Miguel Marín cumple los años el 15 de mayo.
Miguel Marín nació el día 15 de mayo de 1944.
La edad actual es 79 años. Miguel Marín cumplirá 80 años el 15 de mayo de este año.
Miguel Marín es del signo de Tauro.
José Miguel Marín Acotto (Río Tercero, Córdoba, 15 de mayo de 1944 - Querétaro, 30 de diciembre de 1991) fue un jugador y entrenador de fútbol argentino que se desempeñó como guardameta.
Según la mayoría de los especialistas, exfutbolistas y personalidades del medio, es considerado como el «mejor arquero que ha llegado al fútbol mexicano», así como uno de los mejores extranjeros en la historia del balompié azteca, donde se convirtió en una de las máximas leyendas de Cruz Azul, siendo el más grande ídolo a nivel deportivo de la institución.
Militó ocho temporadas con el primer equipo de Vélez Sarsfield. Luego fichó en 1971 por el Cruz Azul, con quien se retiraría a mediados de 1981. Obtuvo una Liga con el Vélez, y 5 Ligas, un Campeón de Campeones y una Copa de Campeones con Cruz Azul. Ostenta el récord de menos goles en contra de todos los tiempos en el futbol mexicano, pues en 309 partidos disputados, incluida la liguilla, solo recibió 298 goles (0.96 por juego).
Fue tres veces nombrado el mejor guardameta de la Primera División en 1975, 1979 y 1980 con el Cruz Azul, recibiendo también, en 1980, el Citlalli al «mejor jugador de México», siendo el primer cancerbero en lograr la distinción. En 2011, dado a sus marcas, logros y trayectoria, fue incluido por la FIFA en el Salón de la Fama del Fútbol Internacional en su primera investidura.
Fue pionero en la innovación de técnicas y estrategias en su puesto de guardameta, tales como salir de su área para participar en la defensa o salir jugando; lanzarse a los pies del contrario para arrebatarle el balón en un ataque y utilizar el saque de portería para iniciar un contraataque. El arco defendido por Marín era sinónimo de seguridad para sus compañeros, no obstante, el súper hombre resentía el castigo de los disparos. Durante una entrevista a los medios deportivos mexicanos reveló las consecuencias del atajar tantos pelotazos, al quitarse los guantes y dejar ver unas manos deformadas, aseverando: «Son pelotazos de la vida».
Nacido el 15 de mayo de 1945 en el seno de una humilde y modesta familia pueblerina. Creció trabajando en verdulerías de su barrio, pronto, comenzó a desandar los bucólicos potreros de su Río Tercero natal y a demostrar su amor por la pelota de fútbol. Así, con el marco de los árboles como verticales, o amontonando chombas, José Miguel armaba el arco y le tomaba el gusto a lo que sería su hábitat futuro en los terrenos de juego, teniendo como ejemplo a seguir al mítico arquero Amadeo Carrizo. Uno de sus jefes en el trabajo lo llevó a una prueba a Buenos Aires, específicamente con el equipo de Vélez Sarsfield, donde a pesar de recibir ocho goles, el histórico entrenador Victorio Spinetto decidió aceptarlo con el «fortín» a los 14 años. Su paso por las inferiores no pasaba inadvertido y sus condiciones naturales para el puesto eran comentario obligado de aquellos que seguían el fútbol amateur de la institución. Esas condiciones las fue trabajando a destajo pues, ni bien llegó a Buenos Aires, no aceptó tener un empleo de medio día al margen del entrenamiento diario que tenían los jugadores de inferiores del Vélez en ese tiempo. Manifestando que él había llegado al club para jugar y no para laburar, se dedicó a entrenar el físico y la técnica dos veces al día, lo cual le ayudaría notablemente al momento de llegar al primer equipo de la institución.
Con tan solo 19 años, le llegó la oportunidad para debutar en Primera División. Una lesión de Rogelio Domínguez, quien fuera destacado guardameta del Real Madrid, dio pie a que el técnico Juan José Ferraro le diera la titularidad. Fue el 9 de agosto de 1964, en un triunfo 3-2 sobre Huracán, con un muy buen desempeño de Marín pues, luego de recibir gol apenas a los 7 minutos de juego por parte de Alberto Rendo, no sintió los nervios del debut y atajó bastante bien, tanto que el segundo se lo marcaron a los 42 minutos del complemento, de penal, cuando su equipo ya tenía el triunfo en el bolsillo. Gracias a la lesión del veterano titular, Marín pudo jugar en 9 de los 30 encuentros de ese torneo de 1964, en el que Vélez terminó en el 8º puesto entre 16 participantes.
En 1965, pese a que continuó la competencia con Domínguez, las cosas mejoraron tanto para Marín como para la institución, que obtuvo un excelente 3º puesto.
En este campeonato Miguel, que empezó como suplente, a partir de la doceava fecha se consolidó como titular y tuvo muy buenas actuaciones en los 23 partidos que le tocó disputar. Para 1966 Domínguez emigró al fútbol del Uruguay y no hubo nadie que pudiera hacerle sombra a Marín, pues disputó 35 de los 38 encuentros de dicho certamen. En esa temporada, Vélez y Marín confirmaron que lo del año anterior no había sido casualidad, culminando el equipo en el 5º puesto entre 20 contendientes. Miguel se adueñó del arco con autoridad y apoyado en innegables aptitudes: era seguro, plástico y eficaz para custodiar la valla, con inteligencia e intuición para lograr casi siempre una correcta ubicación y sobre todo, sus piernas tenían una terrible potencia, lo que le permitía realizar acrobáticos y estéticos vuelos de palo a palo, como si de un felino se tratase; de ahí a que la prensa le encontrara el apodo que lo acompañó durante el resto de su carrera, habría un paso nada más.En el Metropolitano 1967, Marín contribuyó a otra gran temporada del Vélez, jugó 21 de los 22 partidos de su equipo, el mismo fue 3º en la Zona «A» y quedó a un paso de jugar las semifinales por el título, siendo postergado solamente por Racing y Estudiantes, que terminaron jugando la final. Mientras que en el Nacional, jugado con el sistema de todos contra todos a una vuelta, el equipo terminó tercero entre 16 participantes, con Marín alternando la titularidad con Carlos Caballero.
En 1968, el año en el cual Vélez escribió la gloriosa historia de su primer título en el fútbol grande, fue una de las máximas figuras y destacado protagonista. Ese Nacional tuvo un final infartante. Racing, River y Vélez terminaron igualados en lo más alto de la tabla con 22 puntos y la definición llegó por medio de un triangular. Empataron a unos con River en el partido donde se dio un evento histórico para el futbol argentino, conocido como la «Mano de Gallo». A 10 minutos del final del partido, Jorge Recio remataba para dejar parado a Marín, pero justo antes de que entrara la bola el lateral Luis Gregorio Gallo se lanzó con la mano izquierda para desviar la pelota. Y es que una semana después los velezanos visitaban el Gasómetro de Racing y se llevaban una victoria por 4-2, con lo que conseguían su primer título de la Primera División Argentina. Miguel Marín levantaba así su primer trofeo liguero aquel inolvidable 29 de diciembre. Ese año se cerró para él con 27 presencias entre Metropolitano y Nacional (14 y 13 respectivamente).
Ya en 1969 Vélez no pudo repetir tan buen rendimiento. Marín atajó en 19 de los 22 partidos del Metropolitano, en el que el «fortín» volvió a quedar 3º en su grupo y quedó ahí de las semifinales, mientras que ya en el Nacional resignó el protagonismo por primera vez, atajando sólo en 5 de los 17 encuentros de un certamen que vio a los de Liniers culminar en el 6º lugar entre 18 participantes. En el Metropolitano 1970, recuperó la titularidad con 16 presencias en 20 fechas, algo que mantuvo en el Nacional; de hecho, allí tuvo asistencia perfecta y jugó los 20 encuentros de un campeonato, en el que Vélez fue 3º y otra vez quedó a un pasito de las semifinales, sólo postergado por Boca y Central, que a la postre fueron campeón y subcampeón respectivamente. En ese año el equipo participó por primera vez de la Copa Argentina, en dicho concurso eliminó sucesivamente a Instituto, Chacarita, Racing y llegó a la final junto con San Lorenzo. El encuentro decisivo se disputó el 3 de marzo de 1971, en el Estadio de Atlanta, el cual terminó con el marcador empatado a dos. Se debió jugar un desempate, el cual nunca se realizó y el torneo se declaró desierto.
Pudo repetir el campeonato en el Metropolitano 1971, ya afianzado como un pilar del equipo a lado del cañonero Carlos Bianchi con sus 36 goles, pero luego de una gran racha de victorias, perdieron en las últimas dos jornadas contra Racing y Huracán, por lo que el Independiente se llevó un inesperado campeonato. Todavía participó algunos encuentros del Nacional 1971, pero en diciembre un directivo mexicano arribaba a Buenos Aires con la intención de comprar a Bianchi.
Guillermo Álvarez Macías, director general del Cruz Azul de México en aquella época, fue a la Argentina en busca de un delantero. El plan original era traer a Carlos Bianchi, pero por un tema reglamentario les fue imposible adquirir la ficha del goleador; tenía 22 años y en aquel tiempo los jugadores Sub-23 no se podían vender al extranjero. Los mexicanos quisieron que el viaje valiera la pena habiendo contratado al menos un guardameta de primer nivel. y en parte gracias al buen ojo de Francisco Hernández, fue que Marín terminó llegando al equipo por 30 000 USD.
El cordobés fue presentado en diciembre de 1971 en su nueva institución, donde prácticamente bajaba del avión y ya se ponía los guantes. Debuta el día 25 de diciembre en la victoria 0-2 ante Guadalajara, manteniendo su arco invicto. Pocos días después, el 1 de enero de 1972, hace su debut en el Estadio Azteca en el triunfo 2-1 frente al América. En apenas 4 meses de su llegada, alcanzaba su primera final con el equipo en la Copa de Campeones de la Concacaf. Luego de un empate en puntos contra el equipo tico Alajuelense, disputaban el desempate el 19 de abril en el Azteca, terminando con un 5-1 final en su favor, con lo que se convertían en tricampeones del área. En su primera temporada con Cruz Azul, Marín jugó 22 partidos de liga, recibiendo 22 goles. Con él en la portería, solamente perdieron 2 de esos juegos. Clasificaban a la liguilla por el título como 1º generales, donde jugó los 3 partidos y recibió 2 goles. El 9 de julio de 1972 disputaban la final a partido único frente al América, donde tendría una de sus actuaciones más recordadas, sacando más de 5 goles cantados, Marín pudo contener la ofensiva de los de amarillo encabezada por Carlos Reinoso, quedándose con el título después del 4-1 final. Con el campeonato de zona logrado, disputaban la Copa Interamericana ante el Nacional de Uruguay, donde terminaron cayendo con 3-2 en el global.
Para finales de 1972, Cruz Azul viajaba a la Argentina para disputar algunos amistosos y entre nostalgias del portero y su esposa, se rumoraba el retorno del «Gato» para jugar con el San Lorenzo, sin embargo, la oferta no era suficiente ni para el club ni para el jugador y Marín decidía quedarse. Durante su segunda temporada disputó 18 partidos de liga, recibiendo 21 goles; mientras que en liguilla jugó los 5 partidos, recibiendo 4 goles. En la final ante el León, luego de preservar el empate en la ida y la vuelta, disputaban el desempate en el Estadio Cuauhtémoc el 19 de junio de 1973, donde se quedaban con el título con un autogol de Jorge Davino en los tiempos extras. En su tercera temporada jugó 22 partidos de liga, recibiendo en ellos 21 goles, perdiendo solo uno de esos juegos. En la liguilla jugó los 4 partidos, recibiendo 4 goles. En la final frente al Atlético Español, pese a perder 2-1 en la ida, se quedaban con el título ganando 3-0 en la vuela, convirtiéndose en tricampeones del fútbol mexicano. Tras perder la copa de la temporada frente al América, disputaban el Campeón de Campeones ante el mismo, esta vez con saldo a su favor, obteniendo así su quinto título con los «cementeros».
El 15 de junio de 1975 es recordado como el día que «estalló la Kryptonita» en la Bombonera; durante un choque, Ítalo Estupiñán fracturó el pulgar derecho de Marín que, aunque se lo acomodó al instante y siguió el juego, no pudo disputar el resto de la liguilla por el título, donde Cruz Azul terminaría en el 4º puesto del grupo de campeonato. Más tarde ese año, el equipo hizo una gira por China, donde Marín disputaría los 4 encuentros y solo recibiría un gol. El 23 de mayo de 1976 cometería un error por el que entraría al libro Guinness de los récords; al minuto 70, Cruz Azul derrotaba 1-0 al Atlante, cuando «Binha» realizó un disparo sin potencia ni colocación, justo a las manos del arquero, quien quiso salir jugando de manos pero se arrepintió a medio camino e introdujo el esférico a su marco, anotando un gol que quedaría registrado como uno de los más raros e insólitos de la historia del fútbol mundial. Ese fue su primer y más famoso autogol, pero no el único; el 2 de septiembre de 1979 se anotó otro enfrentando al Rayo Vallecano de España, dentro de una gira del equipo celeste por el país ibérico. Los españoles cobraron un tiro de esquina por la izquierda, el centro fue cerrado, Marín lo tomó a la altura de la cabeza, cuando bajaba los brazos lo soltó y la pelota se fue para adentro, saltó para intentar detenerlo pero no pudo. Durante ese periodo se rumoró una posible salida a un equipo de España por parte de Miguel, que incluso llegó a entrenar en el Hipódromo de las Américas para mantener su nivel, pero al no terminar en nada se quedó en Cruz Azul.
En su sexta temporada con el equipo, Marín disputó 32 partidos de liga y los 6 de liguilla, recibiendo 27 y 5 goles respectivamente, donde Cruz Azul terminaría perdiendo la posibilidad de acceder a la final.
Para la 1977-78, el «Gato» jugó 36 partidos de liga, recibiendo en ellos 42 goles, su peor marca; de los cuales Cruz Azul perdió 8 de esos juegos, igualmente su peor registro. En la liguilla jugó los 4 juegos y recibió 5 goles, nuevamente quedándose fuera de la final. Para 1979 Cruz Azul y Marín volverían a su mejor versión y serían nuevamente contendientes al título. En lo que fue su octava temporada con el equipo, Miguel Marín disputó 38 partidos de liga, recibiendo 32 goles. Con «Superman» en la portería, la «máquina» solo perdió 6 de los 38 encuentros; en la liguilla jugó los 8 partidos y recibió 5 goles. Llegaban a la final del campeonato frente a la Universidad de Hugo Sánchez y Cabinho, que terminó por decidirse en el partido de vuelta con 2-0 en el marcador, coronándose nuevamente campeones de liga.
En 1980, en lo que fue su novena y última temporada completa en primera división, alcanzaban nuevamente la final frente a los Tigres de la UANL, siendo la prueba definitiva para el equipo que dominó la década. Se enfrentaban a un equipo que, comandados por Tomás Boy, era extremadamente ofensivo y que había dejado fuera en el grupo de la liguilla al segundo favorito al título, que era el América. Con un espectacular empate 3-3 en el Azteca, y la ventaja mínima obtenida en San Nicolás de los Garza, el Cruz Azul se consagraba campeón de liga por séptima ocasión en su historia, siendo el quinto y último título liguero de la mano de «Superman».
El 5 de diciembre de 1980, pocos días después de un triunfo 0-1 sobre Atlante, sintió los primeros avisos de un corazón enfermo, que terminaron por ausentarlo del siguiente partido ante Atlético Español. El 9 de diciembre, durante la entrega de los Citlalli, donde era galardonado como el mejor portero y el mejor jugador de todo México, el argentino sufría un desmayo y, ya en el hospital, un paro cardiaco. En febrero de 1981 era operado en Houston y se le colocaba una vena de su pierna en el corazón, condenándolo a un retiro inmediato.
A manera de cerrar el círculo, Miguel Marín se despidió del fútbol el 6 de junio de 1981, en un partido ante el Guadalajara, aquel primer rival al que había enfrentado 10 años antes en su debut. En un día particularmente lluvioso y con seis meses sin actividad, Miguel apenas pudo jugar unos segundos para despedirse desde el césped de esa gente que lo amaba,Ricardo Ferrero, un compatriota que llegaba desde Rosario Central a reemplazarlo, pero que terminó por equivocarse en lo que pudo ser el segundo tricampeonato del equipo. Se iba con 309 encuentros en el arco del Cruz Azul, recibiendo solamente 298 goles, siendo el artífice de la época dorada del equipo y dejando un legado que perdura hasta la actualidad.
y para entregarle su ya tradicional buzo a rayas horizontales azules, blancas y negras aCon poca experiencia en la máxima categoría, formó parte del seleccionado argentino que se clasificó y disputó los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, sin llegar a tener minutos en ninguna de las competiciones. Con la Selección Argentina debutó el 15 de agosto de 1967 en un juego amistoso contra Chile, que terminó en victoria 0-1 para la albiceleste. Jugó contra México en el Estadio Azteca, perdiendo 2-1, el 22 de agosto de 1967. Ahí, Marín enfrentó a jugadores como Alejándrez, Mungía, Bustos y Pulido. Sin saberlo, estaba enfrentando a los que sería sus compañeros tan solo unos años después. Pudo asistir a la Copa Mundial de 1970, pero Argentina quedó fuera a manos de Perú y Bolivia en las eliminatorias. Se dice que tras el flojo mundial de Daniel Carnevali en el arco nacional, Vladislao Cap se arrepintió de no llevarlo a Alemania 1974, pero es una anécdota incomprobable. En total tuvo 5 convocatorias a la selección mayor, jugando por última vez el 9 de julio de 1971 ante Paraguay, en la amistosa Chevallier Boutell.
En 1982, un año después de su retiro como futbolista, la directiva de Cruz Azul le ofreció ser director técnico del primer equipo, en sustitución de Ignacio Trelles, haciendo su debut en la derrota 4-1 frente al Atlas el 27 de noviembre. Sin embargo, el 26 de diciembre, su carrera se vio parcialmente truncada a causa de una agresión contra el silbante Jesús Mercado, a quien le propinó un cabezazo imperceptible en el duelo ante Puebla, lo que le significó ser sancionado durante un año. Su auxiliar técnico, Enrique Meza, fue el encargado de finalizar la temporada bajo las órdenes de Marín, terminando en la 12º posición general. Ni bien terminó la campaña, ambos fueron prescindidos del cargo, pero permanecieron en la institución para trabajar en fuerzas básicas.
En 1984 llega al Deportivo Neza, donde se mantuvo durante 4 años y dirigió un total de 118 partidos con 35 triunfos, 34 empates y 49 derrotas. En 1986, el serbio Bora Milutinovic lo llamó para ser entrenador de porteros de la selección anfitriona en el Mundial en México, donde terminarían primeros de grupo y avanzarían a cuartos de final tras vencer 2-0 a Bulgaria, siendo eliminados en el polémico partido ante Alemania Federal en la tanda de penales. En 1988 los Correcaminos de la UAT, que habían descendido, adquirieron la franquicia de Neza y conservaron la categoría, terminando así la etapa de Miguel Marín al frente de los «coyotes». Se fue de México por un tiempo pero volvió para ser auxiliar de Raúl Cárdenas durante la campaña 1989-90, mientras dirigía al Toluca. Conseguían clasificarse a la liguilla, luego de quedar segundos en su grupo, pero serían eliminados en cuartos de final por el América. En 1991 llega como asesor deportivo a los «Gallos Blancos» de la Universidad Autónoma de Querétaro, equipo filial de Cruz Azul, que se encontraba en la segunda división, en un proyecto encabezado por su amigo Enrique Meza. Con la salida de este último como entrenador, Marín tomó las riendas del equipo para la temporada 1991-92, pero al no tener éxito, presentó su renuncia a mediados de diciembre.
El 30 de diciembre de 1991, a la edad de 47 años, Miguel Marín perdió la vida a causa de un infarto fulminante. Pocos días después de haber dejado su cargo como entrenador, fue llevado de emergencia al Hospital de Santa Cruz de Querétaro, donde habría sido mal diagnosticado un problema pulmonar con uno cardíaco, propiciando una falta oportuna y precisa de atención, que derivó en un paro cardíaco. La noticia se extendió como la pólvora, un profundo golpe para el fútbol mexicano. Se despedía de este mundo un jugador excepcional, que escribió una historia fantástica digna de recordar con un equipo que marcó época.Cementerio de la Chacarita. En 1996, la urna que contiene sus cenizas regresó a México, descansando en la iglesia «Emperatriz de América».
Al encontrarse solo en Querétaro, una vez les llegó la noticia, Enrique Meza y gente de Cruz Azul empezaron a hacer los trámites. El cuerpo fue cremado y sus restos fueron llevados alEn febrero de 2004, casi 13 años después de su muerte, el senador y cardiólogo mexicano Elías Moreno Brizuela denunció negligencia médica en la muerte del ex-arquero, debido a que primero le diagnosticaron un problema en los bronquios sin darse cuenta de que su corazón estaba a punto de colapsar. Moreno Brizuela, con estudios en rehabilitación cardiaca y la fisiología del ejercicio y de los atletas, mencionó que al atleta en México solamente se le recibe y se le hace una revisión rutinaria, pero en muchas ocasiones este atleta de alto rendimiento tiene una pequeña lesión en la válvula, una pequeña lesión de una coronaria, un nervio de más o una miocardiopatía, que quiere decir enfermedad del miocardio del músculo cardiaco, muy pequeña, que no se detecta en el examen rutinario, y se puede jugar varios años y, repentinamente, darse la manifestación mortal.
Nacido en el seno de una familia de bajos recursos y de padres divorciados, tuvo que trabajar desde muy chico en construcciones cargando ladrillos o en verdulerías bajando cajas o costales de fruta o verdura, una situación un tanto complicada porque eran siete hermanos, sólo eran dos hombres, y era la responsabilidad de ellos sacar la familia adelante. Cuando empezó a jugar en los años 50 en el barrio, al ser de un extracto humilde, pensar en comprar unos guantes era algo que no estaba en sus posibilidades. Eso vino cuando llega a Vélez a un nivel profesional, pero durante unos diez años habrá jugado sin nada.
El 28 de diciembre de 1968, un día antes del partido final por el torneo Nacional, contrajo matrimonio con su pareja Estela. En el tiempo de su llegada a Vélez, Miguel tenía muchas actividades, y ahí fue donde se conocieron. Según Estela, pusieron el 28 de diciembre como fecha para casarse porque Vélez no estaba acostumbrado a jugar finales; pero de repente hicieron una gran campaña y se colaron en la definición. Así que esa noche estuvo un rato en la fiesta y de ahí se volvió a la concentración. Con ella, Marín tuvo dos hijos, llamados Alejandro y Maximiliano.
Pese a sus grandes dotes como jugador, Miguel no era mucho de entrenar; cuando pasaban a la portería ahí empezaba. Sus condiciones eran naturales y las afinaba. Aunque hay que aclarar que tampoco se entrenaba muy específico en el puesto, ni con tantos avances como ahora. Tenía muy claro lo que tenía que hacer para atajar muy bien y eso era lo que hacía, afinaba los reflejos. No corría en los partidos y no era de su gusto el correr en los entrenamientos, no era su prioridad y como daba resultados se le permitía no hacerlo. No era un futbolista de entrenar, era un futbolista de jugar. Uno de sus pocos pasatiempos eran los caballos, de tal forma que frecuentaba con su familia el hipódromo. De vez en cuando organizaba asados en las cuadras, ahí mismo en el hipódromo.
El 5 de diciembre de 1980, durante un entrenamiento, Marín se desvaneció, un ligero desmayo que fue tomado como de poca importancia, al otro día Cruz Azul enfrentaba al Atlético Español. Se concentró para el partido, pero cuando fue al estadio es donde dice «yo no juego y me voy a mi casa». Y para que Miguel Marín dijera eso era de hacerle caso, porque él llegó a jugar con dedos fracturados, lesionado, de la manera que fuera. En ese momento se alarmaron todos y obviamente no jugó. El 9 de diciembre, en la ceremonia de los premios «Citlalli», sufrió su segundo desmayo. Fue enviado al Centro Médico de Cardiología de la Ciudad de México y estuvo hospitalizado 15 días, donde se confirmó que había sufrido un infarto y descubren que tiene un coágulo que se debía tratar inmediatamente, porque se podía mover a cualquier lugar del cuerpo. En febrero de 1981, era operado en Houston y se le injertaba un tramo de vena de su pierna derecha en el corazón, significando el fin de su carrera como futbolista.
Su apresurada salida de las canchas fue un duro golpe para Miguel, pues además de no tenerlo contemplado, acababa de renovar 3 años con el equipo, por lo que no estaba ni cerca de pensar en el retiro. De acuerdo con su familia, Miguel Marín consideraba su etapa como entrenador como un fracaso, pues con el poco tiempo que tuvo con Cruz Azul hasta la sanción, no terminar de trascender con Neza y su pronta renuncia con el Querétaro nunca lo mantuvieron conforme con su trabajo.
Su hijo Max mencionó en una entrevista que a su padre siempre espero una revancha como entrenador de Cruz Azul, y que le habría gustado regresar al club y tener el desquite como técnico principal, pero lamentablemente nunca se le dio. Datos actualizados a fin de carrera deportiva.
Datos actualizados a fin de carrera deportiva. Resaltadas temporadas en calidad de sancionado.
Desde su inauguración en 2005, forma parte del «Salón de la Fama de Cruz Azul», ubicándose al centro de las leyendas del equipo como reconocimiento a su insuperable paso por la institución.Salón de la Fama del Fútbol Internacional, junto a leyendas del fútbol mundial como Pelé, Diego Maradona, Alfredo Di Stéfano y Johan Cruyff.
En 2011, fue investido en elEn 2012, el Cruz Azul, en conjunto con la marca Umbro, presentaron un jersey en su memoria, que incluía también un libro de 106 páginas con la historia del guardameta, así como un DVD con testimonios de comentaristas deportivos y otras personalidades, dirigido por el cineasta Gustavo Loza. El suéter contaba con un estilo vintage, tipo polo, manga larga y acabado RIB en puños, inspirado en la particular indumentaria que lució «Superman» bajo los tres palos de la escuadra celeste. Sentado en la mesa de honor estuvo Maximiliano Marín, hijo del ex arquero, que llegó a formar parte de las inferiores del equipo, autor del homenaje.
En el evento estuvieron también figuras históricas del equipo como Ignacio Trelles, Héctor Pulido, Guillermo Mendizábal, Javier Sánchez Galindo, Enrique Meza, Juan Reynoso y el entonces director deportivo, Alberto Quintano. Entre otros invitados acudieron el ex arquero Hernán Cristante quien, con el título logrado por Toluca en 2008, alcanzó a Miguel Marín como los únicos porteros dueños de cinco títulos en primera división, y el ex guardameta mexicano Rafael Puente, contemporáneo de Marín. Estuvo también presente Jesús Corona, arquero del equipo, quien se esperaba pudiera utilizar el legendario suéter ante el Monterrey en la fecha 17 del torneo de apertura, pero la federación no otorgó el permiso necesario para llevar a cabo el homenaje. Esto último porque tenían que registrar el uniforme ante el organismo, pues, por ser en rayas horizontales blancas, azul celeste y negro se podía confundir con la playera de juego de la escuadra regia. Al final la decisión quedó en manos del silbante Gustavo Guerrero, quien no permitió realizar el homenaje.
Miguel Marín fue conocido con dos apodos, los dos lo hicieron grande y a ambos correspondió, «Gato» y «Superman». El sobrenombre felino se lo puso su entrenador en Vélez Sarsfield, Roberto Sbarra, en 1963 debido a su agilidad.el Gráfico se lo puso mientras hacía una sesión de fotos en 1971, poco antes de partir a México, debido a que era usual que jugara lastimado y por su fortaleza física. Pero fue el mítico comentarista y locutor Ángel Fernández, quien maravillado por los vuelos del argentino, popularizó ese apodo, que al poco tiempo prendió en el ambiente futbolero mexicano. Era común escuchar su narración con una frase muy hecha para su gran amigo: «Y me pongo de pie ante el Superman Miguel Marín».
El de super hombre vino también de Argentina; un reportero de la revistaLa brillante trayectoria de Marín lo colocaría en una posición inigualable dentro de las estadísticas, con un número mínimo de goles en contra que lo convertían en el guardameta más eficaz de la historia del fútbol mexicano.Wildroot o los tenis «Panam». La sencillez, el carisma y sus enormes dotes de líder lo convirtieron en ídolo de los niños mexicanos de aquellos años, sin importar el equipo que apoyaran. El gran sentido de disciplina y camaradería se hacían patentes en el plantel a través de su persona. Fue esto, en gran parte, lo que inspiró al cantante mexicano Joel Jáuregui a lanzar en 2012 el sencillo digital «Superman», parte del álbum «Hincha», en memoria del guardameta.
Con todo lo que su nombre significaba en el país, llegó a tener tanta popularidad como cualquier artista o cantante de la época, caracterizándose por nunca negarle alguna atención a la gente. Estatura, ojos claros y cabellera abultada hicieron también de Marín un galán de la pantalla, llegando a realizar comerciales para marcas comoA menudo es mencionado en la serie de videojuegos FIFA de EA Sports para Latinoamérica, cuando se disputa un partido con Cruz Azul, desde la edición 2006 con las voces de Enrique Bermúdez y Ricardo Peláez, y a partir de la edición 2013 con Fernando Palomo y Mario Alberto Kempes. Del mismo modo, fue mencionado en varias ocasiones en el programa el Chavo del 8, una de ellas cuando el «Chavo» disputaba las tandas de penales en contra de «Quico».
Miguel Marín fue un antes y un después en el fútbol mexicano, no solamente en el orden individual, donde demostró aptitudes de guardameta avanzado, sino que lo fue también en el orden colectivo; él llega a ser guía, estandarte, capitán, caudillo de un equipo que irrumpió en los años 70 para oponerse a la hegemonía que por décadas tuvo el equipo de Guadalajara y, en ese momento, al equipo que estaba poderoso y que había regresado con las multitudes al estadio Azteca, que era el América.
Desde su primera aparición en México a finales de 1971 causó impacto en el medio, generando una gran cantidad de adeptos hacia su persona, dejando de lado al equipo que apoyaran, pues era un portero adelantado a su tiempo. Miguel era un tipo que tenía personalidad y seguridad, se paraba en el marco y automáticamente daba confianza al equipo.
Sintiendo una gran admiración por Amadeo Carrizo, que años más tarde se convertiría en su maestro y modelo a seguir, adoptaría de él sus habilidades y destrezas en el arco, con lo que terminaría por desarrollar su estilo de juego. Con su participación en el mundial de 1986 en México, dejaría escuela en el marco a través de Pablo Larios y Olaf Heredia, que más tarde servirían de influencia para el guardameta Jorge Campos. De acuerdo con el comentarista deportivo Jorge «Che» Ventura, Marín fue mucho más adelantado en su forma de jugar que Amadeo Carrizo, pero tomó de su escuela ese tipo de fútbol.
En 2017, sus hijos Alejandro y Max, fundaron una academia de fútbol para la formación de jóvenes guardametas que lleva por nombre «CARA Miguel Marín Fútbol». El centro de alto rendimiento para arqueros surgió como respuesta a las muestras de cariño de la afición, y siendo ambos entrenadores, pensaron en retribuir el gesto.
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