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Guerra de los Quince Años



Historia de Hungría a partir de la llegada de los magiares a Europa.

Los magiares, conocidos como húngaros en la mayoría de los países occidentales, fueron un pueblo organizado en un principado, con características nómadas, proveniente de las planicies del Asia Central, hasta su emigración hacia la Europa central a finales del siglo IX, cuando se establecieron en la actual Hungría. Este largo viaje y el parentesco con los hunos trata de ser explicado de incontables formas y en varias leyendas, como por ejemplo en la de los hermanos Hunor y Magor.

El principado húngaro se hallaba compuesto por varias tribus de la misma lengua y bajo el comando de dos príncipes. Era por esto que precisamente recibía el nombre de Principado doble húngaro. Uno de los príncipes llevaba el título de "Kende"; este era el líder religioso de los húngaros y su símbolo era el sol; el otro príncipe portaba el título de "Gyula", y era el caudillo militar de los húngaros, bajo el símbolo de la luna.

A comienzos del siglo IX, el principado húngaro, que ya venía avanzando desde la región de Levedia, se hallaba bajo la influencia del Kanganato jázaro, un Estado de etnia túrquica, que estaba localizado en Eurasia, al norte del mar Negro. A causa de una guerra civil hacia 830, las tribus húngaras se desplazaron hacia occidente, con dirección a la Europa Oriental y arribaron a la región conocida como la Tierra entre dos ríos (en húngaro: Etelköz). Su permanencia en esta región no sería muy prolongada, puesto que ataques de los pechenegos en 854 los forzarían a seguir avanzando hacia el occidente. Para la época del viaje a través del Etel köz se estima que el kende era el príncipe Levedi y el gyula fuese el príncipe Álmos.

El principado estaba compuesto originalmente por siete tribus húngaras, y en un momento de su historia previa a la llegada al territorio actual húngaro, sus líderes Álmos, Előd, Kond, Tas, Huba, Töhötöm y Ond hicieron un pacto de sangre, reconociendo a todas como iguales (como una sola tribu) y a la vez totalmente supeditadas a un caudillo único, Álmos y su nación. Se estima que por esta época, el poder real del principado recaía en la figura del gyula. Así, Álmos, y posteriormente su hijo Árpad, serían aquellos que conducirían al pueblo húngaro hasta la cuenca de los Cárpatos.

Los húngaros habrían sido guiados desde Asia hasta la cuenca de los Cárpatos por el príncipe Álmos, el cual en ceremonias religiosas y según la leyenda, «por su propia voluntad» había sido sacrificado para obtener futuras victorias, antes de cruzar las montañas carpatianas. Árpad, el hijo del príncipe Álmos, tomó el mando del principado y de las tribus, ordenando a las tropas húngaras que entraran en la cuenca de los Cárpatos. Estos soldados se encontraron con los dominios del príncipe moravo Svatopluk, hallados en la región norte de los Cárpatos y en el territorio de la actual Eslovaquia. En 894 se firmó una alianza, donde los magiares mantenían una posición hostil ante los francos. Árpad envió un caballo blanco sagrado como ofrenda al príncipe moravo, y al poco tiempo murió Svatopluk, dejando problemas sucesorios entre sus hijos. En el año 895, el príncipe Árpad condujo al ejército principal de los húngaros a la cuenca de los Cárpatos, atravesando dichas montañas por el paso de Verecke (en húngaro: Vereckei-hágó). Mientras se efectuaba el descenso entre las montañas, la retaguardia húngara fue atacada por los búlgaros del zar Simeón I (esta arremetida del zar se debió a que un año antes, los húngaros habían asistido al emperador bizantino en una campaña contra los búlgaros, siendo dirigidos por los príncipes Árpad y Kurszán).

En 896 los húngaros se asentaron alrededor del río Tisza y posteriormente en marzo de 899, en alianza con el rey de Francia Oriental, Arnulfo de Carintia, los ejércitos de Árpad invadieron Italia y vencieron al rey Berengario de Friuli. Después de esto, Arnulfo reconoció el señorío de los húngaros sobre las tierras de Panonia. En 901 se establecieron alrededor del Balaton; a continuación, ocuparon también parte del este de Austria y el suroeste de Eslovaquia, hasta cubrir en su totalidad la cuenca de los Cárpatos, conocida también bajo el nombre de cuenca panónica. En 902 las tropas húngaras atacaron el gran principado moravo y lograron derrumbar los restos de los dominios del fallecido Svatopluk. Bajo el mando de Árpad comenzarían, entonces, a aventurarse por toda Europa incluyendo los territorios de la actual Austria, Suiza, el sur de Francia y la península itálica e ibérica.

Los húngaros resultaron una suerte de pesadilla para el Sacro Imperio Romano Germánico y otros Estados medievales, quienes no se habrían enfrentado a enemigos nómadas similares desde los hunos. Muchos duques y reyes menores de las regiones germánicas e itálicas comenzaron a contratar a las tropas húngaras para que atacasen y venciesen a sus respectivos enemigos. De esta forma, a consecuencia de estas incursiones en otros reinos y ducados medievales, los húngaros ejecutarían incontables saqueos y quemarían todas las aldeas que hallaban en su paso, siendo temidos especialmente por la precisión de sus flechas. En el verano del 904, los húngaros habían causado estragos en territorio germánico, y el rey Luis IV (el Niño) llamó a varios líderes húngaros, entre ellos al príncipe Kurszán, para negociar la paz. Después de que arribasen a su campamento junto al río Fischa, el rey germánico los asesinó a todos. Con la muerte de Kurszán, quien se presume que llevaba el título de "kende", el principado doble húngaro llegaría a su fin, y según se relata, el mando total del principado terminaría en manos del Gyula llamado Árpad. Después de esto, en el 905, los húngaros invadirían Lombardía y después de causar estragos firmaron la paz con el rey Berengario de Friuli.

En 907 el rey Luis IV (el Niño) temiendo las invasiones húngaras y anhelando expulsarlos de los territorios moravios, mandó un ejército germánico hacia los territorios de los magiares. Los germánicos fueron derrotados por las tropas del Gran Príncipe Árpad en la batalla de Bratislava. Las fronteras del principado húngaro se expandirían hasta el río Enns y meses después, en 908 los húngaros salieron nuevamente victoriosos en la batalla de Eisenach.

Después de esta victoria los ejércitos húngaros continuaron movilizándose y particularmente en 911 invadieron Burgundia y la saquearon. En 915, los húngaros sitiaron fallidamente la ciudad alemana de Fulda e incendiaron Bremen. En el 919 derrotaron a las fuerzas del emperador germánico Enrique I el Pajarero en la batalla de Puchen, haciéndole pagar un tributo durante los siguientes diez años. En 926 los húngaros sitiaron y quemaron la fortaleza de San Gall exceptuando un monasterio. Por otra parte, en 932 el emperador Enrique el Pajarero se negó a pagar tributo y un año más tarde los ejércitos imperiales vencieron a los húngaros en la batalla de Merseburgo en 933.

En el año 934, las tropas húngaras llegaron a Constantinopla y exigieron un impuesto al emperador, el cual después de ser presionado acepta pagarlo a los húngaros a cambio de 9 años de paz. Por otro lado, contingentes húngaros se movilizaron hacia la península ibérica y arribaron a Al-Ándalus en 942, sitiando sin éxito las ciudades del soberano musulmán Abderramán III, entre ellas el asedio de Lérida. Por falta de armas de asedio y alimento, se vieron forzados entonces a retirarse y a volver a sus dominios en Panonia. Posteriormente en el 943 volverán ante el siguiente emperador bizantino y en esa oportunidad exigirán nuevamente tributos para otros cinco años de paz.

Los húngaros paganos estaban organizados en un sistema de tribus dentro de una federación dirigida por la figura del Gran Príncipe. A mediados del siglo X este poder central comenzó a debilitarse, y las tribus y sus jefes gozaron de mayor independencia y organizaron campañas por su cuenta y no coordinadas. Por otra parte, en 950 el jefe tribal Gyula de Transilvania viajó a Constantinopla y, como hecho relevante e inédito, se hizo bautizar según el rito oriental ortodoxo, adoptando la fe cristiana y recibiendo el título de patricio. Gyula y el emperador Constantino VII se hicieron amigos íntimos, y cuando regresó a sus dominios, el jefe húngaro se llevó consigo a un obispo griego, Hierotheos, quien comenzó el proceso de evangelización de la corte del jefe húngaro (si bien este fue el primer intento de cristianizar a los húngaros, habrá que esperar medio siglo más para que el rey San Esteban I de Hungría, nieto de Gyula, completase esta labor, aunque bajo la fe católica).

En 947, Falicsi, el nieto de Árpad, subió al trono del principado húngaro y gobernó hasta 955, cuando Taksony, también nieto de Árpad, se hizo con el poder después de la derrota que sufrieron los húngaros ese año. Será en 955 cuando el rey alemán Otón I (y futuro emperador) infligió a los húngaros una devastadora derrota en la batalla de Lechfeld. Durante la batalla fueron capturados Lehel, Bulcsú y Sur, tres de los caudillos húngaros, y posteriormente mandados ahorcar por Enrique I, duque de Baviera. Existe la leyenda de que al ser llevados ante su captor, probablemente Conrado el Rojo, Lehel le asestó un golpe mortal en la cabeza con su cuerno de batalla. Desde luego, esta leyenda ha resultado ser solo un «consuelo» elaborado para compensar levemente el desánimo de los húngaros ante tal derrota. Después de dicho acontecimiento, los magiares comenzaron a establecerse definitivamente en la cuenca carpatiana.

Después de la derrota en occidente, los húngaros continuaron sus incursiones en oriente, arribando a las fronteras del Imperio bizantino y exigiéndole un tributo al emperador. Según la tradición, en el 960 las tropas húngaras de Apor llegaron a Constantinopla y para evitar un gran derramamiento de sangre, organizaron un duelo entre el mejor soldado de cada bando. Para los bizantinos luchó un griego gigante, y para los húngaros el jefe Botond, de constitución más bien menuda. Al parecer el húngaro venció al griego gigante y los bizantinos pagaron impuestos por un corto tiempo.

Los descendientes de Árpad se convertirían en la casa reinante de los magiares durante el siglo XI y XII. Zolta, el hijo de Árpad, engendraría a Taksony, padre del gran príncipe (en húngaro: "nagyfejedelem") Géza. El príncipe Géza apreció las ventajas de pertenecer al mundo cristiano europeo medieval, así que lentamente comenzó a aceptar la llegada de misioneros al Principado de Hungría tras haberse reunido en el mismo año de su ascenso al trono del principado, en 973, en Quedlinburg con Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico para firmar la paz. Posteriormente se bautizó y tomó como esposa a Sarolta, la hija del Príncipe húngaro de Transilvania, quienes pertenecían a la religión cristiana ortodoxa. Géza también hizo bautizar a su hijo Vajk, quien adoptó el nombre de Esteban y más tarde subiría el trono húngaro como Esteban I de Hungría.

San Esteban nació en la ciudad de Esztergom, la sede o capital del principado húngaro y posteriormente capital político-administrativa del Reino de Hungría. Tras la llegada de San Adalberto de Praga cerca de 993 a petición del príncipe Géza, Esteban fue bautizado y aprendió de este las artes cristianas y latín, preparándose para el reinado de un Estado cristiano medieval. En 996 regresó nuevamente San Adalberto a suelo húngaro junto con su pupilo San Anastasio, al cual dejó encargado de la labor evangelizadora en el principado húngaro. Si bien Géza estaba bautizado también, él como líder de todos los húngaros practicaba ceremonias cristianas y paganas por igual, utilizando como argumento que «él era un príncipe tan grande que podía alabar a varios dioses por igual».

El reino de Hungría fue fundado por Esteban I de Hungría, quien fue coronado en diciembre del año 1000 por San Anastasio, el cual había sido enviado a Roma a pedirle una corona y su bendición al Papa Silvestre II. San Esteban era descendiente directo de Árpad e hijo del Príncipe Géza, caudillo de todos los húngaros, quien murió en el 997. Puesto que en la Hungría pagana existía la costumbre del senioratus, donde el miembro mayor de la familia gobernante tomaba el puesto de líder supremo tras la muerte del anterior, Esteban tuvo que luchar con Cupan, un pariente lejano también descendiente de Árpad. Cupan exigió a la reina Sarolt, y viuda de Géza como su esposa y el trono de Hungría. Después de larga batalla cerca de la ciudad de Veszprém, Esteban logró derrotarlo gracias a la ayuda de tropas germánicas, que llegaron a Hungría junto con Gisela de Baviera, esposa de San Esteban, con lo que la Rebelión de Cupan fue sofocada en 997 en la batalla de Veszprém. Una de las alianzas más importantes que se había gestado era la unión matrimonial de San Esteban I y de Gisela de Baviera, hermana del emperador Enrique II del Sacro Imperio Romano Germánico, el último miembro varón vivo de la familia real de Otón I el Grande.

Tras vencer a Cupan, fue coronado como rey de Hungría y comenzó el proceso de fundación del Estado húngaro, donde introdujo el cristianismo y fundó incontables iglesias, monasterios, claustros y basílicas a lo largo del territorio (la más relevante fue la basílica de Székesfehérvár, terminada por tiempo antes del fallecimiento del rey. Esta edificación podía albergar a cerca de 9000 personas al mismo tiempo en sus naves, y fue el lugar de coronación y sepultura de los siguientes reyes húngaros hasta su destrucción a finales del siglo XVI).

Por otra parte, previa a su cristianización y sedentarización, el pueblo húngaro estaba organizado en un sistema de federación de tribus, donde la figura del Gran Príncipe guiaba y representaba a todas los jefes menores. A mediados del siglo X el poder de este fue decayendo y si bien lo reconocían y respetaban, no lo obedecían ciegamente. Para el momento en que San Esteban comenzó a organizar el Estado y la Iglesia, se vio forzado a barrer con los restos de este sistema tribal. Uno de ellos pudo haber sido el propio Cupan, pero pronto se enfrentó a su tío materno, consolidando su poder sobre la región de Transilvania al vencer al líder Gyula, quien era hermano de su madre Sarolta. Después de esto, Transilvania se convirtió formalmente en otra región del reino ya habiendo estado originalmente poblada por húngaros y la gente de origen székely. Seguidamente las fuerzas de Esteban I chocaron contra el jefe Ajtony en la batalla de Nagyősz en 1008 y le dieron muerte, consolidando el poder del santo monarca húngaro en el Sur del reino.

Con la introducción del cristianismo, las órdenes más importantes que llegaron al reino fueron la benedictina y la franciscana, por lo que Hungría contaría con dos archidiócesis: Esztergom y Kalocsa; y diez diócesis: Esztergom, Győr, Veszprém, Pécs, Vác, Eger, Kalocsa, Csanád, Bihar y Transilvania. Por otra parte, el reino fue dividido en comarcas (en húngaro: megye), tomando como patrón la distribución del Sacro imperio Romano Germánico, y a la cabeza de cada comarca colocó un ispán (gobernador de provincia), que sería elegido por el mismo rey.

San Esteban instituyó el uso de la moneda (anteriormente se pagaba sobre la base de animales, como terneros) y estableció impuestos comerciales y el diezmo. En 1001 y posteriormente a finales de su reinado sancionó dos códigos, el primero con 35 decretos y el segundo con 21. Estos códigos contenían serias medidas contra el robo, adulterio, asesinato; también dotaron a la Iglesia de terrenos y animales para la construcción y mantenimiento de monasterios e iglesias, ordenaba los deberes de los obispos y sacerdotes, así como los de los húngaros de asistir a misa y cumplir con los sacramentos y demás medidas del cristianismo.

En sus últimos años de vida, San Esteban perdió a su único hijo y heredero, San Emérico, durante una cacería y nombró su sucesor a Pedro Orseolo, hijo de las hermanas del rey, nacido en Venecia. Por otra parte, un primo de San Esteban, Vazul, pretendió el trono, pero ante su amenaza, fue capturado y llevado a la prisión de Nitra. El señor Budó, un noble húngaro, recibió la orden de sacarlo de la prisión y conducirlo a Székesfehérvár, pero Vazul sería cegado por un grupo dirigido por el ispán Sebös, presuntamente por órdenes de la reina húngara Gisela. Ante tal noticia, los tres hijos de Vazul dejaron inmediatamente el reino: Andrés y Levente huyeron al Principado de Kiev y Béla al Principado de Cracovia. No se sabe si este atentado se llevó a cabo con el consentimiento de San Esteban, pero le aseguró el trono a Orseolo.

San Esteban murió en 1038 y tras sus acciones en vida se convertiría en el padre del Estado húngaro, así como en el evangelizador y legislador del pueblo húngaro.

Actualmente la fiesta nacional más importante de Hungría es el 20 de agosto, fecha en la cual se conmemora la santificación del rey en 1083.

Tras la muerte de San Esteban, no hubo sucesor directo. Su hijo San Emérico había muerto joven durante una cacería de jabalíes. Pedro Orseolo, hijo de una hermana de San Esteban, había sido nombrado su heredero en sus últimos años de vida por el rey, lo cual no sería bien visto por los nobles húngaros.

El reinado de Pedro Orseolo fue complicado y tormentoso, y pretendió ofrecer el Reino de Hungría como vasallo al emperador germánico, a cambio de su protección, por lo que fue destronado por los nobles húngaros y reemplazado por Samuel Aba. El reinado de Samuel Aba duró hasta 1044 y se caracterizó por caos interno y una política de repudio a la nobleza que apoyó a Orseolo, así como la ejecución de más de medio centenar de ellos. Muchos, como el obispo San Gerardo Sagredo, criticaron las acciones del nuevo rey húngaro y vieron de buena gana el eventual regreso al trono de Pedro Orseolo, quien previamente no les agradaba.

Orseolo regresó, pues, al poder con asistencia germánica y derrotó a Samuel Aba en la batalla de Ménfő en el 1044 y recuperaría el trono. Durante esta situación caótica surgió por toda Hungría la Revuelta de Vata en 1046, donde los paganos arremetieron contra Pedro Orseolo y el cristianismo, exigiendo que Andrés, hijo de Vazul, un primo de San Esteban, fuese nombrado rey y volviese a la antigua fe húngara. Después de varios enfrentamientos, Andrés I sería el nuevo rey húngaro después de vencerlo y Hungría dejaría de hallarse en peligro de estar en posición de vasallaje con el Imperio germánico. Si bien Andrés se alió con los paganos guiados por Vata para obtener el trono de Hungría, asegurándoles que se aferraría a la antigua fe, después de su victoria y durante su reinado mantuvo relaciones muy estrechas con la Iglesia y promovió el cristianismo en Hungría.

Tras la muerte de Andrés I, según la ley le correspondía el trono a su hijo. Pero el joven príncipe Salomón no había alcanzado aún la edad adecuada para gobernar, así que Béla I, hermano de Andrés, ocupó el trono por tres años. Ante esto Salomón huyó hacia el Sacro Imperio Romano Germánico, puesto que estaba comprometido en matrimonio con la princesa Judit de Suabia, hija del emperador Enrique III el Negro y hermana de Enrique IV. Posteriormente regresó con tropas alemanas para recuperar el trono y de esta manera en 1063 fue coronado Salomón, después de que el rey Béla hubiese muerto accidentalmente durante el ataque, cuando el respaldo de su trono de madera se desprendió y le cayó encima.

El reinado de Salomón igualmente transcurrió con conflictos, esta vez con sus primos, los hijos de Béla I, Ladislao y Géza. Aunque los príncipes lucharon al lado de Salomón contra invasiones de tribus asiáticas (los pechenegos y los cumanos, finalmente Ladislao y Géza derrocaron a Salomón después de vencerlo en la batalla de Mogyoród en 1074. Géza I fue el siguiente rey húngaro y gobernó durante tres años igual que su fallecido padre. Géza era conocido como un rey sumamente religioso y justo, precisamente como opuesto a lo que se ha planteado de Salomón. Tras la muerte de Géza I, el rey San Ladislao I fue coronado en 1077.

Ladislao, apodado el «rey caballero», sería conocido por los húngaros medievales a lo largo de su vida, antes y durante su reinado, como un caballero excelso y una persona profundamente religiosa. Numerosas leyendas donde rescata damiselas y vence enemigos imposibles habrían surgido durante y después de su vida, describiéndolo físicamente como un hombre de alta estatura y gran fuerza, con verdaderas cualidades nobles de carácter y religiosidad.

San Ladislao I heredaría una Hungría devastada por las luchas internas y asolada por las invasiones bárbaras provenientes de Asia. Ante los ataques de los cumanos y los pechenegos, las poblaciones rurales húngaras se habían puesto en movimiento retomando su estilo de vida seminómada y ante la crisis comenzaron a robar a los Señores nobles húngaros y a la Iglesia. Ante esta situación, Ladislao I sancionaría leyes sumamente rigurosas, con penas que contemplaban azotes, la pérdida de extremidades y la muerte. A lo largo de su vida promulgó tres códigos: el tercero con 42 decretos, el segundo con 18 y el primero con 29, logrando exitosamente contener la crisis en el reino y llevar nuevamente a los húngaros por el camino del cristianismo.

Durante la Querella de las Investiduras, Ladislao permaneció siempre del lado del Papa Gregorio VII, puesto que precisamente el emperador alemán Enrique IV había sido el que protegió a Salomón y buscó obtener el reino húngaro como un Estado vasallo. Ladislao había tomado por esposa a la princesa Adelaida, hija del Príncipe de Suabia, aliado del Papa y opositor directo de Enrique IV, es decir, marcó claramente su posición ante tal conflicto del que no resultó afectado directamente.

En el año 1083 San Ladislao obtuvo del papa Gregorio VII la santificación de San Esteban, San Emérico, San Gerardo Sagredo y otros dos religiosos húngaros. En honor a la celebración y como demostración de buena fe, Ladislao liberó a su primo y anterior rey, Salomón, de la prisión de Visegrád, después de que este hubiese intentado dos veces atentar contra la vida del rey Santo. Salomón intentó posteriormente atentar nuevamente contra Ladislao, pero tras fallar finalmente morirá en el olvido.

Casi una década después, en el 1091, a la muerte del rey croata Zvonimir (quien no tuvo hijos), Hungría heredaría el Reino de Croacia, puesto que la princesa Helena, una hermana de San Ladislao, había sido la viuda del difunto monarca. Ladislao movilizó sus tropas hacia Croacia en este año y colocó como regente a su sobrino Álmos, hijo del fallecido rey Géza I (de esta manera, Croacia sería parte de la Corona húngara hasta 1919, al final de la I Guerra Mundial).

San Ladislao murió en 1095, sin hijo heredero, habiendo tenido solamente hijas. Antes de fallecer se aseguró de que fuese nombrado heredero su sobrino Colomán, hijo de Géza I.

Tras la muerte de San Ladislao se sucedieron disputas entre el príncipe Álmos y el rey Colomán el bibliófilo, quien originalmente había sido educado para ser clérigo y no para ser rey. Por otra parte, Álmos había recibido entrenamiento militar y por un tiempo había sido designado regente de Croacia por su tío, pero la decisión de último momento de Ladislao, de designar como heredero a Colomán, cambiaría todo. En 1097 Colomán dirigió sus tropas en la batalla de la montaña Gvozd, donde reconquistó los territorios croatas y volvió a colocar a su hermano, el príncipe Álmos, como gobernador de ellos.

Sin embargo, Álmos prosiguió un incesante asedio contra Colomán, hasta que finalmente fue capturado y en 1113 fue mandado a cegar con una barra de acero incandescente por su hermano Colomán. El cegar al adversario era la única manera en la época de incapacitar para el reinado sin tener que matar. No solamente el príncipe Álmos fue cegado, sino también su joven hijo Béla, quien posteriormente se convertiría en Béla II de Hungría.

Tras la muerte de Colomán, su hijo Esteban II lo sucedió en el trono, gobernando hasta 1131. Preocupado de que no existiesen más miembros vivos de la Casa de Árpad, hizo llamar inmediatamente a su sobrino ciego Béla cuando se enteró de que aún permanecía con vida oculto en un monasterio. Béla II el Ciego fue coronado rey de Hungría, y su esposa Helena de Raška le asistiría en el gobierno. Tras la muerte de Béla el Ciego en 1141, su hijo mayor Géza II de Hungría reinó hasta su muerte en 1162. Géza II se vio obligado a enfrentar al emperador bizantino Manuel I Comneno, quien tenía intenciones de agregar el reino húngaro a la esfera de influencia de Constantinopla. Después de varios enfrentamientos, Géza II consiguió apaciguar a Manuel Comnemo, y se firmaron varios tratados de paz. Geza II fundó en 1150 la Orden de San Esteban de Hungría, la cual era una orden de caballería hospitalaria que operaba en Hungría y en Tierra Santa protegiendo a los peregrinos. Luego de la muerte de Géza II, su hijo y sucesor Esteban III ascendió al trono, tras lo cual también se vio obligado a lidiar con el emperador bizantino Manuel que se resistía a renunciar a sus pretensiones sobre el reino húngaro.

Después de la muerte de Géza II, se produjeron conflictos familiares en los que su hermano Ladislao II lucharía contra su hermano Esteban IV y contra su sobrino, Esteban III, produciéndose un conflicto denominado los antirreyes. Ladislao II y Esteban IV habían sido apoyados por el emperador romano y gobernaron por períodos cortos de escasos meses. Esteban III, apoyado por el emperador del sacro imperio germánico romano , fue el que prevaleció al final. Esteban III, el hijo mayor de Géza II, fue coronado en 1162 y reinó hasta su muerte en 1172.

A lo largo de su vida sostuvo incontables disputas con el emperador romano Manuel I Comneno, con quien finalmente firmó un tratado de paz en 1164 y envió a su hermano menor, el príncipe Béla, a Constantinopla como acto de buena fe. Ahí Béla sería educado según las costumbres greco-romanas y tomaría por esposa a la princesa María, sobrina del emperador.

A la muerte de Esteban III, el príncipe Béla regresó a Hungría, siendo coronado como Béla III. Tras su retorno, trajo consigo costumbres greco-romanas como el registro escrito de transacciones y datos históricos, y a su período de gobierno se le adjudica la escritura de la Gesta Hungarorum, o Hechos de los húngaros, cuyo autor anónimo pasaría a la historia bajo este seudónimo después de firmar solamente con "P. dictus magister". Este sería el primer escrito sobre la historia de los húngaros que se haya hecho, desde luego escrito en latín.

Igualmente fue Béla III quien trajo la cruz doble ortodoxa romana a Hungría y la haría parte de los escudos. Construyó un amplio palacio en la ciudad de Esztergom y otras edificaciones en Székesfehérvár y Óbuda. Después de las derrotas sufridas por su hermano mayor, recuperó los territorios de Croacia y Dalmacia, al tener a su favor al emperador romano. Si bien Bela creció en el imperio romano, Hungría no se vio afectada por la cultura griega-romana. Al contrario, durante esa época floreció la cultura francesa y los lazos entre los dos reinos se estrecharon cada vez más. Su primera esposa era de una familia francesa, y su segunda esposa era la hija del fallecido rey Luis VII de Francia. De esta forma en los sellos reales Bela aparece con vestimenta francesa y no con romana, y los rasgos caballerescos, artísticos, así como las órdenes religiosas preponderantes en el país estuvieron en estrecha relación con el reino franco.

En 1189 se organizó la Tercera Cruzada, y el emperador Federico I Barbarroja atravesó el Reino húngaro vía Tierra Santa. En su estadía le pidió asistencia al príncipe Géza, hermano del rey Béla III. De esta manera, junto con el ejército de Barbarroja también avanzaron hacia el imperio romano alrededor de 2000 soldados húngaros bajo el comando del príncipe. Esta fue la primera participación activa de los húngaros en las guerras cruzadas.

En 1190 Béla III sirve de intermediario entre el emperador alemán y el imperio romano, logrando que ambos firmen la paz y él mismo firma un armisticio de dos años con Venecia. En 1192 logra la santificación de San Ladislao y guerrea contra Serbia.

Al poco tiempo padeció una enfermedad que lo agotaría y finalmente lo conduciría a la muerte, dejando el reino en manos de sus dos hijos, los príncipes Emérico y Andrés.

Tras la muerte del rey Béla III, su hijo Emérico fue coronado rey en 1196. Su reinado se caracterizó por constantes luchas con su hermano menor Andrés, contra quien chocó en un enfrentamiento armado en Croacia en el año 1197. Al sufrir una derrota, Andrés conservó los territorios croatas, donde reinó de forma independiente de su hermano mayor Emérico. Un año después el papa Inocencio III intercedió y le pidió a Andrés que cesase la hostilidad con su hermano y más bien luchase en las cruzadas contra los infieles musulmanes.

Para el 1199, Andrés fue vencido cerca del lago Balaton tras enfrentarse nuevamente a su hermano Emérico, y huyó a territorio austríaco. En 1203, después de haber firmado la paz, Andrés volvió a alzarse en contra de su hermano. Fue hecho prisionero y encarcelado, pero posteriormente sus seguidores lo liberaron. Emérico hizo coronar a su hijo pequeño de tres años, Ladislao, en 1204 y al poco tiempo falleció repentinmente el monarca dejando a su esposa viuda y a su hijo recién coronado. El príncipe Andrés tomó el poder y así la reina viuda Constancia y su hijo escaparon a territorio austríaco, donde al año siguiente murió Ladislao III.

De esta manera, el camino al trono estaba absolutamente libre y el príncipe Andrés se hizo coronar el mismo año como Andrés II de Hungría. El nuevo rey se vio entonces forzado a enfrentar ataques cumanos como sus antecesores y en 1211 las tropas húngaras fueron auxiliadas por los caballeros teutónicos que llegaron como refuerzo (la amenaza cumana fue contenida durante los próximos años y fueron expulsados en 1225). En ese mismo año de 1211, Andrés II otorgó a los caballeros teutónicos el distrito de Barcaság, en la región húngara de Transilvania, como recompensa de su heroica actuación y se esforzó por establecer relaciones con los alemanes, ya que quería dar en matrimonio a una de sus hijas al hijo del margrave de Turingia.

Andrés II participó en la Quinta Cruzada (1217-1218) y sobrevino cierto caos en el reino en su ausencia. Su esposa Gertrudis de Merania estaba extendiendo su influencia a la esfera religiosa y política, colocando a familiares germánicos como obispos, situación que no fue del agrado de los nobles húngaros. Finalmente fue asesinada en 1213 en su ausencia y posteriormente tomó una nueva esposa.

Ante el creciente poder de los nobles, ya convertidos en señores feudales, estos cada vez ejercían mayor presión sobre la figura del rey. Esto motivó a Andrés a sancionar en 1222 un documento conocido como la Bula de Oro, que contenía 31 artículos. Este disponía que los nobles no deberían pagar impuestos, solo debían asistir al rey militarmente cuando el reino fuese atacado; de tratarse una campaña de conquista, el rey debería pagar por las tropas, así como otras disposiciones que favorecían a la nobleza.

En 1224, los caballeros teutónicos de Hungría enviaron una petición formal al Papa Honorio III para que este ordenase que los caballeros tuviesen que responder directamente solo a la Santa Sede y no, por el contrario, a Andrés II. Molesto y preocupado por el reciente poder de los caballeros, el rey húngaro terminó expulsándolos del reino en 1225; sin embargo, se permitió a muchos colonizadores alemanes quedarse en las regiones antiguamente bajo control teutónico en Hungría.

Al morir Andrés II de Hungría, le sucedió en el trono su hijo Béla IV en 1235. Casi una década después, en 1241-1242, Hungría fue atacada por hordas mongoles, los tártaros guiados por Batu Kan (en húngaro: Batu Kán). La invasión había sido avisada por el monje Julianus, un religioso dominico que realizó varios viajes hacia Oriente buscando el origen de los húngaros. El reino de Hungría fue saqueado y destruido después de la derrota en la batalla de Mohi, donde numerosos soldados húngaros, Caballeros Templarios y estefanitas murieron por igual. El rey Bela IV de Hungría tuvo que huir a la pequeña isla húngara de Trogir, en el mar Adriático.

Las ciudades y abadías más fuertes del Oeste del reino apenas pudieron resistir el ataque. A consecuencia de la muerte del Gran Kan Ogodei, Batu Kan y sus hordas se vieron forzadas a regresar a su tierra natal, abandonando la destruida Hungría. Una vez pasada la amenaza, Béla IV regresó al reino y ordenó de inmediato la construcción de una línea de defensa con numerosos castillos con murallas gruesas (al final de su reinado serían más de 100 fortalezas).

Béla, después de perder a sus dos hijas menores y temeroso de que el ataque tártaro fuese un castigo divino, ofreció bajo juramento a su hija Margarita como religiosa, y ésta creció en el convento de la "Isla de los Conejos" (en húngaro: Nyulak szigete) en el Danubio, junto al asentamiento de Buda. La princesa Margarita sería conocida como una monja sumamente religiosa, humilde y servicial, que siempre rechazó propuestas de matrimonio y honró el juramento de su padre. Posteriormente fue santificada (Santa Margarita de Hungría).

El rey Béla IV pasó mucho tiempo en el asentamiento de Buda, ordenando la construcción de una fortaleza en la cima la colina, fundándose propiamente Buda como ciudad medieval. Igualmente Visegrád sería fortificado en esta época mediante el castillo construido en la cima de la montaña. Posteriormente sus construcciones amuralladas también servirían para contener los diversos ataques del Imperio otomano en el siglo XV.

Aprovechando la crisis posterior a la incursión tártara en Hungría, el Duque Federico II de Austria atacó la ciudad húngara de Bratislava en la primavera de 1242. Sin embargo, el ejército de Béla IV logró repeler las huestes austríacas y retomar el control sobre los territorios. En 1246, Federico II de Austria decidió volver a atacar y venció a los checos, avanzando peligrosamente sobre Hungría. La batalla más grande sucedió junto a las orillas del Leitha el 15 de junio de 1246, donde luchó el duque ruso Rosztyiszlav, quien había tomado por esposa a Anna, hija de Béla IV. Inclusive con la ayuda rusa, los ejércitos húngaros no consiguieron derrotar a los alemanes en el enfrentamiento, que posteriormente se vio frustrado tras la repentina muerte del Duque austríaco en el campo de batalla. Pronto las tropas germánicas se retiraron y los húngaros obtuvieron la victoria en la campaña militar.

Mientras tanto, huyendo de la caótica vida urbana y política, el canónigo Eusebio de Esztergom se retiró hacia 1250 a las montañas junto con otros monjes cristianos para iniciar una vida de eremita. Eusebio se convirtió en el guía de esa comunidad y más tarde fundó la Orden de San Pablo Primer Eremita, la cual será en el futuro una de las instituciones más influyentes del reino, que velará por la gente más necesitada, así como por la preservación del idioma, historia y cultura húngara (serán también los primeros religiosos que llegarán a América para evangelizar a los indígenas después de 1492).

Sin embargo, los conflictos políticos en Europa Central no parecían cesar, pues el conde Hermann pasó a ser el nuevo Duque de Austria y estaba apoyado por el Papa. Ni los húngaros ni los checos se enfrentaron a Hermann, pero a la muerte del Duque en 1250, se sucedieron severas guerras internas por el trono. Finalmente en 1251, el trono austríaco lo obtuvo el margrave moravo Otakar, hijo del rey Wenceslao I de Bohemia. Por ello, Béla IV pidió asistencia al Duque ruso Danylo de Halych, quien se sumó al ejército húngaro-cumano que entró en territorio austríaco en junio de 1253. La campaña pronto llegó a su fin tras la intervención del Papa Inocencio IV, quien consiguió la paz entre Béla y Otakar.

En 1254 Béla firma la paz con el rey checo Otakar II de Bohemia y se reparten el condado austríaco después de haber conducido una campaña militar contra el gobernante austríaco. Por otra parte, Béla deberá enfrentar varias veces a su propio hijo Esteban V, quien determinadamente deseará derrocar a su padre, hasta que finalmente en 1266 firman la paz en la Isla de los Conejos. Previamente, el rey Béla IV había raptado a su propio nieto Ladislao, el hijo de dos años de Esteban V, así como luchado incontables veces contra los nuevos grandes señores nobles, que tras la invasión tártara habían debilitado el poder real. Así pues, Béla IV tuvo que hacer frente a una tormentosa situación política en sus últimos años de reinado, hasta que escasamente seis años después de firmar la paz con su hijo, murió en 1270, y entonces Esteban será coronado rey.

En 1270, Esteban V fue coronado rey, y casi de inmediato entró en conflicto con Otakar II de Bohemia, quien atacó Hungría en 1271, pero Esteban lo expulsó del país sin problema alguno firmando la paz al poco tiempo. En 1272, el rey y su corte se trasladan a Dalmacia para encontrarse con el rey Carlos de Anjou (consuegro del rey húngaro, pues Ladislao había tomado como esposa a Isabel, hija de Carlos I, y María, hija de Esteban fue desposada por Carlos II, hijo del rey de Nápoles y Sicilia). Entonces el regente de Eslavonia, Joaquín Gutkeled, secuestró al hijo del rey húngaro, el príncipe Ladislao. Fue llevado a la fortaleza de Kapronca y el desesperado rey Esteban V la sitió por un largo tiempo hasta que en julio de 1272, el monarca sintiendo cercana su muerte pidió ser llevado a la isla de Csepel, donde falleció casi de inmediato.

Aún no se ha hallado una explicación contundente, pero inmediatamente después de la muerte de Esteban, Joaquín Gutkeled y Isabel, la reina viuda, se apresuraron a llevar a Székesfehérvár al joven príncipe Ladislao, donde fue coronado como el rey Ladislao IV de Hungría (el Cumano).

Ladislao IV fue apodado el Cumano precisamente porque su madre era una princesa cumana. En 1273 estalló la guerra húngaro-checa, pues el rey Otakar II seguía con aspiraciones de conquistar Hungría. El final de la guerra en el mismo año trajola pérdida de las ciudades húngaras de Óvár, Moson, Győr y Sopron, así como de sus terrenos circundantes.

En octubre del mismo año, fue coronado rey de los alemanes Rodolfo I de Habsburgo, y Otakar II no lo reconoció, sino que al contrario, lo retaría. Ante esto, se llevó a cabo una asamblea en Núremberg en 1274, donde se le dio aprobación a Rodolfo de atacar a Otakar II y de tomar sus territorios. En 1276 se produjo el ataque contra Bohemia, donde Hungría estaría aliada al rey alemán y al final recuperaría todos los territorios tomados por los checos, a excepción de Sopron, el cual sería retomado por Ladislao IV posteriormente. Así el rey Ladislao IV ayudó a Rodolfo de Habsburgo a extender su control sobre Austria y a asegurar a la dinastía en una posición cercana al trono imperial germánico.

Después de que en 1278 llegasen sacerdotes a Hungría como enviados de Roma, junto con un comunicado donde se limitaba el poder del rey, Ladislao IV rompió lentamente con la Iglesia y en 1284 se mudó a vivir con los cumanos. En 1285 los tártaros liderados por Talabuga Kan, bisnieto de Batu Kan, regresaron a Hungría y la invadieron hasta Pest. Finalmente las fuerzas húngaras los contendrían y cambiarían su rumbo hacia Polonia, la cual invadirían en 1286 y 1287. Ladislao había permanecido en su campamento cumano y no intervino directamente en la defensa de Hungría, y posteriormente seguirá rechazando cualquier intervención de la Iglesia, hasta que inclusive el arzobispo de Esztergom en 1287 lo excomulgará por llevar una vida pagana. Ladislao no solo mantuvo malas relaciones con la Iglesia, sino con su propia esposa, vistiéndose, hablando y comportándose como un cumano, abandonando el estilo de vida húngaro (europeo occidental cristiano) y viviendo en un campamento seminómada. En 1290, un grupo de nobles cumanos, Árbóc, Törtel y Kemence, atacaron a Ladislao IV cerca de la fortaleza de Körösszeg, y le dieron muerte.

Tras la muerte de Ladislao, su sobrino Carlos Martel de Anjou-Sicilia, hijo de María de Hungría, Reina de Nápoles, hermana del fallecido rey húngaro, reclamó el trono. Sin embargo, adelantándose desde Venecia, fue coronado Andrés III, nieto de Andrés II quien reinó solamente hasta 1301. Durante la época de Andrés III, el reino húngaro mantuvo guerras con sus vecinos manteniendo su supremacía. Sin embargo, la nobleza fue adquiriendo cada vez más poder, y lo que comenzó con la Bula de Oro de 1222, en esta época se agravó debilitando enormemente la figura real. Tras la muerte de Andrés III, al no dejar hijos herederos varones, sino a varias hijas (entre ellas la Beata Isabel de Hungría la virgen), se extinguió definitivamente la Casa de Árpad.

Una vez fallecido Andrés III, estalló una carrera por hallar el monarca más apropiado para el trono de Hungría. Surgieron muchos candidatos que eventualmente fueron coronados. El primero fue el joven príncipe Wenceslao, hijo del rey Wenceslao II de Bohemia, quien fue llevado a Hungría por su padre y coronado en 1301. Igualmente, la esposa de Wenceslao era Isabel, hija de Andrés III, así que estas razones lo hacían en cierta forma apropiado para heredar el trono húngaro. Wenceslao reinó en Hungría con el nombre de Ladislao V, pero en la Historia húngara no se le conoce por este, sino sencillamente por su nombre checo.

Por otra parte, Carlos Martel de Anjou había fallecido en 1295, y su joven hijo fue el que siguió manteniendo sus pretensiones al trono de Hungría. Otro pretendiente al trono era Carlos Roberto, bisnieto de Esteban V. Carlos Roberto ya había sido coronado escasos meses antes de Wenceslao, en la primavera de ese mismo año, solo que en la ciudad de Esztergom y con una corona provisional. Esta ceremonia había sido considerada ilegítima por la alta nobleza húngara, ya que no se había realizado en la ciudad de Székesfehérvár y con la Santa Corona húngara y por eso ellos habían propuesto y hecho coronar a Wenceslao como rey de Hungría en agosto de 1301.

Ante esta situación, Mateo Csák, Juan Kőszegi y Amadeo Aba, los barones húngaros que regían grandes territorios, apoyando a Wenceslao y desconociendo a Carlos Roberto, fueron la causa de incontables enfrentamientos entre ellos y el monarca ilegitimizado. Después de un reinado turbulento, Wenceslao renunció al trono y escapó hacia Bohemia, donde sería coronado como rey y el clérigo húngaro escogería un nuevo monarca. El rey Otón, duque de Baviera, era hijo de Isabel de Hungría, Duquesa consorte de Baviera, hija del rey Bela IV de Hungría. Esto lo hacía igualmente apto para reinar, y así sería coronado en 1305 por el obispo de Csanád para gobernar durante dos años hasta 1307. Otón reinaría en Hungría con el nombre de Béla V, e igual que como sucedió con Wenceslao, no sería conocido en la historia por este nombre, sino por su nombre alemán.

Ante el caos en que se hallaba sumido el reino, con Carlos Roberto luchando contra los barones húngaros, que cada vez apoyaban al rey y buscaban obtener el poder para sí mismos, en 1306 Otón abandonó la ciudad de Buda y se llevó consigo la Santa corona húngara. Otón viajó a Transilvania, donde se hallaban los sajones que lo apoyaban, pero el voivoda transilvano Ladislao Kán lo apresó en la primavera de 1307. Meses después lo liberaría a cambio de las joyas de la corona húngara y después de un largo viaje, Otón llegó a su hogar en Baviera.

De esta manera, una vez fuera tanto Wenceslao como Otón, Carlos Roberto será el único candidato apropiado para portar la corona húngara.

Después de la desaparición de la Casa de Árpad y del reinado de varios monarcas emparentados con la extinta familia real, fue coronado Carlos Roberto, hijo de Carlos Martel de Anjou-Sicilia. Carlos Martel era hijo de Carlos II de Nápoles y Sicilia y, más importante aún, de la reina María de Hungría, hija de Esteban V, por lo que heredó el trono húngaro como único portador de la sangre de Árpad.

Si bien su coronación a los 15 años de edad no fue bien vista por los nobles húngaros, probaría ser posteriormente un gran monarca, estratega y reformador económico (sería coronado en tres ocasiones: 1301, 1309 y por último en 1310). En su última coronación lo fue con la santa corona húngara, después de que el voivoda de Transilvania, Ladislao Kár, la devolviese ante amenazas de la Iglesia.

Carlos Roberto luchó contra los reyezuelos, nobles feudales que habiendo adquirido grandes extensiones de territorio se habían arrojado a obtener el trono húngaro y habían apoyado a los anteriores monarcas húngaros Wenceslao y Otón. El más importante de los opositores, Mateo Csák, había llevado a cabo varias campañas en contra de Carlos Roberto. En junio de 1311, el noble Mateo Csák, después de haber prometido respetar al rey, avanzó y sitió Buda, obligando al rey y a su esposa a huir a la ciudad de Temesvár, la cual sería fijada momentáneamente por Carlos Roberto como sede real húngara.

Uno de los poderosos barones húngaros era Amadeo Aba, quien apoyaba a Carlos Roberto. Después de que los sajones de Kassa lo asesinaran en 1312, sus hijos se alzaron contra Carlos Roberto y en 1313 se libró la batalla de Rozgony, donde serían derrotados y Mateo Csák se vería forzado a huir.

Entre 1312 y 1321 las tropas del rey Carlos Roberto lograron recuperar solamente siete fortalezas de las manos de Mateo Csák. Por ejemplo, la fortaleza de Visegrád fue recuperada en 1316 y la de Komárom, después de dos largos meses de sitio en 1318. Mateo Csák murió en 1321 y un año después de su muerte la sede real se mudó a Visegrád. Los enormes territorios del barón derrotado fueron repartidos entre el rey y los nobles menores, y a partir de este momento, Carlos Roberto pudo por fin gobernar sin impedimento alguno.

Pronto tuvo que enfrentar al voivoda Basarab I de Valaquia, quien en 1325 movilizó sus huestes y tomó la región húngara de Szörény. Las embajadas diplomáticas de Carlos Roberto fueron inútiles, sólo el ejército húngaro pudo recuperar la región y continuar presionando al voivoda hacia Valaquia durante los próximos años.

Para asegurar su control sobre la nueva nobleza dominante que estaba surgiendo tras la caída de los oligarcas, Carlos Roberto fundó en 1326 la Orden de los caballeros de San Jorge, a la que introdujo a las 50 figuras más poderosas del reino en aquel momento. Los nombró caballeros y les hizo jurar lealtad al rey húngaro, nombrando a uno de sus comandantes militares más cercanos, Tomás Szécsényi, como canciller de la orden. Ésta fue la primera orden de caballería laica en el mundo y su objetivo fundamental era fortalecer el poder real por encima de los nobles.

En abril de 1330, mientras Carlos Roberto se hallaba en su palacio en Visegrád, un noble de nombre Feliciano Zách atentó contra la vida del rey húngaro. Según lo que se tiene entendido, la esposa de Carlos Roberto, Isabel, había ayudado al príncipe Casimiro III de Polonia a seducir a Clara Zách, hija de Feliciano. En medio de la ira, el noble había irrumpido en un banquete de Carlos Roberto y herido al monarca húngaro, cortándole también varios dedos de la mano a la reina, así como asesinando a varios criados de los príncipes reales. Feliciano Zách fue asesinado y sus miembros enviados a diferentes partes del reino como advertencia a aquellos que quisiesen desafiar al monarca. Por otra parte, el castigo de Clara Zách fue una ejecución pública, precedida por la mutilación de nariz y orejas y una procesión por varias ciudades húngaras.

La ocupación de Valaquia era un hecho. Pronto, las fuerzas de Carlos Roberto recibieron un gran golpe. En noviembre de 1330 tuvo lugar la batalla de Posada entre húngaros y valacos, liderados por el voivoda Basarab I. La batalla concluyó con la derrota de los ejércitos húngaros y una dependencia temporal húngara de los valacos. En 1335 logró que el rey polaco firmase la paz con el rey checo Juan en la ciudad de Visegrád.

Cuando falleció Carlos Roberto en 1342, dejó un reino sumamente rico, con edificaciones pomposas y un poder sólido, todo resultado de una extensa reforma económica, con rigurosos impuestos aduaneros e internos. Había introducido un nuevo tipo de moneda, el florín húngaro, según el patrón de Florencia y cediendo parte de las ganancias en las minas de oro y plata a los propietarios nobles, que anteriormente no recibían beneficio alguno, ya que estas minas eran propiedad exclusiva del rey. Le sucedió en el poder su hijo Luis I el Grande, quien continuaría con la obra de su padre.

Luis I (el Grande) (en húngaro: I. Nagy Lajos) era el hijo mayor de Carlos Roberto y de Isabel Łokietek, nacido en 1326. Tras la muerte de su padre, en 1342 ascendió al trono y casi anualmente se involucraría en algún combate durante los veinte años de reinado que siguieron. En 1344 reconquistó Valaquia y en 1345 Croacia, pero sufrió una derrota contra el ejército de Venecia cerca de la ciudad de Zadar en 1346.

A lo largo de su reinado, guerreó al menos siete veces contra Serbia, cinco contra Moldavia y tres veces contra Bosnia y Valaquia. Frecuentemente recibió apoyo militar de su tío el rey Casimiro III de Polonia y alrededor de seis veces tomó parte personalmente en los combates contra los tártaros y lituanos que habían atacado al rey polaco.

Carlos Roberto había firmado un tratado con el rey Roberto I de Nápoles en 1333, donde se estipulaba que su nieta Juana se casaría con Andrés, el hijo menor de Carlos Roberto, y la nueva pareja real sería nombrada heredera del trono de Nápoles. Al morir Carlos Roberto, y posteriormente el rey napolitano, Juana obró hábilmente para ser coronada ella sola, dejando a su esposo Andrés por fuera de la ceremonia. Andrés temiendo por su vida en muchas ocasiones escribió a su familia en Hungría, hasta que fue asesinado por órdenes de la reina Juana de Nápoles. El trágico acontecimiento generó una enorme conmoción en Hungría, y para vengar a su hermano menor, Luis el Grande llevó a cabo dos campañas (1347-1348) y (1350) contra Nápoles. En 1347 debió suspender sus incursiones ante la llegada de la peste negra que comenzó a asolar la ciudad itálica. En 1350 volvió y logró la victoria absoluta sobre las fuerzas napolitanas, conquistando el reino y forzando a Juana a huir a Aviñón a la sede papal. Al comprender que anexar Nápoles a Hungría sería muy improbable, en 1352 firmó la paz con la reina Juana I de Nápoles y regresó a casa.

Si bien la peste negra no resultó ser tan trágica en Hungría como en otros países europeos, se llevó la vida de muchos, incluyendo al pequeño Carlos Martel de 3 años, hijo del asesinado Andrés y Juana, que había sido llevado a Hungría a la corte de Visegrado, pues el Papa había decidido que su custodia y educación le correspondía más bien al rey húngaro. Por otra parte la peste también acabó con la esposa del rey húngaro, la reina Margarita, hija del emperador Carlos IV de Luxemburgo, por lo que Luis el Grande tomó de inmediato por esposa a Isabel, hija del regente de Bosnia, la cual le dio tres hijas: Catalina (1370), María (1371) y Eduviges (1373).

En 1356 sucedió un combate entre el duque de Venecia y Luis el Grande, cuando sus ejércitos chocaron nuevamente por el control de Zadar. En 1358 firmaron la paz y en 1372 y 1378 se volvieron a enfrentar los dos monarcas cuando Hungría apoyaba una coalición guiada por Génova en contra de Venecia.

En Polonia, la secesión del trono se hallaba en cuestión, pues el rey Casimiro III, tío de Luis el Grande no tenía hijos varones, así que decidió nombrar al hijo de su hermana, pasando de esta manera los derechos al rey húngaro. En 1370 murió Casimiro III y entonces Luis I de Hungría fue elegido como rey de Polonia (lo que posteriormente también generó conflictos sucesorios, pues Luis no tenía hijos varones).

Para 1375 Luis el Grande estaba luchando contra los turcos otomanos que ya habían invadido Valaquia y comenzaban a acercarse peligrosamente al reino de Hungría amenazando al mundo Cristiano. En 1381 terminó dicha guerra y el tratado de Turín le aseguró a Luis el Grande los territorios de Dalmacia, así como una situación amistosa con sus vecinos austríacos y checos.

Por otra parte, ante el problema pendiente de sucesión en Nápoles (Juana seguía gobernando, pero a pesar de haber tenido 4 esposos, no tenía ningún heredero), Luis I de Hungría nombró a Carlos de Eslavonia como heredero al trono nápolitano. Carlos era bisnieto del fallecido rey Carlos II de Nápoles y Sicilia y durante los conflictos militares había sido llevado a Hungría donde creció en la corte real y ganó muchos simpatizantes entre los nobles. Pronto Carlos avanzó hacia Nápoles con ejércitos húngaros encabezados por Juan Horváti y tomó el reino italiano, haciéndose coronar como rey Carlos III de Nápoles y mandando a estrangular a la reina Juana en la fortaleza de Muro.

Durante su reinado trasladó la Sede real húngara a la fortaleza de Diósgyőr, la cual remodeló y enriqueció. Al final de su vida, padeció de lepra y lentamente lo retiró de la vida pública, hasta que acabó con él en 1382, muriendo sin dejar herederos varones.


Al morir Luis el Grande sin herederos varones, su hija María fue coronada como reina. Sería la única reina de la Hungría medieval (entiéndase "reina" propiamente como jefa de Estado y de gobierno, no solo como reina consorte, como las había desde inicios del principado húngaro).

En el invierno de 1379 fue comprometida con Segismundo de Luxemburgo, el hijo del emperador alemán Carlos IV de Luxemburgo, y en septiembre de 1382 fue coronada como reina de Hungría. Sin embargo, el poder real recaía en su madre, la reina Isabel, y el regente Nicolás Garai. Segismundo había vivido un par de años en su infancia en la corte del rey Luis I de Hungría, lo que lo ayudó a adoptar el idioma y costumbres húngaras, así como a ganar adeptos entre la nobleza del reino. Sin embargo, no todos apoyaban a Segismundo, la nobleza húngara estaba dividida: una parte apoyaba solamente a la reina y a su madre, otra la unión de María y Segismundo, para que este pudiese gobernar, y un tercer grupo apoyaba al rey napolitano, Carlos III de Nápoles, el último heredero vivo de los Anjou, quien había vivido por un largo tiempo en la corte de Luis I de Hungría y gobernado la región de Eslavonia.

La reina viuda, Isabel, odiaba a Segismundo, e intentó valiéndose de todas sus estrategias que su hija se casase con el hermano menor del rey Carlos IV de Francia, pero esto nunca se llegó a consumar. María y Segismundo contrajeron matrimonio en 1385 y escasos meses después, Segismundo tuvo que marcharse del reino por la inestabilidad, tras lo cual la asamblea nacional en Buda hizo renunciar al trono a la reina para colocar a Carlos de Nápoles, quien fue coronado como Carlos II de Hungría en diciembre del mismo año frente a las propias María e Isabel.

Carlos II no duró más de 38 días en el trono, puesto que en febrero de 1386, el maestro de copas de María lo engañó y lo acuchilló, probablemente por órdenes de la viuda Isabel y de su cómplice Nicolás Garai, hombre de confianza de las reinas. Carlos fue llevado medio muerto al castillo de Visegrado, donde lo mataron al poco tiempo. Pronto hubo alzamientos en el reino y en julio de 1386, mientras las reinas viajaban por estos territorios creyendo que su presencia acabaría con dichas protestas, fueron apresadas por los partidarios del asesinado Carlos II de Hungría. El maestro de copas y Nicolás Garai fueron asesinados frente a las dos reinas y sus cabezas fueron enviadas a la viuda del rey a Nápoles. Las dos reinas fueron encarceladas en la fortaleza de Novigrad, donde posteriormente la viuda del rey Luis el Grande, Isabel, fue estrangulada frente a su propia hija, la reina María. Declarándose capitán de Hungría, y consiguiendo refuerzos italianos, Segismundo liberó a la reina María en 1387 con una flota veneciana y formalmente durante un año fue considerada esposa del monarca, pero después de 1388 no tomó parte en decisiones políticas.

Luego del asesinato de Carlos II, estalló una guerra civil en Hungría, la cual sería apaciguada por Segismundo dando enormes extensiones de territorio y posiciones de gobierno a los nobles descontentos, convirtiéndose en la nación con grandes latifundios que perduraron casi medio milenio.

Para 1389, los turcos otomanos vencieron a la coalición de los Estados eslavos del sur, y Serbia pasó a ser un vasallo del Imperio. Esto modificó el "vecindario" del reino de Hungría, colocando a los otomanos como una amenaza muy cercana. En 1390 comenzaron las incursiones turcas por los territorios húngaros del sur, y no conforme con esto, Segismundo tuvo que hacer frente en 1391 a aquellos nobles húngaros, que a pesar de haber recibido territorios, se sentían excluidos del gobierno. Los nobles colocaron a la cabeza de su movimiento al hijo de Carlos II, Ladislao I de Nápoles, para vengar así la muerte de su padre y reclamar el reino de Hungría.

En 1392, Segismundo condujo una campaña contra los turcos en territorio húngaro y en 1395 los combatió en Valaquia y Moldavia. En ese mismo año, la reina María falleció después de caer del caballo durante una cacería, dejando viudo al rey Segismundo.

Los otomanos vencerían en 1396 a las fuerzas cruzadas de Segismundo en la batalla de Nicópolis. Al poco tiempo, los nobles húngaros aún descontentos se alzaron contra Segismundo en 1401 y en 1403, saliendo derrotados en ambas ocasiones. Segismundo continuó en el poder durante los próximos cuarenta años sin ninguna clase de obstáculo sucesorio.

En 1408, Segismundo funda la Orden del Dragón, en la cual reunía a los aristócratas más poderosos del reino húngaro, entre ellos Nicolás Garai el joven, Armando II de Celje, Stibor de Stiboricz, entre otros. En 1409 y 1410 enfrentó a la Orden Teutónica. Desde 1411 cuando fue nombrado rey de Alemania, hasta 1413 guerreó contra Venecia. En 1419 murió el rey checo Wenceslao de Luxemburgo, y Segismundo heredó su trono. En 1424 se terminan las remodelaciones y el palacio en Buda de Segismundo, su sede real, pero los otomanos no le dieron oportunidad de descansar al rey, pues en 1427 atacaron y ocuparon la fortaleza de Golubac a orillas del Danubio al suroeste del reino de Hungría. Segismundo murió en 1437, después de librar incontables batallas y resistir los ataques turcos contra Europa.

En 1422, el Duque austríaco Alberto de Habsburgo esposó a Isabel de Luxemburgo, la hija de Segismundo de Luxemburgo. Puesto que Segismundo no tuvo hijos varones herederos, Alberto tomó parte activa en la realización de la política exterior europea del emperador, ocupando el lugar de heredero inoficial del trono de Hungría.

En 1437, Alberto fue elegido como rey húngaro en Bratislava al morir Segismundo y en 1439 hizo una incursión militar en Transilvania contra los turcos, después de haber nombrado regente de este territorio a Juan Hunyadi. En el mismo año guerreó también contra los turcos en Serbia, falleciendo por una enfermedad epidémica cerca de Esztergom.

Su viuda Isabel dio a luz a su hijo Ladislao V en 1440, y apenas a sus cuatro meses de edad fue coronado por el arzobispo de Esztergom, trasladándose rápidamente a Székesfehérvár con la Santa Corona húngara, después de que una de las damas cortesanas de la reina Isabel la robase del castillo de Visegrád. Toda esta situación llena de acciones clandestinas había estado motivada por la amenaza de los nobles húngaros con inclinaciones polacas, que apoyaron al rey Vladislao I de Polonia. La coronación del recién nacido no fue reconocida por los nobles húngaros y en julio del mismo año fue coronado el monarca polaco como rey húngaro. En el verano estalló una guerra civil entre los dos bandos que apoyaban a cada rey, que duró dos años, hasta que a mediados de 1442 se firmó la paz en Győr, después de que sus comandantes Nicolás Újlaki y Juan Hunyadi hubiesen logrado varios éxitos en la contienda.

Los próximos dos años (1443-1444), Vladislao I dirigió su atención hacia la lucha contra los turcos, usando como brazo ejecutor a Juan Hunyadi. Si bien no se alcanzaron grandes victorias en dichas campañas, en agosto de 1444 se firmó la paz con el sultán Murad II en la ciudad húngara de Nagyvárad. Sin embargo, este tratado no sería respetado por Vladislao I, y sus tropas sufrieron una importante derrota tras arremeter contra los turcos en Várna, terminando con la muerte de Vladislao I en la batalla de Varna.

Después de la muerte de Vladislao I, la nobleza húngara y morava usó su influencia para liberar al joven Ladislao V de la corte de su tutor, el emperador Federico III de Habsburgo y nombró en 1446 a Juan Hunyadi regente de Hungría, hasta que el pequeño Ladislao V alcanzase una edad aceptable para gobernar. Juan Hunyadi luchó incansablemente contra los otomanos hasta que en 1452 renunció a su cargo de regente de Hungría en Viena y Ladislao V fue coronado como rey checo en Praga tiempo después. Juan Hunyadi mantuvo su cargo de capitán general del ejército húngaro y en 1456 obtuvo una enorme victoria en Belgrado sobre las huestes del sultán turco Mehmed II, tras la culminación del sitio de Belgrado. Las tropas húngaras estuvieron asistidas en gran parte por contingentes de campesinos al mando del fraile italiano Juan Capistrano, quien predicó en Hungría para llevar a cabo una guerra santa contra los turcos invasores. Ni Capistrano ni Hunyadi sobrevivieron mucho tiempo después de su gran victoria, cuya noticia se difundió por toda Europa. Ambos cayeron víctimas de la peste y fallecieron en su campamento militar en 1456.

Tras la muerte de Juan Hunyadi, el cargo de capitán general del país recayó en Ulrico II de Celje en 1456, tío de Ladislao V. Ulrico de Celje avanzó al poco tiempo con sus tropas hacia Nándorfehérvár, y después de una discusión verbal con Ladislao Hunyadi, hijo de Juan Hunyadi (quien se había convertido en la nueva cabeza de la familia), Ulrico fue asesinado por los hombres de Hunyadi. Ante esto, el joven rey Ladislao V accedió a concederle el perdón y no tomar represalias contra los Hunyadi. Pero Ladislao V se liberó de la influencia de Ladislao Hunyadi y, ya en Buda, hizo arrestar a los dos hermanos (Ladislao Hunyadi y Matías Hunyadi), siendo condenado el primero por un tribunal real y posteriormente decapitado.

Entonces estalló una guerra civil en el país, entre Ladislao V y los partidarios de los Hunyadi. Por esto el rey húngaro se marchó llevando consigo al muy joven Matías Hunyadi, primeramente a Viena y luego a Praga. Cuando se hallaba en la corte real bohemia preparando su matrimonio con Magdalena, la hija del rey Carlos VII de Francia, se declaró una terrible peste en la capital checa. Esta enfermedad acabaría con la vida del rey Ladislao V en 1457.

Tras la muerte de Ladislao V, Matías Hunyadi tomó prisionero al regente bohemio Jorge de Poděbrady, al que liberó después de comprometerlo con su hija Catalina. En 1458, fue entronizado después de haber sido escogido por influencia de su tío Miguel Szilágyi, un noble de Transilvania, quien actuó de regente hasta que el joven Matías de 15 años cumpliera la mayoría de edad. Así pues, el reino se hallaría durante un par de años en manos de su tío Miguel Szilágyi y de su madre Isabel Szilágyi, la viuda de Juan Hunyadi.

Cuando tomó las riendas de Hungría en sus manos, se esforzó por mantener la paz y apaciguar a los nobles húngaros que apoyaban al emperador Federico III de Habsburgo. Tras firmar la paz con el Sacro Imperio en 1463, condujo su ejército contra los turcos y reconquistó los territorios de Bosnia. En 1464 fue coronado, después de recuperar la Santa Corona húngara que se hallaba en manos del emperador.

Durante su reinado y especialmente en la década de 1460 construyó un suntuoso palacio renacentista en Buda, reemplazando al anterior castillo de Buda y reformó el castillo de Visegrád, también al estilo renacentista. Se fundó la Bibliotheca Corvinniana con más de 2500 tomos, se creó la primera imprenta húngara en 1472 y se estableció una etiqueta al estilo napolitano, conjugando las costumbres húngaras con las italianas nobles de la época. Igualmente se abrieron las puertas a astrólogos, científicos y toda clase de intelectuales y artistas renacentistas, que poblaron la corte real. Después de haber sido coronado propiamente, Matías Hunyadi comenzó a reformar la cancillería húngara, así como la administración del tesoro nacional, y creó nuevos jurados en todo el reino. En 1465, a petición del rey húngaro, el Papa Paulo II fundó la Universitas Istropolitana en la ciudad de Pressburg (hoy Bratislava), la cual se convirtió en uno de los centros culturales más importantes de la época en Europa central.

En 1467 realizó reformas en el sistema de impuestos para corregir las debilidades de los bienes reales, lo que logró que grandes cantidades de dinero entrasen en el tesoro real. Todos estos bienes los destinó a la creación de un ejército mercenario, conocido como el Ejército Negro de Hungría, con el que planeaba conquistar países vecinos y crear un nuevo imperio en la Europa central. Para iniciar esto, movilizó su ejército contra su suegro Jorge de Poděbrady, quien para ese momento había sido coronado rey de Bohemia y la gobernaba bajo la confesión cristiana reformada husita. El papa Paulo II convocó las fuerzas militares católicas de Matías para una guerra santa contra el rey bohemio. Si bien no logró ocupar el reino de Bohemia cuando lo atacó en 1468, su decepción aumentaría, cuando en 1471 sería nombrado rey checo Vladislao Jagellón, cerrándose su oportunidad de apoderarse de Bohemia. En este momento comenzó una guerra de Matías Hunyadi contra el nuevo rey de Polonia y Bohemia, la cual duró hasta 1478 y tuvo como uno de sus campos de batalla la región de Silesia en 1474. La paz sería firmada finalmente en 1479, mientras en el otro extremo del reino los comandantes de Matías, Pablo Kinizsi y Esteban Báthori, vencían a los turcos en Transilvania en ese mismo año.

Por otra parte, condujo una larga campaña contra los turcos otomanos, durante la cual en (1475-1476) obtuvo varias victorias y en 1479 se enfrentó contra ellos en la región de Kenyérmező, batalla en la que Matías resultó victorioso. Matías Hunyadi dirigió sus tropas tres veces (1477, 1482 y 1485) contra el emperador Federico III de Habsburgo, ya que este mantenía pretensiones sobre el trono húngaro. En la tercera oportunidad, Matías derrotó al emperador y ocupó Viena, donde estableció su sede real húngara. De esta forma continuaría afianzando su dominio en las regiones bajas de Austria en 1487.

Cuando Matías falleció en 1490 en Viena, al parecer a causa de un derrame cerebral, su imperio englobaba el reino de Hungría (que a su vez incluía a Croacia), Bohemia, así como una parte de Austria.

Tras la muerte de Matías Corvino, el trono húngaro quedó vacante, pues no había dejado descendientes varones legítimos (el hijo del rey era Juan Corvino, quien había nacido fuera del matrimonio y si bien había sido reconocido por su padre y colmado con títulos y propiedades, por su naturaleza ilegítima y debilidad de poder, la nobleza húngara no lo reconoció), por lo que el mandato pasó a manos del rey de Bohemia Vladislao Jagellón (nieto del rey Alberto de Hungría por vía materna), quien fue coronado en 1490 como Vladislao II de Hungría. Igualmente, el rey era sobrino por vía paterna del fallecido rey Vladislao I de Hungría, quien había reinado entre 1444 y 1457. La esfera de influencia checa aumentó de inmediato, y muchos nobles húngaros apoyaron al nuevo rey, considerando efectivamente que no había otro más capacitado para ocupar el trono húngaro, pues se requería de alguien que pudiese luchar contra los turcos, y que asistiese al reino con los ejércitos bohemios. Vladislao II se mudó a Buda, la capital del Reino de Hungría, desde donde gobernó las dos naciones hasta su muerte en 1516. Durante su periodo las decisiones importantes fueron tomadas por el canciller húngaro Tomás Bakócz y por Jorge Szatmári, quienes ambos tuvieron posteriormente cargos eclesiásticos. Tras su fallecimiento subió al trono su hijo, quien había nacido en Hungría, dominaba el idioma y había adoptado las costumbres húngaras. Por consiguiente, Luis II de Hungría se convirtió en 1516 en monarca de húngaros y bohemios.

Luis II reinó solo una década. Al igual que sus predecesores húngaros Luis I, Segismundo, Matías Corvino y entre otros, Luis II también tuvo que luchar contra los invasores turcos otomanos. Se enfrentó a la más grande amenaza de su tiempo, ya que el sultán Solimán el Magnífico había lanzado su ejército hacia Europa y en 1521 había conquistado Belgrado a pesar de la heroica defensa de húngaros y serbios. El comandante húngaro de la ciudad, el conde Valentín Török, apenas logró escapar, cayendo así la última ciudad fronteriza de los húngaros y quedando el camino libre para los turcos hacia Buda, la sede real. El mundo cristiano católico se veía severamente amenazado, no solo por la inminente invasión turca, sino por el levantamiento a través de toda Europa de los protestantes, seguidores de Martín Lutero, contra la Iglesia católica. En 1523, la Gran Asamblea de Buda decretó que todos aquellos luteranos que enfrentasen directamente a la Iglesia y no pagasen el diezmo, serían condenados a perder sus bienes, en aras de mantener el orden en el reino.

Si bien los organismos reales lograban contener lentamente el caos, las fuerzas de Suleimán avanzaban con más ahínco en dirección al oeste del Reino. En 1526, el sultán atestó un golpe decisivo a las tropas húngaras de Luis II. La batalla de Mohács culminó con la derrota de los húngaros. Los refuerzos checos, croatas y transilvanos no llegaron a tiempo, lo que causó que los húngaros fueran diezmados por los turcos y que Luis II de Hungría perdiese la vida en la contienda. Todos los comandantes principales húngaros también perdieron la vida en dicha batalla: el arzobispo de Esztergom Ladislao Szalkai, el arzobispo de Kalocsa Pablo Tomori y el conde Jorge Szapolyai. Con esta derrota comenzó en Hungría un periodo de más de siglo y medio de batallas entre húngaros y turcos, así como la posterior división del reino en tres partes.

Inicialmente la corona húngara fue disputada por dos personajes muy influyentes de la época. Uno era el conde húngaro Juan Szapolyai, influyente voivoda de la región de Transilvania; el otro era Fernando I de Habsburgo, hermano del propio emperador germánico Carlos I de España, quien reclamaba sus derechos sobre Hungría por haber desposado a Anna de Hungría, hermana del fallecido Luis II. Ambos se hicieron coronar en 1526, por lo que dio comienzo una guerra interna (1526-1538) entre ambos pretendientes, donde Szapolyai recibió apoyo turco para asegurar el trono, a cambio de un tributo de vasallaje a los otomanos. Finalmente, puesto que Juan Szapolyai, como rey Juan I de Hungría no tenía hijos varones herederos, los contendientes pactaron que primero reinaría Szapolyai hasta su muerte y luego Fernando I continuaría en el trono. Sin embargo, en 1540 nació un hijo varón de Juan I, quien fue llamado Juan Segismundo Szapolyai. El acuerdo se rompió, Juan I coronó de inmediato a su hijo recién nacido como Juan II, lo cual causó la ira de Fernando I. Juan I Szapolyai murió ese mismo año de 1540, sellando así el destino de la corona húngara, la cual incuestionablemente pasó a manos de Fernando I de Habsburgo.[1]

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En 1541, el sultán Suleimán se enteró del acuerdo de Szapolyai y Fernando I 1538 y, en extremo ofendido, decidió que los húngaros no eran dignos de confianza y de inmediato avanzó hacia la ciudad de Buda, sede real, y la ocupó. El sultán ordenó que se crease una organización político-administrativa en la región central de Hungría llamada Vilayato de Buda, designando un Pachá al frente de ella. Transilvania estaba gobernada por la viuda de Juan Szapolyai, la reina Isabel Jagellón, que actuó de regente mientras el recién nacido Juan Segismundo Szapolyai alcanzaba una edad apropiada para gobernar. La región de Transilvania se hallaba cada vez más alejada de la esfera de influencia de los Habsburgo, lo que desalentaba a Fernando I a mantener sus pretensiones sobre el Este de Hungría.

Por otra parte, las regiones occidental y norteña del reino húngaro pasaron a Fernando I de Habsburgo, el hermano del emperador germánico, quien gobernó como rey de la Hungría libre del islam. Sin embargo, el sultán decidió conquistar esos territorios y emprendió una campaña para someterlos al Vilayato de Buda.

En 1552, al sur del Reino húngaro, en la frontera con Transilvania, el ejército del pachá Ahmed tomó la ciudad de Temesvár, y al poco tiempo los ejércitos unificados de los Pachás Alí y Ahmed avanzaron hacia el noroeste de Transilvania a la ciudad de Várad, la cual conquistaron después de un largo asedio. Ese mismo año, las tropas del pachá Ali ocuparon la fortaleza de Drégely, al norte de Hungría, asegurándose así el control sobre la región central del reino. Igualmente en 1552, las fuerzas turcas sitiaron la ciudad de Eger al norte del reino; gracias a su locación y a la logística empleada por sus defensores, los otomanos resultaron derrotados y se vieron forzados a retirarse. Durante los años siguientes se libraron batallas menores entre húngaros y turcos. Al fallecer Fernando I de Habsburgo en 1564, su hijo Maximiliano II de Habsburgo lo sucedió en el trono e igualmente en el control sobre los territorios húngaros no islámicos.

Tras la muerte de Fernando I, el capitán de la ciudadela húngara de Szigetvár, el conde Nicolás Zrínyi, se negó a pagar el tributo al sultán otomano, lo cual causó la ira de Suleimán, y como castigo envió a más de mil soldados otomanos a asediarla. En 1566, el sultán movilizó sus ejércitos hacia el suroeste de Mohács, donde tuvo lugar la batalla de Szigetvár, fortaleza húngara que estaba defendida por Zrínyi y aproximadamente 2500 hombres. El asedio duró más de un mes. Repentinamente falleció Suleimán el Magnífico de una enfermedad en su campamento. Esto no modificó el curso del asedio y los turcos continuaron avanzando por los muros de la ciudad, hasta que el capitán Zrínyi fue apresado y decapitado junto con sus últimos soldados.

La muerte de Suleimán creó cierto caos en el Imperio otomano y pronto Selim II sucedió a su padre. En 1568, se firmó la Paz de Adrianópolis entre el emperador germánico Maximiliano II de Habsburgo y el nuevo sultán Selim II, donde se estipulaba que el emperador pagaría anualmente 30 000 piezas de oro húngaros al sultán como tributo y se suspenderían las incursiones de ambas facciones en territorios enemigos. Por otra parte, en 1570, el emperador y Juan Segismundo Szapolyai firmaron el Acuerdo de Speyer, donde se declaraba la independencia de Transilvania, siendo reconocida como el Principado de Transilvania, y forzando así al conde Juan Segismundo Szapolyai a renunciar a sus aspiraciones reales sobre los territorios anteriormente bajo control de Fernando I de Habsburgo y ahora de Maximiliano II. El emperador germánico fue entonces coronado como rey absoluto de los húngaros y se selló así la separación de Hungría en tres regiones político-administrativas independientes.

El movimiento protestante reformador iniciado por el monje agustino Martín Lutero se popularizó muy pronto en el Reino de Hungría, el Vilayato de Buda y el Principado de Transilvania. Tras la batalla de Mohács en 1526, la Iglesia católica sufrió un periodo de debilitamiento en Hungría. Numerosos sacerdotes, obispos y arzobispos católicos murieron en dicha batalla, dejando el campo abierto para nuevos religiosos de estratos inferiores que simpatizaban con la reforma protestante. Muchos nobles húngaros, al igual que los alemanes y franceses, vieron en la reforma, aquella oportunidad de deshacerse del pago del diezmo y de la supervisión de la Iglesia católica, de modos que ellos y sus vasallos fueron pasando paulatinamente al luteranismo. En 1541 se publicó la primera traducción al húngaro del Nuevo Testamento, obra del monje Juan Sylvester y posteriormente en 1590 el pastor protestante Gáspár Károli publicó la primera Biblia completa en húngaro.

Las escuelas protestantes eran cada vez más populares en ciudades como Bratislava, Sopron, Szárlőrinc, Sárvár, así como en los asentamientos sajones en el principado transilvano. Igualmente, el nuevo movimiento religioso de Juan Calvino, conocido como calvinismo, siguió los pasos del luteranismo y la región noreste del Reino húngaro se sumergió a tal punto en la nueva confesión cristiana, que la ciudad de Debrecen la denominaban en aquella época "La Roma Calvinista".

Pronto los propios Príncipes de Transilvania se convirtieron al luteranismo o al calvinismo, desde luego contraponiéndose a la lealtad católica de los Emperadores germánicos Habsburgo. El pastor Ferenc Dávid (1510-1579), quien primero profesó el luteranismo y luego el calvinismo, se volvió un gran defensor del antitrinitarismo, es decir, no aceptaba la existencia de la Santísima Trinidad, introduciendo así el Unitarismo en Transilvania y agregando una confesión religiosa más al gran mosaico existente en aquel tiempo. La diversidad religiosa en el principado alcanzó tales niveles, que el voivoda y antirrey húngaro Juan Segismundo de Zápolya, de confesión protestante, aconsejado por sus religiosos convocó a la Gran Asamblea transilvana y se sancionó el Edicto de Turda en 1568. Este documento sostenía que todas las confesiones religiosas cristianas eran aceptadas por igual. Este sería el primer Estado en el mundo en reconocer la diversidad de culto cristiano: catolicismo, luteranismo, calvinismo y unitarismo.[2]

A causa de la enemistad y constantes guerras de los otomanos y los Habsburgo, como principales representantes del cristianismo en Europa Central, en muchas ocasiones los turcos se aliaron con los protestantes, en vez de con los católicos. En el territorio húngaro ocupado por los turcos (el Vilayato de Buda), los sacerdotes católicos eran rara vez vistos; la mayoría de los clérigos cristianos eran protestantes, los cuales contaban entonces con la protección de los otomanos. Sin embargo, los turcos nunca se entrometieron en las disputas religiosas entre las dos facciones. Para ellos lo más importante era que los cristianos pagasen el tributo al sultán.

En el Vilayato de Buda, la zona ocupada por los otomanos, no se obligó a los húngaros a adoptar el islam. No obstante, aquellos que eran cristianos debían pagar impuestos más altos que los musulmanes. La Hungría Real, bajo influencia germánica, continuó en gran parte católica, y pronto la nueva orden religiosa de los jesuitas se introdujo en los territorios húngaros trayendo consigo la Contrarreforma. En 1571 murió el Príncipe transilvano Juan Segismundo Szapolyai, y lo sucedió en el trono el conde Esteban Báthory, quien era de confesión católica, y de inmediato comenzó a obrar para asegurar el éxito de la Contrarreforma. Media década después, Báthory fue elegido rey de Polonia en 1576 y continuó favoreciendo en ambos reinos los movimientos jesuitas católicos. La Contrarreforma se consumó en Hungría a partir de la coronación de Rodolfo II de Habsburgo en 1572, como rey húngaro, quien actuó en conjunto con Esteban Báthory para favorecer dicho proyecto. Así, en Hungría muchos volvieron a la confesión católica, que cada vez tomaba más fuerza, bajo una nueva atmósfera de renovación y cambio interno.

Entonces surgieron importantes figuras de la nueva ola de renacimiento en el reino húngaro, como Valentín Balassi, quien fue el fundador de la poesía lírica húngara moderna. La primera Biblia católica en húngaro fue traducida y publicada en 1626 por el jesuita Jorge Káldi. Igualmente el religioso jesuita Pedro Pázmány, arzobispo húngaro, llegó a ser la principal figura de la contrarreforma, fundando en 1635 la Universidad de Nagyszombat y produciendo infinidad de textos religiosos católicos en húngaro.

Pronto la nobleza húngara anti-Habsburgo se fue dando cuenta de que no era inteligente propiciar una ruptura con la dinastía, puesto que ésta era la que mantenía orden en el Reino y la ausencia del poder germánico en dicho momento histórico sería desfavorable. Por otro lado, los nuevos pastores protestantes eran en su mayoría de origen pobre, y tras el surgimiento de dichos movimientos religiosos, ya estaban frecuentando los altos estratos. Los Habsburgo protegían asimismo los intereses de los nobles y terratenientes húngaros, originándose así una serie de factores que lentamente contribuyeron a que el catolicismo fuese restaurado en una gran parte del territorio húngaro que había abrazado el protestantismo.

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La situación se volvió cada vez más hostil entre el mundo cristiano y el musulmán, generando enfrentamientos menores entre los húngaros y los germánicos contra los turcos hasta 1593, cuando estalló nuevamente la guerra. Ya al comienzo de las hostilidades en 1591, el Príncipe de Transilvania Segismundo Báthory, quien había asumido el trono al morir su tío Esteban Báthory, se había unido a la Santa Liga contra los otomanos, cuya columna vertebral era el poder Habsburgo. Como los transilvanos no confiaban en el éxito de los cristianos sobre los musulmanes, la Gran Asamblea decidió en 1594 que no se aceptaban dichas disposiciones de independencia de los turcos, y Segismundo se vio forzado a renunciar a su cargo. Si bien se pretendió entregar el poder a su primo Baltazar Báthory, esto jamás se consumó, puesto que el comandante de Várad, el barón Esteban Bocskai, tío materno de Segismundo, reconsideró el asunto y lo volvió a colocar en el puesto de Príncipe.

Mientras tanto continuaban los enfrentamientos entre turcos, húngaros y germanos, reinando el caos en el reino de Hungría. Entre los numerosos jefes militares figuraba el barón húngaro Ferenc Nádasdy, quien luchando junto con los germanos contra los turcos ocupó en 1594 las ciudades de Segesd, Berzence, Szőny, y luego con tropas de las provincias de Vas, Sopron y Zala participó en el asedio de Esztergom. A su lado combatía su amigo el barón húngaro Nicolás Pálffy, que había recuperado numerosas fortalezas de los turcos y había coordinado la toma de las que asedió Nádasdy. Pálffy fue considerado una de las mentes militares más valiosas de la historia húngara, y junto con el comandante, el conde Adolf von Schwarzenberg, puso sitio y conquistó Győr en 1598. El éxito de Pálffy al servicio de Rodolfo II de Habsburgo lo hizo meritorio del título de conde de Bratislava, así como del apelativo de "Héroe de Győr" y "salvador de Hungría". Sin embargo, la pronta muerte de Pálffy en circunstancias desconocidas hizo fracasar esta ofensiva, y los otomanos presionaron a los húngaros y germanos hacia el Oeste, ganando nuevamente terreno.

Segismundo se casó con María Cristina de Habsburgo, y firmó un tratado el 28 de enero de 1595 con Viena, no antes de haber eliminado a los partidarios de los turcos que se hallaban en las altas esferas de Transilvania. En 1596 sufrió una seria derrota en la batalla de Mezőkereszt y renunció por segunda vez al cargo de Príncipe, entregándole igualmente Transilvania al rey húngaro de los Habsburgo. Ante la incertidumbre que surgió tras la guerra contra los turcos, que parecía calmarse, el 20 de agosto de 1598 llegó a Kolozsvár y nuevamente fue investido con el título de Príncipe de Transilvania. Por la presión interna y de los Habsburgo, se vio forzado a renunciar al título de Príncipe transilvano por tercera vez. Segismundo llamó de inmediato a su sobrino Andrés Báthory, quien se hallaba en Polonia, y lo convenció de relevarlo en su puesto, para que la jefatura de Transilvania permaneciese en la familia.

Desde luego, tal hecho resultó sumamente complicado de consumarse. El cardenal católico Andrés Báthory no era bien visto por los székely y los sajones en Transilvania, quienes apoyaban al caudillo de los ejércitos de Udvarhelyszék, Moisés Székely. Báthory procuraba mantener buenas relaciones con los otomanos y no pagar tributos a los turcos, sino enviar un regalo cada 6 años al sultán turco. El emperador Rodolfo consideró a Báthory como un usurpador del trono y apoyó al voivoda de Valaquia, Miguel el Valiente. El 18 de octubre de 1599, Báthory sufrió una terrible derrota frente a la aldea de Sellenberk, donde fue matado por sus enemigos mientras huía, dejando así la vía libre para Miguel el Valiente. Los guerreros székely llevaron la cabeza de Andrés Báthory al voivoda valaco en señal de respeto, pero posteriormente fueron castigados los asesinos. El voivoda valaco entró en la ciudad de Gyulafehérvár, sede del principado, y obligó a la Gran Asamblea a elegirlo Príncipe.

Al enterarse el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y Rey de Hungría, Rodolfo II de Habsburgo, de tal situación y percatarse de que Miguel no estaba dispuesto a entregarle Transilvania, envió un ejército de mercenarios contratados para ocupar el principado húngaro. Esta acción fue bien vista en un principio por los nobles húngaros transilvanos, quienes ya habían pedido asistencia al emperador para librarse de Miguel. El ejército avanzó en 1598, al mando del general mercenario Giorgio Basta, con órdenes de apaciguar por la fuerza a aquellos que apoyaban a Miguel el Valiente y rechazaban el posible regreso de Segismundo Báthory. Considerándolo un rival peligroso, el mismo año Basta decidió embestir al valaco y derrotó entonces a las fuerzas de Miguel el 18 de septiembre de 1600, cerca de Miriszló.

Miguel el Valiente huyó, y en su lugar se volvió a elegir como Príncipe a Segismundo Báthory, mientras Basta era apresado por los nobles transilvanos que lo temían por su reputación de bandido y asesino. Posteriormente fue liberado y huyó a la corte germánica, de la cual regresó en 1601 con un nuevo ejército al que se le sumó el de Miguel el Valiente, quien buscaba recuperar el poder en manos de Segismundo Báthory. El 3 de agosto lograron vencer a Segismundo cerca de Goroszló, pero el 19 de agosto, Basta mandó a matar a Miguel el Valiente, probablemente temiendo que este pusiese en peligro su poder.

A partir de este momento, el poder de Transilvania pasó a manos de Giorgio Basta, cuyos soldados robaron, atacaron y actuaron con violencia en todo el principado. Por ello Segismundo Báthory intentó por última vez traspasar el poder del principado al noble Moisés Székely, quien fue investido con el título de Príncipe en 1602 y contaba con apoyo militar y político turco. Un año después, en 1603, Moisés Székely y sus soldados fueron derrotados por Radul, voivoda de Valaquia, un adepto de Giorgio Basta, terminando con la muerte del propio Székely en el campo de batalla. La asamblea del Sur de Transilvania tuvo que aceptar los dictámenes de Basta, aunque el emperador había decidido gobernar Transilvania.

En tanto, la situación en la Hungría bajo control germánico no era mejor, ya que la guerra de húngaros y germanos contra los turcos cobraba incontables vidas, mientras los otomanos perdían numerosas ciudades. En 1601 había caído Székesfehérvár y en 1603 comenzó el asedio a Buda, que finalizó en 1604, llevándose al conde Ferenc Nádasdy consigo. Igualmente, Rodolfo había iniciado una serie de juicios injustificados contra muchos nobles húngaros (en gran parte eran protestantes) privándolos así de sus bienes y posesiones y obteniendo una gran cantidad de dinero para financiar la guerra contra los turcos, que parecía una empresa en extremo difícil de completar exitosamente. Muchos se vieron obligados a huir y a esconderse de los juicios injustos. A la cabeza de ellos se hallaba el barón Esteban Bocskai, un noble húngaro calvinista, contra el que también se habían levantado cargos similares y no estaba dispuesto a aceptar las acciones de Giorgio Basta en Transilvania, contra las cuales había ya protestado en varias ocasiones un par de años antes.

Si bien Esteban Bocskai había sido partidario de los Habsburgo durante la situación hostil contra los nobles protestantes en Hungría, y el comandante general militar de Hungría, Giacomo Barbiano Belgiojoso, había atacado las ciudades del norte del reino, se vio forzado a reaccionar. En otoño de 1604 comenzó a reunir a los militares rurales húngaros, los hajdú, quienes eran pastores de ganado, y a las tropas de las cinco ciudades húngaras libres. Con el nuevo ejército tomó la ciudad de Debrecen y venció a las fuerzas germánicas cerca de Álmosd. Posteriormente entró en la ciudad de Kassa el 11 de noviembre, donde organizó su sede real.

Los soldados de Beligiojoso y los refuerzos de Basta fueron acorralados hacia el noroeste del Reino, ganando así Bocskai mucha influencia en gran parte del territorio húngaro. A finales de noviembre, el sultán otomano Ahmed I le otorgó el título de Príncipe de Transilvania, así como el de Rey de Hungría. La nobleza transilvana estaba de su parte, igualmente los székely, por lo que la Gran Asamblea lo escogió Príncipe de Transilvania el 21 de febrero de 1605.

El 20 de abril de ese mismo año una asamblea celebrada en Szerencse lo invistió con el título de Príncipe de Hungría. Solo los sajones que habitaban en Transilvania se le enfrentaron, pero para finales de septiembre, el noble húngaro ya había obtenido el apoyo total de las tres naciones transilvanas (székely, húngara y sajona). Sus tropas ocuparon la región de Dunántúl, y continuó a lo largo de ese año con el objetivo de reunificar el reino. El 11 de noviembre de 1605, llegó a Pest, donde tomó del gran líder turco Lalla Mehmed el athname (la carta del sultán que investía a la personalidad con el título real) y la corona. Sin embargo, por sugerencia de sus aliados, Bocskai no tomó el título de Rey húngaro de manera oficial, previendo las consecuencias sobre la independencia de los húngaros ante los Habsburgo. Bocskai se había percatado de que teniendo a los turcos de su parte, cada ciudad que Bocskai le arrebataba a los Habsburgo, pasaba a quedar bajo influencia otomana. Su objetivo era mantener en equilibrio las relaciones políticas de los húngaros, quienes se hallaban entre las dos grandes potencias. Así pues, cambió su prioridad, se enfocó en conservar la independencia de Transilvania y comenzó a negociar la paz con la corte en Viena.[3]

Las negociaciones fueron fructíferas, y en junio de 1606 llegaron a un acuerdo de paz negociado por el príncipe heredero Matías de Habsburgo, hermano de Rodolfo II de Habsburgo. El acuerdo estipulaba que Transilvania era nuevamente independiente de la Hungría Real y obtenía las regiones de Ugocsa, Bereg, Szatmár, junto con el castillo de Tokaj. Igualmente, los nobles húngaros de confesión protestante podían también practicar su fe, si no ofendían con ello a los católicos. El Imperio otomano y los Habsburgo firmaron asimismo un tratado de paz en otoño de 1606, por mediación de Esteban Bocskai, donde los turcos renunciaban a cobrar impuestos de los húngaros y no habría intervenciones militares por un periodo de 10 años.

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Tras la muerte del Príncipe Esteban Bocskai en 1606, no hubo unanimidad en quien debería ser el nuevo gobernante de Transilvania. Antes de morir, Bocskai había nombrado heredero a Valentín Drugeth Homonnai, un militar de muy buena fama. Otro candidato sería Gabriel Báthory, quien para la época tenía 18 años. Sin embargo, ambos cometieron el grave error de acompañar al cortejo fúnebre de Bocskai desde la ciudad de Kassa hasta Gyulafehárvár, y en ese tiempo, el 9 de febrero de 1607, el también influyente conde Segismundo Rákóczi fue elegido entonces Príncipe de Transilvania por la Gran Asamblea. Pronto expulsó a los jesuitas de Transilvania y revistió a los székely de títulos y privilegios, volviéndose en extremo popular entre ellos.

En la corte de Viena consideraban el gobierno de Segismundo Rákóczi como algo pasajero y deseaban fervientemente colocar en el trono a Gabriel Báthory, en quien veían la posibilidad de restaurar el catolicismo en Transilvania y acercarla a la esfera de influencia de los Habsburgo. Báthory reunió un ejército de soldados hajdú y al poco tiempo logró conseguir que Rákóczi inclinase la cabeza ante él. En octubre del 1607 se llegó a un acuerdo y nuevamente Segismundo ocupó el trono hasta su muerte el 5 de diciembre de 1608, como una figura respetada por los soldados hajdú. El 7 de marzo de 1608 Báthory ascendió al trono de Transilvania y firmó un tratado con el rey húngaro Matías de Habsburgo e hizo que se estableciesen los soldados hajdú. Sin embargo, en 1610, tras llevar una mala política interna que descontentó a los nobles húngaros y al propio emperador germánico, Báthory cometió el error de atacar a los Habsburgo igual que lo hizo Bocskai, perdiendo los favores del rey Matías. El 11 de abril de 1613 finalmente firmó un acuerdo en Bratislava con la corte de Viena, donde a cambio de que el emperador reconociese la independencia del principado, él permitiría la entrada de tropas germánicas a Transilvania.

La nobleza transilvana, indignada, comenzó a actuar para resolver esta situación. El conde Gabriel Bethlen ganó el apoyo del sultán y con asistencia otomana avanzó con sus tropas hasta Kolozsvár, donde se hizo nombrar Príncipe por la Gran Asamblea. Báthory retrocedió a la ciudad de Várad y el 27 de octubre de 1613 fue asesinado, consolidándose de esta manera la figura de Gabriel Bethlen en Transilvania.

Con su hábil política, Gabriel Bethlen recuperó los territorios entregados al Imperio otomano y abrió Transilvania a mineros, comerciantes y artesanos valacos (rumanos), moldavos y serbios, que pronto comenzaron a poblar el principado, generando gran prosperidad económica. Igualmente cultivó el lado humanístico, cultural y científico de Transilvania, rodeándose de sabios de todo tipo. Bethlen actuó de una manera paciente y en 1615 firmó un acuerdo con los representantes de Matías de Habsburgo, quien había sido elegido emperador germánico solo dos años antes. Por otra parte, el Imperio otomano exigió la entrega de la ciudad de Lipova en Transilvania en 1616, lo cual significó una gran pérdida, puesto que esta era la puerta comercial al territorio bajo ocupación turca en el centro del reino de Hungría.

En 1618 estalló la Guerra de los Treinta Años y al año siguiente fallece el emperador, siendo sucedido por Fernando II de Habsburgo, quien fue coronado igualmente como rey húngaro. Tras recibir la aprobación del sultán turco, Bethlen partió vía Viena con el ejército transilvano, los soldados hajdú y székely para unirse a la Unión Protestante y tratar de derrotar a los Habsburgo. Dicha empresa no solo estuvo motivada por las tendencias católicas del emperador, a las cuales se oponía Bethlen, sino que veía también en esta guerra la oportunidad de desligarse de la influencia política del Sacro Imperio Romano Germánico.

En ese mismo año conquistó las ciudades de Kassa, Érsekújvár y Bratislava, llegando también a sus manos la Santa Corona Húngara. En 1620, la asamblea de Bratislava le ofrece el título de rey húngaro, pero este no lo utiliza, solo toma el de Príncipe de Hungría, y firma un tratado con Fernando II de Habsburgo. La asamblea húngara de Bestercebánya le ofrece nuevamente el título de rey húngaro a Bethlen, pero este no se hace coronar. Ese mismo año obtiene una victoria la liga Católica en la Guerra de los Treinta Años y en 1622 Bethlen firma la paz de Nikolsburg, donde el Príncipe renuncia al título de rey de Hungría y Fernando II le otorga siete provincias como intercambio. Al año siguiente Bethlen vuelve a guerrear contra Fernando II y en 1624 firman nuevamente la paz.

En 1626, la Gran Asamblea designa a la esposa de Bethlen, Catalina de Brandeburgo, como su sucesora, puesto que este no tenía hijos varones herederos. Ese mismo año, Bethlen efectúa su tercera campaña contra el emperador Fernando II, y tras estimar que no obtendrá la victoria, tiene que acordar de nuevo la paz basada en los puntos de la anterior paz de Nikolsburg. Gabriel Bethlen murió en 1629, sin ver cumplido su sueño de reunificar Hungría e independizarla de los Habsburgo.

Tras la muerte de Gabriel Bethlen, su esposa Catalina de Brandeburgo asumió el gobierno del principado y de inmediato entregó al emperador germánico las tierras del norte de Hungría. Los soldados hajdú y muchos otros no querían jurar fidelidad al rey húngaro. Sin embargo, uno de los mayores terratenientes de Hungría, Jorge Rákóczi, hijo del fallecido Segismundo Rákóczi, no hizo nada al respecto. Estos acontecimientos deterioraron la relación entre Catalina y el regente Esteban Bethlen, el hermano menor del fallecido Príncipe.

Por otra parte, el hijo del regente, también llamado Esteban Bethlen como su padre, alcalde de la ciudad de Nagyvárad, y David Zólyomi decidieron hacerse cargo del asunto de los hajdú y declararse partidarios de Jorge Rákóczi I, con la esperanza de que este dirigiese al nuevo ejército que se oponía a Catalina y a Esteban Bethlen padre. Su intento no resultó exitoso por la cautela de Rákóczi, quien decidió no ponerse al frente del alzamiento en ese momento. El 9 de septiembre de 1630 se logró ensamblar el ejército real, y el joven Esteban Bethlen abrió las puertas de la ciudad de Várad al ejército de Rákóczi, quien lo conducía hacia Viena.

Ahí el 3 de octubre se enteró de que cinco días antes Catalina de Brandeburgo había sido obligada a renunciar al trono y que Esteban Bethlen, hermano de Gabriel Bethlen, había sido nombrado Príncipe. Los nobles que lo eligieron claramente le temían, y el propio nuevo Príncipe se esforzó por dar mala reputación Rákóczi ante los turcos. Catalina de Brandeburgo simpatizaba con Rákóczi, puesto que no se olvidaba del insulto de Bethlen contra ella. Los otomanos no lograban decidir cuál sería al que apoyarían, así que pronto enviaron dos cartas a la viuda, una con el nombre de Rákóczi y otra con el de Bethlen. Así pues, el 1 de diciembre de 1630, la Princesa Catalina leyó en la asamblea nacional de Sárospatak la carta nombrando Príncipe de Transilvania a Jorge Rákóczi I.

Jorge Rákóczi I, de confesión calvinista, persiguió a todos aquellos que respetaban el sábado y que de alguna forma ofendiesen su religión en Transilvania. El 6 de octubre de 1636 enfrentó y venció a Esteban Bethlen, el destituido Príncipe transilvano, quien trataba de recuperar el trono con ayuda del pachá de Buda. Por otra parte, Rákóczi otorgó gran libertad a los voivodas rumanos de Valaquia, ganando simpatía entre ellos.

El mismo anhelo de Bocskai y Gabriel Bethlen sería compartido por Jorge Rákóczi I, quien intervino en la Guerra de los Treinta Años en la primavera de 1644 después de pedir la aprobación del sultán, aliándose con los suecos y franceses protestantes. Pronto obtuvo los territorios del norte de Hungría, pero el ataque de Fernando III de Habsburgo lo obligó a retroceder hasta el río Tisza. Aunque parecía que la victoria estaba en manos del emperador, pronto se vio forzado a firmar la paz en diciembre de 1645, donde permitió la libertad religiosa entre sus súbditos y le entregó varias provincias húngaras a Jorge Rákóczi.

El 11 de octubre de 1648 murió Jorge Rákóczi I, siendo elegido en su lugar su propio hijo del mismo nombre, conocido como Jorge Rákóczi II a partir de su nombramiento como Príncipe. Jorge Rákóczi II se topó con un ambiente en extremo hostil, donde la enemistad entre los cosacos y polacos aumentaba de manera desproporcionada. Entonces el Príncipe tuvo que expulsar de Moldavia en 1653 a aquellos partidarios de los cosacos que traían el caos a la región. En 1655 se opuso al alzamiento de soldados mercenarios y después de vencerlos, sometió al voivoda valaco Constantin Brâncoveanu, ganando consigo el respeto de los altos nobles europeos, entre ellos el recientemente elegido emperador germánico y rey húngaro Leopoldo I de Habsburgo.

Rákóczi no se ocupó mucho de los asuntos otomanos y protestó contra la acusación de los turcos de que el Príncipe estaba abusando de los valacos, mientras ellos pagaban tributos al transilvano. Rákóczi pensó que aún podía hacerse con el trono de Polonia y decidió con Carlos X Gustavo de Suecia que obtendría la corona polaca por medio de una invasión militar. El Príncipe transilvano no notificó al sultán y mucho menos pidió permiso para realizar dicha campaña, de modo que el 17 de enero de 1657, el Gran Visir Mehmed Köprülü, antes de que Rákóczi dejara el país, obligó a la Gran Asamblea a nombrar como regentes a los nobles Ákos Barcsay (sobrino de Gabriel Bethlen) y Francisco Rhédey.

A consecuencia de la campaña en Polonia, el gran Visir turco de Buda ordenó que los nobles regentes de Transilvania rompiesen las relaciones con Rákóczi y su gente, pero no se atrevían a darle la espalda al Príncipe transilvano. Sin embargo, por petición de los otomanos, el 2 de noviembre de 1657 fue elegido un nuevo Príncipe, Francisco Rhédey, quien estaba bien relacionado con los turcos. De inmediato Jorge Rákóczi II regresó con soldados hajdú y székely, y en enero de 1658 retomó por la fuerza su cargo, expulsando a Rhédey.

Tras el golpe de Estado, Rákóczi pidió asistencia contra los turcos al emperador Leopoldo I, pero este no respondió. Cansado, el Gran Visir Mehmed Köprülü decidió poner orden él mismo, ocupó las fortalezas de Jenő y expulsó a los voivodas rumanos leales a Rákóczi. Luego llamó a los tártaros, los cuales destruyeron Transilvania a su voluntad, justo como lo hicieron en 1241 bajo el reinado de Béla IV de Hungría. El Gran Visir hizo que la asamblea escogiese como Príncipe a Ákos Barcsay, quien era una persona de confianza para los turcos, subiendo al trono el 14 de septiembre de 1658.

En otoño de 1659, no reconociendo a Barcsay, Rákóczi inició una guerra interna para recuperar el trono de Transilvania, pero recibió una herida mortal en la batalla de Szászfenes el 22 de mayo de 1660, y el 7 de junio murió en Várad. Barcsay acordó el pago de un alto tributo al sultán para así congraciarse con este, pero a causa de un retraso en el pago, el Gran Visir de Buda lo puso bajo arresto domiciliario. La popularidad de Barcsay disminuyó entre los nobles húngaros e incluso comenzaron a apoyar a Juan Kemény, que fue elegido el 14 de diciembre de 1660. Para evitar una guerra civil, Ákos Barcsay renunció al trono el 31 de diciembre de 1660.

Juan Kemény subió al trono de Transilvania como una figura de severa oposición a los turcos y pronto ejecutó a muchos nobles simpatizantes de los otomanos, rompiendo también relaciones con el sultán. Ante esto, los turcos arremetieron con violencia y Kemény acudió a Leopoldo I de Habsburgo buscando ayuda, hacia quien huyó después de que los otomanos llevasen a cabo una campaña militar para ocupar Transilvania. El sultán escogió al noble húngaro Miguel Apafi I (quien era leal a los turcos) para reemplazar a Juan Kemény. Al poco tiempo se sucedieron varios enfrentamientos armados entre ambos bandos, que concluyeron el 23 de enero de 1662 con la muerte de Juan Kemény en la batalla de Nagyszőllős por no haber recibido suficientes refuerzos germánicos.

Miguel Apafi I fue nombrado Príncipe de Transilvania el 14 de septiembre de 1661 a petición del pachá de Buda. El nuevo monarca transilvano estaba totalmente sujeto entonces a la voluntad otomana y así, en 1663, Apafi avanzó junto con el Gran Visir Ahmed Köprülü hacia Viena para atacarla. El intento resultó un fracaso y en 1664 se firmó la paz de Vasvár entre el sultán y Leopoldo I, quien reconoció que Transilvania seguía siendo un territorio del Imperio otomano.

Apafi, obedeciendo órdenes del sultán, rechaza la asistencia a las provincias húngaras que se rebelaban contra los Habsburgo y posteriormente, cuando Francia y Polonia comienzan una guerra contra el Sacro Imperio Romano Germánico en 1671, nuevamente rechaza el ofrecimiento de participar por la prohibición de los turcos.

Aprovechando la debilidad de los germánicos tras tantas guerras, estalló un movimiento anti-Habsburgo en los territorios húngaros bajo su control. Dicho movimiento estaba compuesto por fugitivos políticos húngaros de las regiones turcas y germánicas que se habían dado a los otomanos o a los Habsburgo, respectivamente, y a partir de 1673 comenzaron a reunirse con Pablo Wesselényi como su comandante. Los transilvanos fugitivos escogieron como líder al conde Miguel Teleki, y ambos bandos se reunieron en 1672 en Torda, tomando las ciudades húngaras de Szádvár y Torna (1675), Ónod (1676). En ese mismo año, Miguel Apafi I nombró comandante general del movimiento a Teleki y le ordenó a Wesselényi que renunciase al mando, pero este no lo hizo y continuó luchando por su propia cuenta.

En 1677 el conde transilvano Emérico Thököly se unió al movimiento con permiso de Miguel Apafi I, avanzando rápidamente hasta ser el segundo al mando en 1678. En 1679, tras la enfermedad de Teleki, el Príncipe transilvano lo nombró sustituto. Se produjeron enfrentamientos entre los húngaros fugitivos y las tropas del emperador hasta el 13 de noviembre de 1681, cuando los enviados de Thököly firmaron un tratado de paz con Leopoldo I de Habsburgo. Entre las peticiones de Thököly figuraba que el emperador le otorgase al húngaro el control sobre las provincias de la Hungría germánica, que eran de la familia Rákóczi, y que le permitiese casarse con la noble Helena Zrínyi, viuda de Francisco Rákóczi I. La respuesta resultó desilusionante, pues el emperador obvió todos los requisitos y solo permitió el matrimonio (que se celebró posteriormente en 1682).

En 1681, el sultán Mehmed IV ordenó a Miguel Apafi I que movilizase sus tropas contra Leopoldo I y apoyase a Emérico Thököly, quien comandaba las fuerzas húngaras de soldados kuruc aún junto a Miguel Teleki. La campaña tuvo lugar en 1682 en los territorios húngaros bajo control germánico y en 1683, el sultán ordenó a Apafi que dirigiese sus fuerzas hacia Viena y se uniese a los turcos en el asedio, participando así en la Batalla de Kahlenberg. Las fuerzas germánicas al mando del Príncipe Eugenio de Saboya, junto con otros aliados cristianos, tenían por misión planificar y consumar la defensa de Viena. El asedio resultó un fracaso total, y las tropas turcas, las transilvanas de Miguel Apafi y las de los fugitivos kuruc húngaros de Thököly se vieron forzadas a retirarse hacia territorio húngaro.

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Tras el éxito de los cristianos en Viena en 1683 contra los turcos otomanos, la Santa Liga organizada por el Papa Inocencio XI y encabezada por Leopoldo I de Habsburgo se dispuso a invadir el territorio húngaro bajo control otomano y en 1686 comenzaron a asediar la ciudad de Buda, la cual era la principal dentro de la zona de influencia turca en la época y se hallaba en manos otomanas desde 1541.

Los ejércitos cristianos estaban comandados por el elector germánico Maximiliano II Manuel de Baviera, el Duque Carlos V de Lorena y Luis Guillermo I, margrave de Baden, y contaban con unos 10 000 soldados para dicha empresa. El asedio duró cerca de 3 meses, desde el 18 de junio hasta el 2 de septiembre. Si bien cobró muchas vidas de ambos bandos, resultó victorioso para los cristianos, quienes expulsaron a los turcos de la ciudad y pronto de la región, llevándose a cabo lo que se conoce como la Liberación de Buda (1686).

Durante el conflicto el sultán ordenó en repetidas ocasiones al Príncipe transilvano Miguel Apafi I que enviara provisiones para los turcos en Buda, pero se las arregló para evadir dichas empresas, no enviando tampoco los impuestos a los otomanos por un tiempo. Sin embargo, después de la ocupación de Hungría, los turcos se replegaron a Transilvania buscando refugio, convirtiéndose en el próximo objetivo de la Santa Liga.

En 1687, el ejército de Leopoldo I invadió Transilvania y la tomó, obligando a Miguel Apafi I a reconocer la superioridad del emperador. Las fuerzas imperiales continuaron desplegándose por todo el reino, ocupando ciudades regidas tanto por turcos como por húngaros que no estaban dispuestos a aceptar el régimen absolutista de Leopoldo I. Tal fue el caso de la esposa de Thököly, Helena Zrínyi, quien tuvo que dirigir la defensa de la ciudad de Munkács por más de tres meses, hasta que se vio obligada a entregarla a los imperiales. En 1690 fallece el Príncipe transilvano, y su hijo Miguel Apafi II, de 14 años, sube al trono, habiendo sido elegido su sucesor ya en 1681. Los nobles húngaros de Transilvania le pidieron al emperador que reconociese el título del joven, a lo que accedió, pero por el contrario sancionó el Diploma Leopoldinum en 1690, el cual estipulaba que Transilvania continuaba siendo un principado, pero era parte del Sacro Imperio Romano Germánico y tenía que pagar un impuesto anual. Asimismo decretó que se debían nombrar tres regentes de las tres nacionalidades de Transilvania (húngara, székely y sajona), hasta que Miguel Apafi II llegase a la mayoría de edad.

Miguel Apafi II temía que el emperador no reconociese su autoridad como Príncipe, y con añoranza esperaba la confirmación de parte del reino inglés y el holandés. Sus protectores lo comprometieron en matrimonio (sin la autorización de los Habsburgo) con la condesa Kata Bethlen, esperando unir dos familias poderosas. Después de la boda, solo un par de semanas después fue llamado a la corte de Viena, donde el emperador lo obligó a que cambiase sus propiedades transilvanas por otras húngaras de la región bajo influencia germánica. El emperador Leopoldo I rápidamente aseguró la nueva situación política europea y firmó la Paz de Karlowitz en 1699 con los otomanos, reafirmando su control sobre todos los territorios del reino húngaro, así como de los del Principado de Transilvania.

Las pequeñas revueltas húngaras a lo largo del reino pronto fueron sofocadas, y Emérico Thököly tuvo que huir al exilio a territorio turco, seguido posteriormente por su esposa Helena Zrínyi. Así terminó toda oposición y cesaron de existir tanto los turcos como los húngaros que perseguían la independencia del Reino de los Habsburgo. Por otra parte, Leopoldo I invistió a Miguel Apafi II con el título de Príncipe imperial germánico, forzándolo a renunciar al de Príncipe de Transilvania en 1701 (Apafi permanecería en la corte de Viena hasta su muerte en 1713).

Privado de su madre, Helena Zrínyi, el joven Francisco Rákóczi II creció desde 1688 en la corte de Viena junto a Leopoldo I de Habsburgo, criado por jesuitas. Después de la Paz de Karlowitz en 1699, Francisco Rákóczi II tomó la determinación de continuar con la empresa independentista llevada a cabo por su padrastro Emérico Thököly y su madre. En 1701 escribió a Luis XIV de Francia, aprovechando la enemistad entre los Borbones y los Habsburgo, pero la carta fue interceptada y el emperador lo puso bajo arresto domiciliario el 18 de abril en sus propiedades en Hungría. Francisco escapó el 7 de noviembre en la madrugada a Polonia.

Tomando ventaja de la Guerra de Sucesión Española, Rákóczi se puso en contacto con los guerreros húngaros que habían luchado de parte de su padrastro e inició un movimiento contra los Habsburgo que ya para 1703 contaba con gran apoyo. Sin embargo, la nobleza húngara no estaba de acuerdo, pues consideraba el asunto una revuelta de campesinos. Pero esto no se convirtió en impedimento, y en 1704 sus tropas habían ocupado gran parte del reino húngaro, aprovechando que los Habsburgo tenían que luchar en muchos frentes al mismo tiempo, apenas dando abasto al conflicto con los franceses.

En 1704, el alto mando de los rebeldes húngaros de Transilvania elige a Francisco Rákóczi Príncipe de Transilvania y continúa la guerra contra el ejército imperial en varias regiones del reino húngaro. Al morir Leopoldo I el 5 de mayo de 1705, su hijo José I de Habsburgo lo sucedió en el trono, teniendo que enfrentar la Guerra de Sucesión Española y la Guerra de Independencia de Rákóczi al mismo tiempo.

Posteriormente en septiembre de 1705, la asamblea de Szécsény nombró líder de los húngaros a Francisco Rákóczi II Príncipe y se formó un senado de 24 miembros que operaba en torno a Rákóczi. El resultado de las batallas era variable, y para 1706 las fuerzas rebeldes de Rákóczi se vieron forzadas a replegarse paulatinamente ante la fuerza de las imperiales. Después de una serie de batallas, Rákóczi permaneció firme en su empresa y el 13 de junio de 1707 declaró oficialmente en la Asamblea húngara de Ónod, que los Habsburgo estaban usurpando el trono de Hungría, lo que generó una arremetida más violenta de parte de los imperiales. El 3 de agosto de 1708 se libró la batalla de Trencsen, en la que Rákóczi cayó de su caballo y se desmayó. Puesto que los soldados lo creyeron muerto, se replegaron y la batalla concluyó en una aplastante victoria para los Habsburgo.

Ya que la firma de un tratado era inminente, Rákóczi comenzó a atenuar sus embestidas contra los Habsburgo, y ante la desconfianza de la capacidad de negociación del nuevo emperador José I de Habsburgo, abandonó el reino el 21 de febrero de 1711 yendo a Polonia. El Barón Alejandro Károlyi quedó entonces al mando de las fuerzas de Rákóczi y empezó a negociar la paz con el emperador. Sin embargo, el 17 de abril muere el emperador José I y su hermano Carlos VI asciende al trono y continúa con las negociaciones. De esta manera, el 30 de abril de 1711 se firma la paz de Szatmár entre los rebeldes húngaros y los imperiales, cerrando el capítulo de alzamientos anti-Habsburgo durante esa época (Francisco Rákóczi II jamás regresó a Hungría. Viajó a varios reinos europeos buscando asistencia en vano y terminó muriendo en el exilio en Rodostó en territorio turco en 1735).

En 1713 terminó la Guerra de Sucesión Española con la firma del Tratado de Utrecht, reafirmándose la supremacía de los Habsburgo en sus territorios. No obstante, el hijo de Leopoldo I tenía un problema, pues el nuevo emperador germánico y rey húngaro Carlos VI ante la falta de herederos tras su muerte había previsto la emisión del documento conocido como Pragmática Sanción. En este se estipulaba que su hija María Teresa, a pesar de ser mujer, podía sucederlo en el trono, conservando el apellido de los Habsburgo en los hijos de ella, sin importar quién fuera el futuro padre.

Los turcos atacan en 1715 el Reino de Hungría, confiados de que Carlos VI estaba débil después de la guerra contra Francia. Se llevaron a cabo varias campañas contra los otomanos (17161718), y los ejércitos húngaro e imperial unificados reconquistaron la mayor parte de Valaquia y Serbia, expulsándoles de esos territorios. El sultán Ahmed III y Carlos VI firmaron Tratado de Passarowitz en 1718, retirándose definitivamente los turcos de regiones que ocuparon durante 164 años. Después de esto, la Gran Asamblea húngara y la Gran Asamblea transilvana aceptan y reconocen la Pragmática Sanción de Carlos VI, no solo aceptándolo como soberano de los húngaros, sino reconociendo sus deseos sucesorios con respecto a su hija. En 1731, Carlos VI sanciona la Carolina Resolutio en la cual se legalizan las confesiones religiosas protestantes (calvinista, luterana y unitaria) en el Sacro Imperio Romano Germánico y en el Reino húngaro.


En 1736 su hija, María Teresa, se casa con el duque Francisco de Lorena, quien era regente de Hungría desde 1732, decidiéndose el futuro del imperio, que debía aún hacer frente a la amenaza turca. Carlos VI continuó con sus campañas contra los turcos en 1737, aunque fue expulsado de Serbia en 1738 por las fuerzas otomanas que se apoderaron nuevamente de esta región. Dichos enfrentamientos se concluyeron con la firma del Tratado de Belgrado, donde la parte oriental de Valaquia y Belgrado volvieron a ser parte del Imperio otomano.

En 1740 muere el emperador dejando como sucesora a su hija María Teresa junto con su esposo Francisco de Lorena. De inmediato el rey Federico II el Grande de Prusia manifiesta su desacuerdo y moviliza su ejército hacia la región de Silesia, repudiando a María Teresa y adjudicándose a sí mismo el derecho de reinar en su lugar, con lo que se inicia la Guerra de Sucesión Austriaca.

Federico II anexionó Silesia a Prusia y por otra parte Carlos Alberto de Baviera invadió la región septentrional de Austria, apoyado por fuerzas francesas. Con urgencia, María Teresa se traslada a Bratislava, una de las ciudades capitales del Reino de Hungría, y se reúne con la alta nobleza húngara para pedirles su ayuda en el conflicto. Después de varios enfrentamientos, María Teresa firmó la paz en 1742 con Federico II y renuncia a Silesia, siendo reconocida en su cargo como reina. La reina comenzó a obrar por la defensa de los derechos de los practicantes de la fe cristiana ortodoxa en Transilvania, y en 1743 fue coronada reina de Bohemia en Praga. Sin poder aceptar esto, Federico II lanzó su ejército hacia Praga, pero las tropas de la reina lo expulsaron de Bohemia. En 1745, las fuerzas imperiales avanzaron hacia Baviera al mando del general húngaro, el conde Carlos Batthyány, derrotando al emperador usurpador y eligiendo en su lugar a Francisco de Lorena, esposo de María Teresa. Entonces firmaron nuevamente la paz, donde Silesia quedaba en posesión de Prusia.

En las próximas décadas la reina continuó con una política de reafirmación de su poder en los Estados germánicos, conduciendo campañas lideradas por varios generales húngaros, entre ellos el Conde Andrés Hadik. En 1765 falleció su esposo y de inmediato su hijo mayor, José II de Habsburgo, subió al trono del Sacro Imperio.

Sus contemporáneos admiraban a José II de Habsburgo por su gran cultura y habilidad para gobernar, muchos historiadores actuales inclusive lo consideran un genio. Solamente no entendió una cosa: la ciencia de las posibilidades políticas. Pensaba que lo que él creía apropiado era factiblemente realizable. Tras la muerte de su madre María Teresa fue elegido rey húngaro el 29 de noviembre de 1780, pero por propia decisión no se hizo coronar y tampoco hizo el juramento del monarca. Por tanto no estaba comprometido a respetar las leyes que protegían a los húngaros del poder absoluto del monarca. Por ello fue apodado "El rey asombrerado" (en húngaro "kalapos király"), puesto que no usó la corona húngara, sino solo sombreros.

Pronto inició reformas educacionales y culturales. Comenzó a limitar a la Iglesia católica, restringiendo el envío de dinero a Roma desde los monasterios a lo largo del imperio y Hungría. Igualmente ordenó en 1781 un decreto de tolerancia para los protestantes y griegos ortodoxos. En 1783 José II hizo un viaje por Hungría, visitando también las regiones de Croacia y Transilvania. En 1784 decretó que el idioma alemán fuera la lengua oficial en el reino húngaro, dividió los territorios de Hungría y Transilvania en nuevas entidades político-administrativas y prohibió el azote de los siervos, así como el que abogados del Estado defiendan los intereses de los campesinos.

En 1787 estalló la Guerra Ruso-Turca y en 1788 José II intervino retomando la ciudad serbia de Šabac, pero luego se vio obligado a huir cuando intentaba asegurar su control en Lugos. Regresó a Viena enfermo, pero en 1789 mandó a guerrear a su ejército, que junto con los rusos expulsaron a los otomanos de Valaquia y tomaron definitivamente la ciudad de Belgrado.

En 1790 se independizó Bélgica del Imperio y Hungría intentó seguir sus pasos buscando en vano alianza con el Reino de Prusia. Ese mismo año murió José II y fue sucedido por su hermano menor Leopoldo II. Este nuevo monarca deshizo mucho de lo tramado por su hermano mayor. Disolvió la policía secreta de José II y se restituyó en Hungría el latín en vez del alemán, y el Consejo en Buda estableció que sus sesiones continuarán siendo en húngaro.

Leopoldo II firmó un tratado de paz con el sultán Selim III. A mediados del mismo año fue elegido emperador y la asamblea húngara se mudó a Bratislava. Ahí fue coronado también como rey húngaro y a su cuarto hijo Leopoldo lo eligieron Nádor de Hungría. El nuevo emperador apeló en 1791 a los demás monarcas europeos a enfrentarse a la Revolución Francesa y firmó un tratado militar con Federico Guillermo II de Prusia para protegerse de los franceses. Sin embargo, en 1792 murió repentinamente el monarca Habsburgo, siendo sucedido por su hijo mayor, Francisco I de Austria.

Antes de que fuese coronado emperador germánico y rey húngaro se recibió en Viena la declaración de guerra de los franceses, quienes operaban según las disposiciones de la Asamblea Legislativa, creada durante la Revolución Francesa. En marzo de 1792 fue coronado entonces Francisco I y en octubre de 1793 su tía María Antonieta de Austria y su esposo el rey Luis XVI de Francia fueron ejecutados por los revolucionarios franceses. Ese mismo año dieron comienzo las Guerras Revolucionarias Francesas (1793-1802), donde las naciones europeas (incluida la húngara) intentarán contener los ejércitos franceses, en muchas ocasiones fallidamente. Una vez finalizadas, se sucedieron las Guerras Napoleónicas (18021815), conducidas por Napoleón Bonaparte, quien en 1806 forzó a Francisco I a renunciar al título de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, conservando solamente el título de emperador austríaco que había asumido previamente en 1804.

Napoleón es finalmente derrotado en la Batalla de Waterloo en 1815, y el nuevo mapa de Europa entra en vigor según lo acordado en el Congreso de Viena de 1814. En 1830 se eligió en Bratislava como rey húngaro a Fernando V, hijo de Francisco I emperador de Austria, quien, si bien era asimismo presidente de la recientemente creada Confederación Germánica, ya no era considerado como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Cinco años después, Francisco I murió, y su hijo, el rey de Hungría, fue coronado también emperador austríaco como Fernando I de Austria.



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