x
1

Historia de Marruecos



La historia de Marruecos se remonta a la época de la cultura capsiense, entre el 10 000 a. C. y el 6000 a. C., en un momento en que el Magreb era menos árido que en la actualidad. La lengua bereber llegó probablemente al mismo tiempo que la agricultura, y fue adoptada por la población ya asentada allí. El análisis del ADN da como resultado que varias poblaciones han contribuido a la mezcla de genes de los marroquíes, incluyendo, además de los grupos étnicos principales, bereberes y árabes, a fenicios, judíos sefardíes, y africanos subsaharianos.[cita requerida]

La evidencia arqueológica demuestra que la región ya estuvo habitada por homínidos desde hace cuatrocientos mil años.[1]​ La historia escrita de Marruecos comienza con la colonización fenicia de la costa marroquí entre los siglos VIII y VI a.C.,[2]​ aunque ya estuvo habitada por los bereberes unos 2000 años antes. En el siglo V a.C., los dominios de la ciudad estado de Cartago se extendieron por las costas de África del Norte.[3]​ Permanecieron allí hasta finales del siglo III a.C.[4]​ pero más tarde el territorio fue gobernado por monarcas nativos.[3]​ Los reyes bereberes gobernaron Mauritania desde el siglo III a.C. hasta el año 40, cuando el reino fue anexado al Imperio Romano. Los vándalos invadieron la zona en el siglo V, antes de ser recuperada por el Imperio Bizantino en el siglo VI.

La región fue conquistada por los musulmanes a principios del siglo VIII, pero se separó del Califato Omeya después de la revuelta bereber del 740. Medio siglo después, el Estado Marroquí fue establecido por la dinastía idrisí.[5][6]​ Bajo las dinastías almorávide y almohade Marruecos dominó el Magreb y la España musulmana. La dinastía saadí gobernó el país desde 1549 a 1659, seguida por la dinastía alauí desde 1667 en adelante, y han estado gobernando el país desde entonces.[7][8][9]

En 1912, después de la Primera Crisis Marroquí y la Crisis de Agadir, el Tratado de Fez fue firmado, dividiendo Marruecos en un protectorado español y francés. En 1956, tras 44 años de gobierno francés, Marruecos obtuvo su independencia, y poco después recuperó el control de la mayoría de territorios bajo dominio español.

Excavaciones arqueológicas han demostrado la presencia de especies humanas anteriores al homo sapiens en Marruecos. Los restos fosilizados de un homínido primitivo de cuatrocientos mil años fueron descubiertos en Salé en 1971.[10]​ Se encontraron restos de homo sapiens en el yacimiento de Jebel Irhoud en 1991, estos fueron datados de hace trescientos mil años usando técnicas modernas en el 2017, siendo los restos más antiguos de homo sapiens encontrados hasta ahora.[11]​ En 2007 se encontraron pequeños adornos hechos con conchas marinas perforadas en Taforalt que datan de hace ochenta y dos mil años, siendo esta la evidencia más antigua de adornos personales jamás encontrados.[12]

Durante el mesolítico, entre veinte mil y cinco mil años atrás, la geografía de Marruecos se parecía más a una sabana que al paisaje árido de hoy en día.[13]​ Mientras que se sabe poco acerca de asentamientos marroquíes del Mesolítico, excavaciones por todo el Magreb sugieren que la región estuvo densamente poblada por gamos y recubierta por bosques que pudieron favorecer a los cazadores-recolectores llegados a la zona, como los de la cultura capsiense.[14]

Las regiones costeras del actual Marruecos compartieron una cultura neolítica común al resto del litoral mediterráneo: la capsiense. Los restos arqueológicos corroboran la domesticación del ganado y el cultivo de diversas plantas durante ese período. Hace ocho mil años, al sur del Atlas se extendía una sabana en la que prosperó una cultura de cazadores y pastores hasta que la región comenzó a desecarse como resultado de los cambios climáticos a partir del 4000 a. C.

La llegada de los fenicios en la costa marroquí significó muchos siglos de dominio extranjero en el norte de Marruecos.[cita requerida] Los comerciantes fenicios penetraron en el Mediterráneo occidental antes del siglo VIII a.C. y más tarde establecieron depósitos de sal y de minerales, construyeron puertos comerciales por toda la costa y la ribera de los territorios que hoy corresponden a Marruecos.[2]​ Los mayores vestigios fenicios de la región son la Necrópolis de Chellah, Lixus y Mogador.[15]​ Mogador es conocida por ser una colonia fenicia desde principios del siglo VI a.C.[16]

En el siglo V a. C., los cartagineses había extendido su hegemonía por el norte de África y tomaron el control de las colonias en Marruecos. Hacia el siglo II a. C., emergieron algunos reinos bereberes, que crecieron y se desarrollaron con una cierta autonomía. Cartago mantuvo relaciones comerciales con estos reinos bereberes del interior, y les pagaron un tributo anual para asegurar su cooperación en la explotación de materias primas.[cita requerida] Después de la caída de Cartago por la conquista romana, el área norte de Marruecos fuera anexionada al imperio romano en el año 40 a. C.

Mauritania fue un reino tribal bereber independiente ubicado en la costa mediterránea del Norte de África,[17]​ Su rey conocido más antiguo fue Boco I, que reinó desde el 110 a. C. al 81 a. C. Lo primero que se conoce por fuentes escritas es la existencia de asentamientos fenicios y cartagineses como Lixus y Chellah.[17]​ El rey bereber dominó territorios tierra adentro, eclipsando las avanzadas cartaginesas y romanas, a veces como satélites, permitiendo así la existencia de dominio romano. Mauritania se convirtió en estado cliente de Roma en el 33 a. C. y luego en provincia después de que el emperador Calígula ejecutara a Ptolomeo de Mauritania en el año 40.

Roma controló el vasto y mal definido territorio, más a través de alianzas con tribus que con ocupación militar, expandiendo su autoridad únicamente a esas áreas, que fueron económicamente útiles y pudieron ser defendidas sin fuerzas adicionales. Por lo tanto, la administración romana nunca se extendió fuera del área restringida de la planicie costera del norte y los valles. Esta estratégica región formó parte del Imperio Romano, con el nombre de Mauretania Tingitana, con la ciudad de Volubilis como su capital. Los indígenas mauritanos fueron frecuentemente reclutados en la caballería, como auxiliares de las legiones romanas.

Durante los tiempos del emperador Augusto, Mauritania fue un estado vasallo, y sus gobernantes, como Juba II, controlaron todas las áreas al sur de Volubilis. Pero el control efectivo de los legionarios romanos llegó hasta el área de Sala Colonia. Algunos historiadores creen que la frontera romana se encontraba en la ciudad actual de Casablanca, conocida entonces como Anfa, que fue construida por los romanos como puerto.[18]

Durante el reinado de Juba II, Augusto fundó tres colonias, con ciudadanos romanos, en Mauritania cerca de la costa atlántica: Iulia Constantia Zilil, Iulia Valentia Banasa, e Iulia Campestris Babba. Creó quizá unas doce colonias en total en la región.[19]​ Durante ese periodo, el área controlada por Roma experimentó un significativo desarrollo comercial, impulsado por la construcción de caminos. Alrededor del 278 d. C., los romanos fijaron la capital regional en Tánger, y Volubilis comenzó a perder importancia.

El cristianismo fue introducido en el siglo II, ganando adeptos en las ciudades y entre los esclavos y granjeros bereberes. En el siglo IV, las zonas romanizadas eran cristianas, así como algunas tribus del interior. También llegaron movimientos cismáticos y heréticos, generalmente como forma de protesta política. También se estableció una numerosa colonia judía.

En el año 429 la zona fue invadida por los vándalos, quienes saltaron de la península ibérica. No obstante, ninguna dominación extranjera consiguió penetrar mucho más allá de la costa y se limitaron principalmente a tener asentamientos comerciales para sus rutas por el Mediterráneo, ya que las tribus bereberes de la zona nunca se dejaron dominar: los romanos consideraban a los bereberes como una raza ingobernable, que causaba "problemas" constantemente a las legiones cuando fundaban asentamientos romanos permanentes.

Tras la invasión vándala en el 429, el Imperio bizantino se propuso la reconquista. Belisario consiguió conquistar unas cuantas ciudades, entre ellas Tánger.

La conquista musulmana del Magreb, que comenzó a mediados del siglo VII, en el 682 y la llevó a cabo el Califato omeya, fue completada a principios del siglo VIII. Trajo tanto la lengua árabe como el islam a todas las regiones del norte de Marruecos. Aunque parte del gran Imperio Islámico, Marruecos fue inicialmente organizado como estado subsidiario de la provincia de Ifriqiya, siendo los gobernantes locales fijados por el gobernante musulmán en Cairuán.

Uqba ibn Nafi, conquistador del Magreb en el siglo VII, alcanzó las costas atlánticas en lo que en la actualidad es el Parque nacional de Souss-Massa, se introdujo en el océano con su caballo y puso a Alá como testigo de que no quedaban más tierras por conquistar.

En el año 740, estimulada por los puritanos jariyíes, la población nativa bereber se rebeló contra el Califato omeya. La rebelión comenzó con las tribus del occidente de Marruecos, y se propagó rápidamente por toda la región. Aunque la insurrección se acabó en 742 antes de llegar a las puertas de Cairuán, ni los gobernantes omeyas en Damasco ni sus sucesores abasíes lograron imponer su autoridad en las zonas al oeste de Ifriqiya. Marruecos pasó a estar fuera del control omeya y abasí y se fragmentó en una multitud de Estados bereberes independientes como el de la confederación Barghawata, el emirato de Siyilmasa y el de Nekor, además de Tremecén y Tiaret, en la moderna Argelia occidental.[20]​ Los bereberes pasaron a formar su propia versión del islam. Algunos, como los Banū Ifrēn, preservaron su conexión con las sectas islámicas puritanas radicales, mientras otros, como los Barghawata, crearon una nueva nueva fe sincrética.[21][22]

Los Barghawata fueron una confederación bereber habitante de la costa atlántica de Marruecos, quienes pertenecieron a la división bereber masmuda.[20]​ Después de aliarse con la rebelión jariyí contra los omeyas, establecieron un estado independiente (744-1058) en el área de Tamesna entre Safí y Salé bajo el liderazgo de Tarif al-Matghari.

Siyilmasa fue una ciudad medieval marroquí y puerto ubicada al borde septentrional del Sáhara. Las ruinas se encuentran a ocho kilómetros a lo largo del río Ziz en el oasis de Tafilalt, cerca del pueblo de Rissani. La historia de la ciudad fue marcada por numerosas invasiones sucesivas por las dinastías bereberes. Hasta el siglo XIV, como extremo de la ruta comercial del Sáhara, la ciudad fue uno de los centros de comercio en el Magreb durante la Edad Media.[23]

Nekor fue un emirato ubicado en la región del Rif. Su capital inicialmente fue Temsaman, pero luego fue movida a Nekor. El estado fue fundado en el 710 por Salih Ibn Mansur. Bajo su gobierno, las tribus bereberes locales adoptaron el islam, aunque luego lo depusieron en favor de un Az-Zaydi de la tribu Nafza. Posteriormente el pueblo cambió de opinión y volvió a nombrar a Ibn Mansur. Su dinastía, la Banū Sālih, gobernó entonces la región hasta 1019.

En el 859, el emirato fue sometido por un grupo de vikingos con 62 barcos, estos derrotaron un ejército moro en Nekor que intentó interferir con sus saqueos. Tras estar ocho días en Marruecos, los vikingos se marcharon de vuelta a España y navegaron hacia la costa este.[24]

La dinastía idrisí fue un estado musulmán localizado en Marruecos,[25]​ y gobernaron desde el 788 al 974. Nombrada por su fundador, Idrís I, el nieto de Hasan ibn Ali (tataranieto materno de Mahoma), los idrisíes son considerados por algunos historiadores como los fundadores del primer estado marroquí. Idrís I fundó la ciudad de Fez, la tercera ciudad más importante del Marruecos actual.

El equilibrio entre los estados marroquíes fue alterado a principios del siglo X, cuando los fatimíes llegaron al Magreb. No mucho tiempo después de apoderarse de Ifriqiya, los fatimíes se lanzaron contra Marruecos, conquistando Fez y Siyilmasa. Marruecos fue entonces fragmentado, por gobernantes fatimíes, por leales a los idrisíes, y por nuevos grupos puritanos e intervencionistas desde Al-Ándalus, todos luchando por el control de la región. Los gobernantes locales oportunistas vendieron su apoyo al mejor postor. En el 965, el califa fatimí al-Muizz invadió Marruecos por última vez, estableciendo cierto orden. Poco después, sin embargo, los fatimíes cambiaron movieron su imperio al este, hacia Egipto, convirtiendo El Cairo en su nueva capital.

Los fatimíes habían asignado a los ziríes, un clan bereber asentado en Ifriqiya, para vigilar sus dominios occidentales. Sin embargo, los ziríes no pudieron evitar que Marruecos se saliera de su control y se desmoronara en manos de una serie de jefes locales bereberes de Zenata, la mayoría de ellos eran clientes del califa de Córdoba, como los Maghrawa en la región de Fez, y de rivales itinerantes.

Marruecos estuvo en su mayor poderío bajo una serie de dinastías bereberes, que subieron al poder desde el sur de las montañas Atlas y expandieron su dominio hacia el norte, reemplazando a los gobernantes locales. Los siglos XI y XII fueron testigos de la fundación de varias dinastías bereberes significativas, encabezadas por reformadores religiosos, cada dinastía estaba basada en una confederación tribal, las cuales dominaron el Magreb y Al-Ándalus durante más de 200 años. Las dinastías bereberes de los almorávides, almohades, benimerines y wattásidas dieron al pueblo bereber una cierta identidad colectiva y unidad política bajo un régimen nativo por primera vez en su historia. Las dinastías crearon la idea de un «Maghreb imperial» bajo la tutela bereber, una idea que sobrevivió de alguna forma u otra. Pero en última instancia, todas las familias reinantes demostraron falta de visión política, ninguna supo crear una sociedad integrada que superase la idea de tribu.

La dinastía almorávide (c. 1060-1147) se originó en la tribu nómada bereber de Lamtuna, la cual pertenecía a la confederación de los sanhayas. Ellos lograron unificar Marruecos después de haber sido dividido entre varios principados zenatas a finales del siglo X y de haber anexado al Emirato de Siyilmasa y el Barghawata a su reino.

Bajo el liderazgo de Yusuf ibn Tašufin, los almorávides fueron invitados por los príncipes taifas musulmanes de Al-Ándalus para defender sus territorios de los reinos cristianos. Su participación fue crucial para evitar la caída de Al-Andalus. Después de haber logrado repeler las fuerzas cristianas en 1086, Yusuf volvió a Iberia en 1090 y anexó la mayor parte de las taifas mayores.[26]

El poder almorávide comenzó a declinar en la primera mitad del siglo XII, ya que la dinastía se debilitó después de su derrota en la batalla de Ourique y por la agitación de los almohades. La conquista de la ciudad de Marrakech por los almohades en 1147 marcó la caída de la dinastía. Sin embargo, una parte de los almorávides (los Banu Ganiya) continuaron luchando en las Islas Baleares y en Túnez.

El califato almohade fue un estado marroquí,[27]​ fundado en el siglo XII.

El movimiento almohade fue iniciado por Ibn Tumart, de las tribus Masmuda del sur de Marruecos. Los almohades primero establecieron un estado berber en Tinmel, en las montañas del Atlas aproximadamente en el 1120.[28]​ Lograron derrocar a los gobernantes almorávides, reinantes en Marruecos, en 1147, cuando Abd al-Mu'min al-Gumir (1130-1163) conquistó Marrakech y se declaró califa. A continuación, extendieron su poder sobre todo el Magreb por el año 1159. Al-Ándalus sufrió el mismo destino del Magreb y toda Iberia islámica estaba bajo gobierno almohade en el 1172.[29]

Las victorias sobre los árabes de oriente y sobre los cristianos hispánicos (batalla de Alarcos, 1195) consolidaron el efímero poder del imperio almohade sobre todo el islam occidental. Sin embargo, después de ser derrotado en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, entró en plena decadencia, y con ella comenzó de nuevo el caos político en la región.

En 1260 Alfonso X el Sabio ocupó Rabat y la incendió. En esta época los reinos más poderosos eran el de los benimerines en Fez, y el de los ziyánidas en Tlemecén.

La dinastía benimerín fue un estado suní,[30]​ descendientes de la tribu bereber Zenata. Esta dinastía gobernó Marruecos desde el siglo XIII hasta el siglo XV.[31]

Los benimerines derrocaron a la dinastía almohade, que controlaba Marruecos en 1244, y controló brevemente todo el Magreb a mediados del siglo XIV. Apoyaron el Reino de Granada en Al-Ándalus en los siglos XIII y XIV; en un intento de obtener un punto de apoyo directo en el lado europeo del Estrecho de Gibraltar, pero fueron derrotados en la batalla del Salado en 1340, retirándose al Magreb. En 1358 murió el último sultán importante de la dinastía, se fragmentó de nuevo el territorio en multitud de reinos y los reyes castellanos y portugueses enviaron ejércitos a la conquista de la región. Así, Portugal ocupó Ceuta en 1415.

Los watásidas –o watasíes– pertenecían a una tribu de bereberes zenatas, como los sultanes benimerines. Las dos familias estaban emparentadas, y los reyes benimerines reclutaron a muchos de sus visires entre los watásidas. Los visires tomaron poco a poco el poder, hasta que el último sultán lo perdió completamente en 1465. Siguió un período caótico que duró hasta 1472: Marruecos se encontró dividido en dos, con una dinastía que surgía al sur, los saadíes, y al norte el sultanato watasí.

En 1469 los musulmanes acababan de perder la casi totalidad de sus territorios andalusíes y ya no conservaban más que Granada y sus alrededores (hasta 1492) y los reinos hispánicos comenzaban a ocupar las costas: los portugueses tomaron Tánger (1471) y Mazagán (1514). Este período conoció una gran afluencia de musulmanes y judíos andalusíes hacia Marruecos, obligados por la orden de conversión forzosa al cristianismo.

A partir de 1549, la región fue gobernada por sucesivas dinastías árabe-parlantes, conocidas como las dinastías de Sharifian, que reclamaban ser descendientes del profeta Mahoma. La primera de estas entidades políticas fue la dinastía saadí, que gobernó Marruecos de 1549 a 1659. De 1509 a 1549, los soberanos saadíes solo controlaban las zonas meridionales. Aún reconociendo a los watásidas como sultanes hasta 1528, el poder creciente de los saadíes llevó a los watásidas a atacarlos y, después de una batalla sin vencedor claro, a reconocer su gobierno sobre el sur de Marruecos en el Tratado de Tadla.[32]

En 1659, Mohammed al-Hajj ibn Abu Bakr al-Dila'i, jefe de la zaouia de Dila, fue proclamado sultán de Marruecos después de la caída de la dinastía saadí.[33]

La región sufrió sucesivas invasiones de tribus árabes que aseguraban ser descendientes del profeta Mahoma. Estas tribus fundaron nuevas dinastías: primero surgió la saadí, y después la de los alauitas, que se ha mantenido el poder desde el siglo XVII.

La dinastía alauita es la actual familia real marroquí. El nombre alauita proviene del «‘Alī» de ‘Alī ibn Abī Ṭālib, cuyo descendiente Sharif ibn Ali se convirtió en príncipe de Tafilalt en 1631. Su hijo Mulay al-Rashid (1664-1672) logró unir y pacificar al país. La familia alauí reclama el descenso de Mahoma a través de su hija Fāṭimah az-Zahrah y su esposo ‘Alī ibn Abī Ṭālib.

El reino fue consolidado por Ismaíl Ibn Sharif (1672-1727), que comenzó a crear un estado unificado frente a la oposición de las tribus locales. Dado que los alauitas, a diferencia de las dinastías anteriores, no tenían el apoyo de una tribu bereber o beduina, Isma'īl controlaba Marruecos a través de un ejército de esclavos. Con estos soldados expulsó a los ingleses de Tánger (1684) y a los españoles de Larache en 1689. La unidad de Marruecos no sobrevivió a su muerte: en las luchas de poder que siguieron las tribus se convirtieron una vez más en fuerza política y militar y sólo fue con Muhammad III (1757-1790) que el reino fue unificado otra vez. La idea de la centralización fue abandonada y las tribus permitieron conservar su autonomía. El 20 de diciembre de 1777,[34]​ Marruecos se convirtió en uno de los primeros estados para reconocer la soberanía de un nuevo Estados Unidos independiente.[35]

Durante los reinados de Muhammad IV (1859-1873) y Hassan I (1873-1894), los alauitas trataron de fomentar los vínculos comerciales, especialmente con los países europeos y los Estados Unidos. El ejército y la administración también fueron modernizados para consolidar el control sobre las tribus bereberes y beduinas. En 1859, Marruecos estuvo en guerra con España. La independencia de Marruecos se garantizó en la Conferencia de Madrid en 1880,[36]​ con Francia también ganando influencia significativa sobre Marruecos. Alemania intentó contrarrestar la creciente influencia francesa, llevando a la Primera Crisis Marroquí de 1905-1906 y la Segunda Crisis Marroquí de 1911. Marruecos se convirtió en un protectorado francés a través del Tratado de Fez en 1912.

Los exitosos esfuerzos portugueses para controlar la costa atlántica en el siglo XV no afectaron el interior de Marruecos. Después de las guerras napoleónicas, el norte de África se convirtió cada vez más ingobernable desde Estambul por el Imperio Otomano. Como resultado, se convirtió en el centro turístico de los piratas bajo los beys locales. El Magreb también tenía una riqueza mucho mayor conocida que el resto de África, y su ubicación cerca de la entrada al Mediterráneo le dio importancia estratégica. Francia mostró un fuerte interés en Marruecos en 1830.

La dinastía alauita logró mantener la independencia de Marruecos en los siglos XVIII y XIX, mientras que otros estados de la región sucumbieron a la dominación otomana, francesa o británica. En la última parte del siglo XIX la inestabilidad de Marruecos resultó en países europeos interviniendo para proteger las inversiones y exigir concesiones económicas. En los primeros años del siglo XX, grandes esfuerzos diplomáticos de las potencias europeas, especialmente de Francia, contribuyeron a promover sus intereses en la región.[37]

En la década de 1890, la administración y el ejército francés en Argelia pidieron la anexión del Touat, el Gourara y el Tidikelt, un complejo que había sido parte del Imperio marroquí durante muchos siglos antes de la llegada de los franceses a Argelia.[38]

Un conflicto armado se opuso a las divisiones francesas de Orán y Argelia del 19.º cuerpo al Aït Khabbash, una fracción de los kam de Aït Ounbgui de la confederación Aït Atta. El conflicto terminó con la anexión del complejo de Touat-Gourara-Tidikelt por Francia en 1901.

El reconocimiento de la «esfera de influencia» del Reino Unido y Francia en Marruecos en la Entente Cordiale de 1904 provocó una reacción alemana; la «crisis» de 1905-1906 se resolvió en la Conferencia de Algeciras (1906), que formalizó la «posición especial» de Francia y confió la vigilancia de Marruecos conjuntamente a Francia y España.

Antes de la independencia, Marruecos era el hogar de medio millón de europeos, y los cristianos europeos formaban casi la mitad de la población de la ciudad de Casablanca. Desde la independencia del reino en 1956, la población europea ha disminuido sustancialmente.

Una segunda «crisis marroquí» aumentó las tensiones entre los poderosos países europeos y dio lugar al Tratado de Fez (firmado el 30 de marzo de 1912), que convirtió a Marruecos en un protectorado de Francia. Por un segundo tratado firmado por los jefes de Estado francés y español, España recibió una zona de influencia en el norte y sur de Marruecos, el 27 de noviembre de 1912. La parte norte se convirtió en el Protectorado español de Marruecos, mientras que la parte sur fue gobernada desde El Aaiún como zona de amortiguación entre la Colonia Española de Saguia El-Hamra y Marruecos. Por el Protocolo de Tánger firmado en diciembre de 1923, Tánger recibió un estatus especial y se convirtió en una zona internacional.[39]​ El tratado de Fez provocó disturbios en Fez en el año 1912.

Los tratados no privaron legalmente a Marruecos de su condición de Estado soberano, y el sultán seguía siendo el líder del país.[40]​ En la práctica, el sultán no tenía poder real y el país estaba gobernado por una administración colonial.

Bajo el protectorado, los funcionarios franceses se aliaron con los colonos franceses y con sus partidarios en Francia para evitar cualquier movimiento en la dirección de la autonomía marroquí. A medida que avanzaba la pacificación, el gobierno francés se centró en la explotación de la riqueza minera de Marruecos, la creación de un moderno sistema de transporte y el desarrollo de un sector agrícola moderno orientado al mercado francés. Decenas de miles de colonos entraron en Marruecos y adquirieron grandes extensiones de la rica tierra agrícola.

Después del establecimiento del protectorado conjunto, el Rif mantuvo su resistencia al dominio extranjero. El Rif es la cadena montañosa que confina el litoral mediterráneo de la República del Rif. Habitado por tribus berberiscas, siempre resistió a las tentativas de invasión venidas de los reinos cristianos del norte, España y Portugal. La República separatista del Rif fue declarada el 18 de septiembre de 1921 por el pueblo del Rif.

Los españoles, a los cuales tocaba la administración de esa región, sufrieron una serie de incursiones contra sus intereses industriales en Marruecos, lo que provocó la declaración de guerra.

En 1921, la tribu de Beni Ouriaghel, instalada en la región de Al-Huceima, entró en rebelión abierta dirigida por un antiguo funcionario de la administración española, Mohamed Ben Abdelkrim El-Khattabi. Joven, carismático e inteligente, dirigía un pequeño ejército e infligió algunas derrotas a los españoles.

El general Silvestre encabezó un ejército para terminar con los Beni Ouriaghel, pero sufrió una derrota en Anual en junio de 1921: la casi totalidad de sus tropas, quince mil soldados, encontró la muerte en batalla, y el general se suicidó.

En Madrid, las derrotas del Barranco del Lobo y el Desastre de Annual provocaron graves crisis de gobierno, e incluso disturbios en Barcelona pues se obligaba a combatir por proteger estos recursos industriales a toda la población que no pudiera pagar la exención. Los sucesivos fracasos del Gobierno frente a Abdelkrim fueron la causa de un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 dado por el general Miguel Primo de Rivera, que suspendió la Constitución e instauró la dictadura.

Famoso por su victoria y rico por la gran cantidad de armas ligeras y pesadas conseguidas en el campo de batalla, Abdelkrim extendió su autoridad al conjunto del Rif. En febrero de 1922, declaró la República rifeña y se nombró presidente. No contento con sus victorias sobre los españoles, Abdelkrim envió emisarios a las tribus de la zona del protectorado francés para invitarles a incorporarse a la rebelión.

Hubert Lyautey, residente general de Francia, reforzó los puestos de vanguardia para proteger las ciudades de Meknes, Taza y Fez, pero el llamado «mariscal monárquico» era poco apreciado por el Gobierno republicano francés, y no obtuvo los refuerzos solicitados.

Cuando Abdelkrim lanzó en abril de 1925 su ofensiva hacia el sur, empujó sin problemas a las tropas francesas hacia Fez y Taza. Lyautey dimitió y el Gobierno francés confió las operaciones al mariscal Philippe Pétain, aureolado por su victoria en Verdún y bien visto por los medios republicanos, que consiguió de París los medios que se habían negado a Lyautey. Organizó una contraofensiva masiva basándose en la aviación, y se benefició de la ayuda de los españoles. España lanza entonces el Desembarco de Alhucemas (8 de septiembre de 1925) bajo la dirección del general Primo de Rivera poniendo fin a la guerra con el mayor desembarco aeronaval que se había realizado hasta entonces.

Abdelkrim se rindió y fue exiliado a la isla de La Reunión. Consiguió escapar y refugiarse en El Cairo, donde murió en 1963.

La guerra del Rif se considera una de las grandes epopeyas nacionales de la República del Rif. A los ojos de los nacionalistas árabes, sigue siendo un gran símbolo de la lucha anticolonial.

En diciembre de 1934, un pequeño grupo de nacionalistas, miembros del recién creado Comité de Acción Marroquí (CAM), propuso un Plan de Reformas que reclamaba un retorno al régimen indirecto, tal como lo contempla el Tratado de Fez, la admisión de los marroquíes a puestos gubernamentales y el establecimiento de consejos representativos. CAM utilizó peticiones, editoriales de periódicos y apelaciones personales a funcionarios franceses para promover su causa, pero estas resultaron inadecuadas y las tensiones creadas en la CAM por el fracaso del plan hicieron que se dividiera. La CAM se reconstituyó como un partido político nacionalista para ganar apoyo masivo para demandas más radicales, pero los franceses suprimieron el partido en 1937.

Los partidos políticos nacionalistas, surgidos posteriormente bajo el protectorado francés, basaron sus argumentos en favor de la independencia marroquí en declaraciones como la Carta Atlántica, declaración conjunta de Estados Unidos y Reino Unido que establecía, entre otras cosas, el derecho de todos los pueblos a elegir la forma del gobierno bajo el cual viven. El régimen francés también se enfrentó a la oposición de las tribus - cuando los bereberes fueron obligados a someterse a la jurisdicción de los tribunales franceses en 1930, aumentó el apoyo al movimiento independentista.

Muchos goumieres marroquíes, o soldados indígenas en el ejército francés, ayudaron a los aliados tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial, el mal dividido movimiento nacionalista se hizo más cohesionado. En enero de 1944, el Partido Istiqlal (Independencia), que posteriormente proporcionó la mayor parte del liderazgo para el movimiento nacionalista, lanzó un manifiesto que exigía la plena adhesión de los aliados a la independencia, reunificación nacional y una constitución democrática. El sultán Muhammad V (1927-1961) había aprobado el manifiesto antes de su sumisión al general residente francés, que contestó que no se estaba considerando ningún cambio básico en la condición de protectorado. La simpatía general del sultán por los nacionalistas se convirtió en evidente para el final de la guerra, aunque él todavía esperaba ver la independencia completa alcanzada gradualmente. Por el contrario, la residencia, apoyada por los intereses económicos franceses y vigorosamente respaldada por la mayoría de los dos puntos, se negó categóricamente a considerar incluso las reformas por debajo de la independencia.

En diciembre de 1952, estalló un disturbio en Casablanca sobre el asesinato de un dirigente sindical tunecino; este evento marcó un hito en las relaciones entre los partidos políticos marroquíes y las autoridades francesas. A raíz de los disturbios, la residencia proscribió al nuevo Partido Comunista Marroquí y al Istiqlal.[41]

El exilio de Francia del muy respetado sultán Muhammad V a Madagascar en 1953 y su reemplazo por el impopular Muhammad Ben Aarafa, provocó una activa oposición al protectorado francés tanto de nacionalistas como de los que vieron al sultán como un líder religioso. Dos años más tarde, frente a una demanda marroquí unida por el regreso del sultán y el aumento de la violencia en Marruecos, así como un deterioro de la situación en Argelia, el gobierno francés llevó a Muhammad V a Marruecos y al año siguiente comenzaron las negociaciones que llevaron a Marruecos a la independencia.

A finales de 1955, en medio de lo que llegó a conocerse como la Revolución del Rey y el Pueblo,[42]​ El sultán Muhammad V negoció con éxito la restauración gradual de la independencia marroquí en un marco de interdependencia franco-marroquí. El sultán acordó instituir reformas que transformarían Marruecos en una monarquía constitucional con una forma democrática de gobierno. En febrero de 1956, Marruecos adquirió un dominio limitado. Las negociaciones ulteriores por la plena independencia culminaron en el Acuerdo franco-marroquí firmado en París el 2 de marzo de 1956.

El 7 de abril de 1956, Francia renunció oficialmente a su protectorado en Marruecos. La ciudad internacionalizada de Tánger fue reintegrada con la firma del Protocolo de Tánger el 29 de octubre de 1956. La abolición del protectorado español y el reconocimiento de la independencia marroquí por España se negociaron por separado y se concretaron en la Declaración Conjunta de abril de 1956.[41]​ A través de este acuerdo con España en 1956 y otro en 1958, se restableció el control marroquí de ciertas zonas españolas. Los intentos de reclamar otras posesiones españolas a través de la acción militar tuvieron menos éxito.

En los meses que siguieron a la independencia, Muhammad V procedió a construir una moderna estructura gubernamental bajo una monarquía constitucional en la que el sultán ejercería un papel político activo. Actuó con cautela, con la intención de impedir que el Istiqlal consolidara su control y estableciera un estado de partido único. Asumió la monarquía en 1957.

El hijo de Muhammad V, Hasán II, se convirtió en rey de Marruecos el 3 de marzo de 1961. Su gobierno vio un descontento político significativo, y la respuesta despiadada del gobierno ganó el período el nombre de «Años de Plomo». Hasán tomó el control personal del gobierno como primer ministro, y nombró un nuevo gabinete. Ayudado por un consejo consultivo, redactó una nueva constitución, que fue aprobada abrumadoramente en un referéndum en diciembre de 1962. En virtud de sus disposiciones, el rey siguió siendo la figura central en el poder ejecutivo del gobierno, pero el poder legislativo fue conferido a un parlamento bicameral, y se garantizó un poder judicial independiente.

En mayo de 1963 se celebraron elecciones legislativas por primera vez y la coalición realista consiguió una pequeña cantidad de escaños. Sin embargo, después de un período de agitación política en junio de 1965, Hassan II asumió plenos poderes legislativos y ejecutivos bajo un «estado de excepción», que permaneció en vigor hasta 1970. Posteriormente, se aprobó una reforma constitucional, restaurando un gobierno parlamentario limitado, y se realizaron nuevas elecciones. Sin embargo, la disidencia permaneció, girando en torno a quejas de corrupción generalizada y malversación en el gobierno. En julio de 1971 y de nuevo en agosto de 1972, el régimen fue desafiado por dos intentos de golpes militares, uno de ellos fue la Operación Buraq, que tuvo como objetivo acabar con la vida del rey.

Después de la independencia de Argelia en 1962, las escaramuzas fronterizas en el área de Tinduf en el sudoeste de Argelia se intensificaron en 1963 en lo que se conoce como Guerra de las Arenas. El conflicto terminó después de la mediación de la Organización para la Unidad Africana, sin cambios territoriales.

El patriotismo generado por la participación de Marruecos en el conflicto del Oriente Medio y por los acontecimientos en el Sáhara Occidental contribuyó a la popularidad de Hasán. El rey había enviado tropas marroquíes al frente del Sinaí tras el estallido de la Guerra de Yom Kipur en octubre de 1973. Aunque llegaron demasiado tarde para participar en las hostilidades, la acción ganó la buena voluntad de Marruecos entre otros estados árabes. Poco después, la atención del gobierno se dirigió a la adquisición del Sáhara Occidental de España, cuestión en la que todos los principales partidos nacionales estaban de acuerdo.[41]

El enclave español de Ifni en el sur se volvió parte del nuevo estado de Marruecos en 1969, pero otras posesiones españolas más al norte, incluyendo Ceuta, Melilla y las plazas de soberanía, permanecieron bajo control español, con Marruecos viéndolas como territorio ocupado.

En agosto de 1974, España reconoció oficialmente la resolución de las Naciones Unidas de 1966, en la que se pedía un referéndum sobre el futuro estatuto del Sáhara Occidental, y pidió que se llevara a cabo un plebiscito bajo la supervisión de la ONU. Una misión visitadora de la ONU informó en octubre de 1975 que una abrumadora mayoría del pueblo saharaui deseaba la independencia. Marruecos protestó el referéndum propuesto y llevó su caso a la Corte Internacional de Justicia, que dictaminó que, a pesar de los «vínculos de lealtad» históricos entre Marruecos y las tribus del Sáhara Occidental, no había justificación legal para apartarse de la posición de la ONU sobre autodeterminación. España, por su parte, había declarado que incluso en ausencia de un referéndum, tenía la intención de renunciar al control político del Sáhara Occidental, y España, Mauritania y Marruecos convocaron una conferencia tripartita para resolver el futuro del territorio. España también anunció que estaba abriendo conversaciones de independencia con el movimiento de independencia saharaui respaldado por Argelia conocido como Frente Polisario.[41]

A principios de 1976, España cedió la administración del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania. Marruecos asumió el control de los dos tercios del territorio del norte y concedió la parte restante en el sur a Mauritania. Una asamblea de líderes tribales saharauis reconoció debidamente la soberanía marroquí. Sin embargo, impulsado por la creciente defección de los jefes tribales a su causa, el Frente Polisario redactó una constitución y anunció la formación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y formó gobierno en el exilio.[41]

El gobierno marroquí finalmente envió una gran parte de sus fuerzas de combate al Sáhara Occidental para enfrentarse a las fuerzas del Frente Polisario, que eran relativamente pequeñas, pero bien equipadas, muy móviles e ingeniosas. El Frente Polisario utilizó bases argelinas para ataques rápidos contra blancos en el interior de Marruecos y Mauritania, así como para operaciones en el Sáhara Occidental. En agosto de 1979, después de sufrir pérdidas militares, Mauritania renunció a su reclamo al Sáhara Occidental y firmó un tratado de paz con el Frente Polisario. Marruecos anexó entonces todo el territorio y, en 1985, construyó una berma de arena de 2500 kilómetros alrededor de las tres cuartas partes del Sáhara Occidental.[41]

En 1988, Marruecos y el Frente Polisario acordaron un plan de paz de las Naciones Unidas y un plan de cese al fuego entró en vigor en 1991. Aunque el Consejo de Seguridad de la ONU creó una fuerza de mantenimiento de la paz para implementar un referéndum sobre la autodeterminación para el Sáhara Occidental, aún no se ha celebrado, las negociaciones periódicas han fracasado y el estatuto del territorio sigue sin resolverse.[41]

El conflicto contra los guerrilleros del Frente Polisario causó graves tensiones en la economía, y Marruecos se encontró cada vez más aislado diplomáticamente. Las reformas políticas graduales en los años 90 culminaron en la reforma constitucional de 1996, que creó una nueva legislatura bicameral con poderes ampliados, aunque limitados. En 1997 se celebraron elecciones para la Cámara de Representantes, afectadas por irregularidades.[41]

Con la muerte del rey Hasán II de Marruecos en 1999, el príncipe heredero, más liberal que su padre, Sidi Muhammad, subió al trono, asumiendo el título de Muhammad VI. Realizó sucesivas reformas para modernizar Marruecos, y el historial de derechos humanos del país mejoró notablemente. Uno de los primeros actos del nuevo rey fue liberar a aproximadamente 8000 presos políticos y reducir las sentencias de otros 30 000. También estableció una comisión para indemnizar a las familias de los activistas políticos desaparecidos y otros sometidos a detención arbitraria.[41]

En marzo del año 2000, grupos de mujeres organizaron manifestaciones en Rabat proponiendo reformas a la condición jurídica de la mujer en el país. Unas 200 000 o 300 000 mujeres asistieron, pidiendo la prohibición de la poligamia, y la introducción de la ley de divorcio civil.[43]​ A pesar de que una contra-manifestación atrajo entre 200 000 y 400 000 participantes, el movimiento influyó en el rey Muhammad, y promulgó una nueva Mudawana, o ley de familia, a principios de 2004, para satisfacer algunas de las demandas de activistas por los derechos de las mujeres.[44]

En julio de 2002, estalló una crisis con España por una pequeña isla deshabitada situada a menos de 200 metros de la costa marroquí, llamada Toura o Leila por los marroquíes y Perejil por España. Después de la mediación de los Estados Unidos, tanto Marruecos como España acordaron volver al statu quo, bajo el cual la isla permanece desierta.[45][46]

En septiembre de 2002, se celebraron nuevas elecciones legislativas y la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) ganó una mayoría. Los observadores internacionales consideraron las elecciones libres y justas, señalando la ausencia de las irregularidades que habían plagado las elecciones de 1997. En mayo de 2003, en honor al nacimiento de un hijo, el rey ordenó la liberación de 9000 prisioneros y la reducción de 30 000 penas. También en 2003, la enseñanza del idioma bereber se introdujo en las escuelas primarias, antes de introducirla en todos los niveles educativos.[41]

A nivel internacional, Marruecos ha mantenido fuertes lazos con Occidente. Fue uno de los primeros estados árabes e islámicos en denunciar los Atentados del 11 de septiembre de 2001 contra los Estados Unidos.

En mayo de 2003, unos terroristas suicidas islamistas golpearon simultáneamente una serie de sitios en Casablanca, matando a 45 e hiriendo a más de 100 personas. El gobierno marroquí respondió con una represión contra extremistas islámicos, en última instancia arrestó a varios miles, procesó 1200, y sentenció a cerca de 900. Las detenciones adicionales siguieron en junio de 2004. Ese mismo mes, los Estados Unidos designaron a Marruecos un importante aliado de la OTAN, declarando que era un reconocimiento a sus esfuerzos para frustrar el terrorismo internacional. El 1 de enero de 2006 entró en vigor un amplio acuerdo bilateral de libre comercio entre los Estados Unidos y Marruecos.[41]​ El acuerdo se firmó en 2004 junto con un acuerdo similar con la Unión Europea, principal socio comercial de Marruecos.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Historia de Marruecos (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!