragón, el reino de Valencia, el reino de Mallorca, Nápoles y Sicilia. Luego, la reina los expulsaría de Andalucía.[3]​ La expulsión del todavía independiente reino de Navarra se produjo en 1498, por lo que entre ambas fechas hubo una cierta migración judía a territorios navarros. Más información disponible en Jewish History Sourcebook.

La guerra contra los turcos, los árabes y los berberiscos de África meridional afectó a la política interna en el llamado Alzamiento de Alpujarras (1568–1571), lo que motivó la expulsión de los moriscos en 1609. A pesar de ser una minoría étnica, eran una parte fundamental del sector agrario y artesanal. Su partida contribuyó al declive económico en algunas regiones de España. De esta manera, la aristocracia conservadora incrementó su poder a expensas de las provincias económicamente más desarrolladas.

Los sentimientos y leyes antisemitas en Europa durante las décadas de 1930 y 1940, que culminaron en el Holocausto, causaron la emigración de muchos científicos, artistas e intelectuales a las Américas. Ejemplos notorios son:

Además de las condiciones antisemitas, las persecuciones nazis contra liberales y socialistas en Alemania contribuyeron a otro tipo de emigración. El Bauhaus fue forzado a cerrar en la Alemania nazi debido a su pensamiento liberal y socialista, que los nazis consideraban degenerado. La escuela ya había sido cerrada durante la República de Weimar debido a sus afiliaciones políticas, pero fue trasladada a Dessau antes del cierre. Siguiendo este abandono, dos de los tres pioneros de la arquitectura moderna, Ludwig Mies van der Rohe y Walter Gropius, dejaron Alemania con destino a América (mientras Le Corbusier permaneció en Francia). Llevaron consigo el movimiento modernista al público americano y crearon el llamado Estilo Internacional en arquitectura y diseño.

Para el año 1922, la Unión Soviética había restringido las emigraciones de sus ciudadanos a otros países, haciendo casi imposible que estos se retiraran.[4]​ El Primer Ministro soviético Nikita Jruschov más adelante declaró: "Estábamos asustados, realmente nosotros estábamos asustados. Teníamos miedo de desatar un flujo que no pudiésemos controlar y que pudiera habernos ahogado".[5]​ Tras la ocupación soviética de Europa del Este después de la Segunda Guerra Mundial, buena parte de la población de tales áreas aspiraba a la independencia y quería que los soviéticos se retiraran.[6]​ A mediados de los años 50, la decisión de la Unión Soviética de restringir la emigración fue emulada por la mayoría del bloque del Este, incluyendo Alemania Oriental.[7]

Incluso con el cierre oficial de la frontera alemana en 1952,[8]​ las fronteras entre Berlín Oriental y Berlín Occidental permanecieron considerablemente más accesibles que el resto debido a que eran administradas por cuatro poderes.[9]​ El sector de Berlín era un "agujero" a través del cual muchos ciudadanos del Este todavía podían emigrar.[8]​ Los 3,5 millones de alemanes del Este, llamados Republikflüchtlinge, que dejaron el país igualan a aproximadamente el 20 % de la población local.[10]​ Los emigrantes tendían a ser jóvenes y bien educados, llegando a la fuga de cerebros temida por los oficiales de Alemania del Este.[6]​ En 1958, Yuri Andropov, entonces el director de Relaciones con Partidos Comunistas y de Trabajadores de los Países Socialistas, organismo perteneciente al gobierno soviético, escribió un informe urgente al Comité Central para informarles de que entre los refugiados la intelectualidad alemana había aumentado en un 50 %.[11]

Históricamente, la fuga de cerebros ha afectado principalmente a los países en vías de desarrollo o en conflicto bélico, debido a que los científicos formados en instituciones del país de origen emigran al exterior en busca de mejores oportunidades laborales y económicas, malgastando recursos en formación de los países de origen. No obstante, tras la crisis económica mundial que afectó principalmente al denominado Primer Mundo, revirtieron las condiciones económicas, y muchos de los países en desarrollo han recibido en los últimos tiempos un caudal importante de investigadores.

Los ciudadanos de los países más afectados por la crisis en Europa han tomado rumbo principalmente hacia economías florecientes del hemisferio sur, como lo son Argentina,[12]Australia, Brasil, Colombia, Chile,México [13]Angola, Australia y EE. UU.[14]

En 2011, el Banco de México estimó que había 400 mil profesionistas mexicanos (calificados como talentos) residiendo solo en Estados Unidos, siendo esta nación la primera de Latinoamérica en exportar personal altamente calificado y la cuarta a nivel mundial.

A pesar de que la economía juega un factor determinante en el momento de la emigración de los mexicanos, no es el único. Camelia Tigau, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM (CISAN), afirma que la inseguridad y la violencia que se vive en el país, constituyen una causa destacable. Estos, unidos a la falta de la adecuada infraestructura y la falta de interés por parte del grueso de la población en áreas de ciencia y tecnología contribuyen a que el problema vaya en aumento.[15]​ La investigación que llevó a esas conclusiones forma parte del libro de Tigau titulado Riesgos de la fuga de cerebros en México.[16]

México pierde grandes cantidades de dinero por este problema. Un estudio realizado por la Secretaría de Educación Pública estimó que se pierden 900 millones de pesos anuales.[cita requerida]

Retenciones y Repatriaciones del CONACYT es un programa que lleva operando más de 20 años[¿cuántos?][cita requerida] y va dirigido a investigadores con el grado de Doctor. Tiene el objetivo de estimular a los investigadores que se encuentran en el extranjero para que se incorporen y realicen la investigación científica dentro de las instituciones del país.

Este programa es el único establecido para la repatriación. Sin embargo, existen otras alternativas al problema de la fuga de cerebros en México.

La Red de Talentos Mexicanos se crea en 2005 como un proyecto de CONACYT y el Instituto de Mexicanos al Exterior. El propósito fundamental es crear una red a nivel mundial que permite que los mexicanos calificados como personal altamente calificado que residen en el extranjero puedan comunicarse con sus contrapartes para desarrollar nuevos proyectos con el objetivo de contribuir al desarrollo del país.

El país vivió una tradicional fuga de cerebros, en especial durante el régimen militar de Augusto Pinochet. Para revertir esta tendencia durante el primer Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) se implementó un programa de especialización llamado Becas Chile, administrado por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt).[17]

Tras la crisis que enfrenta Venezuela desde 2013, el número de venezolanos residentes en el extranjero ha crecido.

A pesar de que la economía juega un factor determinante también juegan un papel destacable la violencia, la inseguridad ciudadana, la desaparición del 40 %  del parque industrial[18][19]​ y el 11 %  del empresarial.[20]​ Según un sociólogo y analista, la mayoría de las personas que toman la decisión de emigrar son profesionales que en su país natal no pudieron encontrar la oportunidad para desarrollarse en sus carreras. El analista Álamo destaca que esta oleada de venezolanos profesionales graduados, son gente calificada que está dejando vacíos importantes en la Venezuela laboral.[21][22]​ Un estudio publicado en 2015 por la Universidad Central de Venezuela (UCV) detalla que 883.000 profesionales certificados emigraron a 22 países, de los cuales 260.000 eligieron Estados Unidos, 250.000 eligieron Colombia, seguido por España con 200.000 y Portugal con 110.000. [23]

La gerente general de la Superintendencia Nacional de Migraciones de Perú, Roxana del Águila Tuesta, dijo en abril de 2018 que el 90 % de los inmigrantes venezolanos entre 25 y 45 años que llegan al país son profesionales y técnicos.[24]

El país a lo largo de los años se ha caracterizado por su histórica alta capacidad de los recursos humanos. Sin embargo también se ha caracterizado por la baja inversión en ciencia y tecnología con respecto al nivel internacional. Según datos del 2005,[25]​ la ciencia y la tecnología verificaban una fuerte dependencia de la financiación pública, que aportaba el 65 % de la inversión. Este estaba distribuido en un 43 % en el sector gubernamental y un 22 % en las universidades públicas. Con relación al PBI, el sector público aportaba el 0,30 %  mientras que el privado aportaba el 0,16 %  en el año 2002, aunque la participación del sector privado en las actividades científicas y tecnológicas se ha incrementando desde entonces.

Esta tendencia histórica ha sido revertida en los últimos años. En 1997 —con la creación de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica— se inició un ciclo virtuoso en la ciencia y tecnología argentina. Dicho impulso se vio reforzado, a partir del año 2003, por la ejecución de una política de estado que ha aumentado el número de recursos destinados a la ejecución de proyectos científicos, la incorporación de nuevos investigadores, la creación de nuevos centros de investigación, la mejora del salario de los investigadores y la repatriación de científicos argentinos radicados en el extranjero, a partir del programa Raíces, a través del cual se logró repatriar más de un millar de científicos argentinos para el año 2014,[26][27]​ a una razón de 1 científico cada 3 días.[28][29]

A través del CONICET, el Estado argentino financió —desde la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia en el 2003 y hasta el año 2015— a más de 16.000  científicos entre investigadores, becarios y personal de apoyo, frente a los 8.000 que financiaba en 2003. El 7 de octubre de 2013, se repatrió a la científica número 1000.[30]

La nueva gestión de gobierno, iniciada hacia finales de 2015, marcó un viraje en la política hacia los científicos. El presupuesto nacional destinado a la ciencia pasó del 0,75 al 0,59 % del producto bruto interno entre 2015 y 2018.[31]​ Para el año 2017, se redujo en un 60 % la incorporación de nuevos científicos en el CONICET, revirtiendo la tendencia expansiva registrada consecutivamente desde 2004.[32]​ Para 2018, la cantidad de becas que otorgaba el organismo se redujo a la mitad respecto de 2015.[31]​A 2019 el sector de ciencia y tecnología se encontraba en crisis con los despidos masivos en INTI y en el Conicet, la baja en los salarios, los recortes en los cupos de becas y de la carrera de investigación, junto a la situación presupuestaria de los institutos que apenas si tienen dinero para funcionar, no hay fondos para adquirir insumos ni financiamiento para intercambios con científicos de otros países. Error en la cita: Error en la cita: existe un código de apertura <ref> sin su código de cierre </ref> Paralelamente, según organismos especializados, Argentina se convirtió desde 2017 en un polo de emigración y en uno de los mayores países emigración en la región, siendo muchos argentinos que emigran profesionales altamente calificados,[33]​provocado entre otras razones por el recorte presupuestario en ciencia y tecnología aplicado desde 2016 que osciló entre 40 y 60 %.[34]​En solo dos años del nuevo gobierno, los salarios de los investigadores y académicos se convirtieron en los más bajos de la región llevando a un nuevo éxodo de científicos altamente capacitados que remitió a la ‘fuga de cerebros’ que tuvo lugar a fines de los años 90. Esta situación llevó a que más de 1200 integrantes de la comunidad científica de todo el mundo firmaran una dura carta dirigida al presidente argentino, Mauricio Macri, en la cual denunciaron la crítica situación que atravesaba el sistema de ciencia y tecnología argentino por las políticas de ajuste.[35]​En la actualidad, los ingresos del CONICET son gastados para estudios no relacionados con ciencias como tal, si no a espiritismos, como por ejemplo el caso de la esposa de Kiciloff quien recibe un sueldo estudiando ocultismo.



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