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Geografía de Brasil



Brasil es el tercer país más grande de América y el quinto más grande del mundo. Sus límites son: al sur, Argentina, Uruguay y Paraguay; al este, el Océano Atlántico; al norte, Venezuela, Colombia, Guyana, Surinam y Guayana Francesa; y al oeste Perú y Bolivia.

El relieve de Brasil se resuelve en tres grandes unidades topográficas: la cuenca del río amazonas, que ocupa el tercio norte del país, el macizo brasileño, que ocupa casi los tercios restantes y que le sirve de límite por el sur y el Escudo guayanés, que la limita en la parte septentrional y del que sólo una parte es brasileña. La altitud del territorio brasileño es en general moderada. No presenta grandes cadenas montañosas, cordilleras o similares.

Los puntos extremos del territorio brasileño por su posición son los siguientes:

Los puntos extremos por su elevación son:

Las localidades en posiciones extremas son :

El territorio brasileño, incluidas las islas oceánicas, posee cuatro husos horarios, todos al oeste del meridiano de Greenwich (longitud 0.o). En cada franja de 15.o entre meridianos se produce una variación de 1 hora. Esto significa que en Brasil, el horario oficial varía de 2 a 5 horas menos en relación con el Tiempo universal coordinado, UTC, que regula los relojes y el tiempo. La primera franja engloba las islas oceánicas (longitud 30.o W), con dos horas menos que en UTC, sincronizado con el Tiempo medio de Greenwich u hora Zulú. La segunda franja (45.o W) tiene 3 horas menos que UTC y es la hora oficial de Brasil (horario de Brasilia) y engloba los estados de Distrito Federal, Pará, Amapá, Tocantins, Goiás y las regiones Sur, Sudeste y Nordeste; el tercero (60.o W), con cuatro horas menos, incluye Mato Grosso do Sul, Mato Grosso, Roraima, Rondônia y gran parte del estado de Amazonas, y la cuarta y última franja (UTC-5) engloba los estados de Acre y una pequeña parte del estado de Amazonas.[1]

En contraste con los Andes, que alcanzó alturas de casi 7000 m en épocas relativamente recientes e invirtió la dirección de los ríos amazónicos de oeste a este, la formación del Brasil es muy antigua. El 36% del territorio está cubierto por escudos precámbricos cristalinos, especialmente en el centro. El increíble bornhardt o inselberg de granito aislado de Río de Janeiro, conocido como el Pan de Azúcar, es un ejemplo del escudo en Brasil, donde la roca base ha sido esculpida en domos después de decenas de miles de millones de años de erosión.

La principal cadena montañosa alcanza elevaciones por debajo de 2000 m, aunque otras más pequeñas los superan. La Serra do Mar abraza la costa atlántica, y la Serra do Espinhaço, la mayor en extensión, se extiende a través de la parte sur central del país. Las montañas más altas se encuentran en el norte, donde se hallan diversas cadenas montañosas, como la Sierra de Tumucumaque, en Pacaraima, entre Brasil, Venezuela y la Guayana francesa, con 120 km de longitud. Los picos más altos de Brasil se hallan en la Serra do Imeri, y son el Pico da Neblina, de 2.994,80 m, y el Pico Phelps, de 2.992 m, en la misma montaña. En tercer y cuarto lugar, hay que viajar al otro extremo del país, al estado Minas Gerais, donde se encuentran el Pico da Bandeira, de 2.892 m, en la Serra do Caparaó, y la Piedra de la Mina, de 2.798 m, en la Sierra de la Mantiqueira.[2]​ No obstante, la mayor parte del país se halla por debajo de 1000 m.

En general, el país se divide en llanuras, mesetas y depresiones. Las mesetas o planaltos pueden ser de rocas cristalinas muy antiguas o sedimentarias de los periodos Cenozoico y Mesozoico.[3]​ Las mesetas de materiales sedimentarios, caracterizadas por la presencia de cuestas, se encuentran en la cuenca amazónica oriental y occidental, en la cuenca del río Parnaíba y en la subcuenca del río Paraná. Las mesetas en áreas cristalinas se caracterizan por la presencia de colinas y sierras asociados a intrusiones volcánicas y plegamientos antiguos. Entre estas unidades se encuentran los del norte de la Amazonia (Escudo guayanés), los del sur de la Amazonia y en la Chapada dos Parecis, al sudeste de Mato Grosso. La meseta de Borborema y las Serras de Sudeste proceden de la elevación de plegamientos antiguos. En el centro y sudeste, se encuentran grandes áreas elevadas en los cinturones orogénicos, caracterizadas por cadenas montañosas. Este conjunto constituye la llamada meseta brasileña, que ocupa una gran extensión en el centro del país y cuyas principales cadenas son la sierra de Mantiqueira, la sierra del Mar, la Serra do Espinhaço y la sierra Geral.

Las llanuras están formadas por el depósito de sedimentos de origen fluvial, lacustre o marina. En el interior de Brasil, se encuentran asociadas a grandes ríos. Una de las principales es la llanura amazónica, formada por várzeas, asociadas a bosques de várzeas o llanuras de inundación, terrazas fluviales, de menos de 30 m de altura, que solo se inundan con las crecidas fuertes, y tierra firme, hasta 350 m de altura, formadas básicamente por arenisca. Otras llanuras importantes son las del río Guaporé o Iténez, la del río Araguaia y la del río Paraguay, que forma parte del Pantanal, el humedal más grande del mundo y que cubre el oeste de Brasil y partes de Bolivia y Paraguay. En el extremo litoral sur se encuentran las llanuras de las lagunas de los Patos y de Merín, entre Brasil y Uruguay. A lo largo del litoral existen llanuras de poca extensión, asociadas a las bocas de ríos importantes, como río Doce o río Paraíba do Sul.

Las depresiones están formadas por la intensa erosión de los escudos cristalinos, interpuestas entre las mesetas y las llanuras. Como las mesetas, están ampliamente afectadas por las variaciones paleoclimáticas, sobre todo en el Terciario y el Cuaternario. Con todo, la depresión de Amazonia occidental tiene una génesis diferente, a partir de procesos fluviales que acabaron por dar origen a un terreno llano y con pequeñas y bajas colinas. Las demás depresiones se encuentran en las grandes cuencas. Destacan las del norte y sur amazónicas, la del alto Paraguay y las de los ríos río Araguaia y São Francisco, también conocida como Pernambucana.

La mayor parte del territorio se remonta al periodo precámbrico. Así, las formaciones geológicas han pasado por varias fases erosivas que las han desgastado y dado lugar a las grandes cuencas sedimentarias. Brasil se sitúa en el interior de la Placa sudamericana, que se extiende desde los Andes hasta la dorsal Mesoatlántica.

Los terrenos expuestos más antiguos corresponden a los cratones formados por rocas metamórficas cuya edad se halla entre 2 y 4,5 mil millones de años. El cratón amazónico, dividido entre el escudo guayanés, al norte, y el escudo de Brasil central o Guaporé, presenta predominantemente rocas intrusivas, como granito, junto con depósitos sedimentarios residuales. Destacan, con características similares, el antiguo cratón São Francisco, que se extiende desde Minas Gerais al centro de Bahía, y el cratón Sul-riograndense, que aflora en la Región Sur de Brasil.

A lo largo del periodo precámbrico se desarrollan grandes orogénesis de los que surgen tres cadenas montañosas. la primera, u orogénesis del Atlántico, se extiende desde la Región Nordeste al litoral de Rio Grande del Sur. En esta áreas, existe una gran complejidad de formaciones estructurales y litológicas, prevaleciendo rocas metamórficas como gneis, migmatita, cuarcita y una mezcla de mica y cuarzo. En este cinturón se encuentran actualmente importantes cadenas montañosas, incluidas las sierras de Mantiqueira y Espinhaço, moldeadas por la intemperie, más allá de las fallas. Por su parte, la orogénesis de Brasilia se extiende desde el sur de Tocantins hasta el sudeste de Minas Gerais. En esta región, surgen sierras estrechas y alargadas, a veces con la aparición de chapadas (relieves en cuesta que forman planicies terminadas en acantilados). Entre las principales, destacan la Serra de Canastra y la Serra dos Veadeiros. Finalmente, la orogénesis Paraguai-Araguaia se extiende desde el norte de Goiás hasta el sur de Mato Grosso y resurge al sur del Pantanal, en la Serra do Bodoquena. Está formado por una cadena de sierras originadas por plegamientos antiguos que han estado parcialmente preservados.

El proceso de erosión de los escudos cristalinos ha formado grandes cuencas sedimentarias, de las que las tres principales son la cuenca amazónica, la cuenca del río Parnaíba y la del río Paraná. Los sedimentos se han depositado a lo largo del periodo Fanerozoico, en los últimos 600 millones de años, dando origen a diferentes tipos de rocas sedimentarias, como arenisca, limolita y argilita. Especialmente, en la cuenca del Paraná, depósitos de lava ocurridos entre los periodos Jurásico y Cretácico hicieron que lechos de rocas magmáticas se depositasen sobre rocas sedimentarias. Después, procesos de epirogénesis (ascenso lento de un cratón o escudo) provocaron el surgimiento de las cuencas que, a su vez, dieron lugar a los acantilados de las sierras de Mantiqueira o de Mar. Por esta razón, en el relieve actual se pueden encontrar terrenos sedimentarios con cotas superiores a la de los escudos cristalinos. De esta forma, las cuencas sedimentarias sufrieron un intenso proceso de erosión en los bordes, originando depresiones periféricas. En el periodo Mesozoico, las cuencas recibieron la mayor parte de los sedimentos. En el periodo Cenozoico, se forman depósitos importantes en la parte occidental de la cuenca amazónica y en el litoral de la Región Nordeste (Terciario) y, más recientemente, en la llanura del Pantanal y a lo largo del curso de río Amazonas y sus afluentes.

Brasil tiene una parte considerable de los recursos minerales del mundo y es uno de los principales exportadores, con más de un centenar de sustancias minerales, entre las que destacan la producción de hierro (sobre todo en el Quadrilátero Ferrífero[4]​) y niobio, de los cuales es el mayor exportador mundial. También es importante la extracción de caolinita (agroquímicos y construcción), tantalita (el tantalio, para móviles, es parte del coltán), bauxita (aluminio), grafito, amianto, casiterita (estaño), magnesita, vermiculita (aislante), piedras ornamentales, talco, fosfatos y oro.

Las reservas brasileñas de petróleo y gas natural se concentran principalmente en las regiones oceánicas a lo largo del litoral, y cantidades menores en la Amazonia. Recientemente, han sido descubiertas reservas importantes en la capa de presal, la parte de la plataforma continental formada después de la separación de Gondwana por deposición de gruesas capas de evaporitas, cristalización de las sales disueltas en lagos y mares. En la Región Sur se encuentran importantes reservas de carbón, que se destina sobre todo a alimentar las centrales termoeléctricas del país. La producción de uranio está concentrada en una única mina en Caetité, en Bahía, donde se ha encontrado uraninita, destinada a las centrales nucleares del país (Central nuclear Almirante Álvaro Alberto).

Debido a la heterogeneidad de las condiciones geológicas y ambientales del territorio brasileño, se encuentra una gran diversidad de suelos por todo el país. Para sistematizar esta clasificación, se ha creado el Sistema Brasileiro de Classificação de Solos[5]​ y un sistema taxonómico oficial de clasificación de suelos agrupados en 13 órdenes[6]​ que incluyen todas las peculiaridades encontradas en el territorio.[7]

Los suelos más representativos del país, con cerca de 3 000 000 km², el 31,5% del territorio, son los latosoles, con un contenido relativamente alto de hierro y óxidos de aluminio, que ocupan una gran extensión por todo el país. Poseen un buen potencial agrícola si se corrigen correctamente con caliza y fertilizantes químicos. También se conocen como oxisoles o ferralsoles, lo que antiguamente se conocía como suelos lateríticos, con alto contenido en hierro y aluminio, cuarzo y arcilla caolinita. De color rojo o amarillo, tienen una capa de humus delgada debida a la vegetación existente y una capa inferior lavada por las lluvias poco fértil encima de la roca madre.

Le siguen los entisoles, que en Brasil se denominan neossolos, suelos poco desarrollados, sin horizontes definidos, que cubren 1 130 776 km², el 13,28% del territorio; hay de muchos tipos, pero suelen estar compuestos de arena, óxido de hierro, óxido de aluminio y caolinita (arcilla).

Luego están los nitisoles, conocidos en otras clasificaciones como acrisoles y alfisoles[8]​ y cercanos a los oxisoles,[9]​ profundos, rojos y bien drenados, con más de un 30% de arcilla, pero que cubren menos de un 1% del país.[10]

Los organosoles, conocidos también como histosoles están formados al menos por un 75% de material orgánico. Actúan como sumidero de carbono, pero son esporádicos en Brasil, aunque hay por todas partes.

Por último, queda la terra preta, un tipo de suelo oscuro y fértil encontrado en la cuenca del río Amazonas, también denominado "tierra negra del Amazonas", muy fértil y desarrollado por los pueblos indígenas a lo largo de miles de años. Está formado por el suelo natural de la región, laterítico, carbón vegetal, fragmentos de cerámica, desechos orgánicos y microorganismos.

El clima de Brasil es, en gran parte, tropical, solamente el sur presenta clima subtropical.

Se estima que en Brasil se encuentran dos millones de especies de microorganismos, plantas y animales, que corresponden a entre un 10 y un 30 % de todos los seres vivos de la Tierra, aunque muchos de ellos no han sido descritos todavía por la ciencia. Brasil se encuentra dentro de la región biogeográfica neotropical, aunque solo el 16% del territorio se encuentra protegido en más de 1600 áreas distribuidas por el país.

La Amazonia representa uno de los dominios fitogeográficos más importantes del mundo, pero el paisaje de Brasil está sufriendo serias devastaciones, disminuyendo su extensión territorial y su biodiversidad.

El Amazonas, desde hace mucho tiempo, sufre incendios, efectivos para prácticas agrícolas, a pesar de que su suelo no debe ser adecuado a tales actividades. Con los incendios, las lluvias, que son constantes en la región, terminan dañando intensamente el suelo (antes protegido por los árboles), que consecuentemente, sufre una disminución en sus nutrientes, perdiendo el humus, importante para la fertilidad de la vegetación. Intensa deforestación también es realizada en la región para minería y para la extracción de madera.

También la Mata Atlántica, impropia para la agricultura y para la crianza de ganados, sufre agresiones, principalmente en la caza y pesca depredadora, así como con la polución industrial.

En la Amazonia, el tipo de vegetación viene determinado por el régimen de inundaciones. El bosque de tierra firme, más del 90% de la superficie forestal, se sitúe en áreas que normalmente no quedan cubiertas por las aguas. Está representada por los grandes árboles, de hasta 60 m de altura y una densa vegetación. El bosque de [[igapó], por otro lado, se encuentra en zonas siempre inundadas, donde los árboles son más bajos y de densa ramificación. Entre estas áreas está el bosque de várzea, donde las inundaciones ocurren estacionalmente.

La zona central de Brasil está cubierta por sabanas, que forman el bioma del cerrado. Se caracteriza por la gran variedad de paisajes, desde formaciones herbáceas hasta arboledas, en función del área sobre la que se extiende, o la pobreza en nutrientes del suelo. El cerrado arbóreo está formado por árboles bajos, espaciados y tortuosos, con raíces profundas para la captura de agua, incluso aunque no haya escasez. La tala y quema se realiza a pequeña escala para controlar el equilibrio ecológico del bioma, al permitir el control de las gramíneas y el brote de los árboles.

En el nordeste brasileño, donde llueve menos, se encuentra la caatinga, cuyo nombre proviene del tupí y significa bosque blanco, una región de árboles dispersos, caducos, que viven durante un corto periodo de lluvias y padecen un largo periodo de sequía, una especie de chaparral semiárido. A pesar de las condiciones ambientales, la variedad de especies del sertão o sertón es muy grande, con predominio del bosque húmedo caduco o estacional (mata seca), y una zona de transición entre la selva amazónica y la caatinga, que da lugar un tipo de ecorregión denominada agreste y a otro conocido como mata dos Cocais, en los estados de Maranhão, Piauí, Ceará, Pará y el norte del Tocantins, formado por abundancia de palmeras, sobre todo la palma babasú y la carnaúba en áreas más secas.

A lo largo del litoral, la humedad procedente del océano permite la formación de la mata atlántica, un bosque denso, de árboles altos, desde Rio Grande do Norte a Rio Grande do Sul. El acusado relieve sobre el que crece el bosque permite una gran diversidad de vegetación adaptada a la altitud. De todos modos, solo subsiste un 8% de la vegetación original, en las serras do Mar y Mantiqueira, debido a la deforestación ocurrida durante la colonización. En transición entre los ambientes marino y terrestre se encuentra una zona de manglares que se extiende a lo largo de todo el litoral brasileño, entre el norte de Amapá y Santa Catarina.

En las zonas altas del sur, el bosque de araucarias domina el paisaje, coníferas adaptadas sl clima húmedo y fresco, dominada por diferentes tipos de araucaria, como el pino Paraná, que varían según la altitud. Finalmente, aparecen grandes extensiones de vegetación herbácea, en especial en Río Grande del Sur, donde forman las pampas, una zona de pastos que cubren las colinas y las zonas costeras del extremo sur. En el interior, la llanura de inundación del Pantanal, donde se da un gran mosaico de vegetación típica del cerrados, bosques y vegetación higrófila.

La flora de Brasil es una de las más variadas del mundo. En todas las regiones se encuentran plantas de valor comercial. En la selva amazónica destacan la seringueira o árbol del caucho, la castaña del Brasil o coquito, la caoba, el guaraná, el palo de rosa y otras especies. El babasú se encuentra en la zona de transición hacia el sertón, donde destacan la carnaúba, Schinopsis brasiliensis, la aroeira, el cáctus Pilosocereus polygonus, el umbú y otros. En la mata atlántica destacan la jacarandá de Brasil, el cedro y Aspidosperma spruceanum. En el sur del país se encuentran el pino del Paraná, la imbula, Tabebuia chrysotricha y la yerba mate.

La gran variedad de hábitats naturales de Brasil abarca una de las mayores diversidades de especies de todo el mundo. En 2008, una de cada once especies conocidas de la Tierra estaba registrada en Brasil, que contaba en aquel año con 522 especies de mamíferos, además de una de cada seis especies de aves, con un total de 1622 registradas en el país; una de cada 15 especies de reptiles, con 468 especies registradas, y una de cada 8 especies de anfibios con 516 especies. Por otro lado, se conocían entonces 68 especies endémicas de mamíferos, 191 especies endémicas de aves, 172 de reptiles y 294 de anfibios. En contrapartida, en 2014 había 1.173 amenazadas de extinción por la reducción de hábitats.[12]​ En 2017, la deforestación de la Amazonia aumentó en un 14%, unos 7900 km² en un año.[13]

El litoral de Brasil está bañado, exclusivamente, por el océano Atlántico, un tramo del litoral sudamericano en general poco recortado que va desde el cabo Orange, en el norte, hasta el arroyo Chuy, en el sur, una longitud de 7.491 km[14][15]​ —que aumenta hasta los 9.198 km si se consideran los salientes y entrantes costeros— que lo convierte en el 15º litoral nacional más largo del mundo.

De los 26 estados brasileños nueve no tienen litoral, así como tampoco el Distrito Federal. La mayoría de los 17 estados costeros tienen sus capitales situadas cerca de la costa, salvo Porto Alegre (Río Grande del Sur), Curitiba (Paraná), São Paulo (São Paulo), Teresina (Piauí), Belém (Pará) y Macapá (Amapá). Porto Alegre, Belém y Macapá se encuentran emplazadas cerca de grandes ríos navegables, accesibles por ello desde el litoral.

La zona del litoral tiene un ancho variable, desde los 300 km en la región norte ecuatorial, disminuyendo a 170 km en Ceará, a 50 km en el cabo de São Roque, a 30 km en Bahía y sigue al sur con un promedio de 100 a 170 km hasta la barra de Chuy. Las profundidades son pequeñas, de aproximadamente 20 metros y se corresponden con el relieve de la plataforma continental. A lo largo de la costa se alternan litorales rectilíneos, con bahías, playas, dunas, manglares y restingas, con zonas escarpadas y abruptas, con arrecifes y acantilados y otras formaciones menores. Las playas brasileñas (2.095 en total[16]​) son famosas en el mundo y reciben un gran número de turistas.[17][18]

La mayoría de las islas de Brasil son islas muy próximas a la costa, de la que las separan estrechos pasajes y canales. Muchas suelen estar en las desembocaduras de los ríos, formadas por los grandes aportes sedimentarios, siendo destacable el gran archipiélago de Marajó, en la boca del Amazonas. Apenas hay islas separadas del litoral, en todo caso grupos de pequeñas islas, como el atolón de las Rocas y archipiélago Fernando de Noronha (a 260 km y 360 km respectivamente de Natal) y Trinidad y Martín Vaz (a 1.150 km de Vitória).

Una famosa expresión en Brasil es «do Oiapoque ao Chuí»,[18]​ que significa desde el extremo sur al extremo norte del país. Sin embargo, actualmente el verdadero punto más al norte del país es el monte Caburaí, en el interior, en el estado de Roraima, mientras que el punto más al sur se encuentra en Santa Vitória do Palmar.

En su mayoría, las islas brasileñas son costeras, situadas junto al litoral o apoyadas en la plataforma costera, pero también hay islas oceánicas distantes y apoyadas en la dorsal atlántica. De estas, cinco perteneces a Brasil.

De acuerdo con los órganos gubernamentales, existen en Brasil trece grandes cuencas hidrográficas, de las cuales siete llevan el nombre de sus ríos principales. Amazonas (la más caudalosa del mundo), Paraná, Tocantins, São Francisco, Paranaíba, Paraguay y Uruguay; las demás son grupos de varios ríos, no teniendo uno como principal afluente, por eso son llamadas cuencas agrupadas.

Las siete cuencas principales de Brasil, según el anuario estadístico de 1992 son:[19]

Su principal uso es utilizado para la generación de energía eléctrica y para el transporte de cargas y personas. El potencial hidrográfico es también utilizado para el riego artificial, la navegación turística, la pesca y extracción de arena.

Brasil es rico en minería, como diamantes, oro, hierro, magnesio, níquel, fósforo, plata, uranio. Produce el 80% del petróleo que consume.

Brasil está dividido en estados y territorios. Los estados tienen administración independiente y soberana, sometidos a la constitución brasileña, y al código de leyes brasileñas como a su propia constitución estatal.

Actualmente Brasil está dividido en 26 estados y un Distrito Federal, agrupados en cinco regiones (población según el censo 2000):

Los estados poseen autonomía, pero no soberanía. Solamente la República Federativa de Brasil posee soberanía.

Según la IUCN hay 2.299 áreas protegida en Brasil, 2 509 321 km², el 29,42% del territorio, y 977 793 km² de áreas marinas, el 26,62% de los 3 672 584 km² que pertenecen al país. De estas, 7 son patrimonios de la humanidad, 6 son reservas de la biosfera de la Unesco y 25 son sitios Ramsar. Además, hay 55 refugios naturales, 345 parques, 93 estaciones ecológicas, 88 reservas extractivas, 96 bosques, 426 reservas patrimonio privadas, 708 áreas indígenas, 42 área de interés relevante ecológico, 41 monumentos naturales, 19 reservas indígenas, 37 reservas de desarrollo sostenible, 55 reservas biológicas y 255 áreas de protección medioambiental.[23]

Los 25 sitios Ramsar de Brasil cubren un total de 24.646.410 ha.[24]

Unidades de Conservación en Brasil

Los datos relativos a la superficie del país y las longitudes de las fronteras se han obtenido de la Wikipedia en inglés.



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