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Mar Atlántico



El Atlántico es la parte del océano mundial de la Tierra que separa América —al oeste— de Europa y África —al este— Se extiende desde el océano Glacial Ártico, en el norte, hasta el Antártico, en el sur. Es el segundo océano más extenso de la Tierra tras el Pacífico. Ocupa el 20 % de la superficie del planeta,[4]​ y el 26 % del total de tierras sumergidas. Es además el océano más joven del planeta, formado hace 200 millones de años[5]​ por la división del supercontinente Pangea.

El Atlántico es un agente de importancia global en lo referente al clima, ya que de sus corrientes depende en buena medida el clima de los continentes ribereños. A lo largo de la historia ha supuesto una barrera cultural que ha separado los llamados Viejo y Nuevo Mundo hasta la llegada de la Era de los Descubrimientos, lo que supuso para el océano convertirse en un punto de intercambio comercial y cultural. Actualmente no ha perdido su importancia geoestratégica, convirtiéndose en escenario de grandes batallas desde el siglo XIX hasta ser escenario de conflictos en la Guerra Fría.

El ecuador terrestre lo divide artificialmente en dos partes, Atlántico Norte y Atlántico Sur. Su nombre procede del griego Atlas, uno de los titanes de la mitología griega. Alcanza su máxima profundidad en la fosa de Puerto Rico.

Se comunica artificialmente con el océano Pacífico a través del canal de Panamá, de forma natural a través del estrecho de Magallanes y el mar de Hoces, con el océano Índico a través del canal de Suez y el sur de África y con el mar Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar.

El vocablo «Atlántico» provendría del titán «Atlas» que poseía, según los antiguos griegos, las columnas que soportan el cielo (en griego antiguo, tlaô, significa «portar» o «soportar»), de las que formaban parte las míticas Columnas de Hércules (actualmente el estrecho de Gibraltar). Por lo tanto, para los antiguos, este término designaba ante todo el mar que se encontraba más allá del estrecho, por oposición al mar Mediterráneo. Su nombre también podría venir de los pueblos libios de los atlantes, descritos por Heródoto, y que poblaban las riberas norteafricanas del océano Atlántico y las montañas del macizo del Atlas marroquí, en el noroeste de África. Durante la Edad Media y hasta aproximadamente mediados del siglo XVIII aparecía mencionado en los mapas y cartas de navegación con el nombre de Mar del Nord o Mar del Norte.

El Atlántico se encuentra entre el continente americano y Eurafrasia, un término que designa a Europa, África y Asia como una sola entidad. La Tierra se compone de cinco océanos que forman un solo cuerpo de agua salada, siendo los límites entre ellos a menudo arbitrarios, lo que da lugar a cierta controversia (caso de los límites entre los océanos Atlántico y Ártico, en especial[6]​)

La máxima autoridad internacional en materia de delimitación de mares a efectos marítimos, la Organización Hidrográfica Internacional («International Hydrographic Organization, IHO), en su publicación de referencia mundial, «Limits of oceans and seas» (Límites de océanos y mares, 3.ª edición de 1953), considera el océano Atlántico como dividido en dos partes, Norte y Sur (les asigna los números de identificación 23 y 32) y los define de la forma siguiente:

Al oeste. Los límites orientales del mar Caribe (21); los límites sureste del golfo de México (26), desde la costa norte de Cuba a cayo Hueso; el límite suroeste de la bahía de Fundy (25); y los límites sureste y noreste del golfo de San Lorenzo (24).
Al norte. El límite sur del estrecho de Davis (15), desde la costa de Labrador hasta Groenlandia; y el límite suroeste del mar de Groenlandia (5) y el mar de Noruega (6) desde Groenlandia hasta las islas Shetland.
Al este. El límite noroeste del mar del Norte (4); los límites occidental y septentrional del mar de Escocia (18); el límite sur del mar de Irlanda (19); los límites occidentales del canal de Bristol (20), del canal de la Mancha (21), del golfo de Vizcaya (22) y del mar Mediterráneo (28).
Al sur. El ecuador, desde la costa del Brasil al límite suroeste de golfo de Guinea (34).
OCÉANO ATLÁNTICO SUR
Al suroeste. El meridiano del cabo de Hornos (67°16'O) desde Tierra del Fuego al continente Antártico; una línea trazada desde el cabo Vírgenes (52°21'S, 68°21'O) al cabo del Espíritu Santo, Tierra del Fuego, la entrada oriental al estrecho de Magallanes.
Al oeste. El límite del Río de La Plata (33).
Al norte. El límite sur del océano Atlántico Norte (23).
Al noreste. El límite del golfo de Guinea (34).
Al sureste. Desde cabo Agulhas a lo largo del meridiano 20º Este hasta el continente Antártico.

Téngase en cuenta que estas definiciones excluyen cualquiera de los cuerpos de agua marginales que la IHO define por separado —como el mar del Norte (4), mar de Groenlandia (5), mar de Noruega (6), estrecho de Davis (15), mar de Escocia (18), mar de Irlanda (19), canal de Bristol (20), canal de la Mancha (21), mar Caribe (21), golfo de Vizcaya (22), golfo de San Lorenzo (24), bahía de Fundy (25), golfo de México (26), mar Mediterráneo (28), Río de La Plata (33) y golfo de Guinea (34)— aunque a efectos oceanográficos suelen ser considerados como parte del Atlántico.

En 2000, la Organización Hidrográfica Internacional redefinió el Atlántico, trasladando su límite sur hasta los 60°S, siendo las aguas al sur de esa línea identificadas como el océano Austral. En 2001 se estipulan los siguientes límites oceánicos.

1. Océano Atlántico Norte
Su límite septentrional, entre Islandia y Groenlandia, se ha ajustado al límite meridional del Océano Ártico (Ver 9.6)

(...)

CAPÍTULO 4 - OCÉANO ATLÁNTICO SUR
4. Océano Atlántico Sur
El límite entre el Océano Atlántico Sur y el Estrecho de Magallanes ha sido modificado de acuerdo con las conclusiones del Tratado de Paz Argentina-Chile de 1985, es decir, desde Cabo Espíritu Santo (52°39'S - 68°37'W) a Punta Dungeness (52°24'S - 68°26'O).

Esta nueva definición aún no ha sido ratificada (ha sido presentada una reserva por Australia) aunque está en uso por la Organización Hidrográfica Internacional y otros organismos. Siempre y cuando se adopte, la definición del 2000 será publicada en la 4ª edición de Límites de océanos y mares, restableciendo el océano Antártico como se indicaba en la 2ª edición y que posteriormente fue omitido en la 3ª edición.

La imagen que se muestra al comienzo de este artículo representa el Atlántico en un planisferio terrestre. Como se muestra en esa imagen, el Atlántico a menudo aparece dividido entre Atlántico Norte y Atlántico Sur, siguiendo una corriente oceánica que se produce aproximadamente hacia los 8° de latitud Norte (la IHO emplea la línea del Ecuador).

El Atlántico tiene forma de la letra «S», siendo el segundo océano más extenso de la Tierra, tras el Pacífico, y comprende aproximadamente el 20 % de su superficie. Sus aguas se extienden sobre un área de 81 760 000 km² o 106,5 millones contando los mares adyacentes.[1]​ Su volumen es de 354,7 millones de km³, si se cuentan los mares adyacentes, o 323,6 km³, si no se consideran.

La anchura del Atlántico varía desde los 2848 km (entre Brasil y Liberia), a los 4870 km (entre Estados Unidos y Marruecos). Su máxima anchura es de 11 800 km, en un recorrido que va desde el golfo de México hasta Georgia, en las costas del mar Negro.

Las cordilleras marinas situadas entre la isla de Baffin, Groenlandia y Escocia se han establecido, de modo convencional, como el límite entre el océano Glacial Ártico y el Atlántico Norte.

Al este, el estrecho de Gibraltar forma el límite con el mar Mediterráneo; al oeste, el arco formado por las islas del Caribe lo separan del mar Caribe.

Al oeste existe una conexión artificial entre el Atlántico y el Pacífico por el canal de Panamá.

Al sureste, la separación con el Índico se establece, de modernas convenciones, por el meridiano de 20° E. Al suroeste la divisoria se ha establecido sobre el meridiano que une el cabo de Hornos con la Antártida, en aguas del pasaje de Drake.

Tiene una profundidad media de 3900 m, que se obtiene gracias a una gran meseta cercana a los 3000 m de profundidad que constituye casi todo su fondo, unida a las grandes depresiones que se encuentran en los bordes de la misma y que llegan a los 8800 m en las inmediaciones de Puerto Rico. A pesar de esto, el número de islas es relativamente pequeño.

La salinidad del Atlántico es de unos 36 gramos de sal por litro de agua y las especies más pescadas son la sardina, el arenque y el bacalao. Además, es el océano más difícil de la Tierra desde el punto de vista comercial.

Los mares costeros, mares de borde o mares adyacentes, son los mares que forman parte del Atlántico, pero que en razón de su propia configuración y/o controversias relacionadas con su inclusión o no en el conjunto, motivan que las características del Atlántico sean dadas con o sin sus mares. El mismo océano Glacial Ártico es un caso especial, ya que se corresponde con la definición de un mar marginal, aunque, según las obras, se haga referencia a él como un océano pleno o como un mar marginal del Atlántico. Por ello, el área del Atlántico varía de acuerdo con el estatus que se le de al océano Ártico.

Además de estos mares costeros, se usan otras denominaciones para denominar áreas específicas, como mar Argentino, mar Cantábrico, mar de Irlanda o mar de los Sargazos, que no siempre se corresponden con criterios oceanográficos y que en su mayor parte responden a usos geográfico-culturales. Asimismo, algunos de los mares costeros están a su vez divididos en otros mares, como el Mediterráneo o el Báltico.

La principal característica del fondo marino (batimetría) del Atlántico es una gran cadena montañosa submarina que lo atraviesa de norte a sur, denominada la dorsal mesoatlántica, la cual se forma en el límite de cuatro placas tectónicas: Euroasiática, Norteamericana, Sudamericana y Africana.

La dorsal se extiende desde Islandia al norte hasta aproximadamente 58° de latitud sur, consiguiendo una anchura máxima de 1600 km, aproximadamente. La profundidad del agua sobre la dorsal es inferior a 2700 metros en muchas zonas, y algunos picos sobresalen del agua, formando islas.

El fondo oceánico se cree que es, en general, bastante plano, aunque hay abundantes montañas submarinas, además de fosas de gran profundidad. La fosa de Puerto Rico, en el Atlántico Norte, es la más profunda. En el Atlántico Sur, la fosa de las Sandwich del Sur llega a una profundidad de 8428 m. Una tercera fosa, la fosa Romanche, está situada cerca del ecuador y tiene 7760 m. Las plataformas en los márgenes continentales constituyen alrededor del 11 % del fondo. Además, existen un cierto número de canales profundos que cortan las plataformas.

Los sedimentos oceánicos están compuestos de materiales terrígenos, pelágicos y autigénicos. Los depósitos terrígenos consisten en arena, barro, y partículas rocosas formadas por erosión, desgaste, y actividad volcánica en tierra y transportada después al mar. Estos materiales se encuentran abundantemente en las plataformas continentales y lo son aún más delante de las desembocaduras de los grandes ríos o de costas desérticas.

Los depósitos pelágicos, contienen restos de organismos que se hundieron en el fondo oceánico, incluyen arcillas rojas, Thecosomatas y Globigerina, entre otros. Cubren la mayoría del suelo marino y varían en grosor entre 60 m y 3300 m; son más gruesos en las zonas de convergencia y de afloramiento de agua.

Los materiales autigénicos consisten en materiales como nódulos de manganeso. Tienen lugar donde hay poca sedimentación o bien donde las corrientes gradúan los depósitos. También se encuentran grandes yacimientos de metano casi siempre en las zonas más profundas de las cuencas del Atlántico, por ejemplo en la Cuenca Argentina o en el seno del golfo de México.

En la antigüedad los continentes estaban unidos en un gran continente llamado Pangea, cuando los continentes conocidos hoy como África y América comenzaron a dividirse quedó expuesto un gran vacío que se llenó de agua salina proveniente del Pacífico y Antártico.

El Atlántico comenzó a formarse hace unos 150 millones de años en la era de Jurásico, cuando el antiguo supercontinente denominado Pangea se fragmentó, dando lugar a la formación de grandes mares entre las placas continentales que se alejaban entre sí, separadas por las dorsales oceánicas.

Finalmente y tras la separación completa de América del antiguo continente quedó formado un océano de aproximadamente 91 millones de kilómetros cuadrados.

Los estrechos más importantes son: el de los Dardanelos, el estrecho de Gibraltar y el estrecho de Magallanes, en cuanto a los cursos navales artificiales (construidos por el ser humano) se destacan el canal de Panamá y al canal de Suez. Otros estrechos estratégicos son el de estrecho de Dover (entre la costa de Francia y la isla de Gran Bretaña), el estrecho de Florida, el paso Mona (entre la isla de Puerto Rico y la República Dominicana), el Oresund (entre Dinamarca y Suecia) y el paso Windward.

En cuanto a la conexión más septentrional entre el Atlántico y el Pacífico la misma se da a través de aguas compartidas con el océano Glaciar Ártico por el paso del Noroeste, este paso era casi impracticable por las naves hasta fines del siglo XX época en el cual el calentamiento global debido al ser humano derritió y derrite gran parte de la banquisa de hielos polar ártica.

Durante la Guerra Fría un amplio sector entre Groenlandia-Islandia-Reino Unido, conocido como GIUK en el ámbito militar, fue una zona con un gran interés estratégico y de fricción entre fuerzas aeronavales de la OTAN y de la Unión Soviética.

La superficie del mar está cubierta de hielo en el mar de Labrador, y en el estrecho de Dinamarca, y el mar Báltico de octubre a junio.

Yacimientos de petróleo y gas, pesca, mamíferos marinos (focas y ballenas), agregados de arena y grava, nódulos polimetálicos y piedras preciosas.

Los icebergs son comunes en el estrecho de Davis, el de Dinamarca, y el Atlántico noroeste de febrero a agosto y se han observado alguna vez hasta las Bermudas y las islas Madeira; los barcos están expuestos a superestructuras de hielo de octubre a mayo; la niebla persistente puede ser un peligro de mayo a septiembre; hay huracanes de mayo a diciembre.

Algunas especies marinas en peligros incluyen los manatís, las focas, leones marinos, tortugas y ballenas; la pesca de arrastre está provocando la desaparición de los bancos de peces.

Las aguas residuales que se esparcen desde la costa este de Estados Unidos, el sur de Brasil, y al este de Argentina; contaminación por hidrocarburos en el mar Caribe, el golfo de México, Venezuela, el Mediterráneo, y el mar del Norte; hay contaminación industrial en el Báltico, en el mar del Norte, y en el Mediterráneo.

La salinidad de las aguas superficiales en mar abierto varía de 33 a 37 partes por mil y varía según la latitud y la estación. Aunque los valores mínimos de salinidad se encuentran justo en el norte del ecuador, en general los valores más bajos están en las latitudes altas y en las costas donde los grandes ríos desembocan al océano. La salinidad máxima tiene lugar aproximadamente a 25° de latitud norte. La salinidad superficial está influenciada por la evaporación, la precipitación, los flujos fluviales y el deshielo.

Las temperaturas superficiales, que varían con la latitud, los sistemas de corrientes, las estaciones y reflejan la distribución del flujo solar en función de la latitud, varía desde menos de 2 a 29 °C. Las máximas temperaturas tienen lugar en el norte del ecuador, y las mínimas en las regiones polares. A latitudes medias, donde están las máximas variaciones, los valores pueden variar en 7 u 8 °C.

El Atlántico consiste en cuatro masas de agua principales. Las aguas centrales son el agua de la superficie. El agua subantártica intermedia se extiende a profundidades de 1000 m. El agua profunda noratlántica llega a profundidades de hasta 4000 m. El agua antártica ocupa las cuencas oceánicas a profundidades superiores a 4000 m.

Debido a la fuerza de Coriolis, el agua en el Atlántico Norte circula en el sentido de las agujas del reloj, mientras que en el Atlántico Sur es al contrario.

Las mareas son semidiurnas, lo que quiere decir que hay dos mareas altas cada 24 horas lunares. Las mareas son unas olas que en general se mueven de sur a norte. En las latitudes por encima de 40° norte tienen lugar algunas oscilaciones este-oeste.

El clima del Atlántico y sus tierras adyacentes está influido por las temperaturas de las aguas superficiales y las corrientes de agua, además de los vientos. Debido a la gran capacidad de los océanos de retener el calor, los climas marítimos son moderados y sin variaciones estacionales extremas. La precipitación se puede aproximar de los datos meteorológicos costeros y la temperatura del aire de la del agua.

Los océanos son la fuente más importante de humedad ambiental (que se obtiene por evaporación). Las zonas climáticas varían con la latitud; las zonas más cálidas se extienden a través del Atlántico y al norte del ecuador. Las zonas más frías están en las latitudes altas, y corresponden a áreas cubiertas de hielo marino.

Las corrientes oceánicas contribuyen al control climático transportando aguas cálidas y frías a otras regiones. Las tierras adyacentes están afectadas por los vientos que son enfriados o calentados cuando soplan sobre estas corrientes. La corriente del Golfo, por ejemplo, calienta la atmósfera de las islas británicas y el noroeste de Europa, y las corrientes de agua fría provocan la niebla persistente en la costa noreste de Canadá (los Grandes Bancos) y la zona noroeste de África.

Los ciclones tropicales (huracanes) se forman mar adentro a la costa de África, cerca de Cabo Verde y se mueven al oeste hacia el mar Caribe; los huracanes pueden aparecer de mayo a diciembre, pero son más frecuentes de agosto a noviembre. Las tormentas son comunes en el Atlántico Norte en los inviernos, haciendo las travesías más difíciles y peligrosas.

El Atlántico ha sido explorado extensivamente desde los primeros asentamientos humanos en sus costas. Los vikingos, los portugueses, los españoles de los que destaca Cristóbal Colón fueron sus más famosos exploradores. Después de Colón, la exploración europea se aceleró rápidamente, y se establecieron muchas nuevas rutas comerciales. A resultas, el Atlántico fue (y todavía es) la principal arteria entre Europa y América (el viejo mundo y el nuevo). Numerosas exploraciones científicas se han llevado a cabo, incluyendo la expedición alemana Meteor, la de la Universidad de Columbia, y las oficinas hidrográficas de diferente armadas.

El océano también ha contribuido significativamente al desarrollo económico de los países que lo rodean. Además de ser una vía de transporte, el Atlántico ofrece depósitos de petróleo, abundantes en las rocas sedimentarias de la plataforma continental, y los recursos pesqueros más ricos del mundo, especialmente en las aguas sobre las plataformas. Las áreas más productivas son los grandes bancos de Terranova, la plataforma continental en Nueva Escocia, el banco de Georges en Cape Cod, los bancos de Bahamas, las aguas alrededor de Islandia, el mar de Irlanda, el mar del Norte y los bancos de las Malvinas. También se han pescado anguilas, langostas y ballenas en grandes cantidades. Todos estos factores, dan al Atlántico un gran valor comercial.

Debido a las amenazas que suponen los vertidos de petróleo e hidrocarburos, plásticos, y la incineración de residuos tóxicos en el mar, existen diversos tratados internacionales para reducir algunas formas de contaminación.

«Cuán grande es el océano Atlántico?». NOAA. 15 de mayo de 2014. Consultado el 1 de octubre de 2016. 



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